martes, 1 de julio de 2014

La Semántica y la Orgánica

Esta es una secuela de La Semántica y el Ornitorrinco.

Desde el anterior artículo en el que ligera y festivamente discutimos sobre los temas de "La Semántica y el Ornitorrinco", se desprende esta segunda parte de la distraída discusión sobre el mismo tema, pero llevada a un nivel más contemporáneo con respecto al uso y abuso de expresiones marrulleras y artificiosas usadas intencionalmente para la fácil y redituable explotación de las abismantes y abundantes oquedades de la ignorancia humana.  Éstas, aunque sutiles maniobras de hipnotismo consumista, son sátrapas y bribonas, pero conllevan una suculenta ganancia monetaria que engorda los amplios y hambrientos bolsillos de los más astutos y ladinos -a costillas por supuesto- de los que nadan en el inmenso océano sin horizontes de la universal ignorancia social imbuída.  Este tipo de Semántica se puede clasificar como Semántica Ideastésica, o Ideastesia a secas.

El concepto de Ideastesia se define como un fenómeno en el que las activaciones de los conceptos o " inductores" evocan experiencias de percepción, o "concurrentes".   Éste es el origen del adagio: "percepción es realidad".  El nombre viene de la palabra Griega "idea" y de aisthesis, que significa "los conceptos de percepción" o "ideas de percepción".  La razón a la que obedece la noción de ideastesia es la evidencia empírica que indica que su término relacionado (sinestesia, o la unión de los sentidos) sugiere una explicación incorrecta al  conjunto de fenómenos que están tradicionalmente cubiertas bajo este titular (sinestesia).

Sinestesia, de donde "Syn" + "aesthesis" denota "co-percepción", conlleva y denota la ceñida asociación de dos elementos sensoriales de poca conexión en el nivel cognitivo.  Sin embargo, la mayoría de los fenómenos que inadvertidamente se han relacionado con la sinestesia son inducidos por las representaciones semánticas (sentido o significado) del estímulo, y no por sus propiedades sensoriales como lo implica el término "sinestesia".  Aunque se le represente con letras Glagolíticas.  

Entonces, ¿cuál es la diferencia entre Ideastesia y Sinestesia?  Es tan simple como la fusión de un cuantificador sub-atómico gravitacional con partículas hidrocoloidales suspendidas en solvente universal, en un proceso de etiquetado activo nano-molecular durante un  lapso de tráfico reológico multifario en el desarrollo del Averter® y su proceso de Identificación Dinámica.

En otras palabras más asequibles, la sinestesia es un fenómeno bastante raro en el que las experiencias sensoriales reales de una persona evocan experiencias sensoriales irreales; las que no son causadas directamente por los acontecimientos físicos externos, sino que por sus capacidades sensoriales físicas.  Por ejemplo, cuando una persona  sinestésica oye un nombre puede experimentar cierto sabor único asociado con este nombre en particular.  Como cánon regular para una persona sinestésica, cada vez que ésta oye el nombre "Juana", ésta palabra siempre le producirá un sabor a chocolate, o a marisco -según el nivel Sinestésico del individuo.  En otra forma común de sinestesia, las letras y dígitos se asocian con una percepción simultánea de colores; y este fenómeno se conoce como Sinestesia Grafema-color.  Yo estoy convencido y persuadido de que tengo que ser Sinestésico, porque apenas oigo la palabrita "político", siento inmediatamente un horrible sabor a detrito en mis pobres, descuidadas e inocentes papilas.  Vómito siempre le sigue a esta sensación.

Entonces, estos principios de experiencias sensoriales reales e irreales se transportan a la realidad en varios y muy diferentes aspectos.  Yo discutiré sólo uno aquí: La Orgánica.

La Semántica interpretada en "orgánica"


Antes de comenzar y para que no haya alguna infección "Para-Semantoide" de ningún tipo o determinado espécimen, esclarezcamos y especifiquemos puntualmente acerca de qué es el concepto o el paradigma de lo "Orgánico".  Esto es importante porque en los Estados Unidos, y según la Asociación de Comercio Orgánico, los alimentos orgánicos se han convertido en una industria anual de más de $20 Billones.  Es fácil dilucidar esto cuando uno se pasea por las atiborradas islas de los supermercados que anuncian sus alimentos "orgánicos"; pero ¿cuántas personas saben (o creen que saben) lo que están comprando?  Por consiguiente la pregunta lógica es: ¿Exactamente, qué significa y abarca la etiqueta: "Orgánico"?

Les iba a dar una respuesta rápida como el hambre, liviana como la moral sacerdotal, y concisa como la pobreza, pero como estoy aburrido y tengo tiempo les daré una respuesta más "comprensiva e itinerante".

Usted probablemente haya notado hace ya bastante tiempo de que los llamados "productos orgánicos" tienden a ser bastante caros (aparentemente los riegan con agua mineral "Perrier", "Pellegrino" o "Puyehue").  Estos altos precios se derivan en parte a que la certificación para este género de alimentos cuesta bastante dinero, y en parte debido a que el derecho de usar la palabra "orgánico/a" asociada con el alimento en cuestión, requiere el cumplimiento de los estándares del USDA (Departamento de Agricultura de los Estados Unidos), los que se establecieron claramente en el año 2002.  Incluso los alimentos importados tienen que cumplir con los estos estándares antes de que puedan ser llamados orgánicos, y venderse como tales.  Hay que tener en cuenta de que las reglas del USDA son tan estrictas como los estatutos de una "Pichanga" escolar.  

Para que un producto pueda recibir la certificación de orgánico, los agricultores no pueden utilizar fertilizantes sintéticos, pesticidas, biocidas u hormonas de ninguna clase en sus plantaciones, sino que hasta por lo menos tres años completos desde el inicio del sembradío.  Además para este mismo efecto, los animales tienen que ser alimentados solamente con alimentos orgánicos en todo momento.  Los cultivos genéticamente modificados son prácticas prohibidas porque éstas son prácticas agriculturales que generan altísimos niveles de contaminación.  Además de esto, los procedimientos de procesamiento, embalaje y envío son monitoreados rigurosamente.  Todos los alimentos orgánicos deben mantenerse separados físicamente y protegidos de cualquier contacto con los no-orgánicos hasta que llegan a la tienda de comestibles.  ¿Usted cree que su supermercado, o el boliche de la esquina donde usted compra sus lechugüitas hace esto?

El problema es que son los organismos no gubernamentales certificados por el USDA los que determinan si un producto puede utilizar esta famosa la etiqueta ecológica.  A pesar de que el gobierno hace esfuerzos para monitorear de cerca cada paso del sistema, son las compañías privadas las que les otorgan el sello de la "O" al producto terminado.  Muchas de estas compañías ni siquiera monitorean los procesos de desarrollo, otras aceptan coimas, y otras no pueden hacer un buen trabajo en representación de los consumidores.  Entonces, aunque los criterios del USDA sobre las reglas de alimentos orgánicos cubren mucho terreno, la etiqueta "orgánico" simplemente no significa mucho y tiene menos valor que el Juramento del Abogado.

Por ejemplo, algunos grupos opositores (los que nunca faltan) demandan de que la certificación debe incluír requerimientos específicos para asegurarse de que los animales sean tratados con humanidad.  Mientras que muchos agricultores orgánicos tratan a sus animales en forma humanitaria como cuestión de principio, la postura del USDA para ejercer autoridad sobre esta materia es como discurso político: endeble y sin alcance.  Las imposiciones actuales solamente requieren de que los animales tengan acceso al aire libre, una regla badulaque e inepta que no se puede hace cumplir, o monitorear.

Un buen ejemplo de cómo saltarse las reglas impunemente, es que una granja hizo caso omiso de los reglamentos de la USDA simplemente cerrando las puertas de sus gallineros y de sus corrales de pollos, pero sin ponerle candado o pestillo.  Técnicamente, los pollos tenían acceso autónomo al aire libre fuera de sus corrales; pero nunca nadie les enseñó a los gallináceos cómo abrir las puertas de sus corrales para poder salir.  ¿Semántica?  Pues sí. 

¿Usted compra alimentos "orgánicos"?  ¿Qué organización orgánica organiza la organicidad organizada de lo orgánico que usted consume inorgánicamente?  El hecho de que las gallinas vivan promiscuamente en un apretado y sucio corral y tengan sexo incontrolado con cuanto gallo adúltero se las quiera "matar", las hace a ellas "orgánicas"?  ¿Y usted se las come?  ¿Cuántas manos desconocidas y sucias cree usted que han manoseado y restregado las manipuladas ubres de las sueltas vacas antes de que usted se tome este blanco fluído corporal animal al que usted llama cándidamente: leche?(*)  ¿Y usted se la toma?  Cuidado con lo que toma y come, porque en cuanto a lo orgánico; nadie sabe exactamente la naturaleza o procedencia del "órgano" del cual estos alimentos provienen.  ¿Y cuánto paga por ellos?  ...digo yo.

(*) Nota del Autor: Por eso es que el Toro se enamoró de la Luna y no de una vaca promiscua.

Pero la Semántica comienza en las palabras con que le ponemos etiquetas a las cosas.  Durante los últimos 6 a 8 años, una preocupación seria y más comprensiva por el contenido de la etiqueta ecológica de la USDA ("Orgánico") se ha intensificado cada vez más.  En Agosto del año 2008, la organización descubrió después de una larga investigación confidencial de que 15 agencias de "control orgánico" no estaban implementando los estándares mandados por la USDA, y amenazó a estas irresponsables agencias con cerrarlas perentoriamente si no corregían todos sus fallidos procedimientos en el lapso de un año.  Si bien esto significó un paso positivo en el esfuerzo por solucionar los problemas vigentes, algunos grupos como la Unión de Consumidores Orgánicos comentaron que los problemas de contaminación se debían a una arbitraria consideración de ínfimas muestras de comida infiltrada o "plantada" por los inspectores mismos (entre los que no estaban incluídos ni el gallo, ni el tipo que apretujó las partes privadas de la vaca Bernardina). 

En realidad los alimentos totalmente orgánicos son casi inexistentes.  El hecho de que parte de alimentos no orgánicos son autorizados a mezclarse con el contenido de aquellos productos con la etiqueta ecológica, en mi modesta opinión, los convierte en alimentos "orgánicos contaminados".  Hasta el año 2007 era perfectamente admisible que se mezclaran cinco ingredientes no ecológicos predeterminados con los "productos orgánicos" certificados.  Es como decir que el agua de la piscina donde usted y su familia se bañan está "limpia" porque contiene solo un 12% de meado.  ¿Qué cosas, no?

Para que lo sepa, los alimentos orgánicos por los que paga demasiado dinero contienen hoy decenas de ingredientes y rellenos no ecológicos, los que le venden a usted como "orgánicos".  Encima de esta basura envasada hay que incluír 19 colorantes de alimentos, los que son anilinas aditivas provenientes de substancias como líquidos, talcos, gelatinas, y pastas provenientes de minerales, vegetales y animales; curiosamente, los mismos aditivos que usted se come en sus productos "orgánicos" son los que le ponen en abundancia a esos horribles cosméticos que usa su suegra para cubrirse el lunar con pelos de la narizota, a los farmacéuticos que le venden en la botica, las que también están en las tiránicas tinturas con que su mujer se tiñe el pelo, en el color de esa corbata infernal con que le propinaron a mansalva la última Pascua, y que también se incluyen en la fabricación de productos hogareños, comida de animales y productos médicos entre otros, los que incluyen deshechos intestinales de cerdo y lúpulo (un primo de la marihuana).

¿Y cuál es la parte Semántica de ésto, su inquisitiva mente le estará preguntando?  Bueno, está en la etiqueta:

La etiqueta semántica dice:
"sin adición de azúcar"         
Lo que en realidad quiere decir:
"no se le ha agregado más azúcar de la que ya le hemos puesto".

La etiqueta semántica dice:
"sin sal"          
Lo que en realidad quiere decir:
"no se le ha agregado más sal del montón que ya le hemos puesto".

La etiqueta semántica dice:
"bajo contenido de aceites no-polisaturados"          
Lo que en realidad quiere decir:
"usted no tiene idea si hablo de aceites vegetales o animales, pero no importa porque usted no tiene la más peregrina idea de qué son aceites no-polisaturados".

La etiqueta semántica dice:
"Cero carbohidratos"
Lo que en realidad quiere decir:
"usted no tiene idea si hablo de sacaroideas o de amilúminas, pero no importa porque usted no tiene la más prostituta idea de lo que es uno, o el otro".

Espero que se acuerde de esto como se acuerda de la dirección de su casa.

Hay muchísimos más ejemplos de Semántica de etiquetas, pero éstos creo son suficientes para ejemplarizar mi caso.  La próxima vez que vea a un gil o a una gilienta en el supermercado tratando de leer (y creer) lo que dice la etiqueta del producto que quiere comprar; muérase de la risa antes de que otro de muera de la risa de usted.

Desde hace unos 10.000 años atrás hasta el año 1945 de la Era Común, toda la agricultura en la faz del planeta era orgánica.  Toda.  En estos momentos y con respecto a lo que sea que compre, sólo una cosa es cierta sobre el futuro de la industria de alimentos orgánicos: mientras haya alimentos biológico procesados, habrá etiquetas falaces, fraudulentas y delusorias como las esperanzas del pobre.

Bueno, suficiente de Semántica Orgánica.  Creo que con esto usted estará sospechoso de cualquier alimento, y con esto espero hacerlo más sano y que se preocupe más de lo que come, y de cuánto paga por ello.  Como es hábito, costumbre y práctica de una sociedad democrática, usted tiene el inalienable derecho de ignorar completamente mis cariñosas advertencias y mis afables exhortaciones para con el cuidado de su salud física y mental; por lo tanto usted tiene el derecho garantizado de convertirse libremente en un guatón grasiento cabeza de chancho que cuando se muera de un ataque al corazón, de una hemorragia cerebral, de una diabetes galopante, o de cualquier otra complicación derivada –y no de una condición de salud que usted no haya elegido y de la que pueda estar padeciendo hoy- sino que de un producto inducido por el dudable beneficio de una completa irresponsabilidad alimenticia, y de una porfía personal empecinada debida a su comportamiento infantil irresponsable.  Entonces muérase cómo, y cuando quiera.  En el Horno habrá siempre espacio para usted.

Si esto le ha convencido sobre algunos conceptos positivos de la Semántica, espero que usted viva una larga y productiva vida, una vida feliz y sana, con un amplio almacenamiento emocional positivo, y un volumen de carácter que le brinde una visión encantadora de los años que le restan por vivir.   Si esto le parece bien, quizá usted se pueda convertir en una persona  sinestésica que cuando ve una hamburguesa del McDonald, sienta en su boca lo mismo que mis vapuleadas papilas gustativas sienten cuando mis oídos escuchan la licenciosa e indecente palabrita: "político", tan orgánica como diarrea de vaca.




El Loco

domingo, 1 de junio de 2014

El Pupitre

Ahora que estoy más gastado(1) y fuera del alcance de las filosas garras de algunos de mis muchos profesores, todos ellos excelentes personas debo mencionar; los que cuando lean esto, es muy posible que aún me quieran asesinar con gran delirio, justificado aturdimiento emocional y satisfacción primal.  Pero desde la segura, enmascarada y macanuda distancia en la que me encuentro, convenientemente disimulado y camuflado en el hemisferio Norte de nuestro planeta, en este momento me siento un poco más seguro y resguardado para revelar y relatar las inicuas e invulnerables aventuras de las que hice cómplice involuntario a mi sereno y fiel pupitre.

(1)  Nunca me ha gustado usar la denigrante palabrita: "viejo", simplemente  porque la "edad" solo existe en la imaginación, profundamente arraigada en las mentes más subyugadas por los correlativos instantes del ciclo del tiempo.  La ropa se pone vieja, los zapatos se ponen viejos, y a veces hasta las esperanzas se ponen viejas;  pero no los seres humanos de carácter vibrante y poseedores de una visión con perspectiva, no nos ponemos viejos.  ¡No señor!, nosotros estrictamente hablando; nos gastamos.

Técnicamente, se le llama "pupitre" a una pintoresca mesa con cajón, la que tiene un gran surtido de patas y extremidades de apoyo dependiendo del gusto y estilo de cada usuario, y es lo que utilizaban los inocentes niños como lo era yo durante la larga estancia en el colegio, mientras masticábamos y nos comíamos el currículo educacional a fuerza de "chascazos"(2), y sobre el que realizábamos nuestros estudios y los trabajos que nuestros maestros nos encargaban tan cariñosamente.

(2)  La Chasca era un artilugio infernal  de madera de palo de árbol de bosque, el que se asemejaba mucho a una endiablada pinza con una descarada y matrera esfera en uno de sus extremos, y que le servía a los "mochos" para hacer ruido, para llamar la atención, para darnos por la cabeza, y para joder.

En caso de que no se acuerden, --porque a veces nos pasa a nosotros los "gastados" de que nuestra memoria emigra junto con los pelos de nuestras blandas cabecitas, lo que contribuye a una progresiva y prematura alopecia retentiva-- los pupitres son unas graciosas mesas que consisten por lo general en un cajón amplio que se cierra con una tapa superior sobre la que apoyábamos los codos cuando dormíamos durante las aburridísimas y vanutópicas clases de religión.  La tapa de nuestros pupitres siempre estaba inclinada en una desagradable gradiente, lo que era una jodienda para mantener los lápices quietos en su lugar.  En su extremo superior horizontal, el pupitre tenía un surco el que se suponía que era para los lápices, pero que no servía porque era poco hondo e inapropiado para este objetivo. 

También tenía un hoyo muy peculiar para, supuestamente; poner un tintero.  Esto explica el surco de descanso para las plumas pero no para los modernos lápices.  Desprendiéndose claramente del modelo de pupitre que nosotros teníamos y usábamos en el docto "Instituto Alonso de Ercilla"(3), aparentemente estos vetustos pupitres los trajo Ercilla él mismo desde España en una de sus arrugadas alforjas de cuero de chancho Vasco, el que aparentemente antes de ser despellejado; era turnio.  La mayoría de nuestros pupitres no estaban muy cojos, o muy rayados o a muy mal traer porque a pesar de nuestros vandálicos y repetidos esfuerzos, los pacientes y cuidadosos Hermanos Maristas los mantenían como se mantiene una Novena. 

(3)  Para ser justos y ecuánimes, los pupitres no se inventaron hasta el año de 1880 por John D. Loughlin en Sidney, Ohio; el mismo año en que comenzó la construcción del Canal de Panamá; en que Tomás Edison patentó su primera lámpara incandescente; y cuando se completó el primer Censo en los Estados Unidos de Norteamérica, el que arrojó una población de 50.155.783 habitantes, contando a James A. Garfield, el vigésimo Presidente de USA.  ¿Los pupitres que trajo Ercilla?, pues en España les llamaban Mesa-banco bipersonal (pero creo que ellos decían: perzonal).  ¿Qué cosas, no?  

A pesar de que el pupitre tenía una función escolástica muy específica, éste era un artefacto multifario de misceláneos servicios, heterogéneas aplicaciones y diversas y disparatadas funciones.  Por ejemplo, servía para guardar el almuerzo y para estibar la ropa de de la clase de gimnasia la que normalmente estaba más hedionda que un ciclista francés después de la vuelta a Francia.  También se utilizaba activamente como taburete para cambiar ampolletas, como barricada de defensa para bloquear las puertas, como fortificación durante las guerras de comida, como almacén de venta de golosinas, para esconder las paletas de helados mientras las chupábamos y para que los profesores no se percatasen de ello, como pódium para discursos, y como una práctica y sorpresiva guillotina ajusticiadora de los dedos y manos de nuestros incautos enemigos, y como zoológico(*).  ¡Ah!, y también a veces nos servía para guardar nuestros libros y algunos de nuestros obligados inútiles útiles escolares.

(*) Nota del autor: Cuando terminé este escrito, le comenté a nuestro ilustre compañero de armas Patricio Seyler si se acordaba de estos infaustos hechos, pero para mi sorpresa, se acordó de otro episodio el cual yo ya no rememoraba: una vez convertí mi pupitre en un mini-zoológico.  En este improvisado bestiario tenía cautivos a algunos gusanos; una barata (cucaracha) coja con solo cuatro patas, un sapo chico, una lagartija sin cola, dos polillas (Tineola Bisselliella), una coqueta chinita (Coccinellidae), un gorrión muerto con menos valor que juramento de abogado y que olía a lo mismo, el que estaba allí solo para llamar la atención; y una enorme araña peluda de Recinto (Acantognathus Recinto) de un color café oscuro muy sospechoso a la que orgullosa y suspiradamente apellidé Juana; todos ordenadamente viviendo en un inmueble que construí con cartón el que auspiciaba unas celdas muy mononas para cada uno, y así separados,  no se comieran entre ellos.

El hecho es que la Juana se escapó por el hoyo del tintero del pupitre y bajó al suelo rápida y ágil como la mentira y se parapetó en algún lugar en que no la podíamos ver.  Cabe notar que Patricio era aracnofóbico al cubo, y les tenía un miedo horrible-pavoroso-espantoso-horroroso-aterrador a las arañas.  Patricio se mantuvo encaramado en su pupitre sin tocar el suelo durante casi todo el día hasta que se aseguró positivamente de que la Juana había sido recapturada.  Después de esto el Pato recuperó su color natural, pero creo que bajó dos kilos con el susto y no pudo ir al baño por otros tres días más.     
(*) Fin de la Nota del autor.

Ahora que ya estamos ubicados en el tiempo y espacio presentes, dejaré salir de mi imperdonable e inexcusable pluma con menos recelo las mentadas "aventuras" a las que me refiero.  Esto lo hago con la más egoísta, mezquina y calculadora de las razones: me siento un poco culpable de algunas de las canas de ciertos profesores, y me quiero ir con la conciencia clara cuando me toque el turno de irme al Horno, el que desgraciadamente a esta edad, ya comenzamos a olerlo  levemente, el que está perdiendo paulatinamente su camuflaje, allá no tan lejos ya, en la distante distancia.

Evitaré mencionar los nombres reales de los compinches, secuaces y cómplices que participaron en estas casuales circunstancias e imprevisibles episodios –-los que por cierto eran muy esporádicos-- porque aún quiero viajar a Chile, y deseo hacerlo en Paz y evitar a toda costa cualquier atentado o conspiración en contra de mi seguridad insana a manos de aquellos inocentes e incautos colaboradores, los que sorpresivamente se encontraron irremediable e irreparablemente envueltos en mi transcendental locura, la que estaba contrapuesta y en absoluta oposición a sus independientes voluntades.  Es una de esas situaciones que nadie quiere o espera, como por ejemplo cuando uno está de visita en la casa de la Polola nueva y vá al baño, y cuando llega el momento de limpiarse los arrugados labios obscurecidos por el tiempo, el papel higiénico falla catastróficamente, y los dedos accidentalmente terminan embutidos en el negro y maloliente destino.  Y ése, era el último trozo de papel "Confort" que quedaba.  Una situación bien incómoda, por decir lo menos.

Bueno, éstas son las "más fortuitas eventualidades" que acaecieron en las magnas aulas del Glorioso e Irremplazable Instituto Alonso de Ercilla de los Inmortales Hermanos Maristas de Chile.  Estos lamentables hechos no están narrados en forma cronológica, sino que con la específica intención de descolocar anacrónicamente al lector para que éste no se reconozca a sí mismo en estos poco Renacentistas hechos y por si algún profesor llegase a leer estas abiertas confesiones provenientes de este demonio humanitario engendrador de duros infiernos.  Que quede sumamente  claro que estos hechos ocurrieron con la misma fatalidad del impredecible sino con que ocurren los terremotos, erupciones, tsunamis y la caída de meteoros: absolutamente fuera del control humano; por lo tanto y debido a lo cual, nadie puede reclamar responsabilidad ni culpa hereditarias.

En una de esas cuantiosas, friísimas y gélidas mañanas del invierno Santiaguino, yo me encontraba situado en el sospechoso rincón sud-occidental de nuestra sala de clases en el segundo piso de nuestro edificio, aula que enfrentaba el telúrico patio de baldosas verdes.  A mi diestra y a la altura de mi cabeza, se encontraba una de esas grandes ventanas corredizas la que estaba irremisiblemente atascada en su marco, y que para mi desgracia personal, no cerraba completamente dejando abierta una fisura de unos cinco centímetros de acuerdo a la Regla de Tres.  Ese claro y matutino amanecer le había traído al valle de Santiago, esa antigua ciudad que siempre ha sido una gran bombonera de sorpresas, un largo hálito de frío Andino.  Era un viento crudo y bastante insolente el que nos arrancó constantes lágrimas durante nuestro viaje hacia el colegio, y que ahora se filtraba sin permiso por la grieta que la (%#$8*&#*@) ventana dejaba escindida, y que me daba de lleno en mi flaco, pero Adónico cuerpo.

En aquel entonces usábamos un uniforme incómodo, mal preparado para las premeditadas circunstancias, y más horrible que la propaganda política, y que tampoco protegía nada del frío.  Por supuesto que después de unos lánguidos minutos de estar expuesto a semejante martirio, yo estaba más helado que nalga de Pygoscelis Antarcticus (pingüino barbijo o de la Antártida).  Entonces, me puse mi "parka", la que estaba convenientemente colgada en uno de los ganchos de la interminable hilera de éstos que cubrían la muralla del fondo de nuestro paraninfo, y que se extendía de muralla a muralla.

Apenas me la coloqué, la atronadora y fragosa voz de nuestro "Magistrum Initio" (Latín para "maestro", palabra que uso para esconder la verdadera identidad del profesor), quien era una corta víctima del inconsciente ataque de las irreflexivas fuerzas gravitacionales, por lo que apenas de levantaba 1.58 metros del suelo con peinado alto, pero su voz era ciclópea como Polyphemus, y me rugió: 

- ¡Señor Guajardo, no estamos en el Polo!  ¡Sáquese la chaqueta!
- No es chaqueta profesor, ¡es una parka! –respondí desafiante con una sarcástica sonrisa en los fríos labios.
- ¡Joder!  !Se llame como se llame, te la sacas! -dijo molesto y acompañando su locución con un festival de chascazos en todos los tonos y en variados decibeles.
- ¡Pero es que tengo mucho frío! – respondí con una inflexión de clemencia, y ya sin sonreír.
- ¡Que te la saques, coño! – repitió en un tono "in misericordias", y ya un poco alborotado.

No me quedó más remedio que quitármela porque la alternativa iba a ser expulsión de la clase, y entonces tendría que comerme toda la inclemencia del helado viento parado solitariamente, triste y abandonado en el desamparado corredor.  Después de unos largos y acongojantes minutos, cuando la campana de viejo bronce tronó su independencia, salimos a nuestro recreo a disfrutar de nuestras alocadas juventudes antes de que la imperdonable campana detonara traidora otra vez, y tuviésemos que volver al agobiante hipogeo del segundo piso.

Durante el recreo, me dediqué concienzudamente a recoger los palitos de los helados, las varillas de los "algodones" de azúcar, y las ramitas secas de los árboles del patio Ercillano, los que se encontraban diseminados y sin concierto por todos lados y rincones de ese querido patio de baldosas amarillas como la ictericia.  Mientras me ocupaba atareadamente de esto, uno de mis compañeros se me acercó y preguntó:

- ¿Qué hacís, Loco?
-¡N'a, p'o! 
- ¿Como que n'a p'o?
-¡N'a, p'o!  -volví a responder.
- ¿Creís que soy ciego?

Mi querido compañero no era ciego o no vidente per sé, pero llevaba unos gruesísimos anteojos aparentemente hechos con gigantescos potos de botella de Champagne "Don Perignon" los que le magnificaban tremendamente los ojos, de forma que las escasas pestañas que le quedaban parecían clavos chuecos de crucifijo de Luma.  Otro compañero nuestro que estaba a su lado dijo atemorizadamente:

- Lo que sea que éste Loco está haciendo no importa, lo que importa es que estoy seguro que significa problemas -y seguidamente ambos se quedaron parados un poco atónitos mientras yo me alejaba giboso y proseguía mi pesquisa de palitos.

Al término del recreo ya había amasado una saludable cantidad de inocentes maderitos, los que colmaban los espantosos bolsillos de mi espantosa chaqueta azul sin cuello y sin personalidad ni estilo estudiantil.  Creo que esta patética chaqueta fué diseñada por el "Chupacabras" cuando andaba deprimido y tomando licuados de Prozac.  También me armé de un práctico artefacto que fuí a buscar a la construcción que se llevaba a cabo en el sector Noroeste del colegio, en dirección de la intersección de las esquinas de las calles Rosas y Maturana.  ¿Mencioné que durante el Verano estas calles se vestían hermosamente de verdes y alegres árboles a los que el suave viento los mecía como las suaves y grandes hojas de las magnificas higueras de Quillota, mientras que los cariñosos perros vagabundos los regaban dadivosamente? 

La otra calle de la que me acuerdo bién, es la calle de Santo Domingo donde está la entrada principal del "Scholam" de aquellos gigantes y soberbios hermanos y profesores (si se fijan bien, el edificio del colegio parece más bien una fortaleza de defensa que una institución de enseñanza).  Nunca caminé la calle General Baquedano que estaba en un flanco olvidado del colegio.  Sabía que existía porque mis compañeros hablaban de ella, pero yo nunca puse pié en ella, así que todavía dudo de su existencia porque yo no creo ni en Google Earth.

Este artefacto al que me referí tan suelta y descuidadamente en el párrafo anterior, era un artificio flexible hecho de hule sintético (del mismo con que hacen los condones) reforzado por dentro con una resistente y maleable red de fibras de hevea brasiliensis (caucho).  Como parte de su dúctil forma, contenía una perforación cilíndrica transversal circular (o anillos de refuerzo circunferenciales helicoidales) la que estaba guarnecida por fibras e hilos de una fornida aleación de hierro y carbono, a la que comúnmente llamamos "acero",  los que le daban resistencia a las presiones cóncavas y convexas, y los que estaban imbuídos en este dispositivo en forma trenzada, espiral, o como un tejido y envoltura de capas de telas resistentes a la presión y la temperatura, dándole al cilíndrico artefacto una rigidez semi-flexible lo que además le daba una extraordinaria capacidad de obtener ondulaciones de maleabilidad, o fuelles durante su uso.  ¡Me acabo de acordar del nombre Chileno de esta "custión"!  Lo que recogí de la construcción fué un simple trozo de manguera.

Mientras esperaba en una de las plurales y ordenadas filas que se formaban en el patio –orden que obedecía a los múltiples y autoritarios chascazos y a la colérica y seria mirada de nuestro queridísimo Hermano Lucio- antes de subir a nuestras correspondientes aulas, me metí la mentada manguera en la pierna del gris pantalón escolar desde el tobillo al pecho.  Las complicaciones de esta movida se produjeron apenas comenzamos a subir las escalas.  Desde el primer peldaño, la pierna izquierda –por efectos de la manguera atrapada allí- se me puso más tiesa que una francesa flaca bailando Mambo, y el subir una simple escala se transformó en una tarea hercúleamente* difícil.  Pero entre las risas, las bromas y los empujones de mis amados compañeros, logré llegar candongamente al segundo piso sin rajar el pantalón, y envuelto en la fenomenal curiosidad que narcotizaba las imaginaciones de mis camaradas de curso.

* NOTA DEL AUTOR: Antes de sentarse a comer, la mamá de Hércules siempre le decía al pequeño Hércules: "Anda a lavarte Herculito"  ¿Qué cosas, no?

A este punto mientras escribía este panfletín de memorabilia, se me heló la "pajarilla" de solo pensar que alguno de mis amados ex-profesores(4) lo estará leyendo mientras respira pesadamente por la boca mientras afila un machete, un hacha, o una "Pica"(5).  Pero como yo soy valiente y no le tengo miedo a nada en el Universo, incluída mi suegra; seguí escribiendo desafiante porque me imagino que en algún momento habrá que producir otro "Mártir Marista".

(4)  La expresión "ex-profesor" es una mentira calumniosa y absolutamente falsa para todos y cualquier ex-alumno Marista, porque nuestros profesores Maristas son los más eternos e indelebles educadores que han cavado trincheras en nuestras vidas y no tienen nada de "ex" para nosotros, por lo tanto; jamás de los jamases ellos serán lo que la insolente, indecorosa y descocada pseudo-preposición "ex" implica en este puntual y delicado caso.

(5)  La "Pica" es un vocablo de la lengua Mapudungún usado por los Araucanos para referirse a la antigua y salvaje costumbre Española de ejecutar a sus enemigos por "empalamiento".  El empalamiento es un método de ejecución donde la víctima es atravesada por una gruesa  estaca de madera clavada verticalmente en el suelo.  La penetración de la Pica puede realizarse por un costado, por el recto, la vagina o por la boca, y que cuando se completaba esta macabra maniobra, a la víctima se le dejaba colgada para que muriera lentamente.  Esta fué la horrorosa muerte que padeció el Toqui Caupolicán a manos de los españoles después de ser derrotado y capturado en la  Batalla de Antihuala el 5 de Febrero de 1558.  La localidad de Antihuala, que en Mapudungún significa: "Ave acuática asoleada"; es una localidad perteneciente a la comuna de Los Álamos en la Provincia de Arauco, asentada en la VIII Región del Biobío, en Chile. La única referencia histórica que se tiene sobre el origen de este método proviene del antiguo pueblo de Asiria.  Este método de ejecución lo utilizó el barbárico rey persa Darío I entre los siglos VI y V de la Era Común, para matar de esta manera a más de 3.000 habitantes de Babilonia.  Yo prefiero el hacha aunque esté sumamente oxidada.

Prosiguiendo con este relato, apenas arribé a mi amado y estoico pupitre, vacié mis pavorosos bolsillos de sus listoncitos y demases, y también puse en forma rápida y lo más furtivamente posible el pedazo de manguera en el práctico cajoncito con su tapa superior, y antes de que el profesor se percatara y aprovechándome del desorden general que había mientras nos parábamos flanqueando nuestros pupitres, para recitar el mecánico y habitual "Ave María" antes del comienzo de cada clase.  Nunca supe si este avemaría se refería a una extraña pajarraca de nombre María, o que a alguna María le llamaban pajarraca;  porque la palabra "ave" en Latín es "luvavit" y que en Castellano significa "será útil".  La palabra "ave" también se usa en el Latín para decir "hola", y la palabra "avem" significa "pájaro", por lo tanto avemaría se podría traducir filológicamente y transliteralmente como: "¡hola pajarraca útil!  ¿Qué cosas, no?

Toda esta preparación que yo acababa de efectuar, era simplemente un mecanismo de defensa para combatir el frío que me acosaba a través de la grieta de la jodida ventana, y para contrarrestar la "Durus Caput" (cabeza dura) de nuestro profesor.  Vale decir que yo no era la única víctima de la hiperbórea corriente de aire apurado que se colaba por la rendija.  Mi compañero de adelante se convulsionaba entre azul y tiritante, y también el del flanco izquierdo temblaba como una Virgen Vestal antes del "primum coitus concubitos".

Entre el favorable desconcierto después del sacrosanto bisbiseo, instalé la manguera introduciendo un extremo el femíneo agujero del pupitre, y llevando el extremo opuesto a través de la rendija de la ventana hacia afuera.  Esta fué la maniobra más difícil porque debí de hacerlo en forma rápida y precisa a la usanza de "Misión Imposible", y luego ocultar el cuerpo de la manguera entre los chaquetones que colgaban inservibles en los ganchos de la muralla contra la cual descansaba mi asustado pupitre.  El primer objetivo había sido cumplido sin bajas en el contingente.

Seguidamente, vacié mi pupitre de libros y otros enseres colocándolos debajo del asiento de éste no sin la atenta y aterrorizada mirada de mis colindantes compañeros, los que sin saberlo, se acercaban rápida e involuntariamente hacia la calidad de víctimas impensadas.  Una vez hecho esto, desenvolví mi proletario y menestral sándwich (en Chileno: Sánguche) de mortadela(6) y queso, y usé el papel "Alusa foil" (papel de aluminio) doblándolo un par de veces a modo de formar una base cuadrada.  Así y sin más trámites o despliegues de ingeniería, había producido una conveniente y práctica parrilla pupitresca.  A este punto, los ojos de mis compañeros estaban más dilatados que el agüjero de ozono.

(6)  La Mortadela es substituto proletario del jamón.  Mientras que el jamón se elabora con las más nobles y delicadas partes del Suidae Ungulates Sincipitis Porcus, la mortadela es un embutido artesanal que se fabrica con una mezcolanza hecha de sobras de chancho desmenuzado o molido, despojos de salchicha curada, por lo menos con un 15% de grasa dura de cuello de porcino o caballo y otros altamente sospechosos rellenos, los que individualmente considerados, se denominarían como argamasa corpórea animal .  El queso de mi sánguche no andaba lejos de ese nivel.

Una vez establecida la clandestina base de operaciones, la ofensiva se desató de acuerdo a mi plan.  Con esta cruda pero valiosa experiencia aprendí para siempre que TODOS los planes son buenos, hasta que chocan con la realidad.  Enséñeles esto a sus hijos.  Entonces, levanté una cónica formación de palitos en forma de "Ruka" apoyada en un pedazo de papel arrugado proveniente de uno de mis cuadernos, la que se alzaba unos cuatro centímetros de altura aproximadamente.  La altura era importante para que el fuego no quemara la tapa del pupitre y para que el humo escapara fácilmente por la chimenea de campaña que se iniciaba en el hoyo del tintero.  La mini-fogata estaba lista para ser inflamada.  Problema: ¡no tenía ni un fósforo!  Me acordé de Arthur Schnitzler: "Estar preparado es importante, saber esperarlo es aún más, pero aprovechar el momento adecuado es la clave de la vida".  Esto lo aprendí del áspero pero sabio Hermano Jovino Morala.

Me puse inmediatamente en campaña para conseguir un modo de ignición, pero siendo muy cuidadoso de que el profesor no me descubriese enganchado en actividades ilícitas y prohibidas durante la clase.  Después de trabajar arduamente el clandestino "Correo de las Brujas", ubiqué un modo de encender la fogatita.  Un compañero que se encontraba claramente en la esquina opuesta de la clase tenía un inventito al que los fumadores llamaban "encendedor", el que me fué ofrecido con una enigmática señal de acuerdo:  mi distante compañero levantó considerablemente su frondosa ceja izquierda en señal de acuerdo, pero la contorsionó tanto para dar una clara señal,  que le dió un calambre en el ojo, y comenzó a berrear como energúmeno mientras se sujetaba la generosamente pilosa área con ambas manos.

Ante los bramidos de dolor ocular, el profesor se abalanzó vertiginosa y precipitadamente en auxilio de su alumno en peligro.  Nuestros profesores Maristas eran así.  Dejaban su vida botada en el lugar en que estuviesen parados para salir disparados sin vacilación a socorrer a sus alumnos, no importase cuán grande o pequeño el peligro pudiese ser.  Esta desprendida virtud de mi profesor me proporcionó la oportunidad para que mis compinches me despacharan despachadamente el proscrito artículo de revolución; el que llegó con la velocidad y la habilidad de los "Chasquis" a mis psicópatas manos.  Sorpresivamente noté que los ojos de mis compañeros se les estaban escapando de entre los siete huesos que forman sus cavidades orbitarias bajo la inaguantable presión de la enervante anticipación.

Paso tercero: ejecución de la escaramuza.  Armado, decidido, y por ende peligroso, levanté lenta y muy disimuladamente la tapa de mi aterrorizado pupitre de colonial madera, y le atraqué la flama al inocente papel que sujetada precariamente las blancas paletitas de helado.  Estaba un poco preocupado de que el fuego no se encendiese correctamente porque no había tenido la oportunidad ni el tiempo de construír un "maricón" para darle el fuelle apropiado al fogón.  Sabía que en el colegio había un maricón suelto en algún lado, pero creo que estaba ocupado...

La llamita comenzó insignificante y precaria como el futuro de los pobres, luego creció poco a poco y se hizo más fuerte como lo hace el atrevimiento, y finalmente se tornó en una fuerza tan poderosa y arrasadora como la ignorancia colectiva.  Al principio todo iba muy bien.  El fueguito ardía calladito y entregando su codiciada temperatura la que calentaba mis manos, las cuales yo ponía sobre mis piernas, y así traspasaba el calor al resto de mi cuerpo.  Ya no me importaba tanto el frío chiflón de viento que trataba de acosarme, así que víctima de mi completo desprecio e indiferencia, el helado viento entonces se dedicó a martirizar a mis otros compañeros, los que también vestían horriblemente con esas chaquetas proto-satánicas que no protegían ni de las sonrisas.

Lo que pasó a continuación fué estrictamente un problema de preparación, prevención, y un producto natural de la sempiterna e irracional conducta de jóvenes irresolutos, irresponsables y necios como solíamos serlo todos nosotros; sin excepción, actitud que en aquellos idos verdes años es invariablemente más liviana que el polvo.  Mientras el fueguito quemaba afanosamente sin chisporroteos ni tos, y el escaso y mudo humo que producía se escabullía silente e invisible por la chimenea de campaña; el resto de los otros palitos que me sobraron estaban colocados en un rincón del cajón del pupitre esperando su turno en caso de que se les necesitase.  ¡Tremendo y fatal error! 

No sé si fué una chispa renegada, un palito ingrato que se desmoronó de la torre, o el calor mismo que encerraba el cajón el que ya pasaba los niveles de seguridad; la cosa es que el contingente de leña de emergencia que esperaba estratégicamente en el flanco derecho del cajón cogió fuego como si no hubiese un mañana.  ¡Y repentinamente el siniestro caos del siniestro en marcha se desplayó siniestramente al resto del pupitre!  A pesar de que a estas alturas yo ya no temblaba de frío, comencé rápidamente a temblar otra vez y sudar frío mientras que una tétrica y blanca palidez se apoderó febrilmente de mi cara llena de espinillas y puntos negros y con unos pocos pelos surtidos que pretendían dibujar un bigote de gato proletario para subrayar mi narizota.   

Cuando repentinamente y sin aviso comenzó a salir humo por todos lados y la manguera estaba ahora bajo el ataque de las llamas y se había comenzado a derretir velozmente, sus llamaradas salían iracundas por el hoyo del tintero ahora chisporroteando y tosiendo como un tuberculoso con picazón de garganta; abrí rápidamente la tapa del pupitre con gran pánico, entonces una enorme nube de alardeante humo negro escapó triunfante y me atacó la cara.  Esta nube de humo era enorme y más negra que noche de luto.  Antes de que yo alcanzara a cerrar la boca, respiré una bocaronada del grueso humo que ya se me metía violador por las narices y comencé a toser como un poseso.  Instintivamente me paré del pupitre y tratando de salir me tropecé con las patas del pupitre las que estaban unidas por un listón entre ellas, entonces caí al suelo pesadamente como un saco de papas Alacalufe, y mientras al caer azotaba mis fornidas y bien parecidas espaldas violentamente  en el suelo, pude ver los pávidos y aterrorizados ojos de mis circundantes compañeros los que parecían huevos fritos en plato chico.

Me paré trastabillando lo más rápido que pude y de reojo ví a mi profesor que parecía puercoespín en celo: tenía todos los pelos que le quedaban más empinados que rebaño de Meerkats, y sus ojos estaban tan abiertos que se asemejaba de muy cerca a un Cíclope realmente sorprendido.  Reabrí la tapa del pupitre la que con el susto del humo, se había dejado caer violentamente volviéndose a cerrar.  Apenas hice esto, el oxígeno que el pupitre respiró, encendió aún más las llamas que ahora mordían furiosamente la docente madera de mi agonizante y gemebundo pupitre.  Cuando el humo hizo su escape del cajón, pude ver dolorosamente que del plateado papel de aluminio no quedaban más que unos irreconocibles restos de metal, los que estaban más chamuscados que incienso de iglesia pobre.

Como combatiente experimentado, mi temerario profesor se transformó instantáneamente en superhéroe (éste era su trabajo secreto después del colegio a partir de las 5:00 PM, hora Chilena) y sin dilación alguna comenzó a coordinar el salvataje de su rebaño el que se encontraba desesperanzadamente alborotado.  Mientras él daba marciales órdenes de abandonar el barco e indicaba cómo y por dónde hacerlo, yo estaba tratando de apagar el fuego con la ayuda de tres compañeros más locos que osados, pero más valientes que torero ciego; no por el fuego, sino por la responsabilidad que nos tocaría después de los hechos ya que estábamos tratando de apagar el siniestro muriéndonos de la risa. 

Para proteger la identidad de los inocentes, me referiré a mis secuaces como: el "Kiko", el "Guatón", y el "Chico".  El Kiko se sentaba enfrente de mí.  El Guatón se sentaba al otro extremo de la clase, y era el que había producido el artefacto de ignición y al que a estas alturas, ya se le había aminorado la molestia del calambre en el ojo; y el Chico que se sentaba a mi siniestra.  Sería muy difícil para mí poder explicar los acontecimientos que sucedieron en esos escasos pero frenéticos minutos, así que dejaré que el diálogo que se llevó a cabo explique los lamentables hechos que ocurrieron, y que ya son parte del irremediable y afortunadamente; irreversible pasado.  Cualquier semejanza con la realidad respecto a los apodos que voy a usar, son nada más que el inefable rédito de una mera, casual e inocente  coincidencia.

- ¡Oye Loco!  Tiremo'el pupichre pol'laentana – vociferó el Guatón.
- ¡¿T'ai loco?! , nos vamo'a quemar p'o gil – añadió el Chico.
- ¡Echémole Coca~Cola – gritaba el Kiko blandiendo orgulloso una botella del gaseoso líquido, y que sin esperar por una respuesta, comenzó a vaciar el contenido de la botella en la masa de fuego.

Apenas el líquido carbonatado con sacarosa, cafeína, acido fosfórico, color E150d, y otros sabores naturales desconocidos diluídos en Solvente Universal -o sea la Coca~Cola- cayó en el fuego, se produjo un chisporroteo horrible y ruidoso, y el fuego se avivó aún más ante el pavor de los pseudo-bomberos* que trataban desesperadamente de contener el fuego para que no se pasase a los otros pupitres.  El ataque Cocacolezco hizo carraspear al fuego el que soltó una enojada descarga de humo negro la que nos dió de lleno en la cara a los tres.  A este punto parecíamos limpiadores de chimenea, y si nuestros pantalones hubiesen sido amarillos, hubiésemos parecido los Tres Tristes Tigres de la Malasia.  Lo único blanco que le quedaba al Kiko eran sus parpadeantes ojos.  ¿Y el fuego?  Bueno, a esta altura, el fuego era ya un histérico Fandango.

* NOTA DEL AUTOR: Sabía usted que la palabra "Bombero" no tiene sinónimos conocidos en la Lengua Castellana?  ¿Que cosas, no?

- ¡Se jodió! ¡No tirís m'a Coca! –dijo el Guatón, y el Chico agregó:
- ¡Se trata de apagar p'os menso!
- Y kikiris-ki-liaga – dijo el Kiko (El Kiko comía demasiado pollo).
- ¡Ya p'os gil, hace algo –me gritaba el Guatón con sus rojos y regordetes cachetes.
- ¡Estoy tratando, p'o! – contesté algo airado.
- ¡No discutan güeones atontaos y apaguemos esta güeá! –gritó el Chico con su virgen y divino lenguage que lo aprendió en El Nido de Águilas.

El Guatón entonces agarró un atado de posters que estaba encima de uno de los pupitres, y comenzó a blandearlos en contra del fuego dándole furiosos "posterazos" al pupitre, pero le salió el tiro por la culata, y el atado de posters se desató al tercer golpe y los posters volaron por el aire como la Paloma de La Paz (la que muchos dicen que no vuela para nada), y desafortunadamente algunos de ellos cayeron en el voraz fuego para alimentarlo aún más.

- ¡Hay que apagarlo, gil! –le berreó el Chico al Guatón, al que unas gruesas gotas de sudor le hacían marcados surcos en el hollín de la cara.
- ¡Las chaquetas! –grité iluminado apuntando con el dedo de los mocos hacia ellas.
- ¡Ya p'o! –dijo el Kiko, y los cuatro nos giramos y agarramos la primera chaqueta que estaba a mano y comenzamos a darle chaquetazos al fuego a diestra y siniestra.

El espectáculo era Apocalíptico pero sin jinetes.  El humo llenaba la habitación, las ventanas ya estaban casi todas negras, la barra en el pasillo nos instaba a la lucha, estábamos más mugrientos que el profesionalismo de los abogados deshonestos, y mientras sudábamos como el caballo de Sancho Panza; los "chaquetazos" surtidos eran nutridos y sin cuartel.  (A propósito de Apocalíptico, ¿es cierto de que estos caballos no cagan?).

El dúo dinámico del Guatón y el Chico se afanaban frenéticos dándole sin tregua unos tremendos chaquetazos al pobre pupitre que ya se comenzaba a quejar ruidosamente.  Nadie sabía a quién le pertenecían las infortunadas chaquetas convertidas en repentinos parafuegos, pero no importaba porque en las emergencias uno no se fija en gastos.  A todo esto, yo estaba medio asfixiado de tanto tragar hollín, y trataba de decirle al Guatón que empujara los otros pupitres más lejos para que no se quemasen.  Al escuchar esto, el Chico se puso sumamente Grande y sacó fuerzas Sansonescamente Hercúleas de flaqueza, y para mi estupor, empujó cinco o seis pupitres al unísono casi hasta la tarima del pizarrón unos metros más allá, lejos del siniestro pupitral.  Con el humo, el hollín y el tizne de la madera quemada, estábamos más sucios y negros que las intenciones de un fraile Católico Romano.

La situación estaba ya fuera de control, y por más que nos afanábamos en tratar de apagar el fuego, éste más ardía y amenazaba con extenderse a los demás sobrecogidos pupitres, los que amontonados en un rincón, decían sus pías AveMaderas.  En medio del caos, el Kiko tuvo una idea más iluminada que el quirófano del General Electric, y actuando con la más absoluta y sorprendente valentía e innovadora originalidad, prestamente se paró encima del pupitre más cercano, sacó su aparejo bomberil, y comenzó a mear las llamas con un delirio digno de "Canutos", aquellos trastornados seguidores del Español Juan Bautista Canut de Bon.

A pesar de que la artimaña era (a esta altura) apropiada como solución desesperada en una desahuciada y gravísima situación, no dió muchos frutos, pero sí resultó ser una añagaza bastante fétida.  ...¿Ha olido usted orina carbonizada?  El fuego no se inmutó un ápice, y siguió indolente devorando brutal, salvajemente y sin piedad a mi pobre pupitre que ya estaba casi fenecido.

En el intertanto en que ocurría esta alarmante peripecia, nuestro temerario profesor con su alma de Matasiete Sietemachos y valiente como el Príncipe Valiente, después de haber escoltado y puesto a resguardo al resto de su querido e inocente rebaño, acudió presto en nuestra ayuda esgrimiendo un extintor del tipo Clase A que era más pesado que él, pero que lo esgrimía con la gracia y simpleza con que D'Artagnan esgrimía su habilidoso florete.  Le vimos entrar en acción como lo hace Neil en La Matrix: Serio pero más efectivo que un cóctel de diurético y Viagra.  En ese segundo fortuito noté una interminable hilera de cabezas en la ventana, cuyas caras pegadas a ellas, estaban adornadas con crispadas y siniestras muecas a modo de sonrisa con incrédulos ojos, las que se asomaban con sus narices pegadas al cristal de las ventanas para observar qué era lo que estaba sucediendo.

Nuestro osadísimo y tremendamente temerario profesor bramó con una voz de trueno espantado:

- "¡Todo el mundo a un lado!"

Y sin decir ¡agua vá!, descargó una gruesa y furiosa nube de polvo blanco la que envolvió el pupitre completo con llamas y todo, y también engolfó al pobre Kiko que estaba totalmente desprevenido, y aún con su maleable material de ignis-combativo firmemente sujeto en la palma derecha.  Se escuchó un escalofriante y sorpresivo ¡¡¡Juoochhh!!!, y el extintor en las experimentadas manos de nuestro héroe del día; expiró extinguido.  Hubo unos segundos de desconcierto y gran silencio.  Cuando el polvo finalmente cayó al suelo, y la blanca nube que éste había formado se disipó, el cuadro era digno del Infierno de Dante:  El Kiko parecía un Zombi con su cara blanquinegra producto del ¡¡¡Juoochhh!!! del rojo extintor, el Chico había recuperado su tamaño normal pero estaba algo más negrirojo, el Guatón se estaba comiendo un sánguche de mortadela que encontró en el suelo entre el desorden y el desbarajuste de las "loncheras"; y yo estaba más agotado que la paciencia del pobre, y más nervioso que monja con atraso.

Nuestro profesor nos estaba dirigiendo una mirada leonina más áspera que lengua de gato,   y que prometía el Vía Crucis en esteroides, pero felizmente; el fuego había sido extinguido.

Convenientemente y arbitrariamente me saltaré un corrosivo y poco glorioso episodio aquí con la sola intención de proteger la integridad moral y la honorabilidad ética de los susodichos envueltos en este lance, cosa que como ustedes pueden haberse dado cuenta, se transformó indeliberada, involuntaria, casual-accidental y espontáneamente en un infortunado incidente piromaníatico.  Los detalles que puedo revelar con respecto a la secuela de este olvidado episodio, es que me costó un Verano completo de trabajo para poder pagar por un pupitre de reemplazo.  Ciertamente hubo otras variadas penalidades pero no es necesario –después de tantos años- nadar en esas amargas aguas.  ¿Quizá éste lastimoso hecho del pasado haya sido el motivo original para despertar mis ansiedades bomberiles?  ¿Quién sabe?  No podemos encontrar los tiempos perdidos, pero podemos encontrar sus huellas.

Moraleja para profesores:  Deje que los Locos con frío se abriguen.

Moraleja para alumnos:  Si tiene frío, no haga fogatitas chicas dentro de su pupitre.

¿Qué cosas, no?
  


El Loco

jueves, 1 de mayo de 2014

La Semántica y el Ornitorrinco

Lo más probable es que ustedes hayan escuchado esta palabra (semántica) anteriormente.  A veces dicha por los peritos de la lengua en alguna ocasión apropiada, pero la mayoría de las veces es dictada por un bárbaro de la lengua, una especie de animal filosofunculista de regresión mental y poseedor de una carie alfabética horrorosa, el que ha memorizado ciegamente esta honrosa palabra sin saber lo que verdaderamente confina en su significado filológico; y la repite sin pensar tal como se repite el hipo.

Pero, ¿qué es la semántica?  Estoy convencido de que usted lo sabe, pero para beneficio de aquellos que aún están sondeando los límites del aforo significativo de esta nomenclatura lexical Castellana, les ofrezco la siguiente grácil definición. 

La Semántica (proveniente del Griego antiguo: σημαντικός, cuya transliteración académica es: sēmantikós; lo que significa: importantees la astuta rama de la lingüística y la lógica la que estudia y se preocupa cariñosamente del significado exacto de las palabras.  Hay una serie de ramas y subramas en el frondoso y coqueto árbol de la semántica, y éstas abarcan: la Semántica Formal, que estudia los aspectos lógicos de significado como el sentido, la referencia, la implicación, y la forma lógica; la Semántica Léxica, que estudia el significado y las relaciones e interrelaciones de las palabras; y la Semántica Conceptual, que es la que estudia la estructura cognitiva del significado.  Entonces la Semántica es descriptiva y nó prescriptiva.

Como apéndice a estas ramas, está la Semántica Denotativa de un lenguage, cuyo propósito es el asignar un valor preciso  y puntual a cada expresión en el lenguage.  También están en esta pandilla terminologista la Semántica de Intercalación, la Semántica Teorética, la Semántica de Lógica Modal, la Semántica Léxica, y la Semántica Axiomática para nombrar algunas otras.  Empero, en este artículo solo hablaré (escribiré para estar semánticamente correcto) de Semántica en general, porque de este modo; no me envolveré en "Obscurum Verborum Provinciae Populi" que en Castellano significa Semántica Obscura Popular.

Entonces, la palabra "semántica" en sí denota una variedad de ideas, desde lo vulgar a lo popular, y desde lo indocto a lo experto para lo cual usamos herramientas que incluyen  lexicología, sintaxis, pragmática, etimología, chuchadas surtidas y otras menudencias de la lengua, independientemente si la suya tiene pelos, o es larga.

Esto no representa o encarna que el significado de las palabras del lenguage como lo conocemos sea prepsicológicamente metafórico en su nivel, o que el lenguaje semántico es analógico o literal.  Al llegar a este punto me he dado cuenta que probablemente la mayoría de mis lectores están más perdidos que una gaviota en Bolivia, o que Bernardo O'Higgins en la Guerra de las Galaxias; así que he decidido cambiar el rubro del caló, y un poco más adelante me dedicaré a enhebrar un concepto diferente en una forma más liviana y asequible al humor y al entretenimiento, y no estrictamente pegado a la locutecnia; así que hablaré del Ornitorrinco, conocido en los países de habla Sajona, Anglosajona, Saxosajona,  Frisiasajona y Jutesajona como Platypus.

Semántica y Pragmática

Ya hablamos de Semántica.  La Pragmática es otra rama de la lingüística que se preocupa del uso de la lengua en contextos sociales, y las formas en que las personas producen y comprenden significados a través del lenguaje que usan en sus círculos sociales.  La Pragmática es un término que fué acuñado en 1930 por el filósofo C.W. Morris, y que después fué desarrollada como un sub-campo de la lingüística en los años 70.

Ejemplos de Semántica y Pragmática:

Semántica:      Lo que dices constituye un palmario matalotaje de bahorrina.
Pragmática:    Hablas pura mierda.

Semántica:      La encantadora de la taberna era de un carácter innoble.
Pragmática:    La bruja del bar era más fea que la cresta.

Semántica:      Individuo adiposo de temple posma.
Pragmática:    Guatón culiao.

El Ornitorrinco

Si hubiese un Premio Nóbel para el animal más extraño, infrecuente e inverosímil que camina sobre la faz de la tierra, ése premio sería sin duda alguna para el Ornitorrinco.  Este magnífico y rarísimo semiacuático mamal es endémico en los ríos de Australia levantina, y parece que hubiese sido hecho por el padre del Prometeo Moderno mejor conocido por todos como: Frankenstein, un entrañable producto de la carnicería del Doctor Víctor Frankenstein y su asiduosidad al Galvanismo.  La diferencia entre el Ornitorrinco y Frankenstein es que el Ornitorrinco es lindo y amoroso, y Frankenstein se parece a su suegra.  La otra diferencia es que el Ornitorrinco no usa una escoba para movilizarse.

Realmente este   animal parece que hubiese sido fabricado con los restos que sobraron de otros animales: tiene el pico de un pato gigantesco, el cuerpo de una nutria, la cola de un castor, patas palmeadas de sapo, piel de oso, y unas teticas de gato.  Obviamente este Ornithorhynchus Anatinus supo muy bien de cómo aperarse para su largo viaje desde el Mioceno hasta hoy, y sobrevivir.

Según una antigua leyenda Aborígen, el primer Ornitorrinco nació después de que una joven y atractiva pata se cruzó con una fea y solitaria rata acuática, pero que era más persuasiva que vello androgénico de mujer.  La pata debe de haber sido ciega, pero la leyenda no habla para nada de esto, y tampoco menciona nada acerca del proceso de  cortejo que tomó lugar antes de la extraña cruza.  Pero las cruzas extrañas no son tan extrañas después de todo.  De acuerdo a la Enciclopedia de Abraham Lillo Machuca, personaje cariñosa e indeleblemente conocido en Chile como El Tony Caluga, hay cruzas extrañas como por ejemplo:

-        Un elástico y un elefante: Un Elastifante.
-        Una culebra y un puercoespín: un metro de alambre púa.
-        Un canario y un gorila: nada, ¡pero viera usted cómo grita ese pobre pajarito!

En 1819, los barcos mercantes que circulaban los nuevos mares descubiertos en el planeta, acarreaban un surtido de animales australianos a Europa para distribuírlos en los jardines zoológicos y museos de Inglaterra, estaban atiborrados de canguros, cisnes negros, koalas, avestruces, demonios de Tasmania, osos hormigueros, y un surtido grande de mamales, marsupiales, reptiles, aves, monotrematas, y hasta animales marinos, sin contar a los marineros; eso es.  Entre la carga, llevaban un Ornitorrinco relleno, producto de la cruda Taxidermia de la época.  Como se puede observar, el Arca de Noé no era ni única ni señera.

Este seco y impávido Ornitorrinco fué el primero que llegó a Europa, y la caterva popular estaba convencida de que era una falsificación hecha por los marineros para ganar dinero.  Basados en esta reacción del público, otros marineros comenzaron a engranar y pegar partes de animales diferentes para pasarlos como algún tipo de bestia diferente que venía del Commonwealth de Australia, y por ende, terminaron creando una nutrida y profusa bestiateca de animales rarísimos, todos más falsos que las especies humonculi(1)

(1) Homunculus (Latín), significa hombre muy pequeño, tan pequeño como el hoyo del culo según lo sugiere esta atinada y respetable palabra Latina.  El plural de esta palabra es: humonculi.  Entre los más destacados humonculi del planeta, claramente se distinguen y destacan los siguientes neotenios: los abogados valetudinarios y ladrones, los políticos nanocefálicos apestosos, y los numerosos sanguisugentes sacerdotes de incestuosidad mental, moral y espiritual.

Para agregarle a la extraña naturaleza de este magnífico animal, está el singular hecho de que se reproducen por huevos como los pájaros, ¡pero las criaturas recién nacidas amamantan!  ¡Esto es muy circumbirúndico!  Ahora sabemos que aparte de algunos especímenes llamados "echidnas" -que son unos ositos hormigueros de lo más bonitos y amorosos-, el Ornitorrinco es el único animal entre las 4.237 diferentes especies en existencia hoy que ponen huevos.  Otra rareza de esta animal es que el macho de la especie tiene un arma secreta en las patas traseras con las que les inyecta veneno a sus enemigos apuñalándolos con ellas.  El Ornitorrinco usa estos "puñales" de la misma forma en que los abogados deshonestos y los políticos mugrientos lo hacen: a mansalva y por la espalda.  ¿Qué cosas, no?  

Nota: la acreditada definición universal de candidato político es: una alimaña social inescrupulosa que con el dinero que obtiene de los ricos, consigue los votos de los pobres, bajo la promesa de discriminar a estos últimos, y  protegerlos a los unos de los otros.

El Ornitorrinco es una especie de Ingeniero también.  Esta habilidad por sí sola los pone por sobre los humonculi.  El Ornitorrinco construye complicadas madrigueras para vivir, las que forman una intrincada red de túneles en los bancos de ríos y lagos, y los pasadizos que cava los taladra en una pendiente ascendente hacia la cámara que le sirve de espacio para vivir, la que está ubicada en el extremo más alejado de la entrada del túnel.  Esto hace que el dormitorio del Ornitorrinco esté sobre el nivel del agua y protegido de inundaciones.

La maravilla no termina aquí.  Estos animalitos pueden nadar rápidamente bajo el agua porque tienen patas como aletas, las que se extienden mas allá de la punta de sus dedos y garras, pero lo que les hace tremendamente incómodo para caminar en tierra.  Si usted usa aletas para nadar (curiosamente nosotros llamábamos a estos aparatitos "güaletas"), sabrá lo incómodo y difícil que es caminar con ellas en la arena, pero resolvemos este problema quitándonoslas (¿se acordaba de esta última palabrita?).  Bueno, el Ornitorrinco para caminar sobre la tierra las dobla bajo sus poderosas garras, las que ahora están habilitadas para cavar su madriguera.

Durante la época de apareamiento (o celo) resulta que los machos y las hembras duermen en lugares separados.  Los machos se quedan es sus dormitorios de costumbre, pero las esposas construyen habitaciones separadas con la excusa de la anidación.  ¿No será en realidad que tienen algo parecido a la "jaqueca" que nuestras pobres esposas sufren tan a menudo, de esas que a veces duran años?  ... pero en realidad amigos míos, ¿quién entiende a las mujeres?  A las mujeres hay que amarlas, no entenderlas.  Si usted asimila este astuto y práctico principio, probablemente usted tendrá un matrimonio más feliz, mucho menos complicado; y quizá hasta más barato.

De vuelta al Ornitorrinco femenino, u "Ornitorrinca".  Antes de poner sus huevos, la Orni construye en sus nuevas habitaciones un nido con hojas mojadas, las que acarrea por los corredores de su nueva morada, desde el exterior hasta su nueva y temporalmente célibe recámara, transportándolas encima de su cola y no las acarrea ni con las patas ni con el pico.  Este húmedo nido preverá que los huevos se sequen.  Nosotros sabemos concienzuda y dolorosamente el serio problema que significa tener los huevos secos. 

Después que la Orni aova (deposita sus huevos, o huevea), hace algo simplemente extraordinario.  Comenzando desde la entrada del pasaje y hasta llegar al nido en su recámara, va avanzando de a poco y haciendo paradas de cuando en cuando.  En cada parada construye una muralla de tierra detrás de ella aplanándola firmemente con su cola.  Estas barreras son de unos 15 a 16 centímetros de grosor y sellan completamente el pasaje de entrada a la madriguera por detrás de ella.  Esto lo hace varias veces de modo que hay varias murallas obstructoras a lo largo del pasillo de entrada, el que puede tener más de 30 metros de largo; y con esto la madriguera queda completamente sellada en tándem.  

Esto evita que cualquier depredador en busca de comida, o con ganas de hacerse una tortilla con caviar de Ornitorrinco pueda llegar a los huevos.  Siguiendo el característico olor a huevo, los depredadores comienzan a escarbar la madriguera en busca de su comida, pero se encuentran con un sello de tierra.  Sospechosos de esto, siguen cavando hasta que se encuentran con el segundo sello, y después con el tercero, y el cuarto... 

A esta altura, la bestia ya está muy adentrada en un obscuro y húmedo túnel que no sólo es atemorizante, pero en el que se ha desvanecido ya el olor de los huevos al éste mezclarse con los olores de la tierra disturbada, de la humedad, y de las raíces destruídas en el proceso.  A este punto –si nó antes- el animal normalmente recula y abandona su búsqueda, y los huevos de la Orni quedan sin ser descubiertos.  En esto, los Ornitorrincos se parecen mucho a los Argentinos: ambos odian que le rompan los huevos.

Estos huevos son muy raros también: normalmente en cada camada, la Orni pone dos o tres huevos blanditos, los que al contrario a los de las aves, no son huevos de una cáscara dura y resistente, sino que están resguardados con una flexible cubierta mucilaginosa parecida a la goma, al igual que los pintorescos huevos de reptil.  (Dato: Todos los humonculi son reptilianos, el parecido viene de los huevos).

Lo alucinante, sobrecogedor y circumbirúndico no termina aquí.  Los recién nacidos cuando salen del elástico y pegajoso huevo, son del tamaño de la uña del dedo medio de su pié izquierdo, afortunadamente sin padecer de pié de atleta; y son más frágiles que la conciencia social.  Anteriormente mencioné que los Ornitorrincos tenían una "teticas", pues bién, éstas no son mamas sino que simplemente "teticas", así que los pezones son nulos y menos prácticos que ventana de submarino; por lo tanto, la leche supura a través de los poros de la piel de la madre y no a través de pezones, y los pequeñines tienen que lamerla de la piel de su madre para poder alimentarse.  Esta es una forma muy primitiva de alimentación, pero el Ornitorrinco es un animal primitivo como el embrionario respeto que los humonculi tienen por el resto de nosotros, y después de unas 16 semanas de chupar como locos, los Ornitorrinquitos están listos para su primera excursión en el agua.  ¿Qué cosas, no?

Ahora iba a contarles sobre el por qué las hembras del canguro tienen tres vaginas, y a relatarles una historia sobre quién inventó la sonrisa; pero me arrepentí.  Otra cosa, la Semántica y el Ornitorrinco no tienen absolutamente nada que ver el uno con el otro como quizá lo pudiese insinuar el título de este inconexo y baladí edicto.  Esto es solamente otro peo de mi mente pero con su correspondiente Habeas Corpus; pero ¿a quién realmente le importa?, o semánticamente hablando: ¿quién se incumbe con futilidades gurruminas?  He dicho.



El Loco