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viernes, 1 de noviembre de 2013

El Arbolito

Las altas montañas siempre me han susurrado al oído con un llamado de añoranza letárgico y soporífero.  Me invitan a pisar sus suaves declives y sus ariscas laderas y a escalar sus secos pináculos y sus nevadas cúspides, hermosas y silentes cumbres como las del Volcán Tacora.

Desde que fuí capaz de arrastrar mis "bototos" sin tropezarme mucho, escalé los vértices de los muchos declives y pináculos de Los Andes (o la Cordillera de Chile), y caminé también algunos macizos y otros grandes altozanos en otros lugares.  Una vez escalé el volcán Téyotl en Puebla, Mexico.  El Téyotl es el segmento más antiguo del volcán durmiente Ixtaccíhuatl (al norte del Popocatépetl) el que tiene su cumbre lamentosamente erosionada.  Estando en Mexico, también tuve la oportunidad de subir el Nevado de Colima en el Estado de Jalisco.  La cima de este gigante se encuentra cubierta por nieve durante casi todo el año, pero sus invitantes laderas se visten con florestas de pino, oyamel o abeto, y de encinos.  Cuando digo "escalar", no siempre llegué a las cumbres de dichos colosos, sino que acaricié sus faldas, respiré sus brisas, y caminé sus huellas hasta donde pude.

Pero no todos los titánicos gigantes son jayanes montañas, o apoteósicos volcanes.  En este escrito quiero hablarles de un titán de naturaleza diferente y prodigiosa, de un titán tranquilo y reposado con una vida taciturna como el llamado de las montanas; de un gentil titán como ningún otro en este planeta. 

Por uno de esos nefandos azares del destino, me encontraba en un viaje de negocios en California, USA, y mis transacciones se realizaron muchísimo más rápido de lo esperado; así que me quedaron unos días libres los que utilicé en una invitación impromptu de uno de mis asociados que vive en la región.  Me invitó a conocer el Parque Nacional Sequoia, localizado hacia el sur de Sierra Nevada que es una cadena de montañas repartida entre los Estados de California y Nevada.  La cordillera de Sierra Nevada se encuentra ubicada entre el Valle Central y la Provincia Basin y Range.  Ésta era una invitación que no podía dejar pasar, y con la cual; mi sed de explorador se vería templada profundamente.

El coloso que conocí se llama "Presidente", nombre que le fué otorgado hace aproximadamente unos 90 años por unos sensibles admiradores humanos.  Este nombre no es un "apodo", sino un Nombre.  Este inmenso y magno coloso es un árbol; una Sequoia Gigante, conocido también como Sequoia Gigantesca, Secoya Gigante, Secoya Sierra, o Secoya Wellingtonia; de la especie Sequoiadendron Giganteum, una pinopsida miembro de la familia Cupressaceae.  ¿Qué cosas, no?

Cuando llegué a sus pies, estaba tan emocionado que me quedé pasmado como cuando Perseo vió por primera vez a Medusa; y así me quedé ensimismado y con la boca abierta por unos largos minutos admirando este apacible titán que no me cabía en los ojos.  Después de unos momentos, miré a mi amigo que me observaba complaciente con una amplia sonrisa dibujada a través de su cara, y me dijo antes de que yo pudiese pronunciar una sola palabra: "Eso les pasa a todos aquellos que ven al Presidente por primera vez".  No sabía que contestarle, así que me limité a hacer una callada observación: "¡Menos mal que no hay mosquitos aquí, de otra forma ya me hubiese tragado una docena!".  Mi amigo me contestó con una sonrisa aún más amplia.  Cerré la boca.

La corteza de esos árboles es resistente a los políticos, a los abogados, y a los curas; perdón, quise decir fuego, termitas y moho.  El Presidente vestía una seca corteza resistente al fuego de un color de arcilla oxidada, de color greda rojiza oscura.  Su corteza era gruesa, suave y plisada de enormes y profundas arrugas, secas al tacto, y que parecían acariciar a las manos que las sentían.  El Presidente no se puede apreciar de cerca.  Su base tiene 27 metros de diámetro, y tratar de verlo entero desde esta posición es imposible.  Parado a sus pies, su copa superior no se puede entrever; no obstante, su tamaño es latente.

Dicen las malas lenguas que el Presidente no es el árbol más alto del planeta, dicen que aquel que sustenta este título es un Eucalyptus Regnans de Australia llamado "El Grande"; un primo "cachetón" de nuestra Jubaea Chilensis.  Pero este arbolito ("El Grande") no es masivo como lo es nuestro Presidente; ése es flaquito y tiene menos hojas.  Dicen que el Presidente tiene casi dos mil millones de hojas, y crece y se fortalece agregándose más madera.  Y crece despacito, como crece la esperanza.   Crece unos 2.1 cm. al año.  Lento como las reformas sociales.  Estos arbolitos son muy viejos.  Viven como 3.500 años.  Son más viejos que las artimañas políticas...  pero estos árboles son buenos y honestos.

Caminé alrededor del Presidente; a veces mirando hacia arriba para tratar de ver su copa, otras; mirando la amable corteza de su colosal tronco, y de vez en cuando, miraba al suelo para no tropezar y caerme y dejar un "souvenir" de dientes en el parque.  Mientras lo circundaba, lo abracé varias veces, lo olí, lo acaricié.  Hice esto porque no sabía si lo volvería a ver otra vez, tal como no pude ver una vez más a mi Abuelito Víctor.

Me pasé casi toda la tarde dando vueltas alrededor del árbol sin poder saciar cabalmente mi admiración.  A cada paso y en cada mirada había algo nuevo que descubrir en su gigantesco tronco.  Antes de irnos, me paré una vez más enfrente del árbol.  Lo miré cuidadosamente y en detalle.  Estuve haciendo esto por casi cuarenta minutos mientras mi compañero de viaje me esperaba pacientemente.  Me sentía insignificante pero cómodo al lado de este grandioso y estupendo árbol.  Pude ver grandes nudillos en sus muchas ramas las que se esforzaban por alcanzar el cielo.  Escrudiñé las ramas bajas y las altas, noté los diferentes matices de colores en sus ramas y sus hojas; encontré unas pocas "piñas" escondidas que apenas se dejaban ver entre el ramaje.  Creí escuchar el flujo de savia que viajaba afanosamente desde sus raíces hacia arriba, pasando por el tronco, y finalmente repartiéndose eficientemente entre sus ramas, hojas y frutos.  Creí oír.  Creí escuchar el ruido de la vida en acción.  Esa tarde regresamos del parque conversando animadamente acerca de este noble gigante y de nuestras profundas impresiones de él.     

Pausa

Como ustedes habrán notado, me gusta hacer pausas mientras escribo.  Esta es una Pausa Menor, y no una Menopausia literaria.  Una de las razones por lo que las hago, es para no aburrir a mi lector con una misma trama de un solo trago.  Ahora, como estamos hablando de árboles, quisiera darles algunos datos interesantes acerca de los arbolitos.

Para comenzar, en las ciencias botánicas la definición general de un árbol es que es una planta con un tallo alargado, o tronco, hojas o ramas.   Para algunos usos, la definición de un árbol puede ser más precisa, incluyendo solamente a aquellas plantas leñosas las que solamente son utilizables como una fuente de madera; y solamente aquellas plantas por encima de una altura específica; o que pertenecen solamente a especies perennes.  En una definición más amplia, los árboles incluyen palmas, helechos arborescentes, plátanos y bambú.  El árbol de piedra que se encuentra en la Reserva Nacional de Fauna Andina Eduardo Avaroa en la provincia de Sur Lípez, en Bolivia; no es un árbol!

Curiosamente y poco sabido, los árboles son los organismos más antiguos vivientes del planeta y uno de los recursos naturales más grandes del orbe.  Estos maravillosos y trabajadores organismos nos ayudan a mantener nuestro suministro de aire puro, reducen la contaminación acústica, mejoran la calidad del agua, ayudan a proteger la tierra de la erosión, proporcionan deliciosos alimentos en forma de frutas, nos proporcionas una gran cantidad de material de construcción, crean sombra, y encima de todo esto; adornan nuestros paisajes de una forma agradable y preciosa.  

Como usted puede ver, estas miríficas especies no tienen absolutamente nada que ver con los políticos nefandos y coprolitas intelectuales de nuestra era; aquellas formas de vida de mentalidad abásica y con marginales y secundarios valores morales que dejan de manifiesto sus hadalpelágicos niveles de bajeza.  ¿Sabía usted de que el Demonio vive en el Vaticano?  Es un cura que es abogado y que se dedica a la política.

Aquí hay algunas estadísticas bastante acertadas y correctas sobre este ciudadano global, y el más antiguo de nuestro acongojado planeta: ¡el árbol!

·         Los arbustos y los árboles bien mantenidos normalmente pueden aumentar la plusvalía de una propiedad hasta en un 14%.

·         Árboles plantados correctamente y estratégicamente próximos a los edificios pueden reducir las demandas de aire acondicionado hasta en un 30%.

·         Un árbol maduro elimina casi 70 veces más contaminación que un árbol recién plantado.  (Y dicen que los viejos no servimos, ¿Qué cosas, no?)

·         Un árbol sano puede tener un valor de hasta $10,000.

·         En USA se ha calculado que la sombra y la protección contra el viento proporcionada por los árboles, reduce los costos de calefacción y refrigeración en alrededor de 2,000 millones de dólares anuales.

·         Cada arbolito de mediano tamaño suministra un ahorro de aproximadamente 7 dólares en beneficios ambientales cada año, incluyendo conservación de energía y reducción de contaminación.

·         Un árbol solito y sin ayuda produce aproximadamente 120 kilos de oxígeno anualmente.  Si usted tiene dos árboles maduros en su propiedad, éstos pueden producir suficiente oxígeno cada año para mantener una familia de cuatro personas.

·         También en USA, el agua originada desde los suelos de nuestros bosques nacionales,  contribuyen con agua potable para sustentar más de 3.400 comunidades con un total aproximado de 60 millones de personas.  ¡Que lo parió!

·         Un solo árbol absorbe la contaminación que usted deja irresponsablemente desparramada por todos lados cuando maneja  su troncomóbil por unos 42.000 km.

·         Durante y a lo largo de su vida, un árbol es capaz de eliminar una tonelada de dióxido de carbono.

·         Un ciudadano estadounidense utiliza unos 340 kilos de papel "pálculo" (higiénico) cada año como promedio (unos 24 rollos por persona), y el 95% de las viviendas están construídas en su gran parte con madera. Eso equivale a un consumo de más de 500m3 de árboles por persona, aproximadamente unos 250.000 kilos de madera.

·         Aproximadamente un tercio del territorio de los Estados Unidos de Norte América está poblado por bosques.

·         De acuerdo a los resultados del último censo forestal en el año 2006, en los en los Estados Unidos de Norteamérica hay casi 247.000 millones de árboles de más de 2,6 centímetros de diámetro.  Como del tamaño de los arbolitos del Patio Verde.

·         La longevidad promedio de un árbol en un área urbana o en una ciudades de sólo 8 años.

·         Los árboles son lindos.

Sentimentalismo

Las Sequoias de Sierra Nevada son quizá los más antiguos árboles que existen en nuestro planeta, y aún más antiguos que nuestras civilizaciones.  Estas Sequoias son "jóvenes" hasta los 350 años; son "maduras" a cuando alcanzan los mil años; y se agencian dentro de la Tercera Edad a partir de los 1,500 años.  Nunca se jubilan y algunos de estos colosales gigantes viven productivamente hasta unos 3,500 años.  Estos arbolitos han logrado sobrevivir por millones de años a pesar de nosotros.  Esto es significante porque se cree que la vida en nuestro planeta recién comenzó hace unos 3,500 a 4,000 millones de años atrás; mientras que los primeros Homo Sapiens aparecieron apenas hace 200,000 años atrás en África. 

Más notable aún es que los árboles Sequoia que hoy podemos ver en Sierre Nevada, comenzaron a germinar durante el Evento 5,9 Kiloaño (o los ciclos de Bond que son los ciclos climáticos de 1500 años ocurridos durante el Holoceno), uno de los eventos más intensos de aridificación durante el período del Holoceno, al término del periodo Neolítico Subpluvial cuando se inició la más reciente desecación del desierto del Sahara.  

Estos arbolitos presenciaron los inicios del arte rupestre, pasando por la unificación de las dinastías faraónicas; observaron el auge y caída del Imperio Romano;  asistieron a la segunda unificación de China (Sui), estuvieron en el entierro de Alfredo El Grande de Wessex, recibieron a Cristóbal Colom de Felanitx en América,  vieron la firma de la Triple Alianza entre Inglaterra, Francia y los Países Bajos; fueron testigos cuando los Gurkhas conquistaron Nepal; acompañaron a los astronautas a la luna; vigilaron la subida de Vladimir Putin como Presidente de Rusia; y vieron a este loco observarles a ellos mismos con la boca abierta en California.  Sé que las Sequoias verán mucho más de nuestra historia, pero nosotros ya no estaremos aquí. 

Memorias Curiosas de mi Mente Extraña

Mi mente siempre ha sido sumamente extraña porque muy a menudo establece relaciones entre cosas, ideas, y conceptos que la mayoría de la otra gente considera insólito, o al menos; estrambótico si no estrafalario.  Yo lo considero simplemente una expresión doctamente apócrifa de raíces reales.

Los árboles se asemejan mucho a los peces.  Cuando un árbol se envejece, forma anillos.  Cuando un árbol es cortado transversalmente se pueden ver estos anillos en su tronco.  Cada anillo representa un año de vida, y cada anillo es una enciclopedia de datos referente al clima, humedad, temperatura, etc.  En las escamas de los peces sucede lo mismo.  Aunque no tan visibles como los de los árboles, los anillos de las escamas de los peces se forma de la misma manera y contienen el mismo tipo de data que los de los árboles.   Estos anillos son citológicos, pero se pueden observar con un microscopio.  ¿Qué cosas, no?

Contario a como nosotros menguamos con la edad hasta que nuestro crecimiento se detiene con la madurez; los árboles como los peces nunca dejan de crecer.  Los peces y los arboles crecen hasta que se mueren.  El anillo de las escamas de los peces lo forma el Invierno porque es la época en que el pez come menos y pasa hambruna, lo que deja una marca oscura en sus escamas.  Al igual, un Verano muy seco deja una marca oscura en el anillo de un árbol.  A pesar de todo esto, siguen siendo pescados frescos.

La regla general es de que los peces viven en el agua, pero aparentemente nadie le ha comunicado esto al Cyprinodontidae manglar, un pez gordito pequeño de unos 2 a 8 centímetros de tamaño el que se adapta muy bien a las condiciones de salinidad y temperatura variable.  Todos estos pececillos son ovíparos; esto es, un animal cuya modalidad de reproducción incluye el depósito de huevos en el medio externo donde completan su desarrollo antes de la eclosión, contrario a los otros ovíparos políticos quienes depositan sus huevos en los cómodos asientos del Congreso y no hacen nada.

Muchas especies de estos peces están restringidas al agua dulce pero otras son comunes en las marismas, manglares, estuarios y ambientes marinos costeros.  Lo circumbirúndico(1) de este pez es que vive escondido dentro de las ramas y troncos podridos, y estas notables criaturas alteran temporalmente su constitución biológica para poder respirar aire.  Este hecho junto con su extraordinaria capacidad, siendo un vertebrado; de reproducirse sin un compañero o compañera, hace al Cyprinodontidae manglar, o "Rivulus Marmoratus Poey" como dicen lo más pitucos en el ambiente científico; tal como la Sequoia Gigante; a uno de los peces más extraños que el hombre conoce.

(1) Este término diccional o vocablo de facundia es de particular territorialidad, y es usado principalmente en Chile por algunas clases sociales connaturalmente desheredadas de una germanía ilustrada y apta, y es una aleatoria fusión de los inuendos del significado de las palabras asombroso, secreto, misterioso, inexplicable y prodigioso.  Así que cuando usted quiera expresar su admiración por algo, o por algún asunto que confina el significado conceptual de estas varias palabras de la lengua Castellana; simplemente use este práctico vocablo chileno y refiérase al asunto en cuestión como: "circumbirúndico".

Estos pejes viven normalmente en piscinas de barro y en madrigueras de cangrejos inundadas en los manglares del Estado de Florida, USA; en América Latina y en el Caribe.  También sabemos de que estos pizcos alteran sus cuerpos y su metabolismo para poder sobrevivir fuera del agua.  Sus branquias se alteran para retener agua y nutrientes, y excretan residuos de nitrógeno a través de su piel.  Circumbirúndico es también que estos cambios se invierten tan pronto como el pez retorna a vivir al agua.  No más del pescadito éste.  ¿Sabía usted de que el único pez que puede pestañear con ambos ojos a la vez (como nosotros) es el tiburón?

De Vuelta al Arbolito otra vez

Al día siguiente de mi visita con el Presidente, como mi vuelo de regreso a casa en el Estado de Virginia no era hasta la noche y mi amigo tenía que trabajar ese día; me fuí solo a ver este magnífico ejemplar una vez más.  Tenía que saciar mi egoísmo espiritual, así que volví a pararme en la base de su tronco y me engolosiné llenándome de su espíritu, saturándome de su espléndida presencia y atiborrándome de su noble magnificencia antes de irme.  Y también porque no sabía si lo volvería a ver otra vez.

Me pareció que el día anterior no había sido suficiente para absorber en detalle su majestuosidad e imponente presencia, además; mi atención había estado mezquinamente dividida entre él, mi amigo, y el entorno que nos rodeaba.  Ahora solo, podía dedicarle mi atención indivisa.  Me recibió en silencio esa fría y serena mañana, y me dedicó unos largos minutos para saturarme de su cigüeñal y arcaico hálito.  Nos miramos en silencio por un largo rato.  Me susurró su larga historia, me mostró su perpetuación y su prolongada paciencia; y con eso me enseñó, que el ser más civilizado toma tiempo, bastante tiempo.

Antes de dejarle, le abracé como pude su fenomenal tronco y le deposité un beso de despedida en su ardua corteza, un beso como aquellos que le doy a mi hija Giuliana.  Levanté mis ojos y miré hacia el infinito de su copa.  El agitó cadenciosamente sus pretéritas ramas en señal de despedida y sus hojas y el viento me ofrecieron una armoniosa endecha de despedida.  Le sonreí un poco triste y acto seguido; le dí la espalda y me encaminé una vez más a enfrentar de lleno mi turbulento destino.

No he visto otros árboles tan espléndidos y suntuosos como éste, pero sí he visto, visitado y disfrutado los regios, majestuosos, y vírgenes bosques ancestrales nativos del sur de Chile, los que despliegan como un carnaval su salvaje naturaleza y sus indómitos Alerces, Coigües, Cipreses, Mañíos, Tepuses,  Lunas, Tiacas, Chaquihues, Fuinques, Tepas, Pitrapitras, Saúcos, Tineos, y una tremenda estampida de otros magníficos árboles los que juntos, miran con añoranza por sobre el horizonte del Mar de Chile hacia donde una vez vivieron los idos Toromiros de Isla de Pascua.  Snif...

Neftalí Ricardo Reyes Basoalto tenía mucha razón cuando vociferó legítimamente desde los gastados peldaños de la casa de su rocosa Isla Negra: "El que no conoce el bosque Chileno; ¡no conoce este planeta!".



El Loco  

martes, 1 de enero de 2013

El llanto de Mamiña



Nota del autor:  Para facilitar la lectura y entendimiento de las voces Quechuas, he agregado un tableta de referencia más abajo para asistir al lector si la necesita.  De antemano pido humildes disculpas por mis errores en esta venerable lengua debido a mi infinita ignorancia lingüística y a mi abismante analfabetismo filológico en este patriarcal léxico.

Aranway

- ¡Por Zupay! ¡Y qué vas a hacer! - profirió furioso el collana Inca Muru Huanca a su huatuc Quisu Mayta con un vozarrón de trueno que hizo temblar el concurrido templo de Sacsayhuamán en las alturas del Cuzco.  Las huallatas y los veneros que visitaban los techos del templo emprendieron el vuelo asustados, y las doncellas Incas atemorizadas buscaron prontamente refugio en los recintos del huatuc Villac-umu.

- ¡Estoy pidiendo consejo de Coricancha! - se apresuró a decir con una voz amilanada el asustado sacerdote mientras que una gota de sudor helado se le había quedado atrapada entre la sien y el desorbitado ojo izquierdo.

- ¡Quiero una solución antes de que despierte Inti, porque si no tienes una respuesta para entonces, Mamacocha te acogerá en su seno!

- ¡La tendrá mi señor, la tendrá mi señor! - respondió Quisu Mayta casi sin aliento y temblando de pavor como una doncella en su noche de nupcias mientras que uno de sus importantes esfínteres amenazaba con abandonar sus deberes en cualquier momento y anegarle el wara.  Acto seguido y con la infaltable autorización de la mano del Inca,  desapareció precipitado entre las cortinas del templo para ir a postrarse de rodillas y con la frente en el helado suelo de piedra frente al ornamentado  tabernáculo de  Mamaquilla, para pedirle y rogarle por misericordia, y por una respuesta para salvar su vida.

Inti se fué a dormir, y Mamaquilla se enseñoreó por sobre las alturas andinas en el Hanan Pacha mientras que Quisu Mayta hervía en fiebre y miedo de que el Inca lo enviara a Ucu Pacha.  Sin saber si ésta era su última noche en Kay Pacha, oró la noche entera hasta que la alliq lo sorprendió de cara al suelo, sumido en un sopor de desalentado cansancio y un fatigado agotamiento.

Las blanquinegras huallatas habían retornado al templo, pero estaban alborotadas.  Se escuchaban voces de alerta provenientes del ascendiente camino al templo desde allá abajo.  Quisu Mayta se levantó de un alífero brinco y se asomó a la abertura en la muralla de grandes piedras neolíticas que servía de ventana y trató de mirar en lontananza hacia abajo mientras se refregaba los ojos que aún trataban de enfocar su visión y negociar los potentes rayos que Inti dejaba caer esparcidos sobre la escarchada tierra.

¡Los sacerdotes de Coricancha, los sacerdotes de Coricancha! - proferían excitadas las voces desde abajo mientras que al paso de la carrera acelerada de estos altos ungidos que llegaban al lugar, los runakuna se postraban a su paso en señal de respeto y sumisión.  Al darse cuenta Quisu Mayta de que la amante Mamaquilla había respondido sus oraciones desesperadas, frescas lágrimas afloraron a sus ojos y volvió a caer postrado enfrente de Mamaquilla agradeciéndole entre lloriqueos y convulsiones de desahogo la creencia de que la diosa le había salvado la vida.

Hunk'as inan (Semanas antes)

Antes de que estos desfavorables acontecimientos sucediesen, la vida del Inca en el Cuzco era placentera y parecía que los dioses estaban satisfechos y que les sonreían con marcada benevolencia; pero oscuras nubes se vislumbraban en el horizonte de la familia real del Inca.

Una de sus hijas, quizá la más bella y a la que el Inca prefería más, una princesa Incaica en todo su derecho y destinada a engalanar las veneradas Aqllawasi, comenzó a enceguecer paulatinamente sin aparentes causas hasta que la pobreza de su visión ya la traicionaba, y era tan notoria que ya no lo podía ocultar.  Foscas noticias llegaron a los oídos del alarmado Inca de que la princesa Asnaq Yaku estaba quedando ciega, entonces el Inca hizo que la trajeran inmediatamente ante su presencia.  Cuando Asnaq Yaku se presentó ante su padre, a Muru Huanca le quedó de manifiesto de que su preciada hija tenía tremendas dificultades viendo las cosas a su alrededor.

¿Por qué Muru Huanca eligió a Asnaq Yaku como su preferida?  Nadie lo sabe a ciencia cierta, pero dice el viento cordillerano que fué por las mismas razones que el trigo entre todas las flores; ha elegido a la amapola.

Consternado por este hecho, prontamente convocó a sus huatucs para discutir una solución para este percance tan lamentable.  Después de varios minutos de animadas y bulliciosas deliberaciones, los huatucs del Inca encabezados por Quisu Mayta no habían llegado todavía a una solución probable, entonces como el tiempo apremiaba, Quisu Mayta le dijo al Inca:

Necesitamos unos días para encontrar una solución - articuló con la voz autoritaria que le daba el adecentado penacho hecho de las plumas del poderoso Sarcoramphus Papa (Cóndor Real) que adornaba su cabeza de sacerdote.

¿Puedes solucionar este problema?

- ¡Sí, le prometemos una solución mi señor!

- ¿En cuántos días? - replicó el Inca Muru Huanca con voz autoritativa.

Quisu Mayta titubeó peligrosamente unos segundos mientras los otros huatucs aguardaban nerviosamente la respuesta de su líder.  Había una descarnada línea de seguridad que separaba la paciencia del Inca de la degollaína instantánea, y esta línea bordeaba peligrosamente en los cinco segundos.  Casi al límite de su existencia, Quisu Mayta contestó con los ojos desorbitados:

- Tres semanas... - y se quedó como esperando que una explosión de furia de dioses se rompiera contra su cabeza.  El Inca lo miró seriamente y después de algunos inacabables segundos agregó:

- Yki kan kimsa hunk'as - (tienes tres semanas).  La voz del Inca impregnó la murallas del  Sacsayhuamán donde las tímidas huallatas y los veneros otra vez emprendieron el vuelo espantados.  Seguidamente, los huatucs también abandonaron el templo como si hubiesen visto un fantasma.  Pálidos como éstos, los huatuc se reunieron de urgencia en los recintos de Villac-umu para discutir la situación y la orientación de sus actos, los que fácilmente podrían ser los últimos de sus vidas por la maquinal promesa ofrecida por Quisu Mayta al gran Collana.

Las frenéticas discusiones entre los huatucs de cómo resolver el problema siguieron por muchos días y sus estrelladas noches altiplánicas.  En el penúltimo día de la primera  semana y en la madrugada de su último día, aún no habían llegado a un consenso de qué hacer para resolver el problema de la visión de Asnaq Yaku, cuando uno de los sacerdotes menores ofreció medio asustado una posibilidad desesperada levantando su raquítica voz para decir:

- ¿Podríamos mandarla a Gulumapu? - dijo el huidizo ullqu wamra Gualpa, un hombrecillo de corta estatura, rastreando con sus ojos las reacciones de los otros huatucs, la que no se dejó esperar.

- ¿A Gulumapu?  ¿Y para qué? – inquirió rápidamente y sin miramientos uno de los huatucs que aparentemente era importante porque llevaba en la cabeza un serio hatajo de plumas surtidas.  Las voces de los demás huatucs también se escucharon emitiendo unos gruñidos guturales en señal de estar acuerdo con la pregunta; mientras asentían como péndulos con sus cabezas incuestionablemente adornadas.

- ¡Caray puis! - dijo el sacerdotillo en cuestión, y dirigiéndose a su concurrencia, explicó:

- Para un qharichakuq como yo, que ha servido por tantos años en el awqaqkuna atipaq del Inca, y que ha recorrido todos los rincones del Imperio, enfrentado múltiples peligros...

- ¡Upalla simi, chiwi!  ¡Déjate de hablar necedades!  ¡Vete al grano y deja a un lado tu parlanchinería! – se oyó una voz molesta y desnuda de paciencia entre la multitud de penachos multicolores.

- ¡Caray puis, qué poca paciencia! – dijo la miniatura de sacerdote, y prosiguió avivadamente.  - Bueno, una vez estuve en Gulumapu, y hay unos pulmones que afloran de las montañas, y que respiran humos hediondos que curan runas.  ¡Deben ser los pulmones de los dioses de los Anti!

- ¿Curan runas? – indagó una voz.

- ¡Pues sí!

- ¡Caray puis! – exclamó otra.

- A ver si entendí bien... -  dijo Quisu Mayta que saliendo de su ostracismo habló con la  autoridad de uno que sabe que ya está muerto mientras que se acomodaba el sombrerito de plumas que era el más grande del grupo; entretanto que el resto de los huatucs de menor calibre se callaban.  - Explica eso de cómo cura gente...  en detalle... -

El iqu carraspeó un par de veces sin tragarse nada, pero para darse importancia.  Se encaramó ágilmente en un pisillo que tenía cerca para asegurarse de que todos pudieran verlo, y relató:
   
- Bueno, según lo que yo ví con mis propios ojos míos de mí que me pertenecen, hay una laguna con agua mas hedionda que ingle de guanaco con tercianas donde la gente enferma y con problemas se baña, y cuando salen de la albufera, ¡están sanos! - Aquí hizo una pausa para respirar antes de proseguir, pero fue interrumpido por Quisu Mayta que ahora estaba completamente energético y despierto, quien demandó:

- ¡Las personas enfermas, con problemas físicos y de salud?  ¿Y había ciegas también?  ¿Curaba a las ciegas también?

- ¡Caray puis!  ¡Sí!  ¡Yo lo ví con mis propios ojos míos de mí que me pertenecen!

Un silencio sepulcral se adueñó del lugar.  Ni a las bulliciosas huallatas ni a los estrepitosos veneros se les escuchaba.  Todos tenían la mirada clavada en Quisu Mayta que estaba sentado en su silla sacerdotal con la mirada perdida más allá del suelo de frías piedras sumido en profundos pensamientos a los que nadie se atrevía a interrumpir.  Después de unos embarazosos y largos minutos, Quisu Mayta levantó la vista y miró detenidamente al proyecto de hombre disfrazado de abate andino y le dijo:

- Si esto es cierto, habrás salvado mi vida y te estaré muy agradecido, además, te premiaré como a ningún otro se le haya premiado nunca - Mientras el sacerdotillo escuchaba estas palabras, las comisuras de los labios se tocaban entre sí por detrás de su cabeza; la sonrisa que su ancha cara sostenía, era abismal.  - ... ¡pero si nó¡... -remató Quisu Mayta sin terminar la frase.  No hubo necesidad de decir más para pasar este mensaje que le embetunó la cara al chato investido.  La sonrisa que poblaba el rostro del miserable ungido se borró más rápido que un relámpago apurado, y ahí fué cuando le dió isqicha galopante, una prima de "La Venganza de Moctezuma".

- ¡Está decidido! - afirmó resueltamente Quisu Mayta – Apenas despunte Inti, una delegación partirá inmediatamente a Gulumapu y se llevarán una cabra ciega para comprobar los trabajos milagrosos de los pulmones de Anti.  Los que irán serán los Sacerdotes de Coricancha, y apenas comprueben esto, volverán a toda carrera antes de que se cumpla el plazo del Inca, porque si no lo hacen... -  Quisu Mayta calló y reemplazó es resto de su frase con una mirada fulminante de la que todos intuían las consecuencias a desatarse en caso de un fracaso.

- ...lleven una buena provisión de hojas de coca.  La van a necesitar... - agregó Quisu Mayta imperceptiblemente.

Quisu Mayta se quedó en sus cuarteles esperando con desazón y esperanza a que volvieran los Sacerdotes de Coricancha con buenas noticias.  Cada atardecer, de la noche a la mañana  oró en el ara de Viracocha El Creador, e Illapa el dios del Trueno (tiempo); uno para que le ayudase con la creación de una solución, y al otro para que mantuviese el buen tiempo para que los sacerdotes recorrecaminos no se retrasaran.  Y así se lo pasó día y noche febrilmente en espera de sus enviados, hasta esa importante mañana en que la alliq lo sorprendió de cara al suelo, sumido en un sopor de desalentado cansancio y un fatigado agotamiento.

¡Los Sacerdotes de Coricancha regresan, los sacerdotes de Coricancha regresan! -  lo despertaron las excitadas y chillonas voces.  Presto y ansioso y aún con el terror bajo la piel, bajó a encontrar a los monjes al camino.  Cuando les encontró les preguntó casi sin aliento:

- Los pulmones de Anti...  ¿funcionan? – La incertidumbre y la congoja estaban desparramadas por su cara, y sus ojos con oscuros sacos producto del insomnio inducido trataban de enfocar a las figuras enfrente de él mientras que sus temblantes rodillas se ocultaban entre los largos ropajes que vestía.

Los Sacerdotes de Coricancha, que también llegaban faltos de aliento y agotados por las marchas forzadas, contestaron casi ahogándose entre las palabras que salían de sus bocas y el aire que quería entrar desesperadamente a sus pulmones:

¡Grandes son los dioses, grandes son los dioses!  ¡La cabra puede ver, puede ver! – vociferaban en jolgorio y agotamiento.  La cabra en cuestión los miraba completamente confundida porque no tenía la más peregrina idea de lo que estaba ocurriendo.

A Quisu Mayta casi se le salió el corazón por la boca.  El alivio fué tan grande, que hasta su  sacrificado y cansado esfínter se tomó una pausa momentánea, lo que forzó a Quisu Mayta a  cambiarse rápidamente el wara ceremonial.  Inmediatamente se dirigió a sus cuarteles a prepararse para anunciarle las buenas nuevas al Inca.  Una vez limpio y olorosito, y mientras que sus esforzados sacerdotes comían, bebían y descansaban un poco, se reunió con ellos para recibir los detalles.  Los detalles de esta conversación los desconozco, porque se reunieron a puertas cerradas, y desafortunadamente no pude escuchar lo que dijeron, lo que ha sido una terrible pérdida para la historia.

Esto era de una importancia vital para Quisu Mayta porque la noche anterior el Inca Muru Huanca le había llamado ante su presencia para indagar qué estaba pasando, y porque el plazo que él había fijado se vencía dentro de un día y una noche.  Esto ponía a Quisu Mayta en una posición muy precaria porque estaba a la merced de que los monjes de Coricancha regresasen a tiempo, o para salvarle la vida, o para asistir a su réquiem.

Al salir de la habitación Quisu Mayta lucía como un hombre nuevo.  Bien vestido y bien calzado se dirigió urgentemente al palacio del Inca para darle las buenas noticias de la cura milagrosa.  El Inca, después de escuchar las buenas nuevas que brotaban de la boca de Quisu Mayta como una vertiente furiosa, ordenó que velozmente llevaran a Asnaq Yaku a la lejana Gulumapu para su cura.

Los preparativos comenzaron inmediatamente, y la princesa Inca fué transportada con una gran guardia de palacio, porteadores, cocineros, doncellas de servicio, un pedicurista traído desde Qenko, y un Embajador plenipotenciario; todos destinados hacia las milagrosas tierras altas de Gulumapu.  Después de unos ocupados días de viaje en que la princesa no pudo disfrutar del paisaje porque ya estaba casi ciega, llegaron a una laguna enclavada entre las cadenas montañosas cordilleranas que bajan por las quebradas y acantilados de Los Andes hasta la Pampa del Tamarugal en los faldeos del desierto de Atacama y a tres mil metros de altura.  Una vez que ella se apeó graciosamente de su carromato y los hombres de sus bestiales guanacos y llamas, la princesa se sumergió elegantemente y un poco nerviosa en las azufradas aguas del lugar varias veces, y por varios minutos a la vez, ante la expectante mirada de los sacerdotes de Coricancha. 

El agua barrosa estaba demasiado caliente y no se podía estar mucho tiempo en ella, además la princesa tuvo que salir disparada unas cuantas veces a vomitar, porque el olorcito de las termas de Mamiña son más  hediondas que ingle de guanaco con tercianas y le revolvían el estomago a cualquiera.  Las milagrosas aguas entonces comenzaron a elaborar su portentoso efecto; le maceraron la piel y prodigiosamente le devolvieron la luz y la vista a sus hermosos ojos.  Una vez sanada la Ñusta, los incas la subieron de vuelta al transporte real el que los porteadores ya descansados, sostenían férreamente sobre sus poderosos y anchos hombros balanceándose sobre unas piernas todopoderosas que prometían un rápido y seguro viaje al ritmo del trote incaico altiplánico sin detenerse por seis días.  El transporte real se hacía a lomo de porteadores porque los Castellanos aún no llegaban con sus místicos caballos.

Al alejarse del lugar cargada por los porteadores entre el trote y sus afanados jadeos,  Asnaq Yaku miró hacia atrás con nostalgia fresca por última vez a ese lugar que le había devuelto la vista.  Una singular lágrima de emoción le brotó de cada uno de sus bellos ojos, las que corriendo raudamente por sus mejillas incaicas, se fundieron en una en su barbilla, y con el zarandeo que le propinaban los porteadores al transporte, la lágrima cayó al suelo no muy lejos del lugar que acababan de dejar, a la que el polvo de las tronadoras plantas de los corredores cubrió de polvo cordillerano escoltado por el silencio del altiplano.  Lo que los incas no vieron, es que la lágrima de Asnaq Yaku no se secó, sino que penetró el suelo, e hizo brotar una vertiente portentosa a la que nosotros llamamos Radium, vertiente que hoy se recomienda para las enfermedades oculares.  Desde ese entonces es que esta vertiente nos provee de las lágrimas de la Ñusta incaica.
   
Cuando el Inca recibió a su amada Ñusta de vuelta por su tour a Gulumapu y aprendió de las esplendideces del lugar, éste se convirtió instantáneamente en una leyenda, entonces los descendientes del Inca llamaron al lugar: Mamiña, que también se dice que quiere decir: La niña de mis ojos.

Y aquí termina mi Aranway.  Posteriormente y hasta nuestros días, Mamiña ha visto llegar a visitar sus Termas desde interminables caravanas incaicas, hasta regimientos de turistas con el propósito exclusivo de encontrar alivio y remedio en sus prodigiosas aguas.  Dicen los lugareños que hasta un Ekeko de Chuqiyapu (actual La Paz en Bolivia) las visitó una vez por un problema de vitíligo...  Ahora los administradores el lugar ofrecen unas prácticas y convenientes bolsitas plásticas para el vómito.  Adiyús.

Tableta de referencia Quechua

Quechua
Castellano
Quechua
Castellano
Adiyús
 adiós
Mamacocha
Diosa del mar
Alliq
la mañana
Mamaquilla
Diosa Luna
Anti
Andes
Ñusta
princesa
Aqllawasi
casas de las vírgenes del Sol, de las escogidas
Pachacutec
Transformador de la tierra
Aranway
fábula, cuento, leyenda
Qharichakuq
valiente
Asnaq yaku
agua olorosa
Runakuna
gente; personas; humanos
Awqaqkuna atipaq
ejército vencedor
Runas
Runas: gente, seres humanos
Collana
Conquistador Inca
Sacsayhuamán
recinto religioso
Gulumapu
Chile (Mapudungún)
Ucu Pacha
el mundo subterráneo, donde habitan los muertos
Hanan Pacha
el mundo de arriba, donde moran los dioses
Ullqu wamra
chico
Huatuc
Adivinos o brujos Incas
 Upalla simi, chiwi
cállate pendejo
Inti
dios sol
Villac-umu
el brujo que habla
Iqu
enano
Wara
pantalón; pañete; taparrabo
Isqicha
diarrea
Yahuar Huaca
el que llora sangre
Kay Pacha
el mundo de aquí, donde viven los hombres.
Zupay:
dios de la muerte

Mamiña

Pero Mamiña es más que eso para mí.  Hablo de Mamiña el pueblito-caserío.  Mamiña me recuerda el nitrato y el salitre, las arenas y los corvos, la pobreza y el sufrimiento de los heroicos y sacrificados pampinos que un día la hicieron realidad a fuerza de sudor y músculo, esperanzas y explotación.  Me recuerda cuando mi padre me llevaba a este lugar que aún mostraba estertores de vida mientras que él hacía negocios para su compañía chilena de carga marítima, la Naviera Nacional.

Mamiña, del Aimará "imilla" (doncella, niña), es una deidad de paraje conocida hoy mayormente por sus Termas y por las bondades terapéuticas que sus calientes aguas termales sulfurosas, las que traen hacia la superficie a borbotones el sofocante aliento de las complicadas tripas de las montañas andinas.  Está ubicada a más de 2.700 metros sobre el nivel del Mar de Chile y a unos 77 kilómetros de camino de tierra al oriente de la comuna de Pozo Almonte en la Provincia del Tamarugal,  en la Región de Tarapacá, en Gulumapu (Mapudungún para: Chile).  Las Termas de Mamiña son un importante lugar de Turismo, de descanso, y un lugar en el que se persigue salud.  Afortunadamente hoy se le reconoce legal y moralmente como territorio patrimonial de la Comunidad Indígena de Mamiña.

Dentro de su potestad existen de varias fuentes termales, y las vertientes de Ipla y El Tambo.  Cuando las visité vomité desesperadamente, dejé la mitad de mis tripas y lo que había ingerido durante la última semana desparramadas por las amarillentas piedras en las fumarolas de Baño de los Chinos.  ¡Vaya olorcito!  Pero esto no parece amedrentar a los visitantes que les encanta oler el sobaco del demonio en persona y darse largos baños en fétidas pozas de sulfuroso barro.  Dicen que las vertientes también producen purísimas aguas que pueden ser bebidas, por lo que la Compañía transnacional Coca~Cola, ha instalado una embotelladora de Agua Mineral de su exclusiva propiedad.  ¿Usted toma Coca~Cola?  ¿Qué cosas, no?

Las hermosas y cariñosas casitas que son de las erigidas originalmente fueron todas construídas con las piedras volcánica de la zona y con las callosas manos de los Quechuas; las mismas dedicadas manos que erigieron sus techos de paja y barro; barro y paja que provenían de las cercanas terrazas escalonadas en que cultivaban el sustento y futuro de sus vidas.  Hoy están abandonadas y silenciosas, como esperando que el caprichoso e inconsistente ser humano las redescubra una vez más.

Esa remota tierra de tan inmensamente pretéritos tiempos había sido ocupada por otros grupos aparentemente más humanos que algunos de los grupos que tenemos hoy.  Allí vivió la Cultura Puquina con su andenería y sus extintos lenguajes el Puquina y el Kallawaya; desde muchísimo antes de la existencia del dominio del Inca, tierras en la que aún sobreviven algunas edificaciones impertérritas del tiempo.  Sí señor, estas localidades tenían nombres bautizados miles de años antes de que la madre de cualquier conquistador hubiese nacido.

Recuerdo que mi padre me llevó a visitar una pequeña basílica desértica con el nombre de Iglesia San Marcos, la que fué edificada según los entendidos en 1632, el mismo año en que se fundó Yakutsk en Siberia, y en que el osado Galileo Galilei publicó su "Diálogo sobre los principales sistemas del mundo".   ¿Sabrá este susodicho de San Marcos cuántas cosas se habrán bautizado con su nombre?  Sin sorpresas ni variaciones de comportamiento insolente y desviadamente altanero, los ultrajeros religiosos erigieron su deleble templito sobre un antiguo cementerio indígena, el que afortunadamente fué trasladado en 1865 por gentes bastante más civilizadas y sin una moral tan complacientemente elástica como la eclesiástica.  El caso es que yo solamente miré esta infausta edificación desde afuera porque el entrar a un templete de esta laya (a cualquiera) me produce un descomunal dolor de cabeza.

Ahora Mamiña es una localidad casi desierta de calor humano, en donde ya no se vislumbra ni siquiera un buquecito manicero.  Durante los escasos días que visité sus amantes hábitos desérticos y sus viviendas milenarias, le tomé un apego especial como el que le tengo a otras localidades cordilleranas; y también sabía que la recordaría por el resto de mi inquieta y desordenada existencia.  Cuando supe que la propusieron Patrimonio de la Humanidad me llené tanto de gusto, orgullo y emoción, que derramé una sentida lágrima de felicidad, una dulce gota de agua caliente; no como la que derramó Quisu Mayta aquel día en las alturas del Cuzco; esa gota de sudor helado que se le quedó atrapada entre la sien y su desorbitado ojo izquierdo, pero ésta, mi lágrima; fué ardorosa y llena de emoción, sin miedo ni temor, empero llena de amor.

Corto fué mi tiempo en tus faldas Mamiña, pero suficiente para un amor a primera vista; y ese amor por tí será siempre el alegre polizón de mi alma.

Sé que tú derramaste una vieja lágrima también; quizá tan dulce como las de la Ñusta Asnaq Yaku, a la que presurosos el calor y el viento de Atacama bebieron sin dilación.  Sé que de vez en cuando derramas algunas lágrimas disimuladas en tu llanto, y aunque por más que te oteo el horizonte, no puede verte desde mi lejanía porque te escondes detrás de montañas majestuosas y espléndidas como mis sueños, pero tu estampa siempre estará visible en mi amplio y desbocado corazón. 

¿Por qué yo sé que de vez en cuando lloras?  Sé que quizá te habrás hecho esta pregunta Mamiña...  Pues lo sé porque lo aprendí de la misma desolada forma en que tú aprendiste a rociar algunas lágrimas de desamparo: arriesgando el manojo entero de la vida por vivir un sueño imposible, desafiando enemigos invencibles y desleales y otros muchos adversarios perecederos; y lograste atrapar el futuro entre los tejidos de tus ansias para así, poder estamparlo en el infinito y pertinaz cementerio de las memorias olvidadas. 

Mamiña, el llanto tuyo es también el llanto mío.


El Loco