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sábado, 2 de septiembre de 2017

Morui Sunt Nauta

La más misteriosa y desconocida frontera de la experiencia humana es lo que pasa después de la inapelable muerte.  No llamo a este confín, como muchos lo hacen erróneamente: “La vida después de la muerte” porque ya no es “vida”, y no tenemos la más  romera  idea de qué es lo que hay o pasa desde ese dintel hacia lo desconocido.  No sabemos si entramos a la nada, o a otra dimensión de existencia. 

Las estultas religiones pretenden saber lo que hay después de la muerte, pero este asombroso e incontenible filosofunculismo* no contiene ni lógica, ni valor, ni verdad.  Esta ideación es meramente un decadente retazo de imaginación desequilibrada y paranoica, nacida de una mente pequeña y de escuetísimas fronteras usada para usufructuar de aquellas mentes aún más romas; lo cual en mi opinión estrictamente personal, constituye un Ad Hominem*

Pero este escrito no es un reproche o una crítica a las infundadas creencias humanas, ni a las gratuitas incertidumbres religiosas, o al rebajado copucheo de las agras y fermentadas lengüetas de aquellas preludiantes ancianas de desenganchadas y desenfrenadas lenguas, quienes frecuentan las espadañas de los confesionarios en aquellos degolladeros intelectuales religiosos, o en esquinas, pasadizos, ferias o angostillos de conventillo.

Muertonautas o Argonautas de la Muerte (Morui Sunt Nauta)

El feudo de la muerte es un secreto absoluto para nosotros, es un “territorio” desconocido al que aparentemente podemos hacer solo un viaje de ida.  Lo que nos sucede después de la muerte ha sido y sigue siendo un misterio consumado desde la iluminación humana, este acertijo nos ha sido frustrantemente evasivo porque somos incapaces de explorar esta frontera en un nivel estimable, sin concretar este último viaje de ida por nosotros mismos.

A pesar de nuestros avances en ciencia, tecnología y nuestra desarrollada pericia para indagar aquellos lindes fuera de nuestro magín, y aún siendo socorridos por nuestras teorías científicas y filosóficas, todavía seguimos más ciegos que aquel que no quiere ver.  Tan ciegos como la prestricción* de los Papas católicos ante el abuso sexual de sus patibularios secuaces.

Hay un grupo de científicos quienes ambicionan escudriñar más profundamente dentro de los dominios después de la muerte, pero estos hombres de ciencia son atacados por aquellos de insignificantes mentes quienes se atiestan con los ciegos credos del dogma religioso, con el ridículo social basado en ignotismo*, y con el sempiterno malentendido imbuído en sus mentes trogloditas.

En una amplia encuesta llevada a cabo en 1982, los resultados revelaron que solamente un 16% de los más destacados científicos a través de varios campos de ciencia quienes fueron cuestionados acerca de esto; creían que había una vida después de la muerte.  Solo un escueto 4% piensa que alguna vez seremos capaces de demostrar y evidenciar esta incógnita en forma concluyente.  Esta indolente actitud general de desatención y desinterés por parte de la comunidad científica en general, ha estorbado y entorpecido los esfuerzos de aquellos que ambicionan reflexivamente estudiar la posibilidad de una vida después de la muerte, lo que además conlleva un financiamiento el que muy raramente se concede para estos fines, y los científicos que se embarcan en estos proyectos se arriesgan al ridículo y a la burla de sus colegas.  Pero no hay que olvidar que la risa y la burla abundante son un cuantioso ingrediente de la ignorancia.  

Lo notorio de esto es que la tasa de creencia en algún tipo de “vida” después de la muerte es significativamente mayor entre médicos.  Una encuesta que se realizó en el año 2005 con estos propósitos, demostró que el 59% de los médicos estadounidenses creen en un tipo de “vida” futura, lo que representa un porcentaje dramáticamente más alto que cualquier otra profesión científica.

Tal vez esta poderosa creencia de que hay algo que nos lleva más allá del ámbito de la vida, tiene que ver con las vividas experiencias de los médicos que tratan con aquellos pacientes que han experimentado lo que se llama “experiencias cercanas a la muerte, o NDE (Inglés para “Near Death Experience”).  Hay una gran compilación de informes provenientes de personas que afirman que después de que los han declarado clínicamente muertos, pero que asombrosamente han revivido; ellos han conservado una cierta forma de conciencia de esta experiencia, y han informado más a menudo de lo esperado acerca de fenómenos similares durante este estado -independientemente de sus creencias religiosas- de que han “visto” un tipo de vida alternativa después de la muerte.

Estas extrañas experiencias han sido y siguen siendo reportadas por un asombroso número de personas.  En los Estados Unidos alrededor de 200.000 personas reportan estas experiencias durante su “muerte” cada año, además de una cantidad incalculable en el resto del mundo.  Las experiencias NDE que se suelen reportar más repetidamente incluyen dejar el cuerpo físico para “flotar” observar la habitación donde está su cuerpo, ver una luz muy brillante, experimentar una sensación de paz o de amor infinitos, e incluso reportan el reencuentro con amigos o familiares muertos.

Mi madre tuvo un ataque cuádruple al corazón, y fué reportada clínicamente muerta.  Esto le sucedió por un lapso relativamente corto, pero cuando “revivió”, ella dijo que había visto una luz muy brillante y que también había visto un lugar hermosísimo al que iríamos después de la muerte.  Dijo además que sintió una paz infinita y no sintió miedo alguno.  Años más tarde, mi madre expiró irreparablemente el 22 de Agosto del 2015, el peor año de mi vida; y quizá ella esté ahora en aquel lugar que vió anteriormente.

¿Realidad o Ficción?

Aunque los informes de NDE puedan ser considerados totalmente subjetivos, o ser el mero resultado de alucinaciones bajo una situación traumática, hay similitudes fundamentales entre ellos.  El increíble número de personas que los reportan insinúan un fenómeno subyacente y más profundo, con elementos específicos que posiblemente puedan ser objetivos, y científicamente medidos y cuantificados.

Un meticuloso y serio estudio llevado a cabo por un equipo de científicos alemanes de la “Technische Universität of Berlin” dirigidos por el Dr. Berthold Ackermann, recopiló una gran cantidad de informes de NDE de cientos de pacientes, y llegó a la conclusión de que el extraño paralelismo común derivado de un número extraordinario de crónicas de personas de todos los ámbitos de vida en el mundo entero, quienes afirman haber retenido conciencia después de la muerte; sugirió que el fenómeno merecía más estudio.  El Dr. Ackerman apuntó a estas semejanzas:

Los recuerdos más comunes incluyen un sentimiento de desprendimiento o separación del cuerpo físico, percepciones de levitación, serenidad total, seguridad, calidez, la experiencia de una disolución absoluta del aspecto terrestre, y la manifestación de una luz abrumadoramente brillante.

Las revelaciones de estas visiones entre personas que estuvieron clínicamente muertas en un momento, y las que permanecen bastante consistentes entre creencias e ideales, ha persuadido a algunas colectividades de investigadores de que hay algo que va más allá de los paradigmas actuales, y que incluso podría señalar o establecer la existencia de alguna dualidad desconocida entre el cerebro físico y la conciencia misma, o por lo menos algún proceso físico que aún no podemos entender.  Este raro pero cíclico fenómeno apunta inequívocamente a que pudiese haber una respuesta científicamente demostrable, la que simplemente se encuentra fuera de nuestro entendimiento y de las herramientas que poseemos para cuantificar esta anomalía apropiadamente.

Muchos de los estudios que se han dedicado a estudiar y a objetivar las NDEs, intentan aprender y entender más acerca de la vida después de la muerte, se asientan en escudriñar a las víctimas de un paro cardíaco.  Las víctimas de un paro cardíaco total están normalmente en un entorno completamente controlable –un hospital por ejemplo- y tienen una oportunidad de ser arrancados de las frías garras de la indolente Muerte.  

Uno de los muchos estudios realizados en este ámbito fué efectuado por el investigador principal Pim van Lommel, del Hospital Rijnstate en los Países Bajos en año 2001,  Este estudio fué publicado en la revista médica británica Lancet, y se centró alrededor de 344 pacientes quienes sufrieron masivos ataques al corazón, quienes fueron declarados clínicamente muertos, pero que después, fueron resucitados con éxito.

Este estudio tan poco usual se concentró en la meticulosa y metódica interrogación de los pacientes que murieron y resucitaron dentro de una semana después de “morir”.  El estudio declara que en una u otra forma, el 18% de estos pacientes fueron capaces de detallar algún tipo de conciencia desde el momento en que fueron declarados clínicamente muertos.  Estar clínicamente muerto significa que toda y cualquier actividad cerebral cesa en forma absoluta debido a la falta de flujo sanguíneo, y por lo tanto; no es técnica ni físicamente posible que el individuo esté consciente de nada.  

El 12% de los individuos que participaron voluntariamente en este estudio relataron experiencias clásicas de NDE, tales como túneles de luz o vislumbrando amigos o parientes muertos anteriormente.  Estos “recuerdos” y alusiones de estos acontecimientos son extremadamente agudos, lúcidos, vívidos y detallados, y parecen registrar factores distintos a lo que se considera una especie de alucinación, o falsos recuerdos.

Este estudio no emitió ningún testimonio concreto sobre la existencia de un “alma” o de una “vida después de la muerte”, ni tampoco estipuló una forma específica de medir la existencia de una vida después de la muerte, solo sugirió que algo muy insólito ocurre en esta esfera.  Los cerebros de los participantes de este estudio se declararon clínicamente muertos, lo que manifiesta que no podían haber tenido ningún recuerdo de nada, y si el fenómeno fué causado por un efecto puramente físico -como la hipoxia cerebral- también llamada anoxia, lo que es daño al cerebro causado por la prolongada falta de oxígeno; entonces este fenómeno debería haber sido reportado no por un mayor porcentaje de pacientes en el estudio, si no por todos ellos.  Esto convenció a van Lommel de que quizá hay algo más allá de un efecto puramente físico o celular.

Después de un paro cardíaco total, se pierde la conciencia dentro de apenas ocho segundos.  A los 11 segundos del paro cardíaco total, los ritmos e impulsos cerebrales cesan en su totalidad, y a los 18 segundos ya no hay ninguna posibilidad de que el cerebro pueda crear un modelo del mundo (o tener consciencia) entonces; el cerebro está muerto.  Con esto, entonces ahora existe evidencia categórica para desafiar la teoría actual de que la conciencia sólo puede existir dentro del cerebro, y el hecho de que se experimente una consciencia sin ninguna función cerebral asociada, es extraordinariamente fundamental para nuestra comprensión de la mente humana.

En un futuro, nuevas tecnologías innovadoras quizá nos permitan no sólo observar estas NDE y otros fenómenos similares, pero tal vez poder aventurarnos en la infinita y desconocida esfera de la Muerte de la misma manera que los astronautas viajarán a los ilimitados confines del cosmos.  Esta fué la idea principal detrás del filme “Flatliners” producido en 1990 con los actores Kiefer Sutherland, Kevin Bacon y Julia Roberts, película en la que 5 estudiantes de medicina conducen experimentos secretos para inducir a la muerte y explorar lo que está más allá de ella.  Esta idea descabellada quizá no esté tan lejos de la realidad, y a medida de que nos acercamos a la cúspide de una tecnología que pueda permitirnos -no sólo estudiar las NDEs, sino que posiblemente sondear estas experiencias por nosotros mismos.

¿Dónde se ubica la frontera de la Muerte?

Algunos investigadores piensan que estos estudios, investigaciones y procedimientos solo consiguen empujar el lindero de la muerte porque la definición de dónde reside la barrera final de la muerte depende de la tecnología que se use para revivir al “muerto”.  A medida de que el conjunto de técnicas galenas en este campo avanza y florece, el límite para alcanzar la calificación de “muerto” se extiende poco a poco hacia estados fisiológicos limítrofes más extremos.  ¿Conquistaremos la muerte algún día?  Quién sabe...  para entonces probablemente ya estaremos muertos y solo con un boleto de ida para este sencillo y rápido viajecito.  En Chile los locales se refieren a este proceso como: “estirar la pata”.

La cantidad de estos procesos de revivir a los muertos ha sido demostrado en alrededor de 944 confirmados pretendientes a muerto a lo largo de un período de 4 años.  Se reporta que algunos voluntarios de la muerte han estado en forma permanente en este estado sin vida entre 40 minutos a una hora.  No se ha observado un consenso en qué tipo de experiencias verificables estos oficiosos moribundos puedan haber experimentado mientras visitaban transitoriamente la guarida en que la muerte asienta su sombría existencia. 

¿Nos pone esta ciencia y su práctica en el camino al desenlace de tener el entendimiento y los tejemanejes para permitir que los muertonautas se embarquen en un periplo a soberanías inexploradas e indocumentadas, y después regresar a sus cuerpos que ya han iniciado su propio viaje al “Rigor Mortis”?  Esto es algo como los viajes que hacen los astronautas hacia desconocidos espacios, para luego retornar a su planeta de origen con una sarta de experiencias espléndidamente asombrosas. 

Mientras permanezcamos Vivonautas...

Quizá usted no lo piense así, pero creo que somos simplemente “vivonautas” quienes viajamos este estrechísimo lapso de tiempo al que llamamos Vida.  Estos tránsitos por los que vagamos durante nuestra vida están terriblemente restringidos, están restringidos y confinados a la resumida esfera de nuestras cortísimas vidas que no son más que un Jiffy (un pequeñísimo instante) en el tiempo.

En unidades de tiempo científicas, el “Jiffy” es la cantidad de tiempo que tarda un fotón (unidad de luz) en recorrer un Fermi (tamaño cercano al de un nucleón) en el vacío.  En este mismo tema, el “Tiempo de Planck” es la cantidad de tiempo o el tiempo transcurrido en que un fotón tarda para cubrir la longitud de Planck.  En teoría hasta el momento, ésta sería la medida de tiempo absolutamente más pequeña que jamás sería posible de medir.  ¿Y usted pensaba que su vida era larga?  ¿Qué cosas, no?

A la postre, nadie sabe nada sobre esto a ciencia cierta y creemos lo que queremos creer, y quizá nó lo que deberíamos creer.  Después de todo, “creer” no es nada más que el estado de ánimo en el que una persona piensa que algo es así, con o sin que exista evidencia empírica o real para probar que algo es el caso con certeza factual.  Es para nosotros una forma de representación mental ficticia de una actitud positivamente orientada hacia la sola e ilógica probabilidad de que algo sea verdadero.

¿Qué es el creer? 

En el contexto del pensamiento griego antiguo se identificaron dos parámetros relacionados con el concepto de creencia: “Pistis” y “Doxa”.  En una forma simplista podemos explicar Pistis como una referencia a "confianza" y "confidencia", mientras que Doxa se refiere a "opinión" y "aceptación".  La palabra inglesa "ortodoxia" se deriva de la palabra Griega Doxa.  Al parecer, la “creencia” tiene el objeto de gobernar la acción en lugar de indicar la verdad.  Por eso siempre me pregunto: “Actuamos basados en la Verdad del Valor, o en el Valor de la Verdad?  ¿Qué cosas, no?

Hablo de este complicado y empírico tema porque quiero creer que en mi último día terrestre me iré a un nuevo dominio más allá de la muerte humana donde no hay dioses odiosos, deidades repugnantes, ni creencias “tarradiddles”*, a reunirme con mi bien amado hijo Lucas Martino.

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Et sub Glossarium Glossarium – (Cum amore legentibus)
Ad Hominem Ad Hominem es una palabra latina que significa "contra el hombre".  Como su nombre indica, es un término literario que implica comentar o en contra de un oponente, para socavarlo a él en lugar de sus argumentos.
Filosofunculismo  Alguien que pretende ostentar y reclamar conocimientos que no posee.
Ignotismo – Error debido a ignorancia.
Tarradiddle – Antigua palabra Inglesa que significa: tonterías pretenciosas, mentirillas absurdas.
Prestricción – Ceguera, ojos vendados.



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Post scriptum et quorumdam suggestionibus pro futurum: Si hay algún tema sobre el cual usted quisiera leer mis traumáticas y ligeramente psicopatísticas opiniones, por favor sugiéralo a: rguajardo@rguajardo.us.

Caveat: Mis opiniones personales pueden resultarle ácidas, demasiado honestas, corrosivas, irreverentes, insultantes, altamente irónicas, acerbas, licenciosas, mordaces y de una causticidad filosófica sin límites conocidos por el ser humano, y quizá no le apetezcan o acomoden intelectualmente; pero es lo que habrá disponible basado en su pedido.  Gracias. 




El Loco