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miércoles, 1 de enero de 2020

¿Por qué Mentimos?

Todos mentimos, todo el tiempo.  Esto causa problemas por decir lo menos. ¿Entonces, por qué lo hacemos?

Los resultados arrojados por un estudio realizado por la Universidad de Massachusetts en el año 2002, establecen que el 60% de los adultos no pueden tener una conversación de más de diez minutos sin mentir por lo menos una vez.  Este porcentaje suena mejor de lo que realmente es: aquellas personas en el estudio actualmente mintieron con un promedio de 3 embustes durante su breve conversación.  ¡Aparentemente estamos jodíos!  ¿Qué cosas, no?

Los expertos dicen que todo se reduce a las arenas movedizas del “yo” y a tratar de lucir bien tanto para nosotros como para los demás.  El concepto de “yo”​ (y su étimo latino: ego) es un término difícil de definir debido a sus diferentes acepciones. ​ A lo largo de la historia su definición se ha relacionado con otros términos como psique, ser, alma, conciencia.  La aproximación académica hace precisiones según la disciplina desde la que se enuncie. 

El estudio del “yo” abarca tanto disciplinas de orientación biológica tales como la psicobiología, la neurobiología, la neuropsicología, etc., como disciplinas de corte filosófico y humanista.  El término “yo” se relacionaría con los conceptos de conciencia y cognición.  Aquel que tiene dos personalidades no tiene dos “yo”, de otra forma éste sería un “yo-yo”.

La inclinación a mentir "está relacionado con la autoestima", dice el psicólogo Robert Feldman de la Universidad de Massachusetts.  "Encontramos que tan pronto como las personas sienten que su autoestima se ve amenazada, inmediatamente comienzan a mentir en niveles más altos".  Esto es como un placebo mental.  ¿Qué cosas, no?

Pero no todas las mentiras son dañinas.  De hecho, dicen algunos investigadores que a veces mentir es el mejor enfoque para proteger la privacidad, a nosotros mismos y a otros de la malicia.  Algunos engaños, como la jactancia y la mentira en nombre del tacto y la cortesía, pueden clasificarse como poco graves.  Pero las mentiras descaradas (como las que a veces dice usted, ya sea que impliquen dejar de lado la verdad o poner algo falso) son dañinas.  Éstas corroen la confianza y la intimidad, las que son literalmente el pegamento de nuestras sociedades.

Engañándonos a nosotros mismos

Estudios muestran manifiestamente que muchos animales se envuelven en prácticas de decepción, o engañan deliberadamente a otros animales, pero solo los humanos estamos diseñados para engañarnos a nosotros mismos y a los demás.  La investigación del psicólogo Robert Feldman muestra que la gente está tan comprometida con la gestión de cómo les perciben los demás, que a menudo no pueden separar la verdad de la ficción en sus propias mentecitas.  Y Pinocho no tiene nada que ver con esto.
Por ejemplo, en un experimento, Feldman juntó a dos personas que no se conocían previamente en una habitación.  Su conversación fué grabada en video mientras que estos conversaban.  Más tarde y de forma independiente, se les pidió a cada uno que vieran la cinta e identificaran cualquier cosa que hubiesen dicho que no fuese del todo precisa.
En lugar de definir la conversación como mentira, y evitar el tono y peso moral de la palabrita, los investigadores de Feldman simplemente le preguntaron a los sujetos después de su conversación que identificaran todo lo que habían dicho en el video que "no fuese del todo exacto".
Inicialmente, cada sujeto expresó que lo que había dicho era completamente exacto, per al verse a sí mismos en el video, los sujetos se sorprendieron genuinamente al descubrir que lo que habían dicho are algo inexacto.  Las mentiras iban desde fingir que querían a alguien que en realidad no les gustaba, hasta afirmar falsamente ser la estrella de una banda de rock.
Este estudio, el que fué publicado en el Journal of Basic and Applied Psychology, encontró que el 60% de los participantes habían mentido al menos una vez durante una conversación de solo 10 minutos, diciendo un promedio de 2.92 “inexactitudes”.
"La gente miente casi reflexivamente", dice Feldman. "No piensan en ello como parte de su conversación social normal". Pero la investigación mostró lo contrario.

Feldman opina que lo que hacemos al hablar así, no es tanto el tratar de impresionar a otras personas; sino que de mantener una visión de nosotros mismos que sea consistente con la forma en que nos gustaría que fuésemos.  Queremos ser agradables, hacer que la situación social sea más fluída o más fácil, y evitar insultar a los demás por desacuerdo o discordia.

Lo curioso de los resultados de este experimento, es que muestra que los hombres no mienten más que las mujeres, pero tienden a mentir para verse mejor.  La diferencia radica probablemente en que las mujeres mienten para que la otra persona se sienta mejor.  En una investigación similar y paralela relacionada con entrevistas de trabajo, se descubrió que las personas extrovertidas tienden a mentir más que aquellas que son de un carácter más introvertido.

Feldman asevera que los individuos deberían ser más consecuentes con el grado en que tienden a mixtificar, y la honestidad todavía produce relaciones personales y grados de confianza más genuinas hacia el prójimo.  Aprender a mentir es una etapa natural en el desarrollo infantil, y los impúberes se convierten en mentirosos más serios y melifluos a medida que crecen.

Mentiras en el lugar de trabajo

Otra investigación realizada por Jennifer Argo de la Universidad de Alberta, Canadá; examinó más profundamente las bases de la prevaricación* en el lugar de trabajo.  Las amenazas a nuestro sentido de identidad y a nuestra autoestima resultan ser factores determinantes cuando se trata de mentir a los compañeros de trabajo en lugar de hacerlo a extraños.  En otro estudio reciente de la que fué coautora, demostró que las personas en general están aún más predispuestas a mentirle a sus compañeros de trabajo, que a los extraños.

El factor determinante de esta actitud es que queremos lucir bien cuando estamos en compañía de otros, especialmente enfrente de aquellas personas que nos importan, y mentimos para, consciente o inconscientemente; proteger nuestra autoestima y estatus en el grupo.

El experimento consistió en poner a un sujeto en un escenario, diciéndole que había pagado más que otro compañero de trabajo por el mismo automóvil nuevo.  Cuando el compañero de trabajo en este escenario, mencionó lo que habían pagado, $200 o $2,000 más en diferentes versiones del experimento, se le pidió al sujeto que diese su opinión sobre este escenario.

Argo descubrió que sus sujetos estaban más dispuestos a mentir cuando la diferencia de precios era pequeña y cuando hablaban con un compañero de trabajo en lugar de hablar con un extraño.

En general, se ha descubierto que los consumidores mienten para proteger su identidad pública y privada, escribió Jennifer Argo en el Journal of Consumer Research con sus colegas de la Universidad de Calgary, y la Universidad de British Columbia.  Argo señaló que estaba sorprendida de que las personas estén tan dispuestas a mentirle a alguien que conocen, incluso por una pequeña discrepancia de precios.

Esto está estrechamente relacionado con que las personas aparentemente se encauzan en el corto plazo en engañar a alguien, solamente para salvaguardar su autoimagen y autoestima en el momento presente.  El riesgo con esto es que en el futuro, si la persona mentida se entera de la verdad, esto puede tener consecuencias a largo plazo para el embaucador.  ¡Por eso es que los mentirosos deben poseer excelente memoria!

Nadie hace hincapié en que el sueldo es una mentira, ¿no lo cree usted?

Nuestra humanidad

Es obvio y claro que nuestra naturaleza humana está pifiada.  Figuradamente, la historia de la humanidad está riada de mentirosos astutos y experimentados como la mendaz prensa y televisión americanas.  Cuantiosos delincuentes mienten y elucubran falsedades para obtener retribuciones ilegales, tal como lo hizo el fraudulento financiero Bernie Madoff durante muchos años. 

Este sinvergüenza habitual les escamoteó miles de millones de dólares a inocentes inversionistas hasta que su plan criminal falló.  La más sobresaliente mayoría de los tramposos son los políticos ignorantes y desgraciados, los sacerdotes pedófilos y degenerados en general, y los cuentistas abogados deshonestos.  Esta basura se encuentra a la cabeza de la competencia petate en las praderas del engaño y las vastedades de la mentira.

Usualmente, los individuos mienten para encubrir comportamientos erróneos, tal como lo hizo el nadador estadounidense Ryan Lochte durante los Juegos Olímpicos de Verano en el 2016 en Río de Janeiro, Brasil; diciendo que él y sus compañeros de equipo habían sido asaltados y robados a punta de revólver en una estación de servicio.  El hecho real fué que Lochte y sus compañeros, alta e irresponsablemente intoxicados con alcohol después de una fiesta, quienes fueron arrestados por guardias de seguridad armados después de destruír e infligir grandes daños a propiedad privada.  Estos pseudólogos* ganan notoriedad por el nivel de atrocidad, descaro o por lo dañina que sean sus calumnias e imposturas.

Resulta que mentir es algo en lo que la mayoría de nosotros somos muy expertos, incluídos los Papas católicos a través de la historia.  Mentimos con gran facilidad, en formas grandes y pequeñas, a extraños, a compañeros de trabajo, a amigos y a nuestros seres queridos.  Por ejemplo, les decimos a nuestras esposas que queremos a nuestra suegra.  Y decimos esto sin arrugarnos.  Las buenas (o malas) noticias es que nuestra capacidad de deshonestidad es tan fundamental para nosotros como nuestra necesidad de confiar en los demás, lo que irónicamente nos hace terriblemente inútiles para detectar mentiras.  

Desgraciadamente el ser mentiroso es un estado natural el que está estrechamente interpolado y engranado en nuestra propia estructura mental, tanto es así; que es honesto y sincero decir que mentir, es humano.  Pero es divino también.  ¿Qué cosas, no?

Ubicuidad*

La universal omnipresencia de la mentira fué documentada sistemáticamente por primera vez por Bella DePaulo -hace más de 20 años atrás-, una psicóloga social de la Universidad de California en Santa Bárbara, California.  DePaulo y sus colegas les pidieron a 147 adultos que mantuvieran cuenta durante una semana cada vez que intentaran engatusar a alguien. Los investigadores encontraron que los sujetos mintieron en promedio de dos veces al día.

La mayoría de estas falsedades eran inocuas, con la intención de ocultar las deficiencias de uno o proteger los sentimientos de los demás.  Algunas mentiras eran excusas: un sujeto atribuía el hecho de no sacar la basura de su casa al no saber a dónde tenía que llevarla, a pesar de que ya llevaba viviendo 17 años en la misma casa.

Sin embargo, otras mentiras, como la afirmación de haber estado en una guerra; tenían como objetivo presentar una imagen falsa.  Si bien se trataba de transgresiones menores, un estudio posterior de DePaulo y otros colegas que incluyeron una muestra similar indicó que la mayoría de las personas, en algún momento, han dicho una o más "mentiras serias", ocultando una aventura de un cónyuge, por ejemplo, o haciendo falsas reclamaciones en una solicitud de universidad. 

El problema que yo le veo a este estudio, es que no sabemos si los sujetos envueltos en él mintieron acerca de los resultados.  Somos todos mentirosos, ¿no?  Entonces la validez de este estudio puede que sea falso o deceptivo.  Por lo tanto y consecuentemente, no hay ninguna diferencia entre escuchar las indecentes añagazas que un fraudulento fraile nos esputa* desde un moralmente sucio púlpito, y las mentiras que un criminal produce para salvar su licencioso pellejo.

El que los seres humanos ostenten un dudoso talento para engañarse los unos a otros, no debería sorprendernos en absoluto.  Esta ambigua habilidad es quizá de origen genético.  Los investigadores especulan que la mentira como norma de comportamiento, surgió poco después de la aparición del lenguaje.  El lenguaje ofrece la capacidad de manipular a otros sin usar fuerza física o violencia.  Esto factiblemente ha conferido una admirable ventaja en la competencia por recursos, muy similar a la evolución de estrategias fementidas* en el reino animal, como por ejemplo, el camuflaje*.

Con un arte de mentir apropiadamente desarrollado, es muchísimo más fácil obtener poder comparado con otros modos de hacerlo.  Es mucho más fácil y menos riesgoso el obtener  dinero o riqueza de alguien usando elaboradas mentiras, que golpear a alguien en la cabeza o asaltar un banco. 

Las escusas normalmente son mentiras.  Las que no lo son, son razones.  Cuando nos levantamos tarde y no podremos llegar a tiempo a nuestros trabajos, mentimos echándole la culpa al tráfico, a un accidente automovilístico que bloqueó nuestra pasada, a que la electricidad se había cortado, a que tiene un hijo enfermo, que el bus no paró y lo dejó plantado, o que al carburador de su automóvil le dió peritonitis.  Diremos cualquier mentira para justificar nuestra irresponsabilidad, pero muy raramente diremos la verdad en este tipo de situaciones.

Como la mentira ha llegado a ser reconocida como un rasgo humano profundamente arraigado, los investigadores de ciencias sociales y los neurocientíficos han tratado de iluminar la naturaleza y las raíces de este dañino talento.  ¿Cómo y cuándo aprendemos a mentir? ¿Cuáles son los fundamentos psicológicos y neurobiológicos de la deshonestidad? ¿Dónde le ponemos coto a este comportamiento?  

Las investigaciones nos dicen que somos propensos a creer algunas mentiras, incluso cuando son claramente contradichas por evidencias claras.  Estas ideas sugieren que nuestra propensión a engañar a los demás y nuestra vulnerabilidad a ser engañados, son especialmente importantes en la era de las redes sociales.  Nuestra capacidad como sociedad para separar la verdad de las mentiras se encuentra bajo una amenaza sin precedentes, especialmente para los “milenials”.

Veamos...

Hay dos cosas que podemos decir con absoluta seguridad sobre los tristes seres humanos: nuestros dedos opuestos, los pulgares; nos dan una ventaja extraordinaria para usar herramientas.  Me pregunto: ¿por qué solo tenemos uno en cada mano entonces?, y la segunda cosa es que todos somos grandes mentirosos.  ¡Ha!  A los cuatro años, el 90% de los niños han comprendido y aprendido a manejar eficientemente  el concepto de mentir.  Y a partir de esa edad, empeora.

¿Qué tan malo es? Según un estudio hecho en el año 2002 por la Universidad de Massachusetts, actualmente el 60% de los adultos no pueden tener una conversación de diez minutos sin mentir al menos una vez.  Sé que estás leyendo esto ahora mismo pensando y creyendo que tú eres parte del 40% que no miente.  Eso es lo que también pensaron los mentirosos en el estudio cuando escucharon sus conversaciones grabadas.  Éstos se sorprendieron por la cantidad de mentiras que habían dicho.  ¿Qué cosas, no?

¡La verdad de la mentira es que les mentimos a todos!  Nuestros padres se llevan o se han llevado lo peor, esto de acuerdo a The Day America Told the Truth, una publicación de James Patterson (un autor y filántropo norteamericano).  Petterson dice que un 86% de nosotros les miente regularmente a nuestros padres, seguidos de cerca por nuestros amigos a quienes les mentimos un 75%.

A nuestros hermanos o hermanas les mentimos alrededor de un 73%, y a nuestros cónyuges con un diogénico* 69%.   Pero por lo menos, en general mentimos acerca de asuntos que no son realmente importantes, pequeñas cosas que creemos que nos harán lucir mejor o más agradables (a no ser la susodicha sea una suegra).  

En una encuesta realizada por una compañía británica que arrienda películas, el 30% de los clientes encuestados mintieron cuando se les inquirió si habían visto la película: “El Padrino”.  El asunto es que El Padrino es una película clásica, por lo que asumimos que todos la han visto, por lo tanto le creemos a cualquiera que nos diga que la han visto; sea esto cierto o nó. 

Como queremos conectar y encajar socialmente, decimos una pequeña mentira a la que llamamos equivocadamente “una mentira blanca”.  Esto a su vez hace que otros piensen que todos han visto la película y, antes de que darnos cuenta, 3 de cada diez personas están tratando de mantener una conversación dióptrica* sobre este filme clásico sin tener la más peregrina idea de lo que están hablando, pero asintiendo cuando alguien que ha visto la película hace un comentario sobre una parte de ella.

Pero a veces desgraciadamente mentimos sobre cosas que son importantes.  Según un cálculo basado en los resultados de varios estudios, el 40% de las personas mienten en sus hojas de vida o “curriculum vitae”.  Si bien esto es algo que los empleadores se tragan sin verificar pero que deberían tener en cuenta, es peor si usted es parte del 30% de los usuarios de Internet que buscan amor en un sitio de citas donde el amor no existe, y donde la gran mayoría de sus amigos imaginarios viven.

Según un prolongado estudio realizado por el magazine Scientific American, un 90% de las personas que buscan una cita en línea mienten descaradamente en su perfil.  La mayor mentira contada por las mujeres es sumamente obvia; de promedio, las mujeres afirman que pesan por lo menos 6 kilos menos de lo que realmente pesan.  No dicen que las patas de sus camas tienen várices por el peso.  Y por supuesto, mienten acerca de su edad.  Esto prueba que no hay ninguna mujer vieja.

Los hombres por otro lado, hacen uso fraudulento de sus perfiles para tratar convencer a los otros de que son más altos, más buenmozo, más ricos y/o mejor educados de lo que realmente son.  Aquí es cuando uno vá de flaite a profesional instantáneamente porque el papel y la Internet resisten cualquier cosa escrita.  ¿Qué cosas, no?

Pero bien, antes de que usted jure que nunca más en su vida volverá a confiar en nadie, reflexione sobre esto: un estudio realizado por la Universidad de Toronto descubrió que, en realidad; son las personas más confiables las que mejor pueden saber cuándo se les miente.  Esto es lo opuesto con los degenerados mentirosos del púlpito.

Otras mentiras

“Mentira” también  es una canción compuesta por el chileno Buddy Richard en 1982 y fué un gran éxito internacional para el cantante, compositor y musicólogo nicaragüense Hernaldo Zúñiga y, casi simultáneamente, también significó un gran éxito para la argentina Valeria Lynch.  Esta canción fué compuesta por Buddy Richard para participar en el concurso televisivo chileno de 1982 "Aplausos" en el Canal 13, el que ganó con esta trova.

Hernaldo dijo (¿se acuerda de Hernaldo?) "Lo escuché en la transmisión de un concurso musical en Santiago, Chile, mientras estaba sentado en la habitación de un hotel".  ¿Será verdad esto?  Después de esto, Hernaldo hizo la primera versión grabada de esta canción la que apareció en un disco en su álbum de 1982 titulado "A Tanto Fuego".  Si no me cree, pregúntele a “Florcita Motuda”.


La mentira más popular entre las mujeres es cuando le dicen a otra mujer: “¡Que bién te ves!”.  Y ni siquiera se arrugan para decirlo.  ¡Lo peor es que la otra se lo cree!  Por eso es que las mentiras funcionan.  Y claro, los hombres no mienten, solo emiten respuestas imprecisas.

Una cosa más...

Para cerrar, les ofrezco mis resoluciones para este nuevo año:


  • Haré que sucedan cosas buenas para otras personas, para aquellos aquí ahora; y para los que vendrán después de mí.
  • Cuando las cosas se pongan difíciles y me cueste cumplirlas, me recordaré a mí mismo que puedo lograr cualquier cosa con tiempo, esfuerzo, paciencia, capacidad de recuperación, y resistencia.
  • Cuando mi situación no sea la mejor, haré lo mejor posible con lo que tenga a mi alcance.
  • Seré ingenioso y responsable.
  • Voy a superarme como persona y esperar más de mí.
  • Estaré obligado a este mundo y a la gente en él.
  • Y finalmente, correré más rápido que mis sueños para poder atraparlos, porque mientras más dé, más disfrutaré mi vida.
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Et sub Glossarium Glossarium – (Cum amore legentibus)
Camouflage – Esta palabra francesa significa el uso de cualquier combinación de materiales, coloración o iluminación para el ocultamiento, ya sea haciendo que los animales u objetos sean difíciles de ver (crypsis) o disfrazándolos como algo más (mimesis).
Diogénico – Cínico, impúdico.
Dióptrico(a) – Transparente.
Esputa – Escupe.  Cuando estaba en el colegio les preguntaba a mis compañeros: ¿Tu madre esputa?  Lo que oían era: ¿Tu madre es puta?  Esto es un problema que causa la ignorancia del idioma Castellano. 
Fementido(a)  Que no tiene fé ni palabra.  Es un culto que se refiere a las cosas que son engañosas o falsas
Prevaricación  La prevaricación, o prevaricato, es un delito que consiste en que una autoridad, juez u otro servidor público quien dicta una resolución arbitraria en un asunto administrativo o judicial a sabiendas de que dicha resolución es injusta y contraria a la ley. ​
Pseudólogo – Mentiroso patológico.
Ubicuidad - Facultad que representa a una determinada persona para estar presente en dos lugares distintos y al mismo momento.  La palabra ubicuidad es de origen latín “ubique” que significa “en todas partes”.

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Post scriptum et quorumdam suggestionibus pro futurum: Si hay algún tema sobre el cual usted quisiera leer mis traumáticas y ligeramente psicopatísticas opiniones, por favor sugiéralo a: rguajardo@rguajardo.us.

Caveat: Mis opiniones personales pueden resultarle ácidas, demasiado honestas, corrosivas, irreverentes, insultantes, altamente irónicas, acerbas, licenciosas, mordaces y de una causticidad filosófica sin límites conocidos por el ser humano, y quizá no le apetezcan o acomoden intelectualmente; pero es lo que habrá disponible basado en su pedido.  Gracias. 



El Loco