Mostrando entradas con la etiqueta arena. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta arena. Mostrar todas las entradas

lunes, 1 de enero de 2018

La Historia del Dólar

Aunque usted no lo crea, dólar no es un nombre original.  Este nombre es el apelativo de más de veinte monedas separadamente de la de los Estados Unidos de Norteamérica.  Por supuesto que la historia del dólar como moneda es muchísimo más amplia y detallada, pero como tengo solo algunas escasas páginas de la autonomía de atención de mis bienhadados lectores, ésta es una historia muy sucinta de la filogénesis* de este conocido ideograma* monetario. 

Entre otros países que denominan dólar a su moneda están Canadá, Australia, Taiwán, Hong Kong, Singapur, Nueva Zelanda, Liberia, Jamaica y Namibia.  Además, el dólar estadounidense es la moneda oficial de la República Democrática de Timor Oriental en el Sudeste Asiático, de Ecuador, de El Salvador, de los Estados Federados de Micronesia en Oceanía, de la República de las Islas Marshall en el Océano Pacífico, de la República de Palau en el Océano Pacífico Occidental, de los Países Bajos del Caribe, de los Territorios Asociados de los Estados Unidos tales como Puerto Rico, Samoa Americana y las Islas Vírgenes de los Estados Unidos, y Panamá.

Curiosamente, hay una municipalidad en la Provincia de Granada, España; que también se llama Dólar.  ¿Qué cosas, no?

Origen del signo Dólar

Este conocido signo se rubrica por primera vez en las piezas de correo de negocios durante la década de 1770, año en que el capitán James Cook descubre la Gran Barrera de Coral en Australia.  Los hombres de negocios usaban la abreviatura "ps" (p=peso, s=spanish) para describir al peso americano-español, el que era el "dólar español".  Así se conocía durante la ocupación británica en América del Norte a finales del siglo XVIII.  Estos documentos evidencian progresivamente que la “s” del signo “ps”, gradualmente se comenzó a escribir sobre la “p”; lo que originó un símbolo parecido al distintivo "$". 

Este nuevo símbolo también se comenzó a usar cuantiosamente para describir al dólar estadounidense una vez que el dólar como moneda nacional fué adoptada por los Estados Unidos norteamericanos, cuando el Congreso Continental de los Estados Unidos autorizó la emisión de una nueva moneda nacional denominada “Dólar”, el 8 de Septiembre de 1775. 

Origen del epígrafe: Dólar

El término “dólar” proviene del cognado* entre el Bajo Sajón, que es la lengua regional cooficial de ocho estados federados de Alemania occidental que condensa los antiguos lenguajes Frisian, Inglés, y Saxon; y la moneda alemana “Alto Thaler” (o Tolar), la que fué una moneda de plata utilizada en toda Europa durante alrededor de cuatrocientos años comenzando su popularidad a mediados del siglo XV.  Este nombre estuvo perpetuado en el Tolar de Eslovenia, la moneda nacional que estuvo en efecto desde el 8 de Octubre de 1991, hasta el advenimiento del Euro (signo: código: EUR) el 1° de Enero del año 2007.  En 1525, el Joachimsthaler del Reino Checo, fué el primer Thaler (dólar).


Orígenes Históricos de Dólar Norteamericano

Siguiendo a la creación del dólar, la embrionaria administración presidencial de George Washington tornó su atención a los serios e intricados problemas económicos y financieros que achacaban a la nueva República a principios de 1790.  Esta canonjía* fiduciaria recayó sobre los hombros de Alexander Hamilton, quien era el Secretario del Tesoro de la época.  El Congreso actuó basado en las recomendaciones de Hamilton promulgando la Ley de Monedas de 1792, la que instituyó el dólar como la unidad básica monetaria para los Estados Unidos.  

A principios del siglo XIX, el precio del oro aumentó en relación con la plata, lo que resultó en la eliminación del comercio de casi todas las monedas de oro, y el posterior acuñamiento de monedas.  La Ley de Monedas de 1834 cambió la relación bi-metal del oro contenido en las monedas.  El contenido de oro en las monedas se cambió de una proporción de 15:1 a 16:1, lo que cambió el respaldo del nuevo dólar estadounidense de 1,60 g (24,75 granos) a 1,50 g. (23,22 granos) de respaldo en oro.  El corolario de esta reevaluación fué que el valor en oro del dólar se redujo en un 6%, lo que constituyó la primera devaluación en la historia del dólar estadounidense.  Estos cambios situaron extraoficialmente a la nación en forma efectiva bajo el “Patrón Oro”. 

Altibajos del Dólar

Con la promulgación de la Ley Bancaria Nacional de 1863, la que ocurrió durante la Guerra Civil Americana (Abril 12, 1861 – Mayo 9, 1865) donde el último disparo de esta guerra se registró el 22 de Junio de 1865; y en sus modernizaciones posteriores dirigidas a desvalorizar y gravar las monedas independientes emitidas por los bancos de los Estados incluyendo las monedas caducas; el dólar finalmente se convirtió en la única moneda de los Estados Unidos hasta el día de hoy.

Durante el siglo XIX el dólar competía con la Libra británica, pero sin mucho éxito porque el uso de la Libra Esterlina era más común en el mundo.  En 1878, se promulgó el Acta Bland-Allison para promover el acuñamiento de más monedas de plata.  Esta ley obligó al gobierno norteamericano a hacer adquisiciones mensuales de entre 2 y 4 millones de dólares en lingotes de plata al precio del mercado actual de la época, y a acuñarlos en dólares de plata.

Una gran controversia política se generó a finales del siglo XIX debido al descubrimiento de enormes yacimientos de plata en el oeste de Estados Unidos.  Debido a esta tremenda inyección de plata en la economía, el valor de los dólares de plata se desplomó(1) apresuradamente.

(1)  Este vocablo etimológico surge del prefijo privativo  “des”, del sustantivo “plomo”, y del sufijo flexivo “ar”.  Técnicamente significa: “perder la posición horizontal”.  Este era un voquible Romano que se usaba para dirigirse a aquellos que morían a causa de la industria de extracción de Plata.  El plomo (Pb) no se produce en un estado elemental, sino que es un subproducto de la minería de plata, extraído del mineral de galena (PbS, sulfuro de plomo), que al ser triturado y fundido, producía sedimentos y destilaciones mortíferas que terminaban en el sistema de agua potable, y acababan matando a aquellos infortunados que bebía una cantidad letal.

Estos altibajos del dólar eran producto de los intereses agrarios como los del Partido Verde de los Estados Unidos, el que quería mantener el estándar bimetálico para producir la inflación el dólar, lo que permitiría a los agricultores pagar más fácilmente sus deudas.  En economía, la inflación es el aumento generalizado y sostenido del precio de los bienes y servicios que se comercian en el mercado durante un período específico de tiempo.  Cuando el nivel general de precios sube, con cada unidad de moneda se adquieren menos bienes y servicios.

Por otro lado, estaba la banca oriental y los intereses comerciales, quienes abogaban por una moneda más sólida y por un cambio al patrón oro.  Esta disparidad de intereses dividió al Partido Demócrata en 1896, pero a pesar de la acalorada controversia, el estatus de la Plata fué disminuyendo paulatinamente como consecuencia de una sucesión de cambios legislativos que comenzaron en 1873, y que liquidó al bimetalismo el 14 de Marzo de 1900, cuando el estándar de oro fué concertado formalmente.  Entonces, el patrón oro sobrevivió a través de varias modificaciones hasta el año 1971.

El patrón oro fué suspendido dos veces durante la Primera Guerra Mundial, una vez completamente y luego fué suspendido para usar divisas extranjeras.  Al comienzo de la guerra, una gran cantidad de empresas estadounidenses contrajeron grandes deudas pagaderas a entidades europeas.  Estas compañías comenzaron a amortizar sus deudas en oro, lo que provocó una gran fuga de oro que duró hasta el 31 de Julio de 1914, cuando la Bolsa de Valores de Nueva York cerró, y el patrón oro fué suspendido temporalmente.

Con el fin de defender el valor de cambio del dólar, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos autorizó a bancos estatales y nacionales a emitir moneda de emergencia bajo la Ley Aldrich-Vreeland, y la recién creada Reserva Federal organizó un fondo para asegurar deudas a acreedores extranjeros.  Estos esfuerzos fueron en gran parte acertados, y las notas de Aldrich-Vreeland fueron retiradas del mercado a partir de Noviembre de 1914 y el estándar de oro fué restaurado cuando la Bolsa de Nueva York reabrió en Diciembre de 1914.

Como Estados Unidos permaneció neutral en la Primera Guerra Mundial (28 de Julio, 1914 - 11 de Noviembre, 1918), siguió siendo el único país que mantuvo su Patrón Oro sin restricciones en la importación o exportación de oro desde 1915 a 1917.  Durante la participación de los Estados Unidos como país beligerante en la guerra, el presidente Woodrow Wilson (28/12/1856 – 3/2/1913) prohibió la exportación de oro, suspendiendo así el estándar de oro para las divisas.  Después de terminada la guerra, los países europeos lentamente volvieron a sus estándares de oro, aunque en forma algo alterada.

Durante la Gran Depresión, cada moneda importante abandonó el patrón oro.  Entre los primeros, el Banco de Inglaterra abandonó el patrón oro en 1931 y como especuladores exigieron oro a cambio de moneda, amenazando la solvencia del sistema monetario británico.  Este patrón se repitió en toda Europa y América del Norte.  

En los Estados Unidos, la Reserva Federal se vió obligada a subir las tasas de interés para proteger el patrón oro del Dólar estadounidense, agravando las ya severas presiones económicas internas.  Después de que las ejecuciones bancarias se hicieron más pronunciadas a principios de 1933, la gente empezó a acumular monedas de oro debido a la desconfianza hacia los bancos quienes traspasaron esta difidencia al papel moneda, empeorando la deflación y agotando las reservas de oro.

La Ley de Reserva de Oro

La Ley de Reserva de Oro de los Estados Unidos fechada al 30 de Enero de 1934, exigía que todos los certificados de oro y el oro en poder de la Reserva Federal fueran adjudicados y otorgados al título exclusivo del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos.

La Ley de Reserva de Oro prohibió la privatización o la posesión privada de oro, forzando a las personas a venderle todo el oro que poseían al Departamento del Tesoro, luego de lo cual; este precioso metal se almacenó en depósitos seguros o inexpugnables en los Estados Unidos, principalmente en el Fuerte Knox, y en otros lugares similares.  La ley también cambió el precio nominal del oro de $20.67 por onza troy a $35.  

Este cambio de precio incentivó a los inversionistas extranjeros a exportar su oro a los Estados Unidos, al mismo tiempo que devaluó el dólar estadounidense en un intento de provocar la inflación.  El aumento de las reservas de oro debido al cambio de precio y la cláusula de confiscación dieron como resultado una gran acumulación de oro en la Reserva Federal y el Tesoro de los EE. UU.  El aumento en la oferta de dinero redujo las tasas de interés reales, lo que aumentó la inversión en bienes duraderos.

En 1933, la Orden Ejecutiva 6102 representó como delito el que los ciudadanos americanos comprasen o vendiesen oro en cualquier parte del mundo, con excepciones en joyas y monedas de colección.  Estas prohibiciones claudicaron a partir de 1964 cuando los certificados de oro se autorizaron nuevamente para la venta a inversionistas privados el 24 de Abril de 1964, aunque estos certificados no se redimirían en oro.  Ya en 1975, los estadounidenses pudieron reanudar las actividades de poseer y comerciar libremente con oro.

Historia Metamorfósica del Dólar
Mucho antes de que el dólar norteamericano haya hecho su presencia y se hallase establecido en el Nuevo Mundo, el natalicio de este pecuniario elemento comenzó en el antiguo Reino Checo.  Las primeras monedas conocidas del Reino Checo de Bohemia datan del año 935 de la Era Común, las que fueron acuñadas por Boleslaus I el Cruel. 

Brincando aproximadamente un poco menos de 600 años adelante, el 15 de Enero de 1520 (el mismo año en el 21 de Octubre el explorador Ferdinand Magellan y su flota llegan a Cabo Vírgenes y se convierten en los primeros europeos en navegar hacia el Océano Pacífico), lo que se denominaba como el “Reino Checo de Bohemia” emprendió la acuñación numismática en plata.  Este metal era extraído localmente en la región de Joachimsthal, y estas monedas llevaban impresas León Checo.  A estas monedas se les denominó joachimsthaler, nombre que para el uso consuetudinario se acortó a thaler o taler, por la terminación de la palabra (Joachimsthal).

La traducción del patronímico alemán: Joachimsthal, significa literalmente "valle de Joachim".  Este nombre se desbordó hacia otros lenguajes e idiomas adoptando nombres como: Checo: tolar; Húngaro: tallér; Danés y Noruego: daler; Sueco: daler; Islandés: dalur; Holandés: daalder o daler; Etíope: talari; Italiano: tallero; Griego: tàlleron o tàliro; Polaco: talar; Persa: daler, y a través del holandés al inglés: dólar.

Posteriormente, también hubo una moneda de origen Holandés la que al igual que su predecesora, representaba a un león; y se denominaba leeuwendaler o leeuwendaalder, lo que literalmente significa “'león daler”.  La República holandesa acuñó estas monedas para conformar y acomodar su floreciente comercio internacional.  El leeuwendaler circuló por todo el Medio Oriente y fué adoptado en diversas ciudades alemanas e italianas; moneda la que también se hizo habitual en el comercio de las Indias Orientales Neerlandesas, y en la Nueva Colonia Neerlandesa de Nueva York.

Este efectivo se mantuvo en circulación a lo largo de las Trece Colonias americanas durante el siglo XVII y hasta principios del XVIII,  y se le conocía popularmente como el "Dólar del León”, o simplemente como “León".   Las monedas rumanas y búlgaras se mantienen hasta hoy como “León”.  La pronunciación inglesa estadounidense del dólar de hoy sigue siendo señaladamente análoga a la pronunciación holandesa original del “daler” del siglo XVII.  En varias de las Colonias americanas donde el daler circulaba, se le llamaba "dólar perro".

Los Pesos españoles con el mismo peso y forma que el daler se conocieron como “dólares españoles”  Este moderno daler o dólar león, a mediados del siglo XVIII fué depuesto y substituído por el “dólar español”, mejor conocido en el resto del planeta como las célebres "Piezas de a Ocho", las que se distribuyeron generosamente en todas las colonias españolas en el Nuevo Mundo, al igual que en Filipinas.

Moneda Global

Una moneda global es aquel dinero que se acepta para el comercio en todos los países del planeta.  Existen varias monedas que son aceptadas para la mayoría de las transacciones internacionales, pero las más extensamente populares son el dólar de EE. UU., el Euro y el Yen.  En la práctica, el dólar norteamericano es el de más amplio uso y el de más alcance en el comercio internacional.

Hay muchos países que no poseen una moneda nacional o que han abandonado su propia moneda, por lo que usan mayormente el dólar norteamericano.  Estos países son  Ecuador quien abandonó el Sucre, East Timor, El Salvador quien abandonó el Sucre, Marshall Islands, Micronesia, Palau, Turks and Caicos, British Virgin Islands, y Zimbabwe.

Chile

La moneda chilena tiene aún una historia de cambios más larga y salvaje que la del dólar.  Esto comenzó con el primer “Peso” (en reemplazo de la numismática española) en 1817 (mientras la primera guerra de los indios Semínolas comenzaba en Florida), pasando por el Escudo y volviendo al Peso después de una larga historia de emisión de billetes de papel y una infinidad de monedas de distintos valores y tamaños.

El primer papel moneda chileno fué emitido entre 1840 y 1844 por el tesoro de la Provincia de Valdivia, en denominaciones de 4 y 8 reales.  Durante la década de 1870 varios bancos privados comenzaron a emitir papel-moneda (billetes), entre los cuales estaban incluídos el Banco Agrícola, el Banco de la Alianza, el Banco de Concepción, el Banco Consolidado de Chile, el Banco de A. Edwards y Cía., El Banco de Escobar, Ossa y Cía., El Banco Mobiliario, el Banco Nacional de Chile, el Banco del Pobre, el Banco Sud Americano, el Banco del Sur, el Banco de la Unión y el Banco de Valparaíso.

Otros bancos les siguieron en la década de 1880 y 1890, emitiendo circulante en denominaciones de 1, 2, 5, 10, 20, 50, 100 y 500 pesos.  El Banco de A. Edwards y Cía. también emitió billetes denominados en libras esterlinas.  ¿Qué cosas, no?

En 1881, el gobierno emitió papel moneda convertible en plata u oro, en denominaciones de 1, 2, 5, 10, 20, 50, 100 y 1000 pesos.  Notas de 50 centavos se agregaron en 1891 y una de 500 pesos en 1912.  En 1898, las emisiones provisionales comenzaron a ser emitidas por el gobierno, las que consistían en billetes de bancos privados sobreimpresos con el léxico "Emisión Fiscal".  Esta implementación rescindió definitivamente la producción de papel moneda privado.

En el año 1925, cuando la capital cristiana de Noruega cambió su nombre a Oslo; el Banco Central de Chile comenzó a emitir notas.  Los primeros billetes fueron denominaciones de 5, 10, 50, 100 y 1000 pesos, los que fueron sobreimpresiones en notas gubernamentales. En 1927 mientras el primer Servicio telefónico transatlántico comercial era inaugurado entre Nueva York y Londres; se emitieron notas marcadas como "Billete Provisional" en denominaciones de 5, 10, 50, 100, 500 y 1000 pesos.

La moneda “regular” comenzó a usarse entre 1931 y 1933 en denominaciones de 1, 5, 10, 20, 50, 100, 500, 1000, 5000 y 10,000 pesos.  Los billetes de 1 y 20 pesos dejaron de producirse en 1943 y 1947 respectivamente.  Las denominaciones restantes continuaron la producción hasta 1959, con un billete de 50,000 pesos agregado a la circulación en 1958, año en que las fuerzas revolucionarias cubanas capturaron La Habana.  Hoy por hoy, no se sabe a ciencia cierta cuál es el peso del Peso.  ¿Qué cosas, no?

El Dólar de Arena

Es raro tropezarse con un tipo de calcificación tan original como la del Dólar de Arena (Clypeaster Reticulatus).  El Dólar de Arena es un erizo marítimo que pertenece al orden Clypeasteroida.  Normalmente habita en fondos arenosos de baja profundidad mayormente alrededor de las costas oceánicas en el hemisferio norte.  Estos moluscos se varan mayormente -y en forma constante- en las arenas de la costa del Estado de Oregón.

Una vez muerto, este erizo queda varado en las playas bajo los rayos del sol, entonces pierde su color como efecto de la exposición al los rayos solares, blanqueándose completamente y adquiriendo un aspecto similar a una moneda de plata parecida al antiguo Dólar Español (o Pieza de a Ocho), o al Dólar de plata americano.  

En la parte superior central de este esqueleto se puede vislumbrar nítidamente la forma de una estrella, y alrededor del borde tiene cinco orificios ovales.  En su parte inferior, el Dólar de Arena muestra un esbozo parecido a la planta Poinsettia, o Flor de Pascua.  Al quebrar el caparazón seco del Clypeaster Reticulatus, se desprenden cinco pedacitos casi idénticos los que se asemejan increíblemente a la forma de una golondrina en vuelo.

Este Dólar no está avalado por ningún banco del planeta, así que no trate de usarlo para comprar nada porque lo más que obtendrá al tratar de pagar con este Dólar, es una gran risotada.  Quédese con el Dólar Norteamericano.


____________________________

*
Et sub Glossarium Glossarium – (Cum amore legentibus)
Cognado – Vinculación
Canonjía - Privilegio
Filogénesis - Origen e historia de la evolución de una especie.
Ideograma - Símbolo que representa un concepto más que una palabra
____________________________

Post scriptum et quorumdam suggestionibus pro futurum: Si hay algún tema sobre el cual usted quisiera leer mis traumáticas y ligeramente psicopatísticas opiniones, por favor sugiéralo a: rguajardo@rguajardo.us.

Caveat: Mis opiniones personales pueden resultarle ácidas, demasiado honestas, corrosivas, irreverentes, insultantes, altamente irónicas, acerbas, licenciosas, mordaces y de una causticidad filosófica sin límites conocidos por el ser humano, y quizá no le apetezcan o acomoden intelectualmente; pero es lo que habrá disponible basado en su pedido.  Gracias. 



El Loco

lunes, 1 de junio de 2015

Marruecos: Los Dominios de Willie

En el año 2013 de la Era Común, recibí una singular invitación para viajar a Marruecos y visitar con el Primer Ministro Abdelilah Benkirane, y con su Majestad el Rey Mohamed VI para discutir la posibilidad de instalar mi industria (Averter®) en el sur de este seco y arenoso país.  Marruecos es aproximadamente del mismo tamaño de Chile en kilómetros cuadrados, siendo Chile alrededor de unos 50,000 km2 más grande.  La invitación fué muy bienvenida porque nunca antes de esa fecha había visitado el Norte de África ni había visto un dromedario en persona en su tierra natal. 

Anteriormente había visto dromedarios en varios zoológicos urbanos de diferentes países, pero todos ellos lucían medios comatosos, flacos, y con cara de aburridos encerrados en sus inapropiadas ergástulas jaulas.  My experiencia con dromedarios en Marruecos cambió completamente la errada percepción y perspectiva que yo tenía acerca de estas magníficas naves vivientes del desierto, pero antes de hablarles de estas soberbias bestias, les referiré como llegué a convertirme –a la fuerza- en un diestro jinete de dromedario en esa lejana tierra.

La invitación llegó unos cuatro meses antes del viaje y traía adheridas algunas condiciones de condición no incondicional, pero acondicionadas: se me sugirió crecer una barba como un acto de solidaridad con la cultura Berber.

Yo no soy muy peludo que digamos y los desconcertados y zafios pelos que se cuelgan irresponsablemente de mi cara, son casi todos blancos.  Menos mal que me avisaron con tiempo porque para crecer una barba más o menos estimable y decorosa, me toma varios meses.  No le dí mucha importancia al asunto este de la faciem barbitium, pero cuando la barba comenzó a poblarme la cara, me entró la preocupación de que fueran a confundirme con un terrorista.  En los Estados Unidos un gil con cara de loco, con una narizota desbocada y con barba como yo; a los más saltones les parece ver a un terrorista.  Pero haciendo de tripas, corazón; crecí mi barba tratando de mantenerla lo más distinguida posible.     

La llegada

El largo vuelo desde Estados Unidos hizo escala en París para después de una larga espera, llevarnos en las tripas del pterodáctilo metálico de Air France hasta la ciudad de Rabat, en Marruecos.  Cuando llegamos a Rabat, Mr. Fauzi Chaabi nos estaba esperando y apenas tocamos suelo y nos desmontamos de la aeronave los guardias uniformados de Palacio nos condujeron al salón VIP, por consiguiente; nos saltamos la aduana.  En el salón VIP nos agasajaron con frutas, olivas, unas anchoas orgásmicas, y un té de menta riquísimo mientras esperábamos que un oficial de aduanas timbrara nuestros pasaportes con el sello oficial de Marruecos.  Después de una breve recepción de bienvenida, nos condujeron a nuestras acomodaciones en el centro de Rabat en limosinas escoltadas por policías multicolores en rugientes motocicletas.

Las acomodaciones eran ostentosas, pomposas, fastuosas, y principescas como en todos los palacios y en los hoteles en que me alojaron durante mi estadía.  La vista de la "Old Medina" (ciudad vieja) de Rabat con sus rojas murallas de defensa, callejones, fortines y almenas se veía solemne y portentosamente impresionante; un silente y convincente testimonio de las operaciones de la Legión Extranjera francesa durante el cruel período de la colonización del territorio que lo convirtió en el Protectorado de Marruecos, por allá en 1912 mientras que Chile competía en los Juegos Olímpicos de Verano en Estocolmo, Suecia.  

Esa cálida noche me llevaron a una casa de baño tradicional árabe, o Hammam (sauna).  Me dijeron que después de un baño en esta casa, dormiría como un lirón cansado y que amanecería lleno de energía.  Este lugar es una variante del baño de vapor Romano, y una exótica y estrambótica experiencia que no me esperaba.  No daré detalles de esto porque no me gusta hablar cuando ando en calzoncillos.  A la mañana siguiente me desperté repleto de energía; tanto así, que tuve que deshacerme rápidamente de una gran parte de ella en el inodoro.

El Palacio de Dâr-al-Makhzen (Rabat)

Cabe mencionar aquí que desde el reinado del Sultán Abu'l-Abbas Muhammad ibn Abdallah ibn(1) Tahir (de la cuna de la dinastía Tahirid), los Sultanes y Reyes Alauitas han mantenido permanentemente un palacio en la ciudad de Rabat.  Los Alauitas son una rama del islam chiita, seguidores de los doce Imanes (predicadores de la Fé) de Ahlul Bait, los descendientes del Profeta Mahoma.

(1) En nombres árabes, tanto "Ibn" como "bin" y se pueden traducir como "hijo de".  Por lo tanto en árabe, político se dice "bin puta".

Los turistas sólo pueden visitar las afueras de este Palacio y se pueden acercar a no más de 75 metros a éste, por ende; tuve el privilegio exclusivo de visitar el Palacio y sus magníficas recámaras y estancias por dentro, un placentero convite reservado solamente para unos pocos afortunados y limitados suertudos. 

Los amplios y hermosos terrenos del Palacio cubren una vasta área con numerosos e imponentes edificios y con jardines muy bien manicurados.  La Residencia Imperial está custodiada por un miembro de cada rama de las fuerzas armadas y la policía, cada uno con un impecable y colorido uniforme diferente.

Por un compromiso legatario, protocolar y por mi obligación fiduciaria, no puedo describir o exponer las esplendorosas dependencias de Palacio, así que a usted tendrá que bastarle mi palabra de que son espléndidas, regias, y admirables.

Las reuniones

Esta parte es muy aburrida, por lo tanto me la voy a saltar; pero por lo menos tengo que decir algo sobre el Palacio Real de Rabat donde tuve estos varios cenáculos oficiales en reuniones con el Primer Ministro, con El Jefe de Gobierno, Ministros, Oficiales de Gobierno, asesores surtidos, etc.; entre seductoras tacitas de té y excitantes conversaciones.   En estas reuniones de alta cumbre es donde literalmente se procura el "Oro y el Moro".

Una vez concluídas estas administrativas conferencias de rigor, nos retiramos nuevamente a nuestros aposentos para apropiadamente liar nuestros bártulos de viaje en preparación para la gran jornada(2) de exploración y reconocimiento que teníamos por delante, una tarea que era una parte integral del viaje.

(2) Vea el párrafo que dice "Itiner" en la columna derecha de mi sitio web para entender mi idea de "jornada".

El recorrido

Durante este viaje relámpago de dos semanas, recorrí el alrededor del 80% del país auspiciado por el Billonario Fauzi Chaabi, futuro socio en mis operaciones en Marruecos.  ¡El viaje fué brutal!  Después de las reuniones oficiales en Rabat y Casablanca, obramos un recorrido de más de 30 ciudades en menos de dos semanas.  El viaje fué efectuado por tierra en un cómodo y espacioso vehículo "Audi", el que nos llevó por esos lares en forma rápida y segura a mis tres compañeros y a mí.  Los pasajeros eran Mr. Fauzi Chaabi, un intérprete árabe, un chofer, y un Loco: yo.   Tuve que llevar un intérprete árabe-inglés porque lo único que yo sé decir en árabe es: "bajalajaulajaime", "mojamelajetajuana", "jalalajaibajetón", "quejaquecaquemejode", y "mijacójamelajuja"; lo que no es suficiente para hacerme entender bien allá.

La primera "patita" de la  jornada fué desde Rabat a Casablanca.  La limosina corría veloz por la autopista A3 (Oued Cherrat), y después de unos cortos 62 kilómetros ya estábamos en el hermoso balneario, puerto principal y centro industrial de la Prefectura de Casablanca.  Paramos para comer, dar un corto recorrido y seguir viaje hacia la ciudad Berber de Essaouira (también conocida con el nombre Portugués de Mogador) usando la ruta A5 en la región de Marrakech-Tensift-Al Haouz, en la costa atlántica.  Antes de partir y a vuelo de pájaro apurado, en Casablanca visité la Mezquita de Hassan II, la Catedral de Casablanca, y el Parque de la Liga Árabe.

Antes de llegar a Essaouira, hicimos paradas para gasolina, comida y ππ en la ciudad fortificada de El Jadida (Mazagan) -ciudad incluída en la Lista del Patrimonio Mundial- donde visité la Cisterna Portuguesa.  Después paramos en Safi, y visitamos sus antiguas y románticas construcciones fortificadas portuguesas, y también visité las grandes instalaciones pesqueras de la industria de sardinas.  Curiosamente, descubrí que los habitantes de Safi son muy aficionados al Fútbol y al Rugby.  ¿Qué cosas, no?

Después de reiniciada la marcha, arribamos finalmente a la ciudad de Sidi Megdoul, conocida hoy como Essaouira.  Essaouira ha sido considerada como uno de los mejores fondeaderos de la costa marroquí.  El navegante cartaginés Hanno la visitó en el siglo V aEC, y se estableció el puesto de operaciones comerciales de Arambys según nos lo relata el documento manuscrito "Periplus", el que enlista los puertos e hitos costeros.  Essaouira es un ejemplo excepcional y bien conservado de una ciudad portuaria fortificada del siglo XVIII, con una fuerte influencia europea traducida a un contexto norteafricano.

Allí estuvimos un día completo, y visité el pintoresco puerto de Skala du Port, sus anchas playas, la Isla de Mogador con sus interesantes estructuras, y la Galería de Arte Damgaard con su colección de arte y artesanía local.

A la siguiente mañana dejamos Essaouira siguiendo al Sur en pos de Agadir y luego Tiznit, Guelmin, Tan-Tan, Tarfaya y finalmente El Aaiún (Lâayoune) en Western Sahara, ciudad que era nuestro destino final.  En todas las ciudades y pueblos en los que hicimos escala antes de llegar a Lâayoune encontramos excelentes atracciones e insólitos lugares.  Me tomaría muchas páginas el relatar los lugares que visité por eso iré directo al meollo de la visita a este lugar.

Lâayoune en Western Sahara al igual que Tarfaya y Tan-Tan en Marruecos, son lugares en el Atlántico que están enfrente de las Islas Canarias de España.  La intención era investigar si era posible instalar plantaciones de Agavaceæ Fourcroydes Lem en esos lugares para exportar su preciado producto a las Islas Canarias; procesar estos materiales semi-crudos allí y así obtener un producto "Hecho en España".  Con una compañía en Mallorca (Islas Baleares) y una planta de producción en Islas Canarias, me puedo granjear membrecía en el Mercado Común Europeo; y por ende, poder vender my producto en toda Europa. 

El Regreso al Norte

Después de hacer las apropiadas mediciones y cálculos bióticos, infraestructurales y viales, regresamos hacia el norte pero por el lado oriente.  Desde Lâayoune nos encaminamos hacia Al Farciya, para proseguir de vuelta a Marruecos via Zag, y luego continuar al norte via Assa, Tata, Quarzazate, Marrakech, Azilal, y finalmente Er Rachidia (Errachidia), al pie de las montañas Atlas, las que su altura me dejó impresionado a pesar de que conozco bien la Cordillera de Chile, erróneamente conocida con el pseudotautonísmico apodo de "Cordillera de los Andes".  En Errachidia nos detuvimos por un par de días y nos alojamos en el Palacio Nasser, ubicado en Merzouga y al que llaman: "La Puerta del Desierto".  Hicimos múltiples paradas en nuestra travesía, pero ya ni me acuerdo de los nombres de aquellos tantos místicos y remotos lugares.

Llegamos al Palacio Nasser a eso de las tres y media de la madrugada y más cansados que el último albañil de la muralla China.  La noche estaba clara e iluminada por una luna grande y brillante, y a pesar de la ausencia de sol, hacía un calor exasperante pero había una suave brisa la que apenas se percibía y que traía un poco de fresco alivio.  Mis compañeros de viaje se fueron a dormir inmediatamente.  Mi espíritu aventurero se había alborotado durante los últimos kilómetros de viaje, y a pesar de mi cansancio, no estaba soñoliento.  Me fuí a recorrer las murallas del Palacio y a explorar sus alrededores.  Todo el mundo estaba durmiendo.  Desde una de las atalayas pude observar al personal del hotel durmiendo al aire libre, sin un techo y recostados sobre camas hechas de maderos.

Cuando bajaba por una de las oscuras escalas de las murallas, percibí un ruido sordo como un siseo el que rebotaba en las murallas de la escala.  Encendí mi linterna y dirigí su haz de luz hacia piso.  ¡Y ahí estaban!: ¡cientos de "Stenocara Dentata" o escarabajos negros del desierto corriendo en todas direcciones!  Mi corazón sobresaltado dió un tumbo de susto y apreté cachete(3) hacia el tope de la muralla otra vez.  

(3) "Apretar cachete" es una expresión idiosincrática elocutiva e idiosincrásica del caló chileno que significa: "correr a toda prisa".  Cuando uno corre aprisa o asustado, naturalmente aprieta las nalgas para evitar escapes o pérdidas de presión; y de ahí es que se deriva esta elocuente y descriptiva expresioncita.   ¿Qué cosas, no?

Cuando recuperé mi aliento y mi susto se había reducido a niveles más manejables, me asomé otra vez a mirar, pero con la linterna encendida esta vez.  Ahí estaba todavía ese enjambre de escarabajos, pero al iluminarlos; fueron ellos los que apretaron cachete.  En pocos segundos la escala se veía limpia de bicharracos así que presta y rápidamente de tres zancadas salvé la escala hasta llegar al primer piso (con los cachetes apretados, por supuesto).  Una vez en tierra firme, me sentí más valiente, y a tranco largo decidí irme a dormir.  Mientras me acostaba, no podía sacarme de la mente la escena de la película "La Momia" en donde un enjambre de escarabajos negros devoraba a uno de los incautos protagonistas...

Al siguiente día, el Palacio Nasser cobró vida y una actividad febril.  No había muchos turistas porque para aventurarse en estos lados del mundo hay que tener cojones de cuero curtido.  Salí de mi arabesca habitación y muy disimuladamente miré alrededor a ver si veía a los jodíos escarabajos negros; pero por fortuna, éstos habían desaparecido alíferos como las promesas políticas, y sus negros y sucios aspectos oscuros como moral de fraile ya no me incomodaban.

Fuera de las puertas del fuerte, los porteadores estaban esperándonos con el equipo, los bultos y los dromedarios.  La caravana estaba lista, solo faltaban los jinetes.  El aire estaba muy caliente a pesar de la temprana hora de la mañana, y la brisa del desierto apenas se hacía notar.  Miré el termómetro que colgaba en una de las murallas de adobe.  El termómetro marcaba 45 °C.  No sé si el aparatito éste estaba allí para informar a los turistas, o para espantarlos.  Según mi intérprete, un porteador nos dijo que nos apurásemos en iniciar la jornada antes de que se pusiese caluroso...  Yo había experimentado calores similares a éste en Yucatán en el sur de Méjico, pero sin el dromedario.  ¿Qué cosas, no?

Willie

Aquí fué donde conocí a Willie.  Willie era (es) un enorme dromedario(4) que según los lugareños, estaba loco.  ¡Qué coincidencia!  Decían que cuando a Willie le "salía el Indio"(5), hacía lo que le daba la gana.  ¡Qué coincidencia!  También me dijeron que Willie se iba hacia donde se le "parara el hoyo"(6) si no le gustaba la excursión.  ¡Qué coincidencia!  Asimismo me señalaron que Willie era más porfiado que Mapuche "curao" con Aguardiente.  ¡Qué coincidencia!  Entonces supe que Willie y yo nos llevaríamos muy bien.  Siempre es alentador el encontrar congéneres congeniales y compatibles en tierras extrañas.    

(4) "¡Le salió el indio!".  Este es un peculiar concepto de expresión común y ordinaria del Coa lingüístico popular chileno. Literalmente significa: Se enojó ardientemente, se espantó, o se encabronó; esto, según el registro académico gramatical del barrio en que viva usted.

(5) El dromedario es también llamado Camello Árabe (Camelus Dromedarius), es un animal grande que limita al norte con la jeta, al sur con la cola, arriba con una joroba, y abajo con dos dedos ungulados en cada pata (las que normalmente son cuatro); y las hembras tienen un guante inflado en la guata.  El primero en describir oficialmente a esta bestia seca fué el griego Aristóteles, pero su nombre binomial se lo asignó Carl Linnaeus en 1758.

(6) Otro modismo del homo chilensis, que significa dirigirse hacia donde uno quiera o se le ocurra, sin pedirle permiso ni avisarle a nadie. 

Lo moteé "Willie" porque cuando lo ví, me recordó un conocido de New York -un Turco de nombre William- porque su cara se parecía más a la de un camello que a la de un ser humano.  William tenía una protuberantísima quijada maxilar inferior y una narizota epopeyística.  Algunas malas lenguas dicen que de lo feo que es, pone celoso al Chupacabras...  Además caminaba inclinado hacia adelante haciendo que su espalda pareciera tener una gibosidad a modo de joroba.  ¿Quizá se había puesto el suéter encima de la mochila?  La cosa es que los marroquíes pensaban que yo estaba loco porque les ponía nombres a los animales.  Ellos no lo hacen nunca, piensan que es ridículo.  Humm... deberían darle una mirada a sus sandalias...

El solo propósito de la excursión era el explorar una serie de pozos de agua al borde del desierto.  Estos pozos estaban erguidos con una muralla circular de piedras y sujetas entre sí con barro.  Estos pozos se parecían mucho al pozo de Hércules.  Los pozos conformaban una línea semi curva a lo largo del comienzo de las arenas blandas.  Las arenas blandas son las que todos conocemos; de color amarillento y que el viento del desierto las modifica y reconfigura cada noche.  El fuerte estaba erguido en las arenas duras, una arena más oscura y apisonada en la que vehículos con ruedas pueden circular.  De cualquier forma, las dos arenas son desierto, y había que "camellar" bastante para llegar a este tándem acuático.  Estos pozos serían de un uso cardinal para mi industria.

Finalmente y después de rascarle la cabeza a Willie unos minutos para romper el hielo y establecer una buena relación con él, nos montamos en nuestros bastimentos del desierto para iniciar la marcha.  Es de suma importancia mencionar aquí que hay que saber montar un dromedario.  Si bien es fácil subirse a su montura porque el ungulate está acostado en el suelo, cuando el camélido se levanta sobre sus patas, hay que ser un perito en rodeos.  Como yo soy muy observador, me fijé detenidamente en cómo los Berber se montaban en sus bestias, quienes hacían parecer esta maniobra más fácil que la tabla del uno, pero que en realidad, no lo es.

Para levantarse, primero el drome posa sobre el suelo las plantas de las patas de atrás con un sacudón bastante violento, y como las patas son largas; el lomo queda por lo menos en unos 50° grados de pendiente con respecto al suelo.  Aquí es cuando la mayoría de los jinetes aficionados se caen de hocico al suelo dando un salto mortal en el aire en una cabriola sumamente dolorosa antes de azotarse la humanidad en la dura arena.  Acto seguido, don came estira sus patas delanteras y si uno todavía está sentado en el lomo, lo envía brusca y despachadamente ahora hacia atrás; y si uno no está bien sujeto a la montura, la maniobra de caerse de hocico con salto mortal y su subsecuente cabriola puede repetirse, pero esta vez en reversa, y con suerte, uno no se revienta la nuca en el suelo.  ¡Ahora entiendo el múltiple uso de los turbantes!  

Una vez parado en sus cuatro patas, el Camelus Dromedarius se sacude el hoyo del poto con su cola para quitarse la arena que tenga pegada en la labiis rectum en un movimiento disimuladamente elegante y sin toser.  El truco para no caerse está en mantener el equilibrio con el torso pivotando ampliamente con las caderas manteniendo los muslos paralelos al suelo.  Mi intérprete se sacó la cresta(7) tres veces antes de que los Berber agotaran su paciencia y lo  amarraran al camello.  No pude disimular mi risa cada vez que el intérprete volaba por el aire haciendo unas acrobacias muy grotescas, y unos inciertos ruiditos de hombre compungido.  El dromedario ya estaba cansado de pararse y sentarse con la jodienda de la montada.     

(7) Otro modismo onomatopéyico del coloquialismo chilensis.  En las peleas de gallo los picotones son tan violentos, que entre sí los gallos se destruyen y se sacan la carúncula (alias: la cresta) a picotazos el uno al otro.  El gallo que pierde su carúncula normalmente pierde la pelea con un dolor de cabeza terrible.  Entonces "sacar la cresta" es dar o recibir una golpiza fenomenal. 

Una vez que estuvimos todos montados, iniciamos la marcha.  Hay que mantener un ojo vivo durante la marcha porque a veces estos camélidos se tropiezan con piedras, y si uno se cae del lomo, lo más seguro es que se saque la cresta porque uno está sentado a mas de 2 metros de altura sobre el duro suelo.

Poco después de iniciar la caminata, con un poco de inquietud y con un suave sabor a terror debajo de la lengua me percaté de que Willie no tenía ni frenos, ni señalizadores, ni volante, ni cinturón de seguridad, ni bocina, ni luces altas o bajas...  tenía una palanca de cambios, pero mal ubicada...  El único inventito para conducir y darle dirección a esta bestia era una singular rienda colgada a un lado de la jeta del dromedario, la que con graciosos movimientos uno la mueve de lado a lado de la cabeza para indicarle al drome por dónde ir.  Me pregunto si este aparatito serviría para manejar a los políticos bin puta...

Voy a hacer un alto para explicar una diferencia importante porque hay varias desigualas fundamentales entre los camelus Bactrianos y los camelus Dromedarios a pesar de que ambos son Camelidae. A pesar de que los camellos y dromedarios han acompañado al hombre desde tiempos inmemoriales, todavía hay confusión para muchas personas cuando se trata de diferenciar estos peculiares animales.  Para aclarar las cosas, aquí les ofrezco las diferencias más importantes y visuales entre ambos camélidos.

Origen: Los dromedarios son camélidos inherentes a la Península Arábiga en la que evolucionaron soportando temperaturas que superan muchas veces los 50 °C.  Los llamados camellos son oriundos del Asia Central adaptándose a vivir en entornos de largos y fríos inviernos, por lo que desarrollaron una morfología elaborada para resistirlo.

La Joroba: ¡No me jorobe! ¡Ésta es la diferencia más clara!  Los dromedarios tienen una sola joroba en el lomo, mientras que los camellos poseen dos.  La joroba es una estructura de tejido graso que acopia gran cantidad de grasa, la cual es muy valiosa para obtener energía en los infecundos desiertos.  Pero la joroba también protege contra el frío, por lo que las dos jorobas del camello lo protegen del penetrante frío, cosa que el dromedario no necesita.

Tamaño: Los dromedarios que son más gallardos, agraciados y elegantes que los camellos y tienen las patas más largas que éstos, por lo que se mantienen más elevados de la superficie del suelo y de esta forma evitan la refracción del calor que emana del terreno.   Esta adaptación les permite movilizarse más rápido.  Los camellos son más fornidos y más adecuados para mantener el equilibrio en terrenos montañosos y en suelos helados o cubiertos de nieve.  Los dromedarios son más grandes, pero los camellos son más pesados.  ¿Qué cosas, no?

Agresividad: Ambos animales son domésticos, pero el dromedario es mucho más violento, temperamental, y agresivo que el camello; especialmente cuando lo molestan.  Los camellos son mucho más dóciles, pero por sus peculiares características físicas son menos apropiados para transportar pasajeros, por lo que se usan principalmente como animales de carga.  

 Pelaje: El pelaje es otra diferencia distintiva entre las fisonomías de estas simpáticas bestias.  Aunque el color de sus pelajes es prácticamente idéntico, los camellos tienen un pelaje más largo el que se pone especialmente espeso durante el invierno, pero lo pierde en el verano.  Los dromedarios no se mudan de pelaje y mantienen un pelo corto y uniforme durante todo el año.

Bueno, Willie es un Dromedario grandote hecho y derecho; y desafortunadamente tiene malas pulgas y se le sale el indio bastante seguido.  Aparte de esto, aprendí que Willie no tenía mucha paciencia que digamos.

Después de unas dos horas de marcha bajo el ardiente e imperdonable sol del Sahara, llegamos a un pequeño oasis que me recordó los cuentos que mi padre solía leerme cuando yo todavía era un proyecto de hombre antes de irme a la kawitu (cama en Araucano Mapuche).  La versión infantil de ese libro se llamaba "Las Mil Noches y Una Noche" con el Califa Abbasid de Bagdad Harún-Al-Rashid, el Sultán Shahriar, y la Princesa Scheherezade, hija del Gran Visir de Shahriar.

Nos apeamos en el oasis a sacudirnos el polvo y la arena de nuestros ropajes, a beber algo de agua y dejar que los dromedarios repusieran los 150 litros de agua que llevan en el vientre.  Me pregunto ¿por qué no usan a los dromedarios de carro-bomba si tienen tamaño estanque de agua y manguera?  ¿Qué cosas, no?

Acto seguido me dirigí a recorrer y a inspeccionar los pozos en hilera.  Eran muchos y se estiraban hasta que la vista perdía su potencia y alcance.  Caminaba de pozo en pozo y me asomaba a mirar en cada uno, y veía la oscura cara de del agua sentada quietamente en el fondo de cada pozo.  No sé de dónde provenía el agua, pero me aseguraron que los pozos estaban llenos todo el año.   Es difícil pensar en vertientes subterráneas en el desierto, pero indudablemente las debe haber.  Llevaba unos 45 minutos recorriendo los pozos cuando los Tuareg me comenzaron a apurar para que terminase mi indagación exploratoria.  No les hice mucho caso porque pensé que yo era el jefe, así que continué my detectivesca pesquisa.

Estaba tan absorto admirando estos pozos que son una maravilla de la naturaleza, que no me percaté de que Willie venía hacia mí a toda velocidad.  Escuché unas voces en árabe gritando: "¡teyamaya, teyamaya!" (¡cuidado, cuidado!), pero cuando advertí lo que ocurría, fué demasiado tarde.  A toda carrera, Willie me propinó un empujonazo bárbaro con su cabezota que me levantó en el aire por lo menos unos cuarenta centímetros antes de que cayera al suelo a unos dos o tres metros de distancia desde donde había estado parado un segundo antes.  Cuando me levanté del piso sorprendido y un poco espantado, Willie me estaba mirando con cara de pregunta sin respuesta, mientras que los Tuareg se reían ufanos, y el intérprete tomaba su turno para vengarse de mí riéndose a carcajadas. 

Miré fijamente a Willie con una cara seria tratando de hacerme el valiente mientras me sacudía casualmente las ropas y me trataba de arreglar el turbante que me quedó sumamente chueco con la maniobra voladora, cortesía de Willie.  Yo no sabía realmente qué hacer en ese momento, pero Willie sí sabía: mirándome seriamente con sus tremendos ojazos negros equipados con viseras hechas de unas pestañas formidablemente gruesas; se echó en el suelo en frente mío sin mucho protocolo o elegancia.  Sin más trámite y sin titubear me monté en su poderoso lomo.  Willie se levantó sin morigeración y se encaminó de vuelta hacia al reducto Tuareg que nos esperaba con sus negras tiendas que susurraban junto con el viento del desierto.  Después supe que a Willie no le gusta esperar.  Durante la marcha de vuelta, acaricié a Willie en el cogote.  Willie emitía ruidos de complacencia y agrado.

El viaje de vuelta fué sin incidentes.  Caía la noche cuando arribamos a las tiendas, y los jodíos escarabajos ya estaban saliendo de sus escondrijos y covachas a marchar por las cambiantes arenas.  Se asemejaban a un séquito de frailes mentirosos y degenerados.  Los prácticos y amigables Tuareg se encargaron de atender a las bestias, y nosotros nos fuimos a dormir, pero no sin antes tomarnos unas cuantas tacitas de té caliente.

La tienda estaba sorprendentemente fresca comparada con el calor que hacía fuera de ella.  Una suave y desértica brisa se colaba por entre los minúsculos agujeros del tejido de las paredes y el techo los que estaban construídos con frazadas hechas de apretada lana.  Me recordaron las carpas que instalábamos en el patio de tierra en la casa de mi abuelito Víctor, las que hacíamos con unas frazadas de lana de mi abuela y que siempre las dejábamos llenas de tierra, y que mi pobre abuelita tenía que lavar, pero siempre lo hacía con una sonrisa y sin reclamar ni enojarse.

Las acomodaciones no eran el Hyatt Regency, pero eran más humanas, más acogedoras, más personales y más amigables que cualquiera de los incontables hoteles en que eché mi esqueleto a descansar.  Antes de irme a dormir, salí de la tienda unos momentos para observar el silencioso y poderoso desierto.  Los escarabajos ya no se veían, empero; un hermoso cielo abigarrado de brillantes y titilantes estrellas bostezaba sobre nuestras cabezas.  Los dromedarios allá en su residencia estaban echados en las arenas y durmiendo muy seriamente.  Las arenas y sus suaves lomos se recortaban contra el cielo en un semiclaro de rojizos matices mientras que el viento las peinaba suavemente. 

No había rugidos de motores ni internet, ni discos "PARE" ni semáforos,  ni esquinas ni peajes, ni borrachos meando en las murallas, ni sirenas de ambulancias, ni bocinas de camiones; ni tampoco abogados deshonestos, políticos sucios o curas degenerados.  Solo la arena, y la noche con sus refulgentes y lúcidas estrellas subrayadas por la suave y despoblada brisa desértica.  Después de esto, bostecé dos veces seguidas y me fuí al "salier najcal" (camastro) a descansar.  Debía descansar puesto que al día siguiente habría una larga excursión para estudiar los caminos y posibles vías de de acceso a los potenciales lugares de plantío cerca del agua.

Esa mañana se levantó floja como cada día lo hace en esos lejanos parajes del ardiente desierto: despacito, calurosa y silenciosa.  Nosotros nos levantamos temprano para evitar el calor y poder desayunar antes de emprender la marcha.  La comida del restaurante del Fuerte siempre fué de chuparse los dedos.  No importa si es desayuno, almuerzo, un bocadillo o cena, la mesa siempre se poblaba de manjares exóticos y exquisitos con una abundancia sultánica.  Elijo esta denominación (Sultán) porque de acuerdo a la tradición islámica, Mahoma habría dicho: “después de mí, los califas; después de los califas, los emires; después de los emires, los reyes; y después de los reyes, los tiranos”, entonces así no ofendo a nadie.  Esto es importante porque en religión, hay que andarse con mucho cuidado; por eso es que yo les pido fervientemente a los dioses que me protejan de sus seguidores...

Tomó alrededor de dos horas llegar al camino pavimentado que cruzaba el desierto para comenzar a establecer en nuestras mentes los posibles pasajes de acceso y egreso de las plantaciones planeadas.  Durante la larga caminata, creo que me adormecí unas cuantas veces.  El bamboleo sobre el lomo de Willie combinado con el inicuo calor hizo su efecto narcotizante en mí, y cabeceé unas cuantas veces para despertarme cada vez o con la risa de los Tuareg, o con algún impulsivo corcoveo del incansable Willie.  El sudor había empapado mi turbante.  Entre pestañazo y pestañazo lo único que podía vislumbrar eran solo las infinitas arenas del Sahara.

Finalmente nos apeamos de las bestias y nos organizamos para topografiar el terreno.  Buscábamos suelos duros y estables donde pesados camiones pudiesen transitar, y lugares en donde estas huellas para los camiones pudiesen empalmar con el camino de concreto.  Las arenas duras tenían un cementerio de piedras negras las que nos servirían para delinear las rutas para los camiones.  Debíamos también identificar un lugar para que los camiones hicieran un hito en la jornada para revisar llantas y tener un lugar para reparaciones en caso de que se necesitase.  Pasamos el resto del día haciendo esto hasta que el sol se comenzó a esconder detrás de las doradas y tranquilas dunas.

Cuando volví al asentamiento desde el que habíamos iniciado estas pesquisas territoriales, me encontré que los Tuareg habían levantado sus tiendas y se las habían arreglado para encender un fuego para cocinar, y para preparar el infaltable y necesario té.  Los Tuareg estaban alegres y conversando animadamente alrededor del fuego.  Según lo que pude entender, al otro día y antes de regresar a nuestro punto de partida cerca del Palacio Nasser, participarían en una especie de competencia donde correrían en sus dromedarios por un premio que no me quedó claro lo que era, pero como eso no me incumbía, no le presté mucha atención.  Quizá debería haberlo hecho...

La nueva mañana se hizo presente acarreando un gran atado de refulgentes rayos de sol.  Las arenas se tornaron doradas otra vez, y el guirigay en el campamento no se hizo esperar.  La brisa estaba un poco más fresca esa mañana y quizá sería porque los vientos que venían de las montañas Atlas eran más fornidos que la mañana anterior, pero esto no duró mucho.  Los Tuareg no se demoraron mucho en desmantelar el campamento y cargar los dromedarios, y nos urgían a que nos apurásemos a partir.  Lo hicimos prontamente.

Después de unos treinta minutos de marcha, vislumbramos la actividad de un gentío y un dromedarío(8).  Mientras nos acercábamos pude reparar en que había varios grupos de árabes con sus dromedarios.  Esto lo sé porque sus vestimentas variaban un poco entre grupo y grupo, pero la diferencia más notoria era en el color de sus turbantes.

(8) Sé que a un grupo de gente se le llama "gentío", pero como no sé cuál es la palabra para definir un grupo de dromedarios, me refiero a este grupo ungulate como: "dromedarío; con acento en la i.  Para el récord, en Chile a un grupo de gente se le denomina: "una pila 'e güeones".

Los Tuareg de nuestro grupo estaban más contentos que suegra aprendiendo brujería.  Apenas integramos la multitud, nuestros Tuaregs entraron en animadas negociaciones con los otros grupos.  Mi intérprete me dijo que estaban organizando la participación de nuestro grupo en una carrera de dromedarios.  También me explicó que esto se hacía todos los años y que era una tradición que no podíamos perdernos.  Lo que me preocupaba un poco de esta plétora era que cuando hablaban entre ellos, continuamente se giraban en nuestra dirección apuntando hacia nosotros, y se reían mucho.

Jinete a la fuerza

Según me informó mi intérprete después de haber conferenciado entre abundantes carcajadas con los Tuareg, de que yo había sido incluído –democráticamente y sin consultarme- en una de las carreras.  Lo quedé mirando incrédulo pensando que era una broma.  No lo era.  Me explicó que los demás árabes pensaban que si un extranjero iba a participar en sus celebraciones, pues tenía que participar; entonces cerraron la discusión inscribiéndome en una carrera.  Me dijeron que no me preocupara mucho porque en la carrera en que participaría solo corrían jinetes nuevos, la mayoría muchachitos entre las edades de 7 a 12 años.  Éste es un deporte exclusivo solo para hombres.

No estaba muy seguro si esto era una buena idea, pero aprendí en mis viajes que si quieres ser aceptado, debes aplicar el sabio principio de: "donde fueres, haz lo que vieres".  Además, yo soy un avezado jinete de equino y esta práctica habilidad ecuestre la adquirí a temprana edad mayormente con el Pehuén.   Debo aclarar que esta carrera de dromedarios era proletaria.  Los jinetes no se vestían al modo de los jinetes de Polo, ni tenían cascos pijes, ni tampoco camisetas con logos pirulos.  Y los dromedarios no eran "pura sangre", sino que simples integrantes de la amplia y jornalera Artiodactyla.

En el lugar del desierto donde yo estaba, las carreras de dromedario -al igual que las carreras de caballo y de camello- son acontecimientos regionales donde se hacen apuestas, y son una creciente atracción para turistas.  Los dromedarios pueden correr a velocidades de hasta 75 kilómetros por hora en distancias cortas, y admirablemente pueden mantener una velocidad constante de unos 50 kilómetros por hora por períodos de hasta una hora.  ¿Qué cosas, no?

Las carreras eran cortas y polvorientas.  Los dromedarios corrían en línea recta unos 300 metros para violentamente recular y regresar por donde vinieron a toda carrera.  El final de la recta lo marcaba una pequeña pirámide hecha de piedras.  Se suponía que mi carrera se realizaría casi al final de la competencia, y que correría en el lomo de mi viejo amigo Willie.  Me informaron que Willie era un buen corredor, y que no me tenía que preocupar porque Willie tenía experiencia en esto, y él no necesitaba de un jinete para la carrera.  Eso estaba bien, pero lo que me asustaba era que había visto la partida de varias carreras, y varios de los jinetes experimentados se cayeron de sus monturas y se sacaron la cresta.  Varias veces.  Durante la jornada previa había practicado el sujetarme bien de la montura de Willie, así que me sentía con un poco de confianza, pero a medida de que se acercaba la hora de competir, los nervios se me alborotaban y un julepe me bajaba desde la nuca al coxis dándole manotazos a mis tripas.

Finalmente llegó la hora de la verdad.  Ya montado en el lomo de Willie, un porteador me acercó a la línea de partida.  Mientras me acercaba a la partida, un enjambre de pendejos árabes chicos revolvía a nuestro alrededor apuntándome con sus dedos y riéndose a carcajadas.  Los adultos hacían lo mismo, pero más disimuladamente.  El maricón del intérprete se cagaba de la risa.  El portero me alineó en la partida y esperamos la salida.  La sensación que tenía en las tripas era la misma que la que se siente cuando el trencito de la Montaña Rusa está llegando al altozano de la montaña antes de lanzarse al vacío a gran velocidad. 

A pesar de que estaba poniendo atención a lo que pasaba a mi alrededor, perdí el grito de partida y de lo único que me acuerdo es que el porteador le propinó a Willie un tremendo palmetazo en las nalgas mientras que su seca garganta producía un alarido escalofriante y gargantuesco; y antes de que pudiese pestañear, Willie iba lanzado a toda carrera en pos de la pirámide de piedritas allá en lontananza.  Las cosas parecían ir bien.  Con un diestro y elástico manejo de mis caderas y un apropiado movimiento del brazo derecho para compensar, Willie y yo habíamos tenido una buena partida sin que yo me haya descrestado.  Willie corría desbocado haciendo unos ruidos sospechosos y bufando como la bestia que era.  El distinguido Haik que yo vestía, flameaba elegantemente al viento y sentado en el lomo de Willie me sentía como Lorenzo de Arabia galopando libre en esas milenarias y enigmáticas arenas.  

Sí, las cosas parecían ir bien hasta que llegamos a la pirámide de piedras.  Estábamos más o menos en la cabeza del grupo de dromedarios, y cuando llegamos a la marca, los dromedarios y sus jinetes pivotaron 45° en sus monturas mientras que los astutos dromedarios se pegaban un violento pero bien ejecutado giro al pasar las piedras, y reanudaban su carrera de regreso en pos de la meta.

Bueno, primero, no tenía la más peregrina idea de la gueá de los 45° ni de la agilidad de los dromedarios para tomar curvas cerradas peligrosas.  Segundo, cuando me dí cuenta de que Willie iba en una dirección y yo en otra, traté de compensar rápidamente para no caerme de la montura y sacarme la cresta.  Gracias a mi veloz agilidad e increíble capacidad de adaptación, logré mantenerme sentado en la montura.  Esto funcionó casi bien.  Digo casi bien porque con la violencia y la velocidad del giro que me pilló completamente desprevenido, mi montura se dislocó y quedé inclinado peligrosamente hacia estribor unos 22°, lo suficiente para que my Haik se enredase en las ligaduras que sujetaban la montura al lomo de Willie, y comenzara a ahorcarme la nalga izquierda, ¡y la rienda de la jeta de Willie se fué a la mierda, porque en mi mano no la tenía!

Willie siguió corriendo como si nada, pero dando unos berridos de enojo porque ahora no solo estaba varado hacia estribor, sino que al correr, me zarandeaba como epiléptico borracho con maraca nueva.  Aterrorizado por no caerme, yo hacía lo posible por mantenerme pegado al dromedario agarrándome con dientes y muelas a la montura que estaba más chueca que ceja de flaite.  Los sacudones dolían y a esa altura del suelo comencé a tragar tierra y polvo y por más que trataba, no podía enderezarme y mi cabeza estaba muy cerca de las patas de Willie que corría herejemente.  Me dolía todo, las piernas, las manos, los brazos, la espalda, las bolas, me acordé de mi abuelita; ¡y no sé dónde mierda quedó mi turbante!, pero me sujetaba a la montura en completo estado de acatalepsia.

Finalmente y después de este Apocalíptico(*) galope llegamos a la meta, la que cruzamos últimos y entre un holgorio de risas, gritos y aullidos de histeria colectiva.  Naturalmente la caterva Tuareguina estaba eufórica.  Lo que más me dolía era el cogote.  Sin duda yo fuí la atracción de la tarde.  Con el amor propio más adolorido y vapuleado que el cuerpo, finalmente me dejé caer al suelo sin ninguna elegancia desde la güata de Willie.  Era lo más rápido y lo menos indigno.  El maricón del intérprete se reía a más no poder.

(*) Nota: ¿Ha notado que los jinetes del Apocalípsis montan caballos?  Estoy seguro de ellos que saben acerca de los jodíos dromedarios...

Willie se hizo el loco y ni siquiera me miró en el lastimoso estado en que yo había quedado temporalmente.  Los Tuareg se apiadaron de mí y me recogieron rápidamente del suelo y me sacudieron, y me arreglaron los ropajes, y unos minutos más tarde apareció un arabito trayéndome el turbante Perdido en Acción.  Después de esto comimos, cantamos y celebramos la muerte de ese magnífico día lleno de sorpresas simples pero impresionantes; al menos, para mí.  Esa noche dormí como un lirón muerto.

A la mañana siguiente volvimos a nuestros cuarteles generales en el Palacio Nasser.  Durante el camino, creo que Willie me miraba de reojo y se sonreía sarcásticamente.  A lo largo de la marcha, ni los tropezones, ni los galopes o las frenadas bruscas, ni las bajadas o las subidas de las dunas me hicieron mella.  Después de tamaña experiencia, creo que me había graduado de jinete de dromedario.  Gracias a Willie.

Escribiendo esta pequeña aventura, Willie me trajo añoranzas dormidas, así que por esta vez decidí publicar algunas fotos en honor a Willie.  Haga clic donde dice clic abajo para ver las fotos, pero le advierto que están todas desordenadas.  ¡Clic!
Y pasó por un sandalio roto, y mañana les cuento otro.  (Digo sandalio porque de otra forma no rima con sandalia)