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miércoles, 1 de enero de 2020

¿Por qué Mentimos?

Todos mentimos, todo el tiempo.  Esto causa problemas por decir lo menos. ¿Entonces, por qué lo hacemos?

Los resultados arrojados por un estudio realizado por la Universidad de Massachusetts en el año 2002, establecen que el 60% de los adultos no pueden tener una conversación de más de diez minutos sin mentir por lo menos una vez.  Este porcentaje suena mejor de lo que realmente es: aquellas personas en el estudio actualmente mintieron con un promedio de 3 embustes durante su breve conversación.  ¡Aparentemente estamos jodíos!  ¿Qué cosas, no?

Los expertos dicen que todo se reduce a las arenas movedizas del “yo” y a tratar de lucir bien tanto para nosotros como para los demás.  El concepto de “yo”​ (y su étimo latino: ego) es un término difícil de definir debido a sus diferentes acepciones. ​ A lo largo de la historia su definición se ha relacionado con otros términos como psique, ser, alma, conciencia.  La aproximación académica hace precisiones según la disciplina desde la que se enuncie. 

El estudio del “yo” abarca tanto disciplinas de orientación biológica tales como la psicobiología, la neurobiología, la neuropsicología, etc., como disciplinas de corte filosófico y humanista.  El término “yo” se relacionaría con los conceptos de conciencia y cognición.  Aquel que tiene dos personalidades no tiene dos “yo”, de otra forma éste sería un “yo-yo”.

La inclinación a mentir "está relacionado con la autoestima", dice el psicólogo Robert Feldman de la Universidad de Massachusetts.  "Encontramos que tan pronto como las personas sienten que su autoestima se ve amenazada, inmediatamente comienzan a mentir en niveles más altos".  Esto es como un placebo mental.  ¿Qué cosas, no?

Pero no todas las mentiras son dañinas.  De hecho, dicen algunos investigadores que a veces mentir es el mejor enfoque para proteger la privacidad, a nosotros mismos y a otros de la malicia.  Algunos engaños, como la jactancia y la mentira en nombre del tacto y la cortesía, pueden clasificarse como poco graves.  Pero las mentiras descaradas (como las que a veces dice usted, ya sea que impliquen dejar de lado la verdad o poner algo falso) son dañinas.  Éstas corroen la confianza y la intimidad, las que son literalmente el pegamento de nuestras sociedades.

Engañándonos a nosotros mismos

Estudios muestran manifiestamente que muchos animales se envuelven en prácticas de decepción, o engañan deliberadamente a otros animales, pero solo los humanos estamos diseñados para engañarnos a nosotros mismos y a los demás.  La investigación del psicólogo Robert Feldman muestra que la gente está tan comprometida con la gestión de cómo les perciben los demás, que a menudo no pueden separar la verdad de la ficción en sus propias mentecitas.  Y Pinocho no tiene nada que ver con esto.
Por ejemplo, en un experimento, Feldman juntó a dos personas que no se conocían previamente en una habitación.  Su conversación fué grabada en video mientras que estos conversaban.  Más tarde y de forma independiente, se les pidió a cada uno que vieran la cinta e identificaran cualquier cosa que hubiesen dicho que no fuese del todo precisa.
En lugar de definir la conversación como mentira, y evitar el tono y peso moral de la palabrita, los investigadores de Feldman simplemente le preguntaron a los sujetos después de su conversación que identificaran todo lo que habían dicho en el video que "no fuese del todo exacto".
Inicialmente, cada sujeto expresó que lo que había dicho era completamente exacto, per al verse a sí mismos en el video, los sujetos se sorprendieron genuinamente al descubrir que lo que habían dicho are algo inexacto.  Las mentiras iban desde fingir que querían a alguien que en realidad no les gustaba, hasta afirmar falsamente ser la estrella de una banda de rock.
Este estudio, el que fué publicado en el Journal of Basic and Applied Psychology, encontró que el 60% de los participantes habían mentido al menos una vez durante una conversación de solo 10 minutos, diciendo un promedio de 2.92 “inexactitudes”.
"La gente miente casi reflexivamente", dice Feldman. "No piensan en ello como parte de su conversación social normal". Pero la investigación mostró lo contrario.

Feldman opina que lo que hacemos al hablar así, no es tanto el tratar de impresionar a otras personas; sino que de mantener una visión de nosotros mismos que sea consistente con la forma en que nos gustaría que fuésemos.  Queremos ser agradables, hacer que la situación social sea más fluída o más fácil, y evitar insultar a los demás por desacuerdo o discordia.

Lo curioso de los resultados de este experimento, es que muestra que los hombres no mienten más que las mujeres, pero tienden a mentir para verse mejor.  La diferencia radica probablemente en que las mujeres mienten para que la otra persona se sienta mejor.  En una investigación similar y paralela relacionada con entrevistas de trabajo, se descubrió que las personas extrovertidas tienden a mentir más que aquellas que son de un carácter más introvertido.

Feldman asevera que los individuos deberían ser más consecuentes con el grado en que tienden a mixtificar, y la honestidad todavía produce relaciones personales y grados de confianza más genuinas hacia el prójimo.  Aprender a mentir es una etapa natural en el desarrollo infantil, y los impúberes se convierten en mentirosos más serios y melifluos a medida que crecen.

Mentiras en el lugar de trabajo

Otra investigación realizada por Jennifer Argo de la Universidad de Alberta, Canadá; examinó más profundamente las bases de la prevaricación* en el lugar de trabajo.  Las amenazas a nuestro sentido de identidad y a nuestra autoestima resultan ser factores determinantes cuando se trata de mentir a los compañeros de trabajo en lugar de hacerlo a extraños.  En otro estudio reciente de la que fué coautora, demostró que las personas en general están aún más predispuestas a mentirle a sus compañeros de trabajo, que a los extraños.

El factor determinante de esta actitud es que queremos lucir bien cuando estamos en compañía de otros, especialmente enfrente de aquellas personas que nos importan, y mentimos para, consciente o inconscientemente; proteger nuestra autoestima y estatus en el grupo.

El experimento consistió en poner a un sujeto en un escenario, diciéndole que había pagado más que otro compañero de trabajo por el mismo automóvil nuevo.  Cuando el compañero de trabajo en este escenario, mencionó lo que habían pagado, $200 o $2,000 más en diferentes versiones del experimento, se le pidió al sujeto que diese su opinión sobre este escenario.

Argo descubrió que sus sujetos estaban más dispuestos a mentir cuando la diferencia de precios era pequeña y cuando hablaban con un compañero de trabajo en lugar de hablar con un extraño.

En general, se ha descubierto que los consumidores mienten para proteger su identidad pública y privada, escribió Jennifer Argo en el Journal of Consumer Research con sus colegas de la Universidad de Calgary, y la Universidad de British Columbia.  Argo señaló que estaba sorprendida de que las personas estén tan dispuestas a mentirle a alguien que conocen, incluso por una pequeña discrepancia de precios.

Esto está estrechamente relacionado con que las personas aparentemente se encauzan en el corto plazo en engañar a alguien, solamente para salvaguardar su autoimagen y autoestima en el momento presente.  El riesgo con esto es que en el futuro, si la persona mentida se entera de la verdad, esto puede tener consecuencias a largo plazo para el embaucador.  ¡Por eso es que los mentirosos deben poseer excelente memoria!

Nadie hace hincapié en que el sueldo es una mentira, ¿no lo cree usted?

Nuestra humanidad

Es obvio y claro que nuestra naturaleza humana está pifiada.  Figuradamente, la historia de la humanidad está riada de mentirosos astutos y experimentados como la mendaz prensa y televisión americanas.  Cuantiosos delincuentes mienten y elucubran falsedades para obtener retribuciones ilegales, tal como lo hizo el fraudulento financiero Bernie Madoff durante muchos años. 

Este sinvergüenza habitual les escamoteó miles de millones de dólares a inocentes inversionistas hasta que su plan criminal falló.  La más sobresaliente mayoría de los tramposos son los políticos ignorantes y desgraciados, los sacerdotes pedófilos y degenerados en general, y los cuentistas abogados deshonestos.  Esta basura se encuentra a la cabeza de la competencia petate en las praderas del engaño y las vastedades de la mentira.

Usualmente, los individuos mienten para encubrir comportamientos erróneos, tal como lo hizo el nadador estadounidense Ryan Lochte durante los Juegos Olímpicos de Verano en el 2016 en Río de Janeiro, Brasil; diciendo que él y sus compañeros de equipo habían sido asaltados y robados a punta de revólver en una estación de servicio.  El hecho real fué que Lochte y sus compañeros, alta e irresponsablemente intoxicados con alcohol después de una fiesta, quienes fueron arrestados por guardias de seguridad armados después de destruír e infligir grandes daños a propiedad privada.  Estos pseudólogos* ganan notoriedad por el nivel de atrocidad, descaro o por lo dañina que sean sus calumnias e imposturas.

Resulta que mentir es algo en lo que la mayoría de nosotros somos muy expertos, incluídos los Papas católicos a través de la historia.  Mentimos con gran facilidad, en formas grandes y pequeñas, a extraños, a compañeros de trabajo, a amigos y a nuestros seres queridos.  Por ejemplo, les decimos a nuestras esposas que queremos a nuestra suegra.  Y decimos esto sin arrugarnos.  Las buenas (o malas) noticias es que nuestra capacidad de deshonestidad es tan fundamental para nosotros como nuestra necesidad de confiar en los demás, lo que irónicamente nos hace terriblemente inútiles para detectar mentiras.  

Desgraciadamente el ser mentiroso es un estado natural el que está estrechamente interpolado y engranado en nuestra propia estructura mental, tanto es así; que es honesto y sincero decir que mentir, es humano.  Pero es divino también.  ¿Qué cosas, no?

Ubicuidad*

La universal omnipresencia de la mentira fué documentada sistemáticamente por primera vez por Bella DePaulo -hace más de 20 años atrás-, una psicóloga social de la Universidad de California en Santa Bárbara, California.  DePaulo y sus colegas les pidieron a 147 adultos que mantuvieran cuenta durante una semana cada vez que intentaran engatusar a alguien. Los investigadores encontraron que los sujetos mintieron en promedio de dos veces al día.

La mayoría de estas falsedades eran inocuas, con la intención de ocultar las deficiencias de uno o proteger los sentimientos de los demás.  Algunas mentiras eran excusas: un sujeto atribuía el hecho de no sacar la basura de su casa al no saber a dónde tenía que llevarla, a pesar de que ya llevaba viviendo 17 años en la misma casa.

Sin embargo, otras mentiras, como la afirmación de haber estado en una guerra; tenían como objetivo presentar una imagen falsa.  Si bien se trataba de transgresiones menores, un estudio posterior de DePaulo y otros colegas que incluyeron una muestra similar indicó que la mayoría de las personas, en algún momento, han dicho una o más "mentiras serias", ocultando una aventura de un cónyuge, por ejemplo, o haciendo falsas reclamaciones en una solicitud de universidad. 

El problema que yo le veo a este estudio, es que no sabemos si los sujetos envueltos en él mintieron acerca de los resultados.  Somos todos mentirosos, ¿no?  Entonces la validez de este estudio puede que sea falso o deceptivo.  Por lo tanto y consecuentemente, no hay ninguna diferencia entre escuchar las indecentes añagazas que un fraudulento fraile nos esputa* desde un moralmente sucio púlpito, y las mentiras que un criminal produce para salvar su licencioso pellejo.

El que los seres humanos ostenten un dudoso talento para engañarse los unos a otros, no debería sorprendernos en absoluto.  Esta ambigua habilidad es quizá de origen genético.  Los investigadores especulan que la mentira como norma de comportamiento, surgió poco después de la aparición del lenguaje.  El lenguaje ofrece la capacidad de manipular a otros sin usar fuerza física o violencia.  Esto factiblemente ha conferido una admirable ventaja en la competencia por recursos, muy similar a la evolución de estrategias fementidas* en el reino animal, como por ejemplo, el camuflaje*.

Con un arte de mentir apropiadamente desarrollado, es muchísimo más fácil obtener poder comparado con otros modos de hacerlo.  Es mucho más fácil y menos riesgoso el obtener  dinero o riqueza de alguien usando elaboradas mentiras, que golpear a alguien en la cabeza o asaltar un banco. 

Las escusas normalmente son mentiras.  Las que no lo son, son razones.  Cuando nos levantamos tarde y no podremos llegar a tiempo a nuestros trabajos, mentimos echándole la culpa al tráfico, a un accidente automovilístico que bloqueó nuestra pasada, a que la electricidad se había cortado, a que tiene un hijo enfermo, que el bus no paró y lo dejó plantado, o que al carburador de su automóvil le dió peritonitis.  Diremos cualquier mentira para justificar nuestra irresponsabilidad, pero muy raramente diremos la verdad en este tipo de situaciones.

Como la mentira ha llegado a ser reconocida como un rasgo humano profundamente arraigado, los investigadores de ciencias sociales y los neurocientíficos han tratado de iluminar la naturaleza y las raíces de este dañino talento.  ¿Cómo y cuándo aprendemos a mentir? ¿Cuáles son los fundamentos psicológicos y neurobiológicos de la deshonestidad? ¿Dónde le ponemos coto a este comportamiento?  

Las investigaciones nos dicen que somos propensos a creer algunas mentiras, incluso cuando son claramente contradichas por evidencias claras.  Estas ideas sugieren que nuestra propensión a engañar a los demás y nuestra vulnerabilidad a ser engañados, son especialmente importantes en la era de las redes sociales.  Nuestra capacidad como sociedad para separar la verdad de las mentiras se encuentra bajo una amenaza sin precedentes, especialmente para los “milenials”.

Veamos...

Hay dos cosas que podemos decir con absoluta seguridad sobre los tristes seres humanos: nuestros dedos opuestos, los pulgares; nos dan una ventaja extraordinaria para usar herramientas.  Me pregunto: ¿por qué solo tenemos uno en cada mano entonces?, y la segunda cosa es que todos somos grandes mentirosos.  ¡Ha!  A los cuatro años, el 90% de los niños han comprendido y aprendido a manejar eficientemente  el concepto de mentir.  Y a partir de esa edad, empeora.

¿Qué tan malo es? Según un estudio hecho en el año 2002 por la Universidad de Massachusetts, actualmente el 60% de los adultos no pueden tener una conversación de diez minutos sin mentir al menos una vez.  Sé que estás leyendo esto ahora mismo pensando y creyendo que tú eres parte del 40% que no miente.  Eso es lo que también pensaron los mentirosos en el estudio cuando escucharon sus conversaciones grabadas.  Éstos se sorprendieron por la cantidad de mentiras que habían dicho.  ¿Qué cosas, no?

¡La verdad de la mentira es que les mentimos a todos!  Nuestros padres se llevan o se han llevado lo peor, esto de acuerdo a The Day America Told the Truth, una publicación de James Patterson (un autor y filántropo norteamericano).  Petterson dice que un 86% de nosotros les miente regularmente a nuestros padres, seguidos de cerca por nuestros amigos a quienes les mentimos un 75%.

A nuestros hermanos o hermanas les mentimos alrededor de un 73%, y a nuestros cónyuges con un diogénico* 69%.   Pero por lo menos, en general mentimos acerca de asuntos que no son realmente importantes, pequeñas cosas que creemos que nos harán lucir mejor o más agradables (a no ser la susodicha sea una suegra).  

En una encuesta realizada por una compañía británica que arrienda películas, el 30% de los clientes encuestados mintieron cuando se les inquirió si habían visto la película: “El Padrino”.  El asunto es que El Padrino es una película clásica, por lo que asumimos que todos la han visto, por lo tanto le creemos a cualquiera que nos diga que la han visto; sea esto cierto o nó. 

Como queremos conectar y encajar socialmente, decimos una pequeña mentira a la que llamamos equivocadamente “una mentira blanca”.  Esto a su vez hace que otros piensen que todos han visto la película y, antes de que darnos cuenta, 3 de cada diez personas están tratando de mantener una conversación dióptrica* sobre este filme clásico sin tener la más peregrina idea de lo que están hablando, pero asintiendo cuando alguien que ha visto la película hace un comentario sobre una parte de ella.

Pero a veces desgraciadamente mentimos sobre cosas que son importantes.  Según un cálculo basado en los resultados de varios estudios, el 40% de las personas mienten en sus hojas de vida o “curriculum vitae”.  Si bien esto es algo que los empleadores se tragan sin verificar pero que deberían tener en cuenta, es peor si usted es parte del 30% de los usuarios de Internet que buscan amor en un sitio de citas donde el amor no existe, y donde la gran mayoría de sus amigos imaginarios viven.

Según un prolongado estudio realizado por el magazine Scientific American, un 90% de las personas que buscan una cita en línea mienten descaradamente en su perfil.  La mayor mentira contada por las mujeres es sumamente obvia; de promedio, las mujeres afirman que pesan por lo menos 6 kilos menos de lo que realmente pesan.  No dicen que las patas de sus camas tienen várices por el peso.  Y por supuesto, mienten acerca de su edad.  Esto prueba que no hay ninguna mujer vieja.

Los hombres por otro lado, hacen uso fraudulento de sus perfiles para tratar convencer a los otros de que son más altos, más buenmozo, más ricos y/o mejor educados de lo que realmente son.  Aquí es cuando uno vá de flaite a profesional instantáneamente porque el papel y la Internet resisten cualquier cosa escrita.  ¿Qué cosas, no?

Pero bien, antes de que usted jure que nunca más en su vida volverá a confiar en nadie, reflexione sobre esto: un estudio realizado por la Universidad de Toronto descubrió que, en realidad; son las personas más confiables las que mejor pueden saber cuándo se les miente.  Esto es lo opuesto con los degenerados mentirosos del púlpito.

Otras mentiras

“Mentira” también  es una canción compuesta por el chileno Buddy Richard en 1982 y fué un gran éxito internacional para el cantante, compositor y musicólogo nicaragüense Hernaldo Zúñiga y, casi simultáneamente, también significó un gran éxito para la argentina Valeria Lynch.  Esta canción fué compuesta por Buddy Richard para participar en el concurso televisivo chileno de 1982 "Aplausos" en el Canal 13, el que ganó con esta trova.

Hernaldo dijo (¿se acuerda de Hernaldo?) "Lo escuché en la transmisión de un concurso musical en Santiago, Chile, mientras estaba sentado en la habitación de un hotel".  ¿Será verdad esto?  Después de esto, Hernaldo hizo la primera versión grabada de esta canción la que apareció en un disco en su álbum de 1982 titulado "A Tanto Fuego".  Si no me cree, pregúntele a “Florcita Motuda”.


La mentira más popular entre las mujeres es cuando le dicen a otra mujer: “¡Que bién te ves!”.  Y ni siquiera se arrugan para decirlo.  ¡Lo peor es que la otra se lo cree!  Por eso es que las mentiras funcionan.  Y claro, los hombres no mienten, solo emiten respuestas imprecisas.

Una cosa más...

Para cerrar, les ofrezco mis resoluciones para este nuevo año:


  • Haré que sucedan cosas buenas para otras personas, para aquellos aquí ahora; y para los que vendrán después de mí.
  • Cuando las cosas se pongan difíciles y me cueste cumplirlas, me recordaré a mí mismo que puedo lograr cualquier cosa con tiempo, esfuerzo, paciencia, capacidad de recuperación, y resistencia.
  • Cuando mi situación no sea la mejor, haré lo mejor posible con lo que tenga a mi alcance.
  • Seré ingenioso y responsable.
  • Voy a superarme como persona y esperar más de mí.
  • Estaré obligado a este mundo y a la gente en él.
  • Y finalmente, correré más rápido que mis sueños para poder atraparlos, porque mientras más dé, más disfrutaré mi vida.
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Et sub Glossarium Glossarium – (Cum amore legentibus)
Camouflage – Esta palabra francesa significa el uso de cualquier combinación de materiales, coloración o iluminación para el ocultamiento, ya sea haciendo que los animales u objetos sean difíciles de ver (crypsis) o disfrazándolos como algo más (mimesis).
Diogénico – Cínico, impúdico.
Dióptrico(a) – Transparente.
Esputa – Escupe.  Cuando estaba en el colegio les preguntaba a mis compañeros: ¿Tu madre esputa?  Lo que oían era: ¿Tu madre es puta?  Esto es un problema que causa la ignorancia del idioma Castellano. 
Fementido(a)  Que no tiene fé ni palabra.  Es un culto que se refiere a las cosas que son engañosas o falsas
Prevaricación  La prevaricación, o prevaricato, es un delito que consiste en que una autoridad, juez u otro servidor público quien dicta una resolución arbitraria en un asunto administrativo o judicial a sabiendas de que dicha resolución es injusta y contraria a la ley. ​
Pseudólogo – Mentiroso patológico.
Ubicuidad - Facultad que representa a una determinada persona para estar presente en dos lugares distintos y al mismo momento.  La palabra ubicuidad es de origen latín “ubique” que significa “en todas partes”.

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Post scriptum et quorumdam suggestionibus pro futurum: Si hay algún tema sobre el cual usted quisiera leer mis traumáticas y ligeramente psicopatísticas opiniones, por favor sugiéralo a: rguajardo@rguajardo.us.

Caveat: Mis opiniones personales pueden resultarle ácidas, demasiado honestas, corrosivas, irreverentes, insultantes, altamente irónicas, acerbas, licenciosas, mordaces y de una causticidad filosófica sin límites conocidos por el ser humano, y quizá no le apetezcan o acomoden intelectualmente; pero es lo que habrá disponible basado en su pedido.  Gracias. 



El Loco

viernes, 1 de marzo de 2013


Fragmentorum Ex Notatio Verbi

(Trozos de Etimología)


Etimología

La etimología es la ciencia dedicada al estudio del origen de las palabras; la cronología con que éstas se incorporan a un idioma; y el fundamento y las filiaciones contenidas en sus cambios estructurales de forma y de significado dentro en un lenguaje determinado.  Del lenguaje provenzal Occitano (o Lengua de Oc), y del Latín, una germanía es cualquier sistema de comunicación estructurado en el que hay un determinado contexto que rige su uso, y que contiene algunos reglamentos formales para la combinación de las palabras imbuídas en un léxico explícito.

En idiomas que sostienen una dilatada historia de notaciones alfabéticas, la etimología es una disciplina relacionada con su filología y con la lingüística diacrónica y comparativa del lenguaje en estudio, y que además incluye el estudio del origen de las palabras mediante la investigación de su significado primitivo, de su estructura primigenia, y sus cambios de nomenclatura ocurridos desde su concepción.

Nullam Luctus Tristique Dui (descargo de responsabilidad)

El objetivo de este trozo filológico es el etimologizar algunas palabras que están contenidas en la lengua Castellana, pero que no pertenecen al Castellano original, sino que han sido incorporadas diacrónicamente dentro de la lengua.  Le doy cierta importancia a la degeneración de ciertas palabras, a nuevos neologismos, a algunas variantes dialécticas, a irrefutables ranciedades lingüísticas, y a algunas palabras de obscuro significado que creo que viven en los cerebros humanos sin ninguna raíz discernible o explicable que las ate entre el cerebro y la lengua (ese apéndice contorsionista carnal de la boca), y que por lo tanto son usadas sin colegirlas.  Que quede claro que hago todo esto simplemente por joder.  ¿Qué cosas, no?

Siendo la etimología una "ciencia" asazmente inexacta, los antecedentes a usar para descubrir con pericia y erudición el origen de cómo se constituyó una palabra, es bastante escaso.  Casi todas las raíces que se esgrimen para determinar el origen de una palabra son muchas veces equivocadas, y también hay muchas personas que no estarán de acuerdo sobre la veracidad o exactitud de estos orígenes.  Además, las lenguas evolucionan y cambian constantemente, y el significado de ciertas palabras también cambia.

Habiendo dicho esto, las palabras que discuto en este escrito las elegí mera y parcialmente por curiosidad personal, y a motivo de información para mis lectores.  También quiero agregar que mi humilde y precario conocimiento dialéctico es limitado y de un peso netamente embrionario, así que el creerme en este tipo de cosas es materia de decisión personal. 

Las palabras

Las palabras descritas a continuación están elegidas sin ningún concierto o avenencia.  Considere esta lectura como un "tour" orientado infaliblemente a perderlo en el laberinto secreto y enmarañado que envuelve la contorsionada serendipia de algunas palabras Castellanas.  Quizá esto le suene a floccinaucinihilipilificación, que es el acto de categorizar o jerarquizar algo que es trivial o de muy poco uso (este vocablo por sí mismo es un hipopotomonstrosesquipedalianismo), pero que en este caso; le servirá como un subsidio auxiliar para la iluminación de su sapiencia natural.  Por otro lado y después de leer este escrito, quizá usted me catalogue de adoxógrafo por mi capacidad innata de escribir con gracia y estilo sobre vanos sujetos sin importancia alguna.  En cualquier caso mi querido lector, yo lo sigo amando.

Soldado

La palabra con que denominamos a nuestros ciudadanos que pelean como parte de un conjunto de fuerzas armadas terrestres, es soldado.  Cualquiera sabe lo que es un soldado, pero; ¿sabe cualquiera qué significa la palabra "soldado" y de dónde viene?  He descubierto que la mayoría de la gente no tiene la más peregrina idea, quizá porque no sea importante; o tal vez –como muchas palabras de nuestro lenguaje- las usan solo porque se las enseñaron.

La palabra soldado se deriva de la palabra "salis" del Latín, la que también en Latín se escribe sal.  La sal ha sido una parte extraordinariamente importante en la historia de las civilizaciones por milenios.  La facultad de la sal para preservar alimentos fué uno de los elementos de la fundación misma de la civilización porque eliminó la dependencia de la sustentación basada solo en los alimentos disponibles localmente para consumo durante las estaciones, e hizo posible el transporte de alimento a través de largas distancias, y propició la conservación de éstos por mucho tiempo.

La sal no era fácil de obtener lo que la convirtió en un artículo de muy alto importe comercial, y que hasta se transformó en una forma de capital o dinero para ciertos grupos.  Su antigüedad, importancia, y dependencia estratégica se puede ver en muchos caminos antiguos establecidos desde la Edad del Bronce.  Se dice que algunos caminos de sal como la Via Salaria de la antigua Roma, la que comunicaba Roma con el puerto de Castrum Truentinum y el puerto de Ancona en el Mar Adriático en la Provincia Romana de Picenum; estuvieron directamente ligados a la fundación de Roma.

¿Y esto qué tiene que ver con soldado?  Pues bien, ya sabemos que la sal era valiosa, tanto así, que parte de la paga de las milicias de la Legiones Romanas, era en sal.  De aquí es que se deriva la palabra "salarium", o salario en Castellano (en Inglés es salary), y los que reciben salario son "asalariados", lo que es sumamente contrario a "estar salado" o "andar salado".  Entonces, para poder entregar la parte de la paga en sal a las milicias diseminadas y desparramadas por todos los lejanos y recónditos rincones del Imperio Romano, los Césares tenía divisiones especiales entre sus milicias para transportar y proteger la sal.  Según el autor, historiador, naturalista y filósofo Romano Gaius Plinius Secundus (23 BC – Agosto 25, 79 DC) mejor conocido como Plinio el Viejo; a estas milicias especiales se les llamaba "sal dare", que en Latín significa "dar sal", y a sus integrantes, "dadores de sal" o "sal dadores".  Una vez que el salarium se les pagaba a las tropas, éstas estaban "sal-darem" o pagados, y los entregadores de la sal estaban "sal tradidit" o "sal liberados"; desde donde se deriva la expresión "saldar una cuenta" pendiente.  Cuando un legionario era atacado con la negra intención de robarle su sal, era "asaltado".

Entonces el milico que transportaba, protegía y entregaba los pagos en sal incluyendo su parte, era un "saldado" o "soldado".  La palabra se mantuvo porque estos "soldados" eran los más populares entre las tropas.  Hoy por hoy, la sal no es una cosa de milicia, pero un asunto más culinario desde el cual se derivan la palabras salsa, ensalada, salame, salero, salado, salchicha, salcochar, saliva, salmuera, comensal, y otras más entre muchas con la excepción de saltimbanqui, una especie de "Chinchinero".  Ahora sabe por qué llamamos a nuestros guerreros: soldado.  ¿Qué cosas, no? 

Testículo

Esta palabrita no se deriva -como muchos quisieran creer- de la palabra "testa".  "Testa" es Italiano para "cabeza", y cabeza en Latín es "Caput".  Testículo se deriva de la palabra Latina "testis" o "testes", lo que significa literalmente: testigo. 

Esto no solo es importante, sino que además tiene sus raíces en muy antiguas y serias costumbres –tal vez machistas- donde los testículos de un hombre estaban estrechamente relacionados no solamente con su virilidad ya que estos testifican la virilidad masculina, pero también estaban intrínsecamente atañidos con la honestidad de un sujeto.  Si en algún momento de su vida alguien duda de su masculinidad o del origen de su naturaleza humana, sus testículos serán los mejores e innegables testigos de su hombría y viril reciedumbre.  Con la simple exposición de sus testigos, usted podrá establecer sin dejar lugar a dudas de que usted "tiene las bolas bien puestas", o por lo menos, de que usted "tiene bolas", o "testigos innatos" de su masculinidad.

Volviendo a las terriblemente antiguas costumbres sobre la virilidad y la honestidad acaecidas durante (aproximadamente) 300 AC y 200 DC, cuando a un hombre se le ponía en duda lo que decía, se le hacía jurar de que estaba diciendo la verdad con una mano sobre sus testículos.  Esto era un compromiso muy serio porque si se descubría que había mentido, el sujeto en cuestión era castrado.  Cuando un hombre actuaba de testículo (testigo) por las acciones de otro hombre, técnicamente era el testículo del hombre por quien daba testimonium (o testimonio que es Latín para: evidencia), pero si mentía o falsificaba los hechos, también era castrado sin miramiento alguno.  En las cortes de hoy solamente se levanta la mano derecha con la palma abierta a la altura de la cabeza para jurar decir la verdad, y ya no necesitamos hacerlo con las manos sobre las joyas de la familia.  Se puede decir entonces –y sin insultar a nadie en absoluto- de que Los Testigos de Jehová o Los Testículos de Jehová; son lo mismo, y esto de acuerdo a los libros Deuterocanonicales (Nuevo y Viejo Testamento) de la Biblia cristiana, especialmente ejemplarizado en el Libro de Génesis.

¿Sabía usted de que los pulpos (el molusco cefalópodo octópodo) tienen los testículos en la cabeza?  Quizá de ahí evolucionaron los políticos... y su bromidrosis moral.  ¿Qué cosas, no?

Hipoteca

Esta es una palabra peligrosísima si usted no sabe lo que significa.  La palabra hipoteca se deriva del Griego "Hypothēkē" o de su sinónimo en Latín: "morgagium", que significa "promesa de muerte".  En Griego, "hypo" en su acepción legal denota una "promesa"; y "theka" (o thēkē) es la "seguridad" que se ofrecía por un préstamo.  En otras palabras, la hipoteca es la "promesa de seguridad" que se ofrecía para pagar la deuda, y generalmente esas deudas se pagaban con los Tetradracmas de Atenas (la diosa)– que era la moneda del "Periodo Clásico" Griego, o con la vida; pero la hipoteca siempre se pagaba. 

Esto de pagar "con la vida" no era tan salvaje o barbárico como suena.  Lo que realmente significaba era que la deuda de la propiedad terminaría con la muerte del "hipotecario".  Esto era porque la longevidad promedio en esos tiempos era de aproximadamente de unos 35 años; y esta temprana mortandad era debido a enfermedades, guerras, Epidemias Hipocráticas, plagas, y también aunque increíble: ahogamiento.  La Eugeria (el buen envejecimiento) durante los periodos de paz permitía que algunos ciudadanos Griegos llegasen a vivir hasta los 70 años; pero esto no era lo común, así que los préstamos hipotecarios de 20 a 30 años eran prácticamente de por vida, y a los hipotecados se les iba la vida pagando la hipoteca.

Las tres razones principales que definen el principio de la "promesa de muerte" de una hipoteca: primero: la hipoteca "muere" cuando la deuda se paga en su totalidad y usted es finalmente dueño de su propiedad; segundo: usted no puede pagar la hipoteca, entonces la hipoteca "muere", por lo tanto le quitan la casa para completar el pago de la deuda; y tercero: usted muere y no se completan los pagos, entonces le quitan la casa para completar el pago de la deuda, y así entonces la hipoteca "muere".  Como usted vé, la palabra "muerte" está estipulada por todos lados en una hipoteca. 

Esto no ha cambiado nada desde los tiempos clásicos Griegos.  Hoy si usted no puede pagar su hipoteca, estas instituciones acantocéfalas a las que llamamos bancos aceleran la muerte hipotecaria, le quitan la casa en forma inmisericorde o "immiti" (despiadadamente), lo dejan en la calle, y lo condenan a una muerte larga y dolorosa junto a todos los integrantes de su familia.  Éstas son las acciones de "su banco amigo".  ¿Qué cosas, no?

Cagamosis

Si usted tiene una mente de alcantarilla, una imaginación de cenagal, y una sapiencia barata,  jamás adivinará lo que esta palabra significa o lo que representa.  No se ría porque ya hablaremos del reírse sin motivos, y después de eso, quizá ya no se ría más.

Primeramente (¡deje de sonreír!), "mosis" no es ni significa alguna o ninguna cosa; ni en nuestras concurrentes y flexibles lenguas contemporáneas, ni en los ingeniosos y talentosos léxicos del Griego y el Latín.  El superficialmente escandaloso prefijo de la palabra y título de esta sección ya usted lo conoce requetebién, y no es menester de que lo discutamos ni aquí, ni ahora.

Si le doy algunas pistas o claves; ¿cree usted de que podrá dilucidar el significado de la palabra Cagamosis?  Veamos.  Le daré 12 mojones, testículos, o "labefactums" (consecuencias) para analizar, y para que logre deducir su significado. 

Cuando un conjugium exhibe:

1. Argumentos frecuentes y falta de respeto,
2. Falta de comunicación,
3. Miente o mantiene secretos,
4. No invierte tiempo en el paralelismo coniugalis,
5. Falta de intimidad o afecto,
6. Abuso de alcohol o drogas,
7. Infidelidad,
8. Lenguaje corporal inadecuado,
9. Egoísmo y desinterés por las necesidades del coniux,
10. Depresión y soledad,
11. Falta de amor o expectativas poco realistas,
12. Problemas monetarios, legales o de progenie.

A ver qué tanta sangre de Sherlock Holmes usted tiene.  Todos los aspectos (y otros muchos más, pero yo le ofrecí solamente 12) destacados arriba influyen y predisponen -en conjunto o separados- a una institución sindical que ha sido reconocida socialmente, ya sea por medio de disposiciones jurídicas o por la vía de los variados usos y costumbres idiosincráticas de casi todos los pueblos del planeta Tierra.

Esta afligida palabra viene del Griego "kakos" (malo) en adición a "gamos" (maridaje) y en adición a "osis" (que alude a una condición): kakos+gamos+osis = cagamosis.  Bueno, usted adivinó: Cagamosis es un matrimonio infeliz.  ¿Parecido a lo que usted pensaba o creía antes de leer esta sección? ... es lo más probable.  ¿Qué cosas, no?

Ultracepidario

Estoy seguro de que usted en más de una ocasión se ha encontrado con este pedante y pretensioso tipo de personas.  Estos rutilantes gandules sociales frecuentan fiestas, reuniones sociales, clubes, bares, cafés, y por supuesto, han infectado Internet.  Si usted está en una reunión social, estos candongos se entrometen en su conversación con la excusa de que "no pudo dejar de escuchar lo que hablaban", y se ponen a sacudir la lengua en todas direcciones y sobre cualquiera que sea el tema de conversación que fué asilado en ese momento por este emboscador.  Estos individuos no hablan para decir algo; sino que dicen algo para hablar porque el que sabe no habla, y el que habla mucho; poco sabe.

Este término tiene cimientos en un ácido comentario que Apeles (532 AC – 308 AC), un famoso artista griego nacido en Colofón, le hizo a un presumido zapatero quien criticó su pintura.  Esto también de acuerdo a Plinio el Viejo, quien por la opinión de muchos; era medio loco.  La frase en Latín dicta: "Sutor, ne ultra crepidam", la que fué alterada por otros autores Latinos a: "Ne ultra crepidam judicaret", lo que indica que el zapatero no debería juzgar algo que no entiende.  Esta frase más tarde se convierte en un popular refrán que señala: "Zapatero a tus zapatos"

Entonces, un ultracepidario es aquella persona (uso el término persona porque la verdadera clasificación de estos ronceros puede ser levantisca para sus oídos en caso de que los tenga delicados) que habla abundantemente y ofrece opiniones y comentarios en materias que están completamente fuera del alcance de su estítico conocimiento.  La aplastante mayoría de los políticos de hoy son ultracepidarios recalcitrantes y contumaces por discernimiento y elección propia.  ¿Qué cosas, no?

Filosofunculista

Parecido y junto al ultracepidario, está el filosofunculista.  A diferencia del anterior, estos son perfectos imbéciles.  El luctuoso ultracepidario es un pobre animal de costumbres y personalidad amorfa, empero el filosofunculista; es un vicioso pedófilo intelectual y un reo moral.  Estos caracteres tienen imbuída en sus existencias una gran porción de Delirium Tremens, y están rebasados de un Complejo Mesiánico malentendido.  Lo peor de todo con estos inconscientes poltrones es que no se dan cuenta de que los que le escuchan (muy sumariamente, por supuesto) reconocen de inmediato su inopia cultural antes de que el filosofunculista en cuestión haya gastado una unidad Newtoniana de su baba.

Los filosofunculistas insisten siempre y constantemente en tener la razón en cualquier tema, independientemente de las sandeces que salen del extremo salvaje de sus tráqueas, las cuales refuerza hablando a gritos, apagando así cualquier intento de otro ser humano que quiere expresar una opinión.

 Del Griego "philosophikos": "amante del saber" + "functio": "función, desempeño" + Latín "Culus" (o "asinus" (culo) = philosophunculist.

El filosofunculista es aquel alabancioso que pretende saber más de lo que sabe para impresionar a otros, aunque tengan que inventar inanes y nimios conceptos.  En otras palabras Castellanas de menor alcurnia y con extrema pobreza de abolengo, un filosofunculista es aquel a quien le encanta hablar mierda.  ¿Qué cosas, no? 

Dompteusa

Si usted es un poco (o mucho) salvaje, desordenado, rebelde  y con ínfulas de una libertad inentendible, y esto le ha traído una serie de problemas en su vida a raíz y resultado de algunos de sus actos inmaduros,  incipientes y desmañados; usted necesita una Dompteusa.

Si usted ha demostrado un comportamiento de hombre salvaje, o demuestra que aparentemente ha vivido de forma vernáculamente oriunda en bosques urbanos emulando a figuras mitológicas parecidas a las que están pintadas en los rosetones de las bóvedas de los arcos conopiales en la Catedral de Canterbury; usted necesita una Dompteusa. 

El hombre salvaje de hoy se reconoce fácilmente porque deambula al azar y sin un rumbo trazado las calzadas de las ciudades, muy a menudo armado con un I-Phone, audífonos, u otros elementos que usa pero que no entiende, y vestido de algo que para muchos con cultura textil indumentarial muchas veces son insólitos ropajes que no pueden clasificar.  Este espécimen es el puente entre el cigüeñal de los humanos civilizados, y los peligrosos entes que han sobrevivido desde tiempos heráldicos.  Estas desorientadas unidades de naturaleza humana son fácil presa de una experta Dompteusa.

Es extensamente discutido el origen, o de dónde esta palabra proviene o se deriva, pero aquí le ofrezco unas raíces creíbles, plausibles y aceptables para este vocablo.  La palabra se compone de los siguientes trozos de etimología:

Del Latín "Domitorque" = domador, subyugador
Del Griego "Ptolemaios" = de guerra, guerrera
Del genitivo "teuse" = femíneo

Dom + pt + euse = Dompteuse: Una mujer (guerrera) que entrena o doma animales.  Una Amazona de la Mitología Clásica Griega, palabra derivada probablemente de un etónimo Iraní, "ha-mazan" (guerreros).  Una Domadora.  Una Dominatriz en Potencia.

En muchas culturas, incluyendo la suya, normalmente la Dompteusa es la Esposa (usted parece sorprendido...).  La Dompteusa más decana, profesional, ducha, experta y veterana que existe para la mortificación generalizada del Hombre Libre; es la Suegra, conocida desde tiempos inmemoriales como "flagellum inferni" (el azote del infierno).  ¿Qué cosas, no?

Sicofante

Esta palabrota con que denominamos a los abogados deshonestos y a otros afines hijos de puta de nuestra sociedad, es una deleitosa contribución "de oque" de Don Bering Comparini Quintana.

Esta palabra posee varias acepciones similares, pero aquí uso la primera acepción, o la representación original intentada para la palabra.  Las raíces y formación de esta palabra provienen de la necesidad de los Griegos para monitorear el contrabando ilícito de higos, y por ende; controlar y castigar la evasión de impuestos a la República.   La importación o exportación de higos a Grecia no estaba prohibida, pero como esta fruta divina tenía impuesta un arancel de lujo, la hacía sumamente cara y como su exacción monetaria en favor del Estado era alta, la hacía un preciado artículo del Mercado Negro.   

Para ayudar a combatir la venta clandestina e ilegal de higos, el gobierno Griego les pidió a sus ciudadanos que denunciaran a los perpetradores para el bien de la economía y la estabilidad legal de la República.  Entonces a estos ciudadanos se les denominaba: "Sycophantae", o "denunciadores".  Pero lo romántico y bien intencionado de esta palabra termina aquí.  Los fundamentos de la palabra son: "sykon", Griego para higo; y "phasis", exhibir, informar.  Por lo tanto, originalmente un sicofanta era un "informador" o un "delator de higos"; pero eso cambió radicalmente.

En la antigüedad este término figurativo se aplicaba a todos los informantes, pero como la naturaleza humana lleva engendrada la maledicencia contenida en los Gened inhonestus legisperitum (genes de abogado deshonesto), muchos de estos esbirros y sayones utilizaron este probo y bien intencionado principio para delinquir en favor de su propia lubricidad, denunciando embustera y mendazmente a ciudadanos honestos y pudientes, para chantajearles dinero y extorsionarlos con falsas acusaciones, el mismo pretexto adecuado que usan nuestros abogados deshonestos contemporáneos para enriquecer sus activos.

Afortunadamente en el año 404 A.C. auspiciada e impuesta por el Senador y Comandante de las Guerras del Peloponeso y Corintia, y miembro oligárquico del "Consejo de los Cuatrocientos", el Espartano Lysander -quien no tenía paciencia ni misericordia con este tipo de ratas- se promulgó la Ley de Thirty (Ley de Tiranía) bajo la cual comenzó a ejecutar a cuanto sicofante se le puso a su alcance.   Después de limpiar bastante la democracia, desafortunadamente la nueva ley solo perduró por ocho meses; pero desde entonces, a los sicofantes se les identifica y etiquetea como impostor, calumniador, traidor, y abogado (los deshonestos, eso es).

La ley trabajó estupendamente bien mientras duró, pero es axiomáticamente obvio de que la Ley de Thirty no funciona más porque todos los abogados deshonestos siguen vivos.  ¿Qué cosas, no?

Quidnunca (Cuidnunca o Cuidnunco)

Esta es una de las palabras más antiguas que existen y que ha estado empotrada en todas las civilizaciones desde que existe el hombre viviendo en grupo.  Quizá después de leer su definición usted comience a usarla más seguido porque tendrá personas de sobra para colgárselas.

Los orígenes de esta palabra a pesar de que son en parte obscuros, son reales.  La palabra consta de tres raíces en Latín, de las cuales se han conservado solamente dos.  Esto es típico de los cambios etimocronológicos con que las palabras se incorporan a los idiomas.  El cambio y adaptación estructural de esta palabra Latina varía entre idioma e idioma, pero su significado no ha cambiado un ápice a pesar de sus permutas y variaciones estructurales diacrónicas y sincrónicas.   Esto es porque un signo lingüístico determinado no vincula necesariamente un nombre con un objeto o una cosa; sino un concepto abstracto con una imagen acústica determinada y reconocible.  ¿Qué choro, ah?

Las raíces Latinas de Quidnunca son: Id Quod (¿Qué?), Et Nunc (y ahora), y Lingulaca (lengua suelta).  Entonces Quod Et Nunc Lingulaca quiere decir: ¿Y ahora qué, lengua suelta?  Frase que se acortó a Quid Nunc.

Esta frase se aplicaba a aquellas personas que siempre están interesados de saber cosas de los demás que envuelvan noticias desviadas y escándalo; en otras palabras una persona chismosa que siempre tiene que saber lo que está sucediendo para poder sacudir su suelta lengua con los demás.  La simple expresión en el léxico filológico retórico coloquial chileno sería: "Copuchenta".

Las personas Quidnuncas tienen una necesidad terrible y compulsiva de ejercer este tipo de gatuperio verbo-social para poder satisfacer una necesidad indigentemente psicológica profunda, la que gobierna a voluntad los bajísimos niveles de su autoestima. ¿Qué mejor manera hay de promover y estimular la imagen personal de un Quidnunca que mediante el indiscriminado uso de peyorativos negativos parloteando en un pueril esfuerzo de demostrar que son inteligentes y bien informados, o que son alguna clase de mortales superiores?  ¿La suegra?  ¡Nóooooo!  ¡Jamás!  ¿Qué cosas, no?

Abderiano

Quizá esta estrambótica e inesperada palabrilla sea consumadamente desconocida y forastera para usted, en su uso cotidiano eso es, porque en realidad usted puede identificar a un "abderiano" o a una "abderiana" sin siquiera mirarlos.

Esta palabra está directamente relacionada con la risa constante, tonta y excesiva del filósofo Griego Democritus de la Grecia Antigua, quien nació en la ciudad de Abdero, en Tracia, una colonia Ioniana de Teos en la Antigua Grecia.  A pesar de que Democritus de Abderia no era tonto, indubitablemente y manifiestamente se reía como uno.  La estúpida e irritante risilla que emitía cada vez que articulaba una frase o una oración gramatical subrayaba sus palabras con una notoria característica idiótica y una imbécil hilaridad bucal parlante.  Democritus se reía como un retardado constantemente, cosa que les desagradaba profundamente a sus contrincantes e impugnantibus de la época, así que para burlarse de él, proclamaban que "Risus abundat in ore stultorum" (la risa abunda en la boca de los tontos); proverbio que ha demostrado ser tremendamente acertado hasta nuestros tiempos.  Estoy seguro de que usted conoce por lo menos a un abderiano o alguna abderiana; y en muchos casos exceptuándose usted mismo.

La cosa es que la risa (social) ha sido una contumacia que ha problematizado a los filósofos por más de 2.000 años durante los cuales se han rascado la cabeza sin encontrar resultados o explicaciones sensatas, congruentes o lógicas para este fenómeno.  Los científicos modernos han examinado la materia gris, han analizado la corteza cerebral,  le han hecho cosquillas a niños pequeños y a adultos, han experimentado con Macacus Rhesus y políticos, ratas y abogados, perros y curas, conejillos de Indias e individuos comunes, y con cualquier otra cosa que les pudiese ayudar en la búsqueda de una respuesta.  En esta expedición en busca de la razón de la risa,  descubrieron un detalle el que eludió a Hobbes, Descartes, Platón, Kant, Anaxímedes, Schopenhauer, Tomás de Aquino, Tales de Mileto, Aristóteles, Pitágoras, Freud, Heráclito, Marx, Nietzsche, y hasta al mismo Democritus.

Tristemente, la conclusión es de que la risa social, esa risilla tonta; no es una espontánea respuesta intelectual al saber, ni al humor o al sentido del humor, sino que está más relacionada con la estabilidad y conservación sindical instintiva de los cernícalos sociales que viven en nuestras comunidades.  Es una reacción fabricada para agradar al prójimo en busca de aceptación, lo que denota un tremendo deterioro de la personalidad, una dependencia emocional decadente, y el tristemente voluble intelecto del susodicho que la emite.  Estos monotes se ríen de cualquier cosa: de sus propias palabras, de cualquier apostilla que oyen o escuchan, de cualquier gesto que usted haga, o de cualquier cosa que ven, y con esto; le miran a usted con una cara de enajenados y le ofrecen una risa intermitente y mentecata para conseguir su aprobación.  La más cercana expresión en el léxico filológico retórico coloquial chileno sería: "Chupamedias".

Todos nosotros ofrecemos una recatada dosis de risa social a nuestros interlocutores, a veces con intangibles e imperceptibles demarcaciones abderiánicas; pero de esto ¿a convertirse en un abderiano aeolista...?  ¿Qué cosas, no? 

Ji, ji, ji...  si le intrigó ese último trozo de etimología (aeolista), ¡pregúnteme!  Ji, ji, ji... 


El Loco