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domingo, 1 de mayo de 2016

Conquistando Aucanquilcha

Mis queridos leyentes y fieles lectores todos; ustedes, mis imperturbables decodificadores y descifradores de éstos, mis indefinibles y ensortijados escritos, acaban de leer un artículo sobre mis montañas y mis volcanes, pero para vuestro justificado estupor, aún no he terminado con estas maravillosas crestas de piedra cordillerana.  Y ahora, abusando de vuestra paciencia y lealtad literaria, en este escrito les emborracharé la psiquis con otro de mis demenciales cruceros cordilleranos.  Gracias por su entereza intelectual y probidad moral. 

Aucanquilcha

Aucanquilcha es un volcán de más de 11 millones de años de edad.  Esta montaña se formó durante el período Mioceno, que es la primera época geológica del Período Neógeno. El nombre Mioceno se deriva de las palabras Griegas μείων (meiōn, "menos") y καινός (kainos, "nuevo"), por lo que significa: "menos reciente".  Este período tenía sólo el 82% de los invertebrados marinos modernos que tenía su periodo anterior; el Plioceno.  El Mioceno se ubica entre su predecesor el Plioceno, y su sucesor, el Oligoceno.  Me pregunto: ¿de dónde habrá surgido la rimante palabra "obsceno"?

Aucanquilcha es un masivo estratovolcán de 6,176 metros de altura sobre el nivel del mar, y está sentado en la Región de Antofagasta en el norte de Chile, al oeste de la frontera con Bolivia, y forma parte de la Reserva Nacional Alto Loa, ubicado en la parte central de la Cordillera de los Andes.  Aucanquilcha forma parte de una agrupación más grande de volcanes conocidos como el "Cúmulo Aucanquilcha".  

Entre otras, en Aucanquilcha existe una antigua mina a una altitud de 5.950 metros, la que inicialmente se perforó en el año 1913; pero que se mantuvo bajo explotación desde 1950 hasta 1992.   Esta fué la mina ubicada a más altura en el planeta durante ese período, y su producto; azufre, era transportado usando llamas hasta el pueblito de Amincha, ubicado a unos 42 kilómetros de Antofagasta, una localidad tan desolada como Calihue.

No sé exactamente qué significa la palabra Aucanquilcha.  No sé si es un nombre o un vocablo, un patronímico o simplemente un término lingüístico.  Sé que posiblemente es una palabra Quechua o Mapudungún, y que si la desgloso arbitraria y semi-fundadamente, puedo señalar que en Mapundungún, "Auco" significa "Se terminó el agua"; "quilaleu" significa "tres ríos"; y "chabunco" (de la terminación "cha") significa "confluencia de agua".   Ahora, en Quechua que es la lengua prominente de esa región desde el Incanato; no he podido dilucidar ninguna palabra que por lo menos se acerque a la filología del vocablo.

El problema es que los monosílabos "au" y "qui" no existen en ninguna de estas lenguas, incluyendo el Quechua y el Aymará.  Entonces, basado en lo poco y esparcido que sé de la palabra "Aucanquilcha", temeraria y osadamente me aventuro a decir que Aucanquilcha podría significar "Lugar de Aguas".  No sé si usted haya visitado esas alturas, pero le aseguro que son sin duda abrasadora y tórridamente secas, pero no sé cómo estos lares eran durante su constitución Miocénica, la que quizá perduró hasta que fueron habitadas hace más de 21.000 años atrás, y donde posiblemente hubo abundante agua una vez.

Esta anécdota acerca de este volcán-montaña no se trata de una aventura del cuerpo o del espíritu, sino que una aventura de la psiquis existencialista.  Escalando Aucanquilcha aprendí cosas que no habría podido aprender jamás en las calles de ninguna de las sucias ciudades en que vivimos, en este planeta que obviamente gira en el sentido descaminado.

Aprendiendo de la Montaña

Si bien recuerdo, la primera vez que escalé una montaña fué cuando apenas contaba con seis años de edad (o quizá menos).  Mi amado tío Lucho me llevó a estos lugares por primera vez.  Fué una de las montañas que rodean la localidad de Agua Fría, en las vecindades de Angol, en la Araucanía chilena.  Aquí aprendí por primera vez el valor de subir una montaña.  Lo que aprendí fué que no es la montaña lo que hay que conquistar, sino que a nosotros mismos.  Esta verdad se hizo patente tiempo después entre los turbulentos días que forman mi vida.  El nombre Angol según el diccionario Mapundungún-Castellano significa: "subir a gatas".  ¿Qué cosas, no?

Creo que el escalar montañas nos enseña verdades importantes sobre nuestra vida.  Una de las cosas que aprendí de la montaña, es que los senderos que caminé me mostraron el duro trabajo de aquellos que los imprimieron por primera vez, y de aquellos muchos que los caminaron antes que yo.

Por ejemplo, Aucanquilcha me enseñó que el silencio es el mejor ruido.  También me aleccionó de que puedo viajar más lejos de mi meta, y lograr más de lo que creo que puedo; y que en medio de una senda de subida hay sólo dos opciones: conquistar la cima; o rendirse y retornar derrotado.  Esto fué importante porque aprendí que el llegar al pináculo de algo requiere gran perseverancia, obstinación y esfuerzo; y esto, sólo para dar el próximo paso adelante.  Cuando la vida me atrapa con sus sucias emboscadas de dificultad y obstáculos haciéndome difícil la existencia; pienso en aquellas jornadas de dura subida a la cumbre de Aucanquilcha, y recuerdo que lo único sensato que puedo hacer, es seguir porfiadamente poniendo un pie en frente del otro, y seguir escalando el trabajo de vivir.

Otra enseñanza que obtuve de este volcán milenario, es que hay que llevar sólo el peso necesario.  Como con la mochila de la vida, el peso de los pertrechos que cargamos o que arrastramos a nuestra espalda, se registra y es manifiesto cuando éstos se acumulan amotinadamente sobre nuestra vida.  Este embalaje es cierto para el saco de un viaje corto, o para la arpillera de la gran jornada de la vida.

Si puedo subir una montaña, puedo conquistar cualquier altura por sobre mi cabeza.  Esto por supuesto es totalmente incierto e indemostrable, pero el mantra todavía vive en mi mente y resuena tenazmente como un himno Védico de una entonación predestinada, como el numinoso sonido de la conciencia.  Conquistar la cima de una montaña no es solamente un logro físico, pero lo es también mental y emocional el que –al menos para mí- trae gran motivación.

Más Lecciones de Aucanquilcha

Cuando subo una montaña como el volcán Aucanquilcha, el que descansa cerca del volcán Santa Rosa, y aunque muchas veces lo hago acompañado, habitualmente subo impávido y envuelto en la recluída compañía de mi cariñoso equipaje emocional -el que acarrea mi esfuerzo y mi concentración - el que se explaya con el paisaje, con el silencio, y con la brutal naturaleza de Los Andes; y subo impávido hacia la cumbre; sin una dirección exacta, pero no marcho derrelicto.

¿Habrán sido los antiguos y olvidados dioses pre-colombinos que aún habitan los cosmos de Aucanquilcha, o habrán sido los penetrantes silbidos del tajante e incisivo viento Andino?  No lo sé, pero algo o alguien me ha imbuído estas profundas enseñanzas sobre la vida mientras me encaramaba invadiendo esas encumbradas alturas.

Aprendí por ejemplo que la audacia paga, pero que vale la pena detenerse y tomarse un respiro para ver dónde uno se encuentra; aprendí que el equilibrio ocupa el primer lugar entre las virtudes, que la impulsividad siempre debe ser la segunda, y que la desesperación engendra errores.

Aprendí que las situaciones más duras y estoicas son también los entornos más solitarios; y que siempre habrá una bosta la que pisaremos irremediablemente en nuestro camino por delante; aprendí que todas las subidas siempre encuentran una bajada velada e inesperada; y que la verdadera diversión solo comienza cuando se presionan y empujan los límites.

Aprendí que el verdadero Amor es lo que más duele; y que el éxito requiere de una gran confianza y perseverancia, y que la pereza rápidamente invita al fracaso; y que a veces la mejor manera de pasar un obstáculo es cortar a través de él; y lo que puede derrotarte, normalmente no lo ves venir.

También aprendí de la montaña que el progreso consiste en ser e ir, y no en tener o en llegar; y que en cada intersección de nuestra vida, hay una manera fácil y una manera difícil de tomar decisiones; y que si caigo herido, me puedo curar, lamer mis magulladuras, levantarme y proseguir la marcha.

Aprendí de la montaña otras cosas como por ejemplo que hay que siempre mantener el sentido del humor; que uno nunca debe creerse demasiado bueno como para no comenzar desde abajo; que nuestra familia es lo más hermoso y lo más valioso que siempre jamás tendremos en nuestras vidas; y que nunca debo tener temor de ser quien verdaderamente soy.

Aprendí que lo más difícil es aprender a perdonar, que debo explorar mi mundo y permanecer siempre curioso; que no debo tomarme muy seriamente a mí mismo porque nadie más lo hace; que debo llorar mis penas con alguien más porque alivia más que llorar solo; y que cuando se trata de chocolate, toda y cualquier resistencia es completamente inútil.

Aprendí que debo hacer las paces con mi pasado para que éste no me demuela el presente y me arruine el futuro; que nunca debo comparar mi vida con la de los demás, porque no tengo idea de cómo lucen sus jornadas; que nunca es demasiado tarde para tener una infancia feliz; que hay que ser excéntrico ahora, y no esperar a ser viejo para usar pantalones de color morado; y que el órgano sexual más importante es el cerebro.

¡La montaña está llena de enseñanzas!  Además me enseñó que nadie está a cargo de mi felicidad; que a tu trabajo no le importa que estés enfermo, solo a tus amigos les importa, manténte en contacto con ellos de cualquier manera en que puedas; no creas en milagros porque no existen; que el hacerse viejo es mejor que morir joven; y que la vida no viene envuelta en papel de regalo, pero sigue siendo un regalo.  ¿Qué cosas, no?

Desde la cumbre del Aucanquilcha, si miras al Este, podrás ver a la cansada Bolivia.  Una cosa más aprendí de Aucanquilcha...  nuestra vida es demasiado corta para lamentarse por mucho tiempo; o hay que mantenerse ocupado viviendo, o perseverar ocupado muriendo porque no hay que tomar decisiones permanentes basados en emociones temporales. 

Se puede aprender mucho de la vida subiendo una montaña, cualquier montaña; pero una montaña.  Cualquiera, hasta el más flojo, apático y enervado puede subir un cerro, una colina, un promontorio, una loma, un montículo, y hasta un pedestre mogote, pero subir una montaña verdadera toma a un ser más especial; a uno que se pueda elevar por sobre el nivel de una simple prominencia, a uno que debe ser capaz de negociar y resolver alturas y dificultades extraordinarias e inusitadas.

El impertinente e intruso ruido de la ciudad con todas sus falsas comodidades no nos deja tiempo ni de pensar ni de meditar.  Nuestra mente está constantemente presa en una inefable nube de preocupaciones y reacciones, y vivimos corriendo sin sentido de un lado para otro, porque no hay tiempo.  Y no hay tiempo porque tenemos muchas obligaciones con la sociedad, con la familia, con nosotros mismos, y con el resto de la humanidad.  Y así es como el tiempo que le deberíamos dedicar a nuestra conciencia se esfuma y desaparece en el cendal de las histéricas ciudades. 

En la montaña no pasa esto.  Nunca.  Escalando una montaña o un volcán como el dormido Aucanquilcha, juntos caminan nuestro esfuerzo sin distracciones, nuestra tenacidad sin mezquindades, y nuestros pensamientos sin obturación los que masajearán suavemente y con cariño los entumidos músculos de nuestra entorpecida conciencia.  Y durante la pesada marcha y enfrascados en nuestra lucha espiritual con nuestra envarada conciencia, sacudimos y despertamos también nuestros principios olvidados, y nuestra polvorienta moral, aquella que cuando éramos mozos jugando descuidadamente en aquel proverbial patio de baldosas verdes, estaba límpida y cristalina.

Una Experiencia

Tras un fláccido día anterior, un largo día caliginoso y húmedo casi a finales de Noviembre y durante el extraño interregno de las estaciones planetarias, que en mi Nueva Tierra se denomina "el Verano Indio", a la mañana siguiente partí en busca de las colinas.  Cada colina tiene su propia personalidad y un brutal genio, y escoger acertadamente una de ellas para que nos acompañe en una jornada, es siempre difícil; casi una parodinia.   

Partí hacia las nebulosas alturas esa mañana cerca de las seis de la madrugada, cuando el sol comenzaba a iluminar la tierra.  Dirigí mis largos y apurados trancos sin demora hacia unos montes que nunca había explorado antes.  Después de unas dos horas de marcha, sin saber realmente dónde estaba; me tropecé con un barranco.  He caminado desfiladeros antes, pero éste me llamó particularmente la atención.  El paisaje de la quebrada no era extraordinario en ningún aspecto, pero parecía tener la oculta y lúgubre catadura de una desolación luctuosa.  La soledad de esta hendedura supuraba un sentimiento de virginidad sepultural.

Mientras penetraba esta impávida garganta, no pude sacudirme la impresión de que el suelo en que caminaba no había sido nunca pisado antes por la planta de otro aventurero.  La pesada camanchaca que es peculiar del "verano indio", lo cubría todo.  Mientras me adentraba es sus entrañas, el inexistente sendero que ahora yo estaba creando me parecía tortuoso y serpenteante, y el sol que me seguía desde las plenitudes del cielo, seguido se escondía entre el ramaje que crecía rápidamente, hasta que se perdió completamente detrás de mis sudorosas espaldas.

Marché durante un largo tiempo poniendo especial cuidado en dónde pisaba.  De pronto y sin ninguna advertencia, penetró mi espíritu un incipiente temor que me anegó de vacilación y dudas.  En ese momento tuve miedo de tener un accidente, y que ningún ser humano podría salvarme si mi vida se quedase suspendida por un accidente de lamentables circunstancias.  Lidiando con el olor a miedo que se depura de la asustada mente, oí el ruido que hacen las ramas secas al quebrarse bajo la presión de una pisada.  Mi corazón se puso frío como la incisiva brisa de Media Luna.

Seguí mi jadeante marcha lentamente mientras que trataba de auscultar cuidadosamente aquel ruido para dilucidar qué era lo que oía.  El ruido aparecía y desaparecía a mi alrededor.  Era como si alguien o algo me seguía en mi marcha, la que estaba a punto de convertirse en una huída.  He mencionado anteriormente  en algunos de mis escritos de que no le temo a nada ni a nadie en el Universo, incluyendo todos y cada uno de los indeterminados dioses que la enclenque y disociada moral del Hombre ha inventado; pero a este punto, el ruidito éste ya me traía nerviosísimo y un poco apavorado.

Hice varias paradas para descansar, pero en realidad, yo sabía que estaba actuando, y esas cortas ancladas eran solo para pretender descansar, y en realidad las usaba para poder contener el ruido que yo hacía, y prestarle oído al que me perseguía.  Un terrible pensamiento me asaltó, súbito y emboscado: "Si pienso y creo que no le temo a la muerte, ¿por qué ahora estoy tan asustado?".  Y lo peor de todo es que este estado de pánico espiritual no era provocado por la inminencia de la muerte o por un peligro horripilante; simplemente goteaba parsimonioso desde un sórdido ruido, de un aparentemente indefenso susurro.  ¿Qué cosas, no?", me pregunté preocupado...

Por más que traté, con y sin disimulo; no ví nada ni pude saber desde dónde se desprendía el enervante y chisporroteante sonido.  El salobre temor me lamió la nuca y me mordió las sienes con sus inertes agujas estimulando desasosiegos y ansiedades en mi cabeza durante el resto del ascenso.  Tan absorto yo estaba con la distracción de no perder de "vista" el enervante ruido, que casi sin darme cuenta, me encontré en el cenit de una montaña desconocida para mí.  Desde la altura se veía una vasta y quieta llanura verde a la que un antropófago y anguloso río la rajaba salvajemente en dos.  Recordé que un río corta a través de un valle no porque es poderoso, sino porque es persistente.

Estas experiencias se diferencian de los sueños en que la realidad se oye, se siente y se puede tocar, opuesto a la idiosincrasia inconfundible de los sueños en que nada es auto-consistente.  Basado en esto que es real y propio, puedo decir que Novalis está completa y acertadamente en lo correcto.  "Novalis" fué el seudónimo de un poeta, escritor y filósofo de la época del Romanticismo Alemán el que su nombre de pila fué Georg Philipp Friedrich Freiherr von Hardenberg, hijo de padre minero (sin duda su padre habría de ser minero para poder desenterrar este tortuoso nombre).

Cito a Novalis porque él sostiene sin alardes que "estamos más cerca de la realidad cuando soñamos que soñamos".  Si escribo y describo como veo lo me ocurrió, sin ni siquiera sospechar de que es un sueño, aunque absolutamente pudo haberlo sido puesto que ocurrió y está en mis memorias aunque no recuerdo hoy claramente qué parte fué sueño o imaginación, o qué parte fué realidad; me veo obligado a clasificarlo como la filosófica anomalía a la que determinamos como "soñar despierto".  Comparto completamente este principio.  ¿Mis calificaciones para hacer esta aserción?: soy un soñador empedernido.

El descenso físico de la montaña fué sin accidentes o acontecimientos materiales, todos fueron abstractos, y todos ellos ocurrieron en mi mente.

El descenso de Aucanquilcha

El sol y el límpido aire de Aucanquilcha terminaron de alimentar mi espíritu y limpiar my psiquis durante el rápido y ágil descenso.  Cuando llegué a los cimientos de Aucanquilcha, reparé en que las montañas no tienen "pié", sino que tienen base...

Quizá sea menester subir una montaña de vez en cuando, o por primera vez si usted no lo ha hecho aún.  Quizá descubra más paisaje en su espíritu del que usted cree que tiene, quizá encuentre enterradas más virtudes de las que está usando; y por ventura, usted posiblemente pueda sacudir y cepillar aquellos principios morales y espirituales que el smog de la ciudad le ha estado maculando por tanto tiempo.

Anímese y busque una gran montaña para escalar.  Recuerde, la "edad" es un fenómeno que sólo vive en su imaginación.  El paso del tiempo poco a poco deteriora, menoscaba y termina aniquilando nuestro envoltorio corporal; pero el paso del tiempo alimenta nuestra mente, la desarrolla, la enriquece, y la hace más sabia y potente hasta que el cuerpo caduca.  ¡Úsela!  La experiencia no ocupa lugar, y a pesar de que la "edad" le cobra un pesado impuesto al cuerpo, para la mente es gratis y no necesita estanterías.

No subir estas montañas:

Antes de subir una montaña, asegúrese que no es la incorrecta.  Una montaña incorrecta es inservible, y le puede provocar más daño que beneficio.  Tampoco sea demasiado soñador, el sendero de las montañas son ásperos y difíciles, así que vaya bien aperado y con los zapatos apropiados.

Una Montaña de deudas

Nunca suba una montaña de deudas.  Estas montañas son imposibles de subir porque crecen constantemente alimentadas por sus propias acciones, y por más que avance, más atrás se queda.  Estas montañas no tienen cima.  Cuando estas montañas se acercan a construír una cima, entonces explotan desquiciadamente como un volcán demente y rabioso, y sólo dejan un hoyo insondable imposible de rellenar.  Recuerde: escalar significa subir.

Una Montaña de temores

Las montañas de temores también son muy inasequibles.  Al igual que la montaña de deudas, éstas las hacemos crecer nosotros mismos.  Además, a la montaña de temores no se le puede escalar, hay que confrontarla.  Estas montañas tampoco tienen cima.  Al enfrentar nuestros temores y miedos, los destruímos uno a uno sistemáticamente y con cada victoria, reducimos el tamaño de la montaña hasta que ésta deja de existir, por lo tanto ya no hay montaña, sino que solo queda una planicie, y las planicies son fáciles de caminar.

La Montaña de Nuestra Vida

La única montaña de la cual quizá nunca podamos conquistar su cumbre, es la montaña de nuestras vidas.  Esta montaña está viva y se mantiene en constante evolución.  Nos presenta cada día con nuevas alturas y nuevos pináculos, y cambia de fisonomía infatigablemente.  Lo que hoy parece una montaña, mañana puede lucir como una simple lomita, y lo que aparenta ser un sencillo promontorio, más tarde puede resultar ser una afilada cordillera.

Hay momentos en que conquistamos una gran altura de su tamaño en nuestro andinismo hacia su culminación, pero también hay momentos en que perdemos pié (nuestro pié, las montañas no tienen pié), y nos deslizamos cientos de metros hacia abajo, solo para comenzar la ascensión de nuevo.  Y la experiencia de otros acerca de andinismo, alpinismo o montañismo a secas, no nos sirve de nada porque nadie ha visto nuestra viva montaña, ni jamás la podrán ver en su totalidad como la vemos nosotros mismos.

Pero no es necesario conquistar uno, todos, o ninguno de los elevados apogeos de nuestra cambiante montaña de la vida; lo que es un riguroso menester es el conquistar algunos de aquellos pináculos.  Cada lomo que podamos conquistar de aquellos promontorios con que nuestra montaña nos presenta a diario, son una gran victoria, porque lo importante no es ganar o perder, ¡lo imperativo es no rendirse jamás!    No pretendo decirle cómo subir una montaña, solo quiero decirle que comience a hacerlo.

Trato de conquistar el Summit de mi montaña tenaz e infatigablemente cada día con renovado vigor, sabiendo que quizá jamás lo logre, pero lo hago incansable porque aparte de ser loco, soy curioso, y quiero descubrir qué es lo que hay allá arriba; porque hay que vivir antes de morir, y hay que reír antes de llorar.

Lo que pienso que tiene más valor para mí entre las cosas que he aprendido de la vida mientras subo gigantescos peñascos en mi afán de conquistar sus cimas, es que mientras más me gasto, más me doy cuenta de que la vida no es acerca de cosas materiales, u orgullo, o ego.  Creo que es acerca de mi corazón y por quién, o por qué cosas o motivos se mantiene latiendo.   Esto es porque cualquier tonto puede saber, la cuestión es entender.

No puedo obligarlo a hacer nada por usted mismo o por su familia, o amigos o conocidos o por la sociedad en que vive, así que lo único que puedo hacer es animarlo a la acción.   Bueno, aquí le va: ¡Anímese!  ¡Suba una montaña!  Este planeta es como un gran libro, y aquellos que no han subido montañas, han leído sólo una página de este vasto vademécum.  No se puede subir una montaña simplemente mirándola.

¡Anímese!  ¡Suba una montaña! 
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Post scriptum et quorumdam suggestionibus pro futurum: Si hay algún tema sobre el cual usted quisiera leer mis traumáticas y ligeramente psicopatísticas opiniones, por favor sugiéralo a: rguajardo@rguajardo.us.

Caveat: Mis opiniones personales pueden resultarle ácidas, demasiado honestas, corrosivas, irreverentes, insultantes, altamente irónicas, acerbas, licenciosas, mordaces y de una causticidad filosófica sin límites conocidos por el ser humano, y quizá no le apetezcan o acomoden intelectualmente; pero es lo que habrá disponible basado en su pedido.  Gracias. 




El Loco

viernes, 2 de enero de 2015

¿Simplex Vita?

Casi todos aquellos que conozco, desean o sueñan con una vida más simple.  Yo también deseaba y soñaba con una vida más simple hasta que me puse a cavilar seriamente sobre este asunto. 

Irónicamente, "vida simple" es una pareja de utópicas palabras muy complicadas y sin simpleza alguna.  "Simplex Vita" (vida simple) como lo apuntó el filósofo Griego Epicúreo (Epicurus), --quien vivió y murió en la Ciudad-Estado de Atenas, en su trabajo que se ha titulado como Epicureísmo, afirmaba que una vida sin problemas --así como el paradigma de la felicidad, es posible conseguirla por medio de elecciones bien meditadas.  Acuérdese de que Epicúreo vivió entre los años 341 y 270 antes de la Era Común.

Entonces, ¿qué es la vida simple?  Tengo varios ejemplos de "vida simple" para ilustrar el dificultoso secreto que estas cínicas y satíricas palabritas esconden, las que bajo su escueto e inocente aspecto auditivo y de contenido, disimulan una embrollada sarta de compendios de noción elementales y mecanismos inasequibles los que hacen a esta yunta voquible y locutora, más complicada y peliaguda que nadar en contra de la corriente en un bituminoso río de alquitrán crudo.

La noción de "vida simple" se ha tornado incrementalmente más polémica y difusa en la percepción y comprensión de la gente que busca una supuesta "simpleza de vida".  Para muchos cosmopolitas, la idea de vida simple en gran medida se asocia con la idea de fácil, sencillo, con algo que requiere poco proceso mental o habilidad para obtenerse y en muchos contextos; pienso que se ha utilizado en un sentido desatento e irrealista con respecto a nuestras ocupadas vidas cotidianas modernas contemporáneas.  He oído utilizar este concepto de muchas maneras diferentes y con tonos altamente dispares y disonantes, por lo que personalmente creo que es necesario darle a este concepto de "simpleza" una nueva, diferente y seria consideración, especialmente cuando se trata de ofrecerle un sentido y una perspectiva más real y consecuente con respecto a la vida moderna.

Para mí, lo contrario de simple no es solamente lo complicado, sino que también lo difícil, lo comprometido y lo indócil.  Yo creo que la gente tiene una razón más profunda para idealizar este concepto de lo simple o de vida simple, y es quizá la misma razón que está atrayendo a una nueva generación que busca un oasis de respiro y desahogo, una válvula de escape a las vicisitudes y a las presiones del mundo caótico y agotador en que vivimos.  El ritmo y las demandas de la vida moderna resultan en una constante fragmentación de nuestras vidas y en una continua transgresión de nuestras voluntades, por lo que la idea de "vida simple" representa un retorno a lo esencial, a la calma, a lo "simple".  La persecución de este concepto de vida simple constituye un intento de desarticular las infinitas capas de complejidad que gobiernan cada minuto de nuestras aceleradas y convulsivas vidas.  Quizá su propio concepto, noción y percepción de "vida simple" cambie irremediablemente después de haber leído este subversivo escrito, producto de una pluma indomablemente animosa, insolentemente audaz y eternamente oficiosa, firmemente esgrimida en el pendenciero puño de un Loco más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda.

Vida Simple

Conozco a muchos inconscientes y maquinales simplistas que hablan de lograr una "vida simple" sin tener la más filosofunculista y atravesada idea de lo que están hablando, y que tampoco pueden alcanzarla porque el esfuerzo para hacerlo es muy dispendioso y muy complicado.  La "vida simple" abarca un número de diferentes prácticas voluntarias para simplificar el estilo utilitarista de vida de uno mismo.  Este estilo simplista incluye la reducción drástica de las posesiones terrenales y el considerable aumento de la autosuficiencia (otro concepto tremendamente malentendido y foráneo para muchos), cosa que casi ningún ser humano en su sano juicio ha logrado alcanzar cabalmente a no ser que sea un Esquimal, o un ermitaño que viva en una cueva perdida en un oscuro pliegue del mundo donde nadie lo vea ni se entere de su existencia.  Recuerde que Robinson Crusoe es un cuento, no una realidad. 

Para poder sobrevivir una vida así, tiene que saber de agricultura y ganadería para poder comer, debe de saber medicina y odontología para mantenerse sano, debe saber construcción y arquitectura para poder construír un mínimo albergue para refugiarse de los elementos, debe de saber sastrería y zapatería para poder confeccionar ropa y calzado, debe saber cazar y pescar para poder alimentarse equilibradamente y no perder su capacidad mental debido a una dieta vegetariana, debe saber metalurgia y forja para poder manufacturar armas para defenderse y herramientas para trabajar, debe de saber encontrar agua potable e inventar algo mejor que un palo sin corteza o una hoja de árbol para limpiarse el culito después de ir al baño, necesita saber fabricar tijeras y cepillos para cortarse el pelo y cepillarse los dientes, requiere de ser un "Unguentarius" o un "Apotecario", o por lo menos saber cómo fabricar químicos para confeccionar medicinas porque tarde o temprano va a ingerir más alopatías que alimentos.

Es más; entre otras muchas cosas usted precisa saber cómo entretenerse apropiadamente para no volverse loco y comenzar a oír voces en su cabecita ya casi pelada, hablarles a las palmeras, pelear con las piedras (como lo hace con la Tele hoy), o empezar a creer en lo religioso...  Asimismo, usted tiene un baño dentro de la casa, de otro modo usted tendría que construír una letrina alejada del hogar para que los vapores del olor de su humanidad y la de la humanidad de su familia no los asfixie.  Circumbiríndicamente(1), usted se puede comunicar con cualquier persona a cualquier hora en cualquier parte del mundo.  Durante la época de La Colonia en Chile, mientras O'Higgins y los hermanos Carrera no se ponían de acuerdo en cómo joder y jeringar más al país, el viaje de Santiago a Valparaíso tomaba tres semanas en carreta de bueyes; y si usted tenía un caballo, este viaje se le podría acortar unos dos o tres días para poder ir a hablar con alguien.  Ahora usted aprieta un botoncito cuico en una cajita pituca, y ¡jarbalay chúm!, la persona con la que quiere hablar está dentro de la cajita aunque usted no la vea, y en materia de unos dos o tres segundos ya está conversando con ella.   Todo esto es sin considerar una pareja en su vida... lo que complicaría las cosas a un nivel inaguantable...  ¿Qué simple, no?

(1)  Esta nota es simplemente para recordarle al lector la afluencia de la consumada palabrita Circumbirúndico(a).   Este término diccional o vocablo de facundia es de particular territorialidad, y es usado principalmente en Chile por algunas clases sociales connaturalmente desheredadas de una germanía ilustrada y apta, y es una aleatoria fusión de los inuendos del significado de las palabras asombroso, secreto, misterioso, inexplicable y prodigioso.  Así que cuando usted quiera expresar su admiración por algo, o por algún asunto que confine el significado conceptual de estas varias palabras de la lengua Castellana; simplemente use este práctico vocablo chileno y refiérase al asunto en cuestión como: "circumbirúndico".

Vida Sencilla

La vida sencilla se puede caracterizar en una suelta definición como ascetismo, y es para aquellos inconscientes e ilusorios individuos que creen que se podrían sentir satisfechos con poco y deseando casi nada.  En otras palabras, les debe gustar la pobreza extrema y ser tremendamente egoístas e irresponsables porque en esto no pueden arrastrar a la familia.  A pesar de que el malentendido ascetismo generalmente promueve una falsa vida sencilla absteniéndose de lujo e indulgencia, no todos los defensores de la vida simple son ascetas.  Dicen que la vida sencilla es distinta de la pobreza forzada ya que es una elección voluntaria de estilo de vida.  Claro, es como ser un hippie sin drogas.  Lo que significa que para poder tener una vida sencilla sin caer en la pobreza forzada, primero hay que hacerse rico y después hacer la elección en forma consciente.  ¿Qué cosas, no?

Además, a la "vida sencilla" la llaman en forma generosa, equivocada e irresponsable con el mote de: humildad; lo que en nuestros días es un claro sinónimo de pauperrimidad social en múltiples niveles.  La humildad es muchas veces un conveniente disfraz para celar la falta de acometividad de la virtud y capacidad de adaptación social de un individuo.  Con esta conveniente confusión de conceptos que vienen muy a mano para justificar y mantener la mediocridad tras el velo de la aceptación, aparece el concepto del Minimalismo.  El vocablo "minimalista" en su condición general y de criterio se refiere a cualquier cosa o situación que se haya reducido a lo más esencial, y que haya sido despojada de todos los elementos considerados sobrantes o superfluos.  Éste término es una puntual transliteración de la palabra Inglesa: minimalist, la que se ha traducido y expresado en la confundida lengua Castellana como: "minimista", y como pura expresión transliterada, no encontrará una definición clara o sustancial para esta palabra ni en el diccionario de Condorito.

La vida no ha sido nunca sencilla para la especie humana desde que el Homínido decidió aparecer hace unos 2.500.000 años atrás en el período Mioceno, donde estos parientes cavernarios nuestros tenían que sobrevivir de los dinosaurios, tigres dientes de sable, pterodáctilos, y de unas cucarachas del tamaño de un burro moderno, y lo único que tenían para defenderse era una pesada maza que acarreaban dondequiera que iban y que también les servía para cazar y buscar novia.  Y si nos saltamos varias millonadas de años, a los humanos no les fué nada fácil sobrevivir durante los últimos 5,000 años, y esto lo sabemos porque la escritura scriptofonética se inventó en aquella época y es así como sabemos lo que pasó en ese entonces.  La vida del ser humano ha sido una dura lucha por sobrevivir los elementos, las condiciones de vida, y sobrevivir a los propios humanos mismos desde la Edad del Bronce, pasando por la Edad Media, y durante nuestro último agotador y fatigoso milenio.  Tanto así, que si usted sigue leyendo este escrito que ya lo tiene nervioso y no se va a trabajar pronto, su familia puede enfrentar extinción económica, seguida por extinción social, y finalmente extinción biológica; los peldaños lógicos, consecutivos y necesarios del protocolo de extinción urbanita.

Otras cosas "simples"


 Ingeniería

Hay otras cosas "simples" dependiendo de quién sea usted.  Por ejemplo si usted es un Ingeniero maniático, usted encontraría que es simple el Análisis de Regresión Linear (o Regresión Analítica Simple).  El análisis de regresión lineal simple es una herramienta estadística para cuantificar la relación entre una sola variable independiente (de aquí sale lo de "simple") y una (o más) variable dependiente en base a la experiencia pasada (u observación o data estadística).  Por ejemplo, el análisis de regresión lineal simple se puede utilizar para expresar cómo los costos de electricidad de una empresa (la variable dependiente) cambian en relación a la variación de las horas de funcionamiento y producción de las máquinas de fabricación de una compañía (la variable independiente).  ¿Qué simple, no?

Criminal

En el área de criminalidad, el "asalto" es un crimen de violencia, el que se define de manera diferente de una jurisdicción legal a otra.  Algunas jurisdicciones definen asalto como el uso intencional de la fuerza o violencia en contra de otra persona, como pegarle un combo en l'hocico o golpear a una víctima con un objeto contundente.  En otras jurisdicciones el asalto no implica necesariamente contacto físico real, y se define como un "intento" de cometer una agresión física o actos intencionales que susciten que una persona sienta temor de violencia inminente en contra de su naturaleza.  Bajo esta segunda definición (arbitraria como todo en la justicia), amenazas verbales normalmente no son suficientes para constituir un asalto simple; pero amenazas con un puño o moverse amenazadora o agresivamente en dirección de la víctima, generalmente se considera un asalto simple.  En estas jurisdicciones, el amenazar con hacer daño a alguien mientras dirigiéndose hacia él o ella con un puño en alto, constituye asalto simple.  Entonces, ¿cuán simple es el asalto simple?  Pues dígame usted....  ¿Qué cosas, no?

Vida Complicada

Mire; lo que es realmente simple es lo complicado.  Lo complicado es muy simple.  Déjese de soñar con la tontería de la simplicidad y póngase las pilas con la realidad actual.  Usted ya sabe cómo vivir, manipular y administrar lo complicado, pero asimismo usted no tiene la más peregrina o exótica idea de cómo manejar o disponer de lo simple.  En lo complicado usted ya tiene ventaja y sabiduría y sabe perfectamente cómo vivir en una ciudad, ese gran monumento a la complicación de la existencia humana.  Si usted se detiene un momento --no a oler las flores porque lo más seguro es que ellas ya hayan sido meadas por innumerables perros proletarios marcando su territorio-- a pensar y a evaluar su capacidad de supervivencia urbana, se dará cuenta de que usted es un magnífico ejemplar de persistencia y un arquetipo de la vida complicada, reducida a su más simple expresión.

Por ejemplo, usted tiene (¡ojalá!) un trabajo en el que cuando usted concluye ciertos períodos de quehacer, le dan un simpático papelito normalmente de color verde claro o celeste el que usted lleva al Banco donde los puede cambiar por otros papelitos de todos colores los que sirven para comprar cosas, para pagar cuentas, para coimear abogados deshonestos, sobornar políticos mentirosos y mantener curas flojos, pusilánimes, degenerados y chupasangres.  Entonces en vez de irse a cazar para alimentar a su familia, simplemente se va al supermercado con sus multicolores papelitos en el bolsillo y allí obtiene su carne apropiadamente cortada y envuelta, y así no tiene que matar una vaca, descuartizarla y quedar bañado en sangre.  Además tiene sus frutas y vegetales convenientemente ordenados en cubículos donde usted simplemente los elije y los pone en su canastita, en su bolsita o en su carrito, dependiendo de dónde esté haciendo sus compras. 

Esto le evita tener que trabajar la tierra por un año completo para obtener solamente algunos de estos víveres, y así habilita a sus hijos para que asistan al colegio y a su esposa para que vaya a la cantera o al taller de belleza.  Después tiene a su disposición bajo el mismo techo: bebidas, remedios, artículos de baño, panadería, detergentes, jabones, champús, comida congelada, comida en conserva, aceite, vinagre, sal, productos lácteos, pasta, papeles, bolsas, productos plásticos, y un millón de otros productos que ni conoce.  ¡Como haría usted para producir todo esto si usted no sabe ni cómo poner un huevo!  Toda sus necesidades biológicas de subsistencia y las de su familia están resueltas en el boliche de la esquina.  Y si se le acaban los papelitos de colores para adquirir los enseres y alimentos para cubrir sus necesidades, entonces usa una postal chiquita de plástico la que desliza por una ranura en la misma moción como cuando se limpia el pompis, y paga así su importe.  ¿Qué cosas, no?

Aparte de esto, usted sabe cómo pagar impuestos, como ir a su trabajo ya sea en bus, automóvil, taxi, metro, o a pie.  Entiende el enjambre de innumerables letreros que tapizan las calles y los edificios, sabe interpretar las señales de los "Pacos", se conoce la mayoría de las calles así que no se pierde muy seguido, sabe usar los ascensores, comprar paraguas y libros, sabe cruzar las calles y evitar el peligro de las bestias depredadoras motorizadas, sabe manejar el control remoto de la Tele, sabe ver la hora, sabe lo que es un colegio y para qué sirve, no necesita producir electricidad, gas, gasolina, ni ningún tipo de combustible, el agua está casi siempre limpia y disponible en el cuartito del agua de su casa, entiende los refrigeradores, no le tiene miedo al Wii ni al Xbox, conoce el café en libertad (Ex-presso), sabe que no debe tragarse el chicle, sabe que no se va a desangrar si se corta el pelo o las uñas, sabe que hay que comer helado escondido de la esposa, sabe evitar el inminente peligro de la suegra, sabe irse de vacaciones, se sabe su dirección, ¡y hasta sabe decir malas palabras cuando es necesario!  

Y también sabe hacer otro montón requetegrande de cosas y funciones para sobrevivir y mantenerse vivo usted y a su familia.  Ya vé, a pesar de que todas estas cosas son un universo de sistemas de complicación en sí mismos, nada de esto es complicado para usted.  Entonces, ¿qué tan complicada es la Vida Complicada?  ¡Pues para nada!

Volviendo a la Complicación de la Simpleza

¡Siga mi consejo y no se complique la vida con la simplicidad!  ¡La simplicidad no existe!  Es solo la complicación disfrazada de simple.  Al final, lo único que usted tiene que hacer en nuestra vida moderna para mantenerla simple, es estudiar un poco y tener un trabajo remunerado.  Todo el resto lo resuelve ese inventito llamado ciudad.  La gente que vivió vidas simples están todos extinguidos.  Tome como ejemplo a Los Hombres de Monteverde.  Esta gente del Sur vivía vidas muy simples.  No tenían departamentos ni desagües, ni Metro ni el Transantiago, ni ninguna de esas complicaciones urbanas.  Lo único que hacían era salir de sus cuevas, hacer un fueguito y tostar una rata, un conejo o a un congénere para comer, no se bañaban nunca y todos y cada día hacían la mismas cosas.  ¡Una vida muy simple y sin complicaciones!  Por eso es que estos giles se extinguieron hace unos 13,000 años atrás.

Sin embargo, cuando el Hombre Moderno se puso las pilas e inventó las primeras ciudades, comenzó a cultivar, a hacer artefactos y demases hace unos 9,500 años atrás; se concentró en hacer la vida mucho más complicada para simplificar la vida simple.  Este Homo Erectus increíblemente ha sobrevivido ya por más de 12,000 años hasta la fecha, y se espera que siga sobreviviendo unos cuantos millones de años más, a no ser que nuestras sociedades modernas sigan enviciadas inconscientemente y manteniendo estultamente vigente a los políticos chamulleros, a los abogados deshonestos y a los frailes degenerados.  Apenas el Hombre de Monteverde se cogía un simple resfrío, contagiaba al 80% de la tribu, y el 70% se moría de gripe, diarrea, o piduyes.  Solo tomaba unos dos o tres resfríos para aniquilar a la población completa.  En ese tiempo las farmacias estaba cerradas.  ¿Qué simple, no?

Otros problemas 

Por supuesto que hay una gran cantidad de otros problemas y complicados desafíos que llevamos encima y que nos enmarañan la vida, pero no son parte de la complicación vital de la existencia comunitaria humana, sino que son un producto generado exclusivamente como resultado  de las múltiples y concurrentes ramificaciones de nuestras propias e inalienables condiciones y contextos personales, a los que yo personalmente llamo "razones socioeconómicopolíticoreligiososintomáticoendoposturo" (o Socoporesienpo).  Y esto lo resolvemos tal como resolvemos el resto: como todo es esta vida y en este mundo que dá vueltas en sentido contrario al sentido común de lo que llamamos "vida" (porque los movimientos celestes no tienen juicio), en este mundo casi todo se consigue con dinero; y lo que no se puede conseguir con dinero, se consigue con más dinero.  ¿Qué cosas, no?

Otra cosa que puede ser difícil en la existencia complicada es que aparentemente la vida transita demasiado rápido en esta inmensa bola de tierra y agua donde vivimos.  Esto es quizá porque nos afanamos y nos preocupamos tanto por las cosas y los hechos que tenemos por delante, que no nos damos tiempo para disfrutar dónde estamos y lo que tenemos en la actualidad.  Y así los días se nos pasan volando, nos dejan atrás, y apenas notamos que han pasado por nuestras vidas.  Los días pasados de nuestras vidas se convierten en una confusa memoria sin definición que nos deja con la vista clavada en el suelo y con los pensamientos perdidos en el éter de nuestras existencias, hasta que un profundo y sentido suspiro nos rescata y nos trae de vuelta a la realidad. 

Muchas veces toma que nos pase alguna calamidad o nos caiga encima una desgracia o una catástrofe que nos obligue a abrir los ojos y los sentidos para darnos cuenta del presente.  Entonces repentinamente, despertamos y nos damos cuenta de todos los errores que hemos cometido, pero es ya muy tarde para cambiar o reparar cualquiera de ellos.  Y ya despiertos, nos percatamos del ruido que hace la carrera de ratas, y nos apresuramos a reintegrarla para no quedarnos atrás.  Sí, algunas veces la vida se pone un poco difícil y después nos morimos, y luego nos tapan la cara con tierra, y seguidamente nos comen los gusanos.  Por eso es que estar agradecidos de que estas últimas cosas nos pasen en ese mismo orden.

¿Vida Simple?

¡Pues sí hombre!  ¡No podemos tener una vida más simple de la que ya tenemos ahora!  Todo se reduce (en el sentido de supervivencia) a tener un ingreso decente y constante.  Esto no es fácil de conseguir, pero es realmente la única seria complicación a la que nos enfrentamos hoy, ¡y ésta tiene solución!  De otra forma o de cualquier forma diferente, tendríamos que enfrentar las condiciones de una vida tan simple que las complicaciones inherentes de mantenerla nos mataría bien muertos a todos.  ¡Descúbrale la Longitud a su vida!

Vaya al parque y párese al lado de una flor aunque ésta esté sucia y ennegrecida con smog pero no la olfatee, y admire la belleza de este valeroso trocito de naturaleza que lucha por sobrevivir en un mundo atmosféricamente hostil y rencoroso.  Observe el camión de la basura que viene a recoger sus desechos a la puerta de su casa para que usted no tenga que preocuparse de qué demonios va a hacer con ellos, admire al carro de bomberos o a la ambulancia que pasan gritando sirenas locas y chillonas quienes le facilitarán la vida cuando esté con la mierda hasta el cuello y desesperado sin saber qué hacer, admire al restaurante que ofrece comida preparada para que usted pueda comer cuando se le pare el hoyo, asómbrese con la enorme simplicidad con que su ciudad nace, vive y muere cada día para mañana repetir otra vez este interminable ciclo una y otra vez, y pásmese de saber que si quiere ir a pasar un fin de semana a la playa o a la montaña, no tiene que arrastrar su casa, sino que simplemente se aloja en un templo llamado hotel.  Y finalmente, tenga un poco de consideración por aquellos otros seres humanos que se han rezagado y están perdiendo irremediablemente la triste y sucia carrera de ratas, y a los que a veces usted encuentra botados en la imperdonable calle quienes le estiran la mano de vez en cuando pidiendo una subvencionable dádiva.

Después de que haya gastado unos minutos en esta actividad, no se quede ahí parado como un huevón pensando en que la vida es complicada porque la vida que tenemos ahora es la más simple que ha existido para el ser humano desde la iniciación del Período Cambriano cuando el primer Cordate saltó de proto-vertebrado a Conodonto.  A estas especies les tomó casi 550,000,000 de años para lograr pararse en dos patas.  Todas las especies entre usted y la Metazoa están extintos.  ¿No se siente ahora un poco mejor de que esté viviendo en esta "complicada" sociedad contemporánea?  Si no se siente más contento es quizá porque usted se está rindiendo, y su calidad innata de Hombre se está esfumando rápidamente y será mejor que comience a darle una seria y profunda mirada a su intrínseca naturaleza Humana.

Sí amigo mío, la Vida Simple es complicadísima, al contrario de la Vida Complicada la que es el epítome de la simplicidad.  En otras palabras, usted ya posee y maneja lo más simple en lo que es simplicidad de vida, así que no se queje de complicaciones porque si la vida fuese más simple de lo que es y de la que usted tiene ahora, usted será irremisiblemente extinguido.  No se queje más de sus angustias de vida, no gimotee acerca de las dificultades, no lloriquee los problemas,  no se lamente de las estrecheces, y no refunfuñe cuando las cosas no le salgan bien.  Agradezca lo que tiene, y no joda más.

A pesar de lo que usted pudiese creer o imaginarse, al igual que usted; yo no he tenido una vida fácil o simple, empero una llena de reventones, bretes, complicaciones, obstáculos y desafíos, pero cuando se me acaba la paciencia y quiero reclamar, protestar, quejarme o lamentarme; lo hago solo y a puerta cerrada sentado firmemente en la letrina mientras que me deshago y abato el vehemente y badulaque peso humano no-solidario, a la vez que trato de no asfixiarme con aquellos malos olores gaseosos los que se despiden despachadamente de mi vida en su desahuciada jornada hacia lo infinito de lo eterno en el desagüe de la existencia humana.

Durante mis delirantes y elementales jornadas de pensamiento he descubierto que los seres humanos están divididos en dos simples grupos principales, y cada uno de estos grupos está dividido asimismo en otros tres simples grupos.  La primera división es entre los Idealistas y los Realistas.  Esto es crítico porque los poderes autocráticos del Idealismo y del Realismo constantemente compiten entre ellos por dominar las volubles mentes humanas, una actividad que no concluye nunca y que vincula y fusiona constantemente todas y cada una de las actividades y relaciones humanas.

Los otros tres grupos de pensamiento (bajo Idealismo y Realismo) son los siguientes: 

El primer grupo lo forman aquellos individuos que se preguntan ¿qué traerá el futuro, qué va a suceder mañana?; y se lo pasan conjeturando y elucubrando pronósticos para estar preparados.

El segundo grupo está instituído por esos sujetos que se preguntan ¿qué está pasando?, ¿qué pasa a mi alrededor?, y tratan tenazmente de encontrar una respuesta para enfrentar el presente.

El tercer grupo son aquellas gentes que la única y singular pregunta que tienen para sí mismos y que la formulan con ojos del tamaño de huevos fritos es: ¿Qué mierdas pasó?  Estos son los mojigatos meníngeos.

No importa si usted es Idealista o Realista, lo que es importante es saber en qué grupo está usted en la segunda división.

Ya vé, la Vida Simple es una desorbitada e insana complicación impracticable, pero en cambio la Vida Complicada; ¡es una bagatela!, ¡es real y muy simple!  ¿Qué cosas, no?


El Loco