lunes, 1 de julio de 2013

Longitud


Es curioso como a veces la búsqueda de algo específico nos puede conducir con albúrico azar al insólito descubrimiento de otro objeto; muchas veces, impensado.  Éste es el caso de la Longitud.

Vivimos en una avanzada era de comunicaciones en que el conectarse con otro individuo –independientemente de la distancia a que se encuentre el uno del otro-  solo toma oprimir uno o dos botones de su aparato comunicador (al que antaño se le llamaba "teléfono"); y que para encontrar información no hace falta nada más que garabatear unas cuantas palabras en una placa electrónica portátil, o simplemente dictarle verbalmente las instrucciones al "confingunt exuperet automaton", y poder acceder así a un mundo de información que vive flotando allá arriba, en las etéreas nubes. 

O si queremos saber dónde estamos, ya sea de que estemos caminando o viajando en algún vehículo, solo basta apretar un menudo botoncito en nuestro "navegador", y ¡Eureka!, nos dice exactamente dónde estamos, con solo unos centímetros de error posicional, y en un par de cortos y consecutivos segundos.  Lo curioso es que este par de cortos y consecutivos segundos son una eternidad eternal eterna de perpetuidad pertinaz, porque el viaje de ida y retorno de la señal que le envía su aparatito a un satélite que está en una órbita asincrónica a unos 20.000 kilómetros de la Tierra, solo tarda alrededor de unos 600 milisegundos (0.6 segundos).

Esta maravilla sucede porque hoy tenemos una increíblemente enorme red de satélites en  órbita, tan avanzados tecnológica y ópticamente, que no solo pueden ubicar una hormiga en un decímetro cuadrado, pero que hasta pueden decirnos a qué velocidad camina, de qué color es, cuántas patas tiene, y cuál es la temperatura del suelo en que pisa.  ¡Y a mí que me cuesta tanto encontrar mis lentes!  ¿Qué cosas, no?

Esto no fué siempre así, claro está.  Durante el período de la historia del hombre en que comenzó a navegar las mojadas aguas de su planeta desde la simple balsa, pasando por los Fenicios y los barcos de vapor, hasta nuestros submarinos de la clase "Virginia" de propulsión nuclear; tenían que mantener la tierra siempre a la vista sin que desapareciera detrás del horizonte; de otra manera, estarían irremediablemente perdidos, y a merced de los míticos monstruos de los anchos, desconocidos y peligrosos océanos.

Cualquier embarcación de hoy tiene la capacidad portátil de determinar su ubicación exacta con respecto a la Longitud.  No solo las embarcaciones marítimas, pero cualquier vehículo que se mueve, incluyéndolo a usted si tiene un GPS (Global Positioning System) en su "teléfono"(1).  Pero en aquellos instintivos entonces, el saber dónde se encontraba una embarcación mientras estaba navegando, era una gran disyuntiva problemática mundial, la que persistió inmutable por muchos siglos. 

(1)  El asuntito al cual los viejos como yo seguimos llamando "teléfono", no es ya más un teléfono. Solía ser ese aparatito que transformaba la voz humana en un sonido por medio de señales electrónicas, por las cuales dos individuos se podían comunicar "hablando" aunque no estuviesen en las misma vecindad.  Esos aparatos hoy tienen nombres diferentes (IPhone, Blackberry, Palm, Remotum Loquela, etc.) y ya no son simples "teléfonos", sino que constituyen complejísimos dispositivos con mecanismos electrónico-multicomunicacionales.  Un largo camino recorrido desde la simple e inocente paloma mensajera (Columba Livia).  Si Alexander Graham Bell pudiese ver estos inventitos ahora, ¡estaría más contento que tortuga con ruedas!

Como los barcos de la época se pasaban perdiendo constantemente en los mares, estrellándose en contra de ariscas y peligrosas costas, y naufragando en arrecifes desconocidos; cuando llegaban a puerto lo hacían con semanas o meses de atraso debido a que nunca sabían exactamente dónde estaba el punto de la costa en el que debían arribar para atracar sus naves.  Las corrientes marinas y los vientos los desviaban tanto de sus rutas, que el hecho de que llegasen a tierra, ya era una suerte y un logro extraordinarios.

La completa carencia de un procedimiento práctico y exacto para determinar la Longitud, mantenía a los capitanes de estas embarcaciones infatigablemente adivinando hacia dónde navegar.  En aquellos días de ciega exploración, cada capitán navegaba aferrado a una divagante y peregrina idea de dónde carajos estaba parado, y para donde coños iba; esto a pesar de haber tenido tablas de navegación, compases, cuadrantes celestiales y brújulas a su disposición.  En otras palabras, aquellos navegantes andaban mas perdidos que Adán en el Día de la Madre.

La ciega y embobada navegación de aquellos días era tan astuta como la forma en que nuestros políticos de mierda y de pensamientos hermafroditas; aquellos catatónicos hircismus axilares de pseudo lenguaje posesionados de una bancarrota moral completa,  que navegan las anoréxicas y patogénicamente estíticas economías contemporáneas de nuestros infortunados países.   

Entonces, el apuntarle al puerto de destino era una verdadera hazaña.  Grandes navegantes como Marco Polo, Hernando de Magallanes, Vasco De Gama, Zheng He, Bartolomé Díaz, Cristóbal Colón, Vasco Núñez de Balboa, Juan Caboto, Sir Francis Drake, Jacques Cartier, Vicente Yánez Pinzón, y hasta Juan de la Cosa; todos ellos llegaban a destino la mayor parte de las veces por actos del acaso, del capricho, por casualidad, por desconocidos impulsos de buena suerte, o por mágicas razones, y no como el soberbio Capitán de un  Buque Manicero. Cuando no le apuntaban al puerto de destino, seguro que encallaban en algún otro lugar desconocido, o sin saber cómo; arribaban a una costa completamente desconocida y se convertían automáticamente y sin quererlo; en "Descubridores".  ¿Qué cosas, no?

Debido a las gigantescas pérdidas de peculio, riquezas, barcos y tesoros a raíz de extralimitados naufragios marítimos, los gobiernos de los países exploradores y sus navegantes comerciales, ofrecían formidables sumas de dinero a quien fuese capaz de inventar o desarrollar un método de navegación que fuese más exacto, y que pudiese remediar el problema imposible e inexistente de la navegación Longitudinal.

Los más renombrados y famosos astrónomos de la época aceptaron el reto de desenredar el enigma de la navegación Longitudinal.  Todos ellos basaron sus trabajos de investigación  en las recientemente descubiertas "mecánicas del universo".  Astrónomos como Giovanni Doménico Cassini (Italiano-Francés, 1625-1712); Christiaan Huygens (Holandés, 1629-1695); Galileo Galilei (Italiano, 1564-1642); Sir Isaac Newton (Inglés, 1642-1727); y Edmond Halley (Inglés, 1656-1742), todos ellos acabados conocedores del cosmos, recurrieron a los astros, a la luna, a cuerpos astrales y a las estrellas para extraer su conocimiento y poder aplicarlos al arcano entresijo de la Longitud.

Debido a le enorme cantidad de dinero ofrecida y en juego, por todos lados surgieron observatorios, miradores siderales y balaustradas galácticas que emperifollaron la mayoría de las ciudades grandes como Talca, París y Londres, con el solo designio e intención de determinar la jabonosa Longitud basados en las señales y marcas que ofrecen los infinitos cielos.  

También hubo abundancia de aquellas mentes más estrechas y de baja celeridad que desde sus fimbriados pedúnculos cerebrales proponían poner un oráculo en el barco y preguntarle a los ángeles que estaban colgados del cielo por dónde ir, otros; planteaban interpretar los aullidos de un perro herido a bordo, y otros un poco menos estultos; el ubicar de alguna manera una línea marítima de barcos a través del océano que disparasen sus cañones para guiar acústicamente a los barcos que estaban de paso.  Esto parece completamente ridículo y chusco, pero no tan estúpido como los dodoístas y beocios comentarios del omnismo típico de esta decadente era, saturada de aquellos cartujos, tan necesitados de una pequeña dosis de lógica y realidad.

A través de los muchos esfuerzos que se iniciaron para poder definir la Longitud, todos aquellos que se aplicaron a esta tarea terminaron elevando algunos métodos ya existentes a un nivel más avanzado; y también terminaron desenmascarando otros importantes descubrimientos que influyeron grandemente cómo el Hombre enfocaba su visión de la bóveda celeste y el universo; esto último para gran detrimento de la alcatótica Iglesia Católica.  Estos nuevos descubrimientos y aparatos que se inventaron durante la jornada del largo y fosco camino hacia la Longitud,  ayudaron a determinar los primeros cotejos, cálculos y mediciones reales de la distancia de la Tierra a las estrellas, y asentaron la vigente velocidad de la luz; también para el infinito y pavoroso horror infligido en la mágicas prácticas de la quoz e incoherentemente mostrenca Iglesia Católica Romana. 

Como el tiempo pasaba rápido e inexorable sin que nadie pudiese producir un método fiable y claro para medir la escurridiza Longitud, la pesquisa de la respuesta a esta incógnita alcanzó proporciones épicas a nivel científico y general durante los siglos XV, XVI y XVII.  Los capitanes y sus tripulaciones también participaban activamente en la búsqueda de la solución porque el botín a cobrar, era altísimo.  Entre osadía, temeridad y ambición, estos navegantes comenzaron a desarrollar ciertos "ajustes de navegación" basados en observaciones destinadas a obtener una mejor medición de las incógnitas distancias con respecto al Este o al Oeste de sus embarcaciones y con respecto a sus puertos de origen. 

En un intento por hacer mejores y más precisas mediciones, los capitanes dejaban caer por la borda un grueso madero que flotase atado a una sirga que llevaba una gran cantidad de nudos espaciados equitativamente, y con esto; podían observar la velocidad linear con que sus navíos se distanciaban de esta boya flotante momentánea.  Después de observar unos instantes cómo se alejaba el madero del barco y de contar los nudos que le habían seguido, recuperaban el madero jalándolo a bordo; y repitiendo la maniobra otra vez hasta que estaban satisfechos de los resultados.  Así es como se determinaba la velocidad marítima o "velocidad linear" en "nudos", medición que sigue vigente hasta hoy. 

Para ayudarse con estas imprecisas medidas de pilotaje náutico, utilizaban como complemento para sus observaciones las estrellas, la dirección de navegación, los inexactos relojes de arena o de bolsillo, y sus brújulas; datos que anotaban celosamente es sus toscas bitácoras.  Con esto registraban su calculada estimación de la distancia recorrida, y lo que demoró el recorrer dicha distancia.           

Considerando lo escaso que sabían de los cambios e influencias de las corrientes marinas, incluyendo el calculado impacto de los inestables vientos, e injiriendo sus propios errores de juicio, estos capitanes y navegantes entonces determinaban lo que creían o pensaban que era en ese momento su posición con afinidad a la Longitud.  A pesar de estos complicados esfuerzos por determinar su Longitud, los viajes se alargaban demasiado mientras que los bajeles muy a menudo erraban en encontrar tierra donde conseguir agua y verduras frescas, lo que causaba estragos entre la marinería condenados a sufrir escorbuto, producto de una dieta incompleta desprovista de frutas, hortalizas y verduras frescas lo cual les privaba especialmente de vitamina C. 

El escorbuto conllevaba al deterioro completo de la salud de la marinería.  Un peligroso efecto del escorbuto es que fragiliza los vasos sanguíneos haciendo que se rompan fácilmente con una rozadura, lo que a los argonautas les llenaba el cuerpo de moretones con el menor impacto.  Esto es muy parecido (pero no tan virulento) al homeomerous escorbuto moral de los abogados deshonestos.

Peor aún, en el caso de heridas abiertas, éstas no sanaban; a la marinería se les hinchaban las piernas y los brazos a causa de la retención de agua, sufrían hemorragias espontáneas incontrolables, las hinchadas encías les sangraban profusamente, se les soltaban los dientes, sufrían falta de aliento lo que prevenía grandemente su rendimiento, padecían de un agotamiento severo, y si llegaban a golpearse la cabeza, los vasos sanguíneos intracerebrales se les reventaban, causándoles una rápida y dolorosa muerte.  En otras palabras, en ese tiempo el escorbuto era más peligroso que recoger el jabón en la  ducha de una cárcel. 

En estas condiciones, el sufrimiento y la pérdida de vidas humanas era ya enorme, pero se acrecentaba aún más con los gigantescos estragos económicos obrados por la falta de una fórmula apropiada para conjeturar la Longitud. Con esto, las rutas marítimas que usaban las flotas bélicas y mercantes se reducían solo a unos escasos derroteros oceánicos bien conocidos, los que brindaban más seguridad de navegación.  Esta embarcaciones y su tripulación estaban forzadas a navegar confiando solamente en sus cálculos de Latitud, por ende; manteniéndose muy cerca a tierra y en un pasillo de litoral costero bastante angosto, lo cual a su vez convertía este ceñido y lineal pasaje en un tumulto naval.                         

Como si la falta de Longitud no causase suficientes problemas simplemente por su ausencia, a esto se agregaba otro gran problema.  Como había solo una estrecha carretera oceánica para navegar sin perderse, todos los barcos la usaban: navíos de guerra, buques mercantes, barcas balleneras, bateles pesqueros, falúas cargueras, barcos de pasajeros, carabelas piratas, bergantines corsarios, balandros bucaneros, y bajeles filibusteros; los que cruzaban rutas entre ellos muy a menudo, y caían presa el uno del otro.  La piratería era también un problema catastrófico; algo así como vivir a merced de una ciudad llena de abogados deshonestos impúdicos, políticos libertinos y corruptos, y frailes pedófilos mentirosos y degenerados.  ¡Ah!, y también con unos pocos "Patos Malos". (2)

(2) Entre las expresiones lingüísticas etimológicas más extrañas se encuentra ésta.  La filología moderna no ha podido encontrar una explicación sensata, filológica y lingüísticamente acertada desde los tiempos de Pergamum en Alexandria, Egipto entonces bajo el dominio de Roma.  En "Vilitates Chilenus Linguam" (lenguaje vulgar Chileno) la expresión es usada para referirse a netos delincuentes y proscritos habituales consuetudinarios; quienes se ubican en la escala social un amplio y claro centímetro por sobre los facinerosos nombrados en el párrafo precedente.

Extremadamente urgido por la gran cantidad de calamidades marítimas y por el monto y costo abismal de pérdidas que éstas causaban, el Parlamento Británico aprobó el "Acto Parlamentario Británico de la Longitud" durante el caluroso y entusiasta Verano del año de 1714; año que comenzó prestamente un Lunes por la mañana, y el mismo año en que se estableció la primera comunidad europea en el territorio de Luisiana, USA; y el afortunado año en que nació el astrónomo Francés César-François Cassini de Thury, y en que murió Ana Stuart, Reina de los tronos de Inglaterra, Escocia, e Irlanda. 

Este desesperado acto gubernamental prometió como recompensa la cantidad de 20.000 Ducados (Libras Esterlinas - £), aproximadamente el equivalente a $12 millones de dólares en la numismática de hoy(3); ofrecida a cualquier individuo que diseñase un aparato, o desarrollase una técnica o un método efectivo que le permitiese a los navegantes encontrar su Longitud exacta; y esto, con un error de unas 30 millas náuticas más o menos, lo que traducido a una medida decimal terrestre son unos 55.56 Km.  Es como ir desde la ciudad de Santiago a Valparaíso, pero terminar en Melipilla, un extraño y misterioso lugar donde enigmática y celadamente se acumulan las gentes que pierden sus sillas.  ¿Qué cosas, no?

(3) Para poner esta cantidad ($12 millones de dólares) en perspectiva, en aquellos entonces un artesano experto, como un albañil o un carpintero, podría llegar a ganar alrededor de 7 peniques por un día de trabajo, alrededor de 7 centavos de dólar en moneda de hoy (unos 35 pesos chilenos por día).  Indudablemente era una cantidad colosal de dinero.

Entre otros componentes y otras recompensas del Acta de Longitud, se estableció un panel llamado "Ribete Azul", que era un colectividad de magistrados a cargo de juzgar los resultados que se presentasen, al que se le denominó "La Junta de Longitud".  Esta Junta incluía entre sus integrantes renombrados científicos de la época, experimentados Almirantes, y para el infaltable e inerte relleno; algunos funcionarios del gobierno, conocidos en todas partes como sanguijuelas.  Dictado en el Acta de  Longitud, esta autoritaria Junta podía otorgar no solamente los premios prometidos, pero también podía suministrar estímulos económicos para ayudar a inventores algo paupérrimos y a otros más necesitados para incluírlos en el esfuerzo, y así no perder alguna idea promisoria que pudiese ayudar a resolver el formidable problema.  

Una de las obligadas exigencias y como un estricto requisito que cualquier invento, método o técnica tenía que cumplir, era que éstos se deberían probar a bordo de uno de los navíos de Su Majestad; y la travesía determinada como estándar de medida de pruebas, era la marea entre un determinado puerto de Inglaterra y otro puerto en las Indias Occidentales elegidos por los Comisarios de la Junta.  Para pasar la prueba, los nuevos artificios y las técnicas para medir la Longitud deberían arribar a estos señalados puestos  sin perder su Longitud más allá de los límites definidos por el Acta.

La Junta después de que se hizo público el anuncio de las recompensas, comenzó a recibir diariamente una cantidad ingente de propuestas.  Los "inventores" se apiñaban en las puertas del edificio de la Junta para presentar sus trabajos, y para exigir que sus diseños se les revisase en orden de llegada.  La "colas" (hileras, filas) de inventores eran sumamente largas, pero ni parecidas las colas de las JAP (Las Juntas de Abastecimiento y Control de Precios) de la UP (Unidad Popular) en Chile, un tétrico período de vergüenza nacional en que los funcionarios de gobierno podían robar sin descaro porque tenían "carnet" para ello, y lo que el resto de pueblo podía conseguir a un alto precio de moneda desvaluada, era un kilo de pan añejo por familia después de haber estado esperando a la intemperie en esta "colita" entre cuatro horas y tres días.

La cosa es que la Junta durante sus 100 largos años de existencia, muchas veces estuvo a punto de derrumbarse bajo el peso de esquemas, proyectos, planos, dibujos, bosquejos, croquis de "máquinas de movimiento perpetuo"; y un sinnúmero de compendios, modelos, ideas, borradores, ensayos, planteamientos y muchas otras propuestas que aspiraban desde resolver cuadraturas circulares, pasando por la maquinación de darle sentido linear al valor de pi (π); y terminando con otros tratando de probar que se podía hacer oro (Au79) del plomo (Pb82), aunque estos chirimbólicos intentos y soluciones no tuviesen absolutamente nada que ver con el urgente y apremiante asunto de la Longitud.

Después de haber invertido colectivamente una increíble cantidad de cacumen, los científicos y devotos entusiastas de la Longitud de la era, concluyeron que para poder medir con exactitud, y en base a esto poder contestar la escuchita cuestión de la Longitud, deberían crear o elaborar un artificio(4) más preciso para mantener la medición del tiempo.

(4)  La palabra "reloj" se deriva de las palabras Goidelicas y Proto-Celtas "clagan" y "clocca", que significan "campana".  Se cree que el reloj se desarrolló en Italia alrededor del año de  1500, o quizá un poco antes; y basado en un tipo de dispositivo portátil de cronometraje que ya estaba comercialmente disponible alrededor de 1450.  En cualquier caso, estos relojes eran más inexactos que el pronóstico del tiempo.

Entonces, la idea era el poder mantener los intervalos de tiempo lo más exactamente a bordo de un navío, para después de la marea; compararlos con la hora correcta que se mantenía en los puertos de origen y destino.  El poder comparar la hora local en los puertos de arribo con el cómputo del tiempo de navegación, permitía entonces a los navegantes el  lograr convertir la diferencia de tiempo –o los lapsos de tiempo- y los errores deferenciales de cálculo, en una secesión geográfica llamada: Longitud.  

Considerando de que la mayoría de ustedes saben que el planeta Tierra es aparentemente una esfera de arbitrarios 360° de circunferencia, y que a esta piedrita esferoidal le toma un día entero para girar sobre sí misma con respecto al sol; entonces si dividimos estas 24 horas por los 360°, estos corresponden a 15°.  Esto es, claro está; de que un grado de longitud en tiempo es equivalente a cuatro minutos en cualquier punto del planeta, pero en términos de distancia, un grado en el Ecuador mide 68 km., y en los Polos se reduce a 0 (cero) km.   ¿Qué cosas, no?

Aunque la frenética carrera por conquistar la Longitud seguía delirante, alrededor de 1550  quedaban solo dos serios y pertinaces contendientes por el premio ofrecido.  En un equipo estaba el completo e indiviso estatuto científico de Europa; en el que sus plurales y numerosos científicos estaban enfrascados y ensimismados con un enrevesado y confuso sistema de observaciones y anotaciones estelares al que llamaban "Distancias Lunares", apostillas que usaban para determinar el tiempo transcurrido entre dos puntos, y así poder establecer la Longitud con respecto a la Latitud.

En el otro bando se encontraba un solitario pero audaz paladín de la imaginación de nombre John Harrison Uhrmacher.  Juanito Harrison era un soberbio autodidacta y relojero Bretón.  Harrison proponía un mecanismo horario que mantendría con precisión y puntualidad los lapsos de tiempo transcurridos entre dos puntos del planeta, por remotos y separados que éstos estuviesen.  Ésta era una idea audaz y revolucionaria para aquellos opacos tiempos de descubrimientos accidentales y poca ciencia.  El resto de los contendores habían ido desapareciendo paulatinamente uno a uno, ante la imposibilidad de producir una solución práctica y transferible para desvelar la clandestinidad de la Latitud.

Según los rumores del "Correo de las Brujas", Juanito Harrison tenía dos problemas esenciales de popularidad para con la Junta de Longitud: primero, él era un forastero de Inglaterra y no Italiano; o en el peor caso, Francés.  Segundo, Juanito era un "geek" al que se le consideraba por debajo de la reputación de los "científicos" de la época.  Prueba de esta arbitraria intolerancia social y embargada discriminación esnobista, es que incluso Sir Isaac Newton cuando actuaba como primer Comisionado de la Junta de Longitud, emitió una marginante opinión expresando que el reloj de Harrison nunca sería capaz o competente para mantener la precisión del tiempo a bordo de un buque en movimiento, y menos el poder prestar un beneficio para la tarea de la correcta determinación de la famosa Longitud.  Ésta era la actitud general de aquellas mentes Nibelungas de esos entonces.

A Harrison le importó una "güeva" (vulgi testiculum nervumque chilensis) la opinión de Newton, y siguió trabajando compendiosamente en su relojito mecánico, el que tiempo después demostró sin dejar lugar a dudas, ser el método superior a todos, incluyendo las intituladas selenitas "distancias lunares".  Desafortunadamente y para reafirmar la diferencia clasista, Harrison no poseía una educación formal, y jamás fué un aprendiz o estudiante de relojería; pero anteriormente él había compuesto una serie de maquinillas de intervalos de tiempo (relojes) a los cuales había provisto con una fricción casi inexistente (el principio del movimiento eterno), y sus partes no necesitaban lubricación alguna.  

Harrison no quería utilizar los aceites y grasas lubricantes de la época simplemente porque estos eran susceptibles a cambiar su viscosidad constantemente con los acérrimos cambios de temperatura, lo que inminentemente causaba una gran variación en la velocidad y desplazamiento angulares correlativos del pseudovector cuantitativo de los planos bidimensionales interactivos de los engranajes múltiples y cremalleras diferenciales de sincronización mecánica del ordenador horológico autónomo; haciéndolos altamente inexactos e ineficaces.  En otras palabras un poco menos anamórficas y menos gnósticas: los aceititos no servían. 

Juanito Harrison también decidió astutamente no hacer uso del péndulo porque los relojes de péndulo deberían mantenerse en superficies fijas y sin movimiento y en forma constante  para que pudiesen funcionar apropiadamente, lo que jamás ocurriría a bordo de una embarcación aunque no estuviese navegando.  Otra innovación que introdujo fué el uso de aleaciones y bimetales con las que construyó las partes de su reloj.  Esto obedecía a que Harrison sabía que los metales fácilmente se  expanden cuando se calientan, y se contraen en base a un canon diferente cuando se enfrían. 

La genialidad de esta innovación reside en que Juanito, sabiendo manejar las normas de dilatación y contracción térmica de los metales; combinó en aleación diferentes metales para fabricar los diferentes engranajes y partes de sus reloj de tal modo que cuando uno de los componentes se dilatara o contrajera, uno de éstos contrarrestaba la menor alteración del otro, y con esta causa de efecto mecánico conexo interactivo y recíproco (lo que siempre me hace recordar a Isaac Newton); podía mantener constante la velocidad de su máquina medidora de tiempo.  ¿Qué cosas, no?

Después de una verdadera guerra en contra del establecimiento mental engatusado con la mohína añagaza religiosa, y embetunado con el marcado oscurantismo científico del  período, John Harrison con mucho esfuerzo y gran éxito completó una larga sucesión de experimentos, pruebas y ensayos marítimos a bordo de muchas embarcaciones incluyendo las embarcaciones de la corona, producto de los cuales; sus resultados no podían ser ya  ignorados. 

Esto causó épicas batallas y desgañitadas discusiones argumentativas en el Parlamento, el cual finalmente tuvo que aceptar que los progresos de Harrison eran calificados, y entonces se le recompensó por sus esfuerzos; pero esto ocurrió después de más de 40 años de ácidas reyertas con la sempiterna intriga política, la maledicencia académica generalizada, la inconsciente insidia y encarnada estupidez religiosa, y hasta cierto grado, por la inestabilidad económica reinante.  Esto es simplemente una pequeña muestra de los cordajes y aparejos que formaron parte de la gran intriga de la Longitud.

Para el desmedro de nuestra civilización inteligente, John Harrison nacido en 1693, murió apenas 83(5) años después en 1776, pero no antes de habernos legado quizá el más fabuloso tesoro científico que nos ha servido tan bien: La Longitud.  Lo paradójico de este asuntito de la Longitud, es que solo gracias al reloj de Harrison pudo ser domada y sometida; phanerosis que nos servirá para siempre.  

(5)   ¡John Harrison fué exacto hasta para morirse!  Nació un 24 de Marzo y se murió sin boleto de regreso también  un 24 de Marzo.  Fué un acabado carpintero  autodidacta y luego un increíble Horologista (relojero o quien estudia el tiempo).  Harrison fué nombrado número 39 en una encuesta pública de la BBC en el año 2002 para "Los 100 Británicos más Grandes de la Historia".

John Harrison, gracias al oscurantismo, la ignorancia y nulidad religiosas -como tantos otros; se convirtió en el venerado mártir de los relojeros del planeta entero.  Por largas décadas permaneció postergado por el ciego establecimiento social y religioso, pero tenazmente armado con su clara y férrea obstinación; fué el único individuo en el mundo que buscó y encontró una solución real y configurable al cronometraje destinado a resolver el problema de la Longitud.  Y todo en base a un desnudo relojito que ni siquiera era parte de esta carrera.  ¿Qué cosas, no?

Súbitamente y a raíz de este inocultable, extraordinario y asombroso desarrollo intelectual y politécnico de Harrison, ingentes catervas y tropelísticas profusiones de relojeros de todos los rincones del planeta se dedicaron a emular este aparato horológico de Harrison, y entonces comenzó una nueva y frenética carrera para construír el cronómetro marino.  La persecución por la perfección del cronómetro marino se convirtió rápidamente en una colosal y rentable industria que significó un extraordinario auge económico, bélico y de dominación para los países marítimos.  

La historia y los horologistas son tremendos y ponderados testículos de que el inusitado trabajo de Harrison fué una de las más serias y determinantes causas, y la razón gestora principal del dominio de Inglaterra sobre el mar océano, y por ende; la definitiva constitución de lo que se conoce ahora como el Gran Imperio Británico.

Grandes compañías marítimas mercantes como la "East India Company", poderosas flotas navales de todo el mundo como la "Royal Navy" de Inglaterra, y capitanes de todo tipo de embarcaciones flotantes se arremolinaron como hambrientos enjambres alrededor de las fábricas de estos fabulosos cronómetros marítimos, -y todos sin excepción alguna- pagaban el importe del elevado costo de estas extraordinarias maquinitas de su propio bolsillo, y ninguno se quejaba del costo de su portentosa compra.

La endémica revolución de la navegación había sido desatada en toda su furia por el reloj de Juanito Harrison.  En todas las bitácora navales de las embarcaciones del siglo XVII se encuentran exactas anotaciones de navegación  las que comenzaron velozmente a cambiar la fisonomía de la navegación oceánica.  Las observaciones diarias anotadas en las bitácoras comenzaron a mostrar manifiestas referencias con respecto a las lecturas de Longitud basadas en este nuevo y fantásticamente preciso "cronómetro". 

Tan efectivo fué este aparatito creado por John Harrison, que en el año marítimo de 1791 de Su Majestad, la compañía mercante "East India Company" comenzó a publicar nuevos manuales y tratados oceánicos de navegación para los capitanes de sus navíos, que en sus páginas desglosaban una columna especial para anotar las observaciones de "Longitud por cronómetro".   

Empero, muchos otros capitanes menos astutos o más paupérrimos, continuaron navegando y haciendo sus observaciones argonáuticas basados en las cómicas y desacertadas  "Distancias Lunares".  Estos eran lo únicos giles que todavía se perdían en la tina.  Desde el primer cronómetro marino que inventó Harrison, en 1735 solo había uno en existencia –el de Harrison; pero en 1815, solo 80 años después, había en uso más de 5.000 instrumentos.  Esto es una gran cantidad si se toma en cuenta de que estos instrumentos se fabricaban a mano, y tomaba meses la manufacturación de uno.  Una vez cuando yo era apenas un proyecto de hombre, ví una simulada réplica de este instrumento en el glorioso almacén "Cori".

La practicidad infinita y la total carencia de creencias en magia en la perspectiva y visión de John Harrison se demostró tan fehaciente, irrebatible, e irrefutablemente que desde aquellos tiempos en que se encontraba solo contra el mundo, y además en contra de la insípida política, y contra de las necias y mentecatas corrientes religiosas completamente deshabitadas de razón; todos estos insípidos enemigos se hicieron humo en el aire tan rápido como desaparece un acólito después de recoger el diezmo.

Longitud entonces, es una coordenada geográfica imaginaria que especifica la posición de Este a Oeste de un punto sobre la superficie de la tierra.  Es una medida angular expresada en grados (°), y se denota por la letra Griega Lambda (λ).  Puntos con la misma Longitud se encuentran denominados en líneas imaginarias que van desde el Polo Norte al Polo Sur.  Por una Convención de obscuros orígenes, uno de ellos, el Meridiano que pasa por el Observatorio Real de Greenwich, Inglaterra; establece la posición de cero grados de longitud (0°).

Por otro lado, si la Longitud la hubiesen descubierto los chilenos, ese arbitrario Meridiano Bretón en vez de pasar por Greenwich, sin duda estaría pasando por uno de los lugares más preponderantes del planeta, el que sería el verdadero Meridiano 0, y ciertamente se le habría denominado "El Meridiano de Pelotillehue".

Probablemente usted tenga un inventito nacido de las ideas de Harrison en su "teléfono", el que usa para no perderse en las junglas metropolitanas única y exclusivamente gracias a la carrera de la Longitud y a la brillante mente de John Harrison.

Persiga ese pequeño y olvidado sueño que nunca persiguió, porque si no lo hace; éste le perseguirá a usted por el resto de su vida.


El Loco

sábado, 1 de junio de 2013

Puma Punku

Artium Arcanorum Mysterium


Un misterio o un presagio ominoso es algo que uno no entiende completa y cabalmente, algo que desconcierta, que asusta, que confunde o elude el entendimiento; en otras palabras, un enigma (con o sin encanto).  Esta palabra (misterio) tiene raíces en el Griego (μυστήριον–musterion) y en el Latín (mysterium), ambas expresiones que significan  lo desconocido, un secreto, un rito inentendible.   Puma Punku es quizá el misterio más grande aún sin resolver para el inquisitivo Hombre, y que está envuelto perdidamente en un misticismo infinito, un enigma más grande y más antiguo que ninguna otra cosa que jamás haya existido en este cuasi-redondo planeta.

Puma Punku

Puma Punku o Pumapunku es un masivo templo situado en Tiwanaku o Tihuanaco, en las alturas de las tierras y arcaicos suelos de Bolivia, en un lugar tan remoto como Punta Arenas.  Puma Punku se encuentra enclavada en un valle de unos 11 kilómetros de ancho, flanqueada por dos serranías paralelas las que son Kimsa-Chata hacia el Sur del establecimiento; y por la serranía de Achuta al lado Norte.  El sitio arqueológico y el actual poblado de Puma Punku se encuentran en el centro del vallecito.  En la antigua y venerada lengua Quechua las palabras Puma Punku significan: "Puerta del Puma", y en Aimará, significa: "La Puerta del Puma".

El nombre "Puma Punku" es una palabra suministrada y adoptada del Quechua.  Este es un tema que ha sido discutido por innumerables investigadores y autores los que han intentado deducir y explicar el significado arcaico original de su representación.  Entre otros muchos significados puestos a consideración, hay dos que son los más sobresalientes: un investigador propone que “Tiwanaku” significa “siéntate guanaco” porque esta palabra está formada las palabras de origen quechua "tiai", que significa "siéntate"; y la palabra "Huanacu" (huanaco), el nombre del camélido andino.  Estas palabras fueron dirigidas por el Inca Mayta Kapac al esforzado "Chaski"(1) (chasqui) enviado desde el Cuzco tras haber recorrido 109 leguas (aproximadamente 545 km.) sin detenerse, y en menos en tres días. 

(1) Los Chasquis eran  ágiles corredores de largas distancias con un físico altamente capacitado para esta función los que llevaban y entregaban mensajes, manjares reales como pescado, y otros objetos de valor a través y a lo largo y ancho del Imperio Inca, principalmente al servicio del Sapa Inca.  Los Chasquis eran despachados a lo largo de miles de kilómetros, aprovechando el vasto sistema Inca de carreteras y puentes colgantes diseminados en los Andes de Perú y Ecuador.  En la costa de lo que hoy es Perú su ruta funcionó desde Nazca a Tumbes.  Las rutas Chasquis también se extendían hacia otras partes del Imperio en partes las que ahora son Colombia, Bolivia, Argentina y Chile.

La segunda versión (entre otras muchas) es que la palabra procede de dos voces Quechuas: tiía (tiya, tilla) que significa "luz", y "huannuk" derivada del verbo Quechua "huañucu", que significa morir.  Entonces y en consecuencia a esto, la denominación Puma Punku significaría “Luz Moribunda”.  ¿Qué cosas, no?

Algunos grupos Aymarás señalan de que el nombre original de Puma Punku fué Chúcara (indócil o arisca), pero para otros grupos (también Aymarás); el verdadero nombre del establecimiento altiplánico fué conocido como Tiwanaku, que es la voz Aymará para "Taypicala", lo que quiere decir: “La piedra de en medio”.  Para efectos de este escrito, me quedaré empozado con la palabra Puma Punku.  Punto (Kachay).

Este antiguo templo tan singular y de una mística extática se encuentra construído cerca de la costa sur oriental del andino lago Titicaca, un lago de la categoría "Endorreico"(2) (persistente) en el extremo norte de la cuenca del alto altiplano, y se asienta sobre una meseta de la Cordillera de los Andes cerca de 12.600 metros de altura, en los elevados colindes entre el Perú y Bolivia.  Este templo contempla 167.36 metros de ancho a lo largo de su eje norte-sur, y 116,7 metros de largo en la extensión de su eje este-oeste.  Se cree que poseía por lo menos unos 17 metros de altura, y que ocupaba una superficie de unos 50 metros cuadrados.

(2) Un lago endorreico es aquel que no evacúa cantidades significantes de agua manteniendo toda el agua que recolecta en su cuenca hidrográfica.  Estos lagos están situados siempre al interior de una cuenca endorreica.  Estos lagos son de alta salinidad y cuando se secan, forman salares; esto  como resultado del acopio de sales disueltas por sus afluentes en sus respectivas cuencas hidrográficas.

Este magnífico templo es parte de un grupo o complejo de monumentos también parte del sitio de Tiwanaku.  Tiwanaku es tremendamente significante en las tradiciones Incas (y quizá debiera ser también para nosotros) porque en el folklore que ha sido trasferido desde tiempos inmemoriales y que ha transitado numerosas etapas zafrales, nos trae historias de colosos que crearon este sitio donde se originó el mundo, y que este "mundo" fué creado por colosales visitante extraterrestres.   

El arcaico complejo Puma Punku consiste en un gran patio occidental sin murallas, una explanada central también sin murallas, un montículo a modo de plataforma encabezado por una  piedra megalítica, y una explanada amurallada en el lado oriente.  El borde oriental de Puma Punku está ocupado por una "Plataforma Lítica".  La Plataforma Lítica consta de una terraza de piedra de 6.75 x 38,72 metros de dimensión.  Esta terraza está pavimentada con enormes y múltiples bloques de piedra.  La Plataforma Lítica contiene la losa de piedra más grande encontrada en Puma Punku y en el sitio entero de Tiwanaku.  Esta magnífica losa de piedra es 7.81 metros de largos por 5,17 metros de ancho y tiene un promedio de 1,07 metros de espesor.  Se estima que el peso de esta losa de piedra es de unas 131 toneladas métricas (131.000 kilos).

En su época de apogeo se cree que Puma Punku era "increíblemente maravillosa", casi tan hermosa como Caleta Tortel.  El templo estaba adornado con brillosas placas de metal pulido, varias cerámicas de colores lustrosos y vibrantes, múltiples adornos de coloridas telas, y sus dependencias transitadas por ricamente ataviados ciudadanos, sacerdotes vestidos elaborada y elegantemente, y otras élites con ricas vestiduras cubiertas de joyas exóticas.  Más no podemos elucubrar con respecto a este sitio porque su misterio está perdido en su antiquísima edad, sumido en la carencia de registros y notaciones, y el estado actual de deterioro de estas estructuras han caído víctimas de incontables "cazadores de tesoros", saqueo, la explotación minera de sus piedras para la construcción y lastre de ferrocarriles, y además; coronado por la eterna erosión natural.  Pero el misterio y el misticismo que le rodea perdura íntegro hasta nuestros días y aún no ha velado el misterio del origen de la cultura que lo construyó, ni de dónde provenía ésta.

Cuando el conquistador y cronista español nacido en Llerena, Sevilla; don Pedro Cieza de León llegó al alto valle andino de Tiwanaku y su "Puerta del Sol" en 1549, descubrió unas ruinas abismantemente extraordinarias rodeadas de un paisaje desolado que estaba flanqueada en sus lados este y oeste por dos enormes cadenas montañosas que alcanzan más de 4.700 y 6.000 metros de altura sobre el nivel del mar respectivamente.  Ni Cieza de León ni ninguno de los integrantes de su comitiva pudieron explicarse o imaginar un lugar más impropio y difícil para el desarrollo de cualquier civilización, incluso para una civilización avanzada.

Don Pedro Cieza de León trató de averiguar sobre la antigüedad y edad de estos templos en Tiwanaku, pero los andinos habitantes de entonces fueron ineficaces e incompetentes para dar alguna información confiable o verificable.  Los Incas le describieron a Pedro Cieza de León que la ciudad había sido edificada por gigantes celestiales en una sola noche, mucho antes del Gran Diluvio, y que posteriormente fué destruída por un enorme terremoto provocado por los rayos del Sol que cayeron sobre Tiwanaku en una noche terrible en que la luna no se podía distinguir entre el resplandor de las explosiones de los rayos que caían del cielo.  Si Dios pudo crear el Universo completo en una semana, por qué entonces estos poderosos gigantes no podrían haber construído una simple ciudad de piedra en un día?

Las Piedras Monolíticas

El nombre de una piedra o roca monolítica -o monolito- se deriva de la palabra Latina monolithus, y de las palabras Griegas μόνος (monos) que significa "uno solo"; y λίθος (lithos o litos) que quiere decir "piedra".  Tal como las raíces del término lo especifican, un monolito es un bloque de roca metamórfica dura y sólida de gran tamaño, compuesta de un solo elemento.  Por extensión, este término se utiliza para referirse a los monolitos de origen natural, que son un accidente o rasgo geomorfológico similar a una montaña; o a los monolitos fabricados por el hombre, los cuales ha tallado y extraído como monumentos desde diferentes canteras desde tiempos remotos.

Existen monolitos naturales en África, Antártida, Oceanía, Europa y América, siendo el más grande y conocido de todos es el  monte Augustus, localizado en el Parque Nacional Monte Augustus en Australia occidental.  En Chile tenemos las Torres del Paine.  ¿Qué cosas, no? 

Los monolitos antropogénicos son aquellos que se han formado en base a efectos, procesos o materiales que son el resultado de actividad e intervención humana.   Entre los monolitos antropogénicos o menhires de mayor envergadura que se conocen, sin contar a mi abuelita; son el pedestal de granito del Caballero de Bronce, que fué la piedra más grande jamás movida; el obelisco inacabado de Asuán que es la piedra más grande jamás terminada por el hombre; y el Obelisco de Letrán que es el mayor de los obeliscos Egipcios.  También están los Moai de Isla de Pascua; y la piedra pómez.   

Puma Punku es conocida principalmente por sus formidables piedras, por la extraordinaria e incomprensible precisión de sus cortes, y por su milimétrico orden, alineación e instalación.  La tecnología moderna no ha sido capaz aún de emular estas técnicas y sus construcciones.  Las piedras que están adosadas entre sí en estas monolíticas construcciones están tan estrechamente concebidas y ejecutadas que una hoja de afeitar no se puede insertar entre ellas.  Este detalle es otro de los innumerables argumentos esgrimidos para corroborar la teoría de que estas increíbles construcciones fueron diseñadas y erigidas por una súper-civilización extraordinariamente avanzada que no podría haber existido en nuestro planeta, y que necesariamente debe haber sido extraterrestre.  ¿Sugestiones espurias?  Pues nadie lo puede comprobar o desmentir hasta que lo averigüemos.

Las Gentes de Tiwanaku

Solamente y gracias a la avanzada y exacta tecnología de la arqueología es que se puede dilucidar la edad de la cultura Tiwanaku ya que no existía en ese entonces ningún lenguaje escrito con el que hayan podido dejar constancia de su cultura.  La cultura Tiwanaku sin embargo, es muy anterior a la civilización Inca y probablemente no contenía las abominaciones de casta que contienen la mayoría de nuestras civilizaciones de hoy.

Tiwanaku es una de las culturas más longevas que se conocen en América del Sur.  Los primeros vestigios de la cultura Tiwanaku datan del año 1.500 AC (CE) al 1.200 DC (CE), con 27 siglos y medio de duración

Según Alan L. Kolata, un arqueólogo norteamericano que realizó sucesivas excavaciones en este sitio durante los años ochenta y principios de los noventa, cree que Tiwanaku alcanzó su apogeo alrededor del año 1000, cuando la ciudad aparentaba tener una población de unos 115.000 habitantes, además de otros 250.000 habitando los campos circundantes.  Estas cifras parecen bastante elevadas y otros arqueólogos piensan que es más probable que la ciudad haya alcanzado en su apogeo una población de veinte o treinta mil personas extendidas en un dominio físico de unos 600.000 km² aproximadamente, los que vivían mayormente concentrados alrededor de Puma Punku.

¿Ficción o Historia Impenetrable?

Lo único que podemos asegurar son hechos concretos y clara evidencia; y esto con la galimatía de que los hechos concretos y la clara evidencia se pueden interpretar de mil diferentes modos.   Las ruinas de Puma Punku son posiblemente las ruinas más antiguas que existen en nuestro planeta, y asequiblemente las estructuras más desconcertantes de nuestro mundo.  Puma Punku es solo una de las cuatro estructuras en la pretérita y arqueológica ciudad de Tiwanaku.  Las otras tres estructuras, no menos espectaculares;  son la Pirámide de Akapana (y Akapana Este), la Plataforma de Kalasasaya, Putuni o "Putuputuni" (donde hay huecos) también conocido como el "Palacio de los Sarcófagos", y el templo semi-subterráneo; estructuras construídas con una tecnología desconocida y que comparada a nuestros tiempos modernos, desafían la lógica, el método, la capacidad de ingeniería; y esconden sus misteriosos secretos dentro de sus monolíticos artilugios arquitectónicos.

¿Quién construyó estas estructuras?  ¿Cuando se construyeron?  ¿Cómo se construyeron?  ¿Para qué se construyeron?  ¿Por qué se construyeron? ¿Podrían la ruinas de Puma Punku ser la evidencia de una civilización perdida en nuestro pasado, o la tarjeta de visita de cósmicos viajeros?  El problema no es la falta de preguntas, sino que la completa carencia de respuestas. 

Según algunos Arqueólogos expertos, parece ser que Puma Punku en algún momento de su historia tuvo un muelle o un malecón, pero esto son solo conjeturas basadas en las exiguas pistas que estas estructuras ofrecen y que nos han dejado sumidos en el misterio para que las observemos, y para que nos rasquemos las cabeza completamente perplejos.  Toda la evidencia que queda hoy son unas arcaicas ruinas megalíticas que sugieren quizá el paso de un cierto evento catastrófico perdido en alguna página del libro geológica de nuestro planeta. 

¿Qué habrá pasado en las alturas cordilleranas de Tiwanaku?  ¿Hubo quizá un movimiento mega-sísmico? ¿O tal vez actividad volcánica extraordinaria?  ¿O un cometa viajero que pasó demasiado cerca de la Tierra y nos azotó con su cola? ¿Quizá un aluvión universal causado por un cambio en la posición del eje de la Tierra?  ¿Son estas las ruinas de un puesto de avanzada o fronterizo de una guerra galáctica?  ¿O simplemente el producto de la fricción y metamorfosis natural de nuestras placas tectónicas?  Lo único que sabemos de este gran misterio son lo que podemos ver de las ruinas de Puma Punku.

Hay evidencia científica y paleontológica de herramientas surtidas, huesos humanos y de animales, y otros materiales reconocibles, lo que podría sugerir que un pueblo de avanzada civilización estuvo establecido allí mucho antes de cualquier descomunal o monstruosa catástrofe.  Otra evidencia parece indicar vestigios y rastros de la existencia de seres de gran estatura y que aparentemente llevaban barbas, cosa totalmente fuera de lugar para cualquier habitante Andino.  Chullitos(3) sí; ¿pero barbas?...  menos probable...

(3) El chullo (aimara-quechua: ch'ullu) es un gorro con orejeras apretadamente tejido en lana de Alpaca o Llama que usaban (y aún lo hacen) las gentes andinas; es originario del altiplano andino y que brinda protección contra el despiadado frío de la Puna de los Andes Centrales.  En las regiones de las alturas de los Andes su variedad de colores indica su uso, desde la identificación de quién ocupa un cargo público, o para indicar quién es soltero.  ¿Qué cosas, no?

Se especula de que estos pueblos inmemoriales deberían haber sido muy sofisticados, y probablemente hayan conocido la astronomía, la geomancia, arquitectura y matemáticas; pero a pesar de esta lógica y sensata suposición; no existe ningún registro de ninguna especie sobre la planificación, el desarrollo y construcción de estos complejos y inextricables trabajos. 

¿Fué Puma Punku habitada por una avanzada civilización con una extraordinariamente adelantada tecnología vanguardista; quizá similar a la nuestra, la que simplemente sucumbió y expiró?  Curiosamente, existen mapas que demarcan estas regiones con sorpresiva exactitud.  Esto queda demostrado en mapas como el Mapa de Piri Reis (1513), y el Mapa Oronteus Finaeus (1531), los que datan anteriores a la fecha de los descubrimientos europeos.  Éstos no sólo son mapas sumamente precisos, sino que aparentemente su cartografía está basada en copias de mapas aún más antiguos.

Lo circumbirúndico(4) de este asunto es que estos arcaiquísimos mapas muestran detalladamente la costa de América del Sur, los ríos del continente, e incluso parte de la topografía de la Antártida; de la cual no se cree tener conocimiento de que haya sido cartografiada sino hasta 1818.  Estos mapas contienen marcas y mojones, y los perfiles de las áreas descritas parecen ser muy exactos.  Algunos escolásticos aseveran de que estos mapas no se podrían haber elaborado sin sobrevolar estas áreas a una gran altura...

(4) Este término diccional o vocablo de facundia es de particular territorialidad, y es usado principalmente en Chile por algunas clases sociales connaturalmente desheredadas de una germanía ilustrada y apta, y es una aleatoria fusión de los inuendos del significado de las palabras asombroso, secreto, misterioso, inexplicable y prodigioso.  Así que cuando usted quiera expresar su admiración por algo, o por algún asunto que confina el significado conceptual de estas varias palabras de la lengua Castellana; simplemente use este práctico vocablo chileno y refiérase al asunto en cuestión como: "circumbirúndico".

Lo realmente circumbirúndico sería de que usted se arme de una incisiva curiosidad, de un etéreo espíritu de aventura, y emprenda excitado una jornada inolvidable a tranco de Guanaco furioso para tratar de descifrar los misterios de Puma Punku; o al menos, para que aprenda algo más de nuestros antepasados, que ante la revelada evidencia; parece que ellos eran unas gentes de lo más circumbirúndicas.

Los Marcianos

¿Usted cree en los Marcianos?  Digo Marcianos porque cuando yo era un cabro chico, a cualquier forma de vida que viniese desde cualquier punto del espacio se le denominaba "Marciano".  Marciano de Marte, claro está.  Estos astrales visitantes podrían haber sido visitantes de Neptuno, Timjull, Rhoneranger, Calingasta, Ucka, Gaglani, Ocllo, Zdiksima, o incluso de cualquier planeta de tránsito circumbinario, pero para el caso, todos eran "marcianos".  Los nombres de planetas que le dí arriba son planetas reales así que no es chapucería, ni me estoy "carrileando", ni pretendiendo ser un filosofunculista con pretensiones de ultracepidario.  El caso es que no importaba de dónde pudiesen venir estos viajeros extraterrestres, para nosotros en ese entonces eran todos "Marcianos".  Y después nos acusan a los "gringos" de discriminación.  ¿Qué cosas, no?

Tengo una historia de marcianos para usted:

Resulta de que hay  un equipo de investigadores integrados por científicos reunidos desde Noruega, Alemania, Sudáfrica, e Inglaterra los que profesan que han identificado positivamente a un antiguo "Micro-continente" en el Océano Índico.  Esta conclusión es producto de un detallado y comprensivo análisis de las arenas de numerosas playas de la islas-países de Seychelles y de Mauritius; esta última, cuna y tumba del pájaro Dodo(5).

(5) El extinto pájaro Dodo conocido en círculos ornitólogos como Raphus Cucullatus, tenía el aspecto de una gaviota mofletuda que comía frutas surtidas, y con unas alitas que no le permitían volar, y se cree que evolucionó de las palomas.  Es originario de Mauritius y fué mencionado por primera vez en los registros de navegación del Vice Almirante Wybrand Van Warwijck en 1598 quien descubrió Mauritius y al pajarraco éste.  El último pájaro de éstos fué visto vivo por el gobernador de Mauritania (1677 a 1692) Isaac Johannes Lamotius, en 1688.

Ellos presumen de que hace muchísimos años la actual masa terrestre que es hoy conocida como "Las Islas Seychelles", se separó de una masa terrenal más grande, a la que conocemos hoy como Madagascar, la que está situada a unos 900 kilómetros al oeste de las Seychelles.  Hoy, estas islas que fueron una colonia francesa, son conocidas oficialmente como la República de Seychelles, y consta de 115 islas en el Océano Índico.   Según los investigadores, esta separación tectónica se produjo como efecto y a raíz de erupciones volcánicas que ocurrieron en la corteza de la Tierra entre 61 y 84 millones años A.  Se especula que las hermosas y blancas arenas de sus playas fueron depositadas por erupciones posteriores que se ocurrieron aproximadamente durante los últimos 9 millones de años.

Esta presunción se desprende de que en estas playas encontraron Zirconio granulado cuya edad se determinó ser de hasta 2 billones de años de antigüedad, lo que los hace pensar que estos desechos han sido arrojados por las más recientes erupciones volcánicas producidas por deslizamientos tectónicos durante los últimos 9 millones de años, las que habrían vomitado de sus entrañas fragmentos de una antigua corteza continental, lo que ayudaría a explicar el origen de las islas Seychelles las que son una verdadera singularidad geológica.  ¡Huy, qué interesante!  ¿No cree usted?

Estos científicos piensan que el micro-continente que creen haber descubierto y al que bautizaron como "Mauritia", yace bajo las islas Seychelles, y su isla vecina: Réunion.  Todo esto son conjeturas, pero los isleños cuentan de que el "antiguo continente" estaba habitado por gigantes que habían venido "del cielo", y que podían construír grandes ciudades y templos en una sola noche, y que deambulaban la Tierra construyéndolas.  Platón hizo una referencia en dos de sus 36 "Diálogos" con respecto a Atlántida, aunque situada en otro océano; contienen las mismas características histórico-epopéyicas del nacimiento de estas otras ciudades y templos arcaicos; con gigantes y todo.  ¿Qué cosas, no?

¿Habrán visitado en el extraordinariamente y remotamente inmemorial pasado estos Gigantes de Mauritia –¿quizá Marcianos?- los parajes de Puma Punku?  ¡Esto es realmente circumbirúndico!

Realidad

Independientemente de lo que se diga y discuta: marcianos, gigantes o no, Puma Punku aún es un misterio sin una explicación clara.  La imaginación humana crea a veces fantásticas e increíbles explicaciones para cosas tan simples como una piedra; le asigna arbitrariamente a seres irreales y que no conoce extraordinarias habilidades y conocimientos asombrosos; encuentra un objeto al que no puede darle una explicación lógica, entonces le asigna poderes mágicos; o tropieza con una situación de la cual no puede deducir una elucidación racional, entonces recurre a la imaginación sin límites, sin importar lo absurdo que parezca, pero todo con el objeto de pretender que entiende lo inentendible, y poder explicar lo inexplicable.

Al ser humano le encanta inventar absurdeces para explicar lo que no entiende o no puede entender, y salta indiscriminadamente entre la razón y la magia para hacerlo.  El Hombre inventó la rueda, pero oposicionalmente, también inventó la religión.

Hay varios inconsequentes desvíos o atajos que se emplean para explicar los misterios existentes, y que están pobremente concernidos con los perfeccionamientos actuales en metafísica y epistemología histórica.  Por un lado, se proyecta un entendimiento personalizado para racionalizar la dispersión narrativa de la perorata historiográfica, la cual se adosa epistolarmente a la expresión de una estructura lingo-geológica subyacente de la filosofía narrativista de la historia; todo esto en el marco de una forma tropológica de método básico para abordar el entendimiento de la cognición comprobada.  ¡Chucha!  ¡Casi se me quebró la pluma tratando de escribir este pensamiento!

Por otro lado lo que ocurre es que la discriminada aplicación de la tropología a indiscriminados sectores de la historiografía, ha distorsionado la integridad direccional del conocimiento histórico factual y se ha degenerado dentro de un plano confuso y problemático, transido por opiniones indiscriminadas y genéricas, y acongojado con desasosiegos existencialistas como el relativismo, el solipsismo lingüístico, la verdad, el entendimiento, y la justificación.  Espérese.  Tengo que cambiar la pluma porque ésta también se me quebró con estas endiabladas frases.

Al término de la jornada, el narrativismo es algo así como jugar a la ruleta porque ofrece una circunspección y un miramiento escuetamente literario o análogo retrospectivo de la historia.  Quizá lo más acertado sería el utilizar una configuración narrativista tangencial que restrinja las exégesis y glosas inciertas de relativismo lingüístico y cultural; y que se circunscriba ceñidamente a la noción cognitiva de la literatura como una vía más conspicua y preferible para intuír el perfil tropológico de los automatismos lingüísticos que ambicionan explicar y narrar el pasado.  ¡Coño!, ¡se me jodió la última pluma!

Alcumena

¿Qué opino yo?  Pues nada...  yo soy simplemente un adorno solipsista y ciertamente circumbirúndico de la literatura imaginaria que se columpia entre las Tarzanescas lianas del narrativismo histórico y del idealismo lingüístico; colgado apretadamente de un gran y frondoso árbol tropológico sub-abditivo de escaramuzas olvidadas.
  

El Loco

sábado, 18 de mayo de 2013

Sobre la Muerte


En memoria de George Bursenos (Georgie) (10 de Abril, 1987 - † 15 de Mayo, 2013)



Encontrarás y conocerás el oscuro secreto de la muerte sólo si estás dispuesto a descubrirlo en el espíritu mismo de la vida.  Si alguien sabía esto, ese era Georgie Bursenos.

Me enseñaste a beber del sereno río del silencio para que yo pudiera decir lo que pienso con palabras claras, claras como el agua de aquel río.  Si alguien sabía esto, ese era Georgie Bursenos.

Para conocer el dolor debemos conocer la alegría.  Tú Georgie nos enseñaste la alegría bien, y es por eso que sentimos un profundo dolor hoy, no porque te hayas marchado; sino porque nos hemos quedado atrás sin tí.  No me enseñaste resistencia, pero me enseñaste a resistir con una brillante sonrisa en mi cara.

Adiós camarada de la vida.  Cuando te conocí me tomó sólo un segundo para decirte ¡hola!, pero ahora sé que me tardaré una eternidad para decirte adiós. Adiós camarada de la vida.  Estoy muy orgulloso y honrado de haberte conocido, y me siento afortunado de tener a alguien como tú Georgie, alguien a quien se hace tan difícil decirle adiós.

Es difícil decirte adiós a tí Georgie, porque algunas personas como tú entran en nuestras vidas sin prisa, pero que se marchan demasiado rápido.  Tú entraste brevemente en las nuestras, pero dejaste profundas huellas en nuestros corazones, y por eso; nosotros nunca, nunca seremos los mismos.

Ahora eres libre para ir a todos aquellos lugares con que soñaste, ahora eres libre de visitar todos los etéreos espacios que siempre quisiste visitar, ahora eres libre para perseguir tus sueños sin los grilletes fantasmales de la vida.  No hay necesidad de que envíes postales Georgie, porque siempre estarás en nuestros recuerdos.

Un simple hombre como yo nunca será capaz de decir correctamente un adiós para siempre, así que sólo voy a decir; que tengas una feliz marcha Georgie.

Rodrigo A. Guajardo
Mayo, 2013

miércoles, 1 de mayo de 2013

Nada se Desperdicia


El filósofo alemán Friedrich Wilhelm Nietzsche una vez dijo: "Debes hacer de tu más profunda desesperación, tu esperanza más invencible"; y los bigotes que Nietzsche tenía, eran más grandes que los míos.  Incluso la más profunda desesperación se puede aprovechar para algo útil y positivo, y así; nada se desperdicia.

Estas acertadas palabras de tan profundo significado pueden tener incidencias positivas en nuestras vidas si las sabemos aplicar juiciosamente.  Estas enseñanzas se pueden esgrimir con desesperación en situaciones de un carácter filipendulous, lo que nos produce una horrible cacaesthesia; o con una calma campante en contextos y circunstancias menos querellantes, lo que nos traerá placer y fruición; por lo menos, lo es para mí y este último es mi caso.

A veces cuando la vida me embosca con sus gélidos hálitos de angustia y pesadumbre, en vez de hacerme un dócil y supeditado súbdito de sus histéricas habromanías, tomo cautiva la situación firmemente entre mis sentidos, y la transformo en un kalón; en un producto de belleza ideal perfecto en el sentido físico y moral, a través de la pluma.

Hago esto porque creo que cuando eres un artista o un escritor, ni una migaja de imaginación se pierde en el tejido de tu trabajo.  No soy un escritor, tampoco un artista, pero creo que las situaciones más dolorosas o más difíciles de la vida; siempre se pueden reciclar como material para un proyecto más elevado y provechoso que el callado dolor del alma.  Entonces podemos transformar lo agrio en algo dulce usando los poderes y las herramientas del artista en forma despierta, consciente y oportunista.  Esto suena un poco frío y calculador; pero no lo es, por el contrario.

No tengo muchas herramientas, pero tengo una afilada y puntiaguda pluma, la que no le teme a nada ni a nadie, que se ríe de la muerte, que no discrimina el color de la tinta, y que nunca se gasta con las sudorosas palabras que le hago escribir a borbotones llenas de una contumaz obstinación y una empalagosa y sobona persistencia.  Mi pluma es insolente, claro; pero siempre dice la verdad.  Y es así como torno lo ácido en algo mieloso; porque el arte cuando nace de lugares obscuros y difíciles, nos dá las herramientas para sentir aquellas emociones humanas más ocultas y más poderosas.  Con esto, portentosamente podemos transformar nuestras pesadumbres en algo fructífero y significante.  Rasco la tinta de mis depresiones desde el fondo del balde de mis pesares, las cargo en mi insolente pluma, y la imprimo con violentas palabras en mil aventuras insanas, y en mil sueños sensatos.  Uso hasta la última gota de una gota de tinta.  Nada se desperdicia.  Nada.

En uno de los archivos de mi pasado está estampada la muerte de mi abuelito Víctor.  Me acuerdo de él porque hace muy poco falleció la abuelita de un amigo mío, lo que lo puso súbitamente en una dolorosa y difícil situación.  La muerte cuesta mucho, a pesar de que es gratis.  Su abuelita vivía en Kioto, Japón, y el no podía ir a los funerales con la familia debido a constricciones económicas, así que tuvo que viajar solo.  Su padre y su madre habían muerto prematuramente en el terremoto Diexi en Agosto de 1933 en el Condado de Mao, en la provincia de Sichuán(1).  Este terremoto fué de una magnitud 7.5, y dejó un saldo de 9.000 muertos, y entre ellos, sus padres.

(1) La palabra Sichuan (Szechwan) es una abreviación de "Cchuānxiá sìlù"; lo que literalmente significa: "Los Cuatro Circuitos de los Ríos y Quebradas", los que se refieren a los cuatro circuitos fluviales de la Dinastía Song; una dinastía gobernante en China entre los años  960 y 1279 de la Era Común.

Entonces, sus abuelos lo adoptaron y lo criaron por un corto tiempo hasta que un tío se lo trajo a Estados Unidos.  No mucho después de la venida de mi amigo a USA, su abuelo falleció, y su abuela se fué a vivir a Japón con una hija, tía de mi amigo.  Mi amigo estuvo ausente asistiendo a los funerales por unas dos semanas, y a su regreso, me contó lo que había sucedido en su triste pero enriquecedor viaje.

Me contó que gracias a la cortesía de nuestras aerolíneas nacionales, a las que les importa más recoger dinero que prestar servicios y que están menos organizadas que una pichanga estudiantil; llegó atrasado a la ceremonia de la cremación de su abuela.  No estaba enojado, pero sí furioso.  A pesar de todo, no todo estaba perdido porque llegó a tiempo para la ceremonia de entierro en el mausoleo que la familia mantiene en el cementerio(2), y que ocurriría en la tarde del día siguiente.

(2) Nota del autor: en un "cementerio", las criptas, mausoleos, tumbas y marcadores están hechos normalmente de cemento, y quizá por eso estos lugares de entierro se llaman "cementerios"; pero si estos artilugios estuviesen hechos de madera, estos sitios entonces ¿se llamarían Maderoterios?  ¿Qué cosas, no?

Siguiendo con el relato de mi amigo, éste me contó que se hospedó en la casa de su tía durante su estadía en el Japón.  El quería quedarse en un hotel para tener más privacidad, pero ante la cariñosa y efusiva insistencia de su tía, decidió tomar alberge en su casa.  Las paredes y los tabíqueles de papel lo ponían nervioso e incómodo; por lo que procuraba ir al baño cuando la tía estaba durmiendo.  "Son sólo unos pocos días", se dijo a sí mismo, así que armándose de paciencia y silencio, se quedó a compartir la morada de su tía por esa semana necrológicamente obituaria.

Con gran exaltación me narraba lo que pasó en la mañana antes de la ceremonia que se realizaría en el terreno de los osarios y las cárcavas, y después de compartir con su tía el típico desayuno japonés que consiste en lo siguiente:

Arroz al vapor.  Un plato esencial.
Okayu (arroz con leche).
Sopa Miso.  Esta sopa contiene tofu, cebolla verde, algas wakame (algo así como el cochayuyo pero chiquito, aburaage (tofu súper frito), y otros elementos que podrían causar misteriosidades (combustión espontánea humana) repentinas.
Natto (soya fermentada),  Se coloca sobre el arroz cocido al vapor..
Nori (un alga seca).
Tamagoyaki.  Una tortilla enrollada que se sirve con rábano daikon rallado.
Pescado a la parrilla.  Normalmente salmón salado a la plancha, o jurel seco.
Tsukemono.  Normalmente ciruelas en conserva o ciruelas rojas secas.

Menos mal que yo no vivo en Japón...

Después de esta asiática y aventurera comida a la que los japoneses llaman "desayuno", su tía lo invitó a pasar al "living", para lo cual mi amigo se quedó sentado donde mismo mientras que su tía taconeando bulliciosamente sus getas(3), habría dos opacas "fusumas" (particiones verticales deslizantes) al lado oriental del cuarto, y reorganizaba dos más; cerraba una al poniente, y deslizaba otra al occidente.  Y Eureka!  Estaban en el "living!"

(3)  Para los de mente de perspicacia licenciosa, sicalíptica, lujuriosa y concupiscente, que quede muy claro de que las "Getas" son los zapatos japoneses femeninos

Detrás de uno de los tabiques que su tía deslizó, estaba un mueble que sobre su cubierta  había descansando una pequeña urna, una vasija mayólica que contenía las cenizas de la abuela recién cremada.  Al lado del receptáculo saúco había un par de "kuàizi" de bambú.  La palabra original del idioma Mandarín que le dió su nombre a estos palillos es: kuàizi o kuài'er; que significa "los objetos de bambú para comer rápidamente".

La tía esgrimió diestramente los palillos de bambú, le sacó cuidadosa y respetuosamente la tapa al contenedor mortuorio, y con mucha dexteridad y pulcridad, escarbó delicadamente entre las cenizas y recogió dulcemente tres o cuatro fragmentos de los huesos todavía sin quemar de la abuela.  Los puso uno a uno en otro contenedor de porcelana que tenía para la ocasión, y cuando concluyó haciendo esto, selló el contenedor celosamente, y se lo entregó a mi amigo con ambas manos diciéndole: "toma estos huesos, y llévatelos a casa.  A tu casa". 

Mi amigo estaba perplejo y no sabía qué decir ni cómo reaccionar.  La tía viéndolo visiblemente desconcertado y estupefacto; explicó:  "Esta es una tradición japonesa que se llama honewake"palabra que significa "dividiendo los huesos" -explicó la tía; y prosiguiendo dijo: "de esta forma, nada se pierde de nuestros antepasados, y todo se aprovecha para algo, nada se desperdicia."

La cara de mi amigo seguía en un hito emocional y perdida en concomitancia con su aliento, y haciendo de tripas corazón, le dió las gracias a la tía balbuceando unas palabras que sonaban a agradecimiento; y sin saber qué más hacer en ese momento.  Después de unos breves instantes cuando la perplejidad se fué y el aliento volvió, se dió cuenta de que no podía traer de vuelta a USA este macabro y sepulcral presente.  Aparte de eso, no sabría qué decir en las aduanas...  Pero sería aún más difícil y afrentador el no cumplir con estos íntimos deseos tan profundamente arraigados en la cultura e idiosincrasia de su tía nipona.

La ceremonia de la deposición de los restos de la abuela en el mausoleo de la familia en el cementerio, transcurrió sin perturbaciones y los asistentes volvieron silenciosamente a sus lugares por sus rutas de regreso.  El día estaba fresco pero con mucho sol.  Una suave brisa peinaba y las ramas de los cerezos del cementerio, y mecía sutilmente los pétalos de sus rosadas y delicadas flores.  Es una lástima que los japoneses no tengan Jubaea.  Todas las tumbas estaban en silencio.  La ceremonia fué corta y sucinta, no había tiempo para perder, palabras extra para gastar, ni lágrimas en demasía para derramar.  No había nada para el desperdicio...   El cementerio era pequeño y bien organizado con tranquilas residencias de sólo un piso bajo la superficie.

Al día siguiente y después de haberlo pensado mucho, y también después de haber hecho un llamado a casa para consultar con su esposa; mi amigo –que es un artista genial- elucubró una solución original y artística, pero sobre todo; equitativa para satisfacer a todos, y sin herir susceptibilidades.  Él estaba bastante acongojado por la situación, y a pesar de que él había vivido la mayor parte de su vida en un suelo extranjero, ciertas costumbres idiosincráticas todavía anidaban bajo su piel.  Decidió decirle a su tía de las dificultades y conflictos que se producirían al intentar traer las inacabadas cenizas de la abuela a USA, pero que tenía una idea para subsanar la situación.

Mi amigo es fotógrafo y también es un cineasta muy talentoso; así que decidió hacer una corta película la que incluiría los huesos, el espíritu de la costumbre, y la historia detrás de este film.  La idea era buena, pero debería convencer a la conciencia nipona de que esto era respetuoso y aceptable; y que nada importante o trascendental de este íntimo y esencial evento se desperdiciaría, o sería denigrante o fanfarrón.  Entonces, se puso a trabajar.

Lo primero que hizo fué reunir a todos los integrantes más cercanos a la familia y que eran los más apegados a su abuela.  Se reunieron en la amplia "ima" (sala de estar) de la "minka" (casa) de su tía.  Una vez que todos estaban acomodados, y las fusumas se habían acomodado propiamente para recibir a la comitiva, mi amigo explicó:

"Como todos ustedes saben, he vivido la mayor parte de mi vida en un país occidental el que lleva un sentido cotidiano muy diferente al que tenemos aquí.  También respetamos y  honramos a nuestros muertos y antepasados, pero en forma diferente.  Nosotros también tenemos ceremonias tan elaboradas como las japonesas, pero su significancia es diferente.  Por otro lado, me sería casi imposible llevarme los huesos de nuestra abuela sin correr el riesgo de que me los quitasen en alguna aduana.  Tengo que hacer escala en otro país, y eso contribuye a la dificultad; y por eso creo que sus huesos deberían quedarse aquí, en esta tierra que ella tanto amó y reverenció".

Mi amigo hizo una breve pausa aquí y observó cuidadosamente la reacción de los comensales.  Su tía tenía la cabeza doblada sobre su pecho como mirando al suelo, y estaba silente como la abuela.  Los demás asistentes le miraban sin pestañear con sus semi-cerrados, pero lúcidos ojos y con una actitud inmutable.  Sus caras parecían abandonadas de emociones, pero sus ceños delataban un curioso interés.  Mi amigo prosiguió:

"Por supuesto que quiero llevarme un trocito de nuestra abuela para compartir con mi familia, pero creo que podemos hacer algo más asequible y cercano para las costumbres y el entendimiento occidental.  Creo que así será más provechoso para nuestra familia y podré compartir y comunicar estos momentos y el recuerdo de nuestra abuela en forma más efectiva y perdurante.  Pues entonces lo que propongo es que hagamos una pequeña película para llevarme de vuelta a casa, donde podremos captar la ceremonia, los huesos de la abuela, y el genuino espíritu de esta milenaria tradición. Nada se dejará afuera; nada se desperdiciará".

Acto seguido y con gran ansiedad, se quedó esperando por una reacción del grupo.  Los nipones asistentes se miraron entre ellos rápida e intermitentemente, y después de un animado y bullicioso babeldom, la tía saliendo de su estado de "stupore mentis mummified" (estado de trance momificado) abrupta pero suavemente, le dijo a su ahijado: "Estamos de acuerdo!  Les encanta la idea de transmitir las costumbres de esta manera, pero lo que más les deleita es que van a estar en una película.  También quieren saber si se tienen que maquillar..."

Mi amigo exhaló un largo y profundo suspiro de alivio y consecución; largo como un día de Verano sin comida (podría haber dicho: más largo que flato de jirafa, pero no habría sido apropiado o muy respetuoso), y profundo como la congoja del pobre.  Les sonrió levemente a los invitados, y les dijo que les daría instrucciones esa tarde para que comenzaran la filmación al otro día.  Las visitas se pararon vivazmente y dejaron la minka entre animadas conversaciones y estridentes risas.  Mi amigo miró a su tía y le dijo: "Todo salió bién...", a lo que su tía respondió con un callado y suave asentir de cabeza acompañado por una dulce sonrisa.

Esa tarde mi amigo hizo una lista de cosas para hacer: escribió un guión, anotó instrucciones para los "actores", estableció el escenario apropiado, y cargó las baterías de su cámara VHS. 

Al día siguiente apenas despuntó el naciente sol del Imperio, los participantes comenzaron a llegar amontonadamente a la casa.  Los hombres vestían sus elegantes Montsukis adornados con el escudo de armas de su familia, un claro Mon (marca heráldica) en la solapa izquierda de sus Montsukis, un hermoso y adornado Sensu (abanico) en una de sus manos, un amplio Hakama (una vestimenta hasta la rodilla) sobre el Kimono, un elaborado Obi (cinturón o faja) o hecho de Kaku-obil (material duro) o hecho de Heko-obil (material dúctil), y para completar sus atavíos calzaban Tabis (calcetín japonés) y Getas, el calzado requerido para el Montsuki.  El verlos vestidos así evocaba los tiempos del Shogún (seii taishõgun), de los clanes Fujiwara y Hojo.

Las damas japonesas hicieron su flamante entrada en la minka ataviadas con blancos Nagajubans (bata bajo el Kimono) cubiertas con un exquisito, elegante y aristocrático Furisodé (el kimono formal) con sus amplios Tamotos (mangas anchas), y otras con Tomesodés (mangas normales), todas llevaban sus Obiages, obis, y obijimés, y por supuesto, sus menudos Tabis y Getas.  Había vestimentas desde Onna-bugeishas (Geisha guerrera), pasando por Geishas comunes, hasta Maikos (aprendiz de Geisha).  La elegancia y el despliegue de riqueza, donaire y exquisitez de los "actores" era digna de un Tennō (Emperador/Soberano Celestial).

Todos se reunieron en la pieza de las cenizas, y hablaron de la tradición de las cenizas, de la historia de la familia, de otros antepasados, de la vida de la abuela y de su muerte.  Hizo entrevistas con su tía y con otros familiares que con sus espectaculares vestimentas y la adherente interpretación filológica y verbal correspondientes, parecía un documental digno del National Geographic.  Una porción del film se dedicó a la ceremonia de la separación de los huesos de entre las cenizas, y la entrega de éstos a los descendientes.  El ambiente era solemne y ordenado, y los actores todos hicieron sus partes a la perfección.  También  se ejecutó la Ceremonia del Té para esta póstuma filmación de tan gran contenido idiosincrático y cultural.

A la ceremonia japonesa del té, también se le llama "La Manera del Té", y es una actividad cultural que involucra la preparación y presentación ceremonial de "Matcha", una clase de té verde en polvo.  En japonés, esta ceremonia se denomina "Chanoyu" o sadõ.  La manera en la que se lleva a cabo el funcionamiento de esta ceremonia se llama "Otemae".

Desde temprano, el Budismo Zen fué una influencia primordial en el desarrollo de esta ceremonia del té.  Estas reuniones ceremoniales del té se llaman "Chakai" o chaji y es una actividad sencilla de hospitalidad que incluye pastelillos, "Usucha" (té no cargado) y a veces, una sustento ligero.   Una ceremonia de té mucho más formal se llama "Chaji", que suele incluír una "Kaiseki" que es una cena tradicional de varios platos, seguida de pasteles, "Koicha" (té cargado) y Usucha.  Una Chaji puede durar hasta cuatro horas.

Comentario

Una vez en Washington, DC participé de un Chanoyu (no chanchullo) de éstos con mi esposa.  Ella me dijo que no comiera nada ese día porque en esta ceremonia del té se comía.  Bueno, no comí nada para el almuerzo y nos fuimos a esta ceremonia que se realizaba a las 3 de la tarde.  ¡Nunca más!  Eran pasadas las 7 de la tarde y ya no veía de hambre; la última comida del día fué una tostada casi transparente con mantequilla que me comí al desayuno;  y la Geisha no terminaba nunca con el asuntito del jodío té.  Aparte de que mi estómago creía que me habían cortado la cabeza, comencé a tener alucinaciones de hambre. 

Miraba una muralla y vislumbraba una típica "hora del té" chilena, con suculentos sánguches de pernil de chancha soltera, jamón Serrano de La Unión, queso chanco de Osorno, galletitas de agua destilada, mermelada de damascos peludos, lúcumas peladas, y el infaltable tazón de té Supremo (o Tres Montes) en bolsitas; o una infusión de "pata de vaca" sin azúcar para los giles con problemas al riñón.  Durante las Navidades, se agrega Pan de Pascua legítimo de Isla de Pascua.

Miraba el cielo raso, y veía un cortejo se sopaipillas pasadas, cuchuflís con chocolate, y unos "berlines" que orbitaban sonrientes la lámpara que colgaba famélica del techo.  No habían acabado de pasar las sopaipillas (pasadas), cuando una horda aterrorizada de empanadas de "Pino" cruzó en estampida el cielo raso.  ¡Me asusté!, no por la horda, sino que porque la seguía un botellón de Pisco Sour de La Serena...  traté de levantarme y alcanzar la botella, pero tenía los ojos blancos y no veía nada.  Mi mujer me miró de soslayo cuando me levanté de la silla y comencé a caminar a tropezones con los brazos en alto y balbuceando: "¡piscosagüer, piscosagüer!".  De un violento tirón de la camisa (lo que desafortunadamente incluyó una sección del elástico del calzoncillo) me volvió a sentar en la silla.  Como que desperté un poco...

Medio avergonzado me acomodé en la silla y fijé la vista en el piso, pero entonces y para mi infinito asombro y estupor, la alfombra debajo de mis zapatos se deslizó rápidamente a estribor desvelando súbitamente una jarra de mote con huesillos la que me hizo trepidar las glándulas salivales, y comencé a babear profusamente con la lengua medio evacuada.  Mi esposa me pasó un pañuelo por la boca, más bien me lo estampó con tremenda fuerza en la jeta lo que técnicamente calificó como un "cachuchazo"(4), acompañado con una sonrisa sulfúrica y una desafecta mirada que casi me descuartiza vivo.  La cosa estaba muy difícil, y la Geisha no tenía ninguna intención de apurarse.

(4)  En términos netamente populares Chilenos, "Cachuchazo" es el nivel más alto y el epítome del "charchazo", el que a su vez; es un bofetón (o cachetada) magistral con saña.  Es como que a uno le aplaudieran efusivamente la cara con paletas de ping-pong de fierro.  El siguiente nivel del cachuchazo es el "combo en l'hocico".

Mientras me sobaba suavemente las comisuras de mi delicada boca, disimuladamente me trataba de sacar la porción punzante del calzoncillo que se me había atrincherado en la zanja donde la espalda pierde su honorable nombre, producto inesperado del tirón de camisa que mi mujercita me había dado momentos antes.  Después de esto, no tuve más remedio que quedarme quieto y despierto.  Para poder conseguir realizar esta tarea, le pegué un tremendo "chirlito" al brazo de la silla de madera, y me aguanté.

Finalmente la ceremonia de preparación del té terminó y por fin pude tomar un té desabrido y sin azúcar...  no me quitó lo turnio.  La "comida" que siguió parecía que la había preparado la belonoide de "Twiggy" (que era más flaca que sombra de clavo), los pasteles parecían pasas a dieta, y el Kaiseki, casi-casi parecía comida.  ¡Nunca más!  Para la próxima invitación me llevo un sánguche en el bolsillo y un tazón de Pomaire lleno de ulpo!  ¡Y sí señor!, cuando tomaba tecito en Chile; me comía todo y nada se desperdiciaba.

¡No sé de dónde lo habrá sacado la parsimoniosa Geisha ésta el famoso tecito verde!  Me tomé apenas una tacita sin gracia, y me dió una colitis caballuna galopante, lo que me obligó a fruncir y a mantener bien apretadas las comisuras de mis podicem labia, y a moverme con la cautela del impala y el sigilo del leopardo por el resto de la noche.  ¡Joder!

De vuelta a los huesos

Este proceso de filmación ciertamente acercó a mi amigo a la familia, especialmente a los parientes que no había conocido sino hasta el encuentro en esta triste cónclave.  Cuando la filmación terminó, aunque sin editar, todos vieron la película juntos.  Las risas, la anticipación y el bullicio desapareció al comenzar la película, y todos la vieron con el más profundo respeto y veneración.  Todos concluyeron que este film sería muchísimo más apropiado que los huesos para llevarse a USA, y que serviría como un excelente embajador de sus costumbres.  Mi amigo prometió que apenas editara su película, les enviaría a todos una copia de ella.

De vuelta en USA, mi amigo comenzó a editar su película, y después de varios atentados editoriales, me dijo que había decidido no eliminar absolutamente nada del celuloide.  "No pude cortar nada de la película" me dijo, "todo calzaba bien y no había nada que desperdiciar", concluyó.  "De mi abuela nada se desperdició, y de esta película, nada se desperdiciará". 

Cuando vi su película, se me hizo un nudo en la garganta y no pude hablar sin miedo de que se me quebrantase la voz.  "Hasta en la muerte, nada se desperdicia", pensé.  Y sin ser un genio, mi artista amigo fué capaz de transmutar un negro episodio en una fuente de luz.  Lo único que tuvo como inspiración fué el más excelso despojo humano: la muerte.  Aprendí una valiosa lección de esto: Nada se debe desperdiciar. 

Yo no puedo hacer películas como mi amigo, pero intento escribir, y esto; no es muy diferente a la meditación.  Cuando escribo debo intimarme con mis historias, agasajarlas de sentido, de humor, de filosofía, tristeza y esperanza, ¡nada se debe desperdiciar! 

Cuando comencé a escribirles esta historia, mil ideas y mil pensamientos se arremolinaron en mi pluma y rebasaron mi tintero, y se diseminaron por mis blancos papiros, y se derramaron sobre el suelo, y no pude escribirlas todas aquí, por más que me esmeré en hacerlo.  Pero eso no importa porque cuando terminé de poner el último punto en el papel donde escribí esta historia, recogí prestamente todas las ideas y pensamientos que se habían fugado de mi mesa mientras escribía, y los puse de vuelta en mi tintero de sombras.  Cerré la tapa del tintero de sueños y los dejé encerrados ahí para usarlos en mi próximo relato, no porque éstas ideas y pensamientos fuesen geniales, sino porque así; nada se desperdicia.



El Loco