miércoles, 1 de agosto de 2012

El Dinero Adormita la Conciencia


En casi todos los casos que conozco, el dinero adormita la conciencia.  El dinero encuentra siempre y siempre encontrará fértiles tierras en las conciencias humanas débiles y pequeñas para diseminar ampliamente su comisión maléfica, y desarrollar con fuerza y bravuconería su lado protervo.  Esto no es de extrañarse simplemente porque usted sabe muy bien que todas las cosas -como los seres humanos- tienen dos caras.  Una cara es buena, honrada y limpia, y la otra; bien notada y reconocida por todos, es mala, innoble y sucia, como las hermafroditas flores de la falaz familia de la Canna Indica Rubra.

Por ejemplo, el dinero siempre encuentra fructíferos parajes donde es siempre bien recibido: en los abogados deshonestos; en los políticos inescrupulosos; en los curas que gritan pobreza pero que viven como reyes, y en los muchos cicateros que viven alrededor nuestro y a los que vemos casi siempre y con los que muchas veces tratamos consuetudinariamente.  Esto pasa porque la miseria moral humana no conoce límites visibles.  Así como el hambre es el arma más poderosa para quebrar el espíritu humano, el dinero es el arma omnipotente que adormita la conciencia.

Pero no quiero hablar de lo malo y lo desalmado porque esto es nada más que la negra y falsa semilla de una pasioncilla envuelta en su saquito de envidia, propia de esos humanos espectros desahuciados y egoístas; empero, quiero hablar de lo bueno, de lo luminoso, de lo limpio, de lo humano que posee el valor contradictorio de lo negativo, que sostiene el importe contrapuesto al personalismo, esa valiosa tarifa que anula el egoísmo en sus más profundas raíces... ese altruísmo de que a pesar de ser abundante, no se nota. 

Sí, en casi todos los casos que conozco, el dinero adormita la conciencia; pero sin embargo, la otra cara del dinero que adormita las conciencias hace también su trabajo despertante y sin el menoscabo de las escabrosas acciones de su gemelo demoníaco, triunfa sin pompa ni gloria, sin gritos ni estridencias; pero con la muda algarabía de los honestos y generosos corazones de los hombres que los sostienen. 

El dinero no es un fetiche: es REAL.  El dinero no hace a las personas malas, solo les dá la oportunidad para mostrar lo que realmente son.  Si usted cree que usted es una buena persona y de pronto se hace rico, entonces ¿se tornará ahora usted en un criminal?  ¿Se transformará ahora un asesino?  ¿O quizá ahora que tiene dinero permutará su buen carácter por un temperamento despótico y opresivo?  Probablemente no, pero ciertamente la posibilidad existe. 

Los malos son y han sido malos todas sus vidas, los buenos son y serán buenos todas sus vidas, pero el dinero les dará la franca oportunidad para lucir los verdaderos colores de sus auténticas banderas.  El dinero no es un fetiche: es REAL, y tiene la indomable capacidad de adormitar la conciencia.  Ahora que es rico es posible que se le olvide el prójimo, es posible que ya no se acuerde de las cosas buenas que quería hacer cuando era menos rico, y también es posible que rápidamente relegue a un segundo término los buenos hechos que soñaba hacer cuando tuviese dinero...  ... y esto es porque, en casi todos los casos que conozco, el dinero les adormita la conciencia.  

No conozco a ninguno que no le guste o no necesite el dinero.  Si alguien dice lo contrario, es un sofista mentiroso.  Es cierto que lo odiamos cuando no lo tenemos, pero lo amamos cuando está en nuestros bolsillos; porque contrario a todos los otros fetiches divinos, el dinero es real.  Hoy en día, el dinero es una necesidad crucial para nuestras vidas y su dependiente supervivencia.  El que no tiene dinero, perece.  Algunos sicarios de estrechas corrientes ideológicas demonizan al dinero, pero sin embargo se pasan sus vidas en pos de éste y se aseguran de tenerlo en buenas cantidades para su propio bienestar y supervivencia. 

El dinero, contrario a los innumerables dioses que existen, es real y no es demoníaco como predican las irresponsables, sueltas e hipócritas lenguas de esos fantoches que venden bolsas invisibles de aire y que se ocultan y disfrazan en sotanas oscuras, los atuendos que reflejan lo emocional y concienzudamente necrofílico de sus escrúpulos, los que son del mismo color con que pintan lo que condenan.

Ciertamente el dinero no es lo más importante o trascendental de nuestras vidas, pero sin duda es una herramienta fundamental e imprescindible para la supervivencia humana, para la supervivencia de los buenos y de los malos igualmente.  Si usted se dá cuenta, casi todo en este mundo tiene un precio y sin duda se puede comprar con dinero; y lo que no, no importa porque no cuenta.  A usted le aman o no le aman, o quizá le odian, y el dinero no tiene lugar en esto porque no puede comparar amor ni odio; esto lo genera usted mismo sin necesidad del dinero, así que en las cosas que no se pueden comprar con dinero; como por ejemplo el amor de su Madre, el dinero no tiene ninguna incidencia.

El dinero tampoco puede comprar salud física, mental o emocional, y si usted se enferma, no necesita el dinero para hacerlo.  Esta es una de las gratuitas gracias de nuestras débiles y volubles calidades humanas.  Sin embargo con dinero se pueden comprar los mejores doctores, las mejores medicinas, los mejores tratamientos, y los mejores hospitales.  En este caso, el dinero es bueno porque le hará la vida menos miserable que a aquel que no lo tiene, y quien tendrá que sufrir la enfermedad en forma miserable y dolorosa, y hasta quizá viva menos que usted porque usted puede comprar los remedios de la salud; y todo esto gracias al dinero porque el dinero es real y puede comprar recetas de salud.  Trate usted de comprar medicinas con oraciones, o trate de mejorarse rezando...  quizá sus cuentas se paguen mágicamente si hace una buena "manda"...

¿Cómo es que el dinero adormita la conciencia?  Pues bien, gracias al dinero que usted posee, usted puede pagar por las necesidades y las muchas instancias que su enfermedad demanda, pero ¿se ha detenido a pensar en aquella persona que no puede pagar por esas cosas que nos podemos proveer nosotros con la ayuda del dinero?  Aquí es donde la conciencia se toma la primera siesta.  Es cierto que debemos preocuparnos de nuestra salud, pero debemos ser tan egoístas que solo pensamos en nosotros. 

Según me acuerdo y de la forma de cómo nos imbuyeron algunos de aquellos principios basados en arcaicos escritos en una lengua desconocida e incomprensible en ese entonces para nosotros; los que por lo tanto no fueron una enseñanza sino que una supuesta "reforma del pensamiento", una "nueva educación", o una "reeducación vanguardista"; lo que en realidad era, fué un malicioso lavado de cerebro aprovechando que nuestras jóvenes mentes no estaban desarrolladas y eran muy susceptibles de ingerir cualquier mierda que nos ofreciesen; principios que hablaban de hacer lo que era lo correcto con el prójimo, uno de esos "principios cristianos", que son los primeros en salir por la ventana cuando el dinero nos adormita la conciencia.  La razón inexcusable de por qué todo el mundo necesita la "mano de dios", es porque nunca nadie la recibe.

Entonces, usted paga por sus apremiantes necesidades y se olvida de aquel que está en su misma situación, pero que no tiene dinero como comprar algún alivio para las circunstancias de él.  Usted me dirá usando magistralmente una de esas insensibles y rimbombantes pero huecas frases como: "La caridad empieza por casa".  Párese a pensar un momento a ver si se acuerda de quién le metió esta egoísta basura en la cabeza.  También deténgase a pensar cuántas veces usted ha repetido como un vistoso pero intrascendental papagayo esta presuntuosa frase para justificar su adormitada conciencia...  Esto no es una crítica para usted, sino que un "recordatorio" de los instantes de su propia y libre determinación, que quizá está más manchada y contaminada más allá de la reparación, de lo que cree que cree gracias a esas arcaicas y vacías "enseñanzas" sin intento.

¿Se ha dado usted cuenta de que existen instituciones que se dedican a ayudar al prójimo?  ¿Y de que las personas que las corren y manejan, al menos la mayoría de ellos; todavía no tienen la conciencia adormitada por el dinero?  Nunca se olvide de que la más importante institución de caridad, es usted.  Quizá usted deba comenzar a ejercitar algunas de esas arcaicas "reformas del pensamiento" que tal vez no estén tan vacías después de todo, y hasta quizá posean algún  intento.  No deje que el dinero le adormite la conciencia.

Hay mucha gente que adora el dinero pero que también adora a su prójimo, independientemente de la forma en que este "prójimo" esté hecho, y de la forma en que este "prójimo" piense.  La Caridad se supone que esté por sobre la naturaleza y el pensamiento humanos, ¿es cierto esto?, usted dígame... 

Entre estas gentes que aman el dinero -que es real- (¿he mencionado esto anteriormente?), también los hay los que aman honestamente a muchos de sus prójimos porque sus conciencias aún no están adormitadas.  Digo honestamente porque sus acciones nacen de sus claras conciencias y no de la inescrupulosa presión de dar un diezmo en la públicas y forzadas apoteosis de las reuniones idólatras y de "estatus social" que brindan los fachosos y chocarreros espectáculos místicos de los Domingos por la mañana, orquestados por bufones sin palacio ni substancia.  Esto no es mi invento, esto es historia y los hechos de la historia son reales; interpretación creacionista no lo es.

Estos seres especiales a los que el dinero no les ha adormitado la conciencia, están hechos de una mágica materia etimológica que contiene amor al ser humano, amor a la humanidad, que exudan caridad y respeto positivo y constructivo; y no tienen nada que ver con los misántropos del párrafo 2 que menciona este abierto y corrosivo escrito.  Sé que este papiro de la conciencia es incisivamente mordaz y abiertamente insolente, pero es honesto, directo y sin tapujos; y lo puedo escribir así porque no le temo ni a los magros dioses, ni a nada más en el Universo. 

Puesto en los términos más simplistas de la lengua Castellana, estos filántropos seres humanistas buscan en una forma totalmente desinteresada la excelencia en cada faceta y circunstancias de la vida humana, para cada vida humana indiscriminadamente, creando múltiples maneras y vías para traer esa filosofía humanista a fruición.  El caso curioso es que este dinero que adormita conciencias, también las despierta y las despabila en una gran forma.

El dinero te pertenece y te sirve momentáneamente solo cuando está temporalmente entre tus manos.  Y muchas veces esas manos tuyas no te pertenecen a ti, sino que al que sirves, a tu amo.  Y tu amo es muchas veces el dinero, ése que te acaricia primero, que te saca de apuros, que cimienta tu progreso y el bienestar de tu familia, y que te hace feliz después; y durante este interludio cuando estás complacido, te adormece la conciencia.

No todo se compra con dinero, repetirá concienzuda y reflexivamente usted.  Y tiene mucha razón, absoluta razón.  Por ejemplo el dinero no compra carácter, no compra amor, no compra honestidad, no compra lealtad, ni tampoco compra la limpieza y la solidez de la conciencia moral; por lo tanto no importa porque estos elementos están en otra liga, en una liga en donde el dinero no existe y en que nada está a la venta.  Entonces es ridículo tratar de establecer que el dinero no compra cosas como éstas, porque es una verdad que no puede ser más cierta ni establecida, y que usted probablemente sabe y entiende muy bien.

No hay ningún dios que exista en este planeta que esté sobre cualquier otro, o que sea más cierto o importante que ninguno de sus émulos.  Todos estos pequeños y desvalorizados dioses son nada más que una vaga e inmanente promesa que vive hacinada en las mentes humanas a expensas de las ignorantes e impensantes conciencias de los hombres, conciencias tan inhibidas intelectualmente y tan superlativamente estorbadas en erudición y lógica; que tratan una verdad innegable y patente con ojos absolutamente ciegos y con un vacío total de lógica y sentido común, elementos que les hacen confundir la realidad con la ficción sin límites. 

Por ejemplo, tratan la virginidad como un guante reversible, como una verdad bizantina, como un sortilegio fantástico que ni el más tonto de los hombres honestos creería por un segundo si no tuviese la mente envenenada con las ácidas mieles del vano creacionismo.  El creacionista adicto y partidario no se dá cuenta -y muchas veces porque no quiere-  de que su mente está desesperanzadamente irrecuperable, tan irrecuperable como la pérdida de la virginidad.

El gran desafío de la conciencia se presenta cuando hay que tomar una decisión, en ese segundo cardinal cuando hay que definirse entre ser honesto o nó; cuando debemos definir un dictamen de comportamiento que marcará nuestras vidas y nuestra conciencia privada por la eternidad.  Esos momentos son aquellos en que debemos decidir qué es lo correcto que deberíamos hacer en dadas circunstancias.  Cuando usted se encuentra una billetera en el suelo, la que contiene dinero, tarjetas de crédito y otros valores, pero también contiene la  identidad de su dueño, ¿qué hace usted?: ¿llama al dueño para devolvérsela?, ¿le extrae los valores liquidables y después la tira?, ¿o se la guarda en el bolsillo para después lidiar con sus sentimientos cívicos y morales porque en ese momento no se puede definir como un hombre cabal?  ¿Es posible que el deslumbre de aquellos coloridos billetes le hayan adormecido instantáneamente la conciencia con su estallido de avaricia?...  ...es muy posible hombre, porque el dinero adormita la conciencia.

La respuesta es sin duda un asunto muy personal y privado, la que dejará un insistente residuo moral, positivo o negativo; el que usted deberá llevar pegado como una mancha o como un trofeo en su conciencia para el resto de su vida.  Si es que tiene conciencia, eso es, porque cuando el dinero entra por la puerta, la conciencia es lo primero que se escapa presta por la ventana.

Esta mágica poción de tiempo indeliberado que usa el dinero para inyectar la dormitación de la conciencia, sobrepasa los poderes de los pequeños e imaginarios dioses que están por todos lados, como las moscas,  incluyendo al más venerado de los mundanos dioses, los que nunca tendrán más seguidores que un simple pero real dios: el dinero; aquel Dios Latino inventado por los Romanos al que llamaron Denario, esa transcendental moneda romana principal y de principio a la que hoy llamamos "Dinero".  Este dios que es tan real, ha puesto de manifiesto la locura de vivir precariamente para poder morir rico.

El dinero le pertenece a todos y no es de nadie, solo acata las órdenes de aquellas manos que lo sostienen momentáneamente.  El dinero dá la luz a quien lo emplea para abrir la flor del mundo y aniquila a quién se endiosa con él confundiendo la riqueza con el espíritu.  Muchos se expresan con sinceridad cuando señalan que desprecian las riquezas, pero que quede claro que la mayoría de las veces se refieren a las riquezas que poseen los demás.

Muchos no encuentran la diferencia entre el dinero y la conciencia, no distinguen entre la conciencia y la muerte, y no notan la discrepancia entre la muerte y la riqueza.  Aquellos que consideran que el dinero puede hacerlo todo, son un ejemplo sin tapujos ni dudas y un claro y fundamentado indicio de que estos individuos son capaces de hacer cualquier cosa por dinero, y esto es porque  lo único que nos distingue de los otros animales, es que éstos no tienen preocupaciones financieras.

Lo mas cómico de todo esto, es que al final del controversial camino del uso del dinero, no es el dinero el que cuenta, sino que el ser humano y su conciencia.  El dinero no es malo, el ser humano es el que tiene la capacidad de ser bellaco y usar el dinero como un mero instrumento de su perversidad o de su altruísmo, el ser humano es el que asesina a otros y no el dinero, el ser humano es el que tiene la conciencia; el dinero es un simple papelito pintado con coquetos y variados colores y con unos lechuguinos números que nunca representan el valor que murmuran.  El único dinero que mantiene su valor real siempre, es el dinero del "Monopoly".  

No existe absolutamente nada que sea inherentemente bueno, o malo sobre el dinero.  El dinero, ésta irracional herramienta; la utilizamos lo mismo para financiar hecatombes humanas o para aliviar y enaltecer al ser humano.  Le inventamos (al dinero) convenientes nombres y egoístas barreras, le colgamos horribles y hermosos poderes, lo usamos para destruirnos a nosotros mismos, o le dejamos fluír libre y sin tapujos traspasando nuestras naturalezas como otro símbolo de nuestro autodeterminado derecho a la exuberancia.  Como sea que sea el caso, a la postre el dinero es una reflexión de nosotros mismos, y por eso es que el dinero posee el poder de adormitar la conciencia, porque no hay maestro que nos pueda sobornar mejor que nosotros mismos.

¿Por qué me arriesgo de esta manera interviniendo en un asunto tan controversial?   Sabiendo cómo "piensan" algunos ahí afuera, ¿por qué me expongo a la crítica irreflexiva?  Muy simple, o porque soy loco, o porque tengo conciencia de tener miedo, y porque no tengo miedo de que me califiquen de materialista, ni tengo terror de que los creacionistas me tilden de algo que no soy y que probablemente no existe, ni tampoco tengo miedo de que aquellos que me conocen cambien su actitud hacia mí.  Pero me arriesgo de ésta, quizá imprudente pero audaz manera interviniendo en asuntos espinudamente controversiales; porque si no intervengo, quizá deba tener más miedo de darme cuenta de que soy un cobarde por no hacerlo, o que quizá el dinero ya me haya adormitado la conciencia.


El Loco

jueves, 5 de julio de 2012


El Ministerio de la Paternidad


- ¡Feliz día del Padre! - me dijo mi hija Giuliana María con una enorme sonrisa en su carita de ángel.
- ¡Te acordaste! - repliqué con una amplia sonrisa y un gozo infinito que no me cabía en el corazón ni en mi gastada humanidad.
- ¡Por supuesto!,  ¿Por qué no me iba a acordar?  ¿Acaso tú no te acuerdas siempre de mi cumpleaños? - me contestó con unos ojos de reproche tan dulces, que si hubiesen sido azúcar, yo sería un empedernido diabético emocional.
- También me acuerdo de tu "horsey(caballito) - le dije suavemente mirándola con mi ceja derecha el alto y tratando de observar su reacción...  Ipso facto, sus ojitos se abrieron amplios y brillaron como el primer fulgor de la esperanza.
- ¿¡Todavía te acuerdas!? - me respondió con un gorgorito de risa que siempre me hace recordar de por qué existe el amor. 
Mi respuesta fué una simple sonrisa y una mirada untada de la egoísta y ampulosa satisfacción de tener una hija.

Antes de dejar sobre el sillón el pesado tratado sobre antropocentrismo que estaba leyendo, marqué con un boleto viejo del Metro la página 186 que ya había releído dos veces, y que quería volver a revisar acerca de un asunto de ética medioambiental que me olía más a androcentrismo y a pensamientos adiabáticos, que al epistemólogo antrópico temita ése de que hablaba. 

Tuve que hacerlo porque Giuliana María me pidió que me pusiera una venda en los ojos, y después de que lo hice; me ayudó a levantarme del sillón en que estaba practicando sedentarismo y me llevó cuidadosamente asido de la mano hacia la mesa de la cocina, mientras que el gato se quejaba porque lo habían desplazado de su cómoda posición en mi falda, y me sentó a esperar arrimado a la mesa de blanca madera que había visto tantos desayunos familiares.  Mientras esperaba, oía como ella vapuleaba afanosa algunos cacharros culinarios mientras que me decía constantemente:

- ¡No mires!  ¡Sin hacer trampas! - 

A pesar de que podía vislumbrar el planeta a través de un estricto agujero que dejaba la improvisada venda, y a pesar de que esto la hacía tan útil como un jinete sin caballo, no quise mirar.  Pero no importaba.  No hice trampas, y esperé ansioso aguantando los deseos de satisfacer mi curiosidad que se encaramaba como un mono furioso por mi calmada ansiedad de saber qué estaba tramando ella. 

La televisión estaba encendida, y el canal de las noticias estaba contaminando toda la casa con las porquerías del excremento político, con los estúpidos despojos necio-comerciales, con las enfermas sentinas de los entuertos económicos del país, y con un displicente potpurrí de veredictos y mancebías opinionadas de políticos, abogados deshonestos, y curas degenerados quienes trataban desesperadamente de justificar sus achatadas estaturas humanas.  Traté de concentrarme en escuchar esta basura gratis para no tentarme a espiar las enjalmadas actividades ginocentrísticas de mi Giulianita.

Después de unos inestables y púnicos minutos de oír el agrio vómito televisivo, y poco antes de que se me revolviese el estómago con semejante basura, Giuliana puso apuradamente unos trastos sonoros enfrente de mí sobre la mesa.  Inmediatamente pude oler un fuerte aroma a café recién colado, y otro exquisito aroma familiar que mi abrumadora e intrusa narizota no pudo dilucidar qué era en esos dos o tres segundos.

- ¡Sácate la venda! - me dijo Giuliana con un tono de victoria Espartana.  Me saqué la venda lentamente y pretendí que la brillante luz de la mañana que se colaba sin permiso por los sucios tragaluces del techo  hería mis ojos, y que me costaba enfocar la visión.  Hice una mueca de expresión estítica y como si estuviese mirando en lontananza, abrí repentinamente mis ojos mirándola a ella.

Esa prístina carita, estaba inflamada con una sonrisa triunfante que quemaba el aire y que  reventaba implacablemente mi vanaglorioso orgullo por dentro.  Creo que sus labios estaban a punto de estallar en gorgoritos de risa, pero el brillo de sus ojos la contenía. 

Bajé la mirada con unos ojos intencionalmente desorbitados y descubrí sobre la mesa, justo debajo de esa grotesca protuberancia mía a la que llamo generosamente nariz; una taza de humeante café y un plato con tres "waffles" - una especie de panqueque noble con alcurnia, abolengo y pedigrí - también emanando los embriagadores vapores de su aroma que ciertamente olían a Día del Padre.  Estos aromas frescos desplazaron efectivamente la tertulia demente de la tele, a la que ya no escuchaba más y que se quedó lejana y olvidada como aquel negro teléfono de antaño.

- ¡Oh, my! - exclamé excitado tomándome la cara con las dos manos - ¿Todo esto es para mí?

- Sí, - respondió Giuliana- ¡y empieza a comer pronto antes de que se enfríe! - añadió con autoridad mientras me alcanzaba la botella de Miel de Arce canadiense para que embetunara generosamente mis "waffles".  Ella se sentó a mi lado y nos pusimos a comer "waffles"; yo a tomar café, y ella a beber jugo de arándano rojo.  Esta estampa podría haber sido la más valiosa joya que hubiese coronado el trabajo de Norman Rockwell, pero a pesar de que no quedó estampada en un lienzo, se quedó profundamente cincelada en los ancestrales papiros de mi mente para siempre.

No existía ni había nadie ni nada más en el extenso Universo en ese instante.  Éramos mi hija y yo.  Solos, envueltos en una nube invisible de complicidad y gozo inmensurable; solos pero nunca solos porque nuestra mutua compañía nos llenaba todos los espacios del espíritu y de la conciencia.  Estos son los instantes en que mi corazón late tremendamente lento y silente para darme tiempo a que yo pueda conservar la sustanciosa esencia misma de regalos como éste, los más valiosos y momentáneos obsequios con que a veces nos halaga la desdeñosa vida.

La tele había muerto emulando en contenido de sus mensajes, el sol se escondía callado detrás de los muebles, los quemadores del horno dejaron de quejarse, y hasta el gato había salido apurado de la cocina para no ofender ese momento.  Y ahí estábamos, padre e hija.  Una hija con un alma y un corazón titánicos y una belleza humana inigualable; y un arcaico veterano, quizá un poco gastado y despeinado, pero que sabe que el amor por una hija es infinito, porque éste puede contenerse sin respirar en una diminuta lágrima que no se puede derramar.

Mientras consumíamos nuestro desayuno, con su serafinezca vocecita de ángel Giuliana me preguntó: - ¿Daddy, cómo aprendiste a ser papá?

De pronto se me atragantó el "waffle" en la garganta y me trapiqué con el café que saltó aterrado de mi boca yéndose apurado a tomar refugio en mi camisa blanca, y donde se quedó sobrecogido mirándome con sus ojos color cacao oscuro.  Los ojos se me desorbitaron y creo que un trozo de "waffle", con la fuerza de la tos, se alojó detrás de mi córnea haciendo que mis ojos se llenaran de lágrimas, las que saltaban profusas al abordaje sobre mis disléxicos bigotes mientras que tosía convulsionadamente.  Entretanto el despavorido café había encontrado la salida de emergencia a través de mis fosas nasales, y se dejaba caer al éter con la gracia de un trapecista sin red. 

Giuliana explotó en risas mientras que me ayudaba a limpiarme la camisa con una servilleta de papel, y me secaba las lágrimas con sus suaves manitas mientras seguía soltando querubinescas risitas. 

- Nada que un poco de detergente no pueda arreglar - agregó con experta e instruída  opinión mientras que justipreciaba los daños que el insolente café le había infligido a mi asustada camisa.

- Gracias, - repliqué mirándola con inmortal cariño y carraspeando mi acalambrada garganta tratando de evacuar los restos de "waffle" que se habían descaminado en mi tráquea.

- Bueno, ¡ya está! - dijo suavemente y se me quedó mirando a los ojos en espera de una respuesta.

Bien sabía yo que esta poderosa mujercita no repetía las cosas dos veces.  Ella sabía que yo  había escuchado ya la pregunta claramente, y que sería estúpido - o poco astuto -  preguntar otra vez sobre lo que ya se sabe.  Carraspeé un poco como para subrayar mi respuesta y para darle un poco del desesperado tiempo que mi mente requería para organizar y construír una respuesta sensata; y dije:

Cuando tu madre estaba embarazada esperándote a tí, yo estaba bastante nervioso porque no podía encontrar por ningún lado un manual del padre para aprender qué hacer.  Especialmente cuando a uno le notifican fríamente y sin aviso de que apenas tiene alrededor de ocho meses (o menos) para convertirse en padre, y uno no tiene ni la más peregrina idea de dónde comenzar.  ¡Nunca había notado qué tan cerca del gusto está el susto!  Pero yo también sabía que si uno sale vivo de ésta, ya no hay nada más que te pueda asustar en el universo.

Giuliana me miraba con perspicacia, pero su mirada tenía un ligero dejo de anuencia que otorgaba el beneplácito de la paciencia.  Sus ligeramente arqueados labios me advertían de que no habría ya más demoras, y que la respuesta debía de venir en este momento.

Entonces proseguí:
- Una vez leí en algún lado acerca de las cosas que se deberían tener en consideración para ser un buen padre, pero eran vagas e incompletas; y había algunas que ni siquiera tenían sentido para mí mientras que yo estaba en ese estado de paternidad mental y emocional aún infecundo.  Hay tantísimas cosas que considerar, hacer, y de estar preparados para hacer que ningún compendio las podría contener. -

- ¿Entonces cómo aprendiste? - replicó con una vocecita cargada de inquisición.  Y seguí hablando así:

- Bueno, como había tanto que aprender, me decidí concentrarme en las cosas más importantes, y las que yo creía que durarían todo, o casi todo el tiempo durante el cual yo debería ser padre.  Entonces, hice una lista de los requerimientos que debería considerar para hacer esto lo mejor posible, como si fuese un plan de negocios, como si fuese una lista de necesidades para ir a conquistar la luna, como si fuese una previsión y un elenco de las cosas que necesitaría para embarcarme en la última y más larga jornada de mi vida.

Comencé por definir las obligaciones y las características más demandantes, y las que llevarían más tiempo realizar.  Por ejemplo, sabía que debería ponerme la camiseta de esta expedición por un tiempo largo, indefinido, hasta que la expedición terminase sin tener idea de cuándo esto sucedería. 

Los requerimientos demandaban energía sin ahorros para un trabajo de larguísimo plazo, quizá permanente; y en un entorno completamente caótico y muchas veces, incoherente.  Tengo que tener inmejorables e imponderables habilidades de comunicación, ser diestro en múltiples formas de intercambio de información y que no estén limitadas a la expresión oral, emocional, física, psicológica, internet, texto, email, y hasta de información la cual debo adivinar si es que no la he recibido aún.

Mis capacidades organizativas deben exceder lo normal y rayar en lo imaginativo, debo estar dispuestos a trabajar por la noche, los fines de semana, los días feriados, cuando estoy  enfermo, sano, o impedido por cualquier razón; y soportar frecuentes turnos de 24 horas o más,  aunque yo no pueda estar presente.  También es obligatorio e ineludible el que esté preparado para  viajes nocturnos sin aviso a lugares increíbles, necesarios o nó, incluyendo viajes a acampar en sitios primitivos y peligrosos, durante la semana o el fin de semana aunque esté lluvioso y haga un frío de la Gran Madona, y sufrir torneos de deportes surtidos interminables en ciudades lejanas y poco conocidas.  Ningún gasto de viaje, por críticos o necesarios que éstos sean, me serán reembolsados jamás de los jamases.  Y si no tengo dinero para pagarlos, siempre será mi culpa.

Entre algunas de las más notables responsabilidades que tengo que asumir son el que debo mantener este trabajo para el resto de mi vida siempre sonriente.  Debo entender, comprender y aceptar que el odio es un agasajo gratis que puede ser temporal o permanente; y debo estar siempre dispuesto a morderme la lengua repetidamente sin chillar o quejarme del dolor o de la sangre.  A esto debe agregarse de que debo mantener una resistencia física de mulo en celo, ser capaz de funcionar impecablemente y sin dormir a veces por tres días seguidos, y debo ser inmune a los problemas psicológicos personales.

En lo técnico, no solo debo disfrutar los estimulantes desafíos tales como ser un perito en arreglar artilugios electrónicos misceláneos, aunque no los haya visto nunca antes en mi vida, hacer pequeñas reparaciones de juguetes y otros elementos afines, limpiar y destapar inodoros trancados odiosamente con papel de dos colores y con otros detestables habitantes insubordinados de oscura apariencia, y desatascar cierres "Aclair" de marruecos de cualquier tamaño.  Debo estar siempre dispuesto y preparado para ejercer juicio sobre la seguridad de cualquier producto que existe en el planeta, y ser experto en ensamblar esos otros productos venidos del infierno escondidos en esas pérfidas cajas de cartón que disimulan arteramente la dificultad real de la tarea sin reclamar ni maldecir nunca, eso sí; morderse la lengua y refunfuñar ininteligibles palabras está permitido.

Los trabajos forzados de limpieza general como el lavado de platos, de ropa, recoger los mojones del perro, limpiar las meadas de gato, eliminar las rayas de las murallas, lavar el vómito de las alfombras, y otros trabajos mixtos y heterogéneos de mantenimiento de planta, son mandatorios.  Debo entender como filtrar llamadas telefónicas, saber mantener diversos calendarios de distintos tamaños y colores, aprenderme de memoria los códigos de censura de los programas de la tele, y coordinar la producción de varios proyectos escolares insanos y urgentes, aparte de controlar de que se hagan las tareas escolares. 

Parte de mi capacidad infinita de organización debe ser aplicada a planificar, organizar, y llevar a cabo reuniones sociales, fiestas, cumpleaños, visitas de suegra, y organizar asados para los amigos de mis hijos que vendrán de todas las edades y de muy diversos niveles de mentalidad, en cualquier momento.  Todo esto siempre sin dejar de sonreír.  Mientras estos eventos se desarrollan bajo mi mirada escrutiñadora, debo estar dispuesto a ser indispensable en cualquier instante, y una vergüenza increíble e imperdonable para la familia el instante siguiente.  El asumir completa responsabilidad sobre el control y la calidad del producto final con una amplia sonrisa, es también mandatorio.  En este tipo de actividades, refunfuñar está estrictamente prohibido.

Como todo buen trabajo, no hay ninguna posibilidad de promociones ni reconocimiento.  La recompensa de mis  esfuerzos es el permanecer inamovible en la misma posición y con la misma perspectiva laboral hasta que me muera, sin quejarme constantemente de la falta y negación de formación profesional y del vacío absoluto de posibilidades de actualizar mis conocimientos y habilidades para poder traspasar este conocimiento a los hijos que tengo a cargo, los que en última instancia deberán superarme como ser humano.  No se requiere experiencia previa, pero se otorga entrenamiento y capacitación con las "manos en la masa" mientras que ejecuto mi trabajo y mis obligaciones sin chistar, y siempre sonriendo.

La remuneración no tiene paralelo alguno porque no la hay.  De hecho, yo debo pagar por todos los gastos de aquellos que tengo a mi cargo, a quienes les debo ofrecer bonos variados y frecuentes incrementos de mesada.  Un pago extraordinario y violento es requerido para cada uno de mis hijos cuando cumplan los 18 años, o cuando comiencen a  asistir a la Universidad, o cuando se casen, o cuando sea que se dediquen a vagos.  Cuando yo estire la pata, ellos heredarán cualquiera que sea mi ingreso en ese momento, y cualesquiera que sean mis terrenas posesiones, aunque quede debiendo mi entierro.  Todo esto sin contar el tipo de "Inquisito Haereticae Pravitatis" intervenciones, las escaramuzas impromptu, y los asaltos tipo "malón" que la suegra perpetra intrusamente durante esta larga y demandante campaña, hechos que indudablemente, contribuyen a deteriorar y descalabrar esa mandatoria sonrisa que cuesta un mundo mantener pegada en el rostro.

No hay ningún beneficio disponible, aparte de los generosos y extemporáneos beneficios del "Ni": ni salud, ni seguro dental, ni pensión, ni reembolsos de matrícula, ni vacaciones pagadas, ni vacaciones de ninguna especie, ni acciones corporativas, y por lo tanto; ni reclamos.  Sin embargo todo no es tan injusto ni sombrío; porque el trabajo ofrece grandes oportunidades de crecimiento y riqueza personal, fortuna emocional, un generoso peculio sobre la calidad humana, y un ilimitado acceso a abrazos y besos gratis mientras que yo los pueda cosechar.  La satisfacción personal de mi trabajo es también gratis, y me la puedo quedar por el resto de mi vida a un costo caritativo irrevelable. -

Durante todo este tiempo, Giuliana me había estado mirando sin pestañar y con su carita entre sus manos mientras que sus codos apoyados en la mesa de madera dulce, sujetaban el peso de su mirada y el de su benevolente y etérea sonrisa.

- Y esas fueron todas las notas que tomé en cuenta para prepararme para ser padre, - dije casi sin respirar - pero todo esto no sirvió de nada porque cuando llegaste tú Giuliana, instantáneamente me enseñaste a ser padre porque me trajiste contigo el mejor manual de adiestramiento que un padre pudiese desear: ese pequeño paquetito de sólido amor que eres tú. -

Giuliana me miró como si estuviese despertando de un soñoliento estupor y rompiendo su largo silencio me ofreció esta reflexión:

- ...no sabía que costaba tanto ser papá... -

- Cuando no lo eres, parece cuesta arriba, - objeté - pero cuando lo eres es mucho más fácil de lo que parece, y es un trabajo que no cambiarías por nada en el universo. -

- ¿Y me va a costar tanto así ser mamá? -  indagó Giuliana -.  Esta vez yo estaba bien preparado para cualquier pregunta siniestra y maquinadora.  No tenía ni café ni "waffles" en mi boca, así que no caí víctima de las convulsiones enervantes que hicieron presa de mí con la frialdad y cabildeo de la primera pregunta.

- No tanto, - repliqué - las hijas nacen con alma de madre y siempre saben lo que hay que hacer.  Los que nunca sabemos qué hay que hacer, somos nosotros, los padres...  pero aprendemos rápido - agregué con una amplia y sincera sonrisa, y frunciendo mis cejas para subrayar mis palabras con la seriedad de mis desgreñadas cejas.

- Bueno, - dijo Giuliana - creo que has aprendido bien porque eres un buen papá - me contestó con una suave y gratificante vocecita.  Acto seguido, Giuliana se levantó de su silla, me dió un beso en la mejilla, y se fué a elaborar los quehaceres propios de su edad. 

¿Yo?...  Yo me quedé unos momentos más sentado en mi silla y libando los últimos sorbos de café, el que ya se estaba enfriando y demandaba ser bebido pronto.  Entonces tuve unos momentos para reflexionar sobre ese celestial momento que llenó los espacios de mi existencia casi hasta reventarlos, y poco antes de que los entrometidos ruidos del día que crecía implacable borraran para siempre los celestes vestigios de ese magnífico momento del Día del Padre, día tan especial que incrustó un nuevo y maravilloso diamante indeleble en las rudas, indomables y ásperas superficies de mi corazón de badana, y moldeó aún más mi vapuleado carácter.

Sorbí el último vestigio de café sin pensar, esbocé una sólida sonrisa, sólida como el recuerdo que este día me acababa de regalar; y como de costumbre, me sumergí ágil y osadamente otra vez en el mundanal ruido de la cotidiana y trajinante vida.  Esbocé una sonrisa porque es parte intrínseca en las leyes de la paternidad, y porque debemos sonreír hasta que el  corazón nos duela, aunque al corazón lo tengamos quebrado, debemos sonreír a pesar de que las nubes oscurezcan nuestros cielos, porque si sonreímos, es posible que mañana podamos ver al sol rompiendo a través de aquella impalpable muralla de tristes e inasibles nubes.

La sonrisa siempre ayuda.  Si sonreímos cuando tenemos miedo y cuando estamos tristes, podremos engalanar nuestras caras con alegría y esconder cualquier vestigio de tristeza, y si hay una lágrima a punto de derramarse, éste es el momento preciso para seguir tratando porque solo así descubrirás que la vida siempre vale una pena más si eres capaz de sonreír; porque para sonreír en estas circunstancias, hay que ser un hombre grande; y debemos sonreír hasta que nos duela el corazón, aunque esté quebrado, y aunque negras nubes oscurezcan nuestros cielos, debemos sonreír, porque si sonreímos, descubriremos que la vida siempre vale una pena más si somos capaces de sonreír.

Gracias Giuliana María, amada hija, por el regalo más ostentoso y el de más caro valor existencial que nunca antes recibí de tan menuda persona.  Tu padre que te ama.


El Loco

domingo, 17 de junio de 2012

Developing BioHumaNomics - Click here to follow

An examination on when a community, a region, or country is in economic disarray, sometimes the introduction and integration of Bioeconomics with the existing Human Capital, conveys a stable socio-economic development, a sustainable industry, and bonanza for the region.  This study encompasses the inclusion of the human stock of competencies, knowledge, social and personality attributes, including a technological creativity to be embodied in the ability to perform labor, so as to produce economic value.

By: Rodrigo A. Guajardo

viernes, 1 de junio de 2012

Nuestros Veteranos

Una vez más, el Día de los Veteranos vino y se fué. Como lo hace cada año. Se fué entre los ensordecedores rugidos de las poderosas motocicletas de los "Rolling Thunders" (Truenos Rodantes), y entre las salvas de los Cadetes de impecables uniformes de lustrosos botones dorados las que llenaban el cielo con las fragorosas explosiones de sus armas. Ese día también se fué mezclado en el silencio de las izadas y arriadas de nuestras orgullosas banderas, tejido cuidadosamente entre los nítidos toques del clarín, bajo la sombra del llamado a Silencio; y desapareció paulatinamente entre los suaves dedos de las frágiles llamas que conmemoran al Soldado Desconocido que a esta hora de la tarde -y a pesar de sus aparentemente temblorosas existencias- comenzaban ya a ganarle terreno al sol que se escondía desconsolado en el horizonte allá a lo lejos, horizonte al que los edificios de la ciudad quebraban hoy con especial cuidado.

Ese día se fué triste entre las ardientes lágrimas y los profundos sollozos que inundaron las murallas del monumento a los caídos en Viet-Nam, se fué entre las sordas conversaciones de los Veteranos sobrevivientes que vinieron a descubrir cuáles de sus camaradas cayeron durante el año que pasaba; y finalmente este extraordinario día se fué engalanado del morado dolor de las viudas, y del borrado futuro paternal que les fué robado a los hijos que nuestros soldados dejaron huérfanos por darnos a nosotros una mejor vida. El resto del mundo no se enteró porque no entienden nada de esto; y quizá nosotros comenzamos a olvidarnos de ellos también porque estamos muy ocupados.

Ese día se fué lenta y penosamente, poco a poco como la intermitente cantinela de los motores infernales de los Rolling Thunders que se deshacían entre los baches del camino y se diluían en las orillas de las calzadas, y que los llevaron de vuelta a casa con su atronador ruido de silencio. Las flores de las tumbas se marchitaron prontas y las memorias se extinguieron otra vez, sosegadamente; como se seca una férvida lágrima en las gastadas mejillas de los desamparados... Ese día ya se fué otra vez hasta el próximo año... silente como el día en que cada uno de nuestros Veteranos partió sin mirar atrás.

Pero, ¿quiénes son estos Veteranos? ¿Por qué les recordamos? ¿Para qué les recordamos? ¿Quiénes les recordamos? ¿Cómo les recordamos?

Los Veteranos son aquellos valientes que dieron un paso más que el resto, les recordamos porque ese paso extra nos ha dejado más espacio para vivir libres, les recordamos para no olvidarnos de que la Libertad tiene un precio inaceptable, y quienes les recordamos somos aquellos que derramamos lágrimas henchidas de pena y dolor, a pesar de que no les conocemos, a pesar de que no son nuestra familia directa, a pesar de que pagaron el precio más alto y con la moneda más cara; sin egoísmo y sin vacilación por todos aquellos que como a mí, ni siquiera conocían; y les recordamos como a nuestros hombres y mujeres en uniforme, los que son portadores de una tradición militar orgullosa que ha sido hereditaria de generación en generación por ya más de dos siglos. En los turbulentos tiempos de guerra y en los soleados días de paz igualmente, nuestros veteranos han servido con un valor y una distinción inigualable frente a la abrumadora adversidad, demostrando en su paso un compromiso y una resolución consumada para con nuestro país y sus amados ciudadanos, los que apenas les recordamos una vez al año...

Sí, nosotros los "gringos" somos una raza especial, complicada, rara y escasa; resistente y resuelta; soñadora y guerrera. Sí, así somos, somos como somos, o no somos de ninguna otra manera. A muchos les disgustamos y no nos quieren, pero está bien porque pensamos que es su derecho. Hay muchos que nos critican injusta y ácidamente, pero está bien porque pensamos que es su derecho. Y hay muchos que nos juzgan sin siquiera saber qué están juzgando, pero está bien porque nosotros pensamos que también éste es su derecho. Y a la postre, somos como somos porque es nuestro derecho. Un derecho que hemos conquistado y que no ha sido regalado.

Sí, somos especiales; como nuestros Veteranos. Somos raros en varias áreas, tal como nuestros Veteranos. Somos soñadores como ningún otro. Fuimos los únicos que llegamos a la luna, y que volvimos, y ahora estamos empeñados en alcanzar las estrellas. Y somos muy complicados porque inventamos la Libertad cuando ejercitábamos la esclavitud, y porque somos tremendamente egoístas con la generosidad; y porque muchas veces derrochamos más misericordia que sentido común. Ya ven, somos sumamente raros. ¿Qué cosas, no?

Nuestros Veteranos, nuestros Soldados, les arrebataron a los Nazis el mundo de sus mortíferas garras, y después le devolvimos Europa a los europeos, y no nos quedamos con ningún país como lo hicieron los Rusos. Les abrimos los ojos en forma vertical a los japoneses en su propia tierra, y les hicimos probar su propia medicina, pero con moderación y humanidad, y no como ellos estaban acostumbrados a hacerlo con los demás; y también les devolvimos su isla. Corea no nos resultó tan bien como esperábamos, pero tampoco les quitamos tierra, y hasta nos llevamos a nuestros Veteranos muertos a casa para no usar su tierra.

Gente rara estos Veteranos, ¿no cree usted? Y después de salvar a su familia, no le mandan la cuenta para que usted pague los hospitales donde les amputaron las piernas o los brazos que perdieron mientras defendían a los suyos, ni siquiera le piden ayuda para pagar por la silla de ruedas en la que estarán postrados por el resto de sus vidas; y los que no pudieron regresar, no le dejaron a usted la preocupación de sus viudas a quienes dejaron desamparadas allá en casa, acá; en nuestra amada tierra. Y ni siquiera esperan que usted les recuerde el Día de los Veteranos. Por eso y mucho más es que nosotros recordamos a nuestros Veteranos por usted.

Y no aprendemos nunca. Por donde sea que haya un ser humano en peligro, allá vamos a defenderlo. Y nos critican porque nos metemos donde no nos llaman, pero si a su familia la estuvieran asesinando, a usted no le importaría que un Veterano entrometido arriesgue (o dé) su vida para salvarla porque usted no puede, y lo hará sin ingratitudes aunque su bandera no sea la misma que la de él. Vaya gente rara ésta... rara porque envían a muchísimos de sus mejores jóvenes, hombres y mujeres; hacia el peligro, a danzar con la muerte, a cambiar bien intencionadas acciones por balas, metralla y traiciones, y para dejar despedazadas sus vidas y sus cuerpos solo por la idílica causa de luchar por la Libertad más allá de sus fronteras, para que usted y yo, y también para que mis hijos y los suyos podamos vivir mejor con más libertad. Y lo hacen día y noche, todo el año. Ya lo vé, estos Veteranos no aprenden nunca.

Y sí, nunca se olvide de que los "gringos" pagan por todo, usted nunca recibirá una cuenta ni se le pedirá una garantía; y todo esto, una desinteresada cortesía de nuestros Veteranos. Y a veces nos critican de ignorantes porque sólo hablamos Inglés. Quizá se olvidan de que si no hubiese sido por nuestros Veteranos, en Europa hoy solo se hablaría alemán. Quizá el Inglés sea una lengua escueta, pero tiene palabras como Honor, Deber, y Gloria, una ración de combate más que suficiente para cualquiera de nuestros Veteranos.

Cuando esté descansando cómodamente en su sofá preferido, pregúntese: ¿cuántos de mis compatriotas han visto combate? ¿Cuántos compatriotas Veteranos conozco? Si usted conoce a alguno, respételo y venérelo; es un bajo precio, pero con una alta deuda moral. ¿Sabía usted que el 13% de nuestros ciudadanos "gringos" son Veteranos? ¿Cuántos hay en su país?... Mi abuelito Víctor fué un Veterano.

Durante la Parada en honor a nuestros Veteranos, una Parada no solo de los Militares, pero de todos nosotros, ciudadanos o nó; en frente de las graderías y en un sitial especialmente acomodado, estaba Bill Tucker, alias “Sarge”, un oriundo del Estado de Delaware atendiendo a su 75° desfile del Día del Veterano. Me conmovió ver a este gastado hombre de largos años sentado en su silla de ruedas en silencio y con tanta dignidad, vestido con su uniforme militar altamente condecorado, como recordándonos que ese día era para recordar y honrar. Quise acercarme para estrechar su mano, pero el Marine que lo escoltaba me detuvo con un cortés gesto y me dijo: "Un momento por favor señor porque ahora está llorando". Miré cuidadosamente a "Sarge", pero solamente lo ví muy serio. "No está llorando", le dije al Marine, y él me respondió: "Sí, está llorando sin lágrimas. El dejó todas sus lágrimas yaciendo con sus compañeros caídos en una playa desconocida lejos de casa; y por eso es que ya no le quedan lágrimas, pero sé que está llorando...". En ese momento pasaba nuestra bandera anunciada por los marciales sones de la banda de guerra, y "Sarge" saludó con su mano temblorosa, y el Marine se cuadró con elegancia y marcialidad. Me volteé hacia la bandera y la saludé con humildad y con el pecho henchido de orgullo. Cuando la bandera pasó, volví sobre mis pasos y me alejé de "Sarge". No quise interrumpir el llanto de aquel Veterano extraordinario.

Este pasado Noviembre 12, con la sinceridad más grande que mi existencia ha logrado construír, les he pagado tributo con el más alto respeto, y le he reconocido el más alto honor a la valentía de nuestros Veteranos, a nuestros Caídos y a sus familias, porque esta gran Nación que he adoptado, tierra en la que vine a nacer de nuevo; esta Nación que me ha adoptado como al más legítimo de sus hijos, y que me dió un hogar al que puedo llamar mío, aquí en los territorios del Old Dominion bajo el cálido amparo de la Democracia más sólida del planeta; quizá no la mejor, pero sin duda la más sólida y consistente, Nación que seguirá siendo la Tierra de los Libres y el Hogar de los Valientes solamente y gracias al Sacrificio de nuestros Veteranos. Nuestra bandera no flamea porque la mueve el viento... La bandera de nuestra Patria flamea impulsada por el último respiro de cada uno de los valientes que murieron por defenderla.

¡Larga Vida Veteranos!

El Loco

martes, 1 de mayo de 2012

Escaramuzas Olvidadas

Guerra, Bellum, War, Oorlog, Válka, Krig, Milito, Sõda, Digmaan, Guerre, Lagè, Háború, Perang, Wojna, Război, Boйha, Vita, Savaş, Chiến Tranh, Rhyfel, Vojna, Pat, Gwerra, Bojha, Luftë, Müharibə, Sota, Stríð, Cogadh, Guerra.

Todos los animales, sin excepción alguna, viven en una guerra perpetua hasta que mueren. Cada especie que existe nace para ser devorada, o para devorar a otra. Esos son todos los animales, pero hay otro tipo de animal más salvaje aún. Aparentemente los dioses del hombre les han dado el derecho y la razón para rebajarse al nivel de los otros animales para imitarlos, con la crítica diferencia de que la naturaleza -que a pesar de que no le ha dado al hombre un arma para matar a sus congéneres- aparentemente le ha dado el instinto para explotar, tiranizar y subyugar a sus semejantes (antes de matarlos).

Con todo, la guerra homicida no es nada más que una parte de la inepta y desdichada naturaleza del hombre, y que la emplaza constantemente en contra de sus naciones. No hay ni en la historia, ni en la memoria, ni en los libros que se han escrito; en que no haya habido una nación que no haya entrado en guerra con otra. La guerra trae siempre peste, hambre, destrucción, desolación, y más miseria humana en su hambriento y profundo bolso sin fondo.

Este negocio de conveniencia no tiene beneficios limpios, y la parte más pintoresca de esta empresa infernal es que cada jefe y sus desteñidos banderines de guerra son bendecidos aparatosamente por los curas que invocan pomposamente a sus pequeños y ególatras dioses, y les piden buenos augurios antes de ir a ultimar a sus análogos. No sé cómo esto se diferencia del delincuente barbarismo. Y entonces, cada ejército marcha jubiloso al crimen aceptado y admitido, ondeando las banderolitas de sus santos huecos. Así, y con la ayuda de sus fetiches que enarbolan como sus pequeños "dioses"; es como perpetúan la violencia política y la mediocridad humana de sus naciones. Odio pensar que hubiese habido un modelo un poquito mejor cuando fuimos "creados a su imagen y semejanza".

Y por supuesto y como lo ven, habrá siempre un atrevido e insolente orador que levantará impertinente su hostigosa voz, y recitará duras pero verdaderas palabras en contra del látigo y el parricidio de la guerra. A este incauto voceador le tildarán de cobarde, de anti-patriota, y hasta de traidor para poder justificar sus asesinas acciones. Pero la guerra no es acerca de nada de esto, y las palabras de los audaces y honestos oradores que hablan furiosamente en contra de la guerra y perennemente en favor del amor, ese objeto único para el consuelo y salvación de la humanidad, son perseguidos para ser destruídos, y así poder mantener viva esa estulta ira universal que consume a la desesperanzada raza humana mientras los demás "seres humanos" miran indolentes.

Mientras más supersticiosa, creacionista y bárbara es una nación, más se obstina en la guerra, y a pesar de sufrir derrotas o de obtener victorias; más se divide en facciones, en pequeñas facciones; tan pequeñas como sus minúsculas naturalezas. La nación dice que trata de satisfacer sus demandas humanas internas reales, pero las mezcla idióticamente con el absurdismo del creacionismo autoimpuesto; consciente e irresponsablemente, ese fetichismo venenoso intoxicado de ayunado fanatismo sin paralelo que se encuentra embutido en la ignorancia de sus ciudadanos, quienes creen fehacientemente que hacer la guerra les dejará vivir en paz. Pero la guerra nunca cambia, desde que descubrimos el poder asesino de las piedras, nos hemos estado asesinando mutuamente en nombre de los "dioses", de la "libertad", de la "patria", de la "justicia", y de otro montón grande de basura según como venga al caso. La guerra tiene mil nombres como lo expresa el título de este párrafo, pero aún así, la guerra nunca cambia.

El Combate de La Rinconada de Ate
Las desdibujadas acciones bélicas del Combate de La Rinconada de Ate, la más aciaga y agotadora etapa nacional de la Guerra del Pacífico, ocurrió el polvoriento día del 9 de Enero de 1881 en la localidad de La Molina, Perú; durante los últimos estertores de la Campaña de Lima que estuvo desde sus principios empapada con la abundante sangre de los valientes de ambos lados.

Concluídas las sangrientas batallas del Alto de la Alianza (Batalla de Tacna) el 26 de Mayo de 1880, y la de Arica, el 7 de Junio de 1880, siendo éstas las acciones bélico-militares más notables de la Campaña de Tacna y Arica; mutuamente los respectivos gobiernos combatientes del Estado Plurinacional de Bolivia, la República del Perú, y la Gloriosa República de Chile; con la infaltable y odiosa intromisión gringa, entablaron una de las más estériles y malhadadas conversaciones iniciales de que se tiene historia, con el objeto de finalizar la guerra. Estas "conversaciones" fueron efectuadas en el puerto de Arica.

Mientras esto ocurría, y a manera de presionar por un pronto desenlace de las hostilidades; desde Arica se despachó la Expedición Lynch, una célebre operación castrense con el objetivo principal de destruír las haciendas azucareras de caña que auxiliaban con capital financiero al Perú. Esta expedición táctica estaba al mando del Capitán de Navío Don Patricio Javier de los Dolores Lynch Solo de Zaldívar, quien también fué Vicealmirante de la Armada de Chile, General en Jefe del Ejército de ocupación del Perú y Ministro Plenipotenciario de Chile en España; nacido en Santiago de Chile el claro día del 1° de Diciembre de 1824, y quién sirvió durante su brillante carrera militar y con Distinguidos Honores en las Fuerzas Armadas Chilenas por un largo y heroico período de 46 años.

Esta brillante, larga y difícil campaña le granjeó a Patricio Lynch las siguientes preciadas condecoraciones:
• Campaña al Perú y Bolivia de Oro
• Medalla de la Campaña de Lima de Oro
• Medalla Campaña de la Sierra
• Y el apodo "El Príncipe Rojo"

Y a pesar de que no hubo ningún rincón del territorio peruano que no haya sentido la apremiante repercusión de la recia mano y la firme planta de Lynch; fué en las localidades del sur peruano, en la ciudad de Lima y en la región a la que los peruanos llaman "el Ande", los lugares donde se desencadenaron los hechos más ensangrentados y violentos de la campaña.

Preparaciones Previas
Para atacar la ciudad de Lima, la Comandancia chilena tenía tres alternativas para elegir el más estratégico punto de desembarque. Estos puntos eran tres puertos peruanos que ofrecían las mejores posibilidades tácticas: los puertos de Ancón, El Callao, y Chilca. El Mando Militar chileno se decide por el puerto de Chilca, que está situado a unos 70 kilómetros al suroeste de Lima. Esta elección estratégica obedeció a que esa región estaba menos protegida debido a una escasa y mal armada presencia militar peruana.

Como parte de la "decepción", una estratagema muy común usada en las guerras -y una forma de actuar enraizada profundamente en las naturalezas humanas nuestras, guerra o nó- el día 5 de Enero, días antes de las contiendas de San Juan y Miraflores, las unidades navales de la escuadra chilena, la Corbeta O’Higgins acompañada por los transportes Toltén y Santa Lucía, cañoneó al pequeño puerto de Ancón para dar la impresión de un preludio de inminente desembarco. Más tarde, los Estados Unidos y sus aliados le copiarían este estilo a los chilenos el 6 de Junio de 1944 durante las conjuntas acciones de decepción utilizadas para distraer la atención de los Nazis del objetivo final del Desembarco en Normandía. Los Aliados a esta estratagema la iban a bautizar "La Chilena", pero terminaron llamándola D-Day. ¿Qué cosas, no?

Con el fin de asegurarse de que el puerto de Chilca no ofrecería resistencia al desembarco, el General en Jefe del Ejército chileno ordenó que la división de Villagrán (nombrada así en honor el Jefe del Estado Mayor General del ejército, Don José Antonio Villagrán Correas) que estaba en la ciudad de Pisco, situada a unos 290 kilómetros al sudeste de la ciudad de Lima y a orillas del Océano Pacífico; que se dirigiese por la ruta terrestre con su caballería y sus baterías de montaña a limpiar el terreno. En la noche del 13 de Diciembre la división completa marchó hacia el distrito de Tambo de Mora, donde llegó a la mañana siguiente a cumplir su cometido.

Una vez que el sitio de desembarco estaba asegurado, las fuerzas chilenas ejecutaron un rápido y ordenado desembarque sin oposición en el puerto de Chilca y en la playa Curayacu, desde donde se prepararon para iniciar el avance hacia la ciudad de Lima. Los primeros contingentes en emprender la marcha expedicionaria hacia el norte desde Chilca, fueron dos brigadas al mando de Patricio Lynch. En su avance hacia Lima, Patricio Lynch se tropezó con las plantaciones de caña azucarera ubicadas en la circunscripción de Cerro Azul, una localidad pesquera situada a unos 130 kilómetros al sur de Lima. Allí encontró una gran cantidad de ciudadanos chinos a quienes los hacendados peruanos tenían trabajando en las plantaciones en condiciones de esclavitud. Lynch inmediatamente liberó a los esclavos chinos, quienes le bautizaron como "El Príncipe Rojo"(1). El conocimiento del idioma chino de Patricio Lynch obtenido durante sus servicios en la campaña en China, donde tomó parte en numerosos combates, incluyendo los asaltos de Cantón, Amoy, Chusán y Ningpoo; le permitió reclutarlos como fuerzas auxiliares del ejército chileno. Los chinos agradecidos por su liberación, acordaron engrosar las filas chilenas y avanzar hacia Lurín con sus máscaras de combate, con sus banderas de dragones rabiosos, y blandiendo furiosamente sus afilados Guan Daos.

(1) El Príncipe Rojo fué el heredero del trono de Yan, la "Tierra de las Golondrinas" durante los últimos días del reinado de Lu Buwei, en Qin, China. El Príncipe Rojo fué uno de los más antiguos y cercanos amigos de Quin Shi Huang, que usaba el nombre de Ying Zheng, Rey del Estado de Qin desde el año 246 al año 226 AC durante la Era de los Estados Warring.

El 23 de Diciembre de 1880 el contingente de la Brigada Gana(2) se puso en marcha para finalmente entrar a Lurín en la tardecita de aquel día. Como no encontraron resistencia por parte de las fuerzas peruanas, los soldados se tomaron tranquilamente una chupilca y un matecito con aguardiente para celebrar. Esta entrada a Lurín sin resistencia fué providencial para las fuerzas chilenas ya que les daba acceso a preciosa agua, sin la cual la correría podría haber puesto en serio y crítico peligro de muerte al contingente chileno completo.

(2) El Regimiento Séptimo de Línea estaba encuadrado en la Brigada Gana; y compuesta por los Regimientos "Esmeralda", "Buín", y "Chillán".

La Defensa
La defensa de La Rinconada consignaba a la acreditada columna Pachacámac al mando del Coronel Don Manuel Miranda quien era un hacendado de la zona; a un pelotón armado llamado Compañía Guerrillera al mando del Coronel Don Francisco Vargas; y a los hombres de la Primera Brigada de Caballería al mando del Teniente Coronel Don Gumercindo Herrada.

En la retaguardia, en el Cerro de Vásquez, estaba emplazado el Batallón de Artillería de Montaña con algunas piezas de grueso calibre. Además, se contaba con una trinchera defensiva que se desdoblaba en un elegante zigzag a unos 100 metros de la casona del hacendado Melgarejo, la que cerraba el paso y el acceso al valle de Ate. Esta trinchera defensiva estaba flanqueada a ambos lados de su terraplén por unos altos promontorios donde se instalaría la artillería. Este foso defensivo consistía de una zanja de dos metros de ancho por uno y medio de profundidad con un parapeto de maciza y compacta roca de cantera.

El diestro Coronel Vargas solicitó repetidamente y con tiempo, como consta en los numerosos telegramas que despachó al Estado Mayor Peruano, requiriendo urgentemente artillería, aparatos eléctricos para desplazar "bombas automáticas" (minas antipersonal), alambres, peones de construcción con herramientas, y soldados de Línea. Nunca se supo si estas petitorias por pertrechos fueron desestimadas, ignoradas, o no llegaron a tiempo; el hecho es que el Coronel Don Manuel Miranda no recibió nada de lo pedido, y tuvo que enfrentarse a las fuerzas chilenas con lo que tenía a mano, lo que lo dejaba en condiciones de desventaja tremendos.

Vargas tuvo pronta notificación de sus exploradores de la inminente llegada de la división enemiga unas dos horas antes de que se trabase el combate esa palpitante y nerviosa mañana alrededor de las 7 AM. Poco antes del combate, las detonaciones de algunas "bombas automáticas" que precedían los suelos de combate, confirmaron la llegada de los chilenos.

Órdenes de Batalla
En la localidad peruana conocida como la Rinconada de Ate, se encontraba parapetado el heroico Jefe Superior Militar, el Coronel peruano Don Mariano Vargas desde el día 4 de Enero de 1881, con una fuerza de unos 340 soldados de línea (después de que los indios piuranos le dejaran botado y abandonado a su suerte), y además compuesta por hacendados y pobladores de la zona, quienes estaban armados con anticuados rifles franceses Minié, y algunas piezas de artillería. También contaba con la columna Pachacámac, bajo la jefatura del Coronel Don Manuel Miranda, quien era un hacendado de la zona incorporado a la defensa para esta ocasión. Manuel Miranda también contaba con alrededor de 170 tropas de infantería cívica, armados con viejos rifles Minié; con un pelotón de caballería de alrededor de 40 tropas llamado "Compañía Guerrillera". Esta Compañía estaba bajo el mando del Mayor Don Francisco Vergas, y además contaba con otros 100 hombres a pié de la Primera Brigada de Caballería al mando del Teniente Coronel Don Gurmecindo Herrada, y 50 jinetes montados de la Tercera Brigada de Caballería. La retaguardia estaba constituída por la batería del Cerro de Vásquez con varios cañones de grueso calibre. A unos 100 metros de la casa hacienda de La Rinconada, se estableció una línea defensiva que cerraba el acceso al valle de Ate. El Coronel Mariano Vargas instaló su artillería en la cima del cerro Vásquez y minó profusamente los alrededores de la zona defensiva.

El 9 de Enero del año de 1881, la división chilena bajo el mando del General chillanejo Don Orozimbo Barbosa Puga llegó a Musa, en La Planicie (Pampa Grande), casi a las puertas de Lima; después de una larga marcha forzada por los escabrosos pasos de la Quebrada de Manchay. Esta marcha de las tropas chilenas se originó desde el sitio arqueológico de Pachacámac, cerca del río Lurín, con un contingente de alrededor de unos 1.800 soldados, armados con fusiles "Gras" también de fabricación francesa y más modernos que el armamento peruano. La escena estaba preparada, y los hombres también. La cuenta de los soldados varía: los peruanos dicen que los chilenos tenían más de 3.500 hombres con armamento moderno, y que los peruanos eran apenas 120 hacendados armados con toros.

Las Fuerzas Opuestas del Conflicto:

Chile
• Seis compañías del Regimiento Reforzado 3° de Línea "Yungay".
• Una compañía montada del Regimiento de Infantería 1° de Línea "Buín".
• Un batallón* del Regimiento Reforzado 22° de Línea "Lautaro".
• Cien jinetes del Regimiento de Caballería 1° de Línea "Granaderos" del General Manuel Bulnes Prieto.
• Cuatro Baterías de Montaña Krupp fabricadas por la Gusstahlafabrik de Alemania con 60mm. de calibre, modelo 1872.
• Un perro proletario flaco y medio sarnoso que le faltaba la mitad de la cola.

Perú
• El Batallón Pachacámac con 250 Soldados de Línea.
• Un batallón de hacendados reservistas de alrededor de 340 hombres.
• Un contingente de más de 600 indígenas piuranos, los que previo a que se desatara la batalla y a la vista de las tropas chilenas; huyeron más apurados que una ambulancia dejando al valiente y estoico contingente peruano abandonado a la superioridad numérica de las tropas chilenas, y a merced del privilegiado poderío bélico chileno.
• Más de 300 toros bravos de lidia que se caracterizaban por unos instintos patrimoniales de una ferocidad barbárica y de un ataque temperamentalmente asesino, características a las que se las resume en la amplia palabra "bravura". Entre sus amedrentantes atributos físicos se contaban unos enormes cuernos afilados que apuntan hacia delante, y un potente aparato locomotor muscular muy superior y muchísimo más poderoso que el de los otros especímenes de Bos Taurus que todos conocemos. Entre éstos estaba el "Toro Enamora'o de la Luna".
• Un Guanaco (Lama Guanicoe, del Quechua: Wanaku) con una Hemoglobina fuera de control que andaba perdido.

* Un Batallón es una unidad militar de entre 300 a 1,200 soldados de Línea que consiste entre 2 y 7 Compañías. Un Batallón es normalmente comandado por un Teniente Coronel o un Coronel. Varios Batallones se agrupan para formar un Regimiento o una Brigada.

El Combate
Con el intención de sondear las vías de acceso que conducían a Lima, las avanzadas chilenas se aventuran por los mil caminos que habían sido bordados en los cerros por las ancestrales y guerreras pisadas de los hombres del Inca. En una de estas incursiones, el día 9 de Enero de 1881, una de estas patrullas chilenas de avanzada se internó por los recovecos del camino Pachacámac-Manchay-La Molina (hoy Lima Metropolitana). Al terminar de subir por la Quebrada de La Rinconada la División del General chileno Orozimbo Barbosa Puga llegó a Pampa Grande (hoy Musa y La Planicie) donde se encontró con un destacamento de tropas peruanas, y entonces se enfrentó con un pequeño contingente de los hombres del Coronel Mariano Vargas en esta olvidada escaramuza de La Rinconada de Ate.

Cuando Barboza pidió voluntarios para ir a ver si habían minas frente a las posiciones peruanas, un montón de soldados chilenos levantaron sus manos agitadamente, pero después de averiguar con desengaño de que Barboza hablaba de "minas militares antipersonal", el General se quedó sin voluntarios, así que haciendo uso de su autoridad, despachó a los jinetes del "Granaderos"; "Mensaje a García"(3), a determinar si existían estas famosas minitas. Después de echar un cuidadoso vistazo, los "Granaderos" rápidamente volvieron a la retaguardia a entregar el informe de que la ruta de ataque se encontraba despejada de minas antipersonal, por lo menos en esta ruta.

(3) Esta expresión nació mucho después, pero ha sido adoptada por todos los ejércitos del planeta. En 1895, con las tensiones a punto de estallar entre los Estados Unidos y España la cual gobernaba Cuba en ese entonces, el Presidente William McKinley (USA) quiso establecer un contacto estratégico de mucho valor táctico con los rebeldes cubanos, quienes podrían convertirse en un valioso aliado en caso una inminente guerra con España. McKinley le ordenó al Coronel Arthur L. Wagner de que enviara un Oficial a hacer el contacto con el General cubano Calixto García e Iñíguez, caudillo de los rebeldes cubanos, y le entregara un mensaje en una carta. Se sospechaba que García estaba escondido en la selva de las montañas cubanas, pero nadie sabía a ciencia cierta de su paradero exacto ni se tenía la más peregrina idea de dónde comenzar a buscarlo. Era imposible toda comunicación con García, ni telegráfica ni por correo, ni a lomo de mula. Wagner entonces despachó al Capitán Andrew Rowan, el que se infiltró en Cuba vía Jamaica para rastrear a García. El Capitán Rowan después de muchos esfuerzos y sinsabores, encontró al escurridizo García escondido en las montañas de Oriente, y finalmente estableció contacto. La frase "Mensaje a García" tiene un significado y un sentido militar muy valioso de obediencia y resolución, porque a pesar de que al Capitán Rowan lo enviaron a perseguir un fantasma, Rowan tomó la carta y nunca preguntó: ¿Dónde está García?


Barboza estudiando los imprecisos mapas con que contaba de la zona en que estaba, resolvió despachar como cabeza de columna a la Compañía del 1° de Línea "Buín" en una misión de reconocimiento y avance. El objetivo de esta columna era el asalto de una estratégica quebrada ubicada entre los cerros que rodeaban las posiciones peruanas. Una vez que se realizó el asalto sin ninguna resistencia por la ausencia de soldados peruanos, emplazaron dos piezas de artillería de montaña Krupp con el objeto de apoyar a la infantería y a tres Compañías del 3° de Línea, las que avanzarían a tomarse los cerros que flanqueaban las posiciones peruanas, a las cuales debían atacar los efectivos del "Buín". Manteniendo el resto de las tropas en reserva, las fuerzas destacadas para la operación entraron en combate avanzando contra las posiciones peruanas usando la táctica "Fuego en Avance"(4).

(4) La táctica de "fuego en avance" consiste en la formación de dos líneas consecutivas de fusileros, una al frente de la otra. La primera fila rodilla en tierra descarga sus armas hacia el enemigo; después de que la descarga se efectúa, la línea completa se arroja al suelo y recarga sus armas si es necesario; mientras que la segunda línea de fuego avanza unos metros en frente de la primera y rodilla en suelo, repite la misma operación. Esto ocurre sucesivamente hasta que las líneas alcanzan las posiciones enemigas. Contrario a la creencia popular, esta táctica no la inventó el Conde P'atrás P'adelante.*

* El chileno Gilberto Guzmán (1931-2011) inició su brillante carrera artística en el teatro de revistas, desde donde pasó al radio drama o radioteatro el que depende del diálogo, de la música y de los efectos de sonido para ayudarle al radio oyente a imaginarse el drama o la historieta. Gilberto Guzmán se incorporó al elenco de los programas "La bandita de Firulete", "Residencial La Pichanga" (donde se destacó su personaje "El Conde P'atrás P'adelante", quien era el personaje aseador de la residencial), y "Hogar, Dulce Hogar"; programas transmitidos por la Radio Portales entre los límpidos años de 1960 y 1970.


Rápidamente y sin bajas serias las tropas chilenas desalojan las trincheras defensivas, para seguir adelante y unirse a la Compañía del "Buín" y a las Compañías del 3° de Línea en el llano; entonces con el camino ahora despejado, Barboza hace avanzar a sus reservas desde la retaguardia a estacionarse en los faldeos de los cerros recientemente desalojados. Mientras se desenvolvían esta maniobras bélicas en medio de la gritería y las órdenes, sorpresiva y repentinamente hicieron su aparición en escena los refuerzos de la caballería peruana; la Brigada de Caballería del Comandante peruano Don Millán Murga, la que concurrió a las fuerzas peruanas durante la última media hora del combate, los que se lanzaron a todo galope en contra las sorprendidas huestes chilenas con el propósito de salvaguardar el repliegue de la infantería peruana, y darles tiempo de reagruparse y presentar combate otra vez.

Una de las compañías del 3° de Línea reacciona y abre fuego sobre la osada y valiente caballería peruana, pero el comandante chileno a cargo de la compañía vacila y titubea sobre el preciso momento de atacar a los jinetes peruanos que causaban estragos entre las fuerzas chilenas. Al percatarse de esta irresolución de mando, con gran iniciativa y prontitud el Alférez (Subteniente) Vivanco de la Compañía Montada del 1° de Línea "Granaderos", ordena al corneta de su compañía que emita el "Toque a Degüello", y sus hombres en sus magníficas bestias equinas iniciaron una de aquellas afamadas "Cargas del Infierno".

Con gran destreza y pericia, los jinetes chilenos desbandaron a la caballería peruana y acto seguido arremetieron en contra de las tropas peruanas que se replegaban ordenadamente bajo la protección de su artillería. Este asalto causó estragos y muchas bajas entre los peruanos que abandonan temporalmente el combate retrayéndose a una posición de defensa más protegida entre el fragor de los balazos, el reflejo de los sables, y los toques de "Retirada" y "Toque a Degüello". Esta decisiva y fulminante acción le granjeó al Alférez Vivanco su ascenso a Teniente. Del otro gil indeciso, el que fué degradado a soldado; nunca más se supo...

Los chilenos sufrieron la merma de diez heridos y la muerte de un soldado de Línea. Las bajas del contingente peruano; a pesar de no estar comprobadas y su número varía de historiador a historiador porque según la nacionalidad de éstos, cada uno mira solo la valentía de los soldados de su gracia y favor; pueden fijarse alrededor de una veintena, caídos en su mayoría en la retirada durante la carga de Vivanco. Ese ancestral suelo Inca quedó saturado con la valentía y el heroísmo de los soberbios soldados de ambos bandos contendientes. Después de haber terminado la batalla, Barboza toca a retiro, y las fuerzas chilenas se repliegan a su campamento, terminando así este triste episodio entre los "hermanos latinoamericanos".

Los Ganadores
Ganadores, no vencedores... ...?

Pedazos de Folklore
Se cuenta en el inmodesto folklore guerrero de la época de que en el momento en que los soldados peruanos eran arrollados por los chilenos durante la batalla, el Coronel Temporal Miranda hizo soltar a sus 300 y tantos furiosos toros de lidia, únicos en el Perú en ese entonces, en una rabiosa estampida en contra de los chilenos atacantes. Los toros de lidia en su desbande, arremetieron furibundamente en contra de los chilenos de la brigada Barbosa (los toros reconocieron a los chilenos por el uniforme), pero los impertérritos chilenos después de un pequeño festival de balazos, los convirtieron en "bistecs" y se los comieron en una parrillada con "chicha" en su campamento de Lurín después de la batalla.

Otra pieza de folklore cuenta que durante la batalla, había un mocito Inca de corta edad pero más valiente que un domador de suegras; y que durante el combate corría entre los arbustos y la trinchera armado con una honda y una bolsita llena de piedras redondas de cantera incaica, disparándoles sus proyectiles a las fuerzas chilenas atacantes. Se movía con tanta prestancia, velocidad y destreza lanzándole piedrazos con su honda a los soldados chilenos, que éstos no lo podían distinguir entre el movimiento del combate. Los hondazos eran tan certeros y precisos que cada tiro les daba en la cabeza a los soldados chilenos haciéndoles volar el Quepís una quincena de metros antes de caer a tierra, mientras que la cariñosa piedrita le fundaba al infortunado recipiente de tan arcaica galga en la cabeza, un chichón más grande que la deuda externa.

Quizá usted no sabía casi nada de esto. Así es como los hechos tales como El Combate de La Rinconada de Ate se han sumido en las profundas y polvorientas trincheras del olvido de las frágiles memorias humanas. En esta batalla, quedó de manifiesto la valentía peruana construída con una resistencia improvisada y menguada la que libró resistencia en contra de su enemigo hace ya 131 años atrás, el día 9 de Enero de 1881 tratando de detener la entrada de las fuerzas chilenas a Lima por ese flanco con un escaso y valiente contingente al mando del Coronel Don Mariano Vásquez. La heroicidad y valentía de los chilenos no fué menor, solo opuesta...

Nunca se supo lo que le pasó al perro del contingente chileno ni al guanaco de las filas peruanas. El único toro que sobrevivió la batalla y que se la perdió por estar "lachando" (expresión coloquial chilena que significa "enamorando") con la luna en un charco cerca del campo de batalla; se rehusó a hablar. Que En Paz Descansen.

Aparte del humor forzado en estos hechos patéticos, les ofrezco un par de cartas que un soldado chileno y un soldado peruano escribieron independientemente antes de entrar en batalla:

Carta de un soldado chileno

Querida Hermana,

Hace bastante tiempo que no te escribía, pero te aseguro de que he pensado mucho en tí durante estos largos silencios. Sé que cuando uno espera por cartas que no llegan, se sufre por ellas con una intranquilidad ensordecedora. No es que no haya querido escribirte, pero es que no es una cosa simple el escribir sobre la guerra, especialmente de una guerra como ésta. También te escribo porque me siento solo. Es difícil hacer amigos aquí para después verlos morir despedazados en combate. Para mí es mejor no hacer amigos, aunque me sienta solo.

He leído lo que reportan los diarios en Santiago acerca de la guerra, y sé que tú lees aquellos reportajes, pero quiero decirte que esas crónicas de bufete generalmente tienen su desorientado origen en la falta de habilidad de los reporteros que no entienden ni sienten la guerra. No la han respirado, no la han sudado, ni han visto caer a sus amigos con una enorme mirada de asombro e incomprensión en medio de un claro charco de sangre, mientras una bala les arranca la vida a borbotones del pecho.

Mientras más vivo esta guerra, más se agranda mi desesperación de ver que es imposible que otros la comprendan, otros como aquellos que entienden la vida solo en tiempos de paz, lejos del frente, sin ver sangre ni sufrimiento; y que publican sus opiniones sin saber de lo que están hablando. Solo creen que la entienden. Hablan como un pescado, que sin salir nunca del agua; habla con un claro entendimiento de cómo es la vida de un pájaro.

Sí, hermanita, ésta es la guerra. Mientras más aprendes de ella y mientras más la vives, más difícil es hablar de ella; no porque uno la entienda menos cada día, sino porque uno la comprende mejor. La guerra a pesar de ser tan bulliciosa, es una maestra que enseña en silencio, en el silencio de nuestras almas que se parapeta en el miedo de nuestros corazones, y porque nosotros aprendemos de ella, es porque nos ponemos silenciosos también. Así que no te preocupes cuando no te escribo porque siempre estoy pensando en tí.

Mañana avanzaremos hacia las posiciones peruanas. No estoy asustado ni nervioso, sino mas bien siento una gran paz interna que me invade esta noche, la que sé que estallará en mil pedazos mañana temprano, con el primer toque de asalto.

Te envío un beso. Tu hermano,

Juan Arguello P.
Cabo 1°
3° de Línea "Yungay"
Frente de Batalla.


Carta de un soldado peruano.

Amada esposa,

Te estoy escribiendo porque finalmente tengo un momento de respiro en que siento que puedo escribirte, antes de que el enemigo descienda sobre mí y sobre los nuestros. Me siento culpable de no escribirte más seguido, pero por mucho tiempo ahora, el enemigo nos ha estado atacando implacablemente. Ésta campaña ha sido la más dura de mi vida, especialmente porque estoy tan lejos de tí. Lo único que quiero es volver a casa y estar a tu lado otra vez, y poder abrazar y besar a nuestro hijito y a nuestra hijita. Nunca he añorado más a nuestra querida tierra allá en Ucayali.

Pero sé que esta guerra es necesaria, chinita de mi vida; y esta lucha representa los momentos cuando me siento más lejos de tí. Ya se me olvidó para qué peleamos, y lo único que me importa es volver a tu lado. Todo lo que veo aquí es la suciedad de mi rostro, la sangre ajena en mis manos, y los fusiles del enemigo apuntándome. Y hago lo que me ordenan: apunto y aprieto el gatillo. Éstos son los momentos que nunca podré entender. Pero los milagros existen.

Mientras luchábamos y cuando nuestra situación era desesperada y perdida, el enemigo comenzó repentinamente a retirarse sin ninguna razón aparente, y no a causa de nuestra determinación obstinada de seguir luchando. Fué un momento glorioso, no porque el enemigo se retiró, sino porque mis compañeros y yo bailamos de alegría, y por primera vez, nos percatamos de que los rayos del sol nos alumbraban y se vertían sobre el campo. Y hasta pensé que la guerra se había acabado... pero bien sabía yo que aún había incontables enemigos que me rodeaban.

Tengo que seguir luchando por una razón que ya no comprendo, pero de algún modo creo que le debo esto a nuestro país. El enemigo se ha retirado momentáneamente, pero no se ha entregado ni se ha rendido. Tampoco ha retrocedido y mientras los observamos, ellos se están reagrupando. El sol sigue alumbrando el campo, pero sé que el cielo se oscurecerá pronto otra vez, pero enfrentaré al enemigo pensando en el momento en que podremos mirarnos a la cara otra vez, y abrazarnos fundidos en nuestro amor, puro como las miradas de nuestros hijos.

Tu esposo,

Manko Huamán
Soldado de Línea
Batallón Pachacámac
La Rinconada


Como conclusión (si es que el término "conclusión" se lograse usar aquí en una forma cuerda e inteligente), se puede deducir sin lugar a dudas que en las guerras, cualquiera que ésta sea; no se determina quién gana, sino quién queda y cómo queda para administrar ese gran saco de rencores y venganzas por cobrar alimentadas por penas infinitas, y sostenidas implacablemente por dolores indecibles y odios inmortales. Nosotros, los "hermanos latinoamericanos" nos parecemos más a los hermanos aquellos (Caín y Abel) que se asesinan entre ellos por motivos banales, temporales y sin peso. ¡Vaya el amor de "hermanos" que nos tenemos entre nosotros! Con un "amor" de este calibre somos más peligrosos que un argentino haciendo mapas.
¿Qué cosas, no? ¿Qué cosas, no?

The Sincipitus Porcus
El Loco