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lunes, 1 de diciembre de 2014

Esquirlas del Espíritu

Mi espíritu tiene una serie de esquirlas filudas que están presas en mi mente.  Algunas de estas astillas a veces crecen más de lo normal y es necesario lijarlas un poco para que sus filosas aristas no perforen o rajen el prístino y dilatado tul de mi indomable espíritu.  Como las suyas, estas esquirlas no se pueden eliminar porque son engendros y apéndices de nuestras frágiles y enfermizas naturalezas, pero como casi cualquier otra cosa, se pueden mantener bajo control con un poco de mantención y cuidado.  Estas afiladas esquirlas provienen de las inconquistables aéreas de mi cerebro, las que se escapan subrepticias y sibilinas para refugiarse en los perennes ejidos de mi espíritu incalculable.

No hay esquirlas más importantes, o más grandes que otras, sino que algunas son más desagradables que otras en la larga escala de lo ingrato, lo displicente y lo sórdido, y son más notorias en las abultadas jerarquías de lo desleal y de lo intolerante.  Por lo tanto, no hay un "orden" o un "escalafón" de serie o de sucesión para ordenarlas.  Son lo que son: diarrea mental o "caldo de cabeza sin sal".  Por lo tanto, hay que limarlas a medida que crecen y se comienzan a notar. 

Este escrito puede bautizarse como un vómito emocional, como un estertor espasmódico de vergüenzas ajenas, o como una regurgitación efervescente de la basura que se queda a veces enredada en los fuelles del caletre de mi ondulada mente.  Este escrito no tiene ni lógica ni orden discernible y las esporádicas e incongruenciales apariciones de su contenido no obedecen a ningún orden establecido de acuerdo a su lógica personal, ni a la nomotética universal, o a la nomológica natural; son simplemente la bizarra e idiótica bazofia de mi inclaudicable mente.

Para poder cifrarlas en este pergamino electrointernetoscríptico, raspé cuidadosamente la negra tinta vieja y seca que se quedó pegada en el fondo de los muchos tinteros casi vacíos que subsistieron abandonados después de ser usados, y a esos rayados de tinta seca les agregué un poco de agua amarga; y con esta libidinosa materia escribí la sarta de tonterías que sigue, las cuales usted puede escoger el leerlas o nó, u ocupar su tiempo en algo más sano y productivo.  Lo que usted leerá a continuación son los coléricos brincos y respingos de mi atolondrada pluma escarbando entre los acervados lóbulos de mi azorado cerebro, perpetrando una necesaria auto-profilaxis a costa suya.  Espero que le guste saltar.

No hay hombre que pueda comprar mi luz, ni hay hombre capaz de comprar mi silencio.
--RAG—

El Territorio de lo Insano, el Territorio de mi Mente (en 10 saltitos)

Salto 1

Amo a la Humanidad pero bajo ningún punto de vista amo a todos los humanos; y menos a los engendros humanoides que son parte de aquellos a quién no amo, y estos últimos no son parte de la Humanidad porque son bestias irracionales producto de una sociedad enferma, decadente y mañosa.  Los más destacados sandios de esta estirpe son los maleantes consuetudinarios: los abogados valetudinarios y ladrones, los políticos nanocefálicos apestosos, y los numerosos sanguisugentes sacerdotes de incestuosidad mental, moral y espiritual.  A esta basura la puedo identificar a una milla de distancia porque todos huelen a rata muerta, cuando no a buitre sarnoso.

Debo de aclarar de que yo NO AMO a estos neotenios, pero nunca dije que los ODIO.  Para odiar a alguien, éste "alguien" debe de poseer al menos un valor humano matriz, una brizna de civilidad, una mísera menudencia de moral con la cual poder ensañarse.  Estos esbirros no la poseen ni en su más mínima expresión enunciada, entonces; ¿a quién odia el Loco se preguntará usted?...  Pues bién, es muy simple: odio a los mosquitos, a las pulgas, a la traición, odio que se me acabe el papel higiénico en el momento menos oportuno, y odio que me mientan y que me dejen esperando.

Amar a la Humanidad es un trabajo largo y terrible como el trabajo de vivir, y la mayoría de las veces, este trabajo no paga bien.  Creo que esto se deriva de que el concepto de la "humanidad" como lo conocemos y aceptamos hoy se generó con el Homo Sapiens, porque antes de él los "seres humanos" que caminaban este planeta eran nada más que unos impensantes brutos y oportunistas carroñeros.  Algo anormal de estos últimos antropoides caminantes se nos quedó enredado penosamente en los genes y en el DNA, y nunca nos hemos podido deshacer de este estigma, huella que es la mácula que nos ha marcado para siempre.  Es por este básico y cardinal principio de que yo egoístamente, pero con completa razón; amo a la Humanidad pero jamás a todos los entes que la integran; especialmente a aquellos que malograron la aguja de su compás moral.  ¡Que se mueran los feos!

Salto 2

Siempre he pensado que si sigo un sueño auténtico no dejaré rastro ni trazo, y ni sendero que ilumine a los ciegos pasos de sus pisadas sin huella; y ni siquiera la secuela de una frágil sombra de luz muriente porque los sueños están hechos de una ingrávida luminiscencia y de una eterna y etérea inconsciencia.  Y muchas veces, incontables veces; me he quedado rodeado de una clara oscuridad mirando atónito hacia el infinito, temeroso, dudando, soñando sueños desconfiados,  delirando irrealidades que ningún otro mortal jamás se ha atrevido a soñar antes. 

Tomo responsabilidad por mí mismo y por las muchas acciones que perpetro a través de mi vida porque haciendo esto, desarrollo un hambre inmensa por soñar; y más aún, por cazar esos inmanentes y locos sueños míos.  Sí señor, soy un optimista y un irremediablemente inquieto soñador.  Tengo que soñar muy alto y muy seguido para poder alcanzar las estrellas, y cuando no las puedo alcanzar, rabioso y vengativo agarro una bocaronada de viento solar, o un puñado del polvo de la cola de un errante cometa, o por lo menos le esputo rabioso una de mis cárdenas memorias a una de esas desprevenidas nebulosas que cruzan incautamente mi camino.

Un sueño es el infinito y sudoroso coito de la imaginación y el deseo, la total cópula de la fantasiosa utopía y la realista materialidad humanas.  Estas quiméricas irrealidades viven vibrando furiosamente en el desconocido callejón de los sueños violados.  El sueño tiene vida propia, y la ordeña y la estruja de los tejidos de nuestro espíritu y de nuestra inconsistente y quebradiza calidad humana.  Y cuando un sueño nace, no puede morir ni nada puede matarlo.  Pedro Calderón de la Barca escribió "La Vida es Sueño".  Pero la Barca estaba terriblemente equivocado, tal como su subconsciente Monólogo de Segismundo.  La vida es real, el sueño es su espíritu.

Salto 3

Cuando miro a aquel negro bosque que me arranca furiosas lágrimas, debo de respirar profundo y recordarme a mí mismo de que aquella espesura a la que miro, es solo una fronda de árboles malditos en un desecrado concierto, y a los que puedo mirar parapetado desde la seguridad de las sólidas almenas de mi invencible espíritu.  Estos árboles son mis miedos y mis temores.  Ese obscuro y negro bosque está arbitrariamente hecho de mis miserias y de mis frustraciones, de mis derrotas y de mis profanaciones, de mis cegueras y de mis forzados silencios.  Y los frutos de sus ramas, son mis jacintinas inconsciencias. 

Y me dá pena el silencio que guardo porque éste no puede hablar, y me dá pena la bulla que hago porque ésta no puede callarse, pero ambas penas viven en la armonía de los lugares recoletos, talayóticos, y telúricos de sus propias existencias tan duras como la Edad del Hierro; sin vida y sin visitantes, en las puertas donde la oportunidad nunca golpea.  Viven en ese negro bosque que me arranca furiosas lágrimas.  Pero las lágrimas y las sonrisas se parecen mucho a mí, a lo que yo soy porque ni mis lágrimas ni mis sonrisas están confinados a ningún sentimiento en particular; porque a menudo lloro cuando estoy feliz, y sonrío cuando estoy muy triste.

La pena es como la soda cáustica en agua hirviente: limpia efectivamente todas las cañerías que acaudalan nuestra angustia.  Y cuando la pena se desliza jabonosamente por nuestras delicadas enfermedades sentimentales, toma la basura que las obstruye, y la convierte en lágrimas.  A veces profusamente, y a veces nó.  Como el pobre Humberto que derramó tan solo una lágrima, porque era tuerto.  Y las lágrimas son el desagüe del espíritu, la cloaca de nuestra índole; son las que llevan la sucia inmundicia que acongoja nuestro espíritu, y las evapora en nuestras mejillas, y las destila sobre nuestras faldas, y las confunde con los resbaladizos mocos.  Afortunadamente, este tipo de líquido no se puede reciclar.  Y así, cuando dejamos de llorar nos sentimos un poco mejor, y el negro bosque que nos quiere arrancar nuestras lágrimas se queda incapaz, sólo con su fronda de árboles malditos en desecrado concierto, y a los que ya podemos mirar sin temor desde las elevadas y tenaces almenas de nuestros irreductibles espíritus. 

Salto 4

Y no estoy más Loco porque mi amigo Bering me alimenta cada día con pequeños trozos de Mallorca, me nutre dadivosamente con imperceptibles y celulares fragmentos del dietario de nuestra historia, y con diseminadas efemérides de una estatura abaculística gigantesca; como si él estuviese alimentando con el júbilo de un dorado trigo mancebo, a un hambriento pollo loco.  Y así, grano a grano me espanta aquellos fríos sueños de una obscuridad iniluminable, y me ayuda a imaginar lo inimaginable.  Entonces esas tristezas ya no pueden estallar en sonidos, ni en gemidos, ni en pensamientos raros, ni en irreflexiones furiosas, y entonces se mueren secas y desteñidas en un oxidado candil Camborio.

Y Bering, como todos mis amigos, no camina detrás de mí porque yo no lo guío.  Tampoco camina delante de mí porque no soy un seguidor.  Sólo camina a mi lado porque somos amigos.  Digo esto sinceramente porque no hay nada que no haría por aquellos que son realmente mis amigos; y porque no tengo ni la más peregrina idea de cómo amar a mis amigos a medias o en mitades, pero también porque ésa no es mi naturaleza ni nunca lo será.  Es crítico el saber amar íntegramente porque la amistad verdadera es lo más difícil de encontrar, y es un fenómeno más raro que el amor mismo; y por eso hay que salvarla a costa de lo que sea.

Y como ya se ha hecho una costumbre sin inercia, este pollo loco busca esos interminables granos dorados de la amistad para nutrirse cada vez que se levanta el sol.  Y este raro pábulo engorda.  Me engorda el espíritu, me engorda los sentimientos, me engorda los deseos de triunfar, y me engorda la humanidad que llevo orgulloso por delante tal como me enseñó a hacerlo mi tío Lucho.  Y cuando termino de masticar esos dorados granos de trigo mancebo, escupo afanoso sus mancillados hollejos los que (como las lágrimas) arrastran consigo mis insensibilidades y mis enojos, y los escupo lejos, por allá, donde ni siquiera pueda pisarlos, y dentro de los anchurosos sacos, de las oficiosas talegas y de las dilatadas alforjas de su complicidad, esa basura del espíritu se muere pegada a esos hollejos, y se seca irremediablemente para siempre. 

Salto 5

Siempre he pensado que si hablo, mis palabras deben ser más hermosas que mi silencio porque ésta es la única manera digna de ocultar mi encabritado y nefasto silencio.  El problema es que mis palabras no son hermosas, ni suaves, ni bonancibles, ni condescendientes; sino que son bestialmente honestas como el ácido muriático, y muchas veces hieren como los fríos y traidores puñales en las arteras manos de los hermanos Heredia.  A veces trato de disfrazar mis palabras con complacientes y oficiosas mentiras, pero estas circenses máscaras se despegan fácilmente y se caen estrepitosamente desde mis enmascaradas palabras como cuando se derrumba incontenible el grandioso edificio "Ilusión" después de ser apuñalado por una traidora infidelidad.

Debo ser muy cuidadoso con mis palabras, especialmente con aquellas ácidas, corrosivas y malintencionadas porque a pesar de que mi afilada lengua carece completamente de huesos, garras, colmillos o cartílagos, es lo suficientemente poderosa y letal para destruír un corazón, para asesinar un sueño, para desecrar una certeza, para aniquilar una ilusión, para tornar una verdad en delación, y para inmolar una virgen esperanza.  Las palabras tienen un gran poder, y si lo absorbemos, con ese poder es posible aprender aún más.  Aprender por ejemplo que por cada palabra altisonante que pronunciemos, debemos de tener también una acción grandilocuente que le corresponda.  Puedo aprender palabras que otros hombres no pueden oír, puedo aprender palabras que otros hombres no pueden entender, y puedo descifrar la enfática revelación de su armonía, lo que otros hombres no pueden comprender.

Un pensamiento sin palabras está ciego, a pesar de que las palabras y los pensamientos siempre se escriban con la misma tinta y provienen del mismo tintero.  Quiero que mis palabras no lleven polvo, que mi gramática no tenga antónimos, que mi retórica no tenga esquinas, que mi elocuencia no tenga ventanas rotas; y que mi mensaje deje en el aire una estela de lagartos indignados y sedientos.  Es mejor tener mucho que decir y pocas palabras para hacerlo, que tener muchas palabras y nada que decir.  Las palabras despiertan el pensamiento, y cuando éste se despierta, ya no se vuelve a dormir.  El pensamiento puede corromper palabras, y palabras pueden corromper el pensamiento; por eso es que debo de ser muy cuidadoso con mis palabras.

Salto 6

Los días malos son como las moscas, hay que matarlos y no preocuparse más de ellos porque un día malo no hace una vida mala ni nos desvían de la preciada meta de la jornada (¡a no ser que usted sea huevón, por supuesto!).  Cuando un día malo me visita sin invitación, tengo tres opciones para defenderme: o dejo que este día de mierda me defina, o dejo que me destruya emocionalmente, o lo utilizo para hacerme aún más fuerte.  Los días malos no tienen el abismante poder de un río furibundo que puede fragmentar y dividir una planicie, que puede dividir una montaña, o que puede desmenuzar un valle; un día malo es solo un tonto pedrusco parado ilusamente en medio de un torrentoso e iracundo río tratando de detener sus arrasadoras e inatajables aguas.  El mejor escudo contra un día malo, es una sonrisa permanente a través de la cual se puedan ver claramente los dientes.

Creo que el mejor remedio para un día malo es actitud porque la única opción de un día malo, soy yo.  Cuando llegue al final de su vida, usted tiene la opción de morirse callado, o estacionar su automóvil y seguir a pié.  A veces pienso que los días malos son los mejores terapistas para nuestra salud mental.  Un día malo es como una horrible tormenta, pero cuando hemos capeado la tormenta, no nos acordamos de cómo la aguantamos ni de cómo la franqueamos.  En estas cosas de la vida, nunca estamos seguros si nuestras tormentas realmente pasan o se calman; pero una cosa es cierta: al salir de una mala tormenta en nuestras vidas, ya no somos la misma persona que éramos antes de que la borrasca comenzara y nos despeinara los sentidos antes de que aquel mal día naciese.  Eso es todo lo que es un mal día.

Casi siempre me olvido de los días malos, y nunca me olvido de que los días malos; todos ellos terminan siempre a la medianoche, y el beneficio que nos traen es que ponen en perspectiva a los días buenos.  Un día malo puede ser malo para nuestros egos, pero si los entendemos bien, son un gran beneficio para nuestros espíritus y una nueva aventura para nuestro carácter.  Nunca me preocupo de un día malo porque no me soluciona el día siguiente ni me borra los errores del día anterior, sino que solo me priva de la energía que necesito para ultimar el día malo que estoy viviendo.  Cuando un día malo llega hay que aprender del pavo real.  Éste despliega su hermosa cola sin importar si el día es malo, o es feriado.  No se olvide de que todos los días cuestan caros.  Cuando se nos termina un día, bueno o malo; es un día menos que nos queda para vivir y gastar, así que trate de gastar sabiamente cada día; aunque sea malo.  El peor día malo es aquel sin sonrisas.  Al final, los días malos son como moscas, hay que matarlos y no preocuparse más.

Salto 7

Las sonrisas son gratis.  ¡Regálelas!  Nunca dejo que mis labios se enteren de mis problemas y mis aflicciones porque así, pueden sonreír constantemente sin saber lo que ocurre en el inestable piso de arriba.  Para mí, el sonreír infatigablemente es extraordinariamente importante porque un día la vida se va a cansar de mi firme sonrisa, y dejará de joderme.  Y el tamaño de tu sonrisa debe ser como cuando abrazas a alguien querido que no has visto en diez años, y a quién no verás por otros diez.  Mientras más grande es la sonrisa, menos lugar ocupa.  Una gran sonrisa desplaza las arrugas del espíritu y extirpa y elimina las espinillas del mal humor, además cuesta menos que la electricidad y da más luz.  La Mona Lisa era lisa, pero su sonrisa no lo era porque no hay ninguna cosa seria que no se pueda decir con una sonrisa.

La razón del por qué a veces me olvido sonreír no es porque haya perdido mi sonrisa, lo que pasa es que ella está bajo mi narizota y a veces no la veo, entonces se me olvida de que está allí y no la esbozo como debería.  Debo siempre de recordar que entre la baba y los mocos, hay siempre una sonrisa.  La sonrisa más valiosa es aquella que dibujan nuestros labios cuando nada nos está saliendo bien en nuestra vida, y si sonreímos estando solos, agobiados y sin compañía, entonces esa sonrisa es realmente genuina.  Sonreír es la mejor segunda cosa que puedo hacer con mis labios, aunque los tenga partidos.  A veces alguien vive porque tiene una sonrisa tuya de la cual se ha aferrado, y que no sabes cuándo la regalaste.  La sonrisa es el preámbulo de la risa, y cuando yo ya no pueda reírme de mí mismo, entonces será la hora en que los demás se rían de mí.

La primera honesta sonrisa que esbocé en mi vida fué poco después de haber nacido, cuando me dí cuenta de que estaba vivo y de que tenía mucho tiempo por delante, y decidí que apenas aprendiese a caminar podría ir en pos de todos mis sueños.  Y así lo hice.  Desde chiquito.  Ahora ya no me queda mucho tiempo pero he conseguido agarrar los sueños más salvajes que me robaban la siesta, algunos de aquellos que corrían más rápido que yo, unos pocos de los que se veían tan grandes cuando yo era tan chico, los que parecían más difíciles cuando no sabía lo que significaba fácil, y algunos de aquellos que parecían imposibles antes de que yo creyera en lo posible.  Ahora los tengo a todos ellos amarrados apretadamente con mis sonrisas, y encerrados estrechamente en los capachos de mi espíritu... y por eso es que yo sonrío.  Y además porque una honesta y amplia sonrisa exacerba e irrita grandemente a aquellos que quieren destruírme.

Salto 8 (un salto lleno de transcursos y tropezones)

La única razón por la que el sol se levanta cada mañana sobre el horizonte, es porque nosotros estamos aquí para verlo llegar.  La Luna no se esconde, sino que se apresura por detrás del planeta para vernos otra vez en la alborada que despide a la pasante noche. 

A veces viajo al sol cuando estoy soñando, y en mi jornada en ocasiones veo al tonto de Ícaro estampado en el suelo con sus pendejas alas de cera.  Para viajar al sol solo se necesita imaginación, ni alas de cera ni las infernales máquinas de tiempo.  Además, el sol viaja hacia nosotros todos los días, pero es cortés visitarlo de vez en cuando, por eso es que a veces viajo al sol cuando estoy soñando.

Tomamos diversas y extrañas medicinas para mejorar el funcionamiento de nuestro cuerpo, entonces ¿sería lógico que tuviéramos pensamientos extraños y diversos para fortalecer nuestra débil sabiduría?  Las mejores ideas siempre han sido paridas por pensamientos extraños e insólitos, por lo que podría deducir que las tonterías y las ingenuidades que salen de mi cabeza podrían ser la base de algo magno, de algo heroico, de algo proverbial y soberbio. 

Creo estrechamente que mi destino no es un asunto de oportunidad o de ocasión, sino que es claramente una cuestión de elección propia.  Mi destino no es algo que yo espere o una cosa que esté escrita (y francamente no sé dónde chuchas se podrían escribir semejantes cosas), mi destino es un poder alto el que debo alcanzar con sabiduría, paciencia y esfuerzo.  Yo soy dueño y forjador de mi propio futuro y me rehúso a creer que el regulador de mi futuro sea el mentado "destino", porque a la postre; el futuro no es nada más que un pasado adelantado con la ventaja del tiempo.  Creer en el destino es un desatino.  Aparte de todo, el "destino" no es nada más que una invención Griega, producto de una cosmogonía mítica, una teoría que versa sobre la existencia y también envuelve a la Epistemología.  Si usted no entiende y comprende estas ciencias, usted no sabe lo que es el destino, y si entonces usted cree en el "destino", usted está más loco que yo.

Creo que cuando el mundo era plano, el sol también era plano.  Todo era plano, hasta el pensamiento humano era plano.  Y las estrellas y los cometas y las galaxias, todo ello era plano, y los asteroides y los meteoros y los objetos transneptunianios, ¡todos eran planos!, y hasta los Pulsares y los hoyos negros, y los otros planetas y las estrellas binarias y los supercúmulos y las nebulosas: todo plano.  Ahora todo es esférico.  Me gusta más así.  Ahora que sé que el sol es esférico sus rayos cariñosos me entibian más, su luz es más clara, y su superficie es más amplia aún para sembrarle mis sonrisas sobre su cálida piel cada vez que lo visito.  Y ahora que casi todo es esférico, lo único plano que queda en el Universo, es el cosmos infinito del triste pensamiento humano.

Salto 9

Alma vs Espíritu

Alma
Siempre me he preguntado acerca de la incongruencia del "alma", esa stultum absque scientia", un guasón pero efectivo embeleco del absurdo magisterio religioso.  Lo circense que hace este concepto risible es que el término "alma" (o ánima del latínanima) se refiere conveniente y arbitrariamente a un principio o entidad inmaterial puramente metafísica e invisible, que se supone que poseen los seres humanos vivos.  También es chusco el hecho de que la descripción y representación de sus intrínsecas propiedades y características, varía grande y salvajemente de acuerdo a las diferentes y disparatadas tradiciones y perspectivas filosóficas o religiosas de cada grupo místico.

El inescrupuloso concepto de "alma", etimológicamente no tiene sentido alguno ni lógica discernible.  Etimológicamente la palabra del idioma Latín: "anima" se usaba para designar el principio por el cual los seres vivos están provistos de animación y moción propias.  Como se ha definido este sentido originario, las plantas, los animales, los insectos, los seres humanos, y todo cuerpo que tenga movimiento propio; estarían entonces dotados de "alma".  De hecho y de acuerdo con la tradición religiosa judeocristiana, el alma es la principal cualidad identificadora del movimiento en la materia viviente, lo que convierte a la materia inerte a materia moviente (activa o viva), independiente del desplazamiento ajeno.  Por consiguiente, las cucarachas tienen alma (de sacerdote pedófilo, pero la tienen).

Los avances en la fisiología y neurología permitieron reconocer que los seres animados obedecen al mismo tipo de principios físicos que los objetos inanimados, al mismo tiempo que pueden desarrollar actividades diferentes de éstos, como la nutrición, el crecimiento, y la reproducción.  Entonces, basados en la lógica y no en la brujería, el "alma" como concepto rectilíneo y esotérico; no es nada más que una flatulencia de mentes subsoladas. 

El "alma" como todos los tristes dioses, no existe.  De hecho, el "alma" está dividida en múltiples conceptos que no se ponen de acuerdo entre ellos (en este sentido, son fuerzas políticas), tal como los pobres dioses.  El alma difiere en materia seria y respetuosa a partir de la filosofía occidental, pasando por la filosofía Griega, por el alineado Tomás de Aquino, por la infundada teología cristiana, por las absurdas e inmanentes "enseñanzas bíblicas", por el ingrávido magisterio católico, por la circense y festivalera iconografía religiosa, por el concepto de alma del antiguo Egipto, por las creencias Budistas, por el Chakras Hinduísta, por el Hitodama o el Reiki Japoneses, por el "Qui" Chino,  y por una sarta interminable de definiciones grotescas y populares en la generalizada teosofía de lo absurdo.

Espíritu
El espíritu en cambio es uno solo, es un solo concepto inalienable y real porque se puede percibir.  La palabra "espíritu" (del Latín spiritus: "aliento") se puede también emplear con otros significados y connotaciones diferentes, pero la mayoría de ellos se utiliza en relación con una sustancia no corpórea en contraste con el cuerpo material.  La palabra espíritu se usa a menudo para referirse en forma metafísica a la conciencia o a la personalidad.  Las nociones de espíritu y de "alma" a menudo y erróneamente se superponen, ya que ambos conceptos contrastan con el cuerpo físico, y ambos se conciben cómo sobrevivientes a la muerte corporal, especialmente en el ocultismo religioso.  Así es como venden la "pomada" de que después de la muerte hay vida eterna porque el espíritu (alma) no muere jamás.  ¡Qué huevada más aburrida!  ¿O sea que (religiosamente) cuando muera, me encontraré con las almas de Genghis Khan, o de Al Capone, o de Julio César, o de Mandrake, o de Jack The Ripper (el Descuartizador de Londres), o con todas ellas?  ¿Y después qué?  ¿Me siento a jugar "Canasta" con las abuelas muertas por una eternidad eterna para siempre jamás?  ¡Qué huevada más aburrida! 

Volviendo al espíritu.  Etimológicamente, Espíritu también significa ánimo, aliento, coraje, vigor, y en última instancia; esta palabra se deriva originalmente de la expresión Proto-Indo-Europeo: (s)peis, que no tiene nada que ver con la rúbrica de "alma".  El espíritu es real y se percibe sensorialmente como energía incorpórea pero omnipresente, no cuantificable en substancias, pero es una energía que está presente individualmente en todos los seres vivos.  Ahora; metafóricamente el espíritu puede ser la intención subyacente de un texto a diferencia de su significado literal, especialmente en asuntos relacionados con la ley donde decimos: "Hay que seguir la letra de la Ley, pero debemos practicar su espíritu".  También, el espíritu se demuestra en la lealtad y la sensación de inclusión en la historia social o en la esencia colectiva de un pueblo, de una institución o de un grupo, como por ejemplo el "espíritu de supervivencia" o el "espíritu de progreso".

La diferencia es de suma y vital importancia porque en nuestro contexto humano real, la Lógica nos navega y conduce desde la "a" hasta la "z"; pero la Imaginación nos lleva a cualquier parte y a todos los lugares; y lo que les sostiene a ambas, es el espíritu.  Con el "alma" hay que morirse primero (con los dedos cruzados) y esperar a ver si pasa algo...  algo que nunca sabremos...  ¡Qué huevada más aburrida! 

Salto 10

Perseverancia.  Me gusta mucho la perseverancia porque ella derrota al tiempo, derrota al fracaso, derrota la procastinación, derrota la insuficiencia humana; derrota la duda, y porque asimismo derrota a la derrota.  Me gusta pensar que la perseverancia es la firmeza de carácter y la fuerza de voluntad en perseguir una meta o hacer algo, a pesar de la aflicción, la dificultad, los obstáculos, los impedimentos, o el retraso en alcanzar el éxito.

Dicen que un pendejo de mujer tira más que una yunta de bueyes, pero la perseverancia es aún más poderosa que esto, porque al contrario de lo otro, la perseverancia está consciente en nuestras mentes.  La perseverancia es como las gotas de agua, las que pueden llenar un valle no importa cuán lentamente se acumulen, y esto es porque ellas nunca se detienen.  La mayoría de los hombres han sido derrotados porque perdieron su perseverancia, y con esto; nunca se dieron cuenta de lo cerca que estaban de la victoria cuando se rindieron.  A veces la perseverancia camina muy lentamente, pero nunca camina hacia atrás.  La perseverancia te permite pelear la misma batalla más de una vez para poder ganarla.  ¡Siempre es demasiado temprano para rendirse!

Durante my encabritada vida me he podido dar cuenta y convencerme de que hay muy pocas cosas imposibles para mi diligencia y mi habilidad.  Mis sueños y mis grandes metas no las he logrado alcanzar por la fuerza, sino que con el poder de mi perseverancia.  Con habilidad ordinaria y perseverancia extraordinaria, todo es posible.  La perseverancia es como un par de manos que trabajando logran y obtienen resultados reales, y no como un millón de manos unidas en insubstancial oración y que no producen nada.  Perseverancia implacable no es obstinación: la perseverancia viene de la voluntad, la obstinación de un capricho o de un mal hábito.

La perseverancia una de las bases del espíritu, el secreto de todos los triunfos; nunca una esquirla porque en el ámbito de las ideas, todo depende del entusiasmo, pero en el mundo real, todo se apoya en la perseverancia.  No sea huevón: Persevere.

No más saltos

Bueno, se me acabó la tinta hecha de agua amarga (por lo menos por ahora).  A mi espíritu aún le quedan una serie de esquirlas repartidas y diseminadas por entre sus interminables parajes, pero después de este demente escrito, éstas ya no son tan puntiagudas e incisivas.  Son más romas, más suaves ahora.  Ya no me pinchan la imaginación cuando duermo, ni me arañan el espíritu cuando sueño, ni me lijan la paciencia cuando estoy inquieto, y no me aguijonean la iniciativa cuando quiero volar, ni me rasgan el virginal y delicado velo de los sueños.  Ahora ya más pulido, puedo engalanar mi inquieto e indomable espíritu otra vez con sus hermosas sombras de colores.

Lo único que uno siempre espera y que nunca viene, es la gloria; y lo único que siempre viene y que uno nunca espera, es la muerte.  ¿Qué cosas, no?




El Loco

domingo, 2 de enero de 2011

Carácter (Virtus)

La más noble, insigne y veraz posesión de un hombre --y que constituye una jerarquía en sí misma-- es su carácter. El carácter de una persona es la gloriosa y honorable corona más excelsa de su vida. La vida y la experiencia me han enseñado inequívocamente que el valor y la fuerza de una nación dependen sólo y exclusivamente del carácter de sus hombres, y no en la forma y la trascendencia de sus pasajeras y pintorescas instituciones, ni tampoco en las desequilibradas y turbias corrientes políticas que aporrean nuestros países. Carácter es el único cimiento seguro del estado civilizado. Carácter es lo que uno es, reputación es lo que se piensa que uno es. Quién es capaz de alcanzar maestría en su carácter, fácilmente puede controlar eventos y hombres porque la fuerza de carácter es simplemente resolución, y resolución invariablemente trae éxito. La más profunda diferencia entre los hombres --entre débiles y fuertes, entre endebles y eficaces-- es el carácter.

Carácter es la emancipación de la mente de los bizantinos prejuicios que esclavizan a las almas canijas. El mundo está lleno de individuos que se quejan constantemente de su mala suerte, pero que no invierten esfuerzos en investigar sus causas y no quieren admitir humildemente que éstas vienen de sus propias anemias morales y asténicas frivolidades.

Carácter no es, bajo ningún punto de vista; una cosa simple: es el resultado de un complicado esfuerzo para dirigir y concentrar la fuerza de voluntad sobre una sola meta: la maestría de uno mismo; y nunca dejar que la emoción prepondere sobre la razón. La vida está compuesta de miles de pequeñas resoluciones, que tomadas separadamente todas ellas parecen pueriles, pero que combinadas, forma un haz formidable.

Construírse un carácter sólido es una lucha imponente y disciplinada, pero aquel que evade la lucha debe renunciar al triunfo. El hombre no está siempre en control de sus sentimientos y facultades; es decir, no siempre depende sólo de él que la resolución de un problema descanse en la razón. Pero él está en control de sus actos, eso es; él será el dueño de sus actos desde el momento que él determina no llegar a ninguna conclusión hasta que el elemento del carácter intervenga para dictar dicha decisión. Acciones son sólo el consentimiento de una emoción que busca endosarse a sí misma.

Prodigalidad
La prodigalidad es una pasión extrema y disoluta. El pródigo nunca ha conocido el éxito, y no importa lo que digan “ciertos libros” basados en fantasías irresponsables e inmaduras, pero que para la mísera mente del ignorante, esto le es creíble aunque no sea cierto. No es en el calor del entusiasmo en que las ideas se fertilizan. Entusiasmo irracional es generalmente estéril porque siempre suena en una nota que no se puede mantener, por lo tanto, infatuación no puede perdurar. Adoptar y perseguir una idea con excesivo fervor puede fallar antes de que nuestro entusiasmo y la rápida y displicente infatuación nos permita darle a esta idea la consideración necesaria que merece. No hay nada mejor que atenerse a las leyes de la calma.

Calma
La calma es el estado de quietud moral, espiritual y mental que nos permite organizar nuestros pensamientos divergentes, y meditarlos con provecho y dividendos. Éste es un índice de poder. Sin la calma, el poder del carácter no puede existir. Calma es una facultad donde el sentimiento contiende con el sentimiento. La calma es la virtud que nos dá libertad mental. La calma de espíritu es el estado donde se consigue un completo equilibrio moral y físico, por lo tanto, es una posesión invaluable. La calma es un poder en sí mismo porque no tiene emociones y rechaza la excitación, la cual podría ser un gran obstáculo que entorpecería una reflexión clara.

La calma es el apanage de la energía, es la actitud de aquellos que, conscientes de su fuerza interior, no tienen ningún interés en despilfarrar energía en fútiles y estériles esfuerzos guiados a probarse a sí mismos el valor de sus propias existencias. Es imposible lograr fuerza de carácter si uno no se fuerza a mantener la calma, la cual es la generadora de resoluciones activas y acertadas, el fulcro del logro. Vale la pena repetir que la calma es una señal de poder, un elemento de victoria. La calma no excluye energía sino que la representa, calma sin energía es simplemente apatía.

Apatía
Apatía es una forma de negligencia sospechosamente involuntaria, no la perseguimos, pero nos sometemos a ella. Los apáticos son aquellos quiénes raramente manifiestan sus sensaciones, sus sufrimientos, sus alegrías, y sus preferencias, y en alguna forma; su apatía es simplemente flojera. El poder del carácter nunca le será revelado a esta casta, y durante todas sus vidas serán los títeres de las circunstancias, y no tendrán nunca el poder de controlarlas. Hay un abismo de separación entre apatía y calma. La apatía causa depresión, la calma trae seguridad.

Debes aprender a conocerte a ti mismo y cultivar calma de espíritu y de la mente las cuales proveerán la plataforma perfecta para poner este conocimiento y este poder, hacia un uso claro, provechoso y apropiado.

Los Asaltos del Destino
El destino no nos trae hechos y situaciones en forma ordenada y cronológica, sino que nos asalta a mansalva con ellos, y con una velocidad de trampero. No tenemos ni un segundo de tiempo para prepararnos a enfrentar estos desordenados asaltos del hado, pero sin embargo debemos reaccionar súbitamente a ellos, y ser capaces de resolver, o negociar la mejor salida para nosotros. De la única forma en que lograremos esto es estando preparados para reaccionar, y la única arma que nos dará esta ventaja insólita será la fuerza de carácter, de otra forma, nos convertiremos instantáneamente en un insignificante títere más en el amplio y avasallador teatro de la vida.

Cada ser humano es responsable por su propio desarrollo, es el arquitecto de su propio destino. Todo ser humano tiene la capacidad de forjar su destino, independientemente de los resultados, porque estos serán dictados por su carácter. Lo que quiero decir con esto es que el deber de cada uno es hacer un detallado estudio de los sentimientos que serán las herramientas maestras de sus vidas, y debe depender de su fuerza de carácter para alterarlos o modificarlos, en vías de obtener una mejora personal y un perfeccionamiento de su vida.

Lo que nosotros llamamos tan sueltamente “destino”, generalmente no es nada más que una serie de hechos y situaciones provocados por nuestras propias actitudes frente a los hechos y los eventos de nuestras vidas. El creer ciegamente que el destino es algo que esta “escrito”, algo inamovible, algo dictado por un “ser superior”; es suprimir toda iniciativa, es encadenar bajo esclavismo mental, psíquico y emocional nuestra persistencia humana. Esta creencia ciega e irresponsable como la fé ciega, trae inercia moral y física, y es el ingrediente principal en la receta del fatalismo.

De hecho, si uno admite que es imposible luchar contra el destino, entonces ¿para qué perdemos tiempo en tratar de mejorar nuestras vidas y sus cosas? ¿Por qué no permanecer inerte cuando no tiene uso el luchar? Dejar que el “destino” tome posesión de nuestras vidas es estúpido, inmaduro, y cobarde. La fé ciega es el peor virus de nuestra a sociedad y esta doctrina es compartida y aplaudida por los débiles de mente y los patéticos de carácter, porque les sirve como fácil escusa, y un pretexto conveniente, barato y desesperado para validar sus luctuosas existencias.

Cuando el destino nos asalta con sus elucubraciones difíciles y penosas, arduas y dolorosas, rápidamente las expresiones como: “Bueno, ¿Qué podemos hacer?”, “No podíamos ganar ésta…”, “El destino está en mi contra”, o “Uno no puede luchar contra el destino”; aparecen convenientemente a flor de labios. Estos son los principios que llenan e hinchan las huestes de los incapaces y los indolentes; huestes en que aquel que se sienta en la más alta silla es un mamarracho humano, una almorrana moral, un vómito espiritual, y en el mejor de los casos, una hernia mental, un escroto psíquico producto de una nefasta Melena(1) emocional sin control.

(1) En términos médicos, la Melena es una fétida diarrea negra insoportablemente nauseabunda, y manchada de negro por pigmentos sanguíneos putrefactos. En otras palabras, huele a abogado.

Muchos pretenden que estos asaltos del destino, estas fuerzas hostiles con que el acaso nos flagela, simplemente no emanan de los actos y actitudes de ellos mismos y de su propia debilidad enfrente de los hechos. Esto es sólo una paradójica excusa para justificar sus mentalidades castradas de carácter y completamente estériles de iniciativa. El mejor anticonceptivo contra el carácter y la iniciativa es la fé ciega e infundada, aquella fé ciega que cree en lo idiótico simplemente “porque el libro lo dice…”.

La fé ciega (del Latín: Fides Caecus y del griego Pistian Τυφλό) es la firme convicción de que algo es cierto sin ninguna prueba o criterio objetivo de verificación, es el antagonismo inherente a la lógica conceptual y un fenómeno de constructo psicológico que excluye la duda como punto de referencia. La diferencia entre fé ciega y convicción, es que la convicción es lógica y acepta razones. No digo que la fé ciega sea mala o perjudicial, pero hay que considerar que la fé ciega es discriminatoria hasta el punto de suprimir la capacidad de discernimiento, y desdeña rápidamente todo fundamento razonable y sensato ipso facto.

Muchas veces la gente confunde la fé ciega con determinación fundamentada, con la persistencia sostenida, con la resolución sólida y perseverante, y también con la confianza y solidez que el carácter le dá a una persona para perseguir implacablemente sus metas y sueños hasta alcanzarlos; pero éstos (fé ciega -- determinación fundamentada) son dos conceptos diametralmente opuestos y antitéticos, sin embargo, a veces consiguen conquistar las mismas metas. En la gran mayoría de los casos, la fé ciega es la conveniente respuesta a nuestra propia incapacidad y negligencia, la más fácil e indulgente respuesta de las mentes débiles y confusas.

Esto ofrece un perfecto ejemplo en contra del cual debemos desarrollar características y habilidades para combatir esta obscura entidad a la cual los débiles llaman “destino”, pero a la que los hombres de carácter llaman: futuro. Los neófitos del carácter son como los Sibaritas quiénes como no podían encontrar nada ya con qué mas excusar sus negligentes destinos, reclamaban en contra de los pétalos de las rosas que los herían porque estaban posados es sus asientos.

Resignación
La palabra resignación es usada muy a menudo para designarle un estatus a la conformidad temporal de una desgracia inevitable. Los hombres con fuerza de carácter nunca se resignan accediendo, sino que voluntariamente ceden a una resignación transitoria que no es nada más que un armisticio con el destino durante el cual planean su próximo ataque en contra de la situación. Esta resignación aparente es a menudo el simple estoicismo del que hemos estado hablando.

La resignación es la última trinchera de los cobardes, el nido en donde sólo las ratas se cobijan. La resignación es un suicidio voluntario cotidiano de las mentes exiguas. La resignación marca el capítulo final de la existencia como hombre, e inicia el comienzo de la irreversible existencia como cuadrúmano pseudo-intelectual.

El hombre que se resigna y acepta lo que no quiere ni desea, pero que es tan poca cosa, es un prójimo tan; pero tan pequeño, y que no quiere luchar para cambiar resultados, es bazofia mental, es excremento espiritual, es la esencia pura de la mierda podrida. Quin Etiam: el último rastro de "hombre" en un individuo es extirpado por la resignación. Cuando no puedas definir el carácter de una persona, dale una buena mirada a sus amigos.

Paciencia
Otra forma de la energía de carácter es paciencia. El aspecto silente de esta sólida energía no es apreciada cabalmente como se debiera. La paciencia ha hecho más que el atolondramiento por la felicidad de muchos. La paciencia es un arma poderosa en el arsenal del carácter, la cual es muy efectiva cuando se usa en contra de los asaltos del destino. La paciencia, nacida con decidida perseverancia se mueve quietamente, pero en forma segura hacia su meta; destruye todos los obstáculos sistemáticamente uno después del otro, y llega al corazón de su objetivo antes de que su enemigo haya percibido su presencia.

Paciencia es la consistente virtud de aquellos que se embarcan en propósitos de gran alcance, donde la nerviosidad y la imprudencia podrían comprometerlo todo, pero que ellos esperan por la hora precisa para actuar y conseguir los resultados deseados.

Como principio general, uno siempre debe desconfiar de aquellos que se quejan de sus vidas. El destino es cruel sólo hacia aquellos que no saben, o no quieren aceptar su embate. Estos engendros carecen de coraje e inteligencia.

La Fuerza de Carácter en Nuestras Vidas
La felicidad individual está siempre en relación directa con los esfuerzos en que incurrimos y cometemos para conseguirla. Quizá para muchos adultos sea un poco tarde para reflexionar sobre su carácter y la forma en que lo han modelado, pero el tiempo está en favor de los hijos. Es entonces indispensable que les demos a nuestros niños desde temprana edad los principios de un carácter fuerte, el cuál más tarde en sus vidas, actuará en su beneficio. Es aparente cómo la fuerza de carácter de los padres influencia a los hijos en forma provechosa. Lo contrario les pasa a aquellos hijos con padres de carácter débil o no existente.

Un carácter fuerte transformará y armará a sus hijos contra las decepciones y los reveses del destino. A menudo, previene que la “mala fortuna” influencie sus vidas, pero si esto acaece, estarán en condiciones de manejar efectivamente estas situaciones para su propio beneficio. Tampoco se olvide de que como padres tan sólo podemos ofrecerles a nuestros hijos buenos consejos, o tratar de darles una buena dirección porque la formación de su carácter estará en sus propias manos. Ya aprenderán que lo que hace a un hombre es carácter, y no las circunstancias.

Carácter es lo que nos equipará propiamente con la fuerza y el poder de resistir pasiones de pequeña y degradada naturaleza, y que en un crucial momento en nuestras vidas, nos dará la claridad de pensamiento para tomar decisiones sabias y efectivas para triunfar hasta en las más complicadas y desastrosas pruebas que nos presente nuestra existencia. Las exigencias de la vida sin duda demandan diferentes esfuerzos de cada uno de nosotros, tal como un artesano no puede hacer el trabajo de un juez, cada uno debe preparar y forjar su carácter de acuerdo a lo que espera o quiere de la vida.

El hábito de pervertir suciamente la verdad --un hábito de abogados, lo que prueba fehacientemente que no todos los hombres de carácter son honestos, de ahí la verdad acerca de la reputación global de estos gamberros sociales-- nos hace progresivamente más insensibles a la sinceridad y a la honestidad intelectual. Los abogados, --perdón--, los mentirosos no se dan cuenta de que el hecho de que tergiversen la realidad y la verdad arbitrariamente para destruír ciertos obstáculos con la palabra y con el obscuro y adúltero uso de “la ley”, no previenen el hecho de que no podrán descomponer la realidad.

Felicidad
Es una teoría absurda el pensar que la felicidad se obtiene sin esfuerzo. Tampoco la felicidad de uno engendra la felicidad de otro, y la concepción de la felicidad es diferente en cada mente. Para poder conquistar la felicidad, cualquiera que la definición de ésta sea para usted; hay sólo una forma disponible de conseguirla: ¡Carácter!, porque sólo carácter nos da la fuerza de voluntad para conquistar. No existe absolutamente ningún hombre célebre o glorioso que sea débil de carácter. Aunque la felicidad es quizá una cuestión de relatividad, la condición esencial de la felicidad consiste por sobre todo en el poder de querer conquistarla.

Otro manantial de felicidad es la salud, y la salud no puede existir sin la fuerza de carácter; una cualidad que nos advierte de excesos y nos permite cuidarnos apropiadamente. Nadie puede negar que la felicidad se vería rápidamente arruinada si los sufrimientos de nuestra salud están presentes a cada hora del día.

Conclusión
Las conclusiones de este escrito no son para gente delicada y sin carácter, por lo tanto, si usted no tiene un carácter desarrollado, no siga leyendo, pero si lo tiene, por favor remítase a PENSAR sobre lo que he dicho aquí, y no a dar su opinión.

Una crítica constructiva es siempre bienvenida. Esto es porque los elementos de una crítica constructiva que emana de una persona civilizada e inteligente, requieren que a usted le importe la persona a quién está criticando, que le preocupe el desarrollo como persona de aquel a quién critica, que su crítica se enfoque en mejoras y en progreso, en que su crítica no sea amenazadora ni humillante, en que siempre deje una puerta abierta al diálogo positivo, en que agregue valor genuino a lo que esté criticando, y en que sea específica en cuanto a su contenido; en otras palabras, una crítica constructiva contiene carácter.

En cuanto a una simple opinión, prefiero no recibir ninguna porque la opinión no requiere de carácter o de ningún elemento inteligente o civilizado, de hecho, la opinión es como el hoyo del culo: ¡todo el mundo tiene una y no es necesariamente agradable u objetiva! Creo que ésta definición de opinión es acertada, y aún más, es justa. Y si usted piensa que todo lo justo tiene que ser lógico o necesario, usted está tremendamente equivocado. La prueba está en que si se introduce el dedo pulgar hasta los nudillos en el ano, le cabrá justo, pero no será lógico o necesario para probar ninguna cosa.

Dependiendo del tipo de carácter que usted se haya forjado en la vida, usted podrá estar de acuerdo (o no) con mis conclusiones, pero cualquiera que sea su carácter, es el suyo propio, y recuerde que no tiene nada que ver con el mío.

Si hoy en día ser honesto significa ser un imbécil; ser justo es simplemente ser un tonto, tener valores morales y sentido del honor es ser estúpido; tener compasión por otros es ser un comemierda, y el decir la verdad me hace un maricón mental; entonces… ¿Cómo aplico mi carácter si soy un imbécil, un tonto, un estúpido, un comemierda y un maricón mental? Bueno, tengo la opción de vivir el resto de mi vida arrastrando este estigma y vivir en paz conmigo mismo, o ser abogado; porque para estos legisperitos los conceptos de honestidad y deshonestidad son intercambiables... aún no se dan cuenta cabal de que los espejos sólo reflejan apariencias. Por favor note que me refiero a los "abogados", y no a "Los Hombres de Ley", muchos a quiénes erróneamente se les cataloga como "abogados". Diferencia nuclearmente fundamental. La diferencia que hay entre un "Hombre de Ley" y un abogado, entre un Hermano y un Cura, y entre un ciudadano y un político es que en algún momento de sus vidas, al abogado, el cura y el político se sometieron voluntariamente a una vasectomía mental y moral irreversible.

Bueno, mi conclusión personal a este acertijo quizá no sea la respuesta correcta al suyo, pero me alegro de no ser abogado o cura, y espero que usted tampoco sea uno de estos melénicos mejunjes. A usted le será siempre posible llegar a la cima y conquistar el éxito usando sólo sus cualidades y talentos personales, pero solamente su carácter le mantendrá en ella. Recuerde que las cualidades inherentes para lograr ser un gran hombre incluyen visión, integridad, valor, comprensión, ser articulado, y por sobre todo; profundidad y fuerza de carácter. La Fama se evaporiza rápidamente como la luz en la oscuridad, la Popularidad es un fatuo accidente que no se repite, y las Riquezas se desvanecen como la camanchaca del Norte Chico. A la postre, lo único que perdura es el Carácter.

Recuerda que tu carácter es tu derecho inalienable y debes forjarlo como a tí mejor te parezca y te acomode, y nadie tiene la autoridad moral para criticártelo, y mucho menos, para darte una necia opinión sobre él, porque tu carácter siempre estará en un lugar destacado por sobre el intelecto.

La vida no es acerca de cómo sobrevivir las tormentas, sino que es acerca de cómo danzar en la lluvia, y tampoco el que hayamos sido capaces de tomar algunas grandes decisiones, éstas serán suficientes para asegurarnos el éxito. Las oportunidades de éxito en tu vida, en cualquier empresa a la que te entregues, se pueden medir siempre por la confianza en tí mismo. Esta confianza te la dá solamente el carácter.

He dicho.

Post Scriptum: Hace poco publiqué una versión en Inglés similar es este escrito en la Internet, y un clandestino neófito escondido en el cobarde anonimato de la Internet me catalogó suelta pero acertadamente como: "El Diplomático del Infierno"(The Diplomat from Hell). Quizá pensó que este inerte insulto sería una afrenta, ¡pero no lo fué! ¡Me gusta! ¡Gracias gallina!

El Loco
(Loco, pero quizá desatinadamente Honesto)