viernes, 14 de noviembre de 2008

Blog de Rodrigo Guajardo

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allí pueden encontrar el siguiente artículo

El Correo de las Brujas

¿Es cierto que si Cristóbal Colón se hubiese detenido a pedir direcciones habría descubierto América tres años antes? Así lo afirman las malas lenguas…

Lo cierto es que si nuestro flamante Descubridor se hubiese detenido a preguntar dónde carajo se encontraba el Nuevo Mundo, digamos… en Pombas, Cape Verde, entre Mauritania y las Guyanas, él no habría llegado nunca a tiempo para descubrir América antes que los Holandeses. La única razón de por qué Colón no miró los futuristas y fraudulentos mapas del cartógrafo Américo Vespucio es porque se les quedaron en su casa, en la cama sin hacer, debajo del guatero.

Las mujeres siempre reclaman de que nosotros los hombres nunca pedimos direcciones ni paramos a preguntar por ellas. ¡Simplemente asumen que estamos perdidos! ¡No entienden la dinámica estratégica y lógica de la psiquis masculina! Es muy simple. Analicemos el primer viaje de Colón. ¿Qué hubiese pasado si para en Pombas?

Primeramente, Pombas era una hermosa y paradisíaca playa en ese entonces, con arenas blancas como los sueños, aguas claras y cristalinas como un suspiro, nirvanesca vegetación extraída del edén, y un clima absolutamente orgásmico. Por un lado, los indios que habitaban Pombas no tenían la más peregrina idea de qué coños estaba hablando don Cristóbal. Segundo, el día de la goma iba a convencer a sus marineros que se subieran de vuelta a esa carabela incomoda, hedionda, y sin letrinas para ir a marearse de nuevo. Y tercero, lo más grave del asunto es que las mujeres de abordo (que no eran ni muchas ni bonitas), hubiesen convencido a unas cuantas femíneas aborígenes ¡para que las acompañaran a limpiar la jodida carabela!

¡Ay mi madre! Entre sacudir el polvo, limpiar los camarotes, baldear las cubiertas, ventilar los pedos de los dormitorios, ordenar las hamacas, parchar las velas, lavar la ropa, desenredar las espías, remendar las jarcias, sacarle el óxido a los cañones, desinflar la muñeca del puesto de vigía, bañar a Rodrigo de Triana, porque al huevón no lo tenían al cateo porque tenía buena vista, sino porque ¡olía que se las traía! (y allá arriba, no molestaba a nadie aparte de las gaviotas), raspar el casco, pulir las armas, cambiar el agua, pelar a todo el mundo y finalmente decorar la carabela; los marineros en tierra ya hubiesen jubilado y se hubiesen embarcado con el Teniente Bello que SÍ paró a preguntar (y ya ven lo que pasó)!

¡En este ejemplo podemos claramente apreciar el control de daños que Colón hizo al no parar en Pombas! ¡La dinámica estratégica y lógica de la psiquis masculina funciona y está comprobada! Y hay más.

Traigamos este paradigma a nuestro tiempo presente. ¿Qué pasaría si tenemos que ir a un lugar lejos en la ciudad y paramos a pedir direcciones? Esto le paso a un amigo mío ¡y todavía está en coma! Mi ex-amigo, desafiando absurdamente la dinámica estratégica y lógica de la psiquis masculina, se detuvo neciamente a preguntar… El primer error fatal fué que no miró donde estaba. Decidió detenerse inconsecuentemente en una gasolinera. Ustedes dirán, “¿Y que tiene de malo una gasolinera? ¡Está dentro de la potestad de macho, matador y dominante el parar en un gasolinera! ¡Es casi como parar en la ferretería!” Si. Es cierto mis queridos colegas del sexo grueso. El problema está que por la falta de su inminente experiencia cometió un mortífero error. ¡Al frente de la gasolinera había un MALL!

Para qué les cuento. Al preciso momento de darse cuenta de su impúdico error, su mujer ya estaba hipnotizada y en avanzado estado en el trance que los Psiquiatras llaman (Hipnosis de Shopping), y desgraciadamente para sellar su mala fortuna, la luna llena ya había completado su ciclo posesionador. Paralizado por el terror, mi ex-amigo no pudo detener a su mujer que ahora corría aullando desenfrenadamente por los pasillos del Templo de Las Lucas con una excitación solo emulada por los pandemónicos sacrificios humanos en las obscuras y remotas selvas de Mayab.

Les voy a ahorrar los tétricos y espeluznantes detalles del descuartizamiento financiero que sufrió este pobre y triste organismo humano, fútil e irresponsable víctima de la absoluta carencia de la imprescindible dinámica estratégica y lógica de la psiquis masculina. Los primeros desgarrantes alaridos salieron de las tarjetas de crédito, los siguieron los desenfrenados aullidos de la chequera, que se confundían dolorosamente entre los sollozos y los férvidos gemidos de la desamparada billetera que tenía los billetes desorbitados.

Aquí necesito guardar un deferente minuto de silencio para no agobiarme por la emoción y el pánico descontrolado. Tengo un nudo ciego en la… garganta… Snif… Gracias.

Espero que esta desgracia de nuestro género y la desdichada y aterradora experiencia de mi ex-amigo les sirvan de ejemplo para el futuro. Tengo muchos atroces y espeluznantes ejemplos para recalcar caracterizadamente este ignominioso error, pero no es mi primera intención el torturarlos o provocarles severos y permanentes daños mentales y emocionales, solo quiero ponerlos sobre aviso como lo haría con cualquier alma inocente. Y si por esas extrañas y demoníacas circunstancias de la vida (que no se dan nunca) en que están ligeramente desorientados, probablemente por la influencia de alguna fuerza negra completamente fuera de vuestro control, y se ven forzados a detenerse a preguntar, ¡háganlo rápida y diligentemente, y apreten cueva lo antes posible! No vayan a hacer lo que hizo Moisés (que no paró un par de segundos a preguntar!). ¡NUNCA HAGAN ESO! …40 años… ¡que jodienda!

En defensa de Moisés puedo decir que este pobre hombre estaba agobiado por el pelambre de que las mujeres lo habían hecho objeto por no parar en el mercado Egipcio, por la nueva ley que se le implantó sin darle tiempo para una campaña (El problema con la nueva ley es que tenía algo que ver con el Transdesierto de San Tiago, santo que NO es de mi devoción), además se les había terminado el tequila, y la barba la tenía llena de piojos. Es presión suficiente para que un hombre falle.

Ahora, ¿quienes son los heroicos miembros de nuestra humanidad masculina que jamás de los jamases se detienen a pedir direcciones?

Santa Clós
Superman
Sponge Bob Square Pants
Los astronautas
Los taxistas (SIEMPRE saben donde están)
Los mojones
El conejito Energizer
El cometa Hailey
La inflación
Las cuentas
Las suegras

Tampoco hay que confundir PERDIDO con otra cosa:

Stanley Livingstone NO SE PERDIÓ, estaba escondido.
Roald Amundsen TAMPOCO SE PERDIÓ, estaba encabronado.
Amelia Earhart SÍ QUE SE PERDIÓ.
George Bush NO ESTÁ PERDIDO, está confundido.
Sir John Franklin NO SE HA PERDIDO AÚN, solo que no ha llegado todavía.

No hay necesidad de preguntar por direcciones. Si lo que buscamos no está delante de nosotros, ¡es porque ya lo pasamos!

Hasta lo niños entienden el paradigma de direcciones: Un niñito estaba parado en la calle esperando que su mama saliera del almacén. Mientras esperaba, un hombre se le acerco y le pregunto, “Hijo, puedes decirme donde esta la oficina de correos?”

El niñito respondió, “Si señor, siga derecho por esta calle dos cuadras más, y después doble a la derecha. A media cuadra de la esquina está el correo”.

Hombre le agradeció afablemente al niñito y le dijo, “Yo soy el nuevo Cura en la ciudad, y me gustaría invitarte a la misa de este Domingo. Te mostrare como ir al cielo”.

El niñito lo miró de reojo y le respondió, “¡T’ai loco! ¡No sabís ni donde está el correo y me v’ai a decir como ir p’al cielo, huevón!”.

Como razón existencial para explicar nuestra fobia a pedir direcciones, es nuestra propia naturaleza. ¡Nuestra inhabilidad para pedir direcciones es genética! Esa es la razón de por qué necesitamos 500.000.000 espermios para fertilizar un huevo. ¡Ninguno para a pedir direcciones!

Bueno, con lo que respecta a mi ex-amigo, ahora está convertido en un vegetal. Es triste, pero si quieren verlo vayan al supermercado y diríjanse a la sección: Lechugas.

Que las queridas mujeres que leen esto no se sientan aludidas. Esto NO es para ustedes, es para LAS OTRAS MUJERES que nos hacen la vida más “hechicera” (tampoco significa que las otras sean brujas, aunque se movilicen en escoba híbrida).


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