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viernes, 1 de mayo de 2020

La Muerte del Sol

Si usted todavía está vivo a pesar del Coronavirus y se asustó (o sigue asustado) con este infausto y negro episodio, ahora quiero asustarlo más con este artículo que está a punto de leer.  La diferencia es que no tiene que aislarse ni pelear ni batallar por el papel higiénico.  Antes de leer este escrito, tampoco necesita apanicarse y correr al almacén más cercado a abarrotarse con desinfectante para las manos.  Este es un cambio radical pero necesario y no es postiche* en nuestra civilización actual, aunque éste sea temporal.

El susto es bueno en pequeñas dosis porque lo mantiene alerta y piensa en preparación y prevención, y mantiene en buena forma a los veleidosos esfínteres.  Tampoco quiero preocuparlo más que una monja con retraso, pero quiero que esté consciente de cosas fuera de la esfera de su pensamiento diario.

El Sol

El sol le dá energía a toda la vida que existe en la Tierra, y sin esta brillante y cálida estrella, no sobreviviríamos en este suertudo planeta.  Pero como la mayoría de las cosas y objetos que conocemos en el espacio, incluso la vida de las estrella es también limitada y algún día, aunque nos parezca muy lejano; nuestro querido y bien ponderado Sol sucumbirá como todos nosotros, a su avanzada ancianidad.

En caso de que usted esté un poco desubicado debido al pandemónium que estamos viviendo aquí en la tercera roca en el bies de las enaguas del Sol, esta luminaria se encuentra en el meollo de nuestro sistema solar, y quien es el objeto de más tamaño en este coqueto sistema solar.  El hidalgo Sol acapara el 99.8 % ciento de la masa completa del sistema solar, y su cintura se acerca aproximadamente a unas 109 veces el diámetro de la Tierra.  Si tuviésemos que llenar el Sol con nuestro planeta, se requerirían alrededor de un millón de Tierras para colmarlo.

¿Y qué tan caliente es el sol?  ¡Buena pregunta!  La temperatura de  la parte que podemos observar del Sol desde nuestra palestra, es de aproximadamente unos 5,500° Celsius, mientras que las temperaturas dentro del núcleo solar se calcula que se elevan a más de 15.000.000° Celsius.  Estas temperaturas se generan a través de reacciones termonucleares o de fisión nuclear.   Según la NASA, para poder ecualizar esta temperatura producida por el Sol, deberíamos detonar alrededor de 100 mil millones de toneladas de dinamita por segundo.  ¿Qué cosas, no?

El Sol es solo una de las más de 100 mil millones de estrellas en la Vía Láctea.  Su órbita oscila a unos 25,000 años luz del núcleo galáctico, en la que realiza una rotación aproximadamente cada 250 millones de años.  El Sol es relativamente nuevo y es partícipe de una descendencia de estrellas conocidas en Hiperfísica como “Población I” las que, comparativamente a otras estrellas; son las que ostentan más abundancia de elementos que abrigan una tara más pesada que el Helio.  

El Funeral del Sol

Los dedicados científicos de nuestro planeta quienes se consagran a la ciencia, piensan que han descubierto cuándo y cómo morirá nuestro Sol.  ¡Esto va a ser homérico!

Nuestros avispados científicos están emitiendo frescas predicciones acerca de cómo se desarrollará el momento final de nuestro Sistema Solar, y cuándo éste va a acaecer.  Afortunadamente para usted y el resto de los humanos y humanoides que pululan sueltos por el planeta, no habrá nadie presente para atestiguar el Dantesco acto final; eso es, si usted me cree.

No mucho tiempo atrás, los astrónomos especulaban que el Sol en su momento postrero se tornaría en una caliginosa nébula, en una intumescente* burbuja luminosa de gas y pavesa celestial, pero estos peritos han descobijado nueva evidencia que sugiere que el fin del Sol va a ser más literianístico*, catastrófico y vorpálido* que lo que se estimaba.  ¡Huy que miedo!, ¿no?  Esto es además porque ahora tienen mejores instrumentos de trabajo que los que venden en el “Dólar Store”.

Entre tanto, una diligente e industriosa pandilla internacional de astrónomos desacertó esta última teoría y ahora proclaman que, basados en sus postreros descubrimientos y en la evidencia que han recolectado recientemente; opinan que han descubierto que una nebulosa planetaria es la más probable representación de un cadáver Solar.

La  mayoría de los integrantes de nuestra comunidad científica está de acuerdo en que nuestro Sol tiene una edad aproximada a unos 4.600 billones de años.  Para llegar a esta conclusión, nuestros duchos hombres (y mujeres) de ciencia han medido la edad de otras muchas entidades celestes que se cree se plasmaron y configuraron aproximadamente al mismo tiempo en que lo hizo nuestro querido y brillante Sistema Solar.  

Entonces, comparando estas sobreabundantes y próvidas observaciones, agregando el legado obtenido de largas y meticulosas observaciones de otras estrellas paranatelónicas*, los astrónomos cavilan que pueden profetizar el momento del fallecimiento de nuestro Sol.  Se premedita que el Sol se convertirá en un fiambre y exhalará y su último suspiro (el Sol no suspira, solo quiero ser un poco más dramático aquí) aproximadamente en unos 10.000 billones de años.  ¡Esto es un arsenal de años! 

Anteriormente mencioné: “...el resto de los humanos..., no habrá nadie presente para presenciar el Dantesco acto final”, con lo que me refería a la especie humana en general y colectiva, ya que basados en nuestro comportamiento social y moral; ninguno de nosotros sabe si nuestra insulsa e insensata especie sobrevivirá tantos años.  ¿Qué cosas, no?

Antes de que nuestro brillante y caliente Sol fenezca, existe una franca decumenia* de acontecimientos que la raza humana encontrará para sortear en el camino.  Nuestros astrónomos predicen que en alrededor de unos 5.000 billones de años, el Sol se convertirá en un gigantesco globo rojo.  Entonces, el núcleo de esta luminaria se va a implosionar, pero sus mantos externos se expandirán hasta alcanzar la órbita de Marte.  Si nuestro planeta todavía está en existencia para ese entonces, la Tierra se verá irremediablemente enmarañada en el caos solar.

Para evitar que nos tostemos hasta carbonizarnos, a la humanidad nos quedan apenas unos escuetos mil millones de años para, o morirnos todos; o para encontrar una ingeniosa manera de cómo escabullirnos de esta maloliente roca aguada y establecernos en algún otro punto del Universo.  Pero al mismo tiempo, tendremos que saber exactamente hacia dónde nos dirigiremos, cómo llegaremos allí o allá, y si nos vamos a llevar consigo toda la ingente e interminable cuantía de la mierda moral y excrementos éticos que nos hemos arreglado para acopiar, y con las que nos hemos arreglado para contaminar a este pobre planeta, el que ya nos ha advertido de lo que le estamos haciendo.

Esto último no les es pertinente ni les concierne a los ciegos.  No me refiero a aquellos que desafortunadamente han perdido su sentido de la visión, sino que claramente aludo al resto de los pendejos humanoides que se rehúsan a ver la realidad a pesar de la evidencia.  Si no lo ha notado, el Sol ha estado aumentando su resplandor cerca de un 10% por cada mil millones de años.  Esta cantidad brobdingnagiarística* de años parecen muchos, pero el aumento de irradiación no lo es.  Este aumento en el brillo del Sol extinguirá la vida en la Tierra en menos de 5.000 millones de años, evaporando en el camino polos, ríos, lagos y océanos, matando desde nanoplankton a ballenas, y las superficies de tierra seca se calentarán tanto que no nos podremos sentar en ninguna parte sin quemarnos el culo.

Desde un punto de vista más científico

Lo abominable que acaecerá posteriormente con este gran purpúreo gigante es difícil –o imposible-  de afincar.  Un número de estudios preliminares juzgan que para que el Sol se transforme en una nebulosa planetaria brillante, el tamaño inicial de nuestra estrella debería de haber sido casi dos veces más masiva de lo que es ahora.

Ahora, una camarilla internacional de renombrados astrónomos ha estado recurriendo a representaciones y extrapolaciones de modelos computacionales en un esfuerzo de establecer que, tal como el comportamiento del 90 % de otras estrellas en el firmamento, lo más probable es que nuestro Sol se implosione  desde ser un gigante rojo, para convertirse en una diminuta estrella enana blanca; y consecutivamente,  caducar como una nebulosa planetaria.  ¿Qué cosas, no?

Según lo que sabemos y basados en lo que la comunidad científica nos ha enseñado, cuando una estrella muere, produce una asumida aglomeración de gas y polvo, conocida como su “envoltura”.  Esta citada “envoltura” puede abarcar un tamaño aproximadamente al de la mitad coetánea de la masa de nuestro Sol.  Esta drástica reducción en el tamaño o ahora Enana Blanca, desenmascara el núcleo de la estrella.  A este punto, la vida útil del Sol está operando sin carburante, para últimamente; apagarse y fenecer.  Esto es explicado por el astrofísico, astrónomo y profesor de la Escuela de Física y Astronomía de la Universidad de Manchester en el Reino Unido; Albert Zijlstra.

El Sol antes de sucumbir y en su etapa de Enana Blanca, es cuando su súper urente* y febril núcleo causa que su caparazón de gas y polvo centellee enérgicamente por alrededor de unos 10.000 años, lo que es una etapa muy breve y transitoria en astronomía.  Esta poderosa refulgencia  lo hace claramente evidente y visible en la nebulosa planetaria.  

Algunas Enanas Blancas son tan vernicosas* y refulgentes que se pueden vislumbrar desde distancias siderales de más de centums* de millones de años luz, donde la estrella en su vida normal, habría sido demasiado débil para poder verla a pesar de nuestros avanzados instrumentos de espionaje cósmico.

Las representaciones y extrapolaciones de modelos computacionales de datos que creó este equipo científico, exclusivamente atenta vaticinar el ciclo de vida de heterogéneos tipos de luminarias, para estipular más acertadamente el brillo de cada nebulosa planetaria asociada con diferentes masas de estrellas.  Las nebulosas planetarias existentes son comparativamente habituales en el Universo visible para nosotros, y algunas de las que conocemos son la Nebulosa Helix, la Nebulosa Ojo de Gato, la Nebulosa Anillo y la Nebulosa Burbuja. 

Nebulosa Planetaria

Originalmente y con una ligera parablepsia* teórica, a estas nuevas nebulosas se les bautizó cuando fueron descubiertas con el inconsecuente nombre de “nebulosas planetarias”, a pesar de que no tienen absolutamente nada en común con planetas.  Cuando las primeras nebulosas fueron evidenciadas por el astrónomo alemán nacido en Inglaterra, Frederick William Herschel en el siglo XVIII, éste las juzgó similares en apariencia a los planetas debido a las deficientes tecnologías ópticas de los telescopios de la época.

Herschel construyó su primer gran telescopio en el año 1774 de la Era Común.  Cuando terminó la construcción y el montaje de su nuevo telescopio, se enfrascó durante los siguientes nueve años en el escrutinio y estudio de los cielos para investigar las estrellas dobles.  Herschel publicó catálogos de nebulosas en 1802 (2.500 objetos) y en 1820 (5.000 objetos).  El bajo poder de resolución de su telescopio reveló que muchos de los objetos aludidos como “nebulosas” en el catálogo Messier, eran en realidad cúmulos de estrellas.

Charles Messier

A pesar de llamarse Charles, Messier era francés.  Charles Messier nació en Badonviller en la región francesa de Lorena.  El astrónomo Messier publicó un inventario astronómico que consta de 110 nebulosas y cúmulos de estrellas débiles, el que llegó a ser conocido como el catalogo de los objetos Messier.  El propósito del catálogo era socorrer a los observadores astronómicos de la época, en particular, a los cazadores de cometas como él, para poder distinguir visualmente entre objetos permanentes y objetos transitorios difusos en la bóveda celeste.

El catálogo de Messier, es una de las herramientas más útiles para los aficionados a la astronomía.  A mediados del siglo XVIII de la Era Común, el retorno del cometa Halley patrocinó la veracidad de la teoría newtoniana, y ayudó a suscitar un renovado interés por la astronomía.  Durante este tiempo Charles Messier descubre 15 objetos no aún descubiertos.  El 28 de Junio de 1758, durante una sesión de caza de cometas, Messier descubrió un objeto pequeño lúcido en la constelación de Tauro y comenzó a llevar un diario de éstas nebulosa de manera que no fuesen falsamente confundidos con cometas.

No hace mucho...

Hace alrededor de unos 25 años más o menos, los astrónomos notaron algo peculiar en las vastedades del universo visible: las nebulosas planetarias observables más brillantes en otras galaxias, todas exhiben el mismo paralelismo de brillo.  Esto significa en teoría, que usando la observación del brillo de nebulosas planetarias en otras galaxias, los astrónomos pueden calcular teoréticamente a qué distancia están de la Tierra.

Los datos compilados demostraron que esto era factual, pero los patrones de los modelos diseñados contradicen esta información, lo que se ha desvelado e irritado a los científicos durante los pasados 25 años desde que se hizo este descubrimiento.  Las estrellas de más edad y masa de menos calibre deberían de ser mucho más débiles que las nebulosas planetarias de estrellas más adolescentes y de más amalgama elemental

La información acopiada y analizada sugiere que es posible que haya nebulosas planetarias brillantes provenientes de estrellas de una masa menor que la de nuestro Sol.  Los modelos desarrollados proponen que esto no es realmente factible, porque se piensa que cualquier cuerpo celeste que mida menos o cerca del doble de la masa de nuestro Sol, podría dar a luz una nebulosa planetaria demasiado débil para ser observada claramente.

Modelos desarrollados más recientemente por la comunidad científica han solventado esta incipiente incógnita.  Estos nuevos e intrínsecos modelos muestran que nuestra luminaria está ubicada dentro del nivel del límite inferior de masa que estas estrellas requerirían para poder generar una nebulosa visible.  Esto es, que una luciérnaga sideral que posea una masa subyacente a 1.1 veces de la masa del Sol, no sería capaz de desencadenar nebulosas evidentes o perceptibles a gran distancia.  Aquellas estrellas que comprenden masas de hasta 3 veces superiores o más masivas que el Sol, conseguirían producir nebulosas planetarias más lúcidas.

Estos resultados son muy indicativos porque ahora además de poder detectar y definir y medir estrellas que habitan miles de millones de años luz en remotísimas, abditivas* galaxias, lo que resulta ser una longitud casi imposible de determinar, pero a la postre, hemos dilucidado el secreto de lo que nuestro moribundo Sol forjará cuando sucumba.

En el intertanto, seguiremos investigando sobre la vida secreta del Sol mientras podamos descifrar sus gésticos* aesopianos* avisos.   Mientras dure, observe y respete los servicios de esta esfera casi perfecta de plasma ardiente con su exquisito movimiento convectivo para alumbrarnos y darnos vida diariamente.  Y para que quede claro en el récord, el Sol de Ipanema no es de Ipanema, es de todos nosotros.

Advertencia

Ahora que no tiene que preocuparse más de lo que le va a pasar a usted cuando el Sol se muera, ¡debe de estar más contento que indio con espejo!  Realmente de lo que tiene y debe de preocuparse ahora es de cuidar a nuestra Madre Tierra, porque ésta; no nos va a durar tanto como el Sol.  La estamos destruyendo paulatina y sistemáticamente, y quizá nosotros o nuestros hijos o nietos, se enfrentarán a un fallecimiento prematuro de nuestro planeta, y sufrir las consecuencias de nuestros propios actos.  A este punto, no importa cuando muera el Sol.  ¿Qué cosas, no?

Ahora, no sea huevón y quédese en casa aislado de los peligros del Coronavirus.  No sea tonto y mantenga la distancia social porque no es un juego, pero en esto se juega la vida; no sea estúpido y no salga a exponerse usted ni a exponer a otros porque usted no sabe si usted está infectado o nó, o si otros lo están; y por último, no exhiba su infinita hebetud* (si la tiene), arrastrando y comprometiendo a su familia a esta nueva ruleta mortal.  

Acuérdese que el tiempo es gratis, pero no tiene precio; usted no es dueño de él, pero lo puede usar; no puede quedarse con él, pero puede usarlo; pero cuando lo desperdicia, jamás puede recuperarlo.

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Et sub Glossarium Glossarium – (Cum amore legentibus)


Abditivo – Remoto, secreto, oculto
Aesopiano – Que transmite significado solo a aquellos en un ideología secreta
Broddingnagiarismo – Inmenso, inmensidad
Centum – Ciento
Decumenia – Gran cantidad
Géstico - De, cómo, o perteneciente a gestos
Hebetude - Estupidez
Intumescente  Hinchamiento por excesivo calor
Literianístico – Que indica el fin de una enfermedad
Parablepsis – Visión falsa, equivocación
Paranatelónica – una estrella que se eleva al mismo tiempo que otra estrella
Postiche - Agregado excesivo e inapropiado a un trabajo terminado
Urente – Ardiente, escozor
Vernicoso - Brillantemente pulida o barnizada
Vorpálido – Afilado, mortal

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Post scriptum et quorumdam suggestionibus pro futurum: Si hay algún tema sobre el cual usted quisiera leer mis traumáticas y ligeramente psicopatísticas opiniones, por favor sugiéralo a: rguajardo@rguajardo.us.

Caveat: Mis opiniones personales pueden resultarle ácidas, demasiado honestas, corrosivas, irreverentes, insultantes, altamente irónicas, acerbas, licenciosas, mordaces y de una causticidad filosófica sin límites conocidos por el ser humano, y quizá no le apetezcan o acomoden intelectualmente; pero es lo que habrá disponible basado en su pedido.  Gracias. 



El Loco

sábado, 1 de diciembre de 2012

Calihue

Calihue (Mapudungún: lugar solitario)

No hace mucho que apareció un reportaje en el periódico Norteamericano "The Washington Post" el que hace una reseña acerca de un par de pueblos abandonados en el norte de Chile.  Esta crónica no es ni completa ni precisa, carece de seriedad, y está plagada de fútil ignorancia propia de una pseudo-periodista nacida en Zagreb, Croacia, y la que se llama a sí misma "Escritora y Viajera".  El autodenominado título de "Escritora" con que caprichosa y arbitrariamente se inviste Anja Mutic le queda desmedidamente grande, y lo de "viajera"; ¿quién lo sabe?

Partes de su gacetilla rayan en lo insolente debido a que está en firme posesión de un nalgudo y augusto oscurantismo intelectual idiosincrásico francamente penoso.  Quizá su pancartilla sea adecuada para aquellos de ligero discernimiento y una tremenda falta de cultura distintiva, porque para los mejor informados no lo es.  Lo único de nómada que tiene esta comedianta sin estilo es su enano conocimiento itinerante y su achatada educación divagante.  Esta hembra es muy pobre de conocimiento, y que quede claro que los pobres de conocimiento no son aquellos que tienen poco; sino que aquellos como ésta que necesitan mucho.   

Entre las voces indígenas de la toponimia chilena está la palabra Pisagua.  El gran legado de nombres asignados a lugares, gestas, entidades, cosas, objetos, costumbres e historia que nos legaron nuestros antepasados, están basados en coherentes lenguas pretéritas sin alfabeto fonético que datan de más de 10.000 años de antigüedad y que no sólo engolfan el  territorio de Chile, sino que también a la mayoría de la rica y extensa toponimia lingüística sudamericana; por rudimentarias que estas lenguas-dialecto hayan podido ser.

En muchos casos hay palabras y expresiones de dialéctica compuesta y de morfología integrada, como por ejemplo la palabra: "Pisiyaku".   Esta palabra mítica andina de la región del Qollasuyu, que es la región de los estados Aymarás ubicados en el sur del Perú, Bolivia, Chile y Argentina;  combina dos palabras: "pisi" del quechua que significa "poco"; y la palabra "yaku", del Quechua también que significa agua; palabra que más tarde se cohercionó en la palabra "Pisagua".  Los culpables de esto fueron la mayoría de los colonizadores y conquistadores españoles que empujados por el escaso y atrasado intelecto de la época y arrastrados por su urgente falta de civilidad; encabezaron la consciente y sistemática destrucción de la identidad, discernimiento científico, tradiciones, cosmovisión humana, historia, costumbres locales, disposición organizacional, peculio económico,  ritos religiosos Andinos, y el respeto por idiosincrasias más avanzadas que las de ellos, y como resultado; queda la voz Pisagua, que en realidad significa “poca agua”.  Pisagua es también un arcaico pero acreditado lenguaje del Perú, conocido también como "Pisabo" o "Pisahua".

Ella, esta "turista-cuentista" -que bajo el mismo mecanismo de su despojada y ayunada onomástica filológica, estas palabras se podrían fusionar como: "turicuenta".  Por ende y etimológico contexto, esta turicuenta en la grandiosidad perdurable de su ignorancia e insensibilidad cultural, pretende explicar un vocablo surcado de quizá más de 10.000 años de ejercicio y culturización labrada, con una neolengua que es un subgrupo de dialectos germánicos occidentales que comprenden el Alemán, el Yiddish, el Bajo Alemán, el Neerlandés, el Afrikáansy y el Frisón; propulsores iniciales del protoinglés, una lengua de alfabeto fonético de aproximadamente unos escasos y diletantes 1.500 años de antigüedad.

Entonces esta liviana turicuenta "traduce" la palabra Pisagua como "piss" (palabrota que significa meado en Inglés) y "agua", desgajada del Castellano; lengua a la que también liviana e ignorantemente llama "Español".  Lo peor de todo, es que califica para que un periódico de este rango la publique sin un mínimo o informal examen de verificación cultural.  Eso prueba una vez más que no importa la calidad y el estatus del periódico, a la postre la mayoría de ellos termina siendo un mefítico vasallo del inodoro.  ¿Qué cosas, no?

Bajo ninguna consideración o calificación por generosa que ésta sea; yo soy un escritor.   Pat'e'perro(1) tal vez, pero no un escritor.  No señor, ni sobrio ni borracho, yo no soy un escritor.  Por lo tanto estoy fehaciente e incuestionablemente calificado competentemente para emitir esta examinada opinión; porque sin duda puedo oler y recoger el rastro de un mamarracho y un zascandil, donde sea que vislumbre a un fementido legañil, a un fallido Chamán, y a un desacertado charlatán. 

(1) "Patiperro" o "pateperro" es una expresión de imbuído coloquialismo chileno que significa andador, andariego, andarín, callejero, errabundo, trotamundos; alguien my aficionado a pasear y a viajar.  Yo nací caminando y no voy a parar, porque al igual que  ustedes, tengo un boleto de ida aún sin cobrar.

Hay una "Ciencia de la Humanidad" que tiene sus orígenes en la humanidad misma del Hombre, en las ciencias naturales y en las ciencias sociales.  La esencia de esta ciencia ha sido, desde su nacimiento y tradición, una comparación transcultural de la cual su relativismo pedagógico se ha convertido en el cánon de su área de investigación.  El nombre de esta ciencia es: "Antropología Social".  Esta disciplina comprende a la Antropología Cultural, la Antropología Física, la Antropología Arqueológica, y la Antropología Lingüística.  El estar al menos ligeramente informado de esto antes de abrir la boca, es un elemento básico para calificar como Homo Sapiens y permitirnos el deponer el altercado que aparentemente algunos de nosotros continuamos teniendo con el básico concepto de "caminar erecto".  Tal vez esta mujercita debiera instruírse un poco antes de desparramar deyecciones residuales sobre el papel, propias de un intelecto innoble y servil.  ¡Pobrecita!, quizá ella no sepa lo que muchos debieran de saber, que para hablar; hay que saber.

Este libelo de radical mal gusto me llamó especialmente la atención porque yo estaba preparando –créanlo o nó- un escrito acerca de la mina de nitrato de potasio "Santa Laura", al interior de Iquique; y casualmente el pueblo de Humberstone nombrado en el circense panfletillo de esta desorientada mujercilla; está ubicado en la misma región.  Debido a esta pestilente regurgitación periodística amarilla irresponsable e ignorante, he decidido publicar mis más simples y verdes pensamientos acerca de Santa Laura, más temprano de lo que tenía planeado.

Epigrama

En el año de 1872, la Empresa de Extracción de Nitrato Guillermo Wendell fundó las obras salitreras de Santa Laura, mientras que en el mismo año, James Thomas Humberstone fundó la compañía "Empresa de Nitratos del Perú", y con ésta, estableciendo las obras excavadoras de "La Palma".  Ambos complejos –Santa Laura y La Palma- crecieron vertiginosamente convirtiéndose en pintorescos poblados, donde Santa Laura servía de cobijo para más de 200 acérrimos y curtidos trabajadores y sus familias.  Estos pueblitos se caracterizaban por sus hermosas construcciones al estilo arquitectónico inglés.   Después de un tiempo, ambas faenas fueron abandonadas en 1960 mucho después de que la Primera Guerra Mundial (1914-1918) pusiera fin a la dominación chilena de la industria.  Una de las varias razones para esto fué que Alemania se vió obligada a desarrollar sus propios nitratos de amoníaco sintético en forma masiva, y con ello la necesidad de formar pueblos de trabajadores para sustentar esta gargantúa empresa, asegurando así la mano de obra necesaria para su producción.

Mientras que las obras de La Palma se convirtieron en una de las extractoras de salitre más grandes de toda la región; Santa Laura se quedó rezagada porque su producción era baja y no podía competir con La Palma para abastecer a compradores de grandes cantidades.  Más tarde, Santa Laura fué adquirida por la Compañía de Nitrato Tamarugal en el año 1902.  En 1913, la productora de nitrato Santa Laura se vió forzada a detener su producción hasta que introdujo el proceso de extracción de vástagos (Shanks), una tecnología de lixiviación en cachuchos, la que aumentó su productividad y la puso en un nivel más competitivo.  Sin embargo el modelo económico se desmoronó durante los arduos años de la gran depresión de 1929, y en el caso específico de Santa Laura, también debido al brillante desarrollo del amoníaco sintético; un perfeccionamiento de los alemanes Fritz Haber y Carl Bosch, lo que conllevó a la industria del nitrato -una fuente natural de nitrógeno- a la fabricación y producción industrial de fertilizantes.

El pueblito de Santa Laura

Este pequeño pueblito extraviado en la historia está situado a 48 kilómetros de la ciudad de Iquique, en la región de Tarapacá al norte de Chile, comarca a la que los Chinchorros, los indígenas que poblaban todo aquel territorio llamaban su tierra.  Hubo otras obras salitreras y "centros de nitrato" las que incluyen varios pueblitos erigidos por necesidad, y he tenido la infinita fortuna de conocer a algunos de éstos y de caminar con mi invasora y capitana pisada sus desaparecidas calzadas, otrora llenas de vida, esperanza y sudor.  Estas eternales ciudades que aún respiran el aroma de las secas arenas y se ventilan con los inflamados y quemantes vientos de Atacama cuentan entre ellas a Aguas Santas, Chacabuco, Puelma, María Elena, Pedro de Valdivia, y la que guardo codiciosamente en mi corazón: Mamiña (ella es un cuento para otro momento).  Hay muchas otras olvidadas poblaciones lastimosamente diseminadas en esas secas tierras que la historia bordó con sangre y arena, pero éstas pequeñas joyas son las que yo personalmente conozco.

Santa Laura no es un "pueblo fantasma".  ¡No señor!  "Pueblo fantasma" es un concepto y una insinuación nacida de ignorantes supersticiones producto de sectas mentales pobres y de conjeturas ignorantes explotadas por Hollywood y otras plumas sueltas y promiscuas  que no tienen ninguna apostasía con la realidad.  Para que un pueblo sea "fantasma", en él tienen que vivir fantasmas.  Si llamásemos "fantasmas" a todos aquellos lugares donde actualmente frecuentan los fantasmas, entonces tendríamos que llamar "fantasmas" a todos aquellos sectores dondequiera que se convulsionan los políticos.   Santa Laura no es un pueblo fantasma, ni fantasmas viven en él.  Santa Laura es un digno pueblo que ha sido ignominiosamente tragado por la inmensidad inconsciente del lascivo proceder humano y de sus estultos sistemas de egoísta economía.  ¿Hay políticos que la visitan?  Quizá, pero cualquier ciudad que se respete tiene sus fantasmas ambulantes.

Cuando Santa Laura vivía refulgente, era un centro bullente de una actividad frenética e imparable; tanto así, que la industria de aquella región se convirtió en la explotación industrial más rentable del planeta.  La industria del nitrato y del salitre, a partir de la década de 1860 y por más de 50 años fué la industria más lucrativa y fructuosa del mundo poblado.  Más de 200 explotadoras retoñaron en el norte de Chile para usufructuar de los nuevos yacimientos descubiertos, y procesar el enorme caudal de esa riqueza adormilada.  El norte de Chile se transformó avivadamente en un torbellino de actividad delirante y furiosa, transmutándose desde vacante a fecundo; y este punto del globo se convirtió en el más importante y notable proveedor de salitre natural en el mundo.  Y Santa Laura; en medio de ello.

Tal como la fugaz y perecedera pero embriagante y cegadora promesa de la fiebre del oro, la riqueza del salitre tentó con sus alucinaciones y vapores de riqueza soliviantándoles la voluntad a centenas de ingenuos trabajadores que trascendían la región, y que acudieron a estas calderas sin techo persiguiendo la quimera de la fortuna.  Las apasionadas y enardecedoras arenas de este gran anfiteatro de un tórrido e imperdonable sol se convirtió despachadamente en las moradas improvisadas de miles de obreros y sus familias, quienes abortaron la germinación de incontables caseríos espontáneamente erigidos en torno a las salitreras.  La vida era dura, pocas flores prosperan en el candente y abrasador yunque del Pillán(2) Antü y su esposa Wangulén.  Pero esos pampinos estaban acostumbrados al calor porque ellos no sólo vivían bajo los secos lengüetazos del ardiente astro, pero que también trabajaban entre los "serpentines" de las minas padeciendo sus 50 demoníacos grados de temperatura sin flaquear ni transpirar sangre, para completar sumisamente y sin tropezar la alta cuota diaria de salitre que les imponía la insensible administración.

(2)  Del Mapudungún, Pillán significa Espíritu, Antü  es Sol, y Wangulén, Estrella.

No hay registros confiables o disponibles que hagan referencia a esa época para hacer una afirmación acertada acerca de la densidad de población en la zona, pero se calcula estimativamente que entre los años 1939 al 1942 y en su momento de mayor apogeo industrial mezclado entre los ecos de la Segunda Guerra Mundial, hubo unas 3.500 a 4.000 personas viviendo en una ringlera de pueblos y campamentos alrededor de estos centros de febril producción.  Estas tenaces colectividades eran en su mayoría de una profunda rizoma pampina que en otra época conoció sin pedirlo (1879-1883), la pólvora, las balas, y los continuos toques a degüello proferidos por algún desconocido ordenanza quizá de uno de aquellos que cabalgaban con el Séptimo de Línea montando sus negros y lustrosos caballos y arremetiendo con sus Cargas del Infierno; gratuitos obsequios de una guerra nacida en el averno.  Estos fueron los tiempos en que el mentado "Corvo" que les servía para pelar los alambres de la dinamita usada en las excavaciones, se comenzó a utilizar como arma de combate, terminando como parte del pertrecho bélico de la soldadesca del ejército Chileno.     

La cultura pampeana (o pampina) traspasa una etapa zafral que se inicia en la Prehistoria, y que transita por la época pre-araucana de trashumantes cazadores y recolectores, hasta las herencias culturales más colindantes con nuestro tiempo que corresponden a la pampa araucanizada, ésta; la coronación de un largo y lento proceso de transculturación de la que su conformación se manifestó claramente hacia fines del siglo XVIII, y que hasta hoy, ha franqueado incesantemente las centurias como lo hace hoy el deleitoso mate.  En la hoy abandonada Santa Laura, todavía se pueden encontrar los desteñidos vestigios de su época de plétora como su oficina ubicada en las cercanías y que llegó a albergar unas 450 familias de mineros, la desusada maquinaria de Redox, y un destartalado convoy ferrocarrilero de transporte minero que se utilizaba para acarrear el blanco y valioso serrín los escasos 47 kilómetros restantes desde Santa Laura, hasta Iquique, la escotilla Oeste del mundo civilizado.

Hoy por hoy ya no se puede caminar descuidadamente por aquellas hermosas y solitarias explanadas que rodean estos pueblitos tan secos y tan pampinos, porque las fauces de la muerte acechan ocultas entre las voraces quijadas de las innúmeras minas olvidadas que yacen esparcidas ciegamente en el lugar, durmiendo un sueño despierto y desvelado para poder atrapar, de un tarascón violento hecho de fuego y azar, al peregrino sonámbulo ése que si pisa mal, no volverá a despertar. 

El Cementerio

Estoy seguro de que Santa Laura tenía un cementerio, o algo que se le asemejase.  Tiene que serlo a pesar de que nadie hable de ello.  Santa Laura tenía una superficie de casi 2 kilómetros cuadrados de yacimientos salitreros en el que trabajaban un linaje de hombres fuertes y sufridos, cuyos espíritus descansan perdidos en algún socavón del desierto, en algún féretro callado, en alguna tumba de arena, en alguna necrópolis olvidada... pero todos ellos se murieron, y se tomaron turnos para hacerlo, porque con lo único que pudieron contar en vida, fué la muerte, y ya no recelan de ella, porque sólo los vivos le temen a la muerte; y el que vive apurado muere apurado, y el que muere apurado, muere atrasado.

Nota:

En 1883 en Chile se produjo finalmente la secularización de los cementerios producto de los esfuerzos borbónicos que se venían arrastrando desde principios del siglo XVIII.  El viejo cuento de la pelea por el poder entre la iglesia y los monarcas revivieron los intentos de las autoridades Españolas (La Casa de Bourbon de Francia) para regular el absurdo, extenso, y esclavizante poder social de la iglesia.  Con este nuevo decreto -las Leyes Laicas- los Borbones aprobaron una legislación que regulaba los velorios, los funerales y los entierros en las propiedades de las iglesias, disminuyéndoles el negocio a los curas.  Recuerde que los Reyes Borbones primero gobernaron Navarra y Francia en el siglo XVI; y además durante el siglo XVIII los miembros de la dinastía Bourbon de Francia también ocupaban tronos en España, Nápoles, Sicilia y Parma.

Los Borbones apelaban a que la insuficiente ventilación, la falta de luz y el reducido tamaño de la mayoría de los templos religiosos transformaban a estos recintos en activos focos de infección (¿acaso no lo han sido siempre?) lo que era un constante peligro para la salud pública y la higiene en general. No era raro que los feligreses muriesen de enfermedades pulmonares y otras infecciones afines después de haber estado inhalando un aire insalubre cargado de inmoladoras infecciones las que no se podían eliminar ni disimular por más incienso que los curas quemasen.  España ejercitó su poderoso músculo internacional en el Reino de Chile a través de su Primer Marqués de Osorno y Virrey del Perú mientras que éste servía como Gobernador Real de Chile, el pequeñín irlandés don Ambrosio Bernardo O'Higgins, quien encabezó los esfuerzos para cumplir con el mandato real de efectuar los entierros fuera de la propiedad de las  iglesias. 

¿Y dónde estará el cementerio de Santa Laura?  Oficialmente no existe ninguno del que yo haya podido averiguar, y no conozco a ninguna persona que lo sepa.  Sé que en esta pesquisa no tendré mucha suerte, porque a nadie le gusta hablar de la muerte.  Quizá nunca lo tuvo.  Quizá los muertos de Santa Laura yacen en terreno forastero, cubiertos de tierra ajena y borrados por el viento.  Quizá se hayan ido a visitar a los Chinchorros y a sus momias secas, o todavía sus persistentes espíritus estén deambulando en sus ajadas casas de murallas huecas. 

Invadí con mis forasteras pisadas las heredades de un pequeño cementerio en las cercanías de Santa Laura.  Parecía más un cementerio general en donde se daban cita los muertos cuerpos que llegaron desde varias cercanías.  Estaba seco, solo, y abandonado como el clamor del pobre.  No había flores en las tumbas porque el desierto ha sido siempre estéril de ellas, pero aún perduraban aferradas a sus nichos unas coronas mortuarias tejidas con secas flores hechas de papel.  Y también se podía ver la discriminación social que persigue al pobre incluso después de su muerte.  Se podían ver unos acomodados sepulcros de cemento y unas tumbas notorias por sus acabados crucifijos y póstumas efigies que identificaban a un administrador, a un oficial, o a un supervisor; pero en las numerosas hornacinas de los pobres, apenas se distinguían unas carcomidas cruces fabricadas con madera de desecho, y tristemente; algunos de los nichos no tenían ni una marca que denotara que allí yacía un digno ser humano.

¡Fútbol!

Algunos de estos hombres caídos habían sido futbolistas en sus días mozos, y muchos habían integrado el fiero e imperecedero equipo de fútbol "Santa Laura".  El equipo de fútbol de la salitrera Santa Laura llegó a ser uno de los más fieros y renombrados de la época.   No había otro equipo que pudiera con él, y contrincante que se le oponía, caía víctima inevitable del poderío y soberanía de sus pampinos jugadores.  Estos equipos eran pobres, la mayoría de sus paupérrimos integrantes jugaban descalzos, sin camisetas ni pantaloncillos apropiados; pero jugaban estos partidos como si sus vidas dependieran de una victoria final. 

Una vez al año y para el campeonato de fútbol regional, los administradores de la salitrera les proveían a los jugadores de su equipo con uniformes, e incluso con zapatos de fútbol.  Estos gladiadores de las arenas que acostumbrados a vencer descalzos ahora se encontraban en posesión y pezuñescamente armados de botines futbolísticos reales, y con esto, multiplicaban su poderío pateador, y sus firmes plantas desbarataban a cualquier equipo adversario.   No había mucho que hacer durante los Domingos en Santa Laura y su eterno desierto de caliente aliento, así que todos los hombres asistían a un estadio de campaña a ver los partidos; y como siempre, acompañados de sus sufridas y heroicas mujeres.

Farewell

Duerme tranquila Santa Laura que llegó la hora, y no me gusta decirte adiós porque tu adiós no maquilló un hasta pronto, no disimuló un quizá, y tu partida fué final.  Soy un hombre afortunado porque me es difícil decirte adiós, porque la historia de la vida, no importa cuán larga ésta sea, a la hora de partir es más veloz que un parpadeo.  Vete a dormir en paz Santa Laura, tu trabajo está ya hecho y no tienes que esperar.  No estaré triste porque lo que no he perdido de tí, lo he adquirido para siempre, y no se podrá borrar.  Y cada día que pasa y muere en ese seco horizonte que oculta disimuladamente el seguro Mar de Chile en su desértico rebozo de arenas y montañas; me traerá tu vehemente fulgor de antaño el que aún podré vislumbrar en el fondo oscuro de mis drenadas pupilas cada vez que mire al negro cielo desde este lugar tan lejano. 

Pero con la lágrima que derramo por tí también esbozo disimulada una férvida sonrisa cuando pienso que llamamos a los territorios en que yaces y a las gentes que los habitaron antaño, "civilizaciones primitivas".  Miro a mi alrededor en el mundo en que vivo hoy, y después de ver lo que veo me cuestiono: ¿quiénes son realmente las gentes primitivas?  ¿Es quizá simplemente que yo esté viviendo en la Era Moderna del Primitivismo?  Muchas veces parece ser...  muchas veces...
 
Aprendí de tí Santa Laura, que alcanzar lo imposible solo toma un poquito más de tiempo.  Farewell Santa Laura.


El Loco