Estimados Compañeros:
Les informo que el domingo 06 de junio se efectuará una misa en nuestro colegio, con motivo de la celebración del Dia Nacional del Exalumno Marista. Similares eventos se haran ese dia, en distintos puntos de nuestro pais.
Gracias por acompañarnos
miércoles, 26 de mayo de 2010
martes, 25 de mayo de 2010
ENCUENTRO DE NUESTRA PROMOCION 1972 IAE
El día 07 de mayo en un restaurante denominado “Mar de Viña” se llevó a cabo una gran reunión de los sobrevivientes del terremoto y de la promoción 1972.
Fue una grata velada, acompañada por una entretenida conversación. Se presentaron algunos excompañeros que hace tiempo no veíamos. La lista de los asistentes fue: Luis Vergara, Germán Acevedo, José Luis González, Leonardo Villarroel, Miguel Castro, Fernando Bolt (estuvo con nosotros en primero medio), Hernán Medina, Raúl Cereceda ,José Antonio Cabello, Antonio Haddad, Miguel Angel Candia, Federico Zapata ,Héctor Villena, Manuel Rodríguez, Pedro Rojas, Sergio Contreras, Jaime Awad, Esteban Ahumada, Vicente López, Vicente Pérez, Francisco Fernández, Juan Carlos Carvajal, Miguel Bellot, Nelson Barriga, Octavio Calle, Angel Marticorena y Ramón Morales Total 27 asistentes
Fallo nuestro querido profesor don Jorge Gutiérrez debido a un resfrío que lo tenia enfermo.
Dentro de los brindis salió la posibilidad de hacer un encuentro en Zapallar, en casa de Federico Zapata y sus dos vecinos, en el fin de semana largo en Octubre. Se iniciarán las coordinaciones correspondientes (se espera que se forme la comisión coordinadora)
Foto Inicial: Estabamos en el Restaurante y tambien estaba la pareja que ganó el Champion de Chile (rodeo)...Nelson Barriga con su mejor postura circunspecta se retrató al lado de la pareja.....4 puntos buenos. (El restaurant completo cantó la Canción Nacional)
Foto 1: Vista general de asistencia
Foto 2: Vicente López y Vicente Pérez en grata conversación
Foto 3: Germán Acevedo, Miguel Castro, Fernando Bolt, Hernán Medina y Raúl Cereceda.
Foto 4: Sergio Contreras haciendo un salud. Jaime Awad a su derecha. El pelado de primer plano es Nelson Barriga
Foto 5: Vicente Pérez luchando con un picoroco
Foto 6: Nelson Barriga conversando con Luis Vergara
Foto 7: Manuel Rodriguez, Hector villena, Angel Marticorena y Federico Zapata.
Foto 7: Manuel Rodriguez, Hector villena, Angel Marticorena y Federico Zapata.
Foto 8: Angel Marticorena, Federico Zapata y Miguel Angel Candia. Escucha Hernán Medina
Foto 9: Miguel Castro, Ramón Morales y Octavio Calle
Foto 9: Miguel Castro, Ramón Morales y Octavio Calle
Foto 10: Manuel Rodriguez, Hector Villena conversando con Esteban Ahumada
Foto 11: Jaime Awad y Sergio Contreras conversando con Vicente Pérez y Nelson Barriga
Foto 12: Jose L. González, Luis Vergara y Germán Acevedo
Foto 13: Ramón Morales saludando a Fernando Bolt
Foto 14: Vista General de la asistencia
Foto 12: Jose L. González, Luis Vergara y Germán Acevedo
Foto 13: Ramón Morales saludando a Fernando Bolt
Foto 14: Vista General de la asistencia
miércoles, 5 de mayo de 2010
Punta Arenas
Mis queridos Maristas todos; hoy les escribo acerca de la inmortal ciudad de Punta Arenas porque ésta legendaria ciudad tiene un lugar permanente en las cóncavas regiones de mis recuerdos. Cuando yo era apenas un niño de corta edad pero de largos pensamientos, mi padre era un Capitán de la gallarda Marina de Chile quién me llevó en uno de sus numerosos viajes al Sur a visitar esta portentosa ciudad la cual durante mi corta visita, dejó en aquel tiempo una huella profunda y duradera en mis jóvenes ojos, y demarcada inmanentemente en el impresionable y antológico espíritu que entonces me investía.
Para el beneficio de aquellos que no conocen estos polares y remotos parajes, Punta Arenas es la ciudad más austral del planeta situada sobre el Estrecho de Magallanes a solo 1.418 kilómetros de la gélida y cándida Antártida, y que se ha mantenido viva a horcajas de una de las rutas comerciales más históricas del mundo, y su prosperidad se ha levantado y ha caído con las fluctuaciones de esta ruta humana ancestral de comercio. Punta Arenas disfrutó de su primer importante auge económico durante la fiebre del oro de California, cuando sirvió como puerto de escala a los numerosos veleros y embarcaciones durante el masivo éxodo en pos de la quimera del oro. Aunque la importancia de su puerto disminuyó considerablemente después de la apertura del Canal de Panamá (Agosto 15, 1914), Punta Arenas alcanzó su mayor prosperidad durante los inicios del siglo XIX como el centro más importante del comercio internacional de lanas. Hoy, Punta Arenas refleja una gran mezcla de culturas desde rancheros (ovejeros) ingleses a marineros portugueses; y sigue siendo un fascinante testamento de la historia de la riqueza en Chile.
Punta Arenas es también el punto de partida para excursiones a los andurriales y paisajes más espectaculares del mundo. La mejor localidad para obtener una vista impresionante de la ciudad es el promontorio Cerro La Cruz, que ofrece un espléndido paisaje de las ordenadas calles de la ciudad, de sus coloridas azoteas de latón, y por sobre la ciudad se puede ver el indomable Estrecho de Magallanes. Entre las atracciones más interesantes de la ciudad están el Museo Salesiano de Mayonino Borgatello, que lo fundó una orden de misionarios italianos (aún de origen desconocido para muchos), y el Centro Cultural Braun-Menéndez con sede en una de las rimbombantes mansiones que es herencia de una de las prósperas familias de la época. El museo Salesiano de Mayonino Borgatello ofrece una exposición extraordinaria y ecléctica a los visitantes y turistas de prácticamente cada aspecto de la región. La colección de artilugios del Museo acaparada por los misionarios durante sus extensas incursiones en el área se compone de toda clase de artefactos, desde cerámicas hasta raras especies de animales.
El Centro cultural Braun-Menéndez está igualmente aperado de artificios y ofrece una detallada e íntima ojeada de la vida de las prósperas familias comerciales y mercantiles que habitaron esta ciudad indeleble. Provista con las antigüedades europeas más finas, exquisitos pisos de mármol italiano, y con delicados y magníficos frescos delineados en los cielos rasos, ésta ostentosa mansión provee una buena reseña de la estatura económica de Punta Arenas antes del colapso económico que le propinó arteramente la apertura del Canal de Panamá.
Desde la ciudad se pueden realizar viajes por el día a las pintorescas poblaciones de pingüinos ("pingüineras"), al majestuoso Parque Nacional Torres del Paine, la grandilocuente puerta de entrada a la gran Antártida Chilena, y al sitio reconstruído del otrora sufrido Fuerte Bulnes. También sirve de punto de partida para excursiones más largas como a Christchurch, en South Island, Nueva Zelandia. Muchos de estos son viajes cortos, pero mi viaje de regreso a Punta Arenas va a ser un poco más largo. Sé positivamente que regresaré a Punta Arenas por dos razones atávicas fundamentales: le besé el dedo gordo del pie al indio Ona (o Patagón) en la plaza de Punta Arenas, y comí Maqui negro hasta que me dió diarrea. Cualquiera que sabe esto, sabe bien entonces que una jornada de regreso a Punta Arenas es inevitable.
El Maqui negro
El maqui chileno (Aristotelia Chilensis) es una fruta de arbusto que es originaria y que se encuentra profusamente en la región de la Patagonia, y de acuerdo a la escala ORAC que incluye todos los alimentos en existencia conocidos en el mundo, el maqui chileno contiene (lejos) más antioxidantes que cualquier otro alimento conocido por la impertinente raza humana. La apología Mapuche del maqui es que si comes de este fruto, regresarás una vez más a la región donde lo comiste. Leyenda o no, esto es lo que cuenta el furtivo correo de las brujas, y yo lo creo a ciegas y sin preguntas.
El mito del Indio Ona
Este es otro cuento o saga mitológica de la ciudad de Punta Arenas, un apólogo de origen insondable y de raíces diversas. De cualquier manera, la tradición dicta que si le besas (o le chupas - según sea tu gusto-) el dedo gordo del pie al indio Ona que es parte de, y está sentado bajo el monumento en memoria a Ferdinand Magellan situado en la plaza de Punta Arenas; volverás a Punta Arenas sano y salvo. La creencia más popular de esta tradición es que los marinos que cruzaban el Estrecho de Magallanes (que era peligrosísimo para la navegación) por primera vez, le besaban el dedo gordo al indio para que les protegiera en su próxima travesía por el Estrecho, y así pudiesen arribar sanos y salvos al puerto de Punta Arenas otra vez. Creo que para mí es tiempo de ir a besar ese gastado y lustroso dedo gordo otra vez.
Un poco de Historia
Punta Arenas es la capital de la región de Antártica Chilena y de Magallanes (XII Región). El nombre de esta ilustre ciudad fué oficialmente cambiado a "Magallanes" en 1927, pero en 1938 recuperó su nombre de Punta Arenas. Algunos le dan crédito al explorador del siglo XVII -Vice Almirante Británico John Byron- por el nombre y el primer establecimiento organizado de la ciudad con parte de los sobrevivientes del hundimiento de su buque el HMS Wager en la costa de Patagonia; pero no fué hasta mucho después (1843) en que el gobierno chileno la organizó oficialmente como la ciudad que conocemos hoy. El nombre de Punta Arenas se deriva del término español "Punta Arenosa", una traducción literal del nombre inglés "Sandy Point". Punta Arenas ha sido también conocida como "la ciudad de los techos rojos" por las azoteas de metal pintadas de rojo que caracterizaron la ciudad durante muchos años.
El pobladito sureño argentino de Ushuaia (¿viste?), al que los habitantes lugareños generosa, inconsciente, y desorientadamente le denominan "CIUDAD", también reclama su posición como la metrópolis más austral del mundo, aunque este caserío público tenga menos de la mitad de la población de Punta Arenas. Punta Arenas es la tercera ciudad más grande en toda la Región de la Patagonia después de las ciudades argentinas mas norteñas de Neuquén y Comodoro Rivadavia. ¿Ushuaia quiere llamarse ciudad? ¡Que lo parió!
Magallanes es parte de la región de la Patagonia Chilena y se le bautizó como tal por el explorador Portugués Fernando de Magallanes (Nacido en Sabrosa, Portugal en 1480, fallecido en Cebu, Filipinas en Abril 17, 1521) quién circunnavegó la tierra, y que pasó enfrente de la actual localidad de Punta Arenas en 1520, solo un año antes de su muerte. Documentos históricos de navegación ingleses de la época se refieren a esta localidad como "Sandy Point".
Punta Arenas está situada en la orilla noreste de la península de Brunswick. Además de la orilla del este, con los establecimientos de Guairabo, de Río Amarillo y de Punta San Juan, la península está en gran parte deshabitada. El municipio (comuna) de Punta Arenas incluye toda la península de Brunswick, todas las islas al oeste de Isla Grande de Tierra del Fuego, al norte del Canal Cockburn y del Canal Magdalena. Las islas más grandes son Isla Santa Inés, Isla Desolación, Isla Dawson, Isla Aracena, Isla Clarence, Isla Carlos, e Isla Wickham. Con la excepción de Isla Dawson que de acuerdo al último censo (2002) tiene una población de 301 habitantes, las islas están en gran parte deshabitadas. De acuerdo al mismo censo, la Isla Clarence tiene una población de apenas cinco habitantes (y tres teles).
Dos tempranos establecimientos españoles fueron intentados a lo largo de la costa del Estrecho de Magallanes. La primera incursión en 1584 fué llamado "Nombre de Jesús", que sucumbió en gran parte debido al riguroso clima, a la tremenda dificultad de conseguir alimentos y agua, y las enormes e imposibles distancias hacia otros puertos españoles. La segunda colonia, "Rey Don Felipe", fué iniciada en una localización a unos 80 kilómetros al sur de Punta Arenas. Esta localidad se conoció más adelante como "Puerto del Hambre". Estas colonias españolas fueron establecidas como vanguardias militares con el intento de prevenir saqueo y pillaje perpetrados por piratas ingleses, y por supuesto, para controlar el Estrecho de Magallanes. La parte irónica de esta historia es que un capitán inglés pirata, Thomas Cavendish, fué el que rescató al último superviviente (su enemigo) de Puerto del Hambre de las garras de la muerte en 1587. ¡Plop!
Más historia (esta parte en honor al Chunchito)
Como lo mencioné arriba, en el año 1843 el gobierno chileno envió a una expedición con la tarea designada de instituir un establecimiento permanente en las orillas del Estrecho de Magallanes. Para esto se construyó y se puso en servicio una pequeña nave de vela llamada Goleta Ancud, que bajo el comando del marino británico John Williams transportó a un equipo de 21 personas que incluían al Capitán, a dieciocho tripulantes, a dos valientes mujeres que no creían en El Trauco, más la respectiva carga necesaria para que la expedición pudiese cumplir con el mandato del gobierno chileno. El acto de fundación del establecimiento ocurrió el 21 de septiembre de 1843. Aunque el sitio era perfectamente adecuado para construír una guarnición militar con el objeto de defender la costa ya que está situado estratégicamente encima de una pequeña península rocosa, no era adecuado ni estaba capacitado para convertirse en un asentamiento civil apropiado. Teniendo en cuenta estas formidables dificultades, el gobernador militar Don José de Los Santos Mardones en 1848 decretó el cambio de la guarnición desde este punto a su actual localidad, situándola a ambos lados del río de Las Minas (que aparte de las dos mujeres de abordo, eran las únicas minas que había en la región), y rebautizando la avanzada como Punta Arenas.
Si se les quedó dando vueltas en la memoria el asunto de El Trauco, El Trauco era aquel brujo, chico como enano con joroba y feo como la bigotuda de mi suegra que pasaba sus días encaramado sobre los árboles de los sublimes bosques chilenos a la espera de lanzarse sobre alguna de las inocentes muchachas que daban cándidos paseos por la foresta. Esto es parte de la bendita mitología chilena.
A mediados del siglo XIX, Chile utilizó Punta Arenas como una colonia penal y para confinar a personal militar con "problemas de comportamiento" (de ahí es que viene la costumbre de mandar a los "cacos" al sur), asimismo como un lugar de inmigrantes colonizadores. En diciembre de 1851, se produjo un motín de prisioneros encabezado por el Teniente Cambiaso, que dió lugar al asesinato del gobernador Muñoz Gamero y del cura del destacamento, conllevando el asesinato de muchos civiles inocentes y la destrucción de una gran parte de la ciudad incluyendo la iglesia y el hospital. Este motín fue conocido como "El Motín de los Artilleros". El motín fué audazmente resuelto por Comandante británico Stewart del buque HMS Virago, un buque de vapor impulsado por ruedas de paleta, apoyado por dos naves chilenas: Infatigable y Meteoro.
Los problemas fueron resueltos y la ciudad fué restaurada expeditamente y Punta Arenas comenzó un acelerado progreso impulsado por el rápido crecimiento de la industria de las ovejas, por el tráfico marítimo debido al descubrimiento del oro en California, y con el incremento del comercio debido a su estratégica y principal posición como ruta comercial. Entre 1890 y 1940, la región de Magallanes se convirtió en la región más importante del mundo en la cría de ovejas, donde la compañía Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego controlaba más de 10.000 kilómetros cuadrados entre Chile y la Argentina meridional para este efecto. La casa matriz y las jefaturas de esta compañía al igual que las residencias de sus dueños estaban establecidas en Punta Arenas.
El molo de abrigo (puerto) de Punta Arenas, aunque expuesto a tormentas, era considerado uno de los más importantes puertos de Chile antes de la construcción del Canal de Panamá. Este puerto también fué usado afanosamente como estación de abastecimiento de carbón por los numerosos buques de vapor que transitaban entre los Océanos Atlántico y Pacífico. Hoy, Punta Arenas es una ciudad vibrante y moderna y cuenta con una población de alrededor de 160.000 gloriosos y aguerridos chilenos, una creciente industria, un comercio diversificado; y estoy seguro, con algunos inmortales Maristas.
Y lo último acerca de Punta Arenas...
En la primavera de 1962 cerca de final de año y en una de mis travesías a Punta Arenas con el engendrador de mi naturaleza, en ese entonces cuando yo todavía usaba el pelo y los pantalones cortos (pero ya no me comía los mocos), el clima en Punta Arenas no estaba muy bueno que digamos. Ese día hacía un viento más fuerte que la cresta, estaba nublado, húmedo, y hacía mucho frío. Estábamos de paso por el Hotel Cabo de Hornos que quedaba frente a la Plaza (no sé si está ahí todavía o si existe) donde pasamos a buscar a otro marino amigo de mi progenitor para ir a recorrer algunos lugares de interés en las afueras de la ciudad. Yo estaba abrigado apropiadamente para la excursión con dos sweaters que me había tejido mi mamá con lana peluda y mucho cariño, con camiseta y camisa, con una chaqueta impermeable, con calcetines gruesos de alpaca, con pantalones de tweed (que los odiaba), con un lindo gorro de vicuña que me quedaba súper grande, y con un paquete de galletas Tritón en el bolsillo de mi chaqueta. Las galletas Tritón eran mis favoritas y las fabricaba McKay S.A., fundada en Talca en 1892 (pero las galletas eran frescas). ¿Se acuerdan de "galletas McKay, más ricas no hay"?
Ese día fuimos a ver un lugar en el campo que quedaba bastante lejos de Punta Arenas (o por lo menos así me pareció) que no me acuerdo qué es lo que era, ni de dónde queda, pero en el que había una cachá grande de ovejas. Lo que sí me acuerdo es de que había un viento infernal que hacía que lloviera de lado, con unas ráfagas de viento impresionantes que silbaban entre mis canillas flacas y que me empujaban y hacían que me costara mantenerme caminando derecho y sin caerme al barro. En una de esas repentinas ráfagas hiperbóreas, el céfiro me voló el bendito gorro que a pesar de estar mojado y pesado, surcó raudamente atentando sobrevolar por el aire septentrional, pero que terminó perdiéndose entre las matas y los corderos. Unos huasos que nos acompañaban trataron de alcanzarlo y rescatarlo, pero el gorro desapareció fugazmente entre la lluvia, el viento, las matas, y las patas de las ovejas mojadas y gritonas; y nunca más lo volví a ver al gorro éste... No me preocupé mucho porque la verdad es que el gorrito no me gustaba p'a n'a.
Al final del día me acuerdo de que me dieron chocolate caliente con leche en un tacho de metal que estaba abollado por todos lados y hablaba de tiempos mejores, en el que me tomé el chocolate a sorbitos cortos y sabrosos para no quemarme los labios o la lengua mientras nos secábamos la ropa en frente de una fogata bulliciosa que emitía intermitentemente repentinos quejidos de madera mojada y de relatos fabulosos. El lugar olía a humo, a humedad e historia, y mientras el vapor se elevaba tímidamente desde mis vestimentas, en las bóvedas de mi imaginación sin riendas donde estos recuerdos aún navegan con una nostalgia cadenciosa, se sentía como estar en otro mundo de otra edad. El humo y la humedad no me molestaban, y la historia de ese momento se impregnaba lánguidamente como un epígrafe en la piel de badana que cubría mi mente hecha de primigenios cristales siderales. Me sentía contento y aventurero.
Esta es otra razón arbitraria y egoísta que esgrimo para excusar mi retorno a Punta Arenas; no para encontrar el famoso gorrito, sino para comprarme uno nuevo, pero esta vez que me quede bien y me cubra la cabeza, especialmente ahora que tiene menos pelo. ¡Punta Arenas, estás fraguada en la profunda entelequia de mi niñez! ¡Te añoro!
¿Cuántos de ustedes mis queridos Maristas indisolubles tendrán algún gallardo y aguerrido antepasado que contribuyó con trabajo, sudor, valentía, sacrificio y lealtad a forjar esta patrimonial y mitológica ciudad?... Busquen...
Bueno Maristas todos, esto pasó por un zapatito roto, y mañana les cuento otro. Estoy seguro de que ustedes saben de todo esto y quizá más que yo acerca de Punta Arenas, pero simplemente quería refrescarles la memoria desde mi escritorio Marista con mi inextinguible y pertinaz pluma que no conoce el silencio.
El Loco.
Para el beneficio de aquellos que no conocen estos polares y remotos parajes, Punta Arenas es la ciudad más austral del planeta situada sobre el Estrecho de Magallanes a solo 1.418 kilómetros de la gélida y cándida Antártida, y que se ha mantenido viva a horcajas de una de las rutas comerciales más históricas del mundo, y su prosperidad se ha levantado y ha caído con las fluctuaciones de esta ruta humana ancestral de comercio. Punta Arenas disfrutó de su primer importante auge económico durante la fiebre del oro de California, cuando sirvió como puerto de escala a los numerosos veleros y embarcaciones durante el masivo éxodo en pos de la quimera del oro. Aunque la importancia de su puerto disminuyó considerablemente después de la apertura del Canal de Panamá (Agosto 15, 1914), Punta Arenas alcanzó su mayor prosperidad durante los inicios del siglo XIX como el centro más importante del comercio internacional de lanas. Hoy, Punta Arenas refleja una gran mezcla de culturas desde rancheros (ovejeros) ingleses a marineros portugueses; y sigue siendo un fascinante testamento de la historia de la riqueza en Chile.
Punta Arenas es también el punto de partida para excursiones a los andurriales y paisajes más espectaculares del mundo. La mejor localidad para obtener una vista impresionante de la ciudad es el promontorio Cerro La Cruz, que ofrece un espléndido paisaje de las ordenadas calles de la ciudad, de sus coloridas azoteas de latón, y por sobre la ciudad se puede ver el indomable Estrecho de Magallanes. Entre las atracciones más interesantes de la ciudad están el Museo Salesiano de Mayonino Borgatello, que lo fundó una orden de misionarios italianos (aún de origen desconocido para muchos), y el Centro Cultural Braun-Menéndez con sede en una de las rimbombantes mansiones que es herencia de una de las prósperas familias de la época. El museo Salesiano de Mayonino Borgatello ofrece una exposición extraordinaria y ecléctica a los visitantes y turistas de prácticamente cada aspecto de la región. La colección de artilugios del Museo acaparada por los misionarios durante sus extensas incursiones en el área se compone de toda clase de artefactos, desde cerámicas hasta raras especies de animales.
El Centro cultural Braun-Menéndez está igualmente aperado de artificios y ofrece una detallada e íntima ojeada de la vida de las prósperas familias comerciales y mercantiles que habitaron esta ciudad indeleble. Provista con las antigüedades europeas más finas, exquisitos pisos de mármol italiano, y con delicados y magníficos frescos delineados en los cielos rasos, ésta ostentosa mansión provee una buena reseña de la estatura económica de Punta Arenas antes del colapso económico que le propinó arteramente la apertura del Canal de Panamá.
Desde la ciudad se pueden realizar viajes por el día a las pintorescas poblaciones de pingüinos ("pingüineras"), al majestuoso Parque Nacional Torres del Paine, la grandilocuente puerta de entrada a la gran Antártida Chilena, y al sitio reconstruído del otrora sufrido Fuerte Bulnes. También sirve de punto de partida para excursiones más largas como a Christchurch, en South Island, Nueva Zelandia. Muchos de estos son viajes cortos, pero mi viaje de regreso a Punta Arenas va a ser un poco más largo. Sé positivamente que regresaré a Punta Arenas por dos razones atávicas fundamentales: le besé el dedo gordo del pie al indio Ona (o Patagón) en la plaza de Punta Arenas, y comí Maqui negro hasta que me dió diarrea. Cualquiera que sabe esto, sabe bien entonces que una jornada de regreso a Punta Arenas es inevitable.
El Maqui negro
El maqui chileno (Aristotelia Chilensis) es una fruta de arbusto que es originaria y que se encuentra profusamente en la región de la Patagonia, y de acuerdo a la escala ORAC que incluye todos los alimentos en existencia conocidos en el mundo, el maqui chileno contiene (lejos) más antioxidantes que cualquier otro alimento conocido por la impertinente raza humana. La apología Mapuche del maqui es que si comes de este fruto, regresarás una vez más a la región donde lo comiste. Leyenda o no, esto es lo que cuenta el furtivo correo de las brujas, y yo lo creo a ciegas y sin preguntas.
El mito del Indio Ona
Este es otro cuento o saga mitológica de la ciudad de Punta Arenas, un apólogo de origen insondable y de raíces diversas. De cualquier manera, la tradición dicta que si le besas (o le chupas - según sea tu gusto-) el dedo gordo del pie al indio Ona que es parte de, y está sentado bajo el monumento en memoria a Ferdinand Magellan situado en la plaza de Punta Arenas; volverás a Punta Arenas sano y salvo. La creencia más popular de esta tradición es que los marinos que cruzaban el Estrecho de Magallanes (que era peligrosísimo para la navegación) por primera vez, le besaban el dedo gordo al indio para que les protegiera en su próxima travesía por el Estrecho, y así pudiesen arribar sanos y salvos al puerto de Punta Arenas otra vez. Creo que para mí es tiempo de ir a besar ese gastado y lustroso dedo gordo otra vez.
Un poco de Historia
Punta Arenas es la capital de la región de Antártica Chilena y de Magallanes (XII Región). El nombre de esta ilustre ciudad fué oficialmente cambiado a "Magallanes" en 1927, pero en 1938 recuperó su nombre de Punta Arenas. Algunos le dan crédito al explorador del siglo XVII -Vice Almirante Británico John Byron- por el nombre y el primer establecimiento organizado de la ciudad con parte de los sobrevivientes del hundimiento de su buque el HMS Wager en la costa de Patagonia; pero no fué hasta mucho después (1843) en que el gobierno chileno la organizó oficialmente como la ciudad que conocemos hoy. El nombre de Punta Arenas se deriva del término español "Punta Arenosa", una traducción literal del nombre inglés "Sandy Point". Punta Arenas ha sido también conocida como "la ciudad de los techos rojos" por las azoteas de metal pintadas de rojo que caracterizaron la ciudad durante muchos años.
El pobladito sureño argentino de Ushuaia (¿viste?), al que los habitantes lugareños generosa, inconsciente, y desorientadamente le denominan "CIUDAD", también reclama su posición como la metrópolis más austral del mundo, aunque este caserío público tenga menos de la mitad de la población de Punta Arenas. Punta Arenas es la tercera ciudad más grande en toda la Región de la Patagonia después de las ciudades argentinas mas norteñas de Neuquén y Comodoro Rivadavia. ¿Ushuaia quiere llamarse ciudad? ¡Que lo parió!
Magallanes es parte de la región de la Patagonia Chilena y se le bautizó como tal por el explorador Portugués Fernando de Magallanes (Nacido en Sabrosa, Portugal en 1480, fallecido en Cebu, Filipinas en Abril 17, 1521) quién circunnavegó la tierra, y que pasó enfrente de la actual localidad de Punta Arenas en 1520, solo un año antes de su muerte. Documentos históricos de navegación ingleses de la época se refieren a esta localidad como "Sandy Point".
Punta Arenas está situada en la orilla noreste de la península de Brunswick. Además de la orilla del este, con los establecimientos de Guairabo, de Río Amarillo y de Punta San Juan, la península está en gran parte deshabitada. El municipio (comuna) de Punta Arenas incluye toda la península de Brunswick, todas las islas al oeste de Isla Grande de Tierra del Fuego, al norte del Canal Cockburn y del Canal Magdalena. Las islas más grandes son Isla Santa Inés, Isla Desolación, Isla Dawson, Isla Aracena, Isla Clarence, Isla Carlos, e Isla Wickham. Con la excepción de Isla Dawson que de acuerdo al último censo (2002) tiene una población de 301 habitantes, las islas están en gran parte deshabitadas. De acuerdo al mismo censo, la Isla Clarence tiene una población de apenas cinco habitantes (y tres teles).
Dos tempranos establecimientos españoles fueron intentados a lo largo de la costa del Estrecho de Magallanes. La primera incursión en 1584 fué llamado "Nombre de Jesús", que sucumbió en gran parte debido al riguroso clima, a la tremenda dificultad de conseguir alimentos y agua, y las enormes e imposibles distancias hacia otros puertos españoles. La segunda colonia, "Rey Don Felipe", fué iniciada en una localización a unos 80 kilómetros al sur de Punta Arenas. Esta localidad se conoció más adelante como "Puerto del Hambre". Estas colonias españolas fueron establecidas como vanguardias militares con el intento de prevenir saqueo y pillaje perpetrados por piratas ingleses, y por supuesto, para controlar el Estrecho de Magallanes. La parte irónica de esta historia es que un capitán inglés pirata, Thomas Cavendish, fué el que rescató al último superviviente (su enemigo) de Puerto del Hambre de las garras de la muerte en 1587. ¡Plop!
Más historia (esta parte en honor al Chunchito)
Como lo mencioné arriba, en el año 1843 el gobierno chileno envió a una expedición con la tarea designada de instituir un establecimiento permanente en las orillas del Estrecho de Magallanes. Para esto se construyó y se puso en servicio una pequeña nave de vela llamada Goleta Ancud, que bajo el comando del marino británico John Williams transportó a un equipo de 21 personas que incluían al Capitán, a dieciocho tripulantes, a dos valientes mujeres que no creían en El Trauco, más la respectiva carga necesaria para que la expedición pudiese cumplir con el mandato del gobierno chileno. El acto de fundación del establecimiento ocurrió el 21 de septiembre de 1843. Aunque el sitio era perfectamente adecuado para construír una guarnición militar con el objeto de defender la costa ya que está situado estratégicamente encima de una pequeña península rocosa, no era adecuado ni estaba capacitado para convertirse en un asentamiento civil apropiado. Teniendo en cuenta estas formidables dificultades, el gobernador militar Don José de Los Santos Mardones en 1848 decretó el cambio de la guarnición desde este punto a su actual localidad, situándola a ambos lados del río de Las Minas (que aparte de las dos mujeres de abordo, eran las únicas minas que había en la región), y rebautizando la avanzada como Punta Arenas.
Si se les quedó dando vueltas en la memoria el asunto de El Trauco, El Trauco era aquel brujo, chico como enano con joroba y feo como la bigotuda de mi suegra que pasaba sus días encaramado sobre los árboles de los sublimes bosques chilenos a la espera de lanzarse sobre alguna de las inocentes muchachas que daban cándidos paseos por la foresta. Esto es parte de la bendita mitología chilena.
A mediados del siglo XIX, Chile utilizó Punta Arenas como una colonia penal y para confinar a personal militar con "problemas de comportamiento" (de ahí es que viene la costumbre de mandar a los "cacos" al sur), asimismo como un lugar de inmigrantes colonizadores. En diciembre de 1851, se produjo un motín de prisioneros encabezado por el Teniente Cambiaso, que dió lugar al asesinato del gobernador Muñoz Gamero y del cura del destacamento, conllevando el asesinato de muchos civiles inocentes y la destrucción de una gran parte de la ciudad incluyendo la iglesia y el hospital. Este motín fue conocido como "El Motín de los Artilleros". El motín fué audazmente resuelto por Comandante británico Stewart del buque HMS Virago, un buque de vapor impulsado por ruedas de paleta, apoyado por dos naves chilenas: Infatigable y Meteoro.
Los problemas fueron resueltos y la ciudad fué restaurada expeditamente y Punta Arenas comenzó un acelerado progreso impulsado por el rápido crecimiento de la industria de las ovejas, por el tráfico marítimo debido al descubrimiento del oro en California, y con el incremento del comercio debido a su estratégica y principal posición como ruta comercial. Entre 1890 y 1940, la región de Magallanes se convirtió en la región más importante del mundo en la cría de ovejas, donde la compañía Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego controlaba más de 10.000 kilómetros cuadrados entre Chile y la Argentina meridional para este efecto. La casa matriz y las jefaturas de esta compañía al igual que las residencias de sus dueños estaban establecidas en Punta Arenas.
El molo de abrigo (puerto) de Punta Arenas, aunque expuesto a tormentas, era considerado uno de los más importantes puertos de Chile antes de la construcción del Canal de Panamá. Este puerto también fué usado afanosamente como estación de abastecimiento de carbón por los numerosos buques de vapor que transitaban entre los Océanos Atlántico y Pacífico. Hoy, Punta Arenas es una ciudad vibrante y moderna y cuenta con una población de alrededor de 160.000 gloriosos y aguerridos chilenos, una creciente industria, un comercio diversificado; y estoy seguro, con algunos inmortales Maristas.
Y lo último acerca de Punta Arenas...
En la primavera de 1962 cerca de final de año y en una de mis travesías a Punta Arenas con el engendrador de mi naturaleza, en ese entonces cuando yo todavía usaba el pelo y los pantalones cortos (pero ya no me comía los mocos), el clima en Punta Arenas no estaba muy bueno que digamos. Ese día hacía un viento más fuerte que la cresta, estaba nublado, húmedo, y hacía mucho frío. Estábamos de paso por el Hotel Cabo de Hornos que quedaba frente a la Plaza (no sé si está ahí todavía o si existe) donde pasamos a buscar a otro marino amigo de mi progenitor para ir a recorrer algunos lugares de interés en las afueras de la ciudad. Yo estaba abrigado apropiadamente para la excursión con dos sweaters que me había tejido mi mamá con lana peluda y mucho cariño, con camiseta y camisa, con una chaqueta impermeable, con calcetines gruesos de alpaca, con pantalones de tweed (que los odiaba), con un lindo gorro de vicuña que me quedaba súper grande, y con un paquete de galletas Tritón en el bolsillo de mi chaqueta. Las galletas Tritón eran mis favoritas y las fabricaba McKay S.A., fundada en Talca en 1892 (pero las galletas eran frescas). ¿Se acuerdan de "galletas McKay, más ricas no hay"?
Ese día fuimos a ver un lugar en el campo que quedaba bastante lejos de Punta Arenas (o por lo menos así me pareció) que no me acuerdo qué es lo que era, ni de dónde queda, pero en el que había una cachá grande de ovejas. Lo que sí me acuerdo es de que había un viento infernal que hacía que lloviera de lado, con unas ráfagas de viento impresionantes que silbaban entre mis canillas flacas y que me empujaban y hacían que me costara mantenerme caminando derecho y sin caerme al barro. En una de esas repentinas ráfagas hiperbóreas, el céfiro me voló el bendito gorro que a pesar de estar mojado y pesado, surcó raudamente atentando sobrevolar por el aire septentrional, pero que terminó perdiéndose entre las matas y los corderos. Unos huasos que nos acompañaban trataron de alcanzarlo y rescatarlo, pero el gorro desapareció fugazmente entre la lluvia, el viento, las matas, y las patas de las ovejas mojadas y gritonas; y nunca más lo volví a ver al gorro éste... No me preocupé mucho porque la verdad es que el gorrito no me gustaba p'a n'a.
Al final del día me acuerdo de que me dieron chocolate caliente con leche en un tacho de metal que estaba abollado por todos lados y hablaba de tiempos mejores, en el que me tomé el chocolate a sorbitos cortos y sabrosos para no quemarme los labios o la lengua mientras nos secábamos la ropa en frente de una fogata bulliciosa que emitía intermitentemente repentinos quejidos de madera mojada y de relatos fabulosos. El lugar olía a humo, a humedad e historia, y mientras el vapor se elevaba tímidamente desde mis vestimentas, en las bóvedas de mi imaginación sin riendas donde estos recuerdos aún navegan con una nostalgia cadenciosa, se sentía como estar en otro mundo de otra edad. El humo y la humedad no me molestaban, y la historia de ese momento se impregnaba lánguidamente como un epígrafe en la piel de badana que cubría mi mente hecha de primigenios cristales siderales. Me sentía contento y aventurero.
Esta es otra razón arbitraria y egoísta que esgrimo para excusar mi retorno a Punta Arenas; no para encontrar el famoso gorrito, sino para comprarme uno nuevo, pero esta vez que me quede bien y me cubra la cabeza, especialmente ahora que tiene menos pelo. ¡Punta Arenas, estás fraguada en la profunda entelequia de mi niñez! ¡Te añoro!
¿Cuántos de ustedes mis queridos Maristas indisolubles tendrán algún gallardo y aguerrido antepasado que contribuyó con trabajo, sudor, valentía, sacrificio y lealtad a forjar esta patrimonial y mitológica ciudad?... Busquen...
Bueno Maristas todos, esto pasó por un zapatito roto, y mañana les cuento otro. Estoy seguro de que ustedes saben de todo esto y quizá más que yo acerca de Punta Arenas, pero simplemente quería refrescarles la memoria desde mi escritorio Marista con mi inextinguible y pertinaz pluma que no conoce el silencio.
El Loco.
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