El manoseado, despectivo, mal entendido y erróneamente empleado substantivado "roto" (o "roteque" como dicen las viejas pitucas que se creen algo) con el cual se denomina rastreramente a un arquetipo de ser humano en Chile; se refiere autocráticamente a una persona de origen humilde, urbano y pobre, aunque la pobreza no tenga absolutamente nada que ver con el conspicuo concepto de la humildad. Esto último, es un producto del engreimiento social desviado puramente del arraigado, ajeno y adquirido esnobismo chileno que vive mal ubicado en las débiles mentalidades insubstanciales. Cualquier chileno que cree o siente que otro congénere puede establecer superioridad social ante él, le califica liviana y públicamente de "roto", en un desesperado y fútil esfuerzo de preconizar su frágil e ilusorio estatus de preponderancia social, que más que estatus, es un confuso, oscuro, triste y descentrado complejo de inferioridad.
¿Como comenzó la faramalla de todo esto? Es curioso. En los albores del siglo XX, cuando en Chile se celebraban las Elecciones Parlamentarias -la primera elección parlamentaria del siglo- donde se eligieron 94 tácitamente honrados diputados y se renovaron 13 senadores imaginativamente de gran integridad, que personificaban a los pintorescos partidos de la Alianza Liberal (Los Rojos), la Coalición (los Azules), y la Convención Democrática (los Verdes)(1), representando a las provincias de Atacama, Coquimbo, Aconcagua, Santiago, Cachapoal, Colchagua, Maule, Ñuble, Biobío y Chiloé. Hoy Santiago no es provincia, y Cachapoal desapareció rápidamente del mapa político, a la usanza de cómo se ignoran y olvidan las ácidas lágrimas del pueblo, encanilladas indiscriminadamente en el mismo amorfo fardo de las huecas, vanas y petulantes promesas políticas.
1) Lo peculiar de estos matices políticos es que si usted mezcla el rojo con el azul y con el verde resultan en un gris azulado; un color siniestro y feo como la maldad que se parece mucho a un moretón. Después de todo, no es sorpresa de que los colores políticos se acercan a sus verdaderas raíces… Los colores políticos son como el arcoíris: si los colores están separados, por sí solos son todos lindos y muy inocentes, pero al igual que el arcoíris, no tienen ni principio ni fin determinados, y al final siempre están vacíos. ¿Qué cosas, no?
Como estos pinches aristocráticos chilenos de sur y centro del país ignoraban y despreciaban el proletariado de la zona norte, los curtidos habitantes nortinos que habían perdido sus camaradas, vidas y familias en la sangrienta e innecesaria hecatombe de la Guerra del Pacífico defendiendo su patria, y que aún se afanan en limpiar las escarlatas arenas de desierto nortino de sus secas y gloriosas manchas de sangre, comenzaron a crear corrientes políticas adversas a rajatabla con las ideologías de los conglomerados políticos aristocráticos del sistema del parlamentarismo. Hoy, en el siglo XXI, todavía no sabemos quién tiene la razón, ni para dónde carajo vá ninguno de estos partidos políticos chilenos. En cada elección circense Presidencial los chilenos van a las urnas a votar con gran fanfarria por el payaso de turno, y por el partido más aparatoso y hueco que promete no arreglar nada lo más rápido posible.
¿En qué lugar se han perdido aquellos políticos honestos y brillantes? No lo sé. Lo que sé, es que los hay, pero que están escondidos en alguna parte. Me refiero a aquellos escasos políticos buenos y decentes que trabajaron y que trabajan honestamente por su país e hicieron su trabajo patriótico y desinteresado. Sé que los hay en Chile, y los hay por todo el mundo, pero obviamente no están a cargo hoy. Ojalá ellos vuelvan a las urnas algún día porque tendrán mi voto... y me imagino que el suyo también.
Bueno, durante estos graciosos días cuando la política chilena todavía llevaba pañales que no estaban tan sucios y ceñidos como hoy, y cuando los absurdos grupos elitistas chilenos sin gloria expresaban sus enfermos prejuicios y ejercían una odiosa discriminación en contra de determinadas clases sociales, es cuando el término "roto" comienza a adoptar arbitrariamente una connotación clasista en Chile, específicamente en referencia a los ciudadanos pobres de las urbes nacionales. Éste no era un clasismo intelectual, cultural o educacional, sino que era la concepción de un clasismo minoritario y mayoritario, en donde la "clase minoritaria" se apropia del trabajo, y la "clase mayoritaria" ejerce dominación mediante el Estado, las leyes y las fuerzas represivas. En otras palabras, hay un grupo que trabaja y produce, y otra manga de huevones flojos y aprovechadores dedicados a la politiquería. ¿Le dolió? No se preocupe, la Vaselina es muy barata (y estoy seguro de que más de alguien le podrá facilitar "aplicador" por si lo necesita).
Dentro de las más manifiestas y centelleantes ridiculeces y humoradas paradójicas sociales chilenas, el folclórico término es también usado con insinuaciones afectivas, sobre todo en su forma afija diminutiva común de las lenguas romanceras, o incluso con el peso del adjetivo épico que los rapsodas de turno quieran darle.
Pues bien; durante la invasión y ocupación española según se narra en la "Historia General de los hechos de los Castellanos en las Islas y Tierra Firme del Mar Oceáno", el Descubridor de Chile y Conquistador Don Diego de Almagro(2), regresaba del sur del continente atravesando esforzadamente la más rigurosa y más árida región del planeta, el Desierto de Atacama en el año 1537 de su Majestad. Durante esos mismos años, en Europa el Imperio Otomano (Turco) atacaba la isla Griega de Corfú y el sur de Italia.
(2) El nombre familiar completo y real de Don Diego de Almagro está perdido en las arrugas de la historia. Se le llama Diego de Almagro porque nació en Almagro, en la actual Provincia de Ciudad Real, una Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha, España en 1475, adquiriendo su apellido del nombre de su ciudad natal.
La travesía conquistadora de regreso del sur de Chile para Almagro fué completamente desastrosa y en los límites de lo siniestro. Almagro, que de partida no sabía nada de desiertos, tuvo su primer encuentro con el Todopoderoso Desierto de Atacama; un infierno sequísimo de más de mil kilómetros de largo, de unos 40.600 kilómetros cuadrados de desecados parajes más áridos que la conciencia de Judas, más estériles que los retóricos debates políticos, y de tierras tan áridas e infecundas en donde ni siquiera crece la esperanza del condenado.
Tal fué el estado catastrófico en que llegó Almagro y sus huestes al Perú, que desde entonces se les llamó los "rotos de Chile". La travesía fué tan ardua y heroica, que les quebró el espíritu a los conquistadores, les destrozó sus vestimentas, y les rompió el hálito aventurero. Estos viajeros llegaban al Perú casi sin vestimenta uniforme y los más vestidos iban extraña y estrafalariamente abigarrados, lo que hizo que se les denominara a estos viajeros, "rotos", que en el sentido Castellano antiguo literal de la palabra, significa: ir de cualquier modo.
Al final de su constreñida peregrinación, estos errabundos exploradores llenos de esfuerzo y valentía llegaron a sus destinos literalmente rotos; rotos provenientes de Chile. Desde ese entonces, a quienes vinieran de esas tierras australes se les denominaba "rotos", pero este apodo no tenía nada que ver con una categoría social. Cuatro años después de este deplorable y desafortunado episodio, solo un bizarro y osado Guzmán que con una valentía inusitada, se atrevería a ir a conquistar las hermosas y vírgenes tierras que descansaban a cubierto más allá de estas desérticas y australes calderas de Pedro Botero: El Gobernador y Capitán General Interino del Reino de Chile, Don Pedro Gutiérrez de Valdivia, de Castuera, Extremadura.
Sé que hay otros oriundos que aseguran de que la procedencia de la palabra "roto" es muy distinta, y que el término se aplicaba desde la época de la Conquista, pero francamente no me interesa, porque el origen de la palabra "roto" es para muchos, sinónimo de astroso, rotoso, parchado; aunque la procedencia y el espíritu original del vocablo es muy distinta. Sólo a partir del siglo XIX esta masa popular de gentes calificadas como "rotos" adquiere una visibilidad patente y surgidora, ya que hasta entonces la hegemonía soberana de la aristocracia Castellana y Vasca mantenía al pueblo criollo despojado de cualquier protagonismo social.
El roto chileno adquiere caracteres míticos y legendarios en el alma y la substancia social chilena en los episodios descritos de la Guerra entre la Confederación Perú-Boliviana y el Ejército Unido Restaurador de Chile. Las tropas chilenas finalmente vencieron a las tropas confederadas en la gloriosa Batalla de Yungay que comenzó el 13 de Enero de 1839, y que concluyó el 20 de Enero del mismo año como a eso de las seis de la tarde después del tecito. La gran mayoría del contingente bélico chileno estaba formada por grupos de tronco social pobre, rotos tan pobres como heroicos, patriotas, gallardos y valientes.
En Chile se les rinde solemne homenaje a los vencedores de Yungay cada 20 de Enero, día constituído como el Día del Roto Chileno, donde indirectamente es también conmemorado con el Himno de Yungay, batalla e himno percibidos como la consolidación de la nacionalidad chilena. Todavía me acuerdo del marcial son de este heroico himno que tantas veces canté orgulloso y con la emoción a flor de labios mientras me esforzaba por sujetar unas nerviosas lágrimas que se atropellaban por salir y escaparse furtivamente de mis ojos en aquellos mis mozos días, cantaba con un orgullo típico del Roto Chileno, aunque yo era un simple "Choro del Puerto":
Coro:.................................Como debería cantarse:
Cantemos la gloria................Cantemos la gloria
del triunfo marcial...............del triunfo marcial
que el pueblo chileno.............que el ROTO CHILENO
obtuvo en Yungay..................obtuvo en Yungay.
Estrofa I
Del rápido Santa
pisando la arena,
la hueste chilena
se avanza a la lid.
Ligera la planta,
serena la frente,
pretende impaciente
triunfar o morir.
Como todo siempre cambia y nada es eterno jamás con la excepción de la pobreza y el hambre, en el Chile actual la palabrita "roto" se usa hoy para referirse a la persona maleducada, con falta de educación, o de manifiesta e insensible tosquedad social, lo que se diferencia dilatadamente del modelo de la simple división laya y clasista en la sociedad chilena. Hoy resulta que la "rotería" es el intrínseco acto mismo de poca generosidad o munificencia cultural, o la desfachatez y procacidad educativa. Entonces a los que llaman "rotos" con tanta displicencia y sentido agravio, son aquellos ligeros individuos que rompen descaradamente las reglas sociales sobre el respeto, el buen proceder, y los preceptos de educado comportamiento. O sea, estos son los giles que todavía no han leído el "Manual de Carreño"(3)
(3) El Manual de Carreño, o Manual de Urbanidad y Buenas Costumbres (el del cual tanto le habló su abuelita) y cuyo título oficial y completo es "Manual de Urbanidad y Buenas Maneras para uso de la Juventud de Ambos Sexos", fué escrito por el venezolano Manuel Antonio Carreño en 1853. Este manual; que aunque contiene algunas normas de urbanidad consideradas hoy obsoletas; se encuentran las principales reglas de civilidad y etiqueta que deben observarse en las diversas situaciones sociales.
Por favor tenga en cuenta -y esto con sumo cuidado- de que el apelativo "roto" tiene una diferencia fundamental con los vulgares epítetos tales como "cuma" o "flaite". El calificativo "cuma" se ha relacionado directamente con el hampa delictual chilena hasta más o menos el siglo XX, en donde a finales de este siglo, por la necesidad de una palabra más despectiva y apropiada para ciertas podridas raleas sociales chilenas, surge la determinativa expresión gráfica y simbólica de "flaite", vocablo con el cual hoy nos referimos al vulgar delincuente y facineroso anti-social juvenil, producto de la extracción más baja y "pelienta" que ha sido capaz de generar la simbiótica sociedad de este largo y depauperado país.
Últimamente; y esto le he visto en la tele en CNN y lo he leído repetidamente en los diarios, en el "FaceBook" y en otros medios de comunicación global y masiva, como producto de la corrosiva erosión social chilena ha surgido un buitre del sentido común que normalmente suele volar muy bajo y más allá del los límites y del horizonte de la paciencia cívica, al que cariñosamente se le denomina: "Flaite Político", dueño absoluto de un estiaje moral aplastante.
El flaite político es una especie de dragón feo mal hecho, una incongruencia social, un reptil suelto que no escupe fuego, sino estupidez; y es más peligroso que un club de suegras. Se puede determinar fácilmente quiénes son estos lagartos tufosos simplemente leyendo los hechos de la política consuetudinaria chilena en los periódicos locales. Si usted no lee gacetas o no vé noticieros, no se preocupe porque la pestilencia de estas salamandras de mal gusto se puede oler y percibir en cualquier lado, en cualquier ambiente y a cualquier hora. ¿No ha notado (ni se ha preguntado el por qué de) la gran cantidad de potentes desodorantes ambientales que se están vendiendo en todos los supermercados de su ciudad? ¿Qué cosas, no?
Como dato de referencia le puedo sugerir que cualquier personaje que usted conozca y que a su parecer, se balancea peligrosamente entre las diversas definiciones de precarios límites de estos fluídos estratos sociales; y que usted no ha logrado clasificar aún porque no es un cuma, no es un flaite, o tampoco es un flaite político, le aseguro de que este personaje es un flamante "Pendejo".
Todo el mundo tiene historias y chistes de rotitos chilenos, y yo que no soy menos en esto, también le ofrezco una epístola. Este es el cuento de un Rotito Chileno que le envía una carta explicatoria al juez:
"Estimado Señor Juez:
Por favor no culpe a mi mujer ni a nadie más de que yo esté abandonando este matrimonio y a toda mi familia, pero es que me tengo que "correr" inmediatamente antes de que me vuelva loco porque ya no sé ni quién soy, y mi vida se ha transformado en un horrible martirio familiar y sin identidad plausible.
Mi situación es un poquito complicada, pero trataré de explicárselo señor Usía como mejor pueda con mis propias palabras personales mías mismas de mí. Yo soy un orgulloso rotito "patipelao", pero que ya estaba cansado de andar "patiperreando" sin destino por el mundo, así que la soledad de mis días me empujó a tomar la malísima decisión de casarme con una bella y voluptuosa viuda para calmar mi vida, mis pasiones, y para finalmente; tener una familia como cualquier otro suertudo.
Desgraciadamente la viuda ésta que me arrebató las ganas apenas después de dos "pilsen", tenía una hija muy atractiva, comprensiva y media güena p'al palanqueo, y de haberlo sabido antes; nunca me hubiese casado con la viuda. Esto le parecerá muy raro señor Don Juez, pero déjeme explicarle lo siguiente:
Mi anciano padre que para mayor desgracia mía era viudo y tremendamente "bandío", se enamoró perdidamente de la hija de mi mujer, así que prontamente se "desnupciaron" Usía, de manera que mi mujer se convirtió en la suegra de su suegro, mi hijastra se convirtió en mi madre, y como si esto no fuese poco, mi padre ahora es mi yerno.
Al poco tiempo mi madrastra trajo al mundo un hermoso varón, que resulta que ahora es mi hermanito, pero también es nieto de mi mujer, por lo tanto yo, señor Juez, soy ahora el abuelo legítimo de mi hermano chico.
Poco tiempo después y producto de nuestro apasionado amor, mi mujer me dió un retoño un poco turnio pero bien regordete que ahora es hermano de mi madre y también es cuñado de mi padre, y el rechonchito es asimismo tío de los hijos de mi padre. ¿Va cachando usted señor Juez?
Como mi mujer ahora es suegra de su propia hija, y yo soy padre de mi madre; y mi padre y su mujer son mis hijos; por lo tanto, yo soy mi propio abuelo. ¡Puchas la "payasá" señor Juez! ¡Ahora resulta que el cura no deja entrar a la iglesia a ninguno de mi familia porque dice que somos promiscuos, y hasta el perro ahora me mira de reojo!
Después de lo explicado, ahora no quiero seguir aburriéndolo señor don Juez con el tema de los padrinos y de los primos, porque ahí sí que nos enredamos, así que me despido de todos ahora mismo y me voy a "patiperrear" de vuelta otra vez porque ya no sé quién carajo soy; y prefiero seguir siendo un simple "rotito chileno" como antes, que aunque no era gran cosa, ¡por lo menos sabía quién era, pó!
Con tóo respeto,
El Disprosio Levapalante Bascuñán".
Ahora. Ponga atención ciudadano. El "Roto Chileno" en su concepto único, verdadero y justo; es un héroe nacional por su propio peso y mérito personal. ¡No joda!, si no hubiese sido por el "rotito chileno" hubiésemos perdido la Guerra del Pacífico, y el Perú y Bolivia estarían limitando hoy al sur con Osorno. Piense dos veces cuando quiera insultar a alguien llamándolo "Roto". A mi parecer, el que a uno le llamen "Roto" es un gran honor. Si quiere insultar a alguien y usted es de la vieja guardia, llámele cuma; si es más moderno, llámele flaite; y si usted tiene sentido común, llámele flaite político; ¡pero por favor no lo llame Roto!
No se olvide de que también hay una connotación elegante y cariñosa que usamos cuando nos referimos como "roto" a un prójimo que admiramos. Personas como yo por ejemplo, nos deleitamos con orgullo en llamar a alguien "rotito" cuando queremos ensalzar un acto, una gracia, o alguna hazaña de algún "rotito" con la cual nos identificamos y admiramos. Por ejemplo decimos: "¡El otro día conocí a un "rotito" seco p'a la pelota! ¡Lo hubieses visto! ¡Se pasó a toda la defensa, y de una sola patada metió dos goles y sin traspirar!" …¿Acaso no narramos estos cuentos con orgullo?
Recuerde que tenemos algunos "Rotos" tremendamente ejemplares que no tienen nada de despreciable, pero sí son envidiables como por ejemplo: Virgilio Arias, Tomas Chávez, Nicanor Plaza, Rebeca Matte, Eduardo Provoste, Don Francisco (Mario Luis Kreutzberger Blumenfeld), Lucho Gatica, Leonor Varela, Leonora Latorre, Vick LeCar, Claudio Arrau, Pablo Neruda, Domingo Santa María, el Tony Caluga, Gabriela Mistral, El Florcita Motuda, Manuel Blanco Encalada, Arturo Godoy, Manuel Rojas, el querido Don Lolo y Condorito, para nombrar solamente unos pocos afortunados. (Por ahí dicen las malas lenguas que la Mata Hari era una "rotita" "arrancá" de Chile).
El apodo de "roto" que se les ha concedido a estos ilustres ciudadanos y laboriosos personajes, es para destacarles en un sitial de honor y en una categoría muy exclusiva, envidiable y bastante especial; porque el concepto del "Roto Chileno" no es simplemente un estatus (aunque éste título haya sido manoseado tan impunemente) sino que es una gloriosa filosofía de una estigmática heroica y positiva; y aunque a usted le guste o nó, el roto chileno es el portador de la verdadera Identidad Nacional Chilena. Para que usted lo sepa amigo, no le quepa duda de que la palabra "Roto" es más limpia y merecedora que el prontuario del Papa.
Entonces en toda y merecida justicia, la palabra "Roto" es portadora de un glorioso y verdadero valor, intrínseco y del otro. Está forjada con valentía, amor y arrojo; está empapada de una actitud patriótica y esforzada y lleva matices pintados con inteligente viveza de una osada y original picardía. Nos enorgullecen sus actos y atesoramos melancólicamente sus episodios sociales, lo comparamos e igualamos a los más grandes próceres de la raza humana, y lo identificamos con los más humildes y sinceros protagonistas de la historia; pero aún así mis queridos Homo Chilensis, a veces mezquinamente le perdemos el respeto; y sin inmutarnos, trapeamos el sucio suelo con su imaculada dignidad. Les aseguro de que esto no nos trae ninguna gloria, ni tampoco es necesario para validarnos a nosotros mismos.
Si alguien me llamara "Roto" alguna vez, estaría intensamente orgulloso aunque no yo posea todavía el calibre y la altura necesarios que me califiquen para alcanzar el honor de ser un verdadero y genuino "Rotito Chileno".
¡Viva el Roto Chileno, mierda!
El Loco.