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lunes, 1 de enero de 2018

La Historia del Dólar

Aunque usted no lo crea, dólar no es un nombre original.  Este nombre es el apelativo de más de veinte monedas separadamente de la de los Estados Unidos de Norteamérica.  Por supuesto que la historia del dólar como moneda es muchísimo más amplia y detallada, pero como tengo solo algunas escasas páginas de la autonomía de atención de mis bienhadados lectores, ésta es una historia muy sucinta de la filogénesis* de este conocido ideograma* monetario. 

Entre otros países que denominan dólar a su moneda están Canadá, Australia, Taiwán, Hong Kong, Singapur, Nueva Zelanda, Liberia, Jamaica y Namibia.  Además, el dólar estadounidense es la moneda oficial de la República Democrática de Timor Oriental en el Sudeste Asiático, de Ecuador, de El Salvador, de los Estados Federados de Micronesia en Oceanía, de la República de las Islas Marshall en el Océano Pacífico, de la República de Palau en el Océano Pacífico Occidental, de los Países Bajos del Caribe, de los Territorios Asociados de los Estados Unidos tales como Puerto Rico, Samoa Americana y las Islas Vírgenes de los Estados Unidos, y Panamá.

Curiosamente, hay una municipalidad en la Provincia de Granada, España; que también se llama Dólar.  ¿Qué cosas, no?

Origen del signo Dólar

Este conocido signo se rubrica por primera vez en las piezas de correo de negocios durante la década de 1770, año en que el capitán James Cook descubre la Gran Barrera de Coral en Australia.  Los hombres de negocios usaban la abreviatura "ps" (p=peso, s=spanish) para describir al peso americano-español, el que era el "dólar español".  Así se conocía durante la ocupación británica en América del Norte a finales del siglo XVIII.  Estos documentos evidencian progresivamente que la “s” del signo “ps”, gradualmente se comenzó a escribir sobre la “p”; lo que originó un símbolo parecido al distintivo "$". 

Este nuevo símbolo también se comenzó a usar cuantiosamente para describir al dólar estadounidense una vez que el dólar como moneda nacional fué adoptada por los Estados Unidos norteamericanos, cuando el Congreso Continental de los Estados Unidos autorizó la emisión de una nueva moneda nacional denominada “Dólar”, el 8 de Septiembre de 1775. 

Origen del epígrafe: Dólar

El término “dólar” proviene del cognado* entre el Bajo Sajón, que es la lengua regional cooficial de ocho estados federados de Alemania occidental que condensa los antiguos lenguajes Frisian, Inglés, y Saxon; y la moneda alemana “Alto Thaler” (o Tolar), la que fué una moneda de plata utilizada en toda Europa durante alrededor de cuatrocientos años comenzando su popularidad a mediados del siglo XV.  Este nombre estuvo perpetuado en el Tolar de Eslovenia, la moneda nacional que estuvo en efecto desde el 8 de Octubre de 1991, hasta el advenimiento del Euro (signo: código: EUR) el 1° de Enero del año 2007.  En 1525, el Joachimsthaler del Reino Checo, fué el primer Thaler (dólar).


Orígenes Históricos de Dólar Norteamericano

Siguiendo a la creación del dólar, la embrionaria administración presidencial de George Washington tornó su atención a los serios e intricados problemas económicos y financieros que achacaban a la nueva República a principios de 1790.  Esta canonjía* fiduciaria recayó sobre los hombros de Alexander Hamilton, quien era el Secretario del Tesoro de la época.  El Congreso actuó basado en las recomendaciones de Hamilton promulgando la Ley de Monedas de 1792, la que instituyó el dólar como la unidad básica monetaria para los Estados Unidos.  

A principios del siglo XIX, el precio del oro aumentó en relación con la plata, lo que resultó en la eliminación del comercio de casi todas las monedas de oro, y el posterior acuñamiento de monedas.  La Ley de Monedas de 1834 cambió la relación bi-metal del oro contenido en las monedas.  El contenido de oro en las monedas se cambió de una proporción de 15:1 a 16:1, lo que cambió el respaldo del nuevo dólar estadounidense de 1,60 g (24,75 granos) a 1,50 g. (23,22 granos) de respaldo en oro.  El corolario de esta reevaluación fué que el valor en oro del dólar se redujo en un 6%, lo que constituyó la primera devaluación en la historia del dólar estadounidense.  Estos cambios situaron extraoficialmente a la nación en forma efectiva bajo el “Patrón Oro”. 

Altibajos del Dólar

Con la promulgación de la Ley Bancaria Nacional de 1863, la que ocurrió durante la Guerra Civil Americana (Abril 12, 1861 – Mayo 9, 1865) donde el último disparo de esta guerra se registró el 22 de Junio de 1865; y en sus modernizaciones posteriores dirigidas a desvalorizar y gravar las monedas independientes emitidas por los bancos de los Estados incluyendo las monedas caducas; el dólar finalmente se convirtió en la única moneda de los Estados Unidos hasta el día de hoy.

Durante el siglo XIX el dólar competía con la Libra británica, pero sin mucho éxito porque el uso de la Libra Esterlina era más común en el mundo.  En 1878, se promulgó el Acta Bland-Allison para promover el acuñamiento de más monedas de plata.  Esta ley obligó al gobierno norteamericano a hacer adquisiciones mensuales de entre 2 y 4 millones de dólares en lingotes de plata al precio del mercado actual de la época, y a acuñarlos en dólares de plata.

Una gran controversia política se generó a finales del siglo XIX debido al descubrimiento de enormes yacimientos de plata en el oeste de Estados Unidos.  Debido a esta tremenda inyección de plata en la economía, el valor de los dólares de plata se desplomó(1) apresuradamente.

(1)  Este vocablo etimológico surge del prefijo privativo  “des”, del sustantivo “plomo”, y del sufijo flexivo “ar”.  Técnicamente significa: “perder la posición horizontal”.  Este era un voquible Romano que se usaba para dirigirse a aquellos que morían a causa de la industria de extracción de Plata.  El plomo (Pb) no se produce en un estado elemental, sino que es un subproducto de la minería de plata, extraído del mineral de galena (PbS, sulfuro de plomo), que al ser triturado y fundido, producía sedimentos y destilaciones mortíferas que terminaban en el sistema de agua potable, y acababan matando a aquellos infortunados que bebía una cantidad letal.

Estos altibajos del dólar eran producto de los intereses agrarios como los del Partido Verde de los Estados Unidos, el que quería mantener el estándar bimetálico para producir la inflación el dólar, lo que permitiría a los agricultores pagar más fácilmente sus deudas.  En economía, la inflación es el aumento generalizado y sostenido del precio de los bienes y servicios que se comercian en el mercado durante un período específico de tiempo.  Cuando el nivel general de precios sube, con cada unidad de moneda se adquieren menos bienes y servicios.

Por otro lado, estaba la banca oriental y los intereses comerciales, quienes abogaban por una moneda más sólida y por un cambio al patrón oro.  Esta disparidad de intereses dividió al Partido Demócrata en 1896, pero a pesar de la acalorada controversia, el estatus de la Plata fué disminuyendo paulatinamente como consecuencia de una sucesión de cambios legislativos que comenzaron en 1873, y que liquidó al bimetalismo el 14 de Marzo de 1900, cuando el estándar de oro fué concertado formalmente.  Entonces, el patrón oro sobrevivió a través de varias modificaciones hasta el año 1971.

El patrón oro fué suspendido dos veces durante la Primera Guerra Mundial, una vez completamente y luego fué suspendido para usar divisas extranjeras.  Al comienzo de la guerra, una gran cantidad de empresas estadounidenses contrajeron grandes deudas pagaderas a entidades europeas.  Estas compañías comenzaron a amortizar sus deudas en oro, lo que provocó una gran fuga de oro que duró hasta el 31 de Julio de 1914, cuando la Bolsa de Valores de Nueva York cerró, y el patrón oro fué suspendido temporalmente.

Con el fin de defender el valor de cambio del dólar, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos autorizó a bancos estatales y nacionales a emitir moneda de emergencia bajo la Ley Aldrich-Vreeland, y la recién creada Reserva Federal organizó un fondo para asegurar deudas a acreedores extranjeros.  Estos esfuerzos fueron en gran parte acertados, y las notas de Aldrich-Vreeland fueron retiradas del mercado a partir de Noviembre de 1914 y el estándar de oro fué restaurado cuando la Bolsa de Nueva York reabrió en Diciembre de 1914.

Como Estados Unidos permaneció neutral en la Primera Guerra Mundial (28 de Julio, 1914 - 11 de Noviembre, 1918), siguió siendo el único país que mantuvo su Patrón Oro sin restricciones en la importación o exportación de oro desde 1915 a 1917.  Durante la participación de los Estados Unidos como país beligerante en la guerra, el presidente Woodrow Wilson (28/12/1856 – 3/2/1913) prohibió la exportación de oro, suspendiendo así el estándar de oro para las divisas.  Después de terminada la guerra, los países europeos lentamente volvieron a sus estándares de oro, aunque en forma algo alterada.

Durante la Gran Depresión, cada moneda importante abandonó el patrón oro.  Entre los primeros, el Banco de Inglaterra abandonó el patrón oro en 1931 y como especuladores exigieron oro a cambio de moneda, amenazando la solvencia del sistema monetario británico.  Este patrón se repitió en toda Europa y América del Norte.  

En los Estados Unidos, la Reserva Federal se vió obligada a subir las tasas de interés para proteger el patrón oro del Dólar estadounidense, agravando las ya severas presiones económicas internas.  Después de que las ejecuciones bancarias se hicieron más pronunciadas a principios de 1933, la gente empezó a acumular monedas de oro debido a la desconfianza hacia los bancos quienes traspasaron esta difidencia al papel moneda, empeorando la deflación y agotando las reservas de oro.

La Ley de Reserva de Oro

La Ley de Reserva de Oro de los Estados Unidos fechada al 30 de Enero de 1934, exigía que todos los certificados de oro y el oro en poder de la Reserva Federal fueran adjudicados y otorgados al título exclusivo del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos.

La Ley de Reserva de Oro prohibió la privatización o la posesión privada de oro, forzando a las personas a venderle todo el oro que poseían al Departamento del Tesoro, luego de lo cual; este precioso metal se almacenó en depósitos seguros o inexpugnables en los Estados Unidos, principalmente en el Fuerte Knox, y en otros lugares similares.  La ley también cambió el precio nominal del oro de $20.67 por onza troy a $35.  

Este cambio de precio incentivó a los inversionistas extranjeros a exportar su oro a los Estados Unidos, al mismo tiempo que devaluó el dólar estadounidense en un intento de provocar la inflación.  El aumento de las reservas de oro debido al cambio de precio y la cláusula de confiscación dieron como resultado una gran acumulación de oro en la Reserva Federal y el Tesoro de los EE. UU.  El aumento en la oferta de dinero redujo las tasas de interés reales, lo que aumentó la inversión en bienes duraderos.

En 1933, la Orden Ejecutiva 6102 representó como delito el que los ciudadanos americanos comprasen o vendiesen oro en cualquier parte del mundo, con excepciones en joyas y monedas de colección.  Estas prohibiciones claudicaron a partir de 1964 cuando los certificados de oro se autorizaron nuevamente para la venta a inversionistas privados el 24 de Abril de 1964, aunque estos certificados no se redimirían en oro.  Ya en 1975, los estadounidenses pudieron reanudar las actividades de poseer y comerciar libremente con oro.

Historia Metamorfósica del Dólar
Mucho antes de que el dólar norteamericano haya hecho su presencia y se hallase establecido en el Nuevo Mundo, el natalicio de este pecuniario elemento comenzó en el antiguo Reino Checo.  Las primeras monedas conocidas del Reino Checo de Bohemia datan del año 935 de la Era Común, las que fueron acuñadas por Boleslaus I el Cruel. 

Brincando aproximadamente un poco menos de 600 años adelante, el 15 de Enero de 1520 (el mismo año en el 21 de Octubre el explorador Ferdinand Magellan y su flota llegan a Cabo Vírgenes y se convierten en los primeros europeos en navegar hacia el Océano Pacífico), lo que se denominaba como el “Reino Checo de Bohemia” emprendió la acuñación numismática en plata.  Este metal era extraído localmente en la región de Joachimsthal, y estas monedas llevaban impresas León Checo.  A estas monedas se les denominó joachimsthaler, nombre que para el uso consuetudinario se acortó a thaler o taler, por la terminación de la palabra (Joachimsthal).

La traducción del patronímico alemán: Joachimsthal, significa literalmente "valle de Joachim".  Este nombre se desbordó hacia otros lenguajes e idiomas adoptando nombres como: Checo: tolar; Húngaro: tallér; Danés y Noruego: daler; Sueco: daler; Islandés: dalur; Holandés: daalder o daler; Etíope: talari; Italiano: tallero; Griego: tàlleron o tàliro; Polaco: talar; Persa: daler, y a través del holandés al inglés: dólar.

Posteriormente, también hubo una moneda de origen Holandés la que al igual que su predecesora, representaba a un león; y se denominaba leeuwendaler o leeuwendaalder, lo que literalmente significa “'león daler”.  La República holandesa acuñó estas monedas para conformar y acomodar su floreciente comercio internacional.  El leeuwendaler circuló por todo el Medio Oriente y fué adoptado en diversas ciudades alemanas e italianas; moneda la que también se hizo habitual en el comercio de las Indias Orientales Neerlandesas, y en la Nueva Colonia Neerlandesa de Nueva York.

Este efectivo se mantuvo en circulación a lo largo de las Trece Colonias americanas durante el siglo XVII y hasta principios del XVIII,  y se le conocía popularmente como el "Dólar del León”, o simplemente como “León".   Las monedas rumanas y búlgaras se mantienen hasta hoy como “León”.  La pronunciación inglesa estadounidense del dólar de hoy sigue siendo señaladamente análoga a la pronunciación holandesa original del “daler” del siglo XVII.  En varias de las Colonias americanas donde el daler circulaba, se le llamaba "dólar perro".

Los Pesos españoles con el mismo peso y forma que el daler se conocieron como “dólares españoles”  Este moderno daler o dólar león, a mediados del siglo XVIII fué depuesto y substituído por el “dólar español”, mejor conocido en el resto del planeta como las célebres "Piezas de a Ocho", las que se distribuyeron generosamente en todas las colonias españolas en el Nuevo Mundo, al igual que en Filipinas.

Moneda Global

Una moneda global es aquel dinero que se acepta para el comercio en todos los países del planeta.  Existen varias monedas que son aceptadas para la mayoría de las transacciones internacionales, pero las más extensamente populares son el dólar de EE. UU., el Euro y el Yen.  En la práctica, el dólar norteamericano es el de más amplio uso y el de más alcance en el comercio internacional.

Hay muchos países que no poseen una moneda nacional o que han abandonado su propia moneda, por lo que usan mayormente el dólar norteamericano.  Estos países son  Ecuador quien abandonó el Sucre, East Timor, El Salvador quien abandonó el Sucre, Marshall Islands, Micronesia, Palau, Turks and Caicos, British Virgin Islands, y Zimbabwe.

Chile

La moneda chilena tiene aún una historia de cambios más larga y salvaje que la del dólar.  Esto comenzó con el primer “Peso” (en reemplazo de la numismática española) en 1817 (mientras la primera guerra de los indios Semínolas comenzaba en Florida), pasando por el Escudo y volviendo al Peso después de una larga historia de emisión de billetes de papel y una infinidad de monedas de distintos valores y tamaños.

El primer papel moneda chileno fué emitido entre 1840 y 1844 por el tesoro de la Provincia de Valdivia, en denominaciones de 4 y 8 reales.  Durante la década de 1870 varios bancos privados comenzaron a emitir papel-moneda (billetes), entre los cuales estaban incluídos el Banco Agrícola, el Banco de la Alianza, el Banco de Concepción, el Banco Consolidado de Chile, el Banco de A. Edwards y Cía., El Banco de Escobar, Ossa y Cía., El Banco Mobiliario, el Banco Nacional de Chile, el Banco del Pobre, el Banco Sud Americano, el Banco del Sur, el Banco de la Unión y el Banco de Valparaíso.

Otros bancos les siguieron en la década de 1880 y 1890, emitiendo circulante en denominaciones de 1, 2, 5, 10, 20, 50, 100 y 500 pesos.  El Banco de A. Edwards y Cía. también emitió billetes denominados en libras esterlinas.  ¿Qué cosas, no?

En 1881, el gobierno emitió papel moneda convertible en plata u oro, en denominaciones de 1, 2, 5, 10, 20, 50, 100 y 1000 pesos.  Notas de 50 centavos se agregaron en 1891 y una de 500 pesos en 1912.  En 1898, las emisiones provisionales comenzaron a ser emitidas por el gobierno, las que consistían en billetes de bancos privados sobreimpresos con el léxico "Emisión Fiscal".  Esta implementación rescindió definitivamente la producción de papel moneda privado.

En el año 1925, cuando la capital cristiana de Noruega cambió su nombre a Oslo; el Banco Central de Chile comenzó a emitir notas.  Los primeros billetes fueron denominaciones de 5, 10, 50, 100 y 1000 pesos, los que fueron sobreimpresiones en notas gubernamentales. En 1927 mientras el primer Servicio telefónico transatlántico comercial era inaugurado entre Nueva York y Londres; se emitieron notas marcadas como "Billete Provisional" en denominaciones de 5, 10, 50, 100, 500 y 1000 pesos.

La moneda “regular” comenzó a usarse entre 1931 y 1933 en denominaciones de 1, 5, 10, 20, 50, 100, 500, 1000, 5000 y 10,000 pesos.  Los billetes de 1 y 20 pesos dejaron de producirse en 1943 y 1947 respectivamente.  Las denominaciones restantes continuaron la producción hasta 1959, con un billete de 50,000 pesos agregado a la circulación en 1958, año en que las fuerzas revolucionarias cubanas capturaron La Habana.  Hoy por hoy, no se sabe a ciencia cierta cuál es el peso del Peso.  ¿Qué cosas, no?

El Dólar de Arena

Es raro tropezarse con un tipo de calcificación tan original como la del Dólar de Arena (Clypeaster Reticulatus).  El Dólar de Arena es un erizo marítimo que pertenece al orden Clypeasteroida.  Normalmente habita en fondos arenosos de baja profundidad mayormente alrededor de las costas oceánicas en el hemisferio norte.  Estos moluscos se varan mayormente -y en forma constante- en las arenas de la costa del Estado de Oregón.

Una vez muerto, este erizo queda varado en las playas bajo los rayos del sol, entonces pierde su color como efecto de la exposición al los rayos solares, blanqueándose completamente y adquiriendo un aspecto similar a una moneda de plata parecida al antiguo Dólar Español (o Pieza de a Ocho), o al Dólar de plata americano.  

En la parte superior central de este esqueleto se puede vislumbrar nítidamente la forma de una estrella, y alrededor del borde tiene cinco orificios ovales.  En su parte inferior, el Dólar de Arena muestra un esbozo parecido a la planta Poinsettia, o Flor de Pascua.  Al quebrar el caparazón seco del Clypeaster Reticulatus, se desprenden cinco pedacitos casi idénticos los que se asemejan increíblemente a la forma de una golondrina en vuelo.

Este Dólar no está avalado por ningún banco del planeta, así que no trate de usarlo para comprar nada porque lo más que obtendrá al tratar de pagar con este Dólar, es una gran risotada.  Quédese con el Dólar Norteamericano.


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*
Et sub Glossarium Glossarium – (Cum amore legentibus)
Cognado – Vinculación
Canonjía - Privilegio
Filogénesis - Origen e historia de la evolución de una especie.
Ideograma - Símbolo que representa un concepto más que una palabra
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Post scriptum et quorumdam suggestionibus pro futurum: Si hay algún tema sobre el cual usted quisiera leer mis traumáticas y ligeramente psicopatísticas opiniones, por favor sugiéralo a: rguajardo@rguajardo.us.

Caveat: Mis opiniones personales pueden resultarle ácidas, demasiado honestas, corrosivas, irreverentes, insultantes, altamente irónicas, acerbas, licenciosas, mordaces y de una causticidad filosófica sin límites conocidos por el ser humano, y quizá no le apetezcan o acomoden intelectualmente; pero es lo que habrá disponible basado en su pedido.  Gracias. 



El Loco

miércoles, 1 de noviembre de 2017

Desmembrando una Nación

Con alarma y preocupación, el mundo observa el atentado de desmembramiento de España a través de un intento de secesionismo de la región de Catalonia.  A esta alarma y preocupación, yo le adiciono una dosis de merecido sarcasmo personal.

El movimiento independentista catalán (independentisme català); es un movimiento político derivado históricamente del nacionalismo catalán que busca la independencia de Catalonia del Reino de España.  El símbolo que enarbola esta región es la bandera  "L'Estelada Blava" o “Senyera Estelada”.  Esta bandera tiene dos versiones, una azul y una roja, donde ambas representan pro-independencia, y de las cuales, la versión azul se ha convertido en el principal símbolo del separatismo Catalán.

El origen de mi sarcasmo se deriva de que las nuevas “naciones” parecen estar germinando con una regularidad –si nó perturbadora; ridícula.  A inicios del siglo pasado había menos Estados soberanos independientes en el planeta comparado con los que existen hoy.  Normalmente, una vez que se establece una nación –cualquier nación-, ésta tiende a perseverar, lo que hace que el desaparecimiento o descuartizamiento de una nación sea muy raro.  Esto ha sucedido solo en pocas oportunidades durante el siglo pasado, pero cuando ha sucedido, estas naciones fragmentadas desaparecen por completo de la faz del globo terráqueo, arrastrando consigo la destrucción total de sus gobiernos, territorios, banderas y sentido de comunidad como colectividad y sociedad.

Secesión

A la luz de las teorías de secesión, hay una pregunta fundamental relacionada estrictamente con la polisémica filosofía política: ¿Cuál es la base de la autoridad del Estado?

En términos de una entidad política, un estado es cualquier comunidad organizada políticamente dotada de poder soberano e independienteque integra la población que vive bajo un único sistema de gobierno.  Estos estados pueden ser soberanos o nó.  En el caso de los Estados Federados, estos estados son miembros de una unión federal teniendo solo una soberanía parcial, pero sin dejar de ser estados independientes autónomos bajo un claro marco de organización socialpolíticacoactiva, y económica, y regidos por una amalgama de instituciones que regulan su sociedad.

Entonces, la base de la autoridad del Estado en los países federados es una comunidad territorial y constitucional que forma parte integral de una coalición.  En este tipo de constitución, los miembros o estados de los países federados transfieren algunos de sus poderes soberanos a un gobierno federal.

Descuartizando y Disolviendo Estados

¿Cómo y por qué los Estados se disuelven?  Quizá encontremos esta respuesta bajo el polvo del pasado, entre los hipogeos históricos de aquellos olvidados países que ya no existen. 

Se especula que hay muchas razones fundamentales para disolver un país.  La disolución de un Estado no depende de razones exclusivamente políticas, económicas o sociales.  Los motivos de secesión son más amplios que esto y se refieren a cada Estado en forma independiente y específica.  Un ejemplo sarcástico de disolución de Estado yace en el desgarramiento de Prusia, un país que nunca existió, pero que fué “disuelto” en 1947.

Para comprender el estado de esta situación, tenemos que exhumar y re-descubrir algunos pasajes de la historia de Alemania.  Previamente a que “Alemania” se convirtiese en una nación, era un conjunto de varios estados territoriales independientes que decidieron unirse en una forma desdibujada e imprecisa bajo una “confederación”.   En el año de 1866, uno de estos estados territoriales independientes se apodaba: Prusia.

Prusia era un estado beligerante y agresivo el cual declaró guerras y derrotó a Austria y luego a Francia, y en 1871; Prusia decidió unirse a Alemania como un estado federal.   El resto de los demás estados alemanes todavía estaban en existencia, pero funcionaban como lo hacen los estados americanos modernos, manteniendo un gobierno federal y gobiernos estatales separados.  La gran diferencia aquí es que los estados Americanos no son un gentilicio, y aquí es donde yace la ironía de mi sarcasmo.

Esta situación política perduró y se extendió después de la Primera Guerra Mundial a pesar de que estos estados ya no eran monarquías, sino que a esta altura; ya se habían convertido en repúblicas o semi-repúblicas.  Bajo este esquema todavía existían Prusia, Baviera, Sajonia, y otras regiones federales, pero ahora como parte integral de un estado alemán más amplio.

Cuando la Segunda Guerra Mundial rescindió o se convirtió en una paulopastía –para usar una palabra del esperanto más adecuada en este contexto- los aliados objetaban que Prusia fuese tan militarista y belicista, y la consideraban como el semillero y la causa del acentuado militarismo de Alemania, y por consiguiente, decidieron disolver el estado de Prusia.  Los “prusianos” que aún están vivos son el último vestigio de Prusia, los que a su muerte, se llevarán al Horno el último rastro de lo que fue un día: Prusia.

Un Demónimo Común: Gentilicio

Un gentilicio es una palabra específica que identifica a pobladores o nativos de un lugar en inconfundible, y que se deriva del nombre de ese lugar en particular.  Como ejemplos de gentilicio, se dice que un hawaiano es un habitante de la isla de Hawaii; un griego es un habitante de Grecia; un mallorquino es un habitante de Mallorca, en las islas Baleares de España; y un gitano es un “habitante” originario del subcontinente Indio, pero quienes efectuaron un éxodo masivo hacia las regiones del Imperio Romano a principios del siglo XIV, donde se denominaban: “Romani”.

Los demónimos no necesariamente se refieren a un lugar de origen físico o étnico con respecto al lugar de asiento residencial de un grupo, además; diversos demónimos son precedidos por un etnónimo perteneciente a un conjunto étnico específico a una región. Por lo tanto, un “hispano” puede ser cualquier residente o ciudadano del planeta y de cualquier grupo étnico que vive como poblador derivado de Hispania –el nombre que los Romanos le dieron a la Península Ibérica-, o menos rigurosamente; un habitante de España.

Un gentilicio también tiene un ancla pesada en el idioma, lo que une a los habitantes de una región bajo el patrio de su lenguage de origen.  Los indios Alacalufe en la Patagonia chilena hablan el idioma “alacalufe”, y a pesar de que son parte armónica de una población indígena más amplia y homogénea llamada Káwesar, se les denomina: “Alacalufes”.   

El Gentilicio de Castilla

El idioma Castellano es un gentilicio, es la lengua con la que los habitantes de Castilla estaban vinculados.  No había “españoles” en aquel tiempo.  Los gentilicios de España en aquel tiempo era asturianos, cantabreses, castellanos, manchegos, aragoneses, catalanes, valencianos, gallegos, canarios, riojanos, navarros, vascos, murcianos, ¡y quien sabe cuántos más!   Y después tenemos a Extremadura, la tierra de insólitos gentilicios.

En Italia no había “italianos”, sino que sus poblaciones estaban añudadas por una lengua única sin un gentilicio físico.  En Chile no había “chilenos”, sino que “hispanos”, los que evolucionaron a “criollos” y después a “chilenos”.

¿Cuál es la diferencia fundamental entre los estados unidos de los Estados Unidos de Norteamérica y los estados federados de otros países? 

Los estados americanos al sur del continente americano se federaron bajo Castilla para ser luego disociados.  No hay “estados federados” ya, sino algunos “estados unidos”, los que constituyen una nación indivisible; y también hay otros países independientes.  El mismo fenómeno ocurrió en Europa y en otros vecindarios del planeta.  

Algunos ejemplos de “estados unidos” originarios (y ya extintos) son los Estados Unidos de Bélgica, antiguo nombre de Bélgica; los Estados Unidos de Brasil, antiguo nombre de Brasil; los Estados Unidos de América Central, país extinto conformado por los actuales El Salvador, Nicaragua y Honduras; los Estados Unidos de Colombia, antiguo nombre de Colombia; los Estados Unidos de Indonesia, antiguo nombre de Indonesia; los Estados Unidos de Venezuela, antiguo nombre de Venezuela; y los Estados Unidos de las Islas Jónicas, para nombrar algunos entre los muchos existentes.  ¿Sabía usted esto?  ¿Qué cosas, no?

La cohesión que sustentan los estados unidos norteamericanos está basada en el amor a la patria y no porque odien a su país.  La guerra interna de secesión que sostuvo este país no fué en contra de los Estados Unidos de Norteamérica, sino que en contra de una facción opuesta dentro de los territorios federados.  La guerra civil Americana (1861-1865) fué el resultado de una controversia de larga historia sobre la esclavitud, la que estalló en una guerra civil en Abril de 1861.

Entre los 34 estados de EE. UU (La Unión) en Febrero de 1861, siete estados sureños que mantenían la esclavitud declararon en conjunto e individualmente su secesión de los Estados Unidos de Norteamérica para formar los Estados Confederados de América, o Los Estados del Sur.  Esta Confederación aumentó a 11 once estados “esclavos”.  Esta nueva Confederación jamás fué reconocida in facto o diplomáticamente por el gobierno de los Estados Unidos, ni tampoco le fué concedido o aceptado un reconocimiento por ningún país extranjero.  Los estados que permanecieron leales a La Unión abarcando los estados fronterizos donde la esclavitud era legal, se conocieron como La Unión o El Norte. 

Los confederados perdieron la guerra contra una ideología, contra La Unión; y no contra un país, o en contra de su propio país.  ¿Es esto lo mismo que está pasando con España y Cataluña?

¿De Donde se Originan las razones de Catalonia para Independizarse de España?

Necesito repasar mi conocimiento en esto.  Si mi conocimiento difiere del suyo, tendré que culpar a mis educadores por mis inadmisibles errores.  Y si es así, de antemano pido una infinidad de disculpas por mi inaceptable pseudociesis de historia y cultura sobre España.

Para comenzar, Cataluña consistía en una región independiente de la Península Ibérica, hoy en día España y Portugal, la que sustentaba su propio idioma, sus propias leyes y sus particulares tradiciones regionales.

En el año de 1150, el matrimonio de Petronila, Reina de Aragón y Ramón Berenguer IV, Conde de Barcelona, formó una dinastía dejando a uno de sus hijos para heredar todos los territorios de la región de Aragón y Cataluña.  Éstos fueron el Rey Alfonso II de Aragón; Pedro, Príncipe de Aragón, Conde de Cerdeña, Carcassonne y Narbona; Dulce Reina de Portugal; Ramón Berenguer III (Pedro), Conde de Provenza y Sancho y Regente de Aragón.

Esto perduró hasta el advenimiento del Rey Felipe V (1/11/1700 – 15/1/1724).  La Guerra de la Sucesión Española terminó con las derrotas de Valencia en 1707, Cataluña en 1714, y finalmente con el último bastión en las islas en 1715.  Esto trascendió en el origen de la España moderna.  Tiempo después de la intervención militar de Francisco Franco en 1938 en Cataluña, esta región obtuvo un grado de autonomía en 1977, cuando la democracia regresó al país.

Las invocatorias de Cataluña por una independencia completa se fueron acrecentando constantemente hasta Julio de 2010, cuando el Tribunal Constitucional de Madrid revocó parte del estatuto de autonomía de 2006, afirmando que no existe base legal para reconocer Cataluña como nación dentro de España. 

Esto es un claro ejemplo de estados federados con gentilicios independientes, lo que no es el caso de la guerra de Secesión de los Estados Unidos.  Entonces, ¿son estas las razones que impulsan esta secesión?, ¿o es el resultado de un gentilicio enraizado adalpelágicamente?  Usted dirá...

Gentilicios del Sur

Chile, esa larga, flaca, escabrosa y en parte desmembrada porción de tierra en la región Antártica famosa de nuestro atolondrado planeta, también tiene gentilicios, y uno de ellos –los Mapuches- es el más fuerte y cohesionado.  Su acérrima coherencia viene de una lengua común, y con una amplia base de costumbres enraizadas, cultura inclusiva, historia ancestral con tradiciones patrimoniales y uso; y un arraigado terruño común el que han habitado por más de 2.600 años.  Esto los hace un gentilicio.

Antes de que el inconsciente conquistador español invadiera América, el Inca peruano envió repetidas incursiones guerreras hacia el sur de esta franja de tierra, tropas las que se cree que alcanzaron el río Maule y que tuvieron batallas con los Mapuches entre el río Maule y el río Itata.  Esto se reputa así porque ningún contingente de esas algarradas bélicas retornó para decirle al Inca que mierda estaba pasando en esa tierra a la que llamaban con toda razón: “chile”, por lo soberbia, gallarda y belicosa.  Los Incas no sabían decir “picante”.

Los Incas no pudieron derrotar a este gentilicio.

Después, los españoles invadieron el territorio Mapuche desde el Perú.  Su insolente propagación hacia las tierras sureñas fué un corolario de la conquista del Perú, y cuando Pedro de Valdivia llegó a “Chile” en 1541 desde el Cuzco, y sin internarse más hacia el sur, fundó Santiago del Nuevo Extremo.  Las tribus mapuches nortinas resistieron fútilmente al  profano usurpador, pero a pesar de que muy poco se sabe sobre la indocilidad con la que resistieron, se sabe que no fueron conquistados.

Después vino la guerra de Arauco.  Esta fué una larga y sangrienta guerra y durante los años ulteriores a la Batalla de Curalaba, los Mapuches iniciaron una insurrección y con una asonada colectiva entre Mapuches y Huilliches, marcharon en contra del invasor y el resultado fué que las ciudades españolas de Angol, Imperial, Osorno, Santa Cruz de Oñez, Valdivia y Villarrica fueron completamente obliteradas, o fueron abandonadas por sus habitantes en pánico total; y con la mera excepción del archipiélago de Chiloé, todo el territorio chileno al sur del río Bío Bío fué rescatado y redimido del dominio español.

No contentos con esto, la Nación Mapuche entonces cruzó la Cordillera de los Andes para conquistar las actuales provincias argentinas de Chubut, Neuquén, La Pampa y Río Negro. España nunca más intentó recuperar esos territorios.

Los españoles no pudieron derrotar a este gentilicio.

En el conflicto moderno, las abiertas disputas por la tierra Mapuche en Chile aún continúan con enfrentamientos violentos en algunas áreas mapuches, especialmente en las comarcas del norte de la región de la Araucanía, entre Traiguén y Lumaco.  En un esfuerzo por calmar las tensiones, la Comisión Verdad Histórica y Nuevo Trato con los Pueblos Indígenas – la que fué creada por Decreto Supremo del 18 de Enero del 2001- emitió un informe en el año 2003 el que pedía cambios drásticos en el tratamiento de los indígenas de Chile, de los cuales más del 80% son actualmente Mapuches.  Entre las recomendaciones se incluyeron el reconocimiento formal de los derechos políticos y "territoriales" para todos los pueblos indígenas Mapuches, y esfuerzos para promover sus identidades culturales.

Lo que nos dice que Chile no ha podido derrotar este gentilicio.

Entonces, la pregunta fundamental relacionada rigurosamente con la polisémica filosofía política de hoy sigue siendo la misma: ¿Cuál es la base de la autoridad del Estado?

Pues así es señor, como se descuartizan naciones.  ¿Qué cosas, no?


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Post scriptum et quorumdam suggestionibus pro futurum: Si hay algún tema sobre el cual usted quisiera leer mis traumáticas y ligeramente psicopatísticas opiniones, por favor sugiéralo a: rguajardo@rguajardo.us.

Caveat: Mis opiniones personales pueden resultarle ácidas, demasiado honestas, corrosivas, irreverentes, insultantes, altamente irónicas, acerbas, licenciosas, mordaces y de una causticidad filosófica sin límites conocidos por el ser humano, y quizá no le apetezcan o acomoden intelectualmente; pero es lo que habrá disponible basado en su pedido.  Gracias. 




El Loco

jueves, 1 de septiembre de 2016

La Península Mitre y el Faro de Cabo San Pío

Cuando yo era un pequeño humano, mi náutico padre me llevó en uno de sus largos navales viajes a Isla Navarino, en el sur de Chile y del planeta mismo, allá en los lares de Tierra del Fuego donde no hay fuego.  ¿Qué cosas, no? 

Este viaje fué providencial para mi memoria porque años después, cuando era más loco y aventurero, me acordé de una osada conversación que mi padre tuvo con otros marinos de la tripulación de aquel entonces.  Ellos estaban considerando la posibilidad de viajar por un par de días a la Península Mitre en Argentina ya que estaríamos fondeados en la Isla Navarino por alrededor de una semana, y con esto, habría el tiempo suficiente para una rápida visita.  La Isla Navarino está ubicada exactamente al nor-oeste de la Península Mitre, y la excursión sería cruzar a la ciudad de Ushuaia en Argentina, y emprender rumbo al sur hacia la península, a este antiguo dominio de los indios Onas; conocidos antiguamente como la gente Selk'nam. 

La razón de la que me puedo acordar para justificar y realizar este improvisado viaje, fué que uno de la tripulación mencionó que esos lugares eran hermosísimos y muy poco frecuentados, y que no se produciría otra vez la oportunidad de poder viajar allí si no lo hacían en ese momento.  ¡La emoción estaba en el aire!  Pero duró poco.  El viento del Sur es fuerte y constante, así que se llevó rápidamente las emociones y el entusiasmo enredado en su álgido ulular hacia el glacial confín de la península.  El viaje nunca ocurrió.  No sé de las razones que desbarataron los planes, pero en mi memoria ese recuerdo se quedó pegado como Patella Vulgata a la roca: La Península Mitre y el Cabo San Pío.  Años después, ese incisivo recuerdo me llevó una vez más a los remotos y fríos lugares del planeta.

La conversación de la tripulación hablaba de lo que encontrarían en Mitre: enormes colonias de aves australes, nutridos asentamientos de grandes mamíferos marinos, asimismo como grandes extensiones de pardos turbales, esos intermitentes pantanos faltos de oxígeno llamados "humedales", y las cavernas más australes del globo.  Esto es suficiente para que mi espíritu se embarque prestamente en una jornada de otra forastera, atolondrada  e irreflexiva aventura.  La meta sería llegar al faro de Cabo San Pío, y regresar sin decir ni pío.

Créanlo o nó, el tiempo pasa...

Años después junto con otros tres amigos locos, emprendimos una meridional jornada de descubrimiento hacia el austral Cabo San Pío.  La primera parte de la jornada fué establecer una base de operaciones en la ciudad Argentina de Ushuaia.  Allí dejaríamos algunos pertrechos y otros enseres y adminículos que no necesitaríamos para el viaje.  Llegar al Cabo San Pío era un desafío fenomenal porque según recuerdo (a esta edad la memoria a veces me juega pasodobles) no había caminos civilizados que llegasen a la península por el lado Oeste de Argentina, el lado donde nos encontrábamos.   

La Península Mitre en Tierra del Fuego se encuentra a unos 210 kilómetros de Ushuaia, y el faro San Pío, se sienta enfrente de Isla Nueva, la que está en territorio marítimo chileno.  No hay caminos que lleven humanos civilizados para esos lares.  Hay que seguir los senderos de los guanacos porque son lo únicos animales de cuatro patas que viven allí.  Hay muchos pájaros, peces y lobos marinos, y uno que otro gaucho argentino perdido buscando a Martín Fierro; pero éstos no dejan huellas o senderos en tierra, sino que en el agua como Joan Manuel Serrat i Teresa que deja senderos en la mar.  Éste cantante y poeta ya nos había advertido: “caminante no hay camino, sino estelas en la mar”.  

Bajo estas circunstancias, llegar a pie al Cabo San Pío es imposible, así que el plan era cubrir la mayor parte de la jornada en una chalúa desde Ushuaia hacia las Islas Tierra del Fuego, frente a la comuna de Cabo de Hornos en el lado chileno, hasta pasar la chilena Isla Picton.  Para lograr esto, tendríamos que encontrar a Barba Negra, a Francis Drake; o a algún chalupero argentino más demente que nosotros y que osase aventurarse en tamaña locura.  Este tipo de riesgos ha sido siempre la vid de mi vida.

El dinero no habla; sino que aúlla.  No nos costó mucho encontrar un osado y loco marinero que por el precio justo, nos llevase en nuestra correría.  Dijo que su nombre era Yehuin.  Yehuin era un tipo bastante pataco y fornido, con escasos dientes, pero con una sonrisa y un sentido del humor estupendos.  Años después descubrí que “Yehuin” es el nombre de un lago en Tierra del Fuego.  Yehuin era “papichento”(1).  Nombre o nó, este singular seudónimo me recordó al personaje “Laguna” del cuento de Manuel Rojas, aunque físicamente, ambos eran diametralmente opuestos.  Eran los comienzos del mes de Febrero, y las temperaturas oscilaban entre lo civilizado y lo político (también hubo días de mierda). 

(1)  Prognatismo.  Es el tener la mandíbula inferior prominente, superando en rango a la floja mandíbula superior.  Esto causa algunas deficiencias eco-reverberantes de pronunciación al hablar. La gente papichenta no puede mantener la boca abierta en los días de lluvia, porque se pueden ahogar.

Yehuin era muy diligente y confiable, y siempre te miraba con una sonrisa con la boca semi abierta exhibiendo aquel indigente y diseminado bosque de dientes que poseía.  Después de alinear planes y pagos, Yehuin nos mostró su argonauta nave.  Atada a un molo de palos estaba la flotante embarcación.  Era una extraña mezcla entre un remolcador, un pontón, y el Arca de Noé.  De alguna forma extraña, este bastimento emulaba el físico de Yehuin.  La embarcación era bastante amplia y con camarotes para seis.  No tenía baño el bajel éste, así que las transacciones intestinales y de la pilcha, había que hacerlas siempre a sotavento –popa o proa--, porque a barlovento; la tembleque micción y los “depósitos a la fuerza” caerían irremediablemente sobre cubierta.   

Zarpamos una antártica mañana de Febrero como a eso de las seis de la madrugada.  El viento silbaba helado y las aguas del estrecho estaban pesadas.  Los pájaros estaban callados esperando a que el sol se asomase por la frontera Este.  La embarcación poseía un pequeño y viejo motor diesel de dos tiempos que ronroneaba a patadas fatigosamente mientras que se adentraba seguro en las entumecidas aguas del canal Beagle. 

- ¡El viaje será largo! – dijo Yehuin mientras piloteaba la nave hacia la oscura boca del canal.

Todos asentimos con la cabeza.  Era demasiado temprano para hablar, y el café recién se estaba filtrando en la vieja y abollada cafetera.  También había mate, pero no era apto para nuestras mañanas.  El insistente martilleo del motor se fué desvaneciendo paulatinamente a medida de que nos acostumbrábamos a él, hasta que se hizo inaudible para nuestros oídos.   Ahora oía el embate de la metálica proa del Patoruzú(2) en contra de las menudas olas que cortaba en su avance.  El sol comenzaba a iluminar este lejano punto del planeta, y con la luz crepuscular, las siluetas de la costa se comenzaban a definir contra el inseguro y borroso telón de la bruma.

(2) Patoruzú es un cacique Tehuelche, un personaje cómico Argentino que vive en la Patagonia.   Patoruzú fue creado por Dante Quinterno en 1928, y es considerado el héroe más popular de la historieta argentina.

Este lanchón con semejante nombre seguía impávido su rumbo, y después de bebernos un buen café y comer unos bocadillos, estábamos más despiertos para disfrutar del paisaje.  Había unas toninas acompañándonos y que jugaban con el rompeolas de la proa, en lontananza, se vislumbraba una manada de lobos marinos descansando en una de las muchas playas que hay a lo largo del canal Beagle.  La travesía me trajo a la memoria los indios Alacalufes que una vez visité con mi argonauta padre en la Angostura Inglesa, en el Golfo de Penas, y de los Yaganes que habitaban aún más al sur.  Estas poblaciones indígenas datan desde hace más de 6.000 años.  Me paré contemplativo en la popa del Patoruzú, y miré la revuelta estela llena de danzantes burbujas que su ocupada hélice dejaba en el agua.  El alba seguía fría, opaca y húmeda.

Los primeros Alacalufes que conocí, los encontré en la Angostura Inglesa, que es la continuación del Canal Messier hacia el Sur.  A los Alacalufe se les conoce también como la gente Kawésqar, que en el lenguaje Yagán significa “comedores de moluscos”.  ¿Qué cosas, no? 

Navegamos casi todo el día.  De vez en cuando nos cruzábamos con algunas canoas y esquifes tripulados por aborígenes que nos saludaban a lo lejos agitando sus manos abiertas.  Las gaviotas ahora estaban más bulliciosas volando por sobre nuestras cabezas y tratando de mantener la baja velocidad del Patoruzú”.  La geografía del lugar parecía desolada.  Vimos algunos naufragios viejísimos varados en las orillas del estrecho.  Pensaba en qué habrá sentido Hernando de Magallanes cuando navegó por primera vez estas mágicas latitudes al servicio de Carlos I.  Me interpelo por qué Hernando “de Magallanes” se llamaba así.  Él no era de Magallanes, era de una localidad llamada Vila Sabrosa, en Portugal por allá por el año 1480.  Debería haberse llamado Hernando De Vila Sabra, o Hernando el Sabroso.  ¿Qué cosas, no?

Embrollo

Nuestros grandes y ambiciosos planes se comenzaron a desbaratar durante la última parte de aquel primer día de navegación, antes de llegar a las Islas Tierra del Fuego, aquellas que se encuentran en el medio del Canal Beagle en el lado Argentino.  La posición de la isla angosta el paso del estrecho en ese tramo, haciendo que sus aguas fluyan a gran velocidad hacia el Sur, lo que hace la navegación sumamente peligrosa.  Llevábamos ya varias horas de asengladura.  De pronto oí la voz de Yehuin:

- ¡Hora de parar! – Vociferó Yehuin – ¡La marea está alta y es mejor que esperemos la marea baja!

- ¿Cuándo será eso? – uno de nosotros preguntó.

- Mañana –respondió Yehuin haciendo una mueca de resignación.  - Vamos a atracar –agregó mostrando su desolada formación de adarajas y apuntando hacia la oscuridad con un dedo gordo como un bulldog sin patas, y comenzó a buscar una ensenada alrededor de la isla grande cuya figura ya se recortaba enfrente de nosotros.  Esta gran isla es la primera isla del pequeño archipiélago de las Islas de Tierra del Fuego.  ¿Mencioné que en estas regiones no hay fuego por ningún lado?

No estábamos muy contentos con la decisión porque queríamos avanzar más hacia el sur, pero Yehuin se mostró inflexible a nuestras demandas.  Inmediatamente redujo la velocidad linear de la embarcación a un paso perezoso, indolente y apático; y con la parsimonia de la ancianidad, siguió piloteando la barcaza por una angosta boca del Estrecho.  Después de más de una hora de lentas y repetitivas maniobras, fondeó remisamente el bote en un meandro del litoral.  La oscuridad de la noche ya se enseñoreaba en estas latitudes, y la ensenada en la que nos adentrábamos, estaba oscura como conciencia de político.  Sin más remedio que esperar el siguiente día, tomamos turnos para visitar sotavento.  Fuimos todos, menos uno de nosotros.

Después, preparamos una escueta y lacónica cena de campaña que consistía en pescado frito, huevos fritos, papas fritas, y empanadas de queso fritas.  Lo único que no estaba “frito”, éramos nosotros.  Todavía.  Fallamos en reconocer que toda esta fritura era un presagio de mal agüero.  Tuvimos una animada conversación sobre la cena, donde Yehuin se relajó un poco bajo la indolente presión etílica del trago, y nos contó de algunas de sus aventuras por los canales del Beagle.  Había vino, cerveza en tarros, y una botella de Pisco para emergencias.  Había otra botella en el botiquín en caso de catástrofe.  Estábamos preparados.

Durante la pseudo-cena, escuchábamos atentamente de Yehuin los relatos de algunas de sus espeluznantes historias acerca de sus aventuras por el Beagle que envolvía desde sardinas a sirenas.  Después de escucharlo por bastante rato, noté algo que me incomodó: me entró la severa duda de que Yehuin fuese argentino.  Yehuin no hablaba mucho, pero cuando lo hacía, no lo escuché ni una sola vez decir: “¿Viste?”.  Ésta es una clara e inconfundible característica eco-acústica-ocular típica del argentino-parlante.  La falta de esta expresión verbal en un legítimo argentino es muy grave y sospechosa.  ¡Es como si un chileno no dijese “huevón”!

No le dí mucha importancia al asunto porque lo más fundamental después de la cena en ese momento, era el Pisco.  Esa noche nos fuimos a dormir temprano en los incómodos y reducidos camastros.  Los únicos sonidos que se escuchaban era el reverberante resonar de las olas contra las hoscas arenas de la playa, y el tosco jadeo del motor en neutro.   A esta alta hora de la noche, Yehuin visitó sotavento. 

No sé cuánto tiempo pasó, pero me desperté sobresaltado al oír una angustiosa voz pidiendo ayuda.  Me alcé a mirar por la claraboya a través del caramanchel, pero todo estaba más negro que yogurt de alquitrán, y no se veía nada.  Todos nos levantamos rápidamente, cogimos nuestras linternas y salimos a cubierta a averiguar de qué se trataba el jaleo.  Sobre cubierta había una egoísta, desvergonzada y sucia ampolleta que sólo podía alumbrar un irrisorio espacio.  Me trajo a la memoria el cura de mi pueblo.  Noté que había un viento helado bastante enérgico, y que el Patoruzú se bamboleaba brioso a diestra y siniestra.  Cuando descubrimos que los angustiados alaridos provenían de la proa del barco, dirigimos el haz de luz de nuestras linternas hacia el origen de los gritos. 

Y ahí estaba.  Sentado compungidamente en la borda y con los cachetes al aire colgando de la salobre balaustrada hacia sotavento.  Era el gil que no visitó sotavento antes de irnos a dormir.  Era una escena cómica: con una mano se afirmaba desesperadamente de una “maceta de aforrar”(3), y con la otra trataba de mantener el equilibrio en la borda para no irse de espaldas al agua.  Tenía uno de los pasadores del pantalón atascado en un garfio de amarra, y no se podía bajar de la corta eslora, ni sacarse los pantalones para salir de esa indigna posición. 

(3)  Maceta de aforrar o Mandarria.  Este vocablo náutico es un diminutivo de la palabra: maza (martinete o cachiporra).  Es un cilindro de madera que se usa para amarrar y asegurar las jarcias, y también para fragmentarle o desintegrarle el cráneo al prójimo.  Las malas lenguas dicen que tiene otras aplicaciones, especialmente en las mareas muy largas, pero no quiero meterme en esto.  En los botes y veleros pitucos se le conoce como “Cabilla”.  ¿Qué cosas, no?

Cuando nos reíamos a carcajadas, el acongojado tipo grita:

- ¡Necesito papel “confort!” (Expresión chilena para papel higiénico)
- ¿Y por qué no trajiste? – Objetó una voz.
- ¡Sí traje huevón, pero el viento se lo llevó! – Explosivas risas se oyeron en el segundo plano.
- ¡Ya po’s huevones!  ¡Tráiganme papel!  - Chillaba el hombre con la angustia del abandono.
- ¡Tenemos lija no más! – Dijo otro iluminado del grupo.
- ¡Puta! ¡No weís más po’s huevón y trae papel! – La delirante voz reclamaba agitada.
- ¡Ya, huevón, ya! – Dijo otro mientras se dirigía a buscar este necesario rollo de papiro fecal.

La embarcación se sacudía cada vez más intensamente haciéndonos difícil mantener el equilibrio en la mojada y resbaladiza superficie de la cubierta.  El sujeto en cuestión con los pantalones a media asta  se cabeceaba peligrosamente en el filo de la borda, y oscilaba cada vez más ampliamente.  Las olas ahora se reventaban coléricas y violentas contra el casco del bastimento, haciendo que el agua salpicara por todas partes, entorpeciendo nuestra visión y desestabilizando nuestro precario equilibrio.

- ¡Parece que tenemos un temporal fuerte! – Gritó Yehuin con una voz grave y seria, quien hasta ahora no había dicho ni hecho nada, aparte de reírse a carcajadas de la cariacontecida condición de nuestro compañero de viaje. 

La cosa se estaba poniendo color de hormiga.  El agua del canal se encaramaba por ambas bandas bañando la cubierta de lado a lado mientras que el buquecito se escoraba sin piedad.  La cubierta estaba tan resbalosa como ética de abogado deshonesto, y no nos permitía acercarnos a socorrer a nuestro compinche en apuros sin caernos, o arriesgarnos a caer por la borda.  Yehuin desapareció hacia popa mientras gritaba algo acerca de ver que no se enredasen los amarres del anclaje.  Esto era importante porque la pedregosa batimetría del canal es de alrededor de 150 metros de profundidad.

Sin duda parecía uno de esos temporales dignos del Golfo de Penas.  Siempre me había preguntado cómo diablos este golfo adquirió semejante nombre, pero parecía obvio al observar la tempestad.  El Golfo de Penas es la ensenada del Pacífico entre el cabo de Tres Montes y las islas de Guayaneco, donde se les hacía penosa la navegación a las antiguas pequeñas embarcaciones que solían atravesarlo.

Como lo mencioné antes, la cosa se estaba poniendo color de hormiga (4).  El viento soplaba endemoniado y comenzó a llover.  La lluvia era gruesa y caía de lado empujada por el ventisquero, y nos golpeaba la cara como un manojo de agujas.  Nuestro defecante compañero estaba a punto de perder el equilibrio y caer por la borda, pero no podíamos socorrerlo porque no podíamos llegar hasta él.  La cubierta ahora estaba más resbalosa que lengua de político y no podíamos avanzar hacia él.  Éste nos miraba con una cara de pánico absoluto y más preocupado que madre de torero inepto.

(4)  La expresión “color de hormiga” significa que algo tiene mal aspecto, o que presagia dificultades o graves problemas; pero no tengo la más peregrina ni errabunda idea de donde salió, ni de como se originó este dicho.

Contratiempos y Percances

De pronto se oyó una sorda explosión seguida de unos alaridos incomprensibles que salían de la aguardentosa garganta de Yehuin.  

- ¡Se cortó la espía!, ¡Se cortó la espía!(5) – gritaba con los ojos desorbitados mirándonos como si estuviera haciendo una encuesta.

(5)  Una “espía” de amarre en términos náuticos es una gruesa cuerda de amarre, la que se asegura a una bita para mantener las embarcaciones fijas al muelle.  Nuestra espía estaba sujeta al ancla.

Creo que el único del grupo que sabía lo que era una espía era yo.  Sabiendo esto, se me heló la pajarilla.  Con el viento, la lluvia y las bajas temperaturas yo ya estaba helado, pero en ese momento, la pajarilla lo estuvo más.  ¡Esto significaba que nuestra embarcación estaba a la deriva!  Yehuin se daba más vueltas que un mojón en el agua tratando de destrancar un ancla de suplemento que llevábamos a bordo, pero sus esfuerzos eran inútiles.  El ancla estaba definitivamente atollada y no había nada que la hiciese desistir.

En medio de este desconcierto se oyó un grito de alarma:

- ¡El Silvio se cayó al agua!

No había mencionado antes el nombre de este consternado ciudadano porque el llamarse inverecundamente: “Silvio” en público; puede ser muy bochornoso.

Aparentemente el frágil pasador del pantalón que estaba enredado en el garfio de amarre se reventó súbitamente con uno de los violentos corcoveos del Patoruzú”, y Silvio se fué guarda abajo a poto pelado desapareciendo en las turbias y heladas aguas del golfo.  Afortunadamente (o nó), estábamos peligrosamente cerca de la playa, así que Silvio fué capaz de nadar hasta ésta, y escapar del peligro.  Seguía a poto pelado porque entre la caída al agua y la nadada a la playa, misteriosamente perdió los pantalones y los calzoncillos.

Ésta era la menor de nuestras preocupaciones.  El Patoruzú comenzó a zarandearse en todas direcciones mientras que Yehuin gritaba:

- ¡Vamos a encallar!, ¡Vamos a encallar! 

No se veía ni mierda.  La noche estaba  más oscura que la de “El Tortillero”, el temporal se acentuaba, la lluvia se intensificaba, y la marea se violentaba, y por desgracia, ¡otro gil se nos cayó por la borda!

- ¡Agarrarse mierda! – gritaba Yehuin colérico mientras se sujetaba con una mano a la cabeza una gorra marinera más sucia y grasienta que conciencia de fraile, a la vez que maniobraba desesperadamente el timón que parecía no hacerle caso para nada.  El barco seguía derivando hacia una masa negra que sobresalía del agua y que se recortaba contra las estrellas del firmamento, allá arriba. 

- ¡El Panqueque se cayó al agua! – bramó una voz preocupada.

Traté de mirar por la borda, y apenas pude vislumbrar al Panqueque nadando apurado hacia la playa, alumbrado por la violenta y mortecina luz de los relámpagos que azotaban esporádicamente la noche y que se escabullían prestos por entre las negras tormentosas nubes.  Le decían Panqueque porque era medio “dulce”.  Un nuevo relámpago alumbró la noche y también los blancos nudillos de mis puños aferrándose a una jarcia suelta.  Mi pajarilla no estaba solamente helada, ¡ahora se había puesto dura!  Aquí es cuando me doy cuenta de que estoy verdaderamente loco, porque bajo estas apremiantes circunstancias, me estaba divirtiendo secretamente.  ¿Qué cosas, no?

Entre este tremendo y desorganizado bochinche, perdí de vista al “Anchoa”, nuestro otro compañero.  Le llamaban “Anchoa” porque tenía cara de pescado y olía como una de ellas.  Traté de escudriñar a proa y a popa, pero no pude verlo. 

- ¡Yehuin!, ¿Hay visto al Anchoa? –grité preocupado sin poder ver a Yehuin.

Pasaron varios segundos nerviosos y escuche a Yehuin decir:

- ¡Se debe haber caído por la borda! – de pronto contesto Yehuin con una voz poco preocupada de cualquier otra cosa que no fuese su anclote de provisión.

Este asunto no se veía nada de bien, con tres en el agua la cosa ya no era aventura, sino que desventura.  Avancé hacia el entrepuente como pude y sin soltarme de mis apoyos para no terminar en el agua.  A duros esfuerzos llegué a la entrada y me asome a ver si podía ver algo con la escasa luz que la ampolleta desgraciada daba.  Y ahí lo ví: el Anchoa estaba de espaldas sobre el piso entre una mesa y unas cajas que se habían desestibado y danzaban al ritmo del Patoruzú”.  Estaba aturdido.

- ¡Encontré al Anchoa! – grité desahogado esperando que Yehuin me escuchase, pero Yehuin nunca contestó.

Rápidamente me dediqué a socorrerlo, pero era difícil la maniobra con todo el meneo alrededor mío, y además que el Anchoa era medio guatón, y pesaba más que la pena del pobre.  Finalmente pude agarrarlo de la guerrera y traté de levantarlo del piso.  Con gran esfuerzo pude apuntalarlo en una de las sillas apernadas al piso.  Tenía un chichón mayúsculo en la frente y estaba más lacio que pulpo desmayado.  No supe cómo ni cuándo se golpeó, o qué estaba haciendo cuando pasó, pero no había tiempo de averiguaciones así que lo amarré a la silla con una sirga para que no se cayera otra vez.  Fué un alivio el saber que no se había caído al agua.

Unos segundos más tarde, un tremendo e irascible sacudón remeció al  Patoruzú de proa a popa, y de babor a estribor.  La violencia del impacto nos envió a todos al piso de la cubierta, y prontamente el Patoruzú dejó de sacudirse.  Habíamos varado en la arenosa playa y el Patoruzú comenzó a escorarse  amenazadoramente sobre la borda de estribor.  Se oyó un dramático y enorme crujido, y el Patoruzú dejó de moverse completamente.  Después de unos tensos momentos en que nos percatamos de que estaríamos seguros ya que el barquito estaba encallado y sin destino, nos preocupamos de los giles que se habían caído al agua. 

Como ya estábamos en contacto con la playa, entre la oscuridad y la bulliciosa tormenta, los izamos a bordo con Yahuin a ambos quienes tiritaban de frío como virgen en celo, le pasamos un mameluco a Silvio para que cubriera su mohicano, y todos nos parapetamos bajo cubierta.  El Anchoa seguía desmayado.  Estábamos incómodos porque el barquichuelo estaba capotado y nada estaba horizontal.  Mientras estábamos ocupados tratando de acomodarnos, Yehuin se asomó sonriente por el dintel del camarote, y alzando la abollada cafetera en su mano izquierda, inquirió por entre su valle dental:

–  ¡Ché! ¿Quién quiere café?

El café fué bienvenido.  Sorbimos el caliente brebaje, nos arropamos, y tratamos de dormir mientras que nerviosos y desvelados esperamos el arribo de la siguiente madrugada.

No era lo que yo quería.

La aurora nos recibió con un tenue sol y una suave brisa.  Nos levantamos y salimos a la inclinada cubierta.  Yehuin nos salió al encuentro diciéndonos que había hecho contacto radial, y que seríamos rescatados en un par de horas.  El Anchoa estaba despierto y no se acordaba de qué fué lo que le pasó.  Nos preguntaba que había pasado mientras se acariciaba el chichón de la frente.  Antes de poder ponerlo al día de los hechos acontecidos la noche precedente, Yehuin interrumpió:

– Hay un compadrito amigo mío que los puede llevar al Faro de Cabo San Pío, -y luego agregó- No creo que el Patoruzú pueda continuar.  Pero no se preocupen, el seguro pagará los daños. –

Seguidamente, se fué a sentar sobre el huinche de popa a fumarse un rollo de algo que nunca supe lo que fué, pero que olía peor que aliento de abogado deshonesto.

Silvio y el otro gil (el Panqueque) que se cayó al agua estaban mal.  Ambos tenían fiebre y estaban tosiendo como gato viejo.  Esto nos preocupó.  Estábamos en el culo del mundo y nuestro botiquín de campaña no estaba preparado para esto.  Además, el chichón del Anchoa se resistía a desinflarse a pesar de la compresa de Agua de Árnica que le pusimos en la frente.  En vista de la apremiante situación y después de un breve conciliábulo de camarilla, decidimos volver a Ushuaia para darle el cuidado apropiado a nuestras bajas, y así evitar que la situación se agravara aún más.  Lo peor de todo fué que no pudimos encontrar la botella de Pisco de Emergencia. 

La cuadrilla  de rescate arribó en un par de remolcadores alrededor de unas dos horas después.  Luego de darles algunos primeros auxilios a nuestros machucados y lastimados exploradores de salón, nos transbordaron a una de sus embarcaciones, e iniciamos el cabotaje de regreso a la civilización, mientras el otro remolcador socorrería a Yehuin.  Antes de zarpar, Yehuin salto ágilmente desde el Patoruzú a la cubierta de nuestro remolcador, y nos dió un sentido abrazo de despedida a cada uno de nosotros.  Buen chato este Yehuin, pensé en introspectiva.

La isla grande de las Islas Tierra del Fuego fué alejándose paulatinamente a nuestras espaldas mientras nos dirigíamos hacia el Norte en busca de Ushuaia.  Apoyado en la balaustrada de estribor, me dediqué a mirar a las juguetonas toninas que habían vuelto a jugar con nosotros entre los alegres graznidos de las gaviotas que sobrevolaban nuestra barca.  Hacia popa solo se veía la blanca estela de espuma que dejaba la poderosa hélice del remolcador.  El cielo estaba limpio.

Me sentía un poco culpable porque embarqué a estos marineros de salón en una aventura que les quedó grande, y en la que todos salieron machucados, menos yo.  Me acordé del Capitán Araya...

Nunca llegué a la Península Mitre y nunca llegué a conocer el Faro de Cabo San Pío.  Y entre las olas y el áspero bufido del motor del remolcador, regresamos taciturnos a la Isla Navarino; sin decir ni pío.  Como si todo esto no hubiese sido suficiente, la ironía de la vida me abofeteó una vez más: el nombre de este remolcador era “Cabo San Pío”.

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Post scriptum et quorumdam suggestionibus pro futurum: Si hay algún tema sobre el cual usted quisiera leer mis traumáticas y ligeramente psicopatísticas opiniones, por favor sugiéralo a: rguajardo@rguajardo.us.

Caveat: Mis opiniones personales pueden resultarle ácidas, demasiado honestas, corrosivas, irreverentes, insultantes, altamente irónicas, acerbas, licenciosas, mordaces y de una causticidad filosófica sin límites conocidos por el ser humano, y quizá no le apetezcan o acomoden intelectualmente; pero es lo que habrá disponible basado en su pedido.  Gracias. 





El Loco