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sábado, 1 de abril de 2017

Historia Iterativa

¿Se ha preguntado alguna vez cómo luce la cadena de hechos que envuelven los vocablos circulares: cómo, qué, cuándo, quién y dónde?  Por ejemplo:

¿Cómo pasó qué?            -           ¿Qué pasó cómo?
¿Qué pasó cuándo?          -           ¿Cuándo pasó qué?
¿Cuándo estuvo quién?    -           ¿Quién estuvo cuándo?
¿Quién estuvo dónde?     -           ¿Dónde estuvo quién?
¿Dónde pasó qué?           -           ¿Qué pasó dónde?

Se podría decir que este es un Verso Autónomo de Disposición Acentual Capicúa, porque se puede leer desde el final hacia atrás (en reversa), y leerá lo mismo; pero también porque no es un soneto, o una canción, o un madrigal, o un verso blanco, o un verso libre, o un verso suelto.  Tampoco podría clasificarlo claramente como un verso decasílabo, dodecasílabo, o incluso alejandrino o hemistiquio; ¡y ni pensar en Octavas Reales!

También traté de clasificarlo como un verso trocaico, yámbico, o quizá mixto, pero no me pude convencer de esto, así que lo sistematicé subordinadamente como: "Verso Autónomo de Disposición Acentual Capicúa".  El Verso Autónomo de Disposición Acentual Capicúa lo acabo de inventar, así que no pierda su tiempo en Wikipedia. 

En realidad no quería hablar de este tema tan textual en mi escrito, pero tuve un subito momentum de "Gasibulum Mentis"(1) mientras trincaba mi café matutino, tema que me ha servido habilidosamente para iniciar esta conversación unilateral escrita acerca de lo que realmente quiero enhebrar, que es la Encadenación Histórica entre hechos, lugares, personas, y cosas.

(1) Gasibulum Mentis: Del Proto-Indo Europeo: "peu" (pequeño) y del Latín "vestibulum" (gas); y también del Latín: "mentis" (mental).  En el vernáculo demótico, coloquial y folklórico chileno: "Un peo mental".

Sin más preámbulo o introito, entro en materia.

La historia enmascara y camufla una serie de hechos encadenados entre sí los que muchas veces son desconocidos para nosotros.  Esto no es porque seamos indoctos o profesemos un ayuno cultural, sino que es porque nunca nos enseñaron historia correlativa análoga o sincrónica recíproca entre los homólogos y coetáneos hechos que han ocurrido en la historia del Hombre de este giratorio y aguado planeta.  En cierto modo, con la falta de este conocimiento contingente y comparativo, es como padecer del agudo y perspicaz bacilo que infecta y enherbola a casi la totalidad de los políticos contemporáneos conocido como: "Aliquam late circumcisionis" (circuncisión mental generalizada). 

Pero, ¿Qué es la Historia Iterativa?

La historia iterativa es también conocida como Recurrencia Histórica, y representa la repetición de eventos similares a través de la historia.  Este concepto de la iteración de sucesos se ha empleado de diversas formas a lo que es la historia global del mundo.  Algunos ejemplos podrían ser el auge y caída de los Imperios, pero además; los hechos específicos que llevaron a ello.  A dos o más acontecimientos específicos que tengan una semejanza notable entre ellos, independientemente del período en que ocurren, se consideran patrones repetidos en los anales de la historia.

Habiendo expresado lo anterior, debemos tener en cuenta que aunque en forma frecuente se denote que "la historia se repite", esto no es rigurosamente acertado en ciclos de duración menores en comparación a un lapso cosmológico; donde la cosmología física es el estudio de las estructuras y dinámicas de mayor escala del Universo, y se dedica a resolver cuestiones fundamentales sobre su procedencia, ordenación, evolución y destino su final.


Dionysius Alexandrou de Halicarnassus  (60 BEC a 7 EC) 

Dionysius de Halicarnassus fué un historiador griego y profesor de retórica que prosperó durante la regencia del primer Emperador Romano, César Augustus.  Su estilo retórico es conocido como Atticistic, o Aticismo.  La palabra aticismo significa "favorecer a Ática", donde Ática es la región Griega que incluye a la ciudad-Estado de Atenas. 

El dictamen y ponencia de Dionisio eran la necesidad de impulsar la Paideia dentro de la educación.  La Paidea incorpora la enseñanza práctica basada en el sujeto como un enfoque en la socialización de los ciudadanos dentro del orden aristocrático, basado en el verdadero conocimiento de las fuentes clásicas, estilo que perduró durante siglos en forma harmónica con la identidad de la élite griega.  A pesar de haber desaparecido, yo sigo practicando la Paidea.

Cliodinámica

La Cliodinámica es un área de escrutinio transdisciplinario que integra la evolución cultural, la historia económica, la macrosociología, la configuración matemática de los procesos históricos durante la historia, y la cimentación y el análisis de bases de datos históricas.  La cliodinámica considera la historia como una ciencia.  Su atención  se concentra en especificar teorías que diluciden procesos tan dinámicos como el surgimiento y caída de los imperios, explosiones y merma del censo y demografía humanos, y de la difusión y desaparición de las religiones.

Estas hipótesis se transcriben a modelos matemáticos específicos con los que las predicciones de cada modelo se justifican o se eliminan comparándolas con información referencial real.    

“Historia”

Hay que recordar que la "Historia" solo comienza a tener valor desde la existencia del hombre.  Antes de esto hubo efemérides, pero no Historia.  Las efemérides siguen ocurriendo en forma paralela al Hombre, pero ahora se les dá valor precisamente por la presencia del Hombre.  No hay ni hubo ningún procariote pensante, o un eucariote reflexivo más complejo que el número cero, ni un bilateriano astuto, ni un dinosaurio filósofo, ni un hominidae pardal o un anfibio zascandil; todo esto desde los primales anaerobes, pasando por los trilobites, los pterosaurios; hasta que finalmente apareció el Homo.  Para mí, la Historia es sumamente importante porque aquellos que no pueden recordar el pasado, están condenados a repetirlo.  Esto último se denomina: Ecmnesia.

Trataré de ilustrar mis visiones futurísticas(2) del pasado en una forma consecuente y en un lenguaje lo más lógico posible alrededor de un dietario de historia comparativa, y a la sombra de la luz de una pizarra abstracta de múltiples niveles; y sin caer en el "Delirium Tremens".  He seleccionado para este pugilato literario algunos eventos surtidos y misceláneos en una forma completamente arbitraria y caprichosa para poder ilustrar fehacientemente y en forma comprensible y clara para mis lectores, mis  futurísticas visiones del pasado. 

(2) El “slogan de mi compañía EnviroQuantum es un testimonio de mis creencias“We search for the future where the human memories went missing” (Buscamos el futuro donde lamemorias humanas han desaparecido).

No me juzgue basado en que yo le diga a usted de que puedo ver el futuro, porque si usted es religioso y asiste cada semana al uno de esos mataderos intelectuales, allí le aseguran de qué es lo que le pasará a su vida en el futuro (aunque no le conozcan), y le hablan de qué le sucederá a usted incluso después de su muerte.  Lo peor de todo es que le aseguran de lo que le va a pasar –que es normalmente va a ser algo muy malo- sin esgrimir razones lógicas o verificables, simplemente citando estas aberraciones futurísticas a través de la bibliomancia contenida en las breviarias páginas de un desacreditado enchiridión.

Estos eventos de los que yo le hablo son de un número específicamente reducido para mostrar un punto definido en la historia –que es real y verificable- los que se repiten cíclicamente y en forma constante para ventaja o deterioro de nuestras civilizaciones, y para la destrucción o regeneración paulatina de nuestros estilos de vida.  Estos variados acontecimientos, aunque independientes e individuales; trabajan en conjunto para rendir un efecto concreto y específico.  Estos eventos trabajan clandestinamente a la vista de sus ojos, pero camuflados por su propia realidad de usted, lo que conlleva el hipnótico y soporífero efecto de la fábula de la rana Griega.   Ahora, apague la tele, échele pestillo a la puerta, y vaya a buscar un café con mucha azúcar antes de proseguir.

El tema específico con el cual quiero enhebrarlo a usted le afecta más directamente de lo que pueda saber o aceptar, y quizá en un grado diferente de impacto comparado con otros congéneres suyos; pero le afecta a usted quiéralo o no.  Si usted prefiere, puede jugar al ciego intelectual con este tema, u optar por escuchar y sacar sus propias conclusiones, o en su defecto; creer todo lo que yo le diga aquí, pero esto último no es recomendable porque es muy tangencial con el absurdo concepto del creacionismo.  Usted decide, pero antes de decidir; recuerde que el peor ciego es aquel que no quiere ver.

El preámbulo de este escrito es para traerle a la memoria e ilustrarle cómo la historia se repite, y cómo cometemos los mismos errores una y otra vez, porque ignoramos el pasado y no aprendemos nada de éste.  Recuerde que el pájaro Dodo de Mauritius se extinguió por tonto, y no por causas evolucionarias.  No confunda Mauritius con Mauritania; son dos países completamente diferentes.  La República de Mauritius es una isla que está ubicada aproximadamente a unos 2,000 kilómetros mar afuera al sureste del continente africano; y la República Islámica de Mauritania está ubicada dentro del continente africano, frente al océano Atlántico.

Yo trato de aprender mucho de la historia, porque la negación y el desdeño de la intelectualidad, desafortunadamente nos ha llevado por senderos análogos -muchas veces erróneos- como nos los han demostrado hechos históricos pasados.  Aunque no lo crea, mientras más sabe usted de historia, más puede aprender del futuro.  En cierto modo es un fenómeno capicúa, donde los hechos se repiten pero con una disposición diferente de fechas y una mecánica de hechos repetitiva, pero con los mismos o muy similares resultados. 

Esto es porque cuando un burro se tropieza con una piedra y se hiere una pata, aprende de esto y nunca se tropieza otra vez con la misma piedra.  Los Hombres como Especie, nos tropezamos con una piedra, o un palo, o nos caemos a un hoyo; no aprendemos ni escarmentamos, entonces nos tropezamos con la misma piedra una y otra vez.  Con esto no digo que el burro es más inteligente que nosotros, por lo menos en la mayoría de los casos.  Lo importante de entender aquí es que el sentido histórico implica una percepción, no sólo del pretérito del pasado, sino que de su presencia futurística en el presente.  Karl Marx, el filósofo Prusiano seguidor de la filosofía de Georg Wilhelm Friedrich Hegel, decía que la historia se repite primero como una tragedia; y después como farsa.  ¿Qué cosas, no?

La Puerta Giratoria del Pasado y el Presente

Militar

Hay muchísimos ejemplos donde la historia se repite, pero voy a ventilar solo algunos de ellos los que han resultado en catástrofes debido a la frágil e inapropiada memoria del hombre, y su estúpida costumbre de no pensar y aprender del pasado.

Rusia nos ha enseñado su lección una y otra vez, pero no aprendemos.  Ésta es una dispendiosa lección que Napoleón Bonaparte y Adolfo Hitler aprendieron en diferentes épocas de la historia, con sus desacertados y pifiados intentos cuando trataron de invadir este colosal país Eurasiático.  El enorme costo de estos fracasos terminó siendo pagado por los soldados de ambos ejércitos, gracias a la mayúscula estupidez de sus porfiados e desorientados Comandantes.

Durante el invierno del año 1812, Napoleón Bonaparte trató de invadir Moscú con un contingente de alrededor de 600.000 soldados para derrotar al Tzar Alejandro I.  En su marcha hacia Rusia bajo condiciones altamente insalubres y meteorológicamente desventajosas, el Pediculus Humanus Capitis (el piojo) que regía sin oposición entre los soldados, les transmitieron a éstos el Tifus causado por la bacteria Rickttesia, enfermedad que diezmó a las fuerzas francesas. 

Nota del Autor:
El mosquito Tsé-Tsé les infirió un daño de la misma categoría  a los soldados americanos en Vietnam, quienes causaron más bajas que las armas de fuego.  La guerra de Vietnam comenzó en 1955, y terminó en 1975.


El invierno Ruso también cobró su peaje con sus temperaturas de -22 grados Fahrenheit (-30 Celsius), no solo congeló a muchos de los soldados pero también mató a miles de caballos.  Los soldados que regresaron de combate fueron alrededor de 10.000 de los 600.000 que comenzaron la escalada.

Más tarde y bajo una diferente estupidez, en 1941 las fuerzas alemanas nazis del Führer Adolfo Hitler comenzaron la invasión de Rusia.  Esta operación bélica se conoce como la “Operación Barbarossa”.  El crudo invierno Ruso les administró a los alemanes la misma lección que le había enseñado a Napoleón, pero que Hitler no fué capaz de reconocer a pesar de que Hitler sabía a ciencia cierta lo que le ocurrió a Napoleón.  La historia repitió su ardua lección: las bajísimas temperaturas invernales embistieron a un ejército mal preparado, diezmando al contingente nazi en una forma pavorosa.  De los pocos soldados de la “Wehrmacht”, muchos retornaron a Alemania sin orejas, sin narices, sin dedos, y muchos sin sus párpados. 

Pandemias

Las infecciones pandémicas no son nuevas, y han ocurrido varias veces a través de la historia de nuestras civilizaciones.  Quizá la plaga más conocida es la que comenzó aproximadamente en el año 1340 de la Era Común durante la Edad Media o Edad del Oscurantismo; fué la Peste Negra (o la Muerte Negra), producida por el patógeno “Yersinia Pestis”.  Esta plaga letal se originó en el continente asiático y alcanzó Europa a finales de la década de 1340.  La Peste Negra duró siete años hasta 1353, tiempo en que mató a un número estimado de 200.000.000 (doscientos millones) de personas.

Como los registros de la época no son exactos ni tampoco están completos, nadie sabe con exactitud cuánta gente murió durante la plaga, pero los registros nos dicen que en algunas ciudades europeas los sobrevivientes fueron tan pocos, que no quedaba nadie para enterrar a los muertos.  Estos hechos ocurrieron antes del advenimiento de la medicina occidental, pero desde el avenimiento de nuestra medicina moderna, hay otra pandemia que nos azota, la que comenzó en África en 1920: SIDA. 

A pesar de que el SIDA se originó en África a principios del 1900, ésta se extendió globalmente durante la década de 1980.  Se calcula que hasta la fecha hay más de 100.000.000 (cien millones) de individuos infectados y viviendo con SIDA.  Se calcula que alrededor de 42.000.000 (cuarenta y dos millones) de infectados han muerto víctimas de esta enfermedad pandémica.  El SIDA sigue entre nosotros y podría llegar a matar más gente que la Muerte Negra.

Contrariamente y desentendiéndonos de todo lo que sabemos sobre el SIDA y de cómo éste se origina, aún no combatimos ni resolvemos las condiciones de vida insalubres que la fomentan, además de tergiversaciones y errores culturales basados en ignorancia y en el desentendimiento de la historia.  Esto promueve e impulsa la reaparición del SIDA en ciclos permanentes.  ¿Cuándo aprenderemos de la historia?
  

Tornados

En los Estados Unidos, desafortunadamente los tornados son un acontecimiento anual y múltiple.  No llega un tornado, sino que una temporada de ellos con un desparramo de vientos furiosos, alterados e insolentes.

Los tornados son letales y tan impredecibles y peligrosos como los ilógicos y volubles cambios de humor y temperamento de las temibles suegras.  Cada vez que ocurren, estas horrendas tormentas dejan en evidencia de que pueden achatar y desbaratar todo en su paso en grandes franjas de terreno, y devastar a colectividades, pueblos o ciudades con quienes se tropieza en su arrasador camino.  Cuando las alarmas suenan anunciando la proximidad de estos cíclopes eólicos, la gente corre a protegerse escondiéndose en refugios preparados como sótanos, o en lugares improvisados como armarios construídos en las murallas interiores de sus viviendas o salas de baño.   

El embiste de los tornados es antojadizo.  Éstos pueden ocurrir de vez en cuando, y estos lapsos pueden ser de años, meses y muchas veces horas o minutos.  El problema se perpetúa porque después que el tornado haya pasado y la destrucción han ocurrido, los terrícolas vuelven a construír sus casas con frágil madera.  No han aprendido nada del cuento de “Los Tres Chanchitos”. 

Roma y el Patrón Oro

Siempre traigo a Roma a colación porque hay muchos ejemplos de historia iterativa en este gran -y aún no bien entendido- Imperio.  Este párrafo es relativo a la moneda y su respaldo en oro.  Esta es una referencia muy sucinta y reducida porque de otra forma, tendría que escribir al menos unas 5,000 páginas para comenzar a explicar la Reología del sistema monetario, así que por favor confórmese con una micrométrica  reseña.  Gracias.

Durante el siglo XX, la mayoría de las naciones han abandonado el patrón oro como pedestal de sus sistemas monetarios, aunque muchos de ellos siguen aún manteniendo grandes reservas de oro.  El Patrón Oro es un sistema monetario en el cual la unidad económica estándar de importe (o moneda), se basa en una cantidad específica de oro.  Hay tres tipos estándar: la especie, el lingote y el intercambio.  

En Roma y como en nuestras modernas sociedades contemporáneas, los capitalistas dominaban los tribunales y administraban la justicia, tenían los medios para explotar a cualquier plebeyo cuya propiedad fuese atractiva.  Sin embargo, el poderío de la usura estaba en el sistema fiscal, el que hasta la caída del Imperio representó un efectivo modelo para la bancarrota.  La política de Roma era recolectar impuestos producto de la re-evaluación de la moneda del Imperio.  Este agiotaje era provechoso en la proporción en que era extorsivo, y el Imperio estaba sujeto a un gravamen sin regulación legal, y empleado para enriquecer a los sicofantas especuladores.

Estas re-evaluaciones del circulante romano basado en el Patrón Oro fueron minando el poder adquisitivo de la moneda.  Su respaldo comenzó a diluirse con el uso inorgánico de otros metales, y con la disminución en la proporción del contenido de oro en las monedas desde antes de la Era Común, debido a la escasez de este precioso metal.  Esta devaluación progresiva del valor de la moneda romana últimamente trajo desempleo y menos demanda por mercancías, trayendo una insolvencia que no pudo posponerse.  ¿No le parece raro a usted de que nuestras monedas actuales se estén desvalorizando con una similitud aterrante a estos hechos romanos?

El Patrón Oro vá y viene, y es un ciclo reincidente que se ha reiterado varias veces a través de la historia de nuestras civilizaciones, y sus catastróficos efectos se repiten una y otra vez.  ¿Cuándo aprenderemos?  ¿Quizá cuando nos deshagamos de políticos hipócritas, abogados deshonestos y sacerdotes degenerados?  Al parecer, la naturaleza necesita consumir unas tres a cuatro generaciones para perfeccionar la selección de un nuevo tipo de sociedad.  Creo que ya es tiempo...

Ecmnesia

Creo que la Historia es un remedio extremadamente importante y sensible para el futuro, porque aquellos que no pueden recordar el pasado y no pueden reconocer errores previos y de cálculo de tiempos idos, serán condenados a repetirlos una y otra vez... 

La clave es conocer la historia para recordar los errores, para identificarlos en paralelo a los tiempos contemporáneos y, a la inversa, para aprender de este proceso para poder evitar yerros cíclicos.  Aquellos que no pueden confiar a la memoria los errores del pasado están predestinados a repetirlos.

Sin embargo, debemos iluminar las nubes Cimerias del futuro iluminando las sombras del pasado.  El pasado podría ser una brújula particularmente engañosa para el futuro, porque es mucho menos desconcertante y menos perpleja que nuestros tiempos actuales.

Esto me lo enseñó nuestro eximious Profesor de Historia, don Jorge Gutiérrez Muñoz cuando estudiábamos en el Glorioso Instituto Alonso de Ercilla de los Hermanos Maristas, durante nuestros años de pichanga, en Santiago del Nuevo Extremo, Chile.

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Post scriptum et quorumdam suggestionibus pro futurum: Si hay algún tema sobre el cual usted quisiera leer mis traumáticas y ligeramente psicopatísticas opiniones, por favor sugiéralo a: rguajardo@rguajardo.us.

Caveat: Mis opiniones personales pueden resultarle ácidas, demasiado honestas, corrosivas, irreverentes, insultantes, altamente irónicas, acerbas, licenciosas, mordaces y de una causticidad filosófica sin límites conocidos por el ser humano, y quizá no le apetezcan o acomoden intelectualmente; pero es lo que habrá disponible basado en su pedido.  Gracias. 


El Loco

miércoles, 1 de marzo de 2017

Emoji o Emoticón, ésa es la Cuestión

La palabra “Emoji” es la transliteración de la palabra japonesa del mismo sonido, siendo transliteración la representación de los caracteres de un sistema de escritura por medio de los símbolos de otro sistema de escritura.  La palabra Emoji originalmente se refiere a la representación icónica de comida.  No confundir con “Emoticón” lo que una representación tipográfica de una grafía facial, usada para transmitir un concepto de emoción. 

Esta expresión parlante japonesa significa “pictograma”, que se deriva de la conjunción de significados de imagen + carácter; lo que en su analogía fónica con las palabras anglas “emotion” (emoción) y “Emoticón”, es estrictamente coincidental.

Nosotros, o la mayoría de nosotros los necios seres humanos somos muy poco astutos para discriminar y segregar conceptos  en cuanto a cultura y conocimiento, quienes esgrimiendo una mesocroica inteligencia, usamos intercambiable e indiscriminadamente los conceptos de las palabras emoji y emoticón.  Es como cuando los huérfanos de cultura y discernimiento cívico basados en indiscreción microcefálica, dicen que hablan “Español” porque no saben que el idioma español no existe.  El nombre de la lengua es y ha sido siempre: Castellano.  ¿Qué cosas, no?

Independientemente de la categórica diferencia de estos claros y bien definidos conceptos cuyo uso a manos de los  delincuentes de la cultura se han convertido en un error común más; la masa catervática ingente los ha absorbido, adoptado, e integrado, y ahora los usa permutablemente, libre y descaradamente; para extender y perpetuar la mediocridad intelectual de la lengua.

Un Poco de Historia

El concepto original del emoji se diseñó para su uso en los teléfonos móviles japoneses hacia fines de los años 1990.  Estos emojis originales los creó la compañía de comunicaciones japonesa NTT DoCoMo, Incorporated que es la telefónica predominante de telefonía móvil en Japón.  El nombre “NTT DoCoMo” es una síncopa arbitraria de la frase japonesa que aproximadamente significa: "hacer las comunicaciones a través de la red móvil", y también se deriva de la palabra combinada “dokomo”, que en japonés significa "en todas partes”.

Desde ese entonces, estos iconos han incrementado su popularidad en forma increíble por lo que ahora son parte integral de cuanto teléfono existe en el planeta, y su uso se ha extendido a computadoras y otras formas de escritura electrónica, alámbrica, inalámbrica, o de puño. 

Tan popular, común y dilatado es ahora el uso de este lenguaje pictográfico social, que ya han iniciado conferencias internacionales anuales llamadas: Emojicon.  La primera se llevó a cabo en la ciudad de San Francisco en California, el 4 de Noviembre de 2016, donde más de 400 personas se reunieron en un elegante local en el mismo lugar en que se encuentran las sedes internacionales de las compañías Uber, Pinterest y Airbnb para celebrar este nuevo dialecto o modalidad de jerigonza pictorial de comunicación que se asemeja más a la pintura rupestre, o a un idioma pictográfico punctilio. 

Nota del Autor: La palabra “pictografía” no tiene sinónimos.

En contraste con los emoticones, los emoji representan retratos de cosas físicas reales las que abarcan desde la imagen de un trozo de pizza, hasta la bestia inicua de su preferencia sin incluír abogados deshonestos, políticos inmorales, o frailes pornogerianos.  Como se dice que una fotografía vale más que mil palabras, los emojis y los emoticones fueron inventados específicamente para representar objetos y emociones en los medios de comunicación electrónica donde solo el texto elemental era utilizable.  Estos caracteres pasaron a ser una parte integral y necesaria en la gran mayoría de los sistemas operativos actuales llamados “Unicode”.

Entonces, estos caracteres representativos de ideas y conceptos son ahora tratados por los ordenadores (y otros medios electrónicos de comunicación como los teléfonos por ejemplo) simplemente como caracteres o signos alfabéticos de una lengua no occidental.  Esto se conoce (solo algunos lo conocemos así) como: “Sprachgefühl(1), palabra que desembarazada y esparcidamente significa: “Sensación o sentimiento innato por el carácter innato o esencial de una lengua”.  ¿Qué cosas, no?

(1) La palabra Sprachgefühl es una palabra poco común pero que estuvo en uso durante el siglo XIX.  Este vocablo teutón combina dos sustantivos alemanes: “Sprache”, lo que significa "lenguaje",  y” Gefühl”, que quiere decir "sentimiento".  Esta palabra no tiene absolutamente nada que ver con la palabra italiana” spagetti”.

¿Cómo Integro mi Propio Emoji o Emoticón al Sistema Actual?

Si usted quiere hacer esto, usted va a tener que ser muy original para diseñar su emoji porque hasta la fecha hay más de 2,000 emojis en existencia, y aprobados por el Consorcio Unicode, que es el organismo oficial que regula la fisonomía y afiliación de cualquier emoji propuesto.  Parte de las obligaciones de esta institución, es el asegurarse de que los nuevos emojis operan en todos los aparatos heterogéneos que los usarían.  Por lo tanto, es muy difícil crear un emoji diversamente cultural entre las razas humanas y las razas de aparatos electrónicos. 

Si usted es chileno y quiere diseñar un emoji para la Aristotelia Chilensis (“maqui(2), está jodío(3).  Para poder representar el maqui, probablemente su emoji lucirá como un montón de pelotitas negras que no se diferenciarían en nada de otro montón de huevos de Acipenseridae (esturión), o de una tribu de hormigas gordas.  También podría parecerse a la tapioca, o a un puñado de aquellas arrugadas bolitas negras de pimienta negra, por lo tanto; el poder diseñar un emoji específico para el maqui, es mítico.   

(2) El maqui es una especie de la familia “Elaeocarpaceae”, un tipo de baya  nativa de las selvas tropicales templadas en la región de Valdivia de Chile, y también en  regiones adyacentes del sur de la Argentina. El maqui es raramente cultivado, pero es más delicioso que el amor.

(3) La palabra “jodío” se deriva de “joder”, palabra semi-profana en el argot latinoamericano la que no tiene una descripción cabal, y se considera una palabra algo profana dependiendo de donde se use en Latinoamérica. Esta palabra transmite la idea de estar en problemas, o estar en una situación muy difícil. 

Para diseñar correctamente un emoji se requiere utilizar una cantidad minúscula absoluta de particularidades.  Estos detalles y pormenores son absolutamente necesarios para poder significar en forma evidente lo que es el objeto a “emojicar”.  Como no se adiciona texto o gradientes de color o sombras, para explicar manifiestamente el concepto de lo que se está representado, el diseño debe de dar a entender claramente y sin titubeos si se trata de un fideo Ramen, o de un piduye(4).

Los emojis y Emoticones son (en mi perenemente semi-informada opinión) una pivotal evolución electrónica del Sistema Morse a un sistema tridimensional mucho más florido con emociones gráficas, colores y personalidad.

(4) La palabra “piduye” es una castellanización de la palabra del idioma Mapudungun “pidhuin”, que significa “sanguijuela”.  Los sudacas nos referimos a esta lombriz intestinal (Enterobius Vermicularis) como piduye.  De la misma palabra Mapuche “pidhuin” también se deriva la castellanización “pirhuín, pirgüín o pirigüín”, que es una pequeña sanguijuela que habita los remansos y aguas quietas.

La Física y el Emoticón (Otra teoría)

El 16 de Septiembre de 1982, Neil Swartz, un informático de la Universidad Carnegie Mellon planteó un problema de física a sus colegas de informática en el "Bboard", om pizarrón electrónico del departamento.  Los usuarios de Bboard suelen publicar rompecabezas de ciencias entre ellos y habían estado discutiendo el enigma de si un canario podía volar en un ascensor durante caída libre.

Swartz presentó un nuevo escenario el que incluía una vela encendida montada en una pared del ascensor, y una gota de mercurio en el suelo.  Swartz escribió en su proposición: "El cable se rompe y el ascensor cae", ¿qué pasa con la vela y el mercurio?

Esa noche, el científico informático Howard Gayle respondió con un mensaje sarcástico diciendo: "Debido a un reciente experimento de física, el ascensor de la izquierda ha sido contaminado con mercurio y tiene visible daño de fuego.”  A pesar de que el mensaje era una  broma, algunas personas tomaron el aviso en serio creyendo que un derrame de mercurio y un pequeño incendio habían tenido lugar.  A raíz de esta tergiversación, varios usuarios de bboard comenzaron a deliberar acerca del uso de diferentes símbolos para identificar entre mensajes serios, y los que eran broma.

Para remediar esto y evitar futuros malentendidos, el profesor investigador en Ciencias de Computación, Scott Fahlman; propuso usar los símbolos combinados :-) para determinar si el comunicado era una broma, y los símbolos combinados :-( para determinar si el mensaje era serio.

Su “sonrisa de símbolos”  se hizo popular en la CMU, y rápidamente se difundió a otras universidades y empresas conectadas a ARPANET -una red de computadoras financiada por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos- y la madre de nuestra moderna Internet.  En la proporción en que ARPANET se entroncaba con otras redes de computadoras a través del planeta, estas sonrisas de símbolos se fueron a la grupa de esta expansión, hasta que eventualmente ARPANET se transformó en Internet.

Bueno, para los interesados en la respuesta al problema del elevador que propuso Swartz, aquí está:

Durante la caída libre del ascensor, la vela se apaga al formarse un vacío que origina la carencia de oxígeno debido a que se suprimen las corrientes de convección para seguir alimentando la llama.  ¿Y qué pasa con el mercurio?   Éste forma un elipsoide, producto de la tensión superficial provocada por la caída libre del elevador.  La caída del elevador causa una supresión temporal de la fuerza de gravedad que hace que el mercurio se eleve hasta el cielo raso.  El mercurio comienza entonces a rebotar entre en el cielo raso y el piso del ascensor hasta que el elevador llega al suelo, donde la gota de mercurio finalmente termina.  ¿Qué cosas, no?

:-(

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Et sub Glossarium Glossarium – (Cum amore legentibus)
Caterva  Muchedumbre, miríada, chusma.
Mesocroica – Con color de piel intermedio entre luz y oscuridad.
Piduye – Enterobius Vermicularis.
Pornogeriano – Viejo sucio degenerado.
Punctilio – De menor detalle o punto insignificante de conducta o procedimiento.
Síncopa  Reducción, acortamiento, enlace.

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Post scriptum et quorumdam suggestionibus pro futurum: Si hay algún tema sobre el cual usted quisiera leer mis traumáticas y ligeramente psicopatísticas opiniones, por favor sugiéralo a: rguajardo@rguajardo.us.

Caveat: Mis opiniones personales pueden resultarle ácidas, demasiado honestas, corrosivas, irreverentes, insultantes, altamente irónicas, acerbas, licenciosas, mordaces y de una causticidad filosófica sin límites conocidos por el ser humano, y quizá no le apetezcan o acomoden intelectualmente; pero es lo que habrá disponible basado en su pedido.  Gracias. 



El Loco

domingo, 1 de junio de 2014

El Pupitre

Ahora que estoy más gastado(1) y fuera del alcance de las filosas garras de algunos de mis muchos profesores, todos ellos excelentes personas debo mencionar; los que cuando lean esto, es muy posible que aún me quieran asesinar con gran delirio, justificado aturdimiento emocional y satisfacción primal.  Pero desde la segura, enmascarada y macanuda distancia en la que me encuentro, convenientemente disimulado y camuflado en el hemisferio Norte de nuestro planeta, en este momento me siento un poco más seguro y resguardado para revelar y relatar las inicuas e invulnerables aventuras de las que hice cómplice involuntario a mi sereno y fiel pupitre.

(1)  Nunca me ha gustado usar la denigrante palabrita: "viejo", simplemente  porque la "edad" solo existe en la imaginación, profundamente arraigada en las mentes más subyugadas por los correlativos instantes del ciclo del tiempo.  La ropa se pone vieja, los zapatos se ponen viejos, y a veces hasta las esperanzas se ponen viejas;  pero no los seres humanos de carácter vibrante y poseedores de una visión con perspectiva, no nos ponemos viejos.  ¡No señor!, nosotros estrictamente hablando; nos gastamos.

Técnicamente, se le llama "pupitre" a una pintoresca mesa con cajón, la que tiene un gran surtido de patas y extremidades de apoyo dependiendo del gusto y estilo de cada usuario, y es lo que utilizaban los inocentes niños como lo era yo durante la larga estancia en el colegio, mientras masticábamos y nos comíamos el currículo educacional a fuerza de "chascazos"(2), y sobre el que realizábamos nuestros estudios y los trabajos que nuestros maestros nos encargaban tan cariñosamente.

(2)  La Chasca era un artilugio infernal  de madera de palo de árbol de bosque, el que se asemejaba mucho a una endiablada pinza con una descarada y matrera esfera en uno de sus extremos, y que le servía a los "mochos" para hacer ruido, para llamar la atención, para darnos por la cabeza, y para joder.

En caso de que no se acuerden, --porque a veces nos pasa a nosotros los "gastados" de que nuestra memoria emigra junto con los pelos de nuestras blandas cabecitas, lo que contribuye a una progresiva y prematura alopecia retentiva-- los pupitres son unas graciosas mesas que consisten por lo general en un cajón amplio que se cierra con una tapa superior sobre la que apoyábamos los codos cuando dormíamos durante las aburridísimas y vanutópicas clases de religión.  La tapa de nuestros pupitres siempre estaba inclinada en una desagradable gradiente, lo que era una jodienda para mantener los lápices quietos en su lugar.  En su extremo superior horizontal, el pupitre tenía un surco el que se suponía que era para los lápices, pero que no servía porque era poco hondo e inapropiado para este objetivo. 

También tenía un hoyo muy peculiar para, supuestamente; poner un tintero.  Esto explica el surco de descanso para las plumas pero no para los modernos lápices.  Desprendiéndose claramente del modelo de pupitre que nosotros teníamos y usábamos en el docto "Instituto Alonso de Ercilla"(3), aparentemente estos vetustos pupitres los trajo Ercilla él mismo desde España en una de sus arrugadas alforjas de cuero de chancho Vasco, el que aparentemente antes de ser despellejado; era turnio.  La mayoría de nuestros pupitres no estaban muy cojos, o muy rayados o a muy mal traer porque a pesar de nuestros vandálicos y repetidos esfuerzos, los pacientes y cuidadosos Hermanos Maristas los mantenían como se mantiene una Novena. 

(3)  Para ser justos y ecuánimes, los pupitres no se inventaron hasta el año de 1880 por John D. Loughlin en Sidney, Ohio; el mismo año en que comenzó la construcción del Canal de Panamá; en que Tomás Edison patentó su primera lámpara incandescente; y cuando se completó el primer Censo en los Estados Unidos de Norteamérica, el que arrojó una población de 50.155.783 habitantes, contando a James A. Garfield, el vigésimo Presidente de USA.  ¿Los pupitres que trajo Ercilla?, pues en España les llamaban Mesa-banco bipersonal (pero creo que ellos decían: perzonal).  ¿Qué cosas, no?  

A pesar de que el pupitre tenía una función escolástica muy específica, éste era un artefacto multifario de misceláneos servicios, heterogéneas aplicaciones y diversas y disparatadas funciones.  Por ejemplo, servía para guardar el almuerzo y para estibar la ropa de de la clase de gimnasia la que normalmente estaba más hedionda que un ciclista francés después de la vuelta a Francia.  También se utilizaba activamente como taburete para cambiar ampolletas, como barricada de defensa para bloquear las puertas, como fortificación durante las guerras de comida, como almacén de venta de golosinas, para esconder las paletas de helados mientras las chupábamos y para que los profesores no se percatasen de ello, como pódium para discursos, y como una práctica y sorpresiva guillotina ajusticiadora de los dedos y manos de nuestros incautos enemigos, y como zoológico(*).  ¡Ah!, y también a veces nos servía para guardar nuestros libros y algunos de nuestros obligados inútiles útiles escolares.

(*) Nota del autor: Cuando terminé este escrito, le comenté a nuestro ilustre compañero de armas Patricio Seyler si se acordaba de estos infaustos hechos, pero para mi sorpresa, se acordó de otro episodio el cual yo ya no rememoraba: una vez convertí mi pupitre en un mini-zoológico.  En este improvisado bestiario tenía cautivos a algunos gusanos; una barata (cucaracha) coja con solo cuatro patas, un sapo chico, una lagartija sin cola, dos polillas (Tineola Bisselliella), una coqueta chinita (Coccinellidae), un gorrión muerto con menos valor que juramento de abogado y que olía a lo mismo, el que estaba allí solo para llamar la atención; y una enorme araña peluda de Recinto (Acantognathus Recinto) de un color café oscuro muy sospechoso a la que orgullosa y suspiradamente apellidé Juana; todos ordenadamente viviendo en un inmueble que construí con cartón el que auspiciaba unas celdas muy mononas para cada uno, y así separados,  no se comieran entre ellos.

El hecho es que la Juana se escapó por el hoyo del tintero del pupitre y bajó al suelo rápida y ágil como la mentira y se parapetó en algún lugar en que no la podíamos ver.  Cabe notar que Patricio era aracnofóbico al cubo, y les tenía un miedo horrible-pavoroso-espantoso-horroroso-aterrador a las arañas.  Patricio se mantuvo encaramado en su pupitre sin tocar el suelo durante casi todo el día hasta que se aseguró positivamente de que la Juana había sido recapturada.  Después de esto el Pato recuperó su color natural, pero creo que bajó dos kilos con el susto y no pudo ir al baño por otros tres días más.     
(*) Fin de la Nota del autor.

Ahora que ya estamos ubicados en el tiempo y espacio presentes, dejaré salir de mi imperdonable e inexcusable pluma con menos recelo las mentadas "aventuras" a las que me refiero.  Esto lo hago con la más egoísta, mezquina y calculadora de las razones: me siento un poco culpable de algunas de las canas de ciertos profesores, y me quiero ir con la conciencia clara cuando me toque el turno de irme al Horno, el que desgraciadamente a esta edad, ya comenzamos a olerlo  levemente, el que está perdiendo paulatinamente su camuflaje, allá no tan lejos ya, en la distante distancia.

Evitaré mencionar los nombres reales de los compinches, secuaces y cómplices que participaron en estas casuales circunstancias e imprevisibles episodios –-los que por cierto eran muy esporádicos-- porque aún quiero viajar a Chile, y deseo hacerlo en Paz y evitar a toda costa cualquier atentado o conspiración en contra de mi seguridad insana a manos de aquellos inocentes e incautos colaboradores, los que sorpresivamente se encontraron irremediable e irreparablemente envueltos en mi transcendental locura, la que estaba contrapuesta y en absoluta oposición a sus independientes voluntades.  Es una de esas situaciones que nadie quiere o espera, como por ejemplo cuando uno está de visita en la casa de la Polola nueva y vá al baño, y cuando llega el momento de limpiarse los arrugados labios obscurecidos por el tiempo, el papel higiénico falla catastróficamente, y los dedos accidentalmente terminan embutidos en el negro y maloliente destino.  Y ése, era el último trozo de papel "Confort" que quedaba.  Una situación bien incómoda, por decir lo menos.

Bueno, éstas son las "más fortuitas eventualidades" que acaecieron en las magnas aulas del Glorioso e Irremplazable Instituto Alonso de Ercilla de los Inmortales Hermanos Maristas de Chile.  Estos lamentables hechos no están narrados en forma cronológica, sino que con la específica intención de descolocar anacrónicamente al lector para que éste no se reconozca a sí mismo en estos poco Renacentistas hechos y por si algún profesor llegase a leer estas abiertas confesiones provenientes de este demonio humanitario engendrador de duros infiernos.  Que quede sumamente  claro que estos hechos ocurrieron con la misma fatalidad del impredecible sino con que ocurren los terremotos, erupciones, tsunamis y la caída de meteoros: absolutamente fuera del control humano; por lo tanto y debido a lo cual, nadie puede reclamar responsabilidad ni culpa hereditarias.

En una de esas cuantiosas, friísimas y gélidas mañanas del invierno Santiaguino, yo me encontraba situado en el sospechoso rincón sud-occidental de nuestra sala de clases en el segundo piso de nuestro edificio, aula que enfrentaba el telúrico patio de baldosas verdes.  A mi diestra y a la altura de mi cabeza, se encontraba una de esas grandes ventanas corredizas la que estaba irremisiblemente atascada en su marco, y que para mi desgracia personal, no cerraba completamente dejando abierta una fisura de unos cinco centímetros de acuerdo a la Regla de Tres.  Ese claro y matutino amanecer le había traído al valle de Santiago, esa antigua ciudad que siempre ha sido una gran bombonera de sorpresas, un largo hálito de frío Andino.  Era un viento crudo y bastante insolente el que nos arrancó constantes lágrimas durante nuestro viaje hacia el colegio, y que ahora se filtraba sin permiso por la grieta que la (%#$8*&#*@) ventana dejaba escindida, y que me daba de lleno en mi flaco, pero Adónico cuerpo.

En aquel entonces usábamos un uniforme incómodo, mal preparado para las premeditadas circunstancias, y más horrible que la propaganda política, y que tampoco protegía nada del frío.  Por supuesto que después de unos lánguidos minutos de estar expuesto a semejante martirio, yo estaba más helado que nalga de Pygoscelis Antarcticus (pingüino barbijo o de la Antártida).  Entonces, me puse mi "parka", la que estaba convenientemente colgada en uno de los ganchos de la interminable hilera de éstos que cubrían la muralla del fondo de nuestro paraninfo, y que se extendía de muralla a muralla.

Apenas me la coloqué, la atronadora y fragosa voz de nuestro "Magistrum Initio" (Latín para "maestro", palabra que uso para esconder la verdadera identidad del profesor), quien era una corta víctima del inconsciente ataque de las irreflexivas fuerzas gravitacionales, por lo que apenas de levantaba 1.58 metros del suelo con peinado alto, pero su voz era ciclópea como Polyphemus, y me rugió: 

- ¡Señor Guajardo, no estamos en el Polo!  ¡Sáquese la chaqueta!
- No es chaqueta profesor, ¡es una parka! –respondí desafiante con una sarcástica sonrisa en los fríos labios.
- ¡Joder!  !Se llame como se llame, te la sacas! -dijo molesto y acompañando su locución con un festival de chascazos en todos los tonos y en variados decibeles.
- ¡Pero es que tengo mucho frío! – respondí con una inflexión de clemencia, y ya sin sonreír.
- ¡Que te la saques, coño! – repitió en un tono "in misericordias", y ya un poco alborotado.

No me quedó más remedio que quitármela porque la alternativa iba a ser expulsión de la clase, y entonces tendría que comerme toda la inclemencia del helado viento parado solitariamente, triste y abandonado en el desamparado corredor.  Después de unos largos y acongojantes minutos, cuando la campana de viejo bronce tronó su independencia, salimos a nuestro recreo a disfrutar de nuestras alocadas juventudes antes de que la imperdonable campana detonara traidora otra vez, y tuviésemos que volver al agobiante hipogeo del segundo piso.

Durante el recreo, me dediqué concienzudamente a recoger los palitos de los helados, las varillas de los "algodones" de azúcar, y las ramitas secas de los árboles del patio Ercillano, los que se encontraban diseminados y sin concierto por todos lados y rincones de ese querido patio de baldosas amarillas como la ictericia.  Mientras me ocupaba atareadamente de esto, uno de mis compañeros se me acercó y preguntó:

- ¿Qué hacís, Loco?
-¡N'a, p'o! 
- ¿Como que n'a p'o?
-¡N'a, p'o!  -volví a responder.
- ¿Creís que soy ciego?

Mi querido compañero no era ciego o no vidente per sé, pero llevaba unos gruesísimos anteojos aparentemente hechos con gigantescos potos de botella de Champagne "Don Perignon" los que le magnificaban tremendamente los ojos, de forma que las escasas pestañas que le quedaban parecían clavos chuecos de crucifijo de Luma.  Otro compañero nuestro que estaba a su lado dijo atemorizadamente:

- Lo que sea que éste Loco está haciendo no importa, lo que importa es que estoy seguro que significa problemas -y seguidamente ambos se quedaron parados un poco atónitos mientras yo me alejaba giboso y proseguía mi pesquisa de palitos.

Al término del recreo ya había amasado una saludable cantidad de inocentes maderitos, los que colmaban los espantosos bolsillos de mi espantosa chaqueta azul sin cuello y sin personalidad ni estilo estudiantil.  Creo que esta patética chaqueta fué diseñada por el "Chupacabras" cuando andaba deprimido y tomando licuados de Prozac.  También me armé de un práctico artefacto que fuí a buscar a la construcción que se llevaba a cabo en el sector Noroeste del colegio, en dirección de la intersección de las esquinas de las calles Rosas y Maturana.  ¿Mencioné que durante el Verano estas calles se vestían hermosamente de verdes y alegres árboles a los que el suave viento los mecía como las suaves y grandes hojas de las magnificas higueras de Quillota, mientras que los cariñosos perros vagabundos los regaban dadivosamente? 

La otra calle de la que me acuerdo bién, es la calle de Santo Domingo donde está la entrada principal del "Scholam" de aquellos gigantes y soberbios hermanos y profesores (si se fijan bien, el edificio del colegio parece más bien una fortaleza de defensa que una institución de enseñanza).  Nunca caminé la calle General Baquedano que estaba en un flanco olvidado del colegio.  Sabía que existía porque mis compañeros hablaban de ella, pero yo nunca puse pié en ella, así que todavía dudo de su existencia porque yo no creo ni en Google Earth.

Este artefacto al que me referí tan suelta y descuidadamente en el párrafo anterior, era un artificio flexible hecho de hule sintético (del mismo con que hacen los condones) reforzado por dentro con una resistente y maleable red de fibras de hevea brasiliensis (caucho).  Como parte de su dúctil forma, contenía una perforación cilíndrica transversal circular (o anillos de refuerzo circunferenciales helicoidales) la que estaba guarnecida por fibras e hilos de una fornida aleación de hierro y carbono, a la que comúnmente llamamos "acero",  los que le daban resistencia a las presiones cóncavas y convexas, y los que estaban imbuídos en este dispositivo en forma trenzada, espiral, o como un tejido y envoltura de capas de telas resistentes a la presión y la temperatura, dándole al cilíndrico artefacto una rigidez semi-flexible lo que además le daba una extraordinaria capacidad de obtener ondulaciones de maleabilidad, o fuelles durante su uso.  ¡Me acabo de acordar del nombre Chileno de esta "custión"!  Lo que recogí de la construcción fué un simple trozo de manguera.

Mientras esperaba en una de las plurales y ordenadas filas que se formaban en el patio –orden que obedecía a los múltiples y autoritarios chascazos y a la colérica y seria mirada de nuestro queridísimo Hermano Lucio- antes de subir a nuestras correspondientes aulas, me metí la mentada manguera en la pierna del gris pantalón escolar desde el tobillo al pecho.  Las complicaciones de esta movida se produjeron apenas comenzamos a subir las escalas.  Desde el primer peldaño, la pierna izquierda –por efectos de la manguera atrapada allí- se me puso más tiesa que una francesa flaca bailando Mambo, y el subir una simple escala se transformó en una tarea hercúleamente* difícil.  Pero entre las risas, las bromas y los empujones de mis amados compañeros, logré llegar candongamente al segundo piso sin rajar el pantalón, y envuelto en la fenomenal curiosidad que narcotizaba las imaginaciones de mis camaradas de curso.

* NOTA DEL AUTOR: Antes de sentarse a comer, la mamá de Hércules siempre le decía al pequeño Hércules: "Anda a lavarte Herculito"  ¿Qué cosas, no?

A este punto mientras escribía este panfletín de memorabilia, se me heló la "pajarilla" de solo pensar que alguno de mis amados ex-profesores(4) lo estará leyendo mientras respira pesadamente por la boca mientras afila un machete, un hacha, o una "Pica"(5).  Pero como yo soy valiente y no le tengo miedo a nada en el Universo, incluída mi suegra; seguí escribiendo desafiante porque me imagino que en algún momento habrá que producir otro "Mártir Marista".

(4)  La expresión "ex-profesor" es una mentira calumniosa y absolutamente falsa para todos y cualquier ex-alumno Marista, porque nuestros profesores Maristas son los más eternos e indelebles educadores que han cavado trincheras en nuestras vidas y no tienen nada de "ex" para nosotros, por lo tanto; jamás de los jamases ellos serán lo que la insolente, indecorosa y descocada pseudo-preposición "ex" implica en este puntual y delicado caso.

(5)  La "Pica" es un vocablo de la lengua Mapudungún usado por los Araucanos para referirse a la antigua y salvaje costumbre Española de ejecutar a sus enemigos por "empalamiento".  El empalamiento es un método de ejecución donde la víctima es atravesada por una gruesa  estaca de madera clavada verticalmente en el suelo.  La penetración de la Pica puede realizarse por un costado, por el recto, la vagina o por la boca, y que cuando se completaba esta macabra maniobra, a la víctima se le dejaba colgada para que muriera lentamente.  Esta fué la horrorosa muerte que padeció el Toqui Caupolicán a manos de los españoles después de ser derrotado y capturado en la  Batalla de Antihuala el 5 de Febrero de 1558.  La localidad de Antihuala, que en Mapudungún significa: "Ave acuática asoleada"; es una localidad perteneciente a la comuna de Los Álamos en la Provincia de Arauco, asentada en la VIII Región del Biobío, en Chile. La única referencia histórica que se tiene sobre el origen de este método proviene del antiguo pueblo de Asiria.  Este método de ejecución lo utilizó el barbárico rey persa Darío I entre los siglos VI y V de la Era Común, para matar de esta manera a más de 3.000 habitantes de Babilonia.  Yo prefiero el hacha aunque esté sumamente oxidada.

Prosiguiendo con este relato, apenas arribé a mi amado y estoico pupitre, vacié mis pavorosos bolsillos de sus listoncitos y demases, y también puse en forma rápida y lo más furtivamente posible el pedazo de manguera en el práctico cajoncito con su tapa superior, y antes de que el profesor se percatara y aprovechándome del desorden general que había mientras nos parábamos flanqueando nuestros pupitres, para recitar el mecánico y habitual "Ave María" antes del comienzo de cada clase.  Nunca supe si este avemaría se refería a una extraña pajarraca de nombre María, o que a alguna María le llamaban pajarraca;  porque la palabra "ave" en Latín es "luvavit" y que en Castellano significa "será útil".  La palabra "ave" también se usa en el Latín para decir "hola", y la palabra "avem" significa "pájaro", por lo tanto avemaría se podría traducir filológicamente y transliteralmente como: "¡hola pajarraca útil!  ¿Qué cosas, no?

Toda esta preparación que yo acababa de efectuar, era simplemente un mecanismo de defensa para combatir el frío que me acosaba a través de la grieta de la jodida ventana, y para contrarrestar la "Durus Caput" (cabeza dura) de nuestro profesor.  Vale decir que yo no era la única víctima de la hiperbórea corriente de aire apurado que se colaba por la rendija.  Mi compañero de adelante se convulsionaba entre azul y tiritante, y también el del flanco izquierdo temblaba como una Virgen Vestal antes del "primum coitus concubitos".

Entre el favorable desconcierto después del sacrosanto bisbiseo, instalé la manguera introduciendo un extremo el femíneo agujero del pupitre, y llevando el extremo opuesto a través de la rendija de la ventana hacia afuera.  Esta fué la maniobra más difícil porque debí de hacerlo en forma rápida y precisa a la usanza de "Misión Imposible", y luego ocultar el cuerpo de la manguera entre los chaquetones que colgaban inservibles en los ganchos de la muralla contra la cual descansaba mi asustado pupitre.  El primer objetivo había sido cumplido sin bajas en el contingente.

Seguidamente, vacié mi pupitre de libros y otros enseres colocándolos debajo del asiento de éste no sin la atenta y aterrorizada mirada de mis colindantes compañeros, los que sin saberlo, se acercaban rápida e involuntariamente hacia la calidad de víctimas impensadas.  Una vez hecho esto, desenvolví mi proletario y menestral sándwich (en Chileno: Sánguche) de mortadela(6) y queso, y usé el papel "Alusa foil" (papel de aluminio) doblándolo un par de veces a modo de formar una base cuadrada.  Así y sin más trámites o despliegues de ingeniería, había producido una conveniente y práctica parrilla pupitresca.  A este punto, los ojos de mis compañeros estaban más dilatados que el agüjero de ozono.

(6)  La Mortadela es substituto proletario del jamón.  Mientras que el jamón se elabora con las más nobles y delicadas partes del Suidae Ungulates Sincipitis Porcus, la mortadela es un embutido artesanal que se fabrica con una mezcolanza hecha de sobras de chancho desmenuzado o molido, despojos de salchicha curada, por lo menos con un 15% de grasa dura de cuello de porcino o caballo y otros altamente sospechosos rellenos, los que individualmente considerados, se denominarían como argamasa corpórea animal .  El queso de mi sánguche no andaba lejos de ese nivel.

Una vez establecida la clandestina base de operaciones, la ofensiva se desató de acuerdo a mi plan.  Con esta cruda pero valiosa experiencia aprendí para siempre que TODOS los planes son buenos, hasta que chocan con la realidad.  Enséñeles esto a sus hijos.  Entonces, levanté una cónica formación de palitos en forma de "Ruka" apoyada en un pedazo de papel arrugado proveniente de uno de mis cuadernos, la que se alzaba unos cuatro centímetros de altura aproximadamente.  La altura era importante para que el fuego no quemara la tapa del pupitre y para que el humo escapara fácilmente por la chimenea de campaña que se iniciaba en el hoyo del tintero.  La mini-fogata estaba lista para ser inflamada.  Problema: ¡no tenía ni un fósforo!  Me acordé de Arthur Schnitzler: "Estar preparado es importante, saber esperarlo es aún más, pero aprovechar el momento adecuado es la clave de la vida".  Esto lo aprendí del áspero pero sabio Hermano Jovino Morala.

Me puse inmediatamente en campaña para conseguir un modo de ignición, pero siendo muy cuidadoso de que el profesor no me descubriese enganchado en actividades ilícitas y prohibidas durante la clase.  Después de trabajar arduamente el clandestino "Correo de las Brujas", ubiqué un modo de encender la fogatita.  Un compañero que se encontraba claramente en la esquina opuesta de la clase tenía un inventito al que los fumadores llamaban "encendedor", el que me fué ofrecido con una enigmática señal de acuerdo:  mi distante compañero levantó considerablemente su frondosa ceja izquierda en señal de acuerdo, pero la contorsionó tanto para dar una clara señal,  que le dió un calambre en el ojo, y comenzó a berrear como energúmeno mientras se sujetaba la generosamente pilosa área con ambas manos.

Ante los bramidos de dolor ocular, el profesor se abalanzó vertiginosa y precipitadamente en auxilio de su alumno en peligro.  Nuestros profesores Maristas eran así.  Dejaban su vida botada en el lugar en que estuviesen parados para salir disparados sin vacilación a socorrer a sus alumnos, no importase cuán grande o pequeño el peligro pudiese ser.  Esta desprendida virtud de mi profesor me proporcionó la oportunidad para que mis compinches me despacharan despachadamente el proscrito artículo de revolución; el que llegó con la velocidad y la habilidad de los "Chasquis" a mis psicópatas manos.  Sorpresivamente noté que los ojos de mis compañeros se les estaban escapando de entre los siete huesos que forman sus cavidades orbitarias bajo la inaguantable presión de la enervante anticipación.

Paso tercero: ejecución de la escaramuza.  Armado, decidido, y por ende peligroso, levanté lenta y muy disimuladamente la tapa de mi aterrorizado pupitre de colonial madera, y le atraqué la flama al inocente papel que sujetada precariamente las blancas paletitas de helado.  Estaba un poco preocupado de que el fuego no se encendiese correctamente porque no había tenido la oportunidad ni el tiempo de construír un "maricón" para darle el fuelle apropiado al fogón.  Sabía que en el colegio había un maricón suelto en algún lado, pero creo que estaba ocupado...

La llamita comenzó insignificante y precaria como el futuro de los pobres, luego creció poco a poco y se hizo más fuerte como lo hace el atrevimiento, y finalmente se tornó en una fuerza tan poderosa y arrasadora como la ignorancia colectiva.  Al principio todo iba muy bien.  El fueguito ardía calladito y entregando su codiciada temperatura la que calentaba mis manos, las cuales yo ponía sobre mis piernas, y así traspasaba el calor al resto de mi cuerpo.  Ya no me importaba tanto el frío chiflón de viento que trataba de acosarme, así que víctima de mi completo desprecio e indiferencia, el helado viento entonces se dedicó a martirizar a mis otros compañeros, los que también vestían horriblemente con esas chaquetas proto-satánicas que no protegían ni de las sonrisas.

Lo que pasó a continuación fué estrictamente un problema de preparación, prevención, y un producto natural de la sempiterna e irracional conducta de jóvenes irresolutos, irresponsables y necios como solíamos serlo todos nosotros; sin excepción, actitud que en aquellos idos verdes años es invariablemente más liviana que el polvo.  Mientras el fueguito quemaba afanosamente sin chisporroteos ni tos, y el escaso y mudo humo que producía se escabullía silente e invisible por la chimenea de campaña; el resto de los otros palitos que me sobraron estaban colocados en un rincón del cajón del pupitre esperando su turno en caso de que se les necesitase.  ¡Tremendo y fatal error! 

No sé si fué una chispa renegada, un palito ingrato que se desmoronó de la torre, o el calor mismo que encerraba el cajón el que ya pasaba los niveles de seguridad; la cosa es que el contingente de leña de emergencia que esperaba estratégicamente en el flanco derecho del cajón cogió fuego como si no hubiese un mañana.  ¡Y repentinamente el siniestro caos del siniestro en marcha se desplayó siniestramente al resto del pupitre!  A pesar de que a estas alturas yo ya no temblaba de frío, comencé rápidamente a temblar otra vez y sudar frío mientras que una tétrica y blanca palidez se apoderó febrilmente de mi cara llena de espinillas y puntos negros y con unos pocos pelos surtidos que pretendían dibujar un bigote de gato proletario para subrayar mi narizota.   

Cuando repentinamente y sin aviso comenzó a salir humo por todos lados y la manguera estaba ahora bajo el ataque de las llamas y se había comenzado a derretir velozmente, sus llamaradas salían iracundas por el hoyo del tintero ahora chisporroteando y tosiendo como un tuberculoso con picazón de garganta; abrí rápidamente la tapa del pupitre con gran pánico, entonces una enorme nube de alardeante humo negro escapó triunfante y me atacó la cara.  Esta nube de humo era enorme y más negra que noche de luto.  Antes de que yo alcanzara a cerrar la boca, respiré una bocaronada del grueso humo que ya se me metía violador por las narices y comencé a toser como un poseso.  Instintivamente me paré del pupitre y tratando de salir me tropecé con las patas del pupitre las que estaban unidas por un listón entre ellas, entonces caí al suelo pesadamente como un saco de papas Alacalufe, y mientras al caer azotaba mis fornidas y bien parecidas espaldas violentamente  en el suelo, pude ver los pávidos y aterrorizados ojos de mis circundantes compañeros los que parecían huevos fritos en plato chico.

Me paré trastabillando lo más rápido que pude y de reojo ví a mi profesor que parecía puercoespín en celo: tenía todos los pelos que le quedaban más empinados que rebaño de Meerkats, y sus ojos estaban tan abiertos que se asemejaba de muy cerca a un Cíclope realmente sorprendido.  Reabrí la tapa del pupitre la que con el susto del humo, se había dejado caer violentamente volviéndose a cerrar.  Apenas hice esto, el oxígeno que el pupitre respiró, encendió aún más las llamas que ahora mordían furiosamente la docente madera de mi agonizante y gemebundo pupitre.  Cuando el humo hizo su escape del cajón, pude ver dolorosamente que del plateado papel de aluminio no quedaban más que unos irreconocibles restos de metal, los que estaban más chamuscados que incienso de iglesia pobre.

Como combatiente experimentado, mi temerario profesor se transformó instantáneamente en superhéroe (éste era su trabajo secreto después del colegio a partir de las 5:00 PM, hora Chilena) y sin dilación alguna comenzó a coordinar el salvataje de su rebaño el que se encontraba desesperanzadamente alborotado.  Mientras él daba marciales órdenes de abandonar el barco e indicaba cómo y por dónde hacerlo, yo estaba tratando de apagar el fuego con la ayuda de tres compañeros más locos que osados, pero más valientes que torero ciego; no por el fuego, sino por la responsabilidad que nos tocaría después de los hechos ya que estábamos tratando de apagar el siniestro muriéndonos de la risa. 

Para proteger la identidad de los inocentes, me referiré a mis secuaces como: el "Kiko", el "Guatón", y el "Chico".  El Kiko se sentaba enfrente de mí.  El Guatón se sentaba al otro extremo de la clase, y era el que había producido el artefacto de ignición y al que a estas alturas, ya se le había aminorado la molestia del calambre en el ojo; y el Chico que se sentaba a mi siniestra.  Sería muy difícil para mí poder explicar los acontecimientos que sucedieron en esos escasos pero frenéticos minutos, así que dejaré que el diálogo que se llevó a cabo explique los lamentables hechos que ocurrieron, y que ya son parte del irremediable y afortunadamente; irreversible pasado.  Cualquier semejanza con la realidad respecto a los apodos que voy a usar, son nada más que el inefable rédito de una mera, casual e inocente  coincidencia.

- ¡Oye Loco!  Tiremo'el pupichre pol'laentana – vociferó el Guatón.
- ¡¿T'ai loco?! , nos vamo'a quemar p'o gil – añadió el Chico.
- ¡Echémole Coca~Cola – gritaba el Kiko blandiendo orgulloso una botella del gaseoso líquido, y que sin esperar por una respuesta, comenzó a vaciar el contenido de la botella en la masa de fuego.

Apenas el líquido carbonatado con sacarosa, cafeína, acido fosfórico, color E150d, y otros sabores naturales desconocidos diluídos en Solvente Universal -o sea la Coca~Cola- cayó en el fuego, se produjo un chisporroteo horrible y ruidoso, y el fuego se avivó aún más ante el pavor de los pseudo-bomberos* que trataban desesperadamente de contener el fuego para que no se pasase a los otros pupitres.  El ataque Cocacolezco hizo carraspear al fuego el que soltó una enojada descarga de humo negro la que nos dió de lleno en la cara a los tres.  A este punto parecíamos limpiadores de chimenea, y si nuestros pantalones hubiesen sido amarillos, hubiésemos parecido los Tres Tristes Tigres de la Malasia.  Lo único blanco que le quedaba al Kiko eran sus parpadeantes ojos.  ¿Y el fuego?  Bueno, a esta altura, el fuego era ya un histérico Fandango.

* NOTA DEL AUTOR: Sabía usted que la palabra "Bombero" no tiene sinónimos conocidos en la Lengua Castellana?  ¿Que cosas, no?

- ¡Se jodió! ¡No tirís m'a Coca! –dijo el Guatón, y el Chico agregó:
- ¡Se trata de apagar p'os menso!
- Y kikiris-ki-liaga – dijo el Kiko (El Kiko comía demasiado pollo).
- ¡Ya p'os gil, hace algo –me gritaba el Guatón con sus rojos y regordetes cachetes.
- ¡Estoy tratando, p'o! – contesté algo airado.
- ¡No discutan güeones atontaos y apaguemos esta güeá! –gritó el Chico con su virgen y divino lenguage que lo aprendió en El Nido de Águilas.

El Guatón entonces agarró un atado de posters que estaba encima de uno de los pupitres, y comenzó a blandearlos en contra del fuego dándole furiosos "posterazos" al pupitre, pero le salió el tiro por la culata, y el atado de posters se desató al tercer golpe y los posters volaron por el aire como la Paloma de La Paz (la que muchos dicen que no vuela para nada), y desafortunadamente algunos de ellos cayeron en el voraz fuego para alimentarlo aún más.

- ¡Hay que apagarlo, gil! –le berreó el Chico al Guatón, al que unas gruesas gotas de sudor le hacían marcados surcos en el hollín de la cara.
- ¡Las chaquetas! –grité iluminado apuntando con el dedo de los mocos hacia ellas.
- ¡Ya p'o! –dijo el Kiko, y los cuatro nos giramos y agarramos la primera chaqueta que estaba a mano y comenzamos a darle chaquetazos al fuego a diestra y siniestra.

El espectáculo era Apocalíptico pero sin jinetes.  El humo llenaba la habitación, las ventanas ya estaban casi todas negras, la barra en el pasillo nos instaba a la lucha, estábamos más mugrientos que el profesionalismo de los abogados deshonestos, y mientras sudábamos como el caballo de Sancho Panza; los "chaquetazos" surtidos eran nutridos y sin cuartel.  (A propósito de Apocalíptico, ¿es cierto de que estos caballos no cagan?).

El dúo dinámico del Guatón y el Chico se afanaban frenéticos dándole sin tregua unos tremendos chaquetazos al pobre pupitre que ya se comenzaba a quejar ruidosamente.  Nadie sabía a quién le pertenecían las infortunadas chaquetas convertidas en repentinos parafuegos, pero no importaba porque en las emergencias uno no se fija en gastos.  A todo esto, yo estaba medio asfixiado de tanto tragar hollín, y trataba de decirle al Guatón que empujara los otros pupitres más lejos para que no se quemasen.  Al escuchar esto, el Chico se puso sumamente Grande y sacó fuerzas Sansonescamente Hercúleas de flaqueza, y para mi estupor, empujó cinco o seis pupitres al unísono casi hasta la tarima del pizarrón unos metros más allá, lejos del siniestro pupitral.  Con el humo, el hollín y el tizne de la madera quemada, estábamos más sucios y negros que las intenciones de un fraile Católico Romano.

La situación estaba ya fuera de control, y por más que nos afanábamos en tratar de apagar el fuego, éste más ardía y amenazaba con extenderse a los demás sobrecogidos pupitres, los que amontonados en un rincón, decían sus pías AveMaderas.  En medio del caos, el Kiko tuvo una idea más iluminada que el quirófano del General Electric, y actuando con la más absoluta y sorprendente valentía e innovadora originalidad, prestamente se paró encima del pupitre más cercano, sacó su aparejo bomberil, y comenzó a mear las llamas con un delirio digno de "Canutos", aquellos trastornados seguidores del Español Juan Bautista Canut de Bon.

A pesar de que la artimaña era (a esta altura) apropiada como solución desesperada en una desahuciada y gravísima situación, no dió muchos frutos, pero sí resultó ser una añagaza bastante fétida.  ...¿Ha olido usted orina carbonizada?  El fuego no se inmutó un ápice, y siguió indolente devorando brutal, salvajemente y sin piedad a mi pobre pupitre que ya estaba casi fenecido.

En el intertanto en que ocurría esta alarmante peripecia, nuestro temerario profesor con su alma de Matasiete Sietemachos y valiente como el Príncipe Valiente, después de haber escoltado y puesto a resguardo al resto de su querido e inocente rebaño, acudió presto en nuestra ayuda esgrimiendo un extintor del tipo Clase A que era más pesado que él, pero que lo esgrimía con la gracia y simpleza con que D'Artagnan esgrimía su habilidoso florete.  Le vimos entrar en acción como lo hace Neil en La Matrix: Serio pero más efectivo que un cóctel de diurético y Viagra.  En ese segundo fortuito noté una interminable hilera de cabezas en la ventana, cuyas caras pegadas a ellas, estaban adornadas con crispadas y siniestras muecas a modo de sonrisa con incrédulos ojos, las que se asomaban con sus narices pegadas al cristal de las ventanas para observar qué era lo que estaba sucediendo.

Nuestro osadísimo y tremendamente temerario profesor bramó con una voz de trueno espantado:

- "¡Todo el mundo a un lado!"

Y sin decir ¡agua vá!, descargó una gruesa y furiosa nube de polvo blanco la que envolvió el pupitre completo con llamas y todo, y también engolfó al pobre Kiko que estaba totalmente desprevenido, y aún con su maleable material de ignis-combativo firmemente sujeto en la palma derecha.  Se escuchó un escalofriante y sorpresivo ¡¡¡Juoochhh!!!, y el extintor en las experimentadas manos de nuestro héroe del día; expiró extinguido.  Hubo unos segundos de desconcierto y gran silencio.  Cuando el polvo finalmente cayó al suelo, y la blanca nube que éste había formado se disipó, el cuadro era digno del Infierno de Dante:  El Kiko parecía un Zombi con su cara blanquinegra producto del ¡¡¡Juoochhh!!! del rojo extintor, el Chico había recuperado su tamaño normal pero estaba algo más negrirojo, el Guatón se estaba comiendo un sánguche de mortadela que encontró en el suelo entre el desorden y el desbarajuste de las "loncheras"; y yo estaba más agotado que la paciencia del pobre, y más nervioso que monja con atraso.

Nuestro profesor nos estaba dirigiendo una mirada leonina más áspera que lengua de gato,   y que prometía el Vía Crucis en esteroides, pero felizmente; el fuego había sido extinguido.

Convenientemente y arbitrariamente me saltaré un corrosivo y poco glorioso episodio aquí con la sola intención de proteger la integridad moral y la honorabilidad ética de los susodichos envueltos en este lance, cosa que como ustedes pueden haberse dado cuenta, se transformó indeliberada, involuntaria, casual-accidental y espontáneamente en un infortunado incidente piromaníatico.  Los detalles que puedo revelar con respecto a la secuela de este olvidado episodio, es que me costó un Verano completo de trabajo para poder pagar por un pupitre de reemplazo.  Ciertamente hubo otras variadas penalidades pero no es necesario –después de tantos años- nadar en esas amargas aguas.  ¿Quizá éste lastimoso hecho del pasado haya sido el motivo original para despertar mis ansiedades bomberiles?  ¿Quién sabe?  No podemos encontrar los tiempos perdidos, pero podemos encontrar sus huellas.

Moraleja para profesores:  Deje que los Locos con frío se abriguen.

Moraleja para alumnos:  Si tiene frío, no haga fogatitas chicas dentro de su pupitre.

¿Qué cosas, no?
  


El Loco