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sábado, 1 de julio de 2017

Filosofía y Mansedumbre

Si usted piensa que la filosofía es aburrida, es probablemente porque no la entiende. 
Si usted piensa que la filosofía es inoportuna, es probablemente porque no la concibe. 
Si usted piensa que la filosofía es soporífera, es probablemente porque no la razona. 
Si usted piensa que la filosofía es letárgica, es probablemente porque no la deduce. 
Si usted piensa que la filosofía es lacia, es probablemente porque no la piensa. 
Si usted piensa que la filosofía es inapetente, es probablemente porque no la discierne.  
Si a usted no le gusta la filosofía, dedíquese a la tartarología.
Éstos son principios y apotegmas axiomáticos.

No puedo hacer que al ser humano le guste la filosofía porque la filosofía en su aspecto más intrínseco, es algo en que el invertir tiempo y poder mental es un riesgo el que quizá nunca rinda algún resultado.  La filosofía como ciencia surge en el siglo Vl antes de la Era Común en Grecia, cuando el hombre comenzó seriamente a cuestionar el origen de las cosas y los conceptos acerca de si mismo, y acerca del mundo en que vivía.   La historia de la filosofía es una larga historia saturada de innumerables batallas intelectuales sobre algún asunto transcendental o primordial sin respuesta.  Aquí le traigo más...

La filosofía entonces prorrumpe como un esfuerzo racional para explicar fenómenos a través de una promoción lógica de las habilidades intelectuales humanas, en un denuedo para delinear una frontera clara entre lo mítico (o religioso), y lo real.  Hay otras hipótesis sobre el origen de la filosofía, pero estas no están acreditadas.

Yo no soy filósofo, pero sí soy muy filoso.

Como en todo lo que hacemos en este mundo, nos gusta segregar.  La filosofía no es una excepción.  En el caso de las ciencias, segregación es una eficiente manera de manejar y administrar amplios campos de conocimiento en una forma ordenada y no repetitiva.  Si a este punto en la lectura usted ya esta aburrido de leer esta pseudo-epistemología, le sugiero cariñosamente que vaya entonces a mirar el cajón de los tontos, al que nosotros llamamos: “televisión”.

Empiricismo versus Racionalismo

Empiricismo

Los empiristas afirman que la práctica sensorial es el punto de origen de todo nuestro conocimiento.  Según ellos, los sentidos nos proveen de todo conocimiento sobre el mundo, y que sin esta base, no seriamos capaces de asimilar conocimiento alguno.  La opinión es que la percepción es el proceso embriónico desde donde se generan todas nuestras creencias.  Básicamente, el empirismo manifiesta que basados solamente en nuestras experiencias sensoriales, nosotros germinamos todas nuestras creencias y todo nuestro conocimiento.  ¿Qué cosas, no?

Un ejemplo clásico de un empirista es el filósofo británico John Locke (1632-1704).  Su teoría de la mente es frecuentemente considerada como el origen de las concepciones modernas sobre la identidad y el yo; siendo Locke el primero en definir el yo a través de una continuidad de conciencia.  John Locke postuló que en nuestro nacimiento, nuestra mente es in lienzo en blanco (epistemología: tabula rasa), y que nacemos sin absolutamente ningún contenido intelectual.

Contrario a la filosofía Cartesiana la que se basa puramente en conceptos preexistentes, Locke sostiene que el cerebro del ser humano al nacimiento, esta vacio de conocimientos o ideas, y que la acumulación y el aprendizaje de conocimiento está basado exclusivamente en la experiencia emanada desencadenada de las experiencias en nuestra percepción sensorial.  Esto es ahora conocido como: Empirismo.  Locke también estableció la ideología de la ciencia acerca de que cualquier concepto debe de ser probado reiteradamente, y no hay idea o concepto que no pueda ser objetado.  Con esto, se especula que Locke asentó el método de introspección.

Es entonces viable ver cómo el empirismo ha reclutado muchos discípulos.  Basados en esto, es prácticamente imposible identificar una sola creencia que no haya llegado a nosotros por medio de algún sentido de la experiencia, ya sea la vista, el oído, el tacto, el olfato, o el gusto.  Esto nos llevaría rápidamente a creer que los sentidos del ser humano son la única fuente de adquirir conocimiento, y la base inicial de la convicción y de las e ideologías.  No todos los filósofos están de acuerdo en que los sentidos son la única fuente para producir conocimiento o creencias.  

Racionalismo

Los Racionalistas aseveran que el origen de todo conocimiento es la razón, y que los sentidos son herramientas de ésta.  La teoría explica que sin poseer jerarquías y ordenamientos provistos por la razón, no seríamos capaces de entender, organizar, interpretar, y utilizar en forma práctica nuestro conocimiento o nuestras experiencias sensoriales.  Las sensaciones no significan nada sin discernimiento.  El racionalismo en su forma más simple alega que todas nuestras convicciones racionales y la totalidad de nuestro conocimiento, están basados única y exclusivamente en los principios y conceptos originales con los que nuestra mente está equipada al nacer.  Entonces, el desarrollo de nuestras ideas, conceptos y creencias son generados y legitimados por la razón, junto con cualquier otro concepto lógicamente deducible y generado por la matriz  de estos primeros principios.

En forma natural después de que nuestra mente ha sido amaestrada, pensamos acerca de todo lo que observamos en términos de “causa y efecto”, y con esto organizamos y racionalizamos nuestras experiencias y conocimiento lógico. Racionalizamos los acontecimientos como eventos que provocan otros eventos, pero en términos puramente de “sentidos sensoriales”, sólo vemos que ciertas eventos ocurren antes que otros.

Por ejemplo, un cazador le dispara a un pato salvaje y entonces el pato cae desde su vuelo muerto al suelo.  Eso es lo que vemos.  Lo que no percibimos es un tercer elemento llamado  causalidad o procedencia.  Lo que creemos es lo que vemos y es, en nuestras mentes, lo que sucedió.  El cazador le dispara al pato lo que hizo que el pato muriera.  Completamente fuera de esta experiencia sensorial esta lo que no experimentamos: el disparo ni el vuelo del pato.

La experiencia observada aparentemente no induce el concepto de “causalidad” en nuestra mente, entonces usamos nuestros sentidos solo para interpretar lo que experimentamos. Por lo tanto, le causa y su efecto son jerarquías que no pueden ser percibidas por nuestra experiencia, por ende; éstas deben de ser incorporadas tangencialmente a la experiencia por nuestra disposición mental anterior, la que justificaría una conexión con la experiencia sensorial.  Ésta es la perspectiva racionalista.  ¿Qué cosas, no?

Pregúntese usted: ¿Soy Racionalista, Empiricista, o sigo pegado el cajón de los tontos?  Quizá esta corrosivamente incisiva y acerba pregunta lo inicie –o por lo menos lo interese-  en los amplísimos y salvajes ámbitos de la filosofía. 

Non Dubium Quaeritur (Cuestionemos la Cuestión)

El racionalismo sigue siendo un concepto altamente seductor, y eróticamente atractivo para aquellos seres cautivados por las matemáticas y las lindezas de una teoría unificada, aunque esta teoría nunca haya sido probada en la práctica.

Como a mí me encanta y me fascina alborotar el gallinero intelectual, le traigo algunas preguntas filosóficas para que se entretenga ya que probablemente jamás las podremos contestar, tal como el antiguo teorema de la muerte.  Estas preguntas están dirigidas a su sentido nomológico y objetivo en donde un raciocinio libre de creencias y dogmas, puede navegar el anchuroso, infinito e inquieto océano del raciocinio.  No necesita un salvavidas para aventurarse en estas adalpelágicas aguas.

¿Hay vida después de la muerte?

Antes de que comience a poner caras raras y a poner los ojos blancos, sepa que esto no es un dodoísta debate religioso entre el cielo y el infierno, o de donde vamos a parar por una eternidad después de la muerte.  He mencionado esto anteriormente: No me importa si me voy al “cielo” o al Horno; tengo buenos amigos en ambos sitios.  Esta pregunta es una gran adivinanza ciega y adivinar lo qué viene después de la vida, es una gran hipótesis muy imaginativa que no ha podido ser evidenciada.

Mientras más observamos y aprendemos de las intrigas del universo usando los periscopios intelectuales de los grandes filósofos en el nivel más alto, o aventurándonos en el demoledor desierto de la Teoría Cuántica en el nivel mas atomista, no encontramos ni una explicación, o peor; una argumento o una entelequia verificable y aceptable que nos lleva a pensar o a apostar que sólo tenemos una oportunidad en este asunto al que llamamos “vida”, porque no conocemos ningún otro estado de existencia que se asemeje a lo que conocemos como vida.

¿Qué cree usted?  Piense.

¿Tenemos realmente libre albedrío?

Libre albedrio es conocido también como una disyuntiva del determinismo: no tenemos absolutamente la más peregrina idea si nuestras vidas están controladas por una encadenación fortuita de eventos precursores, o por otras fuerzas extranjeras; o si realmente constituimos operadores libres de nuestras decisiones y de nuestra voluntad. Los filósofos han estado debatiendo esto durante milenios, y sin ningún fin aparente a la vista.

Si las cláusulas estipulativas de nuestras decisiones están afectadas por una enlace perpetuo de causalidades, entonces el determinismo es real y cierto, y por ende; no tenemos libre albedrío.  Pero si el indeterminismo (lo contrario de determinismo) es auténtico, entonces decidiríamos nuestras acciones en forma circunstancial.  Algunos filósofos  arguyen que bajo estas condiciones, aún no tenemos libre albedrio.  ¿Es quizá entonces esto es solo un producto fractal?  

Revolviendo más el gallinero intelectual, está el inconveniente de que la neurociencia ha demostrado que nuestros cerebritos toman decisiones antes de que estemos conscientes de ellas.  Entonces, si no poseemos libre albedrío, ¿cómo evoluciona la conciencia? Si la conciencia está ligada a la percepción del paso del tiempo, ya la percepción de que el pasado es fijo y perfectamente determinista, y que el futuro es incognoscible; pero si el futuro está predeterminado por el pasado; no habría libre albedrío y el paso del tiempo no tendría incidencia alguna en la determinación de libre albedrio.

¿Qué cree usted?  Piense.

¿Es real nuestro Universo?

No se tire los pelos. Esta es una pregunta Cartesiana clásica.  La raíz de la pregunta es ¿cómo sabemos que lo que percibimos es real y no una ilusión vinculada a otra civilización incorpórea?  Existe la posibilidad de que somos el efecto de una simulación elaborada.  Subiendo al siguiente palo del gallinero intelectual deberíamos preguntarnos: ¿está esta civilización que ejecuta la simulación también en una simulación?  Esta es una pregunta regresiva.  Es posible entonces que no seamos realmente quienes creemos que somos.

Conjeturando que los seres que ejecutan dicha simulación también son participantes en ella, nuestras identidades reales son susceptibles de ser eliminadas.  ¿Es esto la muerte?  Esta inescudriñable cuestión filosófica nos obliga a reevaluar entonces lo que razonamos como "real".  Los realistas Modales argumentan que si el universo que nos rodea aparenta ser racional, entonces tenemos que declararlo como real y legítimo.  Quizá Cipher, uno de los personajes de la película “La Matrix”, tuvo la razón cuando dijo después de comerse un bistec "simulado": "La ignorancia es felicidad".

¿Qué cree usted?  Piense.

Descanso Mental

Afírmese los pantalones porque las cosas ahora se ponen más metafísicas.  Estos son los espacios donde se cuestiona la existencia y la naturaleza fundamental de la realidad.  Matemáticamente, si usted se lanza de cabeza desde el piso 35 de un edificio, (digo que se tire de cabeza para que nada le pase a sus pies) jamás llegará al suelo, por lo tanto estará atrapado en una caída infinita. 

En REALIDAD, lo más probable es que se haga mierda cuando llegue al suelo.  Entonces sus amigos lo tendrán que recoger con una espátula, lo tendrán que poner en una bolsita plástica chica, y lo pueden enterrar en cualquier jardín ya que no requerirá mucho espacio.

Si creemos que lo real es tangible, ¿por que creemos en los dioses?  Lo real es el estado de las cosas como realmente existen.  Lo contrario a esto es idealismo, el estado de las cosas en nuestra imaginación.  Esto nos lleva a los campos de la objetividad.  Sigamos.

¿Podemos realmente experimentar algo en forma objetiva?

Hay un gran contraste entre entender y experimentar el mundo imparcialmente a través de un marco exclusivamente objetivo.  Estas experiencias son exclusivamente instancias individuales de experiencia subjetiva y consciente (Qualia).  La Qualia nos explica que el reconocimiento y aprendizaje de nuestro entorno es observado exclusivamente usando nuestros sentidos y la profunda cavilación de nuestra mente.  Todo lo que sabemos ha sido  depurado por un número de procesos fisiológicos y cognitivos innatos en nosotros mismos.

Por lo tanto, nuestra experiencia subjetiva del medioambiente es personal y exclusiva.  La apreciación subjetiva de un perro, por ejemplo; varía de persona a persona.  Dependiendo de cómo analizamos al perro a través de nuestros filtros fisiológicos y cognitivos, tendremos una percepción del perro, y cada persona, según como éstas filtran sus percepciones, cada una percibirá al perro en una forma diferente.

Por lo tanto, la observación del mundo y la adquisición de conocimiento, sólo puede ser obtenido por medio de un cerebro, y en virtud de esto, el perro sólo puede ser caracterizado subjetivamente.  Entonces puedo aventurarme a decir que la verdadera calidad objetiva no puede ser observada o conocida.  Un segmento importante de la filosofía Budista se basa en el límite que pone este vacío fundamental, lo que es una consumada antítesis del idealismo de Platón.

¿Qué cree usted?  Piense.

¿Existe un sistema moral mejor que el resto?

Desafortunadamente como seres humanos, jamás seremos lo suficientemente competentes de distinguir claramente entre acciones correctas e incorrectas.   El problema principal es que cada uno de nosotros evalúa las acciones basados en nuestras propias creencias y valores morales, los que no necesariamente estarán de acuerdo con los de los demás.

A través de la historia del Hombre, un sinnúmero de filósofos han declarado el haber diseñado un método superior para evaluar las acciones humanas, e instituir un código de conducta más objetivo.  Dejo fuera a teólogos y políticos porque estos no tienen moral.  Pero el asunto de elucubrar un método justo para evaluar acciones humanas no es fácil.  Nuestras vidas son altamente intrincadas e imprecisas, y son tan diferentes las unas a las otras que para instaurar una moral universal o una ética absolutista, es casi imposible.

El empobrecido consejo de tratar a los demás de la forma en que quieres que te traten a ti, es menesteroso e incompleto.  Este impensado jueguito de palabras suena bien, pero descarta la emancipación moral y elimina la coacción de la justicia, dando lugar al despotismo.  Este simplista juego de palabras no concibe contextos más complicados como por ejemplo, el bien común.

¿Es moral el sacrificar unos pocos inocentes para salvar a muchos?  Es obvio que la moral no es solamente un concepto cultural prevaleciente, sino que es además una íntegra parte de nuestra índole personal.  Y si es justificable sacrificar unos pocos por el bien general, ¿sacrificaría usted a su propia familia?  ¿Dónde queda la “moral” en esta situación?  Esto demuestra que la moral es un asunto normativo, porque nuestro sentido del bien y del mal cambia con el paso del tiempo.

¿Qué cree usted?  Piense.

¿Dios existe?

Simplemente es imposible saber o determinar la existencia de lo que mucha gente llama “dios”.  Los ateos asimismo como los creyentes están terriblemente equivocados en sus huecas promulgaciones de la existencia de este imaginario, absurdo e insostenible ente; y los agnósticos como yo, tenemos razón.

Antes de gritar como vieja tonta en peligro, aprenda la diferencia entre ateo y agnóstico.

Los verdaderos agnósticos piensan en forma Cartesiana acerca de estos ficticios seres míticos denominados “dioses”.  Los agnósticos son capaces de distinguir las dificultades epistemológicas envueltas en este asunto metafísico, además de entender los tremendos impedimentos en los métodos de la búsqueda de la verdad.  No sabemos casi nada sobre las mecánicas internas del universo para ser capaces de proponer cualquier tipo de afirmación en este aspecto.  Si los dioses son tan grandes y poderosos, ¿cómo es posible que quepan en estas cabecitas tan pequeñas que poseemos?

Demasiados se aprisionan voluntariamente en el naturalismo, esa insinuación de que el universo funciona bajo procesos autónomos, sin excluir la posible existencia de un gran proyectista que inició el movimiento todo lo que existe.  Esto se llama deísmo, y entonces vivimos en una simulación donde los “dioses” manipulan todos los títeres.  O tal vez los gnósticos son los entes lógicos y poderosos que habitan una existencia más allá del último palo del gallinero intelectual del que no estamos conscientes.

Estos tampoco son o constituyen los dioses eruditos y todopoderosos de las tradiciones abrahámicas, pero presuntamente; son entes autoritarios.  Recuerde que estas preguntas no son preguntas científicas, sino que pretenden ser un ensayo de ponderación abstracta o Platónica para forzarnos a examinar nuestros límites humanos y nuestras infundadas y gratuitas creencias.

¿Qué cree usted?  Piense.

René Descartes

Descartes fué un pensador y filósofo francés que esgrimió la duda escéptica como preámbulo a la construcción de una filosofía racionalista.  Este filósofo estaba convencido de que todos nuestros dogmas y afirmaciones basados en la experiencia de los sentidos, pueden ser disputados, pero con creencias evidentes como "estoy pensando", no hay lugar para fundar y sostener una duda razonable.  Descartes trató entonces de encontrar otros principios básicos invulnerables a la duda racional que pudiesen suministrar un asiento racional obvio para las demás convicciones legítimas.

La mayoría de los filósofos piensan que Descartes no logró su cometido y fracasó en esta búsqueda, pero que como resultado del desenvolvimiento de este ejercicio; se estableció su fracaso.  El Racionalismo entonces, ha persistido y perseverado como ideación persuasiva para aquellos a quienes las matemáticas y las bellezas de la teoría unificada les atraen.

¿Los beneficios de la Filosofía?

Pues bién, aparentemente estas ideas expuestas lucen más que una selva de palabras inentendibles para el laico intelectual, pero para el que tiene la habilidad y el deseo de mejorar como ser humano, la filosofía tiene varias ventajas.

La práctica de la filosofía instruye en una serie de meritorias idoneidades que son aplicables en una pluralidad de profesiones.  La piedra angular que la educación filosófica ofrece es el pensamiento crítico, que es el análisis objetivo y la evaluación de un asunto con el fin de formar un juicio apropiado; y el razonamiento inductivo, que es el análisis y la investigación de evidencias que permitan medir la probabilidad de un argumento.

Por otra parte, la filosofía como ciencia de práctica fundamenta que un dilema muy seguido puede poseer varias soluciones, y enseña al pensamiento a acometer los problemas desde una variedad de ángulos distintos, proceso conocido como "pensamiento lateral".  

Lo más importante de todo esto mis queridos lectores, es que hay que reconocer que la filosofía no es una colección de sergas a asimilar o a aprender, sino que es puramente una perspectiva metodológica de pensamiento, y para la resolución lógica y metódica de problemas, lo que es una ventaja y un beneficio que actúa en socorro de casi cualquier profesión.

¿Qué cree usted? 


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Et sub Glossarium Glossarium – (Cum amore legentibus)
Tartarología – Creencias sobre el infierno, o en mitología clásica; el lugar debajo de la tierra donde van las “almas” de los muertos.
Apotegma – Aforismo, sentencia.
Serga – Hazaña, hecho.

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Post scriptum et quorumdam suggestionibus pro futurum: Si hay algún tema sobre el cual usted quisiera leer mis traumáticas y ligeramente psicopatísticas opiniones, por favor sugiéralo a: rguajardo@rguajardo.us.

Caveat: Mis opiniones personales pueden resultarle ácidas, demasiado honestas, corrosivas, irreverentes, insultantes, altamente irónicas, acerbas, licenciosas, mordaces y de una causticidad filosófica sin límites conocidos por el ser humano, y quizá no le apetezcan o acomoden intelectualmente; pero es lo que habrá disponible basado en su pedido.  Gracias. 




El Loco