Mostrando entradas con la etiqueta hermanos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta hermanos. Mostrar todas las entradas

lunes, 1 de abril de 2013

Pasajes - Los Hermanos Pincheira


En cada generación hay una puta y un ladrón.  El freno de la puta es su conciencia; el castigo, a veces el del ladrón. 

Los enfermantemente destacados hermanos Pincheira fueron los líderes de una conocida y erradamente pregonada banda de bandoleros y abigateadores chilenos, que entre los años de 1818 y 1832 asolaron impunemente varias regiones del sur de Chile y Argentina llegando hasta la ciudad de Buenos Aires.  Estos salvajes forajidos se acoplaron a la causa Realista (descaminadamente por supuesto) y lucharon en contra de los Patriotas uniéndose entonces a la causa Realista durante la guerra por la Independencia de Chile.  Los Pincheira se educaron bajo el enajenado sobradillo de los frailes Franciscanos, así que no es ninguna sorpresa la calaña de comparsa que terminaron siendo.  La "causa Realista" no era nada de realista dado que el Rey de España pretendía ejercer dominación en unas tierras ajenas y desconocidas a más de 11.000 kilómetros de distancia de su reino y empotradas en la "Región Antártica famosa". 

Este pobre reyecito no sabía de que esta región de la que él hablaba era: "Chile, fértil provincia y señalada en la región Antártica famosa, de remotas naciones respetada por fuerte, principal y poderosa; la gente que produce es tan granada, tan soberbia, gallarda y belicosa, que no ha sido por rey jamás regida ni a extranjero dominio sometida."  Se lo dijo un español mismo, pero el rey no quiso escuchar, y consecuentemente los españoles lo averiguaron poco después "Por la Razón, o la Fuerza", y a un alto precio.

Todos los bandoleros Pincheira fueron hijos legítimos de Martín Pincheira.  Martín Pincheira había estado empleado como peón en la hacienda de Manuel De Zañartu, localizada en la criolla ciudad de Parral.  El hacendado Manuel De Zañartu que posteriormente como otros hacendados de la región, les proveyó a los Pincheira con ayuda económica, acto traidor por el cual fué declarado enemigo de la patria.  Esto demuestra que la familia completa de los Pincheira y los truhanes que les apoyaron, contrario a lo que algunos perjuros, renegados e ingratos antipatriotas insidiosos sugieren, es indigna de haber sido Chilena, y que en un absurdo e ignorante esfuerzo tratan de romantizar esta bazofia en una estulta y concúbita comedia cinematográfica de mal gusto.

La deshonrosa prole Pincheira estaba compuesta por cuatro hermanos y dos hermanas, desgraciadamente todos nacidos en Chile.  Estos rufianes fueron: Santos, Pablo, Antonio, José Antonio, Rosario, y Teresa.  Los hermanos Pincheira comenzaron a robar y a cometer toda clase de delitos desde 1817, el mismo año en que nació  Guillermo III de los Países Bajos, Rey de los Países Bajos y Gran Duque de Luxemburgo.  Los Pincheira eran originarios de la zona de Parral, ciudad fundada por el Viceroy del Perú Ambrosio O'Higgins, quien llamó originalmente a la ciudad "Villa Reina Luisa" en honor a la esposa de Carlos IV.  El actual Parral está localizado al norte de la ciudad de Chillán, nombre que en Mapudungún significa "Silla de Fuego" debido al volcán de sus cercanías.

Antes de estos obscuros acontecimientos familiares que afectarían a tanta gente, los Pincheira trabajaron al igual que su padre como peones de la hacienda del rebelde realista Manuel De Zañartu.  Antonio, el mayor de los Pincheira llegó a ser cabo del Ejército Realista y combatió bajo los blasones del Rey Ferdinando VII de España en la Batalla de Maipú.  El Rey Ferdinando VII de España fué dos veces Rey de España: en 1808 y desde 1813 a 1833.  Este último período está en controversia con José Bonaparte. 

Como las huestes Chilenas le sacaron la cresta a los Realistas en dicha batalla (Maipú), Antonio volvió a su tierra y comenzó sus correrías malintencionadas, arrastrando en ello a sus entorpecidos hermanos.  Dicen por ahí que Antonio Pincheira seguía convencido de la causa de la Corona Española, pero esto no le excusa el convertirse en un bribón asesino y sinvergüenza, el delincuente y maleante vulgar que terminó siendo con su pandilla de hermanos y hermanas; de manera que no hay ninguna controversia para su calificación como un despreciable villano puro.

Lo más curioso de esto, es que esta banda de malhechores contaba con el respaldo y el apoyo de varios sectores de la iglesia católica, esa lepra religiosa la que siempre inmiscuye su larga y sucia narizota en asuntos ajenos y que no le incumben; y estos descarados y descarriados "hombres de dios" auspiciaban hechos como asalto, saqueo, violación, y el rapto de mujeres a cambio de recompensa; como fué el caso específico de Trinidad Salcedo, por cuya libertad exigieron "una carga de vino que terminó en el vientre de los curas, dos cargas de harina para los cuarteles Pincheristas, y 200 pesos en Plata para el bolsillo de los Pincheira".  Estos hechos verídicos constan en el archivo del Ministerio de Guerra de la República de Chile.

También recibían sostén de muchos hacendados realistas como Clemente Lantaño, un terrateniente de Ñuble; y además el concubinato político del Cabildo de Chillán los apoyaba en sus correrías.  Hoy en día, todos estos traidores y facinerosos han encontrado una carrera profesional análoga como políticos deshonestos; y de los curas degenerados, pues ya todos sabemos dónde éstos terminan.  No es coincidencia que Satanás rime con sotanas.

Estos malandrines de apellido Pincheira consiguieron hacerse de un extenso refugio en las zonas altas de la cordillera de Chile, en frente de Parral, asilo que era un auténtico poblado con cientos de mujeres secuestradas, y toda clase de bienes robados y mal habidos.  Algo así como el Congreso, pero un poco más extenso.

Alarmado con esto de la guerra de la Independencia en Chile, el guatón sinflón del Virrey del Perú, Joaquín de la Pezuela Griñán y Sánchez Muñoz de Velasco, le encomendó a otro traidor de nombre Vicente Benavides para organizar y mantener resistencia armada en las posesiones de la corona en el sur del país, y para ayudarse; compró el apoyo de los grupos indígenas de la zona como los Pehuenches.  Benavides controló por un tiempo los territorios rayanos al sur del río Biobío que estaba fraccionado en tres frentes.  Los llanos centrales estaban a cargo de Benavides; un infeccioso cura entrometido y depravado de nombre Juan Antonio Ferrebú (que rima tan bien con Belcebú) quien servía al dinero y no a su "dios", comandó el sector costero; y los ladrones Pincheira se dedicaron al área cordillerana.

La buenas noticias son que Benavides fué justamente fusilado en 1822.  Le sucedió Juan Manuel Picó, quien fué honestamente asesinado solo dos años más tarde, y en ese mismo año el cura Ferrebú visitó a sus demoníacos compinches cristianos (Súgart, Lucifer, Frimost, Astaroth, Silcharde, Bechard y Guland, ¿sabía usted de ellos?) en el infierno después de haber sido justicieramente fusilado.  Desde ese momento, José Antonio Pincheira se adjudicó la excusa de la responsabilidad de la guerrilla, con lo que se auto-otorgó amplia licencia para delinquir, y lo hizo ininterrumpidamente hasta su derrota en 1832, el mismo año en que Ecuador se anexó arbitrariamente las Islas Galápagos.

Un poco de Historia

Con el tiempo y el reclutamiento de forajidos, el número de bandoleros en las huestes  Pincheira incrementó grandemente y se habló de que su alguarismo fué de alrededor de unos 1.000 hombres de a caballo, y todos sometidos a un caudillaje monolítico jerarquizado militarmente; algo así como un dictador con pañales sucios.  La mayoría de este contingente estaba formado por bandidos netos, ex-presidiarios, y convictos fugados de la ley, en otras palabras, la crema y nata del espíritu político socialista.

La Alianza con los Pehuenches

Desde el año de 1822, los Pincheira trabajaron en la artesanía de alianzas con los poco honestos Caciques Pehuenches, quienes le permitieron asentarse a ambos lados de la Cordillera de Chile, no solo sin molestarlos, pero cubriendo y protegiendo sus andanzas.  Los principales arbotantes y asentamientos que los Pincheira establecieron en Chile durante esa época fueron las instalaciones y permanencias ubicadas en Los Maitenes, un pequeño lugar enclavado en la cordillera; en Roble Huacho (ubicado en medio de un bosque en la región de la Araucanía); y la infausta cueva de los bandidos Pincheira localizada a 67 kilómetros de la ciudad de Chillán. 

Una vez visité la triste y ridícula Cueva de los Pincheira cuando mis jóvenes plantas aún se entrenaban en el arte de explorar y transitar este (aparentemente) redondo planeta.  La cuevita no tenía nada de épico o extraordinario, en efecto; ¡ni parece cueva!  Es apenas un triste socavación natural en la roca que no tiene NADA DE CUEVA y que en un día lluvioso y con viento, no presta ninguna protección.  ¡Vaya cuevita!  Ni el Milodón la aceptó como morada, ni las vacas, y ni los leones o los coyotes porque ni para guarida o cubil servía.  Si usted puede mirar a la "cueva" ésta, ¡se dará cuenta de que es pura mala cueva!

Esta desproporcionada pseudo- gruta se declaró Patrimonio Histórico Nacional ¿...?  ¿Qué más se podría esperar de la falta de entelequia mental de algunos políticos orgullosos de sus hediondos pasados?  ¿Qué cosas, no?

Además de los asentamientos en Chile, los Pincheira tenían establecimientos en el extenso territorio Argentino.  Tenían colonizaciones en el valle de Varvarco (el asentamiento de Matancilla) y en la laguna Epulafquén en el territorio Neuquino.  Por el sur, comprendían  un afluente del Neuquén llamado río Agrio; en la zona de Butalón (los asentamientos de Malal Caballo (quién sabe de dónde habrán sacado el nombrecito éste), Raja Palos (sin comentarios), y Guañacos a la vera del río del mismo nombre en el Departamento de Minas.  Estos fértiles y protegidos valles eran utilizados principalmente como campos de engorda  para el ganado robado en la Provincia de Buenos Aires, antes de contrabandearlo a Chile.

No hay necesidad de repetir que los hermanitos Pincheira eran una plaga pandémica habitual.  No contentos ni satisfechos con delinquir en esta gran zona sudamericana, estos prevaricadores de pandilla atacaron la ciudad de Mendoza.

Tuvieron también asentamientos al sur de lo que es la Provincia de Mendoza.  Estos asentamientos se llamaban Jirones, Payén Matru y El Manzanito.  En lo que ahora se llama la Provincia de La Pampa; establecieron poblados renegados en Chical Có, Limay Mahuida, y Chalileo (vaya nombrecitos, ¿no?).  A esta última –Chalileo- le cambiaron el nombre a "Isla de los Pincheira".  Más tarde, el billonario griego Aristóteles Onassis les copiaría esta magnífica idea de tener una isla propia.   

La "Isla de los Pincheira" no era solamente un lugar para darse categoría y estatus social, sino que también era un punto estratégico de control y supervisión de las rastrilladas a lo largo de las orillas del río Chadileo, el que está cerca de laguna Urre Lauquén; desde donde se desataban los asoladores malones en contra de los ciudadanos honrados y trabajadores de Chile y Argentina.  Para poder perpetrar estos asaltos en forma fulminante y cruzar rápidamente la cordillera de ida y vuelta, estos reos morales disponían y controlaban el paso cordillerano llamado Boquete de Alico, que es un paso fronterizo localizado en la zona centro-sur de Chile (y Argentina) cerca de un poblado chileno de nombre San Fabián de Alico; que es la  capital de la comuna precordillerana de San Fabián, en la Provincia de Ñuble, de la Región del Biobío, y con una escasa población de alrededor de 1.400 cordilleranos habitantes.  Nicanor Parra y Violeta Parra nacieron en San Fabián de Alico.

Los últimos Estertores

Después de muchas barrabasadas y una larga y sangrienta historia, la mayoría de los Pincheira y sus seguidores fueron derrotados, apresados y ejecutados como los sarnosos animalejos que siempre fueron.   Estos maleantes asesinos no fueron nada parecidos a Robin Hood, sino que fueron una pandilla ignorante de vulgares forajidos.  Los hermanos Antonio, Santos, Pablo y José Antonio Pincheira se alzaron contra las tropas patriotas de su propio país en 1817 y durante 15 años mantuvieron una vergonzosa guerrilla en nombre del Rey de España, una despreciable y barata excusa para disfrazar el beneficio de sus propias y desviadas inclinaciones.  

Estos malditos proscritos asaltaron, saquearon, violaron, asesinaron, robaron, y raptaron  cobardemente inocentes e indefensas mujeres a cambio de recompensa (con el apoyo de la iglesia, ¿habré mencionado esto anteriormente?).  Cualquier licencioso que encumbre y vanaglorie a estos criminales; es un perfecto imbécil, un magistral e insensato cretino, y por supuesto; un traidor a la Patria.

José Antonio Pincheira fué el último maleante de la familia quien anduvo fugado por un tiempo, y después de entregarse cobardemente a las autoridades Chilenas y obtener una amnistía por sus delitos (por supuesto viniendo de sucios y deshonestos políticos interesados de la época), fué contratado como empleado en la hacienda del Presidente José Joaquín Prieto Vial, otro individuo que nunca pudo explicar el por qué de su irresponsable proceder; y por qué le dió asilo y protección a un ladrón asesino.   Las deshonestas e indecorosas historias que se cuentan de Joaquín Prieto, este hombre de tan alta posición y tan baja ralea quizá sean ciertas después de todo...  (Estoy seguro de que este "mago de las finanzas" y jefe de las Tropas Peluconas, estaba en clandestina connivencia hetaira con Joaquín Murrieta Orozco).

Esta desgraciada bazofia humana, el último criminal mañoso de la familia Pincheira, José Antonio; el que no fué menos culpable que ningún otro criminal, murió viejo y siempre traidor a la Patria, rodeado de unos hijos llenos de vergüenza, descrédito y humillación; dejando una enferma huella y una distorsionada leyenda detrás de su pusilánime y vergonzosa vida.  Los Pincheira fueron unos humanos tan pequeños, tan pequeños como la nimia conciencia que nunca tuvieron.

¡Que jamás tengan paz en el infierno Pincheiras desgraciados!


El Loco

lunes, 10 de diciembre de 2012

Promoción Maristas 1972 - 2012, 40 Años de Vida y Logros

Dedicatoria

El 26 de Abril pasado recibí un sucinto email de Héctor Villena compartiendo una inquietud que quería desarrollar para recordar y celebrar los 40 Años de nuestra promoción.  Me pedía algunas líneas en las que le facilitara ayuda poética, lírica, creativa, simbólica y de toda la sinonimia que se me pudiese ocurrir; para adosarla a la conmemoración que Héctor estaba preparando.  "Mándame unas cuantas líneas e ideas para esta generación -no perdida- sino re-encontrada…" me dijo cándidamente en su email, para "una generación de incisivos al viento y con destino provisorio como los agitados años 70’".

Aquí fué donde me entró el pánico: las palabras: poética, lírica, creativa, simbólica no son simples palabras, sino acabados conceptos de una riqueza inmensurable.  "Yo no soy nada de eso" – me dije a mí mismo y me quedé pensando en las palabras de Héctor...   

Después de unos dubitativos y profundos instantes decidí que este evento necesitaba de estos conceptos, y aunque sin tener las cualidades necesarias para describir las emociones de tan magno evento; pero como soy loco, me decidí a abordar el papel, y también porque ya mi pluma estaba inquieta por salirse de un tintero sin sombras.

Y entonces escribí.  Escribí untando mi pluma en mis memorias garrapateándolas sobre una límpida y blanca hoja de papel, límpida y clara como las vidas nuestras de aquellos días.   Gracias Héctor por despertar mi inspiración y mis deseos.  A nombre de Héctor Villena y mío, les dedicamos este escrito con indeleble cariño a nuestros Maristas del '72.

Promoción Maristas 1972 - 2012, 40 Años de Vida y Logros

El día 22 de Marzo de 1972 comenzaban otra vez las clases en el Instituto Alonso de Ercilla de los Hermanos Maristas en Santiago de Chile, en una mañana clara y soleada, llena de encuentros y abrazos.  Una marea incontenible de sonrisas inundaba las aún frías baldosas verdes del patio que nos recibía con nostalgia una vez más, por última vez...

A los profesores y a los Hermanos les faltaban manos para saludar al gentío que les rodeaba, y los alumnos nuevos miraban alrededor con desconcierto y timidez, pero los Maristas son tan cariñosos, que nadie se sentía excluído o extraño en esta gran Casa de Enseñanza.

La campana que llamaba al orden estaba silente, respetando este coloquio de reencuentro.   En ese momento ninguno de nosotros nos imaginábamos lo sacudido que ese año sería, ni los acontecimientos que éste año nos reservaba en su cubil sin fondo; resonantes hechos que cambiarían los destinos y el futuro; no solo del país, pero también el albur de nuestras desenredadas, despreocupadas y promisorias vidas.

Pero cada uno de nosotros, los indelebles caudillos de nuestra Promoción del año de 1972, llegamos a este día inicial de clases que sería nuestro último año, uno a uno, poco a poco, inconscientemente y a lo largo de muchos años, para  finalmente darnos cita con el destino en este minúsculo, pero tan importante punto del planeta, en donde la historia nos escribió en sus anales con letras y estandartes de oro.  Durante este pingüe año, nos amalgamamos para siempre en una mentalidad; en un ente singular, magnífico y creador, en una colectividad humana de hombres excepcionales, y que en ese día final; lejano ya, el día de nuestra graduación en el colegio Marista de Don Alonso de Ercilla y Zúñiga, nos precipitamos con gran ilusión a la vida sin olvidar quienes éramos, ni como éramos.  

¿Han pasado ya?, ¡y no sé cómo!, 40 años desde ese magnífico y feliz día, ese día que fué meta, y que fué partida.  Recuerdo que fuimos juntándonos de a poco desde el Kinder, gota a gota, como las gotas de las lluvias de la Primavera que caen limpias y brillantes desde el éter sobre la escarpada y abrupta ladera de una gran montaña, nos juntamos poco a poco como el polvo de las estrellas se acumula en esos inmortales sueños nuestros.  Estas partículas entonces se comenzaron a unir a otras que llegaban; y lentamente comenzamos a unirnos y a desplazarnos imperceptiblemente al principio, bajo el amable y amante ojo vigilante de los abnegados Hermanos Maristas, formando el origen de un pequeño y frágil manantial que intentaba viajar hacia el lugar desconocido que nos  esperaba allá abajo, en el gran valle de la vida.

Durante nuestra jornada por las aulas, nos fuimos puliendo paulatinamente a medida de que  estrellábamos nuestras rudas e inacabadas aristas en contra de aquellos libros y textos de estudio, mientras que nuestros profesores y nuestros magnos educadores nos pulían magistralmente con dedicado amor y firmeza esas aún afiladas esquinas de nuestras salvajes  pero inocentes y precoces naturalezas; y así, poco a poco, día tras día y con paciencia infinita, ellos lijaron nuestras asperezas y alteraron nuestras alocadas direcciones, y nos moldearon con el mismo cariño con que se moldea la arcilla de Pomaire, y agrandaron nuestro tamaño de hombres, y no descansaron hasta que nos pusieron en el umbral de nuestros futuros, en la plataforma de nuestros sueños, desde donde cada uno de nosotros comenzó a inventar la heroicidad y la tenacidad con que ahora vivimos nuestras vidas.  Y somos fuertes porque no nos hemos olvidado de que un día fuimos débiles, y porque nunca abdicamos nuestra iniciativa.

Y los Hermanos Maristas, ¿quiénes eran estos hombres tan extraordinarios?  ¿De dónde venían?  ¿De qué estaban hechos?  ¿Qué les inspiraba?  ¿Qué alimentaba sus corazones incansables?  ¿Qué magnífica luz alumbraba sus estupendos caminos?  ¿Y de qué estaban hechas sus deleitosas almas?

Españoles no eran porque los españoles de España no eran así, nunca lo fueron; estos hombres eran españoles de Chile, extraterrestres que nos trajeron una nueva misión y una más amplia visión, un nuevo enfoque cosmológico, una inmaculada educación, y más que nada, una inédita esperanza y un nuevo nivel de calidad humana.  Cada uno de ellos junto a nuestros profesores, nos impactaron de diferentes maneras, nos regalaron esos pedacitos de naturaleza tan propia de ellos en pequeñas pero apasionadas porciones, contribuyendo así a construír la base de los hombres que somos hoy; palabra por palabra, lección por lección, y que con esto nos ayudaron a zafarnos de aquel pequeño marco de "proyectos de hombre" que éramos antes de que comenzásemos a crecer y nos colocaron encima de un sólido pedestal, construído pacientemente y con la puntual dedicación y desenfrenada entrega con las que sólo sus santas y dedicadas manos podían hacerlo.

Las curtidas huestes de nuestra promoción compartió una historia única solo para nosotros, conllevamos una semblanza humana y espiritual común, una trayectoria continua tejida con amistad y compasión, y todos nosotros crecimos aferrados a una ideología comulgante y cotidiana.  Hoy compartimos las abundantes memorias y los locos desafíos de nuestras jóvenes vidas, esas decisivas risas y esos contenidos llantos, y más de una vez nos costó vivir, pero nunca nos perdimos ni nos extraviamos, y aunque a veces erramos por duros senderos, y nos desconcertamos en oscuras noches, y hasta aguantamos viviendo a todo poder esos días secos de felicidad, e incluso cuando pisamos dolorosos caminos sin el calzado apropiado, jamás nos rendimos; y la vida puede ensañarse con nosotros y herirnos profundamente, pero nosotros no sangramos y cuando lloramos lo hacemos sin llanto, porque un invencible Marista como los de nuestra Promoción '72, ¡nunca se rinde!

Quizá ahora ya no miremos juntos hacia el futuro que soñábamos, y quizá a algunos de nosotros ya no les queden quimeras que perseguir; y quizá porque ahora tampoco compartimos los días difíciles que Santiago nos solía obsequiar en aquellos inquietos y asustados años, o quizá sea porque ahora nos sentimos con menos energía, pero aunque hayamos desacelerado un poco nuestras vidas, no hemos bajado la velocidad de nuestros sueños, ni la intensidad con que deseamos, ni las ganas de vivir con que lo hicimos antaño; y seguimos caminando sobre el agua, y continuamos siendo invaluables para los valores que servimos, y no hay pilares más sólidos que nuestras vidas, y aún nos cuelga indeleble ese escapulario de enseñanzas que nos inculcaron Marcelino y sus santos Cruzados; y a la postre, no habrá huella más profunda que la que nosotros hayamos dejado.

- ¡Chitas la payasá!  ¿Quién será este viejo barbudo que me mira?  ¿Será que lo conozco?  ...uhmm, debe ser uno que me conoce...
- ¡Puchacay!  ¿Vos soy el Loco?
- ¡Sí p'o!
- ¡No gueí!
- ¡No p'o!
- ¡Hola loquitooo!  ¡No hay cambia'o n'a p'o!  ¡Yo soy Cifuentes!
- ¿El del 4° "B"?
- ¡Sí p'o!
- ¡Flaquitoooo!  ¿Y como est'ay?
- ¡Bien p'o!  ¿Y tú?
- ¡Bien también p'o!
- ¡Qué güeeeno!
- ¡Claro p'o, y que cont'ay?
- N'a p'o, ¿Y tú?
- N'a tampoco
- Ahaa...
- Sí p'o...
- Qué güeeeno...

Espero que en realidad tengamos más que contarnos en este histórico reencuentro, pero ¿cómo relatarnos los últimos 40 años?  ¿Qué podremos decir para resumir una exuberante vida en un breve encuentro?  ¿Qué emociones deberían salir primero de nuestros corazones?  ¿Importará que ahora estemos pelados y guatones?  ¿O de que hayamos alcanzado nuestros sueños o nó?  Creo que no...  Creo que nada de esto importa porque lo que creo que importa es nuestro reencuentro, revivir y redescubrir esas caras ocultas entre la madura vejez, volver a sentir el preciado tesoro de esa tibieza Marista que poseen esas cálidas manos que estrecharemos una vez más, y disfrutar estos efímeros momentos que se aferrarán a nuestras vidas hasta el día que éstas se apaguen con el más grande suspiro que jamás hayamos exhalado.

Estas cosas nos pasan ahora que estamos más gastados, porque la edad empujada por el paso del tiempo nos ha erosionado esas duras capas que cubrían nuestros corazones, almas y espíritus, las han debilitado, ajado, y las han hecho vulnerables y quebradizas, y entonces han podido aflorar de aquella alcuza de esencias que teníamos ocultas bajo la piel de la juventud y de la impetuosidad; han aflorado tal como lo hace un pollito de su cascarón; y esas cosas que han aflorado ahora tienen un lugar preponderante un nuestras relaciones, como por ejemplo: la ternura. 

Es por eso que ahora ansiamos estos reencuentros.  Ya las diferencias y los rencores; la mayoría de ellos al menos, han tomado un lugar secundario en nuestras vidas, y ahora podemos mirar a nuestros viejos camaradas con ojos sin tapujos; con amistad, y con esta nueva habilidad que ahora llevamos en nuestros corazones a la que llamamos ternura, en otras palabras, de la forma en que nos mirábamos lo unos a los otros en aquel patio de verdes baldosas aquel día que se quedó enredado para siempre en 1972.  Ahora con este nuevo ingrediente, les podemos echar un vistazo a aquellos viejos aliados con los mismos sentimientos y cariño con que una vez nos  miramos en aquel viejo edificio del Alonso de Ercilla que se vestía silencioso de un cansado amarillo.   La ternura no nos hace "blandos", sino espléndidamente magnánimos.

Espero que este enaltecedor reencuentro nuestro nos concurra un espacio para dialogar, para desarrollar y compartir ideas, para intercambiar experiencias y momentos felices; para mostrarnos fotos de nuestras familias, para hablar de nuestras quimeras, de nuestros quehaceres cotidianos, o simplemente para darnos un sincero y firme apretón de manos; sincero como las amistades que forjamos en ese patio de baldosas verdes, y firme como nuestra resolución de vivir, cosas que fraguamos y urdimos en aquellos lejanos años; quizá los años más importantes y más relevantes de nuestras vidas.  También espero que este reencuentro de Titanes Maristas les inspire para que vuelvan con renovada energía y dedicación a vuestras familias, y a vuestros lugares de trabajo; y también espero que les abramos las generosas puertas de nuestros corazones a nuestros viejos camaradas, con el amor y la generosidad con que nuestros Hermanos Maristas nos las abrieron a nosotros un día allá atrás en el pasado, una acción tan simple y tan llena de devoción, que marcó profundamente desde ese día del pasado, nuestros días del presente.

Somos quiénes somos mi queridísima Promoción del 1972, y somos más grandes aún que el paso del tiempo, más poderosos que los pensamientos buenos, y seguimos más resistentes que el pellejo de una mula porfiada; y en gran parte creo que es debido a ese temprano, frágil y vigoroso enlace en nuestras inquietas, tempranas y enriquecedoras vidas Maristas, valores que se han inmortalizado en nosotros, y que después de 40 estoicos años se seguirán perpetuando más allá del término del tiempo.

Hoy que el destino se ha dado maña para juntarnos una vez más aquí, quiero hacer un sentido brindis por nosotros los sobrevivientes; por aquellos audaces camaradas que han debido de partir en pos de los más altos sueños del alma; y por los que aún perseveramos en esta larga jornada de vivir; para que guardemos y atesoremos la memoria de este singular y eterno momento para siempre en nuestros invencibles corazones.

¡Salud y Larga Vida Promoción '72!


El Loco