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viernes, 1 de mayo de 2020

La Muerte del Sol

Si usted todavía está vivo a pesar del Coronavirus y se asustó (o sigue asustado) con este infausto y negro episodio, ahora quiero asustarlo más con este artículo que está a punto de leer.  La diferencia es que no tiene que aislarse ni pelear ni batallar por el papel higiénico.  Antes de leer este escrito, tampoco necesita apanicarse y correr al almacén más cercado a abarrotarse con desinfectante para las manos.  Este es un cambio radical pero necesario y no es postiche* en nuestra civilización actual, aunque éste sea temporal.

El susto es bueno en pequeñas dosis porque lo mantiene alerta y piensa en preparación y prevención, y mantiene en buena forma a los veleidosos esfínteres.  Tampoco quiero preocuparlo más que una monja con retraso, pero quiero que esté consciente de cosas fuera de la esfera de su pensamiento diario.

El Sol

El sol le dá energía a toda la vida que existe en la Tierra, y sin esta brillante y cálida estrella, no sobreviviríamos en este suertudo planeta.  Pero como la mayoría de las cosas y objetos que conocemos en el espacio, incluso la vida de las estrella es también limitada y algún día, aunque nos parezca muy lejano; nuestro querido y bien ponderado Sol sucumbirá como todos nosotros, a su avanzada ancianidad.

En caso de que usted esté un poco desubicado debido al pandemónium que estamos viviendo aquí en la tercera roca en el bies de las enaguas del Sol, esta luminaria se encuentra en el meollo de nuestro sistema solar, y quien es el objeto de más tamaño en este coqueto sistema solar.  El hidalgo Sol acapara el 99.8 % ciento de la masa completa del sistema solar, y su cintura se acerca aproximadamente a unas 109 veces el diámetro de la Tierra.  Si tuviésemos que llenar el Sol con nuestro planeta, se requerirían alrededor de un millón de Tierras para colmarlo.

¿Y qué tan caliente es el sol?  ¡Buena pregunta!  La temperatura de  la parte que podemos observar del Sol desde nuestra palestra, es de aproximadamente unos 5,500° Celsius, mientras que las temperaturas dentro del núcleo solar se calcula que se elevan a más de 15.000.000° Celsius.  Estas temperaturas se generan a través de reacciones termonucleares o de fisión nuclear.   Según la NASA, para poder ecualizar esta temperatura producida por el Sol, deberíamos detonar alrededor de 100 mil millones de toneladas de dinamita por segundo.  ¿Qué cosas, no?

El Sol es solo una de las más de 100 mil millones de estrellas en la Vía Láctea.  Su órbita oscila a unos 25,000 años luz del núcleo galáctico, en la que realiza una rotación aproximadamente cada 250 millones de años.  El Sol es relativamente nuevo y es partícipe de una descendencia de estrellas conocidas en Hiperfísica como “Población I” las que, comparativamente a otras estrellas; son las que ostentan más abundancia de elementos que abrigan una tara más pesada que el Helio.  

El Funeral del Sol

Los dedicados científicos de nuestro planeta quienes se consagran a la ciencia, piensan que han descubierto cuándo y cómo morirá nuestro Sol.  ¡Esto va a ser homérico!

Nuestros avispados científicos están emitiendo frescas predicciones acerca de cómo se desarrollará el momento final de nuestro Sistema Solar, y cuándo éste va a acaecer.  Afortunadamente para usted y el resto de los humanos y humanoides que pululan sueltos por el planeta, no habrá nadie presente para atestiguar el Dantesco acto final; eso es, si usted me cree.

No mucho tiempo atrás, los astrónomos especulaban que el Sol en su momento postrero se tornaría en una caliginosa nébula, en una intumescente* burbuja luminosa de gas y pavesa celestial, pero estos peritos han descobijado nueva evidencia que sugiere que el fin del Sol va a ser más literianístico*, catastrófico y vorpálido* que lo que se estimaba.  ¡Huy que miedo!, ¿no?  Esto es además porque ahora tienen mejores instrumentos de trabajo que los que venden en el “Dólar Store”.

Entre tanto, una diligente e industriosa pandilla internacional de astrónomos desacertó esta última teoría y ahora proclaman que, basados en sus postreros descubrimientos y en la evidencia que han recolectado recientemente; opinan que han descubierto que una nebulosa planetaria es la más probable representación de un cadáver Solar.

La  mayoría de los integrantes de nuestra comunidad científica está de acuerdo en que nuestro Sol tiene una edad aproximada a unos 4.600 billones de años.  Para llegar a esta conclusión, nuestros duchos hombres (y mujeres) de ciencia han medido la edad de otras muchas entidades celestes que se cree se plasmaron y configuraron aproximadamente al mismo tiempo en que lo hizo nuestro querido y brillante Sistema Solar.  

Entonces, comparando estas sobreabundantes y próvidas observaciones, agregando el legado obtenido de largas y meticulosas observaciones de otras estrellas paranatelónicas*, los astrónomos cavilan que pueden profetizar el momento del fallecimiento de nuestro Sol.  Se premedita que el Sol se convertirá en un fiambre y exhalará y su último suspiro (el Sol no suspira, solo quiero ser un poco más dramático aquí) aproximadamente en unos 10.000 billones de años.  ¡Esto es un arsenal de años! 

Anteriormente mencioné: “...el resto de los humanos..., no habrá nadie presente para presenciar el Dantesco acto final”, con lo que me refería a la especie humana en general y colectiva, ya que basados en nuestro comportamiento social y moral; ninguno de nosotros sabe si nuestra insulsa e insensata especie sobrevivirá tantos años.  ¿Qué cosas, no?

Antes de que nuestro brillante y caliente Sol fenezca, existe una franca decumenia* de acontecimientos que la raza humana encontrará para sortear en el camino.  Nuestros astrónomos predicen que en alrededor de unos 5.000 billones de años, el Sol se convertirá en un gigantesco globo rojo.  Entonces, el núcleo de esta luminaria se va a implosionar, pero sus mantos externos se expandirán hasta alcanzar la órbita de Marte.  Si nuestro planeta todavía está en existencia para ese entonces, la Tierra se verá irremediablemente enmarañada en el caos solar.

Para evitar que nos tostemos hasta carbonizarnos, a la humanidad nos quedan apenas unos escuetos mil millones de años para, o morirnos todos; o para encontrar una ingeniosa manera de cómo escabullirnos de esta maloliente roca aguada y establecernos en algún otro punto del Universo.  Pero al mismo tiempo, tendremos que saber exactamente hacia dónde nos dirigiremos, cómo llegaremos allí o allá, y si nos vamos a llevar consigo toda la ingente e interminable cuantía de la mierda moral y excrementos éticos que nos hemos arreglado para acopiar, y con las que nos hemos arreglado para contaminar a este pobre planeta, el que ya nos ha advertido de lo que le estamos haciendo.

Esto último no les es pertinente ni les concierne a los ciegos.  No me refiero a aquellos que desafortunadamente han perdido su sentido de la visión, sino que claramente aludo al resto de los pendejos humanoides que se rehúsan a ver la realidad a pesar de la evidencia.  Si no lo ha notado, el Sol ha estado aumentando su resplandor cerca de un 10% por cada mil millones de años.  Esta cantidad brobdingnagiarística* de años parecen muchos, pero el aumento de irradiación no lo es.  Este aumento en el brillo del Sol extinguirá la vida en la Tierra en menos de 5.000 millones de años, evaporando en el camino polos, ríos, lagos y océanos, matando desde nanoplankton a ballenas, y las superficies de tierra seca se calentarán tanto que no nos podremos sentar en ninguna parte sin quemarnos el culo.

Desde un punto de vista más científico

Lo abominable que acaecerá posteriormente con este gran purpúreo gigante es difícil –o imposible-  de afincar.  Un número de estudios preliminares juzgan que para que el Sol se transforme en una nebulosa planetaria brillante, el tamaño inicial de nuestra estrella debería de haber sido casi dos veces más masiva de lo que es ahora.

Ahora, una camarilla internacional de renombrados astrónomos ha estado recurriendo a representaciones y extrapolaciones de modelos computacionales en un esfuerzo de establecer que, tal como el comportamiento del 90 % de otras estrellas en el firmamento, lo más probable es que nuestro Sol se implosione  desde ser un gigante rojo, para convertirse en una diminuta estrella enana blanca; y consecutivamente,  caducar como una nebulosa planetaria.  ¿Qué cosas, no?

Según lo que sabemos y basados en lo que la comunidad científica nos ha enseñado, cuando una estrella muere, produce una asumida aglomeración de gas y polvo, conocida como su “envoltura”.  Esta citada “envoltura” puede abarcar un tamaño aproximadamente al de la mitad coetánea de la masa de nuestro Sol.  Esta drástica reducción en el tamaño o ahora Enana Blanca, desenmascara el núcleo de la estrella.  A este punto, la vida útil del Sol está operando sin carburante, para últimamente; apagarse y fenecer.  Esto es explicado por el astrofísico, astrónomo y profesor de la Escuela de Física y Astronomía de la Universidad de Manchester en el Reino Unido; Albert Zijlstra.

El Sol antes de sucumbir y en su etapa de Enana Blanca, es cuando su súper urente* y febril núcleo causa que su caparazón de gas y polvo centellee enérgicamente por alrededor de unos 10.000 años, lo que es una etapa muy breve y transitoria en astronomía.  Esta poderosa refulgencia  lo hace claramente evidente y visible en la nebulosa planetaria.  

Algunas Enanas Blancas son tan vernicosas* y refulgentes que se pueden vislumbrar desde distancias siderales de más de centums* de millones de años luz, donde la estrella en su vida normal, habría sido demasiado débil para poder verla a pesar de nuestros avanzados instrumentos de espionaje cósmico.

Las representaciones y extrapolaciones de modelos computacionales de datos que creó este equipo científico, exclusivamente atenta vaticinar el ciclo de vida de heterogéneos tipos de luminarias, para estipular más acertadamente el brillo de cada nebulosa planetaria asociada con diferentes masas de estrellas.  Las nebulosas planetarias existentes son comparativamente habituales en el Universo visible para nosotros, y algunas de las que conocemos son la Nebulosa Helix, la Nebulosa Ojo de Gato, la Nebulosa Anillo y la Nebulosa Burbuja. 

Nebulosa Planetaria

Originalmente y con una ligera parablepsia* teórica, a estas nuevas nebulosas se les bautizó cuando fueron descubiertas con el inconsecuente nombre de “nebulosas planetarias”, a pesar de que no tienen absolutamente nada en común con planetas.  Cuando las primeras nebulosas fueron evidenciadas por el astrónomo alemán nacido en Inglaterra, Frederick William Herschel en el siglo XVIII, éste las juzgó similares en apariencia a los planetas debido a las deficientes tecnologías ópticas de los telescopios de la época.

Herschel construyó su primer gran telescopio en el año 1774 de la Era Común.  Cuando terminó la construcción y el montaje de su nuevo telescopio, se enfrascó durante los siguientes nueve años en el escrutinio y estudio de los cielos para investigar las estrellas dobles.  Herschel publicó catálogos de nebulosas en 1802 (2.500 objetos) y en 1820 (5.000 objetos).  El bajo poder de resolución de su telescopio reveló que muchos de los objetos aludidos como “nebulosas” en el catálogo Messier, eran en realidad cúmulos de estrellas.

Charles Messier

A pesar de llamarse Charles, Messier era francés.  Charles Messier nació en Badonviller en la región francesa de Lorena.  El astrónomo Messier publicó un inventario astronómico que consta de 110 nebulosas y cúmulos de estrellas débiles, el que llegó a ser conocido como el catalogo de los objetos Messier.  El propósito del catálogo era socorrer a los observadores astronómicos de la época, en particular, a los cazadores de cometas como él, para poder distinguir visualmente entre objetos permanentes y objetos transitorios difusos en la bóveda celeste.

El catálogo de Messier, es una de las herramientas más útiles para los aficionados a la astronomía.  A mediados del siglo XVIII de la Era Común, el retorno del cometa Halley patrocinó la veracidad de la teoría newtoniana, y ayudó a suscitar un renovado interés por la astronomía.  Durante este tiempo Charles Messier descubre 15 objetos no aún descubiertos.  El 28 de Junio de 1758, durante una sesión de caza de cometas, Messier descubrió un objeto pequeño lúcido en la constelación de Tauro y comenzó a llevar un diario de éstas nebulosa de manera que no fuesen falsamente confundidos con cometas.

No hace mucho...

Hace alrededor de unos 25 años más o menos, los astrónomos notaron algo peculiar en las vastedades del universo visible: las nebulosas planetarias observables más brillantes en otras galaxias, todas exhiben el mismo paralelismo de brillo.  Esto significa en teoría, que usando la observación del brillo de nebulosas planetarias en otras galaxias, los astrónomos pueden calcular teoréticamente a qué distancia están de la Tierra.

Los datos compilados demostraron que esto era factual, pero los patrones de los modelos diseñados contradicen esta información, lo que se ha desvelado e irritado a los científicos durante los pasados 25 años desde que se hizo este descubrimiento.  Las estrellas de más edad y masa de menos calibre deberían de ser mucho más débiles que las nebulosas planetarias de estrellas más adolescentes y de más amalgama elemental

La información acopiada y analizada sugiere que es posible que haya nebulosas planetarias brillantes provenientes de estrellas de una masa menor que la de nuestro Sol.  Los modelos desarrollados proponen que esto no es realmente factible, porque se piensa que cualquier cuerpo celeste que mida menos o cerca del doble de la masa de nuestro Sol, podría dar a luz una nebulosa planetaria demasiado débil para ser observada claramente.

Modelos desarrollados más recientemente por la comunidad científica han solventado esta incipiente incógnita.  Estos nuevos e intrínsecos modelos muestran que nuestra luminaria está ubicada dentro del nivel del límite inferior de masa que estas estrellas requerirían para poder generar una nebulosa visible.  Esto es, que una luciérnaga sideral que posea una masa subyacente a 1.1 veces de la masa del Sol, no sería capaz de desencadenar nebulosas evidentes o perceptibles a gran distancia.  Aquellas estrellas que comprenden masas de hasta 3 veces superiores o más masivas que el Sol, conseguirían producir nebulosas planetarias más lúcidas.

Estos resultados son muy indicativos porque ahora además de poder detectar y definir y medir estrellas que habitan miles de millones de años luz en remotísimas, abditivas* galaxias, lo que resulta ser una longitud casi imposible de determinar, pero a la postre, hemos dilucidado el secreto de lo que nuestro moribundo Sol forjará cuando sucumba.

En el intertanto, seguiremos investigando sobre la vida secreta del Sol mientras podamos descifrar sus gésticos* aesopianos* avisos.   Mientras dure, observe y respete los servicios de esta esfera casi perfecta de plasma ardiente con su exquisito movimiento convectivo para alumbrarnos y darnos vida diariamente.  Y para que quede claro en el récord, el Sol de Ipanema no es de Ipanema, es de todos nosotros.

Advertencia

Ahora que no tiene que preocuparse más de lo que le va a pasar a usted cuando el Sol se muera, ¡debe de estar más contento que indio con espejo!  Realmente de lo que tiene y debe de preocuparse ahora es de cuidar a nuestra Madre Tierra, porque ésta; no nos va a durar tanto como el Sol.  La estamos destruyendo paulatina y sistemáticamente, y quizá nosotros o nuestros hijos o nietos, se enfrentarán a un fallecimiento prematuro de nuestro planeta, y sufrir las consecuencias de nuestros propios actos.  A este punto, no importa cuando muera el Sol.  ¿Qué cosas, no?

Ahora, no sea huevón y quédese en casa aislado de los peligros del Coronavirus.  No sea tonto y mantenga la distancia social porque no es un juego, pero en esto se juega la vida; no sea estúpido y no salga a exponerse usted ni a exponer a otros porque usted no sabe si usted está infectado o nó, o si otros lo están; y por último, no exhiba su infinita hebetud* (si la tiene), arrastrando y comprometiendo a su familia a esta nueva ruleta mortal.  

Acuérdese que el tiempo es gratis, pero no tiene precio; usted no es dueño de él, pero lo puede usar; no puede quedarse con él, pero puede usarlo; pero cuando lo desperdicia, jamás puede recuperarlo.

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Et sub Glossarium Glossarium – (Cum amore legentibus)


Abditivo – Remoto, secreto, oculto
Aesopiano – Que transmite significado solo a aquellos en un ideología secreta
Broddingnagiarismo – Inmenso, inmensidad
Centum – Ciento
Decumenia – Gran cantidad
Géstico - De, cómo, o perteneciente a gestos
Hebetude - Estupidez
Intumescente  Hinchamiento por excesivo calor
Literianístico – Que indica el fin de una enfermedad
Parablepsis – Visión falsa, equivocación
Paranatelónica – una estrella que se eleva al mismo tiempo que otra estrella
Postiche - Agregado excesivo e inapropiado a un trabajo terminado
Urente – Ardiente, escozor
Vernicoso - Brillantemente pulida o barnizada
Vorpálido – Afilado, mortal

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Post scriptum et quorumdam suggestionibus pro futurum: Si hay algún tema sobre el cual usted quisiera leer mis traumáticas y ligeramente psicopatísticas opiniones, por favor sugiéralo a: rguajardo@rguajardo.us.

Caveat: Mis opiniones personales pueden resultarle ácidas, demasiado honestas, corrosivas, irreverentes, insultantes, altamente irónicas, acerbas, licenciosas, mordaces y de una causticidad filosófica sin límites conocidos por el ser humano, y quizá no le apetezcan o acomoden intelectualmente; pero es lo que habrá disponible basado en su pedido.  Gracias. 



El Loco