martes, 1 de noviembre de 2016

La Criptogénica Historia del Lápiz

¿Se ha preguntado usted alguna vez sobre los orígenes del humilde lápiz?  Sí, ese aparatito largo, delgado y vestido de amarillo que nos sirve (y que nos ha servido por centurias) para escribir, al que en Chile le llaman cariñosamente: “lápiz de mina”.

Antes de hacer su estreno de gala en sociedad el arquetípico lápiz como lo conocemos hoy, éste no existía; y su desarrollo se debió a un fortuito pero notable descubrimiento en el año 1564 de la Era Común.  Pero antes de entrar de lleno en materia, revisemos algunos utensilios de escritura que se usaron hasta la isopiptesis llegada de nuestro humilde y contemporáneo lápiz.

La palabra “lápiz” proviene de la palabra francesa antigua “pincel”.  Del lenguaje Latín del Periodo Post-Clásico, la palabra inglesa “pencil” (lápiz) se deriva de la palabra latina “Penicillus”, lo que significa "colita", y que se refería originalmente a pincel fino de un artista, los cuales estaban hechos de pelo de camello.  Esta palabra: “Penicillus” es también el origen para la palabra “penis” o “pene”.  A pesar de la gran similitud entre “pencil” y “pene”; este último se exclusivamente usa para “escribir” en otra dimensión.

Incluso antes del descubrimiento y el uso de pigmentos (1), el ser humano usaba diferentes instrumentos y métodos para “escribir”.  Coloco la palabra “escribir” entre comillas porque la “escritura” (2) se inventó alrededor de unos 6.000 años atrás durante el comienzo de la Edad del Bronce, pero antes, el erecto habitante de este revuelto planeta se expresaba comunicativa, articulada y artísticamente usando una serie de materiales arcaicos para hacer sus marcas y manifestaciones en cavernas, piedras, árboles y otras variadas y disimilares superficies.  

Ellos utilizaban trozos de carbón encontrados al azar, remanentes de la invención del fuego de la Edad de Piedra, plantas y otros instrumentales y herramientas disponibles en el área en que nuestros peludos y fornidos antepasados sobrevivían.  En caso de que se esté preguntando, la tiza blanca recién se comenzó a utilizar en el siglo XIX en los salones de clases europeos.

(1) Un pigmento es un material que cambia el color de la luz reflejada como resultado de la absorción selectiva de longitud de onda.  Este proceso físico es diferente de la fluorescencia, fosforescencia, y otras formas de luminiscencia, en el que un material emite luz.

(2) Se estima que la escritura fué inventada a finales del IV milenio antes de la Era Común en Mesopotamia, y las marcas que se usaban en ese entonces se denominan escritura cuneiforme.   La invención de la escritura puso la distinción entre la historia y la prehistoria. 

Los Primeros Instrumentos de Escritura

Los incipientes instrumentos y utensilios de escritura específicamente manufacturados para esta civilizada función eran “autónomos”, es decir, tenían una funcionalidad inherente a su vida útil, la que era la longitud de su existencia física.  Entonces, estos instrumentos de uso manual no se consumían, y desafortunadamente también se usaban para otras funciones menos dignas e innobles que el documentar. 

Los había para el uso con y sin pigmento.  En el caso de los instrumentos sin el uso de pigmentos, y quizá los ejemplos más antiguos conocidos de “escritura” que poseemos, fueron creados mediante la hendedura de una superficie plana usando una herramienta rígida.  Para esto no era necesario utilizar un pigmento ya que las marcas de escritura se “tallaban” o “esculpían” sobre una apropiada superficie de uso.

Los chinos tallaban huesos y conchas de tortugas para escribir en su Jiaguwen, los que eran huesos marcados para usar en la adivinación por allá en el segundo milenio antes de la Era Común.  En Sumeria, Babilonia, e incluso en la Grecia Micénica, se produjo escritura cuneiforme pulsando con fuerza física un instrumento triangular sobre tablillas de arcilla blanda, creando así las marcas características de la escritura cuneiforme.  Más tarde, los astutos romanos avanzaron la tecnología, y comenzaron a utilizar manecillas de plomo sobre tablillas aperadas con una blanda superficie hecha de cera de abejas, las cuales podían ser reutilizadas.  Éstos fueron los precursores de la “tableta” (digo yo). 

A su vez, los más modernos instrumentos de escritura que usaban pigmentos también fueron desarrollados por los artificiosos romanos, y éstos también fueron los impulsores de nuestro lápiz moderno.  Estos lápices Romanos fueron el inicial "lápiz de mina" ya que llevaba un cilindro de plomo envuelto en madera el que utilizaban para escribir sobre madera, piel de animales, o sobre papiro entre otras apropiadas superficies.  Los romanos solían llamar “mina” al plomo.

Un Hecho Circumbirúndico

En el año de 1564 y por accidente, los lugareños en Cumbria, Inglaterra, descubrieron un enorme depósito de grafito el que fué descubierto en un lugar montañoso muy alto llamado Seathwaite Fell.  Los lugareños –que eran pastores de Ovis Orientalis Aries (ovejas), encontraron que este material era muy útil para marcar sus mamíferos cuadrúpedos ungulados domésticos.  El 25 de Marzo de ese mismo año ocurrió la Batalla de Angol en la Araucanía chilena, donde el Conquistador Castellano Lorenzo Bernal del Mercado derrotó y mató al Toqui Mapuche Illangulién.

Este recién descubierto depósito de grafito se encontraba en un estado bastante puro, y en bloques que se podían seccionar sin dificultad en pequeñas barritas.  Hasta la fecha, este depósito de grafito sigue siendo el más grande encontrado en esta forma sólida.  Usando este nuevo compuesto, se descubrieron muchas aplicaciones para éste, como por ejemplo para hacer moldes para metales fundidos.  De esta forma el grafito, de la noche a la mañana, pasó a ser de un elemento sin valor, a adquirir un valor enorme.  Más tarde, se encontraron otros depósitos de grafito en diferentes lugares del mundo, pero no poseían la misma pureza y calidad que el grafito de Seathwaite Fell, entonces estos otros grafitos debían de ser pulverizados para eliminar sus impurezas.

Basados en el descubrimiento del grafito, desde el año 1860 los ingleses ostentaron la producción exclusiva de lápices cuadrados de barras de grafito, esto; hasta que se encontró un método de reconstituír el grafito en polvo.   En 1860, paralelamente la “Pony Express” comenzó a correr sus diligencias entre Saint Joseph, Missouri, y la ciudad de Sacramento, en California.  La primera diligencia partió de St. Joseph el 3 de Abril de 1860, y arribó a Sacramento el 13 de Abril de 1860; y en Noviembre 6 de ese mismo año, Abraham Lincoln fué elegido el decimosexto Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica.  Este año de 1860 fué muy movido. 

El Lápiz de Conté

En un esfuerzo por crear una herramienta más útil y manejable para hacer marcas y para escribir, el primer ensayo que se hizo para fabricar minas hechas de grafito pulverizado y compactado, se realizó en la alemana ciudad de Núremberg en el temprano año de 1662; para lo cual se utilizó una mezcolanza de grafito, azufre, antimonio y arcilla para mantener la coherencia de este aserrín de grafito.  Ese mismo nefasto año se extinguió el Raphus Cucullatus, conocido por la humanidad como el pájaro Dodo; quien era el hermano del Pezophaps Solitaria, otro pájaro extinto que no volaba.  ¿Qué cosas, no?

Para conseguir que el grafito fuese un poco más sencillo y práctico de usar, usuarios como topógrafos y artistas envolvían o forraban delgadas varillas de grafito con cáñamo o con piel de Ovis Aries.  En el año 1565 mientras que los portugueses estaban ocupados fundando la ciudad de Río de Janeiro en Brasil, el botánico y zoólogo suizo Konrad von Gessner reveló un dibujo de una delgada varita de grafito confinada dentro de un tubo hecho de madera.  Ésta fué la primera representación moderna oficial de un lápiz de madera.  

En el sacudido año de 1794 durante la guerra de la Francia revolucionaria con Gran Bretaña, Francia se encontró completamente carente de la superior calidad del grafito Inglés, por lo que entonces el ministro de Guerra francés Jean Baptiste Noël Bouchotte, le encargó al talentoso pintor e inventor francés tuerto, Nicolas-Jacques Conté, que encontrase una solución urgente y viable para esta carencia de lápices.   El ingenioso Conté entonces molió grafito impuro y de mala calidad y lo mezcló con arcilla húmeda, luego a esta masa amorfa le dió un formato de barras, y luego las metió al horno para cocinarlas.  El resultado final de este mejunje asado fué un lápiz de mina bastante aceptable.  

El Lápiz de Thoreau

La gran innovación de Conté llevó a décadas de experimentación.  Los alemanes decidieron meterse en la carrera del nuevo invento, y comenzaron a experimentar con una infinidad de proporciones entre arcilla y grafito para hacer lápices blandos y duros, y que hiciesen marcas más oscuras, o más claras.  Esta carrera de experimentos no se limitó solo a Europa.   En 1821, en los Estados Unidos de Norteamérica, míster Charles Dunbar descubrió por casualidad un depósito de grafito de buena calidad en Bristol, New Hampshire; y decidió también meterse en la carrera de los lápices con su cuñado John Thoreau.

Esta carrera de lápices era auspiciosa y lucrativa.  En 1820, la primera factoría que produjo lápices en masa fué una establecida por un gil llamado William Munroe, en Concorde, New Hampshire; y a pesar de que sus lápices eran de bastante mediocre calidad, éste se hizo millonario vendiéndolos.  

John Thoreau era un habilidoso hombre de negocios quien después de graduarse de la Universidad, estaba desempleado.  Entonces sin tener otra cosa que hacer, comenzó a ayudar con el nuevo y bisoño negocio de la familia.  Thoreau desarrolló nuevas técnicas en el refinado del grafito, las que hicieron los lápices “Thoreau” menos frágiles y menos grasientos, y en ese entonces éstos se convirtieron en los mejores lápices que América tenía para ofrecer.  Obviamente el negocio adoptó el apellido de la familia (Thoreau) para darle un nombre y una marca a estos afamados lápices.  La empresa de los Thoreau fué capaz de ofrecer una variedad de lápices a los que numeraron desde el Nº 1 (el más blando) hasta el Nº 4 (el más duro).  Este sistema de numeración para los lápices se continúa usando hasta el día de hoy.

El gusto y la preferencia por un lápiz específico se acomodó por sí solo: Los lápices Nº 1 eran muy suaves y blandos, y manchan con facilidad; el Nº 3 era muy duro y por lo tanto, se quebraba fácilmente; el N° 4 era sumamente duro y no era apto para escribir sobre superficies blandas como el papel; pero el lápiz de mina Nº 2 resultó ser el lápiz correcto y apropiado para escribir sobre cualquier superficie, y se convirtió en el lápiz de preferencia para la mayoría de la gente, y como muchos de ustedes ya lo saben, es perfecto para rellenar las burbujas de las tarjetas de la Polla-Gol.

Nota del Autor:
La ligera película dejada por el grafito en el papel es increíblemente delgada.  Esta capa de grafito es mil veces más delgada que un cabello humano.  De acuerdo con el matemático inglés John Barrow, un solo lápiz de mina Nº 2 podría trazar una línea de más de 1.126 kilómetros de longitud hasta llegar a la goma.  ¿Qué cosas, no?

El Color Amarillo

Originalmente, los lápices se pintaban para disfrazar la pobre calidad de la madera en que estaban contenidos, pero los lápices más finos y elegantes forrados con madera de buena calidad estaban terminados sin barniz o pintura.  En la Exposición Universal de 1889 en París, Francia, la que conmemoraba el Centenario de la Revolución Francesa y la toma de La Bastilla; una compañía Austro-Húngara fabricante de lápices reveló un suntuoso lápiz de lujo.  

Este boato nuevo lápiz estaba hecho con los mejores materiales existentes, y fué llamado “Koh-I-Noor” que en el lenguaje Persa significa “Montaña de Luz”, en honor al diamante más grande conocido hasta ese momento.  Este magnífico y hermoso diamante terminó adornando la corona británica.   Se piensa que éste, el más fino de los lápices del planeta fué pintado de color amarillo en honor a la bandera del imperio.  El color se suponía que fuese  dorado, pero el color más cercano al dorado disponible en ese entonces era el amarillo no patito feo.

Esta osada estrategia de marketing trabajó muy bien en un principio, y el color amarillo se comenzó a asociar con “calidad”.  Pero al poco tiempo después y debido a su gran éxito, un enjambre de imitadores comenzó a pintar sus lápices de color amarillo, entonces la “calidad” se hizo invisible quedando disfrazada de amarillo.  ¿Qué cosas, no?

Y Hablando de Coronas...

Durante el primer uso de los lápices de grafito, la gente utilizaba grumos de miga de pan para borrar errores porque la miga era fácil de obtener y de usar; pero este artefacto no era perfecto.  En el año 1770, el ex-teólogo, filósofo natural, químico, educador y teórico político liberal Joseph Priestley notó que el uso de una extraña materia que era recolectada de algunos árboles en Sudamérica, resultó ser especialmente apta para eliminar las marcas del lápiz de grafito.  

Entre otras cosas, Priestley también descubrió el Oxígeno al que llamó "aire defologisticado".  Con este nuevo “gas” descubierto, Priestley después inventó el agua con gas.  Obviamente Priestley no era productivo ni adecuado antes de renunciar al clérigo, pero cuando abrió los ojos y lo hizo; se convirtió en un magnífico y fructífero ciudadano el que ahora se daba cuenta de la realidad.

Como la Corona Británica era muy famosa en todo el mundo, los fabricantes de lápices decidieron “coronar” a sus productos con una práctica corona, pero sin insultar a la Corona Real.  Para esto, usaron el “caucho” de Priestley, y desde entonces, la forma física final del lápiz tomó su forma concluyente y definitiva.    

Los Lápices Modernos

Ningún lápiz moderno contiene una “mina” de plomo como los antiguos romanos solían llamarle; y lo que contienen hoy es una calculada mezcla de polvos de grafito y arcilla finamente molidos.  Antes de mezclar estos dos elementos, ellos se purifican por separado para extraerles cualquier materia ajena a estos materiales, y la mezcla se seca en moldes de forma que crean grandes bloques cuadrados.

Los Lápices de Colores

La historia del lápiz de cera de color no está clara y se pierde entre cuentos y suposiciones, pero el uso de los elementos básicos con que estos lápices eran hechos, está bien documentada y se remonta a la Época de Oro de la Grecia Antigua, historia que más tarde fué propiamente documentada por el escritor, científico, naturalista y militar latino romano Gaius Plinius Secundus, conocido como Plinio el Viejo, amigo personal del Emperador Vespasiano. 

Los materiales a base de cera han sido los preferidos por los artistas durante siglos debido a su resistencia al deterioro, a la intensidad y el brillo de sus colores,  y sus cualidades únicas de manipulación.  A pesar de que los lápices de colores se habían estado utilizado para otras funciones por décadas, no fué hasta principios del siglo XX en que se produjo lápices de cera de colores con una calidad artista aceptable.  

Los primeros fabricantes que iniciaron la producción masiva de lápices de colores de cera de buena calidad, incluyen a la fabrica Faber-Castell en 1908, y después a Caran d'Ache en 1924.  Más tarde, la fabrica Berol Prismacolor se metió en el baile en el año 1938, el mismo año en que Adolfo Hitler abolió el Ministerio de Guerra y creó el Oberkommando der Wehrmacht (Alto Mando de las Fuerzas Armadas.) para reemplazarlo. 

El lápiz de color, lápiz-crayón, o lápiz-pastel como se le conoció al principio, a diferencia de los lápices de grafito y carbón, los lápices-pastel de colores tienen un núcleo en base a cera o aceite, y contienen proporciones variables de pigmentos, aditivos y agentes aglutinantes.  Este lápiz de color -o policromo- es una mezcla de varios elementos minerales como grafito, cera y arcilla, procesados e integrados para hacer la “mina”, la que es una médula de cera con pigmentos y otros aditivos.  Múltiples colores se mezclan para obtener una gran variedad de lápices de diversos colores.

La Parábola del Lápiz

Érase una vez un fabricante de lápices.  Me gusta siempre comenzar mis historias con esta frase porque es la que siempre oía cuando alguien me leía un libro de cuentos, y todos estos cuentos; aún viven almacenados e inquietos en los numerosos pliegues de mi vasta y activa memoria.

Este meditabundo y considerado fabricante de lápices, cada vez que terminaba de construír cuidadosamente uno de ellos, lo hacía a un lado para darle consejos antes de ponerlo en su caja.

-  “Hay 5 cosas que necesitas y debes de saber antes de que yo te envíe al mundo.  Recuerda estas cosas siempre y nunca te olvides de ellas.  Si haces esto, te convertirás en el mejor lápiz que un fabricante pueda soñar" - le dijo concienzudamente al lápiz.

- "La primera es: Tú serás capaz de hacer muchísimas y muy diferentes cosas, pero esto ocurrirá solo siempre y cuando estés en la mano de alguien".

- "La segunda es: Tú experimentarás de vez en cuando un doloroso y agudo proceso de perfeccionamiento, pero lo necesitas para ser un mejor lápiz".

- "La tercera es: Debes de ser capaz de corregir rápidamente y sin constricciones cualquier, y todos los errores que cometas".

- "La cuarta es: No te olvides jamás de los jamases de que la parte más valiosa e importante que posees, es lo que llevas dentro".

- "Y la quinta es: En todas y cualquier de las innumerables superficies en que seas utilizado, debes dejar tu marca, una buena marca, y sin importar las condiciones de las superficies en que escribes; debes de continuar escribiendo".

El lápiz entendió claramente el intrínseco valor de los lúcidos consejos de su bienhechor, y se comprometió a recordar y a practicarlos todos ellos, entonces cuando su hechor lo depositó cuidadosamente dentro de su caja, el lápiz llevaba firmemente arraigados estos propósitos en su corazón.  Fin.

Reflexión

Esta corta y sencilla parábola del lápiz, lleva contenida importantes y sólidas enseñanzas las que he tratado de practicar durante mi exacerbada vida.  

Ahora, si usted pretende momentáneamente que está tomando el lugar del lápiz, evoque, retenga y practique sin titubear estas magníficas enseñanzas, y si lo hace; lo más probable es que se convierta en la mejor persona que usted pueda ser.  Haciendo un paralelo con estos principios para el lápiz, ellos lucen como algo así para nosotros:

Primero: Usted será capaz de hacer muchísimas y muy variadas cosas, pero sólo si usted se permite a sí mismo la libertad y el compromiso de hacerlo; y permitirle a otras personas que tengan acceso a todas las virtudes que usted posee.

Segundo: Usted experimentará un proceso de mejoramiento de vez en cuando, y éste puede llegar a ser bastante duro y doloroso.  Esto ocurre cuando nos enfrentamos con los –a veces- numerosos y complicados problemas y desafíos que se nos presentan en la vida; pero esta adversidad la necesitamos para poder convertirnos en individuos más fuertes y resistentes.

Tercero: Usted debe de ejercer su mejor y más sincero esfuerzo para ser capaz de corregir cualquier error que cometa sin sentirse derrotado o minimizado.  El reconocer errores nos hace más nobles y más fuertes, y lo más importante; nos hace ser sinceros con nosotros mismos.

Cuarto: La parte más importante y más valiosa que siempre poseeremos es la riqueza humana que llevamos dentro.  Éste es un obsequio que le pertenece a usted, y es el material de lo que usted está hecho en su interior.  Nadie le puede quitar esto.

Y quinto: En todas las superficies o condiciones en las que deba caminar o desenvolverse durante su valiosa existencia, siempre deje una buena y saludable marca.  Sin importar cuál sea la situación o lo difícil que ésta sea, siempre debe continuar incansablemente haciendo sus deberes, y manteniendo siempre alta su responsabilidad.

Le traje a colación esta humilde parábola sobre el lápiz para recordarle de que usted es una persona especial y muy valiosa para mí, y para nosotros todos; y para que nunca permita que le desaniman o que usted llegue a pensar de que su vida es insignificante, o que usted no es capaz de realizar un cambio; porque aunque usted no lo piense o no lo crea; le necesitamos mucho.

Esto me trae a la memoria un axioma que siempre se balancea en las inquietas e impacientes olas de mi filosofía de vida: ¿Actuamos basados en el Valor de la Verdad, o lo hacemos fundados en la Verdad del valor?  Dígame usted...

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Post scriptum et quorumdam suggestionibus pro futurum: Si hay algún tema sobre el cual usted quisiera leer mis traumáticas y ligeramente psicopatísticas opiniones, por favor sugiéralo a: rguajardo@rguajardo.us.

Caveat: Mis opiniones personales pueden resultarle ácidas, demasiado honestas, corrosivas, irreverentes, insultantes, altamente irónicas, acerbas, licenciosas, mordaces y de una causticidad filosófica sin límites conocidos por el ser humano, y quizá no le apetezcan o acomoden intelectualmente; pero es lo que habrá disponible basado en su pedido.  Gracias.  



El Loco

sábado, 1 de octubre de 2016

Carta a mi Hijo Lucas

Septiembre 11, 2016

Querido Lucas Martino,

Este día, es el primer aniversario de tu muerte.  Simplemente, no puedo describir lo mucho que te extraño y lo mucho que lloro por tí.  Mi corazón está helado debido a tu ausencia, pero también está tibio gracias a los recuerdos que tengo de tí.

Siempre miro a las estrellas porque una vez me dijiste que la sustancia con la que están hechos nuestros espíritus, procede únicamente de una lejana galaxia, desde el centro de la explosión del corazón de una mega-estrella moribunda; y lo que nos mantiene vivos, son las partículas de las cenizas de esta estrella.

Te he escrito esta "carta" pensando que quizá los cometas podrían llevártela y entregártela en ese lugar infinito donde estás morando ahora.  No he escrito todas las cosas que quería decirle, o todo lo que siento, o acerca de las cosas que abruman mi corazón sangrante.  Tengo tanto que decirte Lucas Martino, pero me temo que el Universo podría abrir mi carta para leer lo que hay dentro, y descubrir la intolerable profundidad de mi herida.


No puedo comenzar a articular lo mucho que significas para mí, y lo mucho que aún significas para mí en cada día de mi vida.  Nunca voy a llegar a abrazarte de nuevo, o besar tu frente como lo hacía a menudo, o decirte hola o adiós; y nunca sabré cuál fué tu último pensamiento.  Es una pérdida imposible.  Yo vivo sólo con la contemplación de las muchas cosas que me hubiese gustado haber hecho contigo, y ahora que estás tan lejos, nada de esto es posible.

Te escribo porque debes de saber cuánto enriqueciste mi vida y la vida de tantos otros.  Te amo tanto hijo, te extraño mucho, y espero que seas feliz donde quiera que estés Lucas Martino.  Estoy triste porque la cornucopia de donde las cosas bellas con que rociabas mi vida, se ha secado para siempre.

Con frecuencia visitas mis sueños con tu música, con la "Música de Lucas", y esos sueños tuyos le inyectan temporalmente vida a mi alma muerta, y me recuerdan que una vez tuve una viva.  Tu música es un reflejo de tus sentimientos profundos, y cuando sueño al compás de sus ritmos, es como si me estuvieses contando la historia de tus pensamientos.  Tengo una gran empatía con lo que debe haber sido el haber cargado con los sentimientos de tristeza que tenías.  Gracias a tí, ahora puedo entender lo que es la verdadera angustia.  Tu agradable música contiene apretadamente el dolor y la belleza, la felicidad y la tristeza; juntos como un poderoso mensaje de gran alcance, y con todo el poder de tu existencia.  Te amo tanto hijo, y te extraño tanto Lucas Martino.

Sé que voy a verte otra vez, allí donde las estrellas le hacen el amor al universo detrás de soles oscuros, donde no hay dolor ni tristeza, donde la unión es la sencillez intangible.  Sé que voy a verte de nuevo Lucas y volveré a disfrutar de la cercanía de tu increíble sonrisa, y mi espíritu estará libre de los corrosivos sentimientos que oprimen mi lastimosa y frágil naturaleza humana.  Ya estoy listo para ese viaje.  Yo sé que va a ocurrir durante el segundo de un día que se esconde lejos, allá dentro de muchos años, en ese oculto segundo en que tomaré mi último aliento, para luego exhalarlo y así dejarlo todo atrás para siempre.  Como tú lo hiciste.  Y estaré feliz.  Te lo prometo, Lucas, estaré feliz.  Es fácil esperar por ese lejano  e inevitable momento, porque nunca jamás he dejado de amarte.

Sé que nuestras vidas, aquellas que poseemos nosotros los seres vivientes, serán despedazadas una y otra vez más por los acontecimientos de la vida.  Es la naturaleza de la vida.  Después, tendremos algunos momentos felices para remendar las heridas, para aminorar el dolor, y para rellenar las vacías cuencas de nuestras lágrimas.  Pero no te preocupes de esto Lucas, porque tú ya sabes bien cómo funciona este negocio de la "vida". Tú lo sabes bien.  Es como si hubieses vivido cien años en dieciséis espléndidos años.  Mi corazón nunca se romperá de nuevo porque no hay un solo pedazo de él que pueda romperse una vez más.  Los trozos de mi corazón son tan infinitamente pequeños ahora, que no es posible que se rompan ni siquiera una vez más.

Ha pasado un año muy largo y también muy corto, y mi dolor y mi tristeza están todavía tan frescos y crudos como aquel terrible día en que te fuíste de mi vida.  Yo no sabía esto, pero el día que partiste, la cuenta regresiva para tu “Aniversario de Muerte”, ya había comenzado, y aquí estamos ahora.  Por favor, no dejes que las estrellas sepan de esto.  Estos pesados sentimientos van a durar por mucho tiempo Lucas, hasta que yo esté lo suficientemente viejo y gris, y cuando mi espíritu y mi corazón ya no me duelan más.  Esa será mi señal para iniciar mi viaje a verte de nuevo, Lucas Martino, a unirme a tí y regocijar una vez más mi espíritu con la cercanía de su sonrisa.

Ayer me recliné en silencio sobre el crujiente dintel de la puerta de la casa, un minuto antes de la medianoche.  Estaba rastreando el cielo a ver si podía ver la llegada de la fecha de tu “Aniversario de Muerte”, los que a veces nos traen los calendarios del tiempo.  Ví la brillante pero pálida luz de la frágil cola de un veloz cometa que cruzaba los misteriosos cielos oscuros; y por un segundo pensé que eras tú haciéndome señas.  Lo sé... es sólo mi distendida imaginación saturada de un millón de tus recuerdos, explotando en melancólica nostalgia.  Después de todo Lucas, tu “Aniversario de Muerte” se acerca imperecedero, y en este día estaré pensando en tí más intensamente.  Tu vida, tu sonrisa y tu espíritu tan libre me han  inspirado a ser un hombre mejor, mejor de lo que era ayer.  Gracias por eso Lucas.

Fuíste una persona tan increíble y un ser humano tan extraordinario, que me hubiese gustado poder haber pasado más tiempo contigo, aunque hubiese sido solo un día más...  Estuviste entre nosotros por tan corto tiempo, porque dieciséis años no son nada; nada en términos de tiempo, pero lo son un tesoro infinito de tu riqueza humana.  Pienso en tí todos los días y espero que seas feliz en el cielo.  Sí, dieciséis años es muy poco tiempo Lucas, un abrir y cerrar de ojos, un parpadeo de la existencia; y tienes que perdonarme otra vez Lucas, porque todavía no puedo comprender por qué nos dejaste.  Yo sé que tuviste una razón para alejarte de nosotros tan tempranamente, pero simplemente no puedo entenderlo; pero al mismo tiempo, no puedo agradecerte lo suficiente por quién eras como persona y como hijo.  Tu invencible espíritu ha realmente inspirado a muchas personas, incluyendo a tu familia que te ama tanto.  Tu gran corazón y tu sorprendente sonrisa jamás serán olvidados.  Te amaré hasta la muerte hijo, siempre lo haré.  Muchas gracias por todo lo que hiciste por mí.

Brevem vita tuam, sed sunt perpetuo memoria.  Tu vida fué corta, pero los recuerdos de tí son para siempre.  ¡Oh! ¡Eras tan joven, demasiado joven Lucas!  Sin embargo, nuestros recuerdos de tí no se desvanecerán jamás.  No te he visto ya por un año, pero todavía oigo tu estridente risa en mi corazón, y tengo tus sonrisas estampadas en mi espíritu.  No tienes idea de lo mucho que te extraño.

Muchas veces me siento solo y con la necesidad de tu ausente compañía Lucas, al igual que las olas del océano necesitan la playa para existir, al igual que las flores necesitan el sol para florecer, al igual que el valle necesita de las montañas para poder ser; pero tú no estás aquí...  Eso me pone tan triste.  Pero voy a esperar para verte de nuevo Lucas, al igual como la cigarra espera la mayor parte de su vida bajo tierra, para un día emerger y cantarle toda su vida al éter, al igual que un depredador con paciencia y en silencio acecha su presa, al igual que el oso que duerme un largo tiempo esperando que la primavera lo despierte; y luego, cuando mi tiempo llegue; iré a verte de nuevo Lucas.

Sé que tu madre, tu hermana y tu hermano se sienten de la misma manera que me siento yo, pero tal vez de una manera más profunda porque ellos tienen espíritus más fuertes, corazones más grandes, y almas más profundas que la mía.  Son mucho más valientes y más bellos seres humanos de lo que yo pudiese nunca llegar a ser.  Su fuerza no proviene de las cosas que pueden hacer, sino que de las colosales cosas que pueden superar.  Se trata de una fuerza extraordinaria que sólo puedo soñar con poseer.  La gente que no cree en súper héroes, es porque no conoce a mi familia.

Y cuando te vea de nuevo Lucas, las violetas marchitas recuperarán su color, la lluvia va a cantar otra vez en el suelo, el pabilo apagado volverá a alumbrar una vez más, el caldero al final del arcoíris se llenará por segunda vez; y el profundo dolor y la devastadora tristeza se disiparán de mi corazón hasta llegar a ser solo una mala y muy lejana memoria.

Hasta que llegue ese momento Lucas, estaré soñando con antiguos dragones mágicos y siderales, con fantásticas estrellas salvajes y primordiales, y con la gracia infinita de tu hermosa y sincera sonrisa, porque todo esto vive en mi imaginación, y porque mi imaginación es el pensamiento más alto que poseo.

Te amo
Tu imperfecto padre.

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Post scriptum et quorumdam suggestionibus pro futurum: Si hay algún tema sobre el cual usted quisiera leer mis traumáticas y ligeramente psicopatísticas opiniones, por favor sugiéralo a: rguajardo@rguajardo.us.

Caveat: Mis opiniones personales pueden resultarle ácidas, demasiado honestas, corrosivas, irreverentes, insultantes, altamente irónicas, acerbas, licenciosas, mordaces y de una causticidad filosófica sin límites conocidos por el ser humano, y quizá no le apetezcan o acomoden intelectualmente; pero es lo que habrá disponible basado en su pedido.  Gracias. 


El Loco

Carta a mi Hijo Lucas

Septiembre 11, 2016

Querido Lucas Martino,

Este día, es el primer aniversario de tu muerte.  Simplemente, no puedo describir lo mucho que te extraño y lo mucho que lloro por tí.  Mi corazón está helado debido a tu ausencia, pero también está tibio gracias a los recuerdos que tengo de tí.

Siempre miro a las estrellas porque una vez me dijiste que la sustancia con la que están hechos nuestros espíritus, procede únicamente de una lejana galaxia, desde el centro de la explosión del corazón de una mega-estrella moribunda; y lo que nos mantiene vivos, son las partículas de las cenizas de esta estrella.

Te he escrito esta "carta" pensando que quizá los cometas podrían llevártela y entregártela en ese lugar infinito donde estás morando ahora.  No he escrito todas las cosas que quería decirle, o todo lo que siento, o acerca de las cosas que abruman mi corazón sangrante.  Tengo tanto que decirte Lucas Martino, pero me temo que el Universo podría abrir mi carta para leer lo que hay dentro, y descubrir la intolerable profundidad de mi herida.


No puedo comenzar a articular lo mucho que significas para mí, y lo mucho que aún significas para mí en cada día de mi vida.  Nunca voy a llegar a abrazarte de nuevo, o besar tu frente como lo hacía a menudo, o decirte hola o adiós; y nunca sabré cuál fué tu último pensamiento.  Es una pérdida imposible.  Yo vivo sólo con la contemplación de las muchas cosas que me hubiese gustado haber hecho contigo, y ahora que estás tan lejos, nada de esto es posible.

Te escribo porque debes de saber cuánto enriqueciste mi vida y la vida de tantos otros.  Te amo tanto hijo, te extraño mucho, y espero que seas feliz donde quiera que estés Lucas Martino.  Estoy triste porque la cornucopia de donde las cosas bellas con que rociabas mi vida, se ha secado para siempre.

Con frecuencia visitas mis sueños con tu música, con la "Música de Lucas", y esos sueños tuyos le inyectan temporalmente vida a mi alma muerta, y me recuerdan que una vez tuve una viva.  Tu música es un reflejo de tus sentimientos profundos, y cuando sueño al compás de sus ritmos, es como si me estuvieses contando la historia de tus pensamientos.  Tengo una gran empatía con lo que debe haber sido el haber cargado con los sentimientos de tristeza que tenías.  Gracias a tí, ahora puedo entender lo que es la verdadera angustia.  Tu agradable música contiene apretadamente el dolor y la belleza, la felicidad y la tristeza; juntos como un poderoso mensaje de gran alcance, y con todo el poder de tu existencia.  Te amo tanto hijo, y te extraño tanto Lucas Martino.

Sé que voy a verte otra vez, allí donde las estrellas le hacen el amor al universo detrás de soles oscuros, donde no hay dolor ni tristeza, donde la unión es la sencillez intangible.  Sé que voy a verte de nuevo Lucas y volveré a disfrutar de la cercanía de tu increíble sonrisa, y mi espíritu estará libre de los corrosivos sentimientos que oprimen mi lastimosa y frágil naturaleza humana.  Ya estoy listo para ese viaje.  Yo sé que va a ocurrir durante el segundo de un día que se esconde lejos, allá dentro de muchos años, en ese oculto segundo en que tomaré mi último aliento, para luego exhalarlo y así dejarlo todo atrás para siempre.  Como tú lo hiciste.  Y estaré feliz.  Te lo prometo, Lucas, estaré feliz.  Es fácil esperar por ese lejano  e inevitable momento, porque nunca jamás he dejado de amarte.

Sé que nuestras vidas, aquellas que poseemos nosotros los seres vivientes, serán despedazadas una y otra vez más por los acontecimientos de la vida.  Es la naturaleza de la vida.  Después, tendremos algunos momentos felices para remendar las heridas, para aminorar el dolor, y para rellenar las vacías cuencas de nuestras lágrimas.  Pero no te preocupes de esto Lucas, porque tú ya sabes bien cómo funciona este negocio de la "vida". Tú lo sabes bien.  Es como si hubieses vivido cien años en dieciséis espléndidos años.  Mi corazón nunca se romperá de nuevo porque no hay un solo pedazo de él que pueda romperse una vez más.  Los trozos de mi corazón son tan infinitamente pequeños ahora, que no es posible que se rompan ni siquiera una vez más.

Ha pasado un año muy largo y también muy corto, y mi dolor y mi tristeza están todavía tan frescos y crudos como aquel terrible día en que te fuíste de mi vida.  Yo no sabía esto, pero el día que partiste, la cuenta regresiva para tu “Aniversario de Muerte”, ya había comenzado, y aquí estamos ahora.  Por favor, no dejes que las estrellas sepan de esto.  Estos pesados sentimientos van a durar por mucho tiempo Lucas, hasta que yo esté lo suficientemente viejo y gris, y cuando mi espíritu y mi corazón ya no me duelan más.  Esa será mi señal para iniciar mi viaje a verte de nuevo, Lucas Martino, a unirme a tí y regocijar una vez más mi espíritu con la cercanía de su sonrisa.

Ayer me recliné en silencio sobre el crujiente dintel de la puerta de la casa, un minuto antes de la medianoche.  Estaba rastreando el cielo a ver si podía ver la llegada de la fecha de tu “Aniversario de Muerte”, los que a veces nos traen los calendarios del tiempo.  Ví la brillante pero pálida luz de la frágil cola de un veloz cometa que cruzaba los misteriosos cielos oscuros; y por un segundo pensé que eras tú haciéndome señas.  Lo sé... es sólo mi distendida imaginación saturada de un millón de tus recuerdos, explotando en melancólica nostalgia.  Después de todo Lucas, tu “Aniversario de Muerte” se acerca imperecedero, y en este día estaré pensando en tí más intensamente.  Tu vida, tu sonrisa y tu espíritu tan libre me han  inspirado a ser un hombre mejor, mejor de lo que era ayer.  Gracias por eso Lucas.

Fuíste una persona tan increíble y un ser humano tan extraordinario, que me hubiese gustado poder haber pasado más tiempo contigo, aunque hubiese sido solo un día más...  Estuviste entre nosotros por tan corto tiempo, porque dieciséis años no son nada; nada en términos de tiempo, pero lo son un tesoro infinito de tu riqueza humana.  Pienso en tí todos los días y espero que seas feliz en el cielo.  Sí, dieciséis años es muy poco tiempo Lucas, un abrir y cerrar de ojos, un parpadeo de la existencia; y tienes que perdonarme otra vez Lucas, porque todavía no puedo comprender por qué nos dejaste.  Yo sé que tuviste una razón para alejarte de nosotros tan tempranamente, pero simplemente no puedo entenderlo; pero al mismo tiempo, no puedo agradecerte lo suficiente por quién eras como persona y como hijo.  Tu invencible espíritu ha realmente inspirado a muchas personas, incluyendo a tu familia que te ama tanto.  Tu gran corazón y tu sorprendente sonrisa jamás serán olvidados.  Te amaré hasta la muerte hijo, siempre lo haré.  Muchas gracias por todo lo que hiciste por mí.

Brevem vita tuam, sed sunt perpetuo memoria.  Tu vida fué corta, pero los recuerdos de tí son para siempre.  ¡Oh! ¡Eras tan joven, demasiado joven Lucas!  Sin embargo, nuestros recuerdos de tí no se desvanecerán jamás.  No te he visto ya por un año, pero todavía oigo tu estridente risa en mi corazón, y tengo tus sonrisas estampadas en mi espíritu.  No tienes idea de lo mucho que te extraño.

Muchas veces me siento solo y con la necesidad de tu ausente compañía Lucas, al igual que las olas del océano necesitan la playa para existir, al igual que las flores necesitan el sol para florecer, al igual que el valle necesita de las montañas para poder ser; pero tú no estás aquí...  Eso me pone tan triste.  Pero voy a esperar para verte de nuevo Lucas, al igual como la cigarra espera la mayor parte de su vida bajo tierra, para un día emerger y cantarle toda su vida al éter, al igual que un depredador con paciencia y en silencio acecha su presa, al igual que el oso que duerme un largo tiempo esperando que la primavera lo despierte; y luego, cuando mi tiempo llegue; iré a verte de nuevo Lucas.

Sé que tu madre, tu hermana y tu hermano se sienten de la misma manera que me siento yo, pero tal vez de una manera más profunda porque ellos tienen espíritus más fuertes, corazones más grandes, y almas más profundas que la mía.  Son mucho más valientes y más bellos seres humanos de lo que yo pudiese nunca llegar a ser.  Su fuerza no proviene de las cosas que pueden hacer, sino que de las colosales cosas que puedes superar.  Se trata de una fuerza extraordinaria que sólo puedo soñar con poseer.  La gente que no cree en súper héroes, es porque no conoce a mi familia.

Y cuando te vea de nuevo Lucas, las violetas marchitas recuperarán su color, la lluvia va a cantar otra vez en el suelo, el pabilo apagado volverá a alumbrar una vez más, el caldero al final del arcoíris se llenará por segunda vez; y el profundo dolor y la devastadora tristeza se disiparán de mi corazón hasta llegar a ser solo una mala y muy lejana memoria.

Hasta que llegue ese momento Lucas, estaré soñando con antiguos dragones mágicos y siderales, con fantásticas estrellas salvajes y primordiales, y con la gracia infinita de su hermosa y sincera sonrisa, porque todo esto vive en mi imaginación, y porque mi imaginación es el pensamiento más alto que poseo.

Te amo
Tu imperfecto padre.

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Post scriptum et quorumdam suggestionibus pro futurum: Si hay algún tema sobre el cual usted quisiera leer mis traumáticas y ligeramente psicopatísticas opiniones, por favor sugiéralo a: rguajardo@rguajardo.us.

Caveat: Mis opiniones personales pueden resultarle ácidas, demasiado honestas, corrosivas, irreverentes, insultantes, altamente irónicas, acerbas, licenciosas, mordaces y de una causticidad filosófica sin límites conocidos por el ser humano, y quizá no le apetezcan o acomoden intelectualmente; pero es lo que habrá disponible basado en su pedido.  Gracias. 


El Loco

jueves, 1 de septiembre de 2016

La Península Mitre y el Faro de Cabo San Pío

Cuando yo era un pequeño humano, mi náutico padre me llevó en uno de sus largos navales viajes a Isla Navarino, en el sur de Chile y del planeta mismo, allá en los lares de Tierra del Fuego donde no hay fuego.  ¿Qué cosas, no? 

Este viaje fué providencial para mi memoria porque años después, cuando era más loco y aventurero, me acordé de una osada conversación que mi padre tuvo con otros marinos de la tripulación de aquel entonces.  Ellos estaban considerando la posibilidad de viajar por un par de días a la Península Mitre en Argentina ya que estaríamos fondeados en la Isla Navarino por alrededor de una semana, y con esto, habría el tiempo suficiente para una rápida visita.  La Isla Navarino está ubicada exactamente al nor-oeste de la Península Mitre, y la excursión sería cruzar a la ciudad de Ushuaia en Argentina, y emprender rumbo al sur hacia la península, a este antiguo dominio de los indios Onas; conocidos antiguamente como la gente Selk'nam. 

La razón de la que me puedo acordar para justificar y realizar este improvisado viaje, fué que uno de la tripulación mencionó que esos lugares eran hermosísimos y muy poco frecuentados, y que no se produciría otra vez la oportunidad de poder viajar allí si no lo hacían en ese momento.  ¡La emoción estaba en el aire!  Pero duró poco.  El viento del Sur es fuerte y constante, así que se llevó rápidamente las emociones y el entusiasmo enredado en su álgido ulular hacia el glacial confín de la península.  El viaje nunca ocurrió.  No sé de las razones que desbarataron los planes, pero en mi memoria ese recuerdo se quedó pegado como Patella Vulgata a la roca: La Península Mitre y el Cabo San Pío.  Años después, ese incisivo recuerdo me llevó una vez más a los remotos y fríos lugares del planeta.

La conversación de la tripulación hablaba de lo que encontrarían en Mitre: enormes colonias de aves australes, nutridos asentamientos de grandes mamíferos marinos, asimismo como grandes extensiones de pardos turbales, esos intermitentes pantanos faltos de oxígeno llamados "humedales", y las cavernas más australes del globo.  Esto es suficiente para que mi espíritu se embarque prestamente en una jornada de otra forastera, atolondrada  e irreflexiva aventura.  La meta sería llegar al faro de Cabo San Pío, y regresar sin decir ni pío.

Créanlo o nó, el tiempo pasa...

Años después junto con otros tres amigos locos, emprendimos una meridional jornada de descubrimiento hacia el austral Cabo San Pío.  La primera parte de la jornada fué establecer una base de operaciones en la ciudad Argentina de Ushuaia.  Allí dejaríamos algunos pertrechos y otros enseres y adminículos que no necesitaríamos para el viaje.  Llegar al Cabo San Pío era un desafío fenomenal porque según recuerdo (a esta edad la memoria a veces me juega pasodobles) no había caminos civilizados que llegasen a la península por el lado Oeste de Argentina, el lado donde nos encontrábamos.   

La Península Mitre en Tierra del Fuego se encuentra a unos 210 kilómetros de Ushuaia, y el faro San Pío, se sienta enfrente de Isla Nueva, la que está en territorio marítimo chileno.  No hay caminos que lleven humanos civilizados para esos lares.  Hay que seguir los senderos de los guanacos porque son lo únicos animales de cuatro patas que viven allí.  Hay muchos pájaros, peces y lobos marinos, y uno que otro gaucho argentino perdido buscando a Martín Fierro; pero éstos no dejan huellas o senderos en tierra, sino que en el agua como Joan Manuel Serrat i Teresa que deja senderos en la mar.  Éste cantante y poeta ya nos había advertido: “caminante no hay camino, sino estelas en la mar”.  

Bajo estas circunstancias, llegar a pie al Cabo San Pío es imposible, así que el plan era cubrir la mayor parte de la jornada en una chalúa desde Ushuaia hacia las Islas Tierra del Fuego, frente a la comuna de Cabo de Hornos en el lado chileno, hasta pasar la chilena Isla Picton.  Para lograr esto, tendríamos que encontrar a Barba Negra, a Francis Drake; o a algún chalupero argentino más demente que nosotros y que osase aventurarse en tamaña locura.  Este tipo de riesgos ha sido siempre la vid de mi vida.

El dinero no habla; sino que aúlla.  No nos costó mucho encontrar un osado y loco marinero que por el precio justo, nos llevase en nuestra correría.  Dijo que su nombre era Yehuin.  Yehuin era un tipo bastante pataco y fornido, con escasos dientes, pero con una sonrisa y un sentido del humor estupendos.  Años después descubrí que “Yehuin” es el nombre de un lago en Tierra del Fuego.  Yehuin era “papichento”(1).  Nombre o nó, este singular seudónimo me recordó al personaje “Laguna” del cuento de Manuel Rojas, aunque físicamente, ambos eran diametralmente opuestos.  Eran los comienzos del mes de Febrero, y las temperaturas oscilaban entre lo civilizado y lo político (también hubo días de mierda). 

(1)  Prognatismo.  Es el tener la mandíbula inferior prominente, superando en rango a la floja mandíbula superior.  Esto causa algunas deficiencias eco-reverberantes de pronunciación al hablar. La gente papichenta no puede mantener la boca abierta en los días de lluvia, porque se pueden ahogar.

Yehuin era muy diligente y confiable, y siempre te miraba con una sonrisa con la boca semi abierta exhibiendo aquel indigente y diseminado bosque de dientes que poseía.  Después de alinear planes y pagos, Yehuin nos mostró su argonauta nave.  Atada a un molo de palos estaba la flotante embarcación.  Era una extraña mezcla entre un remolcador, un pontón, y el Arca de Noé.  De alguna forma extraña, este bastimento emulaba el físico de Yehuin.  La embarcación era bastante amplia y con camarotes para seis.  No tenía baño el bajel éste, así que las transacciones intestinales y de la pilcha, había que hacerlas siempre a sotavento –popa o proa--, porque a barlovento; la tembleque micción y los “depósitos a la fuerza” caerían irremediablemente sobre cubierta.   

Zarpamos una antártica mañana de Febrero como a eso de las seis de la madrugada.  El viento silbaba helado y las aguas del estrecho estaban pesadas.  Los pájaros estaban callados esperando a que el sol se asomase por la frontera Este.  La embarcación poseía un pequeño y viejo motor diesel de dos tiempos que ronroneaba a patadas fatigosamente mientras que se adentraba seguro en las entumecidas aguas del canal Beagle. 

- ¡El viaje será largo! – dijo Yehuin mientras piloteaba la nave hacia la oscura boca del canal.

Todos asentimos con la cabeza.  Era demasiado temprano para hablar, y el café recién se estaba filtrando en la vieja y abollada cafetera.  También había mate, pero no era apto para nuestras mañanas.  El insistente martilleo del motor se fué desvaneciendo paulatinamente a medida de que nos acostumbrábamos a él, hasta que se hizo inaudible para nuestros oídos.   Ahora oía el embate de la metálica proa del Patoruzú(2) en contra de las menudas olas que cortaba en su avance.  El sol comenzaba a iluminar este lejano punto del planeta, y con la luz crepuscular, las siluetas de la costa se comenzaban a definir contra el inseguro y borroso telón de la bruma.

(2) Patoruzú es un cacique Tehuelche, un personaje cómico Argentino que vive en la Patagonia.   Patoruzú fue creado por Dante Quinterno en 1928, y es considerado el héroe más popular de la historieta argentina.

Este lanchón con semejante nombre seguía impávido su rumbo, y después de bebernos un buen café y comer unos bocadillos, estábamos más despiertos para disfrutar del paisaje.  Había unas toninas acompañándonos y que jugaban con el rompeolas de la proa, en lontananza, se vislumbraba una manada de lobos marinos descansando en una de las muchas playas que hay a lo largo del canal Beagle.  La travesía me trajo a la memoria los indios Alacalufes que una vez visité con mi argonauta padre en la Angostura Inglesa, en el Golfo de Penas, y de los Yaganes que habitaban aún más al sur.  Estas poblaciones indígenas datan desde hace más de 6.000 años.  Me paré contemplativo en la popa del Patoruzú, y miré la revuelta estela llena de danzantes burbujas que su ocupada hélice dejaba en el agua.  El alba seguía fría, opaca y húmeda.

Los primeros Alacalufes que conocí, los encontré en la Angostura Inglesa, que es la continuación del Canal Messier hacia el Sur.  A los Alacalufe se les conoce también como la gente Kawésqar, que en el lenguaje Yagán significa “comedores de moluscos”.  ¿Qué cosas, no? 

Navegamos casi todo el día.  De vez en cuando nos cruzábamos con algunas canoas y esquifes tripulados por aborígenes que nos saludaban a lo lejos agitando sus manos abiertas.  Las gaviotas ahora estaban más bulliciosas volando por sobre nuestras cabezas y tratando de mantener la baja velocidad del Patoruzú”.  La geografía del lugar parecía desolada.  Vimos algunos naufragios viejísimos varados en las orillas del estrecho.  Pensaba en qué habrá sentido Hernando de Magallanes cuando navegó por primera vez estas mágicas latitudes al servicio de Carlos I.  Me interpelo por qué Hernando “de Magallanes” se llamaba así.  Él no era de Magallanes, era de una localidad llamada Vila Sabrosa, en Portugal por allá por el año 1480.  Debería haberse llamado Hernando De Vila Sabra, o Hernando el Sabroso.  ¿Qué cosas, no?

Embrollo

Nuestros grandes y ambiciosos planes se comenzaron a desbaratar durante la última parte de aquel primer día de navegación, antes de llegar a las Islas Tierra del Fuego, aquellas que se encuentran en el medio del Canal Beagle en el lado Argentino.  La posición de la isla angosta el paso del estrecho en ese tramo, haciendo que sus aguas fluyan a gran velocidad hacia el Sur, lo que hace la navegación sumamente peligrosa.  Llevábamos ya varias horas de asengladura.  De pronto oí la voz de Yehuin:

- ¡Hora de parar! – Vociferó Yehuin – ¡La marea está alta y es mejor que esperemos la marea baja!

- ¿Cuándo será eso? – uno de nosotros preguntó.

- Mañana –respondió Yehuin haciendo una mueca de resignación.  - Vamos a atracar –agregó mostrando su desolada formación de adarajas y apuntando hacia la oscuridad con un dedo gordo como un bulldog sin patas, y comenzó a buscar una ensenada alrededor de la isla grande cuya figura ya se recortaba enfrente de nosotros.  Esta gran isla es la primera isla del pequeño archipiélago de las Islas de Tierra del Fuego.  ¿Mencioné que en estas regiones no hay fuego por ningún lado?

No estábamos muy contentos con la decisión porque queríamos avanzar más hacia el sur, pero Yehuin se mostró inflexible a nuestras demandas.  Inmediatamente redujo la velocidad linear de la embarcación a un paso perezoso, indolente y apático; y con la parsimonia de la ancianidad, siguió piloteando la barcaza por una angosta boca del Estrecho.  Después de más de una hora de lentas y repetitivas maniobras, fondeó remisamente el bote en un meandro del litoral.  La oscuridad de la noche ya se enseñoreaba en estas latitudes, y la ensenada en la que nos adentrábamos, estaba oscura como conciencia de político.  Sin más remedio que esperar el siguiente día, tomamos turnos para visitar sotavento.  Fuimos todos, menos uno de nosotros.

Después, preparamos una escueta y lacónica cena de campaña que consistía en pescado frito, huevos fritos, papas fritas, y empanadas de queso fritas.  Lo único que no estaba “frito”, éramos nosotros.  Todavía.  Fallamos en reconocer que toda esta fritura era un presagio de mal agüero.  Tuvimos una animada conversación sobre la cena, donde Yehuin se relajó un poco bajo la indolente presión etílica del trago, y nos contó de algunas de sus aventuras por los canales del Beagle.  Había vino, cerveza en tarros, y una botella de Pisco para emergencias.  Había otra botella en el botiquín en caso de catástrofe.  Estábamos preparados.

Durante la pseudo-cena, escuchábamos atentamente de Yehuin los relatos de algunas de sus espeluznantes historias acerca de sus aventuras por el Beagle que envolvía desde sardinas a sirenas.  Después de escucharlo por bastante rato, noté algo que me incomodó: me entró la severa duda de que Yehuin fuese argentino.  Yehuin no hablaba mucho, pero cuando lo hacía, no lo escuché ni una sola vez decir: “¿Viste?”.  Ésta es una clara e inconfundible característica eco-acústica-ocular típica del argentino-parlante.  La falta de esta expresión verbal en un legítimo argentino es muy grave y sospechosa.  ¡Es como si un chileno no dijese “huevón”!

No le dí mucha importancia al asunto porque lo más fundamental después de la cena en ese momento, era el Pisco.  Esa noche nos fuimos a dormir temprano en los incómodos y reducidos camastros.  Los únicos sonidos que se escuchaban era el reverberante resonar de las olas contra las hoscas arenas de la playa, y el tosco jadeo del motor en neutro.   A esta alta hora de la noche, Yehuin visitó sotavento. 

No sé cuánto tiempo pasó, pero me desperté sobresaltado al oír una angustiosa voz pidiendo ayuda.  Me alcé a mirar por la claraboya a través del caramanchel, pero todo estaba más negro que yogurt de alquitrán, y no se veía nada.  Todos nos levantamos rápidamente, cogimos nuestras linternas y salimos a cubierta a averiguar de qué se trataba el jaleo.  Sobre cubierta había una egoísta, desvergonzada y sucia ampolleta que sólo podía alumbrar un irrisorio espacio.  Me trajo a la memoria el cura de mi pueblo.  Noté que había un viento helado bastante enérgico, y que el Patoruzú se bamboleaba brioso a diestra y siniestra.  Cuando descubrimos que los angustiados alaridos provenían de la proa del barco, dirigimos el haz de luz de nuestras linternas hacia el origen de los gritos. 

Y ahí estaba.  Sentado compungidamente en la borda y con los cachetes al aire colgando de la salobre balaustrada hacia sotavento.  Era el gil que no visitó sotavento antes de irnos a dormir.  Era una escena cómica: con una mano se afirmaba desesperadamente de una “maceta de aforrar”(3), y con la otra trataba de mantener el equilibrio en la borda para no irse de espaldas al agua.  Tenía uno de los pasadores del pantalón atascado en un garfio de amarra, y no se podía bajar de la corta eslora, ni sacarse los pantalones para salir de esa indigna posición. 

(3)  Maceta de aforrar o Mandarria.  Este vocablo náutico es un diminutivo de la palabra: maza (martinete o cachiporra).  Es un cilindro de madera que se usa para amarrar y asegurar las jarcias, y también para fragmentarle o desintegrarle el cráneo al prójimo.  Las malas lenguas dicen que tiene otras aplicaciones, especialmente en las mareas muy largas, pero no quiero meterme en esto.  En los botes y veleros pitucos se le conoce como “Cabilla”.  ¿Qué cosas, no?

Cuando nos reíamos a carcajadas, el acongojado tipo grita:

- ¡Necesito papel “confort!” (Expresión chilena para papel higiénico)
- ¿Y por qué no trajiste? – Objetó una voz.
- ¡Sí traje huevón, pero el viento se lo llevó! – Explosivas risas se oyeron en el segundo plano.
- ¡Ya po’s huevones!  ¡Tráiganme papel!  - Chillaba el hombre con la angustia del abandono.
- ¡Tenemos lija no más! – Dijo otro iluminado del grupo.
- ¡Puta! ¡No weís más po’s huevón y trae papel! – La delirante voz reclamaba agitada.
- ¡Ya, huevón, ya! – Dijo otro mientras se dirigía a buscar este necesario rollo de papiro fecal.

La embarcación se sacudía cada vez más intensamente haciéndonos difícil mantener el equilibrio en la mojada y resbaladiza superficie de la cubierta.  El sujeto en cuestión con los pantalones a media asta  se cabeceaba peligrosamente en el filo de la borda, y oscilaba cada vez más ampliamente.  Las olas ahora se reventaban coléricas y violentas contra el casco del bastimento, haciendo que el agua salpicara por todas partes, entorpeciendo nuestra visión y desestabilizando nuestro precario equilibrio.

- ¡Parece que tenemos un temporal fuerte! – Gritó Yehuin con una voz grave y seria, quien hasta ahora no había dicho ni hecho nada, aparte de reírse a carcajadas de la cariacontecida condición de nuestro compañero de viaje. 

La cosa se estaba poniendo color de hormiga.  El agua del canal se encaramaba por ambas bandas bañando la cubierta de lado a lado mientras que el buquecito se escoraba sin piedad.  La cubierta estaba tan resbalosa como ética de abogado deshonesto, y no nos permitía acercarnos a socorrer a nuestro compinche en apuros sin caernos, o arriesgarnos a caer por la borda.  Yehuin desapareció hacia popa mientras gritaba algo acerca de ver que no se enredasen los amarres del anclaje.  Esto era importante porque la pedregosa batimetría del canal es de alrededor de 150 metros de profundidad.

Sin duda parecía uno de esos temporales dignos del Golfo de Penas.  Siempre me había preguntado cómo diablos este golfo adquirió semejante nombre, pero parecía obvio al observar la tempestad.  El Golfo de Penas es la ensenada del Pacífico entre el cabo de Tres Montes y las islas de Guayaneco, donde se les hacía penosa la navegación a las antiguas pequeñas embarcaciones que solían atravesarlo.

Como lo mencioné antes, la cosa se estaba poniendo color de hormiga (4).  El viento soplaba endemoniado y comenzó a llover.  La lluvia era gruesa y caía de lado empujada por el ventisquero, y nos golpeaba la cara como un manojo de agujas.  Nuestro defecante compañero estaba a punto de perder el equilibrio y caer por la borda, pero no podíamos socorrerlo porque no podíamos llegar hasta él.  La cubierta ahora estaba más resbalosa que lengua de político y no podíamos avanzar hacia él.  Éste nos miraba con una cara de pánico absoluto y más preocupado que madre de torero inepto.

(4)  La expresión “color de hormiga” significa que algo tiene mal aspecto, o que presagia dificultades o graves problemas; pero no tengo la más peregrina ni errabunda idea de donde salió, ni de como se originó este dicho.

Contratiempos y Percances

De pronto se oyó una sorda explosión seguida de unos alaridos incomprensibles que salían de la aguardentosa garganta de Yehuin.  

- ¡Se cortó la espía!, ¡Se cortó la espía!(5) – gritaba con los ojos desorbitados mirándonos como si estuviera haciendo una encuesta.

(5)  Una “espía” de amarre en términos náuticos es una gruesa cuerda de amarre, la que se asegura a una bita para mantener las embarcaciones fijas al muelle.  Nuestra espía estaba sujeta al ancla.

Creo que el único del grupo que sabía lo que era una espía era yo.  Sabiendo esto, se me heló la pajarilla.  Con el viento, la lluvia y las bajas temperaturas yo ya estaba helado, pero en ese momento, la pajarilla lo estuvo más.  ¡Esto significaba que nuestra embarcación estaba a la deriva!  Yehuin se daba más vueltas que un mojón en el agua tratando de destrancar un ancla de suplemento que llevábamos a bordo, pero sus esfuerzos eran inútiles.  El ancla estaba definitivamente atollada y no había nada que la hiciese desistir.

En medio de este desconcierto se oyó un grito de alarma:

- ¡El Silvio se cayó al agua!

No había mencionado antes el nombre de este consternado ciudadano porque el llamarse inverecundamente: “Silvio” en público; puede ser muy bochornoso.

Aparentemente el frágil pasador del pantalón que estaba enredado en el garfio de amarre se reventó súbitamente con uno de los violentos corcoveos del Patoruzú”, y Silvio se fué guarda abajo a poto pelado desapareciendo en las turbias y heladas aguas del golfo.  Afortunadamente (o nó), estábamos peligrosamente cerca de la playa, así que Silvio fué capaz de nadar hasta ésta, y escapar del peligro.  Seguía a poto pelado porque entre la caída al agua y la nadada a la playa, misteriosamente perdió los pantalones y los calzoncillos.

Ésta era la menor de nuestras preocupaciones.  El Patoruzú comenzó a zarandearse en todas direcciones mientras que Yehuin gritaba:

- ¡Vamos a encallar!, ¡Vamos a encallar! 

No se veía ni mierda.  La noche estaba  más oscura que la de “El Tortillero”, el temporal se acentuaba, la lluvia se intensificaba, y la marea se violentaba, y por desgracia, ¡otro gil se nos cayó por la borda!

- ¡Agarrarse mierda! – gritaba Yehuin colérico mientras se sujetaba con una mano a la cabeza una gorra marinera más sucia y grasienta que conciencia de fraile, a la vez que maniobraba desesperadamente el timón que parecía no hacerle caso para nada.  El barco seguía derivando hacia una masa negra que sobresalía del agua y que se recortaba contra las estrellas del firmamento, allá arriba. 

- ¡El Panqueque se cayó al agua! – bramó una voz preocupada.

Traté de mirar por la borda, y apenas pude vislumbrar al Panqueque nadando apurado hacia la playa, alumbrado por la violenta y mortecina luz de los relámpagos que azotaban esporádicamente la noche y que se escabullían prestos por entre las negras tormentosas nubes.  Le decían Panqueque porque era medio “dulce”.  Un nuevo relámpago alumbró la noche y también los blancos nudillos de mis puños aferrándose a una jarcia suelta.  Mi pajarilla no estaba solamente helada, ¡ahora se había puesto dura!  Aquí es cuando me doy cuenta de que estoy verdaderamente loco, porque bajo estas apremiantes circunstancias, me estaba divirtiendo secretamente.  ¿Qué cosas, no?

Entre este tremendo y desorganizado bochinche, perdí de vista al “Anchoa”, nuestro otro compañero.  Le llamaban “Anchoa” porque tenía cara de pescado y olía como una de ellas.  Traté de escudriñar a proa y a popa, pero no pude verlo. 

- ¡Yehuin!, ¿Hay visto al Anchoa? –grité preocupado sin poder ver a Yehuin.

Pasaron varios segundos nerviosos y escuche a Yehuin decir:

- ¡Se debe haber caído por la borda! – de pronto contesto Yehuin con una voz poco preocupada de cualquier otra cosa que no fuese su anclote de provisión.

Este asunto no se veía nada de bien, con tres en el agua la cosa ya no era aventura, sino que desventura.  Avancé hacia el entrepuente como pude y sin soltarme de mis apoyos para no terminar en el agua.  A duros esfuerzos llegué a la entrada y me asome a ver si podía ver algo con la escasa luz que la ampolleta desgraciada daba.  Y ahí lo ví: el Anchoa estaba de espaldas sobre el piso entre una mesa y unas cajas que se habían desestibado y danzaban al ritmo del Patoruzú”.  Estaba aturdido.

- ¡Encontré al Anchoa! – grité desahogado esperando que Yehuin me escuchase, pero Yehuin nunca contestó.

Rápidamente me dediqué a socorrerlo, pero era difícil la maniobra con todo el meneo alrededor mío, y además que el Anchoa era medio guatón, y pesaba más que la pena del pobre.  Finalmente pude agarrarlo de la guerrera y traté de levantarlo del piso.  Con gran esfuerzo pude apuntalarlo en una de las sillas apernadas al piso.  Tenía un chichón mayúsculo en la frente y estaba más lacio que pulpo desmayado.  No supe cómo ni cuándo se golpeó, o qué estaba haciendo cuando pasó, pero no había tiempo de averiguaciones así que lo amarré a la silla con una sirga para que no se cayera otra vez.  Fué un alivio el saber que no se había caído al agua.

Unos segundos más tarde, un tremendo e irascible sacudón remeció al  Patoruzú de proa a popa, y de babor a estribor.  La violencia del impacto nos envió a todos al piso de la cubierta, y prontamente el Patoruzú dejó de sacudirse.  Habíamos varado en la arenosa playa y el Patoruzú comenzó a escorarse  amenazadoramente sobre la borda de estribor.  Se oyó un dramático y enorme crujido, y el Patoruzú dejó de moverse completamente.  Después de unos tensos momentos en que nos percatamos de que estaríamos seguros ya que el barquito estaba encallado y sin destino, nos preocupamos de los giles que se habían caído al agua. 

Como ya estábamos en contacto con la playa, entre la oscuridad y la bulliciosa tormenta, los izamos a bordo con Yahuin a ambos quienes tiritaban de frío como virgen en celo, le pasamos un mameluco a Silvio para que cubriera su mohicano, y todos nos parapetamos bajo cubierta.  El Anchoa seguía desmayado.  Estábamos incómodos porque el barquichuelo estaba capotado y nada estaba horizontal.  Mientras estábamos ocupados tratando de acomodarnos, Yehuin se asomó sonriente por el dintel del camarote, y alzando la abollada cafetera en su mano izquierda, inquirió por entre su valle dental:

–  ¡Ché! ¿Quién quiere café?

El café fué bienvenido.  Sorbimos el caliente brebaje, nos arropamos, y tratamos de dormir mientras que nerviosos y desvelados esperamos el arribo de la siguiente madrugada.

No era lo que yo quería.

La aurora nos recibió con un tenue sol y una suave brisa.  Nos levantamos y salimos a la inclinada cubierta.  Yehuin nos salió al encuentro diciéndonos que había hecho contacto radial, y que seríamos rescatados en un par de horas.  El Anchoa estaba despierto y no se acordaba de qué fué lo que le pasó.  Nos preguntaba que había pasado mientras se acariciaba el chichón de la frente.  Antes de poder ponerlo al día de los hechos acontecidos la noche precedente, Yehuin interrumpió:

– Hay un compadrito amigo mío que los puede llevar al Faro de Cabo San Pío, -y luego agregó- No creo que el Patoruzú pueda continuar.  Pero no se preocupen, el seguro pagará los daños. –

Seguidamente, se fué a sentar sobre el huinche de popa a fumarse un rollo de algo que nunca supe lo que fué, pero que olía peor que aliento de abogado deshonesto.

Silvio y el otro gil (el Panqueque) que se cayó al agua estaban mal.  Ambos tenían fiebre y estaban tosiendo como gato viejo.  Esto nos preocupó.  Estábamos en el culo del mundo y nuestro botiquín de campaña no estaba preparado para esto.  Además, el chichón del Anchoa se resistía a desinflarse a pesar de la compresa de Agua de Árnica que le pusimos en la frente.  En vista de la apremiante situación y después de un breve conciliábulo de camarilla, decidimos volver a Ushuaia para darle el cuidado apropiado a nuestras bajas, y así evitar que la situación se agravara aún más.  Lo peor de todo fué que no pudimos encontrar la botella de Pisco de Emergencia. 

La cuadrilla  de rescate arribó en un par de remolcadores alrededor de unas dos horas después.  Luego de darles algunos primeros auxilios a nuestros machucados y lastimados exploradores de salón, nos transbordaron a una de sus embarcaciones, e iniciamos el cabotaje de regreso a la civilización, mientras el otro remolcador socorrería a Yehuin.  Antes de zarpar, Yehuin salto ágilmente desde el Patoruzú a la cubierta de nuestro remolcador, y nos dió un sentido abrazo de despedida a cada uno de nosotros.  Buen chato este Yehuin, pensé en introspectiva.

La isla grande de las Islas Tierra del Fuego fué alejándose paulatinamente a nuestras espaldas mientras nos dirigíamos hacia el Norte en busca de Ushuaia.  Apoyado en la balaustrada de estribor, me dediqué a mirar a las juguetonas toninas que habían vuelto a jugar con nosotros entre los alegres graznidos de las gaviotas que sobrevolaban nuestra barca.  Hacia popa solo se veía la blanca estela de espuma que dejaba la poderosa hélice del remolcador.  El cielo estaba limpio.

Me sentía un poco culpable porque embarqué a estos marineros de salón en una aventura que les quedó grande, y en la que todos salieron machucados, menos yo.  Me acordé del Capitán Araya...

Nunca llegué a la Península Mitre y nunca llegué a conocer el Faro de Cabo San Pío.  Y entre las olas y el áspero bufido del motor del remolcador, regresamos taciturnos a la Isla Navarino; sin decir ni pío.  Como si todo esto no hubiese sido suficiente, la ironía de la vida me abofeteó una vez más: el nombre de este remolcador era “Cabo San Pío”.

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El Loco