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jueves, 4 de noviembre de 2010

El Chuncho

El "Chuncho" es una escueta y cariñosa palabra que encierra un mundo incontenible pero palpable de respeto, amor, sabiduría, y una inextinguible y cariñosa amistad y veneración para aquellos que tenemos el exclusivo privilegio y el impagable honor de entender, y de conectarnos directa y personalmente con el gran y profundo significado que está contenido apaciblemente en este voquible término. Para muchos de nosotros, esta simple y ligera palabra lleva más peso en sus 7 letras que en las espaldas de Atlas.

Para el beneficio de las almas menos afortunadas es que escribo el siguiente párrafo en un intento de explicar el infinito e ilimitado significado de esta palabra; ya Santa para nosotros.

El más ilustre Profesor de Historia que la comunidad Marista del colegio Alonso de Ercilla jamás ha conocido, y a quién espero que los dioses le guarden para siempre; es nuestro amado profesor don Jorge Gutiérrez. Este portentoso señor no es un simple hombre, él es una Institución, el único superhombre sin capa que ha sido capaz de forjarse sin egoísmo un lugar preponderante en cada uno de los corazones y de las almas de cuanto Marista cruzó sus aulas, sin excepción alguna.

Su nombre de mortal es Don Jorge Gutiérrez Muñoz, pero en el universo Marista es conocido más que cariñosamente como "El Chuncho"(o "El Chunchito" a pesar de que su tamaño físico no tiene absolutamente nada que ver con su tremenda envergadura humana).

¿Y por qué el nombre "Chuncho"? Si mi frágil y adusta memoria no me traiciona, le llamábamos así porque él era un partidario elocuente, un fanático intransigente, y el más efervescente y explosivo miembro de la hinchada del equipo de fútbol de la Universidad de Chile, que tenía como mascota del equipo a un ilustre búho con perspicaces y clarividentes gafas.

Cuando el equipo de la "U" perdía un partido, había que andarse con cuidado en el colegio, porque nuestro amado Chunchito aparecía en las aulas escupiendo lava, respirando fuego, y con los ojos inyectados de magma. Su respiración sonaba como relámpagos en celo, y su airado caminar denotaba un terremoto que la escala Richter no podía medir. El infierno parecía un gélido lugar comparado con las acaloradas expresiones de furia y decepción que emanaban de su frustración con la "U". Para evitar un encuentro peligroso, solo era cuestión de evitar la chispeante columna de furibundo humo rojo que le precedía...

Pero contrario a esto, que no era común para nada porque la "U" casi siempre ganaba los partidos, el Chuncho se preocupaba de sus alumnos con una dedicación y un amor sin paralelo. Nos amaba a todos indiscriminadamente, con fuerza, y sin preferencias por ninguno. Nos coscachaba duro cuando era oportuno, pero también nos abrazaba cuando lo necesitábamos, y siempre nos arrebujaba devotamente en su cobija de amor infinito. Siempre nos dijo que nos consideraba sus hijos, y su venerable dedicación hacia cada uno de nosotros nunca lo desmintió.

Este ilustre hombre, celebérrimo ciudadano y consagrado Marista de alma y corazón ha forjado profundas y bellísimas huellas en cada una de nuestras difíciles vidas mortales y en cada una de nuestras imperecederas memorias ancestrales. El "Chunchulo" - como a veces le llamábamos y no con menos cariño- invirtió su infinita paciencia para forjar parte de nuestras desordenadas vidas, y lo hizo en aquellos pandemónicos días de nuestras edades infernales, cuando éramos "teenagers", cuando vivíamos personificando diariamente el Demonio mismo en nuestras Maquiavélicas y arrasadoras actitudes de pendejos inconscientes y de chúcaras bestias irreflexivas.

A pesar de batirse a diario con demonios jóvenes, irresolutos e hiperkinéticos como lo éramos todos nosotros en aquellos hermosos días, su paciencia para con nosotros siempre perduró, siempre reforzada por esa inquebrantable dedicación a enseñar. Pero su dedicación a enseñarnos fué mucho más allá de la simple y polvorienta Historia de la enredada humanidad, su dedicación fué a enseñarnos a ser Hombres y Ciudadanos, y el Chuncho fué quién puso el más notable significado que conozco endosado al nombre de Atila, que sin duda alguna, era el Rey de los Unos.

Me acuerdo claramente de una mañana cuando nos enseñó a leer el periódico. Llegó a nuestra sala de clases con una sonrisa que le sujetaba los anteojos, y con una gran pila de ejemplares del "Diario El Mercurio" bajo el brazo. Los depositó orgullosamente en su escritorio y profirió: "Para destontarlos un poco más, hoy vamos a aprender a LEER el diario y a darle otro uso aparte de emplearlo para tareas menos dignas en el baño". Ese día descubrimos para nuestra admiración de que el diario era una herramienta ciertamente utilizable, y muchas veces, práctica.

Hoy, a pesar de que no sé si "El Mercurio" todavía existe, y que leo periódicos escritos en lenguajes extraños y forasteros, cada vez que tomo un diario, no puedo contener las memorias de aquella desreglamentada pero iluminante y magistral clase con la cual el Chuncho nos perpetró noble y necesario conocimiento a pesar de nosotros mismos.

Tengo mil historias del Chuncho, pero creo que no hay suficientes páginas en Internet para contarlas todas, así que les dejo solo ésta para que refresquen sus curtidas y volátiles memorias.

No debería ser sorpresa para ti, Chunchito, de que tus "hijos" te recuerden en tan alta estima porque lo que forjaste en nosotros no es común, ni está al alcance de cualquier profesor. Más que profesor, fuíste un Maestro de Maestros para nuestras vidas, y nada puede manifestar mejor nuestro sentimiento común hacia tí, como el Poema que nuestro compañero Alberto Kriz hizo brotar de su alma para compartirlo con nosotros (Me he tomado la libre libertad independientemente libertaria de albedrío propio de publicar aquí este inmortal y hermoso poema de nuestro compañero Alberto Kriz. Espero que Albertito no me demande por derechos de autor):

AL PROFESOR (Del autor: Alberto Kriz)

Rey de los Unos y de los Otros
príncipe de fuegos pedagógicos
gestor de prístinos valores humanitarios que de tu persona heredamos
quiero decirte que apenas cabe en mi corazón la alegría de volver a verte,
mas aún en compañía de esta secuaz cofradía de compañeros,
piratas que hicimos de tu vida en el aula una verdadera proeza de paciencia
y cual salidos de una cueva de bandidos robábamos lo mejor de tu sapiencia,
nosotros, asesinos de la ortografía, la gramática y los números,
cada día que envejecemos, mas te valoramos.

Hoy me pregunto:
qué sería de nosotros sin tu labor generosa ?
que seríamos si no fuere por tu dedicación a sol y sombra
y por la nobleza que de tu interior brota en manantiales
y por tu ejemplo de perseverancia y transparencia …
qué seríamos sin tu aliento constante ?

Dime tú Señor Profesor
enséñame nuevamente el camino
hazme clases una vez mas
sucede que tengo un dulce recuerdo de tus enseñanzas
y ahora que me acerco a tu edad
ya no quiero pasar de curso
quiero ser siempre tu alumno.

Dime tú Señor Profesor,
díctame de nuevo la historia de los hombres
revélame otra vez la magia de la geografía universal
muéstrame la alquimia del Medioevo,
háblame de Teotihuacán y de aquella cultura maya ancestral.

Pero por sobre todas las cosas
dime tú Señor Profesor,
dime tú Chuncho Mayor
después de todo eso
cómo cresta podría olvidarte ?
---Alberto Kriz.

Querido Chunchito, no he tenido la oportunidad de verte últimamente porque las mancomunadas redes de la vida me mantienen ciegamente ocupado, y muchas veces me fuerzan persistentemente a mantenerme alejado de las cosas importantes de mi existencia, y también porque la distancia física que nos separa no es fácilmente salvable. Pero pronto te veré una vez más, reunido con nuestros camaradas errantes del '72 para celebrar a quien considero una de las personas más importantes y más valiosas de mi loca, pero productiva vida.

Cariñosa y respetuosamente para usted Profesor Don Jorge Gutiérrez Muñoz, nuestro amado "Chuncho".

El Loco

lunes, 20 de septiembre de 2010

2010 - 38 Años de Aniversario de la Promoción Marista de 1972.

Corría frenético el año de 1972, y en los atiborrados patios del Señalado Instituto Alonso de Ercilla enclavado en el antiguo corazón de la ciudad de Santiago de Chile, las huestes Maristas de la promoción del '72 se preparaban para la gran final. Ya casi se acababa el año, y todas esas visiones, anhelos, y los innumerables planes para el fututo se acercaban rápidamente a la línea de partida que se iniciaría estrepitosamente con nuestra última graduación en ese magnífico plantel educacional que albergó tantas almas, que creó tantos hombres de progreso, y que llenó de sueños y esperanzas las alforjas de nuestras juventudes de pelo largo y pantalones "pata de elefante".

Estábamos ansiosos de "terminar" el colegio... poco sabíamos de la descomunal y difícil carrera que tendríamos por delante compitiendo en las agrestes pistas de "la vida". Pero en nuestras impúberes mentes de aquellos hermosos días estábamos llegando a una meta, estábamos "finalizando" una gran meta que a la postre no luciría tan grande después de todo, cuando la pudiésemos comparar con lo que tenemos hoy. Las brillantes herramientas que fuimos capaces de construír y aprender a usar en aquella "cantera de hombres" serían de una utilidad instrumental un poco más tarde en nuestras atolondradas vidas. Eran aquellos últimos días de colegio en que yo quería cruzar Los Andes en aventura, sin saber que cruzaría medio planeta en el intento.

Fuera de aquellas protectoras murallas de sapiencia y sentido humano en donde los estoicos y heroicos Hermanos sin sotanas ya, acurrucaban y protegían esas frágiles almas que crecían bajo su amparo lenta pero seguramente; se debatían enardecidos unos absurdos días de un frenético malestar social, absurdo como nuestra púbica inmadurez que experimentaba la lenta y penosa metamorfosis hacia el sentido común y la madurez, esos días de libidinosa inmadurez social que revolvían rabiosamente las vidas de todos aquellos que habitábamos esos inclementes días de inadmisible desasosiego. Pero 38 años después estas memorias y pensamientos que se pegan porfiadamente a mi pluma y a los recovecos de mi insana y sentimental mente, parecen ahora tan lejanos y devaluados como nuestro primer cuaderno de caligrafía con sus "palotes" flacos y escritos inseguramente chuecos...

Los Hermanos Maristas y el Alonso de Ercilla nos invistieron de un oasis personal interior e inexpugnable del cual aún estrujo la energía y el sentido común para vivir mis actuales días, y donde atesoro un millón de las dulces memorias de los años previos al '72, y de las más conscientes memorias de los 38 años que han pasado desde entonces.

Hoy les saludo con gran orgullo y con enorme humildad a ustedes Veteranos del '72, y me siento honrado de contarme entre las filas de tan gallarda generación de guerreros trascendentales y de tan válida existencia.

No intento justificar bajo ningún punto de vista mi ausencia en vuestras reuniones de camaradería, en aquellos paseos heroicos, y en esas celebraciones de nuestra hermandad Marista que nos han mantenido unidos, aunque intermitentemente, con la serena constancia del Alma Marista. Espero poder participar más activamente para ayudar a coordinar algún Magno Evento para celebrar nuestros 38, o los 39, o los 40 años de indeleble amistad, lejanía, letargo y camaradería, si es que se planea alguno.

No quiero tampoco alargarme más en éste mensaje ya que algunos al ver esta procesión de tantas letras aglomeradas y palabras al azar, ni intentan leerlo en su totalidad. Espero que todos ustedes se encuentren bien de salud y de condición espiritual, y espero poder verles a ustedes todos otra vez antes de que la Pelá venga apurada a pescarnos de las mechas para llevarnos a la rastra al Patio de los Callados sin preguntarnos si queremos ir o nó, tal como se llevó a mansalva a algunos de nuestros valiosos camaradas en la flor de sus heroicas vidas. Como Pedro Leoncio Rojas Ramírez lo expresa tan fehacientemente en su sentido mensaje:

"Aquí es donde me pongo sensible y hago un afectuoso recuerdo de quienes se nos adelantaron y están en el recreo eterno: Fernando Alba Sánchez, Gabriel Campos Olmos, Juan Cifuentes Fariña, José Luis Faura Rosado, José Manuel Gómez Rodríguez, Héctor Marchant Martínez, José Manuel Mociño Fraga, Gabriel Peña Mac Lean, Iván Plaza De los Reyes Campos, Pedro Vallejos Rojas."

Desde esta extranjera y lejana tierra a la que llamo ahora mi hogar, les seguiré incomodando irrespetuosamente a todos ustedes por igual con mis irreverentes mensajes de Amor y Amistad, y los escribiré con la impertinente energía que saco de mi tintero de "Poder Marista", el que nunca se secará.

Larga vida a tí, poderosa Promoción Marista de 1972, y ¡feliz 38 Aniversario!

El Loco.