domingo, 1 de noviembre de 2015

Civilizaciones

A nosotros los bojigangas humanos nos encanta clasificar todas las cosas o para ordenarlas, o para hacerlas un beneficio propio.  En cualquier caso, cuando hacemos esto lo hacemos en una forma egoísta y arbitraria que nos haga la vida más fácil, o para aislarnos de lo que no queremos o aborrecemos.  Y entonces determinamos límites, instauramos reglas, fijamos fronteras, establecemos niveles para casi todo, trazamos líneas divisorias, codificamos contornos, circunscribimos periferias, perfilamos contextos, maquinamos metas, tasamos bordes, medimos cúspides, delimitamos profundidades, arqueamos la naturaleza, y calibramos, graduamos y acordonamos nuestros tan variados y tan poco justipreciados comportamientos. 

El problema con esto, es que nos olvidamos de la naturaleza que enclaustra y esconde la raza humana grabada en su insana genética, y dejamos su particularidad fuera de este desequilibrado orden al que llamamos inconsciente e ignorantemente: Civilización.  Como nota aparte, quiero aclarar que no desestimo a la raza humana como especie, sino que a su depreciada capacidad nomotética de razonamiento colectivo.

Este es un problema serio porque contrario a lo que la ignorancia catervática que predica idióticamente la imbecilidad universal de que todos somos iguales -a pesar de que cada uno de nosotros somos tan individuales y tan diametralmente diferentes los unos de los otros- nos encajan en el mismo envase rotulado "un-tamaño-para-todos", en esa cajita con la errada etiqueta sellada con la zafia retórica: "civilización".  La civilización es un sueño incumplido, un orden incompleto e inexistente, es una fantasía a la que nos aferramos desesperadamente para darle cierto sentido a nuestras coexistencias como especie, la que hasta ahora, no tiene un destino común conocido alguno.

Cualquiera se dá cuenta de que su amigo, su vecino, o cualquier otro perecedero mortal que anda por la calle; no comparte el mismo nivel de "civilización" que usted confina en su ser, o cree poseer.  El hecho es que en el mundo en que vivimos, aún quedan humanos que no han evolucionado mucho desde su bacteriano origen hacia el comportamiento y proceder cuadrúmano.  Hay muchos de estos seres que aún viven en el período Antropoceno, y que mental y cívicamente aún subsisten como Hedera Helix (hiedra) en nuestras sociedades contemporáneas.  Nadie sabe cuántos rezagados y otros pardales misceláneos están disimulados en nuestras sociedades descolgándose desde los períodos previos al nuestro, y que aún viven, conviven y sobreviven apretada y camufladamente entre nosotros.

La evolución más difícil de conseguir es la evolución intelectual y mental.  La evolución física y fisonómica está garantizada en forma natural, cíclica y cronológica.  Es sólo cosa de tiempo y medio ambiente amasados cuidadosamente por los instintos de conservación y capacidad de adaptación de la especie.  El hecho de que su vecino parezca un simio, no es culpa de él, pero el nivel de desarrollo intelectual que conlleve; lo es.  El destontarse es una responsabilidad personal y no es transferible.  Por supuesto que la oportunidad para conseguir esto, juega un gran papel.

Por eso es que en nuestra "civilización" los hay mezclados terroristas, bárbaros, giles que creen en un dios o en otro, brutos, astutos, amables, inteligentes, imbéciles, conscientes e inconscientes, y por más civilizados que creamos que somos, y aunque tan distintos; somos todos de la misma especie.  De la misma especie.  Ser de la misma especie no significa bajo ningún punto de vista de que somos todos iguales.  Si alguien le ha enseñado lo contrario y usted lo cree, usted es incivilizado; y probablemente una migaja pseudo-mental perdida de alguno de los oscuros, enigmáticos y variados peldaños de la larga y empinada escala de la evolución humana.  El retrasarse civilmente no es un delito, ¡no actualizarse lo es!  

¿Regresión de la especie?

Los seres humanos sufrimos de la triste perturbación de proyectar una falsa uniformidad social y cívica para apoyar nuestras interminables y fantasiosas teorías.  Es prácticamente imposible cuantificar las tendencias evolucionarias de cada grupo social en la escala de civilizaciones, entonces optamos por clasificarlas bajo una "uniformidad social de grupos" cuando nos es más ventajoso para escudar y excusar nuestros livianos silogismos.  Esto irremediablemente conlleva a la regresión evolutiva y social de la espacie humana.

Esto no significa que nuestra especie no sea capaz de elaborar o forjar tendencias de desarrollo evolutivo, sino que no sabemos y no somos capaces de juzgar imparcialmente lo que hemos aprendido del pasado, entonces acrecentamos nuestra capacidad de cometer errores en el presente.  Esto pasa porque somos flojos y tenemos la peligrosa tendencia de simplificar demasiado nuestros problemas y desafíos presentes porque esa decaída actitud nos acomoda más.

A pesar de que nuestro acuoso planeta tiene suficiente espacio seco para acomodar una infinidad de civilizaciones y se las arregla para mantener aunque frágilmente, un equilibrio en nuestra capacidad de sobrevivir, esto no nos granjeará sobrevivencia como especie porque nos pasamos la mayor parte del tiempo peleando, explotándonos y matándonos entre nosotros; y defendiendo nuestros ridículos "derechos" y "creencias" en vez de trabajar juntos por la sobrevivencia de la especie.  Esto se llama regresión, y nosotros y nuestra actual civilización, somos expertos en esto.

El progreso tiene la imbuída capacidad de florecer en cualquier ambiente, lugar, o situación; incluso dentro de la regresión.  Esto queda demostrado en que una dada "civilización", en casi todas las generaciones de ésta ha existido y existe un exiguo grupo de individuos que son capaces de alcanzar preponderantes avances en ciencia y tecnología, a pesar de que la mayoría de los individuos de esa misma generación están en franca regresión moral, tecnológica, cívica e intelectual.  Estos individuos son los chupasangres de nuestras civilizaciones.  No porque un urbanita sea capaz de residir en una ciudad se convierte en una persona civilizada, aunque haya tenido educación porque la medida de la civilización no es su complejidad.  Civilización encierra más que eso.

En un sentido personal y subjetivo más amplio, creo que la civilización no sólo significa la seguridad, la comodidad y el esplendor en las necesidades cotidianas, sino que además debe de ser complementada y aumentada con el refinamiento y generoso incremento del conocimiento, y abundantemente condimentada con el amplio cultivo de las virtudes humanas con el solo objetivo de exaltar la vida productiva humana a un nivel superior.  Esto trae felicidad.

Como no hay mucho que podamos hacer con respecto a esto en forma masiva, y como aún no tenemos un válido y vigoroso resquicio para salir de este enfermo estuche al que rubricamos con una irresponsabilidad neurótica: "civilización"; entonces soñemos un poco.

La Escala Kardashev de Futuras Civilizaciones

Un astrónomo ruso muy astuto y visionario de nombre Nikolai Kardashev, quien es además astrofísico, Doctor en Ciencias Físicas y Matemáticas, y es el Director Adjunto del Instituto de Investigación Espacial de Rusia (a veces traducido como El Instituto de Investigación Cósmica) de la Academia de Ciencias de Rusia en Moscú, inventó esta curiosa escala de civilizaciones.

Este clarividente y despabilado señor propuso por primera vez en 1964 lo que llamamos la Escala Kardashev.   La Escala Kardashev propone varios niveles de civilización a partir de una amplia gama de escalas de poder, hasta la inclusión del uso de métricas distintas al poder o energía puras.  La Escala Kardashev es un método para medir niveles de civilización y de avance tecnológico basados en la cantidad de energía que una civilización es capaz de producir, manejar y utilizar para su beneficio.

Esta escala tiene designadas tres categorías denominadas Tipo I, II, y III.  Una civilización de Tipo I utiliza todos los recursos disponibles en su planeta de origen, hasta que los agota completamente y destruye el planeta y haciendo esto; arrastra a la especie a la extinción.  ¿Le parece familiar este escenario?

El Tipo II le perdona la vida a su planeta y se dedica a aprovechar toda la energía posible proveniente de su estrella; y el Tipo III obtiene y emplea íntegramente la energía que puede explotar de la galaxia en que su planeta está estacionado.  Por supuesto que la escala es solamente hipotética, pero a la incivilizada raza humana le pone el consumo de energía y sus potenciales usos en una perspectiva cósmica más civilizada.

También están las categorías IV y V de Civilización, pera ya hablaremos de ellas un poco más adelante.  Por si se está preguntando, nuestra sociedad contemporánea completa, incluído usted, yo y el gato del vecino, está clasificada como Nivel 0, porque no hay niveles menores o negativos en esta graduación.  Estamos medios jodidos, ¿no cree usted?

Si usted está pensando que esto es pura especulación filosófica, déjeme darle un ejemplo.  Es cierto que a veces las especulaciones filosóficas no logran describir la naturaleza de la realidad, como fué la antigua proposición Griega clásica que los cielos estaban compuestos por un quinto elemento: el éter.  Después de que los avances científicos y tecnológicos descifraron "los cielos", esta proposición fué destronada atendiendo a los hechos reales.  Sin embargo, en diferentes ocasiones, las especulaciones filosóficas a la postre resultaron ser bastante exactas.

Por ejemplo, en el siglo IV antes de la Era Común (AEC), el filósofo Demócrito(1) dedujo que el universo estaba compuesto por unidades indivisibles de materia conocidas como "átomos".  Esta creencia se justificó y comprobó más de 2.000 años más tarde por el físico teórico alemán Albertito Einstein, conocido por sus amigos como "el Beto".

(1) Demócrito, oriundo de AbderaTracia, fué un  griego presocrático filósofo y matemático que vivió entre los siglos IV a V AEC.  Fué discípulo de Leucipo y se le apodaba "el filósofo que ríe", porque siempre se reía de lo que él, u otros decían.  De aquí se deriva el calificativo "Abderiano(a)" para denominar a aquellos que se ríen tontamente sin sentido o causa cuando hablan, o cuando escuchan a otro.

Entonces, ¿cómo se define "civilización"?

Según una concisa pero acertada descripción contemporánea, "civilización" se definiría como: "Un estado avanzado en el cual la ciencia, la industria y el gobierno han llegado a un estado evolucionado y perfeccionado de desarrollo y estabilización de la sociedad humana en un alto nivel de cultura".  Como usted puede ver, no estamos ni cerca de esto y por eso es que somos Nivel 0.  Quizá si nos pudiéramos deshacer de los políticos falaces, de los curas depravados y de los abogados livianos; nos podríamos actualizar por lo menos al Nivel 0.5 con beneficios.

Nuestra(s) Civilización(es) Actual(es)

Los científicos sociales tales como Vere Gordon Childe, un arqueólogo y filólogo australiano quien se especializó en el estudio de la prehistoria europea; han definido una serie de rasgos que se supone distinguen a una civilización de otro tipo de sociedad.  A través de la historia, las civilizaciones se han distinguido por sus medios y capacidad de subsistencia, por sus tipos y niveles de medios de vida, por sus patrones de asentamiento y colonización de sus espacios vitales, por sus formas de gobierno, por su escalada estratificación social, por sus sistemas económicos, por su nivel de alfabetización, y por otros varios surtidos y heterogéneos rasgos culturales.

Si tratamos de clasificar nuestras sociedades coetáneas, podremos ver que hay muchas y con muy pocas áreas comunes entre todas ellas.  Lo único que estas civilizaciones pasadas y presentes tuvieron y siguen teniendo en común, es que todas ellas han dependido y siguen dependiendo pesadamente de la agricultura.  Como diría el famoso y acertado poeta Cubano de los cuatro acentos don José Julián Martí Pérez (conocido como José Martí): "¡El resto es "mielda", chico!".

En comparación con otras sociedades, algunas de nuestras concurrentes sub-civilizaciones tienen estructuras políticas más complejas, como por ejemplo, el Estado.  Las sociedades estatales son más estratificadas que otras sociedades, en las que impera una mayor y más marcada diferencia entre las clases sociales que la componen.  La clase dominante, normalmente concentrada en las ciudades, tiene el control sobre gran parte del excedente monetario e industrial (de dicho Estado), y ejerce su voluntad a través de acciones forzadas por un gobierno, o por una burocracia.  ¿Le suena conocido?

Civilizaciones se hacen de sociedades, y sociedades las forman individuos.  Para que esto funcione y para que los individuos de una sociedad progresen y evolucionen como grupo cohesivo, tienen que tener fines comunes y compartidos.  De hecho, nuestras sociedades están tremendamente divididas entre sus individuos, entonces lo que tenemos son distintas creencias, distintas metas, distintos objetivos, distintas leyes, somos de variados colores, diferentes en configuración y forma, no hablamos un lenguaje común, dilatamos el hambre y la pobreza, entretenemos la honestidad con la impudicia; y nuestros compases y bitácoras morales están descentrados y completamente desnivelados en Latitud y Longitud

Desafortunadamente todos estos factores trabajando al unísono y en una misma dirección son elementos necesarios para el progreso no solo de la especie, sino que también del civismo.  El concepto de progreso proyecta un destino.  La teoría de la evolución nos conecta con el mundo natural, que explica cómo y por qué somos una parte de la naturaleza.  Progreso y evolución no son lo mismo, pero trabajan juntos.  Al parecer, en nuestra especie los únicos coeficientes en que tenemos comunión dentro de nuestras racionadas, surtidas, mal dotadas y desiguales sociedades; es el comer, cagar y dormir.

Si miramos a nuestras actuales "civilizaciones" con el teórico Cedazo de Conflictos, todas nuestras culturas humanas y civilizaciones actuales están basadas en un sistema político de alguna clase, lo que conlleva una marcada y perpetua desigualdad social para poder funcionar; o sea que hay un entuerto mayúsculo de civilizaciones fallidas y culturas pifiadas que nadie puede entender, ¡y ninguna de ellas funciona bien o es "justa"!  Martí también dijo: "La Libertad y la Justicia son una fantasía, vivir de sueños es lo verdadero".  Bueno, por eso es que somos una civilización Nivel 0.  ¿Qué cosas, no?

¿Y ahora qué?

Creo que estamos alcanzando (si es que ya no estamos allí) un punto pivotal inevitable de inflexión en nuestras sociedades como un solo cuerpo relacionado e incluyente.  Según dice el renombrado físico teórico Michio Kaku, un futurista Americano; los próximos 100 años en los avances de nuestras ciencias determinarán si nos extinguimos como especie; o florecemos.  100 años de ciencia determinarán si nos quedamos estancados como civilización de Tipo 0 y perecer, o iniciaremos como sociedad cohesiva nuestro tránsito hacia el Universo.  

Tienen que ser por lo menos 100 años porque de a cuerdo al filósofo Carlos Gardel: ¡20 años no es nada!  En caso de que usted esté un poco perdido con lo orígenes de Carlitos Gardel; su nombre de pila fué Charles Romuald Gardes, y fué un francés-argentino cantante, cantautor, compositor y actor, y la figura más prominente en la historia del tango.  

Los teoristas sobre tiempos futuros afirman que a medida que nuestra civilización crece y se torna más avanzada y vanguardista, sus demandas de energía aumentarán diametralmente y en forma acelerada debido a su explosivo crecimiento demográfico, lo que conllevará necesidades energéticas inherentes a sus diversos sistemas de sobrevivencia.  Teniendo en cuenta estos factores de impulso, la Escala Kardashev fué desarrollada específicamente como una forma de mesurar el avance tecnológico de una civilización, basada en la cantidad de energía utilizable que ésta necesita, tenga a su disposición, y pueda manejar para satisfacer sus variadas necesidades de aplicación y uso.

De la forma en que funcionamos como especie, necesitamos unos cuantos cientos de años para planificar solo 20, y para alcanzar sociedades desarrolladas, inteligentes y sostenibles, debemos de pensar y planificar en el orden de miles de millones de años, porque nuestra civilización actual necesita desarrollar e integrar planes de alcance inter-generacional con metas que se proyecten más allá de nuestras progenies; entonces estos planes de largo alcance necesitan ser desarrollados hacia un futuro lejano, pensando en generaciones de Tipo II.

¿Por qué digo esto?  Aparte de porque estoy loco, es porque creo que no entendemos ni podemos vislumbrar el futuro.  Si lo pudiésemos hacer, haríamos algo al respecto.  Por ejemplo, sabemos que a nuestro planeta le quedan alrededor de unos mil millones de años (más o menos) antes de que se torne completamente inhabitable.  ¡Claro!  ¿Por qué nos importaría si para ese entonces todos nosotros ya estaríamos muertos?  Sí, el problema es que nosotros morimos hoy, pero la especie se extingue mañana. 

Paralelamente, nuestro Sol entrará en su etapa natural de expansión y morirá de un ataque de fusión termonuclear surtido, y mientras lo hace; evaporará nuestros océanos en menos que canta un gallo, y freirá todo lo orgánico e inorgánico, incluyendo nuestra especie y la roca en que vivimos.  Pero eso es un problema de algún otro individuo en el futuro, ¿verdad?   Este es el típico pensamiento teorético de la filosofía fundamental política.  

Los problemas transcendentales requieren mucho tiempo de planeamiento y transición porque las soluciones de última hora siempre fallan.  La falta de responsabilidad en planear un futuro que no nos pertenecerá, podría ponerle fin a dos mil millones años de evolución.  Es incómodo y molesto pensar en esto, pero es cierto.  Uno de los muchos problemas que yo tengo es que soy un irremediable optimista despiadadamente empedernido y brutalmente sincero, pero cuanto más aprendo sobre nuestra civilización; más concluyo en que nuestra especie es suicida.  Espero que alguien me demuestre que estoy terriblemente equivocado.

La Escala

Aquí la cosa se complica un poco más.  Ponga atención:

Como mencioné anteriormente, en el año de 1964 esta escala fué originalmente diseñada por el astrofísico ruso Nikolai Kardashev.  Kardashev en ese entonces se entretenía todo el día tratando de descubrir señales de vida extraterrestre que pudiesen estar embutidas dentro de señales cósmicas.  Para referencia, también en ese año bisiesto (1964) hubo múltiples pichangas simultáneas en el patio verde de los Maristas, y el glorioso Buque Manicero se paseaba enseñoreándose por la plaza Victoria en Valparaíso, Chile.  Aparte de esto, ese año en la sociedad chilena y en Chile no pasaba absolutamente nada.  Aquí en el Norte, en 1964 se produjo el primer Ford Mustang, de los cuales se vendieron 418.812 modelos entre los meses de Abril y Diciembre de ese mismo año.

La escala cuenta con 3 diferentes clases como base, y cada una con un nivel de energía disponible en términos de Watts: Tipo I = (10¹⁶W), tipo II = (10²⁶W) y tipo = III (10³⁶W).   Otros astrónomos han ampliado la escala a Tipo IV = (10⁴⁶W) y a Tipo V, en que la energía disponible para consumo en este tipo de civilización sería igual a toda la energía disponible no sólo en nuestro universo; pero en todos los universos y en todos los tiempos futuros. Estas adiciones consideran tanto el acceso a la energía, como a la cantidad de conocimiento que las civilizaciones tengan acceso y sostengan.

Primeramente es crucial considerar que la raza humana ni siquiera ha llegado al nivel básico de esta escala, lo que demuestra que no somos más bestias porque no nos alcanza el tiempo.  Estamos pegados en este desheredado nivel porque hemos sido incapaces de sobrevivir, mantenernos vivos y producir la energía que necesitamos sin depender de la agricultura y un surtido de animales muertos, por lo que seguimos siendo una pobre civilización de un rendido Tipo 0.   Para poder avanzar más rápido y en una forma más progresiva y tener algunas reales posibilidades de encaramarnos a una civilización de Tipo I, deberíamos considerar seriamente el eliminar permanentemente la pesada carga muerta que representan los dodoistas mamales circuncidados mentales sin moral evolucionaria; a quienes me he referido anteriormente en forma seguida y con un dedicado y honesto cariño negativo.

Volviendo a las predicciones del físico futurista Michio Kaku, éste cree (o se imagina) que podríamos alcanzar una clasificación como civilización Tipo I durante los próximos 100 a 200 años; y quizá en más tiempo.  Quizá míster Kaku sueña muy alto (lo que es bueno porque necesitamos soñadores progresistas).  Si consideramos que el hombre apareció en esta rotatoria pelotita celeste en la que vivimos juntos y revueltos desde hace unos 65.000.000 de años empezando con los primates. Si le agregamos a esto otros 2,015 años, según la última vez que sumé esto me dá 65.002.015 años de evolución.  ¿Y todavía estamos en el Nivel 0?  Quizá 100 o 200 años sea un poco irrealista. 

Ahora se preguntará usted, ¿qué realmente significa y representa cada uno de estos arbitrarios niveles altamente jerarquizados de civilización en términos más concretos y entendibles?  Ahora que aterrizamos convenientemente en el utópico campo de la fantasía inducida y auto infligida --conocida en otros círculos como "religión"-- hablaremos en detalle de esta futurista hipótesis sobre esta ponderadas "civilizaciones" posteriores.

Los Distintos Tipos de las Civilizaciones Kardashev

Tipo I

El concepto contenido en esta categoría Tipo I, implica que las especies de una civilización en general han sido capaces de conquistar y aprovechar eficientemente la mayoría, o toda la energía termonuclear de una estrella cercana o de otra fuente astral de energía utilizable para su recolección y almacenamiento.  Este acopio de energía aprovechable será utilizado para satisfacer las crecientemente agresivas demandas de energía de una población que se reproduce y multiplica rápidamente.

Para conseguir esta meta en forma estable, nuestra civilización conjunta tendría que aumentar su producción actual de energía en más de 100,000 unidades, siendo el valor de una unidad la energía que producimos mundialmente hoy en forma planetaria conjunta en un año.  Otra forma de conseguir esta ambiciosa meta requeriría que fuésemos capaces de emplear eficazmente y sin desperdicio la energía existente en todo el planeta, teniendo un control permanente y constante sobre todos los recursos de energía naturales disponibles en la Tierra.  

Mi abuelo solía decir astutamente: "La Humanidad comenzará a progresar rápidamente sólo cuando las razas se civilicen".  Como un gran conjunto de razas surtidas, si nosotros los lastimosos seres humanos dejásemos de pelearnos por pendejadas entre nosotros y nos concentrásemos en un fin común; podríamos controlar los volcanes, el clima, los terremotos, los tsunamis, la biota, los ríos, el mar, el viento, la temperatura, ¡e incluso los abogados, frailes y políticos!  Sé que soñar no cuesta nada, pero es una idea alcanzable.  

Para alcanzar este tipo de nivel de civilización habrá que generar proezas extraordinarias, hazañas titánicas, gestas épicas y epopeyas aparentemente imposibles de visualizar, pero en comparación a los avances científicos y tecnológicos que nuestra especie aún puede generar, esto nos dan la esperanza de superar estos niveles básicos y primitivos de control que poseemos ahora.  Estos avances que debemos desarrollar no son nada comparados con el calibre de los que alcanzarán las sociedades con una clasificación más alta.

Tipo II

El consecuente sucesor de la civilización Tipo I, es un salto mayúsculo al Tipo II.  Recuerde que a esta altura estaríamos "civilizados" por lo que trabajaríamos juntos por una misma meta y así avanzaríamos más rápido.  Los individuos que conforman la civilización Tipo II, empíricamente deberían ser perfectamente capaces de administrar, distribuír y aprovechar completamente el poder y la energía captable de su estrella más cercana; y no sólo logar la metamorfosis de los fotones estelares a energía pura, pero además obtener el control, manipulación, y la administración de la estrella en cuestión.  Las mecánicas y métodos propuestos para agenciarse este dominio energético varían en concepción e idea.

Hasta la fecha, el método propuesto más asequible y menos lejano a la realidad para alcanzar esta meta, es la presunta "Esfera de Dyson".  Esta gigantesca esfera hipotética consiste en una mega estructura que enclaustra completamente una estrella, entonces teniendo la estrella capturada en estas condiciones de aislamiento se podría cosechar la mayor parte, o la totalidad de la potencia energética contenida en este poderoso cuerpo celeste.

Esta mega recontra grande y circumbirúndica estructura (la Esfera de Dyson) sería entonces capaz de abarcar cada pulgada de la superficie de la estrella, y de esta forma; la recopilación de la mayoría --si no toda-- de la producción energética de la estrella podría ser recolectada para su transferencia a nuestro planeta para su proceso y uso posterior.  Por otro lado, si pudiésemos domar la energía de fusión nuclear que es el mecanismo primordial que estimula a las estrellas; esto significaría el poseer un reactor de mega escala que nos serviría para procesar esta energía y satisfacer nuestras canibalísticas necesidades energéticas.  Con estos inventitos, también podríamos cazar las enormes masas de gas espacial con un reactor orbital para así utilizar su hidrógeno, extrayéndolo lentamente a medida de que lo necesitemos.

¿Qué significaría para nuestra especie el tener a nuestra disposición esta formidable fuente de energía?  Contabilizando las posibles armas y equipo bélico que pudiésemos construír en base a este manantial extraordinario de energía, hasta hoy; nada conocido por nuestra ciencia podría destruír una civilización del Tipo II.  Además, esta energía a nuestra disposición nos abriría las puertas del universo de par en par.  También nos serviría efectivamente para defendernos de posibles ataques de otras civilizaciones galácticas, o de catástrofes cósmicas.  

En el estado de Tipo II, si ocurriese que un meteoro u otro cuerpo sideral del tamaño de nuestra luna o más grande penetrasen nuestro sistema solar en un curso de colisión directo con la Tierra, tendríamos la capacidad tecnológica para pulverizar y desatomizar ese objeto mucho antes que se aproximara a nuestro aguado planeta.  O quizá pudiésemos acelerar la velocidad elíptica de nuestro planeta para hacernos a un lado y dejar que la roquita sideral siga su camino y choque con otro desprevenido planeta. 

Pero si no quisiésemos alterar el movimiento natural de la Tierra, podríamos re-dirigir la piedrita astral el hacia el sol, o hacia un hoyo negro y que se joda.  Para hacer esto, tendríamos que tomar decisiones sin envolver a los políticos porque de otra forma, nunca podríamos ponernos de acuerdo para tomar una resolución de ninguna especie, y energía abundante o nó, con planeta y todo nos iríamos al Horno.  Entonces, teniendo el control y manejo de un planeta o de una estrella, acumularíamos más que suficiente energía para proteger a nuestra civilización humana y tener un seguro contra la extinción.  Los peligros existentes en ese futuro, ya no serán nada más que antiguos caminos.  Hasta ahora vamos bien y no hemos utilizado ni frailes, abogados o políticos.

Tipo III

El Tipo III de civilización convertirá nuestra especie en asiduos y osados nómadas y aventureros galácticos.  A esta altura de la historia humana creo que ya no seríamos clasificados como "Homo Sapiens" porque ya estaríamos muy pasados de moda.  Ahora; poseyendo una exorbitante cantidad de conocimiento acerca de todo lo que tenga que ver con energía en el universo, este Statum Scientiae nos daría el derecho y la oportunidad de denominarnos con un calificativo más apropiado para la especie, la que ya se ha convertido en una raza superior.  Propongo que nos denominemos: "Hominis Proficiebat", que es Latín para "Hombre Avanzado".  A esta altura ya no tendríamos el constante flagelo de los hirudos (sanguijuelas) mencionados anteriormente en el Tipo 0.

Ahora, hay que comprender que la evolución nunca viene gratis.  Con la manipulación de la energía cambiaremos muchas cosas como por ejemplo, nuestra alimentación, nuestro medio ambiente, nuestra biología, y nuestra genética por nombrar algunas de las más influyentes.  En términos biológicos y mecánicos empujados por miles de años de evolución, es factible que nuestros cuerpos hayan cambiado drásticamente en forma y tamaño, y los "terrestres" de esta civilización Tipo III diferirán enormemente de la raza humana que conocemos hoy.

Como parte de nuestra evolución, tendríamos la habilidad de transformarnos en "cyborgs", esos organismos cibernéticos que son parcialmente biológicos y parcialmente mecánicos; dejando a los descendientes humanos puros y sin alteraciones físicas mayores, como una subespecie humana en esta nueva, avanzada sociedad.  Aquellos desafortunados "humanos naturales" cuyas fisonomías sigan siendo enteramente biológicas, tendrán grandes desventajas en sus capacidades y habilidades físicas comparadas con sus homólogos cibernéticos, lo que los convertiría irremediablemente en un grupo de personas discapacitadas, inferiores, o no evolucionadas.

En esta etapa de desarrollo evolucionario la expansión y reproducción de la especie estaría mayormente a cargo de inmensos protectorados de robots capaces de "auto reproducirse", y los condones ya no prestarían uso alguno para los humanos; y su número de individuos se multiplicaría en millones, quienes se desplegarían como peste por todos los rincones de la galaxia colonizando y conquistando estrella tras estrella y cuanto objeto se les ponga por delante, repitiendo continuamente el proceso hasta conquistar el universo hasta el último rincón.  Sí, el Universo tiene rincones.

Cada uno de estos cyborgs tendría la capacidad de construír independientemente más Esferas de Dyson (o un modelo más avanzado) para continuar encapsulando energía y formando una mega-red de distribución para trasladar la energía al planeta que la necesite.  Para poder desarrollar esta ciclópea industria interestelar de producción de energía, primero nuestra especie tendría que resolver o cambiar algunas de las leyes básicas de la Física, como por ejemplo, viajar a la velocidad de la luz sin chocar con ninguna cosa en el espacio.   

¡Ah!  ¡La Velocidad!

En 1994, el físico teorético mexicano Miguel Alcubierre Moya propuso un nuevo tipo de tecnología (el Alcubierre warp drive) lo que nos permitirá viajar 10 veces más rápido que la velocidad de la luz, y sin llegar a romper la velocidad de la luz...  a 3,000,000 de kilómetros por segundo...  ¡Chuchas!  O sea que cuando prendamos los focos luminosos de nuestras naves espaciales para alumbrar el camino, la luz de estas lámparas estaría rezagada a unos 2,700,000 de kilómetros detrás de nuestra nave espacial, ¡por lo tanto no podríamos ver hacia a dónde carajo nos dirigimos!  Este futurista enunciado es bastante desconcertante, pero se supone que trabaja de la siguiente manera:

El concepto de la unidad "Alcubierre" se columpia en al Teoría General de Relatividad, y en realidad no intenta propulsar o acelerar una nave intergaláctica a insanas velocidades superiores a la de la luz; lo que hace en cambio, es utilizar la deformación espacio-temporal dictada por la Teoría General de Relatividad para deformar y manipular la tela del universo alrededor del galeón espacial.  Lo que ocurre entonces es que cuando se activa esta unidad Alcubierre, el espacio-temporal detrás de la nave sideral se expande, y el espacio-temporal delante de la nave se contrae. 

El efecto es que la nave experimenta una "caída libre" entre dos o más niveles de "tiempos similares y concurrentes" tejidos en la tela del universo.  Es como saltar en un "hoyo de tiempo" desde un tiempo presente a otro tiempo presente sin efectos inerciales o temporales.  También podríamos desarrollar múltiples velocidades mecánicas "warp", o inventar la "tele-portación", o sacar boletos para el "Worm Hole".  Y con esto, el Metro queda obsoleto.  ¿Qué cosas, no?

Si a esta altura usted está medio mareado con este loco escrito, tómese un descanso con un cafecito, un tecito o un matecito con Pisco antes de seguir leyendo porque lo que sigue, no lo creo ni yo mismo.  Y hablando de velocidad, cuando su suegra le pida una máquina que vaya de 0 a 200 en 5 segundos; regálele una pesa.

Tipo IV

Los seguidores de Kardashev proponen que una civilización de Tipo IV en esta escala sería demasiado avanzada y no evolucionaría más allá de Tipo III.  Kardashev cree firmemente que el Tipo III sería el límite y la máxima capacidad de desarrollo y evolución de cualquier especie.   Aunque muchos están de acuerdo con él, hay algunos creen que hay aún un nivel más, o un límite más alto que podría lograrse.

Se supone que las civilizaciones visualizadas en el propuesto Tipo IV, serían capaces de usufructuar del completo compendio energético de todo el universo y para eso, podrían viajar a la misma acelerada velocidad de expansión del espacio universal.  Además, esta especie de civilización Tipo IV podría vivir dentro de Agujeros Negros Supermasivos.  Si esto efectivamente es así, a esta especie del Tipo IV se le podría poner negra la cosa.

Para superar los métodos de generación de energía nombrados en las civilizaciones analizadas anteriormente, este tipo de hazañas (conquistar un Hoyo Negro) sería imposible conseguir hasta para la imaginación.  Entonces una civilización de Tipo IV tendría que recurrir a fuentes o surtidores de energía completamente desconocidas para el Tipo III en el universo.  Y quizá estas neófitas, desconocidas, y extrañas fuentes de energía, no se comporten o adhieran a las leyes de la Física que conocemos, y probablemente estén ubicadas "en el más allá".

Tipo V

¡Seguro!  El Tipo V podría ser el siguiente avance posible para tan avanzada civilización. Este nivel sería tan avanzado que los miembros de la especie que alcancen el nivel Tipo V serían básicamente dioses, y tendrían el conocimiento y la habilidad para manipular el universo cómo y cuando les satisfaga.  Y hasta aquí no más llegaría el famoso cuento de "La Creación" y no necesitaríamos más de la Tele ni del iPhone.

En realidad, la triste especie a la que llamamos "ser humano", está infinita y remotamente lejos hasta de soñar en alcanzar estos niveles.  Pero no debemos pensar que cosas como éstas no se pueden lograr porque el negativismo conlleva a la derrota; y la derrota es la negación de una especie.  Tratemos de proteger y cuidar nuestro planetita porque es el único que tenemos hasta la fecha.  Si no lo hacemos, estaremos muchísimo más cerca del Hoyo Negro de lo que esperamos.  Yo no soy un físico futurista, pero me imagino que los "hoyos negros" siempre huelen muy mal.

¿Mucha imaginación dice usted?  ¡No se olvide de que inventamos a los políticos!



El Loco

jueves, 1 de octubre de 2015

El Chepe

"El Chepe" es un tren de pasajeros que se desplaza desde el Estado de Chihuahua en México, hasta el puerto de Topolobampo al borde del océano Pacífico al otro lado del continente; también en México.  Sus rieles pasan por más de 37 puentes y 86 túneles, encaramándose tan alto como 2,400 metros sobre el nivel del mar -esto cerca de la parada "Divisadero" que marca la división continental y que es un mirador popular en el Cañón del Cobre.  Cada viaje de punta a punta toma aproximadamente 16 horas, unos cinco días si uno hace las paradas de rigor.  Una cosa curiosa es que la via férrea a veces cruza sobre sí misma para ganar altura.

Le llaman "el Chepe", lo que es una articulación fonética de la marca representativa del ferrocarril: Ferrocarril CHP (CH=che, P=pe), y CHP es para indicar Chihuahua-Pacífico.  El nombre completo del tren es: Ferrocarril Chihuahua al Pacífico.  Durante la Revolución Mexicana, a lo que ahora es El Chepe se le conocía como el "Tren de la Revolución".  ¿Qué cosas, no?   

El moderno tren Chepe fué construído en el año 1961, y hoy en día es el único tren de pasajeros en México y la única conexión terrestre entre las ciudades de Chihuahua en el Estado de Chihuahua y Los Mochis, en el Estado de Sinaloa.  Es una inolvidable experiencia pues en su largo recorrido por la Sierra Madre Oriental y las Barrancas del Cobre permiten admirar paisajes realmente espectaculares e inolvidables.

Desde su arranque, el Chepe se interna entre los majestuosos paisajes de la Sierra Tarahumara, el extenso territorio donde se conjugan los rasgos más importantes de la historia y el folklore de la cultura Tarahumara, la cultura Rarámuri, y las Barrancas del Cobre o Copper Canyon, como es conocido internacionalmente.  El Chepe sale todos los días del año de la estación de Chihuahua hacia Los Mochis, y de Los Mochis de regreso a Chihuahua a las 6:00 AM, terminado su ruta aproximadamente a las 21:00 horas durante la cual hace escala en los principales puntos turísticos de la ruta.


En el año 2006 mi familia y yo visitamos Chihuahua por un asunto de negocios mío, pero también era un viaje de vacaciones.  Hacían parte de mi comitiva mi esposa, mis tres hijos y los padres de mi esposa.  Allí encontramos al Chepe, y decidimos tomar esta ruta ferroviaria y aventurarnos anhelosos en los confines de los majestuosos paisajes de las Barrancas del Cobre, donde viven los indígenas Tarahumara y Rarámuri.  El tren era cómodo: coches comedor, coche bar y coches de pasajeros con asientos reclinables, aire acondicionado y calefacción, y además con servicio de alimentos y bebidas.


Es poco sabido, pero las Barrancas del Cobre o el "Cañón del Cobre" como se le conoce mejor internacionalmente, es cuatro veces más grande que el Cañón del Colorado en Arizona, USA.  A éste se le llama Cañón del Colorado porque el río Colorado (por su color arcilloso) lo talló durante los últimos 40 millones de años hasta lo que es ahora.  Nuestro interesante viaje en el Chepe nos llevó por uno de los recorridos más entretenidos y más espectaculares que he visto a lo largo de mi atolondrada y aventurera existencia humana.

La cosa es que nos levantamos antes de las 3:00 AM para viajar a la estación a alcanzar el tren.  Estábamos pernoctando en un rancho que le pertenece a un amigo mío que es uno de los descendientes directos de José Doroteo Arango Arámbula; alias  Pancho Villa, a unos 70 kilómetros de la ciudad de Chihuahua.  Después de más de una hora de viaje bandeando el costado del desierto de Chihuahua y haciéndole el quite a los borrachos que conducían camionetas destartaladas zigzagueando por la ruta, llegamos sanos y salvos a Chihuahua, y a la estación del tren.  Nuestro amigo nos apeó en la estación junto con nuestros bártulos.

Yo ya tenía los boletos para el viaje, pero me acerqué a la ventanilla para confirmarlos.  Una vez hecho esto, nos hicieron pasar al andén.  Y ahí estaba el Chepe.  Su locomotora y sus coloridos carros estaban sentados silenciosamente sobre los negros rieles.  En el andén había un surtido maremágnum de disímiles pasajeros.  La mayoría de la caterva la constituían indígenas Tarahumara y Rarámuri vestidos en sus coloridos ropajes y sosteniendo sus enseres en zurrones, escarcelas y costales, y las madres acarreando sus retoños en los brazos o cargados a la espalda a modo de mochila.  También había turistas surtidos, la mayoría mexicanos, pero se veían algunos escasos europeos que se distinguían claramente por lo blancos que eran, por los ropajes inauditamente inapropiados para el viaje que llevaban, y por la cara de perdidos por la falta de conocimiento para hablar un lenguaje exquisitamente "mexicano" y más local que el ombligo. 

Entre los pasajeros que esperaban la orden de abordar, en una banca de madera arrimada contra la muralla de la estación, estaba sentado un viejo loco con cara de maldito que nos miraba rencorosamente.  Yo siempre con un ojo avizor para proteger mi familia, ya lo tenía en la mira al viejo éste.  Como muchos mexicanos entienden bastante inglés, con mi quebrado italiano me dirigí a mi suegro (que es italiano) y le dije: "ha il volto di quel vecchio pazzo, tenerci lontano da lui", lo que según yo y mi tarzanesco italiano, significa: "ese viejo tiene cara de loco, mantengámonos alejados de él".  La ley de Murphy probó sin lugar a dudas de que aunque empírica, es efectivamente correcta: el viejo de mierda entendió claramente lo que le dije a mi suegro y apuntándonos con su dedo índice comenzó a vociferar a grito pelado: "¡Facista, facista!".  ¿Éste trasnochado veterano se habrá creído que yo era Benito Mussolini?  ¿Qué cosas, no?

Este viejo chico vestía un terno blanco medio amarillento muy arrugado.  Al parecer, lo había planchado con un repollo.  El terno se veía ajado y deformado, y tenía manchas visibles quizá de antiguas comidas grasosas, las que se habían quedado a vivir en el traje.  Claramente el terno necesitaba un cambio de aceite.  También llevaba escondida debajo de la chaqueta una camisa que en sus orígenes, hubiese podido ser blanca, pero que ahora era de un sospechoso color almendra pálida, casi podrida.  Los zapatos eran de un incierto negro con blanco y no combinaban para nada con la vestimenta.  Al parecer, su vestimenta era el legado de algún gánster con bastante mala suerte.  Los calcetines que envolvían sus ridículos pies eran cerúleos y con esto, uno se podía dar cuenta que su mamá no lo sabía vestir.  Para coronar este "Pierre Cardín" ambulante en desgracia, este hombrecito llevaba un sombrero al estilo Pedro Navaja, también sucio, con marcas de traspiración, y descalabrado por los años de abuso.

No lo sabía aún, pero este viejo chico mal amarrado se convertiría más tarde en una punzante e irritante cefalalgia.

A las seis de la mañana en punto el conductor del tren dió la voz de "¡Todo el mundo a bordo!", y todos los pasajeros esperando abordar comenzaron a subir al tren.  En las puertas de los carros había conductores uniformados revisando los boletos e indicando dónde ir a sentarse.  Una vez que nos conciliamos en los acomodaticios asientos del tren, hubo una corta espera antes de que el penetrante silbato del tren anunciara que dejaba la estación.  Estábamos excitados con el temprano comienzo de esta aventura.  El tren comenzó a desplazarse lentamente por sus arrabios rieles en busca de la salida de Chihuahua.  Los niños y los suegros estaban soñolientos debido temprana madrugada, y se acomodaron en los mullidos sillones y se durmieron plácidamente mientras que el tren nos farfullaba al oído con el sordo paso de sus zapatos de acero: "tacá-tacá (pausa), tacá-tacá, (pausa), tacá-tacá (pausa) ..." y así,  lenta pero seguramente fué dejando en lontananza a la histórica ciudad de Chihuahua, nombre que en el lenguaje Nahuatal significa: "entre dos aguas", aunque en la lengua Tarahumara significa: "lugar seco y arenoso".

No sé cuánto tiempo pasó, pero de pronto apareció el conductor en su impecable uniforme oscuro y con su negro quepís adornado con el logo del tren, para validar los boletos.  Los niños y los suegros continuaban durmiendo a pesar de los lentos pero bruscos bamboleos que daba el tren.  Los boletos parecía una guía turística más que boleto.  Tenían una lista y un horario de todas las paradas, indicaciones sobre hitos y mojones a lo largo de la ruta, y donde uno podía bajarse a visitar, y tomar el próximo tren para continuar a la siguiente parada.  Es como el metro, pero sin el olor a sobaco y a meado.  El conductor le propinaba un hoyo al boleto en el lugar correspondiente con su perforadora manual, la que llevaba convenientemente amarrada a un cordelito alrededor de su cuello.

El tren ya había salido de los límites de la ciudad de Chihuahua y había aumentado su velocidad.  El "tacá-tacá (pausa), tacá-tacá, (pausa), tacá-tacá (pausa)..." era ahora más rápido y más estrepitoso, y los tumbos; más robustos.  Para mi intranquilidad, noté que el enjuto viejo chico vestido de un umbroso blanco estaba sentado al final de nuestro vagón, y que nos miraba incesantemente apuntándonos con el dedo índice.  No le hice mucho caso, y me integré a los bellos durmientes mientras que mi esposa seguía leyendo una de las inagotables guías turísticas que acarreaba en una bolsa hecha de fibra de agave; y entre los tacá-tacás y los secos tumbos, me dormí sin oneirodinias.

Poco tiempo había pasado cuando me despertó la alabarda de los pasajeros que se apuraban en ir al carro-comedor que había abierto sus puertas para el desayuno.  Debería haber sido como a eso de las siete de la mañana, pero me importaba un coco porque no estaba ni apurado, ni en horario.  Cuando miro los números de cualquier reloj, siempre me acuerdo de que el número 30 está envidioso del número 3, porque si el 30 fuese "sincero", sería como el tres...  Despertamos a la familia, y nos dirigimos a calmar nuestros jugos gástricos al carro comedor.  Cuando nos dirigíamos al carro-comedor, pasamos enfrente del seco viejo chico que estaba dormido desparramadamente en su asiento.

El carro-comedor no estaba muy congestionado y había espacio de sobra para todos.  Nos sentamos en una gran mesa y comenzamos a explorar el Menú.  El Menú no era extenso, pero contenía manjares de desconocidos nombres y de los que no tenía la más emigrada idea de lo que eran; y se listaban otras viandas que sonaban a vetandas.  Como mi familia y yo somos sumamente osados y resueltos, pedimos valientemente al azar en esta audaz "Ruleta Rusa de la Manducatoria Mexicana".  Ordenamos diferentes platillos y todos resultaron ser unos delicados manjares dignos del sensorial paladar y las sensuales papilas gustativas de Bacchus (Baco).

Mientras terminábamos de desayunar, yo estaba en la segunda taza de café cuando de pronto, por la puerta de del carro-comedor; apareció el vejete con su pálida cara.  Traía el sombrero en la mano, y su cenceña cabeza exponía unos patéticos pelos grises largos y grasientos a modo de peinado sin ninguna personalidad.  Apenas entró al carro-comedor nos vió y dirigiéndose hacia donde estábamos y apuntándome con el dedo me gritó: "¡Facista, facista!".  Uno de los meseros se dio cuenta de esto, y se llevó al viejujo de un brazo hasta el fondo del carro donde lo sentó en una mesa aislada.  Desde allí nos miraba sin decir palabra. 

Esa mañana como a las 8:30, llegamos a nuestra primera parada: Cuauhtémoc.  En el poblado de Cuauhtémoc se encuentra la comunidad menonita más numerosa del mundo.  Los menonitas son una rama pacifista y trinitaria anabaptista, la que es otra de las incontables ramas sueltas del autodenominado cristianismo.  El nombre de este pueblito, Cuauhtémoc; se deriva del último Emperador Azteca que rigió Tenochtitlán (La Triple Alianza) desde el año de Su Majestad de 1520 a 1521.  En realidad no había mucho que ver en esta parada, así que nos montamos en el tren otra vez, para seguir a La Junta.

La Junta es una preponderante conjunción de varias vías ferroviarias y carreteras y un poblado eminentemente ferrocarrilero.  Su circumbirúndico nombre tiene su origen precisamente en la construcción de las líneas férreas y sus convergentes autopistas ya que es el punto donde se unen o se "juntan" el Ferrocarril Chihuahua al Pacífico, y la Carretera Federal 16

Nos apeamos brevemente en la estación de La Junta a comprar algunas de las chucherías que los indígenas vendían en el polvoriento y seco andén.  El viejo no se bajó del carro y nos miraba agudamente por una de las ventanas del tren.  Yo lo tenía en el reojo sin perderle pisada porque no sabía si este viejo loco era capaz de algo.  Cada vez que giraba mi cabeza hacia él, me apuntaba con el torcido dedo índice gritando su coloquial: "¡Facista, facista!".  "Viejo de mierda" –pensé para mí.

El tren silbateó y todos los turistas regresaron al tren, el que inició su ferromecánica marcha hacia su próximo destino: San Juanito, situado en el punto más elevado de la Sierra Madre Occidental, en el municipio de Bocoyna.  San Juanito en sus días de oro fué un centro de embarque de madera procedente de los aserraderos que se dedicaban a la explotación forestal de la Sierra.  No nos bajamos aquí porque era la hora de almorzar, así que nos fuimos al carro comedor.  Y el vejete atrás...

A esta altura el viejo ya me generaba un gran problema sexual: cada vez que lo veía, ¡se me hinchaban las pelotas!  Tomé una beligerante actitud defensiva anticríptica –mayormente para contrarrestar sus irracionales y esporádicos embistes y proteger a mi familia de un posible potoconloco(1).  Cada vez que me cruzaba con este individuo, lo miraba fijamente a los ojos apuntándole con mi dedo índice el que posicionaba desde mi nariz hacia adelante.  Mantenía mis ojos tremendamente abiertos y sin pestañar mientras le miraba fijamente, y le mostraba mis dientes con la mandíbula inferior superpuesta sobre la superior de modo que la cara se me veía papichenta.  Sostenía esta posición por unos pocos segundos mientras cruzaba delante de él dándole la cara. 

 (1) "Potoconloco".  Esta nomenclatura pseudodóxica Castellana es otro chilenismo protomorfo-lingüístico del demagógico Coa popular y fescennine chileno; de la cual su sumpsimus sería: un lío mayor pero sin grandes consecuencias, lo que se puede resumir con otra expresión chilena: "despelote".  

Cuando hacía esto, el viejo chico se me quedaba mirando perplejo y quizá un poco asustado, pero unos minutos después y cuando se recuperaba del cernícalo torpedeo fantodial, nos buscaba donde quiera que nos dirigiésemos, y cuando nos encontraba comenzaba a repetir sus fantochadas.

El tren seguía su marcha.  La próxima parada fue más larga porque había mucho más que ver.  Nos apeamos en el poblado de Creel (y con el viejo jodío atrás).  Este pulverulento y arrinconado pueblo ferroviario dedicado a la tala de árboles tiene varios miles de habitantes los que han rediseñado Creel como un centro turístico regional y como la "puerta de entrada" a las Barrancas del Cobre.  Sus innumerables y folklóricos boliches de venta, sus económicos hoteles rústicos y sus conexiones de autobuses y guías de turismo lo convierten en un buen punto de partida para visitar y explorar sus cañones periféricos, y algunas comunidades indígenas de las sierras altas.

Esa noche pernoctamos en un hotel en que la mitad del edificio colgaba en un acantilado de unos 800 metros de profundidad.  ¡Asomarse al mirador de madera (que era la extensión del "living") para ver el acantilado daba un julepe(2) mayúsculo!  Después de visitar las tiendas cerca de la estación del tren y cenar en un aburrido restaurante, nos fuimos a dormir.  Al otro día haríamos tres excursiones durante el día, y para esto; deberíamos estar bien descansados.  Cuando salimos del restaurante para dirigirnos al hotel, no ví al vejete por ningún lado.  Dando un suspiro de alivio, caminé en silencio hacia el hotel.

(2)  Julepe.  La palabra julepe sostiene diferentes significados dependiendo de quien la conozca.  Por ejemplo, es el nombre de un juego de naipes, también puede significar esfuerzo excesivo, o reprimenda; e incluso es el nombre de una bebida medicinal la que contiene eucaliptus.  En este escrito significa susto.  La palabra julepe se deriva del Catalán: julep o Xulepe.

La mañana llegó temprana y bulliciosa con taconeos en el entablado de los corredores del hotel acompañados de excitadas voces bajando al comedor a desayunar.  Eran casi las seis de la madrugada.  Si yo hubiese sido uno de estos Rumís, diría que es pecado mortal el levantarse tan temprano cuando uno está de vacaciones, pero como no soy ortodoxo, no digo nada; solo lo pienso...

La primera excursión fué a la Reserva Ecológica "Arareco" operada por los indígenas Tarahumara.  Allí hay un hermoso lago de aguas turbias con botes a pedales, y para joder, una misión (capilla) con su campanario al estilo Jesuíta construída cuando estos frayes vinieron a América a revolver el gallinero sin que nadie los hubiese invitado.  Pero bueno, es lo que hay.  Como estas construcciones obscenas no me apetecen, nos retiramos apuradamente del lugar para seguir viaje a Cusárare.

El nombre Cusárare viene del lenguaje Rarámuri de los nativos Tarahumara, y significa "Las Aguilillas".   Después de un vapuleado viaje en una camioneta de pasajeros más vieja que la injusticia y más parchada que momia; llegamos a la cascada de Cusárare.  Quizá si usted haya visitado "El Salto del Ángel" en Venezuela, o la cascada Yosemite en California, o la cascada subterránea Ruby Falls que se encuentra en las entrañas de la Montaña Lookout cerca de Chattanooga en Tennessee; la cascada de Cusárare no le impresionará, pero así y todo, es hermosa y tiene lugares para bañarse entre las gigantescas rocas que la forman.

La cascada exhibe un torrente permanente de apenas unos 30 metros de altura, y es considerada una de las cascadas más bonitas de México.  Para referencia, El Salto del Laja en Chile es una cascada de escasos 20 metros de altura, y la última vez que visité allí encontré sus parajes sucios, diseminados de basura por doquiera, con grafiti por todos lados, y los precios de sus establecimientos eran ridículamente caros.  Espero que hayan limpiado un poco porque dá vergüenza ajena referirles este sitio a los turistas.  Cuando visité (hace mucho tiempo atrás) mi hijo de cinco años me dijo con su prístina voz en Inglés: "¿Papá, por qué está tan sucio?".  Mi respuesta fue categórica: "Porque no han civilizado este lugar aún".

Después de una activa visita terminamos nuestro vertiginoso romance con Cusárare, y nos dirigimos al pequeño pueblo de Batopilas antes de que se nos terminase el día.  La fósil camioneta tosía y refunfuñaba mientras subía por los interminables recovecos y curvas del camino de tierra y ripio en busca de la cumbre de la montaña que alberga gloriosa y generosamente a Batopilas.  El olor a ala del chofer no contribuía a disfrutar el viaje.  Debido al constante culebreo del camino, a estos viajes en la zona les llaman "Dramamina Express".

Batopilas está incrustada en la parte inferior del precipicio del Cañón Batopilas, y fué fundada por los conquistadores españoles en 1632 como un centro de minería para extraer Argenta (plata).  Desde que los españoles comenzaron a explotar estas minas, docenas de minas de Argenta extraordinariamente productivas han sido perforadas en la zona; y se estima que las minas de la zona han producido siete veces más Plata que la famosa mina de Argenta de Kongsberg, en Noruega.  En Batopilas la minería está ahora agonizando.  Como diría el Puertorriqueño de El Pantano Maldito"¡Hay mijo, es un pueblito de lo más mono, oye!".

Mientras el sol ya se retiraba apuradamente entre las montañas a esconderse en su cubil nocturno, regresamos a Creel.  Durante el viaje de regreso realicé que habíamos disfrutado de un largo día sin el demente vejete gritón arruinándonos el viaje.  A pesar de los tumbos de la camioneta y del horrible olor a sobaco proletario del chofer, me dormí plácidamente en el poco mullido asiento de atrás de la camioneta mientras que mi involuntaria mente soñaba con la inmortal Juana...

Esa noche dormí profundamente y mi cansado y patriarcal cuerpo tuvo la oportunidad de recargar baterías, mitigar dolores, y aminorar parte de la centenaria lasitud que constantemente arrastra encarnada en la balumba de mi humanidad.

La mañana siguiente me despertó sobresaltada.  Cuando abrí los ojos después de que me vapulearan para despertarme y decirme que me apurara porque el tren se acercaba, mi mujer y mi suegro enfilaron inmediatamente hacia la oficina del hotel para registrar nuestra salida.  Entre tanto que mis hijos terminaban atolondradamente sus desayunos y mientras mi suegra trajinaba los últimos preparativos.  A pesar de que había dormido bastante, aún me sentía cansado, pero me consolé pensando que no haríamos escala en la siguiente parada del tren en el pequeño poblado de Pitorreal, una comunidad de unas 20 a 24 casas, y que seguiríamos directo a Divisadero, un lugar rodeado de un espectacular paisaje de montañas; así que podría dormir un poco más en el tren.  Pero me olvidé del viejo de mierda.

Apenas nos montamos en el tren, ví que esa vieja colilla del escroto de Benito Mussolini ya estaba acomodado en nuestro carro, probablemente para hacernos el viaje desagradable.  Apenas nos acomodamos, el tren partió raudo en busca de Pitorreal donde desmontaría solo a algunos pasajeros y seguiría camino a Divisadero.  No llevábamos ni cinco minutos de marcha cuando oí la desagradable voz del viejo gritando otra vez: "¡Facista, facista!".  Me volteé enseguida y lo ví de pie apuntando su sucio dedo hacia nosotros mientras chillaba como verraco.  Ya bastante molesto, me paré con la decidida intención de arrojar al viejo por la ventana del tren, tal como lo hice tiempo atrás en Sulmona, Italia con un individuo parecido a éste. 

El animalejo Italiano aquel que arrojé del tren en esa ocasión era más joven y cuando cayó en el térreo y polvoriento suelo no muy lejos de la estación de donde habíamos zarpado, y después de rodar revolcadamente unas cuantas veces, se paró lleno de tierra y me ofreció airadamente su puño maldiciendo a viva voz, pero para él, era ya demasiado tarde.  El tren se alejaba muy rápido para que este animalejo lo pudiese alcanzar, así que se quedó botado a unas dos leguas de la estación de Sulmona.  No fué lo más elegante, pero resolvió el problema.  Basado en el éxito de esta experiencia, calculé que también trabajaría con este viejo ladillento(3).  Casualmente, este episodio en Sulmona también ocurrió cuando viajaba con mis suegros y éste se acordaba vívidamente de ello, así que cuando me paré tan decididamente, súbitamente me agarró de un brazo y me dijo:

- ¿Lo vas a tirar del tren?
- ¡Sí! –contesté airado-.
- No –me dijo- vamos muy rápido y podría ser peligroso...

Miré a mi suegro en los ojos y acepté su intemporal sabiduría, y acto seguido; me volví a sentar en el mullido asiento del Chepe.  Afortunadamente el Conductor se encontraba en nuestro carro, y le advirtió al viejo que si seguía gritando lo haría bajarse en la siguiente estación.  Esto contuvo a la momia viviente, la que se quedó callada por el resto del viaje.

(3) Esta es otra cacofonología derivada de la neutropenia neuronal del lenguaje popular chileno.  "Ladilla" es el nombre vulgar con que los chilenos denominan al "Pthirus pubis", ese incómodo insectito anopluro ectoparásito que a veces llevamos en los pendejos y que molestan tanto como los políticos.

Quizá esto les parezca exagerado, pero no lo es.  Para mí, el arrojar a veces gente fuera de trenes en movimiento es un deporte bastante ameno y satisfactorio porque rápidamente resuelve problemas.  El remoquete de "el Loco" lo obtuve basado en repetidamente probados méritos, y en mis acreditadas y audaces acciones, por lo tanto; me lo gané en buena ley y sigue siendo tan válido hoy, como cuando jugaba pichangas en el viejo patio aquel de baldosas verdes.

No me dí cuenta cuando paramos en Pitorreal porque dormí placenteramente hasta que la sirena del tren anunció su llegada a Divisadero.  Nos apeamos del tren con nuestra impedimenta, y nos dirigimos al hotel "Divisadero Barrancas" en el cual teníamos hechas nuestras reservaciones.

Divisadero es un lugar con vistas de las Barrancas del Cobre, de Urique y Tararecua simplemente espectaculares, en donde se puede tener contacto con las comunidades Tarahumaras, saborear sus comidas típicas y comprar sus expresivas artesanías.  El hotel Divisadero está ubicado en el mismo borde de un enorme y profundísimo acantilado que al mirar hacia abajo desde los balcones de las habitaciones, produce una incomoda sensación de vértigo debido a su increíble altura, y donde la acrofobia siempre está presente y aglutinada en el tablado de sus extendidos balcones.

El hotel Divisadero está a una altitud de 2.200 metros sobre el nivel del mar, y sus acantilados parece que tienen 2.100 metros de profundidad.  Dicen que el eco se demora tres días en llegar de vuelta cuando uno grita hacia abajo.  La entrada del hotel es rústica y decorada exquisitamente con grandes ventanales y una gran y acogedora chimenea, y en donde también están ubicados la recepción y el bar.  En el segundo nivel de este edificio de madera hay un comedor panorámico amplio de altos techos, y creo que sus habitaciones ofrecen la mejor vista de todos los lugares en que estuvimos en las Barrancas, a pesar de que hay un ligado semanticismo panorámico entre todos estos lugares.  

En este lugar hicimos varias excursiones y nos quedamos allí por tres días.  Entre los varios lugares que visitamos, el que más me gustó fué Paquimé.  Afortunadamente el viejo de mierda no estaba alrededor porque las excursiones eran pagadas.

Paquimé es la mayor zona arqueológica de la región y sus estructuras de barro representan a los pueblos y culturas del desierto de Chihuahua.  Su establecimiento se originó alrededor del año 700 de la Era Común, y alcanzó su apogeo en los siglos XIV y XV.  Esta cultura es importante porque su arquitectura marcó un hito en el desarrollo de la arquitectura del asentamiento humano en esta vasta región, y es un ejemplo desacostumbrado de la tremenda organización y uso del espacio en la arquitectura.

Paquimé fué un punto y la vía de comercio para el intercambio cultural entre la cultura Puebla del Suroeste de los Estados Unidos y el Norte de México, y las civilizaciones más avanzadas de Mesoamérica –la que es una región y el área cultural en las Américas, que se extiende aproximadamente desde el centro de México a Belice, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, y el norte de Costa Rica- dentro de la cual las sociedades precolombinas florecieron antes de la colonización española de las Américas en los siglos XV y XVI.

La región de Mesoamérica es una de las seis áreas en el mundo donde estas antiguas civilizaciones surgieron independientes, y la segunda región en el continente Americano después de Norte Chico (Caral-Supe) en el norte costero del Perú.  Paquimé es ahora un sitio de UNESCO.

Nota del Autor: Nos saltamos San Rafael, Cuiteco, Bahuichivo, Loreto y Sufragio.  La única razón para no visitar estos lugares fué que queríamos volver a Chihuahua dentro de una semana de nuestra partida para visitar otros lugares en el Estado, incluyendo el Museo de Don José Doroteo Arango Arámbula, alias: Pancho Villa, el Centauro del Norte.

Otra Nota del Autor: ¿Sabía usted que lo primero que hacen los Mexicanos cada vez que se despiertan es mirarse la mano (cualquier mano) y decir: ¡Hola mano!?

"Posada" fué la parada de más adelante.  La estación Posada Barrancas está al lado de Areponapuchi, un pequeño poblado con un par de minúsculas tiendas que está localizado en el mismo borde del cañón.  El nombre del pueblito es "Arepo", lo que no tiene nada que ver con las "arepas" venezolanas.  Aquí hay varios miradores para contemplar y disfrutar las espectaculares vistas del cañón.  Fuimos al Parque de Aventuras Barrancas del Cobre donde nos encaramamos a una soberbia tirolesa (cable), en la que uno cruza una parte del cañón a gran velocidad sobre un precipicio de más de 1.500 metros de altura sujeto por unos meñiques y delgados cablecitos.  Aquí es donde la pajarilla y el julepe se fusionan carnavalescamente en la pilcha.

Después de agotar nuestras reservas de adrenalina en esta actividad, nos dirigimos a Témoris.  En la estación de Posada vislumbré al viejo con su bolsa sucia preparándose para subir al tren.  La sola vista del este viejo me revolvió el estomago de pensar que tendríamos que soportar sus estúpidos gritos y su hostigosa actitud.  La idea de tirarlo del tren me sabía más atractiva y cercana con cada encuentro con el viejo.

Témoris es otro pueblito minúsculo situado en el corazón de las Barrancas de la Sierra Madre Occidental.  En ese tiempo en que visitamos, sostenía una población de alrededor de 1.300 personas.  Témoris es la localidad más poblada del área y el asentamiento del municipio de Guazapares en Chihuahua.  A una gran altura sobre el nivel del mar, ofrece vistas asombrosas e imponentes de sus profundísimos acantilados, despeñaderos, e insondables simas; y con más túneles que un queso suizo.  Creo que lo bautizaron Témoris porque cuando te asomas a uno de sus precipicios, ¡"Te-morís" del susto!

Ese día no ví al viejo.

Dejamos el pequeño pero cómodo hotel en Témoris -del cual no recuerdo su nombre- para re-abordar el Chepe que ya estaba descansando en la estación férrea esperando a sus pasajeros y haciendo ronronear los roncos motores de la locomotora.  Anteriormente, cuando hice las reservaciones en este hotel previo a nuestro viaje, el anuncio del hotel decía que era de "dos estrellas", pero no mencionaron que al parecer las "estrellas", eran de cartón.  A lo que yo estoy acostumbrado y entiendo por "dos estrellas" difiere de lo que encontré allí.  En fin, no tengo reclamos sobre hotel, ni del servicio, ni de las acomodaciones, o de la comida, pero creo que deberían anunciar el hotel como "dos asteroides" en vez de "dos estrellas".

El viaje a El Fuerte desde Témoris toma un poco más de 3 horas a pesar de que la distancia entre estos dos sitios es solo de 132 kilómetros.  El tren no se mueve a gran velocidad y no puede debido a lo agreste y escabroso de la vía.  Es un viaje un poco largo y algo agotador, pero la hermosura de los paisajes hacen la travesía muy llevadera, con o sin un viejo de mierda gritando: "¡Facista, facista!".

Llegamos a El Fuerte a las 7:30 PM un poco cansados, y nos ubicamos inmediatamente en el hermoso y colonial Hotel Posada Hidalgo; hermoso pero muy caro para el objetivo del viaje.
Al siguiente día nos levantamos temprano y después de consumir un desayuno a "lo mero macho", nos dirigimos a disfrutar de las atracciones de El Fuerte.

En mi muy modesta opinión de fogueado y avezado viajero y aventurero, El Fuerte es una de las ciudades coloniales más hermosas y magníficas en esta región nor-occidental de Sinaloa.  En su apogeo y por varios siglos, El Fuerte fué un importante punto y enlace comercial para los abundantes mineros que excavaban en busca de oro y plata.  Hay una cantidad de fascinantes mansiones coloniales alineadas a lo largo de las calles adoquinadas que llevan a la Plaza de Armas del lugar.  Esta grata estampa me hizo recordar a "Lima la Vieja" en Lima, Perú.

El Fuerte (no la ciudad) fué erigido en 1610 para proteger la ciudad (fundada en 1564) de los sanguinarios indios Zuaque y Tehueco que forman parte de los varios pueblos indígenas denominados Cáhitas.  Las numerosas tribus Cáhitas habitaban en lo que son los actuales estados mexicanos de Sinaloa y Sonora.  El Fuerte es quizá más famoso porque es la cuna del legendario y romántico Don Diego de la Vega, conocido por nosotros desde que éramos chiquitos como "El Zorro".  No sé por qué cuando escucho esta palabra siempre me acuerdo de la Juana...  En 1590 los pantufleros Franciscanos llegaron a contaminar y emponzoñar la zona.

Nuestra última parada fué en Los Mochis, nombre que significa: "Lugar de Tortugas".  Ésta es una ciudad portuaria en la costa levantina del Mar de Cortés.  Los Mochis es la única ciudad de México a la que se puede arribar en tren, carretera, mar y aire.  Aquí visitamos la bahía de Topolobampo e hicimos un recorrido en yate por las diferentes bahías del lugar.  Sin sorprenderme, descubrí que el viejo de mierda también estaba a bordo del yate de turismo, pero ya no gritaba "¡Facista, facista!".  Quizá ya estaba asustado con todas las caras malditas que le puse cada vez que me cruzaba con él.  Desafortunadamente, la oportunidad de tirarlo al agua no se presentó.

Después de una agradable travesía ignorando al viejo de mierda, nuestra visita a Los Mochis terminó en una gran mesa de restaurante donde disfrutamos por primera vez de mariscos y pescado frescos.  Las ciudades grandes ya no me atraen, así que apenas mis compañeros de viaje se saciaron de visitar lugares, regresamos al hotel para embarcarnos al día siguiente en el Chepe para regresar a Chihuahua.  El Chepe zarpaba a las seis de la mañana desde Los Mochis, así que tendríamos que levantarnos muy temprano al otro día.

Al día siguiente y una vez que llagamos a la estación del tren, entre la gente que estaba esperando que el animal de fierro se pusiera en movimiento, estaba el jodío viejo que ya era una estampa desagradablemente permanente en nuestra jornada.  El Chepe no se hizo esperar y el conductor nos indicó que subiéramos a bordo para partir.  Nos subimos al carro y por supuesto, el viejo desgraciado se subió detrás de nosotros murmurando en voz baja: "¡Facista, facista!".  Esto me repitió el incómodo problema lúbrico: ¡se me volvieron a hinchar las pelotas y me dieron unas tremendas ganas de asestarle una buena patada en los mariachis!

Después de acomodarnos, yo ya estaba exasperado con el viejo de mierda que se sentó en el extremo opuesto del carro que ocupábamos.  La mañana estaba oscura porque el sol aún no había aparecido, en el carro nuestro había muy escasos pasajeros, y el conductor no estaba por ninguna parte.  Ante las propicias circunstancias, me paré sutilmente de mi asiento y me dirigí rápido hacia el viejo.  El Chepe ya iniciaba su lento movimiento.  Creo que el viejo se asustó al verme caminar hacia él tan decididamente.  El vejete estaba sentado contra la ventana, y su sucio bulto descansaba sobre la parrilla por encima de los asientos.  Lamentablemente (o afortunadamente) para el viejo, todas las ventanas del tren estaban abiertas porque el aire acondicionado todavía no estaba en funcionamiento.

Lo miré fijamente a los ojos con mi mejor cara de loco y sin titubear, veloz y osadamente tomé el bolso del vejete copuchento y ladillento y lo arrojé por la ventana del tren hacia el andén de la estación mientras que el tren seguía su marcha.  El viejujo rápidamente saltó del tren dinámico como ardilla en celo y se fué a recuperar su morral.  ¡Nunca había visto un viejo más arrugado y más ágil que éste!  Había calculado mal pensando que el viejo se demoraría más en bajar del tren, y antes de darme cuenta, el viejo jodío ya venía de vuelta hacia el tren dando saltitos de pony (Equus ferus caballuscojo con su bulto en la mano.  He aprendido que situaciones apremiantes requieren soluciones rápidas y efectivas, lo que no deja tiempo para medir consecuencias.  Por lo tanto, como visitante en Mexico, me ví obligado a reaccionar a lo mero macho.  ¿Qué cosas, no?

Unos dos o tres metros antes de que el viejo alcanzase nuestro carro que ya iba en veloz marcha, rápidamente cerré la puerta de entrada al carro bloqueando la escala de acceso, y el viejo molestoso no pudo subirse de vuelta al tren, y después de propinarle un par de frenéticos manotazos a la portezuela, se quedó irremediablemente abajo mientras que furioso gritaba con la cara roja y las venas del cuello hinchadas como sapo de asequia: "¡Facista, facista!", al tiempo que blandía su apretado puño de blancos nudillos en el aire colérica y exasperadamente.  Obviamente este viejo estaba más loco que Juana de Arco.

Y ahí se quedó el vejete: solo, energuménicamente furibundo y sin poder molestarnos más.  Mi suegro me dirigió una solapada sonrisa de complicidad y aprobación, mientras que mi suegra y mi mujer me daban un largo discurso acerca de buenas maneras, respeto, caballerosidad, civilidad y no sé qué otra porquería que no venía al caso, pero no importaba pues el problema estaba resuelto y aparte de una rabieta mayúscula, el viejo molestoso no sufrió ninguna otra consecuencia visible.  Como yo tengo un alma tremendamente caritativa, me apiadé del viejo de mierda y le arrojé su sucio sombrero que había dejado olvidado en su ex-asiento.  Esto lo menciono humildemente para que quede claro que donde quiera que vaya, yo siempre hago la caridad.

El Chepe se fué alejando ufano con su "tacá-tacá (pausa), tacá-tacá, (pausa), tacá-tacá (pausa)...".  Miré distraídamente hacia la butaca en donde había estado sentado el viejo cuando salíamos de la estación.  El asiento seguía vacío y estaba más callado que una uña.  El largo viaje de vuelta a Chihuahua lleno de cortas y pintorescas paradas fué tranquilo y sin presiones; y lo disfruté casi más que el viaje de ida. 

En el futuro si vuelvo a viajar a Chihuahua y me encuentro con el viejo, antes de que reaccione le comenzaré a gritar: "¡Facista, facista!", le apuntaré en la cara con mi dedo vaginal, lo seguiré por doquiera que ande, y le exhibiré mi mejor cara de loco con ojos desorbitados y todo; porque en esto, no me gana nadie.

El Loco

The Sincipitis Porcus