jueves, 4 de noviembre de 2010

El Chuncho

El "Chuncho" es una escueta y cariñosa palabra que encierra un mundo incontenible pero palpable de respeto, amor, sabiduría, y una inextinguible y cariñosa amistad y veneración para aquellos que tenemos el exclusivo privilegio y el impagable honor de entender, y de conectarnos directa y personalmente con el gran y profundo significado que está contenido apaciblemente en este voquible término. Para muchos de nosotros, esta simple y ligera palabra lleva más peso en sus 7 letras que en las espaldas de Atlas.

Para el beneficio de las almas menos afortunadas es que escribo el siguiente párrafo en un intento de explicar el infinito e ilimitado significado de esta palabra; ya Santa para nosotros.

El más ilustre Profesor de Historia que la comunidad Marista del colegio Alonso de Ercilla jamás ha conocido, y a quién espero que los dioses le guarden para siempre; es nuestro amado profesor don Jorge Gutiérrez. Este portentoso señor no es un simple hombre, él es una Institución, el único superhombre sin capa que ha sido capaz de forjarse sin egoísmo un lugar preponderante en cada uno de los corazones y de las almas de cuanto Marista cruzó sus aulas, sin excepción alguna.

Su nombre de mortal es Don Jorge Gutiérrez Muñoz, pero en el universo Marista es conocido más que cariñosamente como "El Chuncho"(o "El Chunchito" a pesar de que su tamaño físico no tiene absolutamente nada que ver con su tremenda envergadura humana).

¿Y por qué el nombre "Chuncho"? Si mi frágil y adusta memoria no me traiciona, le llamábamos así porque él era un partidario elocuente, un fanático intransigente, y el más efervescente y explosivo miembro de la hinchada del equipo de fútbol de la Universidad de Chile, que tenía como mascota del equipo a un ilustre búho con perspicaces y clarividentes gafas.

Cuando el equipo de la "U" perdía un partido, había que andarse con cuidado en el colegio, porque nuestro amado Chunchito aparecía en las aulas escupiendo lava, respirando fuego, y con los ojos inyectados de magma. Su respiración sonaba como relámpagos en celo, y su airado caminar denotaba un terremoto que la escala Richter no podía medir. El infierno parecía un gélido lugar comparado con las acaloradas expresiones de furia y decepción que emanaban de su frustración con la "U". Para evitar un encuentro peligroso, solo era cuestión de evitar la chispeante columna de furibundo humo rojo que le precedía...

Pero contrario a esto, que no era común para nada porque la "U" casi siempre ganaba los partidos, el Chuncho se preocupaba de sus alumnos con una dedicación y un amor sin paralelo. Nos amaba a todos indiscriminadamente, con fuerza, y sin preferencias por ninguno. Nos coscachaba duro cuando era oportuno, pero también nos abrazaba cuando lo necesitábamos, y siempre nos arrebujaba devotamente en su cobija de amor infinito. Siempre nos dijo que nos consideraba sus hijos, y su venerable dedicación hacia cada uno de nosotros nunca lo desmintió.

Este ilustre hombre, celebérrimo ciudadano y consagrado Marista de alma y corazón ha forjado profundas y bellísimas huellas en cada una de nuestras difíciles vidas mortales y en cada una de nuestras imperecederas memorias ancestrales. El "Chunchulo" - como a veces le llamábamos y no con menos cariño- invirtió su infinita paciencia para forjar parte de nuestras desordenadas vidas, y lo hizo en aquellos pandemónicos días de nuestras edades infernales, cuando éramos "teenagers", cuando vivíamos personificando diariamente el Demonio mismo en nuestras Maquiavélicas y arrasadoras actitudes de pendejos inconscientes y de chúcaras bestias irreflexivas.

A pesar de batirse a diario con demonios jóvenes, irresolutos e hiperkinéticos como lo éramos todos nosotros en aquellos hermosos días, su paciencia para con nosotros siempre perduró, siempre reforzada por esa inquebrantable dedicación a enseñar. Pero su dedicación a enseñarnos fué mucho más allá de la simple y polvorienta Historia de la enredada humanidad, su dedicación fué a enseñarnos a ser Hombres y Ciudadanos, y el Chuncho fué quién puso el más notable significado que conozco endosado al nombre de Atila, que sin duda alguna, era el Rey de los Unos.

Me acuerdo claramente de una mañana cuando nos enseñó a leer el periódico. Llegó a nuestra sala de clases con una sonrisa que le sujetaba los anteojos, y con una gran pila de ejemplares del "Diario El Mercurio" bajo el brazo. Los depositó orgullosamente en su escritorio y profirió: "Para destontarlos un poco más, hoy vamos a aprender a LEER el diario y a darle otro uso aparte de emplearlo para tareas menos dignas en el baño". Ese día descubrimos para nuestra admiración de que el diario era una herramienta ciertamente utilizable, y muchas veces, práctica.

Hoy, a pesar de que no sé si "El Mercurio" todavía existe, y que leo periódicos escritos en lenguajes extraños y forasteros, cada vez que tomo un diario, no puedo contener las memorias de aquella desreglamentada pero iluminante y magistral clase con la cual el Chuncho nos perpetró noble y necesario conocimiento a pesar de nosotros mismos.

Tengo mil historias del Chuncho, pero creo que no hay suficientes páginas en Internet para contarlas todas, así que les dejo solo ésta para que refresquen sus curtidas y volátiles memorias.

No debería ser sorpresa para ti, Chunchito, de que tus "hijos" te recuerden en tan alta estima porque lo que forjaste en nosotros no es común, ni está al alcance de cualquier profesor. Más que profesor, fuíste un Maestro de Maestros para nuestras vidas, y nada puede manifestar mejor nuestro sentimiento común hacia tí, como el Poema que nuestro compañero Alberto Kriz hizo brotar de su alma para compartirlo con nosotros (Me he tomado la libre libertad independientemente libertaria de albedrío propio de publicar aquí este inmortal y hermoso poema de nuestro compañero Alberto Kriz. Espero que Albertito no me demande por derechos de autor):

AL PROFESOR (Del autor: Alberto Kriz)

Rey de los Unos y de los Otros
príncipe de fuegos pedagógicos
gestor de prístinos valores humanitarios que de tu persona heredamos
quiero decirte que apenas cabe en mi corazón la alegría de volver a verte,
mas aún en compañía de esta secuaz cofradía de compañeros,
piratas que hicimos de tu vida en el aula una verdadera proeza de paciencia
y cual salidos de una cueva de bandidos robábamos lo mejor de tu sapiencia,
nosotros, asesinos de la ortografía, la gramática y los números,
cada día que envejecemos, mas te valoramos.

Hoy me pregunto:
qué sería de nosotros sin tu labor generosa ?
que seríamos si no fuere por tu dedicación a sol y sombra
y por la nobleza que de tu interior brota en manantiales
y por tu ejemplo de perseverancia y transparencia …
qué seríamos sin tu aliento constante ?

Dime tú Señor Profesor
enséñame nuevamente el camino
hazme clases una vez mas
sucede que tengo un dulce recuerdo de tus enseñanzas
y ahora que me acerco a tu edad
ya no quiero pasar de curso
quiero ser siempre tu alumno.

Dime tú Señor Profesor,
díctame de nuevo la historia de los hombres
revélame otra vez la magia de la geografía universal
muéstrame la alquimia del Medioevo,
háblame de Teotihuacán y de aquella cultura maya ancestral.

Pero por sobre todas las cosas
dime tú Señor Profesor,
dime tú Chuncho Mayor
después de todo eso
cómo cresta podría olvidarte ?
---Alberto Kriz.

Querido Chunchito, no he tenido la oportunidad de verte últimamente porque las mancomunadas redes de la vida me mantienen ciegamente ocupado, y muchas veces me fuerzan persistentemente a mantenerme alejado de las cosas importantes de mi existencia, y también porque la distancia física que nos separa no es fácilmente salvable. Pero pronto te veré una vez más, reunido con nuestros camaradas errantes del '72 para celebrar a quien considero una de las personas más importantes y más valiosas de mi loca, pero productiva vida.

Cariñosa y respetuosamente para usted Profesor Don Jorge Gutiérrez Muñoz, nuestro amado "Chuncho".

El Loco

domingo, 3 de octubre de 2010

Semblanza

Estas son algunas de las entrecortadas memorias que asaltaban mi introversión durante las desasosegadas e impacientes vísperas de mi apremiante e inminente evacuación de las Calderas de Pedro Botero.

Hace mucho tiempo ya que dejé atrás, pero no olvidadas, aquellas injustas y arbitrarias tierras que me vieron crecer, y que vieron mi escuálida alma morir de a poco y lentamente mientras luchaba incesante, pero estérilmente por mi libertad. Luchaba por mi libertad intelectual, por mi libertad moral, y por mi libertad de pensamiento y expresión, los cuales tal como mi vapuleado espíritu; se desangraban a manos de la aridez social de aquellos entonces, en donde no había ni esperanza, ni se veía ninguna luz desde el oscuro fondo de la displicente caverna en donde vivíamos hacinados emocionalmente.

Yo quería salvar a cualquier costo mis bestiales y primitivos sueños de la momificación espiritual e intelectual que se enseñoreaba virulenta alrededor de nuestras vidas desorientadas en esa tierra de negación. Y por sobre todo, porque sabía que mi patria estaba dondequiera que morara la Libertad. Siempre creí que había nacido en el lugar erróneo y estaba convencido de que estaba morando en un tiempo extraviado, así que era menester de que encontrara un lugar apropiado para poder sincronizar mis efímeras y libres ideas, y el desacertado forcejeo existencial de mi alma durante aquellos infelices y desdichados tiempos.

Aquellos eran días aciagos y llenos de desaliento en la tierra de la cruda incertidumbre. Quizá aquestos días estaban acentuados por mi lógica inmadurez y mi falta de experiencia en las cosas de la vida; o quizá esos infaustos días eran protervos debidos al desequilibrio de la caterva inconsciente que vivía en esos autocráticos feudos intelectuales y políticos que consumían a nuestra desvalida sociedad. En aquellos negros y nefastos días aprendí dolorosamente cuándo hay que interrumpir la discusión antes de que se transforme en falsedad, y dónde debemos iniciar la encarnizada oposición y la inflexible resistencia para salvaguardar la libertad; y todo esto, en medio de la horda de bueyes hipnotizados con mentalidad de inconsciente manada que corría ciegamente hacia ninguna parte.

Pero, ¿qué sabe un pendejo imberbe de unos 15 años (más o menos) acerca de Libertad? ¿Dónde anduvo deambulando este aprendiz de Hombre que se le enredó en la sensatez este sedicioso concepto? ¿Cómo se invistió de emancipación este proyecto de Ciudadano en frente de todo el mundo, y nadie lo notó? ¿Dónde aprendió a masticar pensamientos este triste bosquejo de Adulto? No lo sabemos, pero sospechamos que el virus de la manumisión lo infectó en algún lugar entre la tiranía y la injusticia, o quizá fué entre el despotismo y los sucios y babosos tentáculos del establecimiento político gubernamental... No lo sabemos... Lo único que puedo asegurar es que ¡si la Libertad tuviese culo, ya se lo abría agarrado!

Quizá los negreros de cerebros que perseguían a la juventud en aquellos días impávidos de equidad fueron quienes despertaron esos irascibles sueños con avidez de libertad, paridos dolorosamente desde ácido y maloliente vientre de la injusticia, o quizá simplemente fué el extranjero y corrosivo hecho de que una nueva raza estaba germinando en medio de este circo hecho de testículos mentales y rancios escrotos emocionales... No lo sabemos... Nunca lo sabremos...

En aquel entonces en esa tierra bruna rodeada de los colosales edificios del desafuero, el frágil kiosco de La Libertad no existía, era etéreo e imperceptible como el amor. Había almacenes abarrotados de caciquismo moderno y grandes tiendas atiborrados de cinismo y mordacidad. Los supermercados preñados de gusanos políticos infestaban esta macilenta ciudad de cloacas, y el putrefacto aire colmado de vapores bastardos de curas y abogados hacían que el aire da la ciudad fuera denso e irrespirable. Hacia el Centro, siempre se veía el humo de las incansables chimeneas de los crematorios que escaldaban incesantemente los afanes de independencia moral de la raza humana. Y no había ningún boliche o kiosco por ningún lado en donde comprar un humilde trocito, o un frugal mendrugo de libertad.

Eran aquellos tristes y nubosos días en que la muerte caminaba a pasos flacos y largos, en que las esperanzas se esfumaban más vertiginosamente que el vapor de nuestros alientos en aquellas erosionadas praderas de la vida en que no crecía ni la esperanza; en donde la juventud ya era vieja y estaba ya tan cansada de vivir sueños ajenos.

Aunque no todos los paisanos de mi generación estaban atrapados en estos lapsos sociales esquizofrénicos, la mayoría de mis congéneres estábamos siendo sepultados vivos en la inmunda bazofia de la sociedad, de la cual sabíamos que el aceptar una injusticia significaba abrir el camino a todas las que seguirían, y estábamos hartos de peregrinar por las negras sendas de iniquidad y esclavitud, así que decidimos atravesar desiertos intransitables e infecundos en pos de aquellos escurridizos pastos verdes, armados con nuestras juventudes, con nuestros indomables espíritus, y con nuestras indeliberadas ideas hambrientas y escuálidos sueños.

Como muchos otros, en cuanto comprendí que obedecer o aceptar leyes injustas y aquellos decálogos falsos y despóticos era contrario a mi dignidad de hombre libre, ninguna tiranía podría dominarme ni contenerme nunca jamás. Y así, me fuí en pos de mi futuro montado en el lomo de mis más salvajes e indomeñables sueños cargados de fantasías reales. Me fuí un poco triste tal vez, pero me fuí decididamente y sin mirar atrás. A pesar de mi verde edad, yo sabía que el precio de la libertad me costaría mucho más, y que su importe sería mucho más alto y costoso que soportar el peso de la tiranía. Pero yo tenía a mis sueños de mi lado, y además estaba irremediablemente condenado a ser libre porque la libertad es genética y espiritualmente heredada. El desenfrenado caos de aquellos días se me identificó claramente como el más evidente síntoma de libertad.

En aquellos perpetuos momentos que arriaban furiosamente las amargas vísperas de mi éxodo, cuando urgentes pensamientos y ansiosas pasiones inundaban mi ser hecho de astrales deseos y de renovados sueños, mientras deambulaba impotente por mi fantasmagórica ciudad en busca de una luz que no existía, yo pensaba así:

"Hoy hace frío en la ciudad. Tal vez hace más frío que ayer. Las calles acordonadas de casas parecen más húmedas, las nubes blancas de respiración son más nítidas que de costumbre y las caras con ojos llorosos de las gentes van precedidas de narices más rojas aún.

Los apesadumbrados baches en el gastado pavimento de las calles están llorosos y no sonríen, y un cansado barro delinea cuidadosamente sus quebrados y ariscos contornos. Los pájaros decidieron no salir hoy a cantar, solo podía escuchar los sordos ladridos de un perro ronco que aullaba detrás de alguna casa perdida en alguna de las frías calles adyacentes.

El cielo está oscuro. Parece que lloverá. Los automóviles corren soñolientos con empañados vidrios y acurrucados pasajeros. Los árboles están silentes y glaciares, como ignorando al día que hoy será sádico y torturará a las terrenas criaturas con gélidos soplos de cortante aliento empapado de cordilleranos ventisqueros. Los individuos corren ciega y atropelladamente a sus oficinas, en cautivas hordas, presas del pánico laboral.

Todo esto acaece vertiginosamente a mi alrededor, pero yo me paro porfiado y desafiante en medio de la bulliciosa y transitada calle porque yo sé darme mi lugar. Pues para algo tengo 16 años… o un poco menos. No soy altanero, pero soy orgulloso. Miro mis manos… están claras y vacías… El frío viento repentinamente arrancó una ardiente lágrima de mi ojo izquierdo porque a mi ojo derecho ya no le quedan lágrimas para derramar. La vida ya las había bebido todas.

Veo unos niños arrastrados por una madre que les lleva atrasados al colegio. Veo un anciano que en un paradero de bus se limpia las arrugadas narices como si su vida dependiese de ello. Veo un semáforo que se entretiene parpadeando entre rojo y verde y con un sutil pestañeo de amarillo. Te distingo claramente entre el ruido… te oigo manifiestamente en lontananza... pero no puedo verte…

Camino ágilmente entre metálicos edificios infestados de balcones que les tienden sus escarchados brazos a palomas que nunca llegan. Las pintadas rejas que rodean las casas del vecindario se lamen el rocío que el sereno les depositó cuidadosamente durante la noche anterior. Llego al parque y las marchitas flores no se molestan en saludarme. No se interesan en salir de su pálido letargo para descubrir un gris día, peor que el de ayer. Las sombrías bancas del parque están húmedas e impasibles. Imposible sentarse en ellas sin sentir una dentellada de agua y hielo en las tibias nalgas que se aprietan desesperadamente al cuerpo para escamotearle un poco de calor a la espalda.

Veo al glauco Carabinero que se pasea enérgica y nerviosamente de un lado a otro entre dos rigurosos árboles, frotándose las manos y mirando hacia una ventana perdida en medio de un largo edificio flaco como la economía, y sucio como la política, y por la cual se asomará esa mucama que luego bajará presurosa, o a comprar la leche, o a comprar el pan. Es lo mismo. Es sólo un pretexto para verse y capturar mutuamente esa indulgente sonrisa que será su cómplice por el resto de ese día. El sucio y maloliente camión de la basura pasa escupiendo fétidos gases de petróleo sin quemar, y repicando sin cesar su histérica y aguda campanilla hiriendo profundamente mis tímpanos como aquella cruel frase de despedida que tú me diste…

Mis pulmones se estremecen y tiritan incongruentes al recibir el aire frío que irrita mi pobre piel. Veo al destartalado “canilla” que pregona sus periódicos casi sin aliento y con bocaronadas de triste vapor con olor a pobreza. La parroquia toca el llamado a la matutina misa, y las viejas con moños beatos entran al templo a pasitos cortos e indecisos arrastrando sus arrugas, como erales al matadero, como los condenados en el corredor de la muerte. Veo al mendaz cura que busca afanosamente un canasto más grande que el de ayer para recaudar el inmerecido diezmo de sus víctimas, mientras se deleita al ver el desfile de mentecatos entrando al templo de las apariencias. Veo un joven bien peinado que corteja a una sonriente muchacha en la puerta de la panadería de don Pablo…

Mis pies y mis manos están helados… mi alma también. Veo gente que corre escondida entre paquetes de regalos y bolsas delatoras llenas de compras, seguidas por unos ojos colmados de complicidad y sonrisas de satisfacción. Tal vez la Noche Buena sea más cálida que el despiadado día que la precede. En medio del parque, hay una empecinada estatua de bronce olvidada por todos, la cabeza pintada blanca de palomas anémicas y gorriones insolentes. Su pedestal, otrora adornado de jacintos nuevos, de alegres lirios y perennes alelíes, ahora con restos de orina de borrachos y de perros vagabundos.

Veo el cerro allá lejos, oculto en cunclillas detrás la espumosa bruma. Sé que en algún lugar por ahí estás tú. Puedo sentirte... Me duelen los pies, y el corazón también. Hemos caminado mucho y no hemos encontrado nada. Mi alma no habla… ha estado desmenuzada por mucho tiempo ya… Sé que estos son mis postreros momentos en esta ciudad de muertas magnolias y de desinfladas quimeras. Tal vez en otro tiempo mis ojos vean lo mismo, pero con otro cristal.

Regresaré a casa con paso cansino y mirando al cielo mientras arrastro mis pies por las calles atiborradas de difuntas y silentes utopías. Llegaré a casa y me dormiré profundamente sobre mi abultado jergón de sueños, y soñaré otra vez contigo un dulce sueño. Ojalá ese sueño trepane mi piel y me grabe en los tejidos con los pasos de las alondras de oro esos lagos profundos de tu infinita y dulce mirada. Esa mirada que enajenó mi aliento y mi sentir el primer día en que te ví.

Mañana será otro día y quizá entonces pueda ver más claramente a través del los empañados cristales de mi trizada alma. Las doce han dado, y sereno..."

Desde entonces y desde que llegué aquí a esta tierra forastera, he sido capaz de ponerle a mi trizada alma de antaño algunos parches emocionales, algunas cataplasmas morales, y algunos emplastos de amor y paciencia, y le he hecho algunos remiendos variados por aquí y por allá, composturas que la han mantenido en una pieza, y que le han permitido vivir el sueño que salí a buscar temerariamente en un instante de fulminante decisión hace algunos siglos atrás.

Desde entonces he vivido más de mil años y he vivido mi vida más de mil veces. La escurridiza libertad que buscaba a oscuras y a tropezones en mis años mozos, y que encontré de sopetón al hacer un viraje inesperado en una de las muchas ciegas esquinas del destino, fué mucho más de lo que creía que era y mucho más de lo que esperaba encontrar.

Desde entonces, he aprendido a ver la belleza en lo grotesco, la alegría en lo triste, la risa en el llanto, el triunfo en la derrota, la paz en el desasosiego, el amor en el odio; y lo más importante es que he aprendido a distinguirme a mí mismo entre la turba amorfa y el enjambre multitudinario, y ahora puedo levantar mi cabeza por sobre la marea de mediocridad y mezquindad, mientras que el mundo se revuelve en un torbellino de afanados y precipitados giros que rotan maquinalmente cada vez más rápido.

Desde entonces todo esto acaece vertiginosamente a mi alrededor, pero yo me paro porfiado y desafiante en medio de la bulliciosa vida porque yo sé darme mi lugar. Pues para algo tengo ahora más de 16 años… más de 16 ahora... No soy altanero, pero sigo siendo orgulloso. Miro mis manos… siguen estando claras, pero no vacías… El frío viento ahora puede arrancarme ardientes lágrimas en tropel de ambos ojos y dárselas a la sedienta vida que nunca apagará su sed, pero que ahora no podrá bebérmelas todas.

Sueña, porque tus sueños te darán la libertad, y porque las cadenas solo pueden atarte las manos, son tus sueños los que te liberarán. Sueña hermano, porque la libertad como principio no tiene valor alguno, el verdadero valor de la libertad está en la búsqueda de ella y en los logros que ésta te trae.

Sueña hermano porque el amor más grande de tu vida lo forjarás en los colores de la bandera de la libertad. Sueña hermano porque la única forma de sustentar tus sueños y sostener tu libertad, es el estar siempre dispuesto a morir por ellos; y nunca jamás olvides que la libertad solo existe en la tierra de los sueños.

Ven, te invito a soñar la libertad.

El Loco

lunes, 20 de septiembre de 2010

2010 - 38 Años de Aniversario de la Promoción Marista de 1972.

Corría frenético el año de 1972, y en los atiborrados patios del Señalado Instituto Alonso de Ercilla enclavado en el antiguo corazón de la ciudad de Santiago de Chile, las huestes Maristas de la promoción del '72 se preparaban para la gran final. Ya casi se acababa el año, y todas esas visiones, anhelos, y los innumerables planes para el fututo se acercaban rápidamente a la línea de partida que se iniciaría estrepitosamente con nuestra última graduación en ese magnífico plantel educacional que albergó tantas almas, que creó tantos hombres de progreso, y que llenó de sueños y esperanzas las alforjas de nuestras juventudes de pelo largo y pantalones "pata de elefante".

Estábamos ansiosos de "terminar" el colegio... poco sabíamos de la descomunal y difícil carrera que tendríamos por delante compitiendo en las agrestes pistas de "la vida". Pero en nuestras impúberes mentes de aquellos hermosos días estábamos llegando a una meta, estábamos "finalizando" una gran meta que a la postre no luciría tan grande después de todo, cuando la pudiésemos comparar con lo que tenemos hoy. Las brillantes herramientas que fuimos capaces de construír y aprender a usar en aquella "cantera de hombres" serían de una utilidad instrumental un poco más tarde en nuestras atolondradas vidas. Eran aquellos últimos días de colegio en que yo quería cruzar Los Andes en aventura, sin saber que cruzaría medio planeta en el intento.

Fuera de aquellas protectoras murallas de sapiencia y sentido humano en donde los estoicos y heroicos Hermanos sin sotanas ya, acurrucaban y protegían esas frágiles almas que crecían bajo su amparo lenta pero seguramente; se debatían enardecidos unos absurdos días de un frenético malestar social, absurdo como nuestra púbica inmadurez que experimentaba la lenta y penosa metamorfosis hacia el sentido común y la madurez, esos días de libidinosa inmadurez social que revolvían rabiosamente las vidas de todos aquellos que habitábamos esos inclementes días de inadmisible desasosiego. Pero 38 años después estas memorias y pensamientos que se pegan porfiadamente a mi pluma y a los recovecos de mi insana y sentimental mente, parecen ahora tan lejanos y devaluados como nuestro primer cuaderno de caligrafía con sus "palotes" flacos y escritos inseguramente chuecos...

Los Hermanos Maristas y el Alonso de Ercilla nos invistieron de un oasis personal interior e inexpugnable del cual aún estrujo la energía y el sentido común para vivir mis actuales días, y donde atesoro un millón de las dulces memorias de los años previos al '72, y de las más conscientes memorias de los 38 años que han pasado desde entonces.

Hoy les saludo con gran orgullo y con enorme humildad a ustedes Veteranos del '72, y me siento honrado de contarme entre las filas de tan gallarda generación de guerreros trascendentales y de tan válida existencia.

No intento justificar bajo ningún punto de vista mi ausencia en vuestras reuniones de camaradería, en aquellos paseos heroicos, y en esas celebraciones de nuestra hermandad Marista que nos han mantenido unidos, aunque intermitentemente, con la serena constancia del Alma Marista. Espero poder participar más activamente para ayudar a coordinar algún Magno Evento para celebrar nuestros 38, o los 39, o los 40 años de indeleble amistad, lejanía, letargo y camaradería, si es que se planea alguno.

No quiero tampoco alargarme más en éste mensaje ya que algunos al ver esta procesión de tantas letras aglomeradas y palabras al azar, ni intentan leerlo en su totalidad. Espero que todos ustedes se encuentren bien de salud y de condición espiritual, y espero poder verles a ustedes todos otra vez antes de que la Pelá venga apurada a pescarnos de las mechas para llevarnos a la rastra al Patio de los Callados sin preguntarnos si queremos ir o nó, tal como se llevó a mansalva a algunos de nuestros valiosos camaradas en la flor de sus heroicas vidas. Como Pedro Leoncio Rojas Ramírez lo expresa tan fehacientemente en su sentido mensaje:

"Aquí es donde me pongo sensible y hago un afectuoso recuerdo de quienes se nos adelantaron y están en el recreo eterno: Fernando Alba Sánchez, Gabriel Campos Olmos, Juan Cifuentes Fariña, José Luis Faura Rosado, José Manuel Gómez Rodríguez, Héctor Marchant Martínez, José Manuel Mociño Fraga, Gabriel Peña Mac Lean, Iván Plaza De los Reyes Campos, Pedro Vallejos Rojas."

Desde esta extranjera y lejana tierra a la que llamo ahora mi hogar, les seguiré incomodando irrespetuosamente a todos ustedes por igual con mis irreverentes mensajes de Amor y Amistad, y los escribiré con la impertinente energía que saco de mi tintero de "Poder Marista", el que nunca se secará.

Larga vida a tí, poderosa Promoción Marista de 1972, y ¡feliz 38 Aniversario!

El Loco.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

¿Conoce la Lapageria Rosea?

El copihue es una flor autóctona chilena cuyo nombre binomial es: Lapageria Rosea; que no tiene nada que ver con La Pantera Rosa (¡ni con ninguna otra cosa!). Esta magnífica flor con su forma de delicada campana de carillón (con frac) de hojas duras de rojo intenso, florece incesantemente desde el verano hasta finales del otoño chilenos, y se le puede encontrar retoñando abundantemente desde las comarcas del glorioso Puerto de Valparaíso hasta los confines de Fresia(1), enmarañada alegremente sobre aclimatados matorrales y también suspendida elegantemente en los misteriosos y mágicos bosques del húmedo sur del territorio chileno.

(1) Fresia es una pequeña comuna localizada en el extremo sur de Chile, ubicada en la Provincia de Llanquihue que es parte de la X Región, o Región de Los Lagos. Se encuentra a unos 34 kilómetros al poniente de Puerto Varas. En Fresia se dió cita la historia con un importante suceso de la Independencia de Chile. El 6 de Marzo de 1820, estos acontecimientos ocurrieron en la hacienda "El Toro", que se ubica en una región denominada Polizones. Allí combatieron las fuerzas Patriotas contra las Realistas, a las que hicieron huír de Valdivia hacia Chiloé, después de que los patriotas conquistaran Valdivia comandados por el Almirante Lord Thomas Cochrane. La esposa del Toqui Caupolicán también se llamaba Fresia, pero no tiene nada que ver con el pueblito éste.

A pesar de ser una flor que crece al aire libre (libre de Libertad), al copihue también se le puede cultivar en interiores, proveyendo que la flor no esté expuesta directamente a los rayos del sol, y que goce de ventilación abundante para evitar la acumulación excesiva de calor. El copihue tiene un tallo delgado y larguísimo (que lo hace una enredadera) el cual usa para enredarse y trepar en otras vegetaciones para crecer, y curiosamente, este tallo escalador siempre crece de derecha a izquierda, con un movimiento contrario a las manecillas del reloj. La flor tiene 6 tépalos(2) y 6 estambres. Dicen que la belleza del copihue chileno es indirectamente proporcional a su fragancia, por eso es que el copihue carece totalmente de aroma.

(2) El tépalo (NO estépalo) es el segmento o unidad de los periantos (envoltura que rodea a los órganos sexuales de las plantas) en los que no están claramente diferenciados la corola (verticilo interno de las flores que tienen perianto heteroclamídeo) y el cáliz (verticilo externo en las flores con perianto heteroclamídeo), como en el tulipán o la cebolla.

El copihue es la orgullosa flor nacional de Chile. Esta hiedra perenne es única en su especie y puede superar los diez metros de altura al trepar graciosamente sobre matorrales y florestas con sus tallos retorcidos, flexibles y resistentes. Esta hermosa y exquisita flor puede llegar a medir hasta 15 centímetros de largo y unos 10 de ancho, y se reproduce por semilla.

Esta agraciada madreselva se demora más de 10 años en llegar a su estado adulto, haciéndola un objeto comercial de elevado importe, y ha sido empujada a la lista de especies en peligro de extinción. Las buenas noticias es que esta linda yedra fué declarada "especie protegida" en el año 1977 por la Ley de Bosques de Chile (¡bosquelacortay, bosquetejodiste!).

La fruta del copihue parece una baya alargada con una cáscara resistente que contiene un montón de semillas pequeñitas como del tamaño de las semillas del formidable tomate Quillotano que comían los dioses cuando paraban a descansar en esta ciudad durante su peregrinaje anual a la cresta del mundo. En su ambiente natural, el copihue es polinizado por alegres e inquietos colibríes.

Esta fruta se conoce en el sur de Chile como pepino. El nombre de la fruta en Mapudungun (Mapuche) es kopiw, que es el nombre etimológico del copihue español; y la flor en Mapudungun se llama kodkülla. Según la medicina popular Mapuche, la raíz del copihue la empleaba el Machí (doctor) Mapuche (Araucanian o Araucano) para curar enfermedades venéreas, gota y reumatismo entre otros padecimientos habituales entre los mapuches.

Conforme a numerosas recolecciones orales populares de la cultura Mapuche, la historia del copihue se desenvuelve así (según me lo contó personalmente Antoine Orllie de Touneins(3) - Rey de Araucanía), palabra por palabra:

(3) Esto me lo enseñó el Chunchito Gutiérrez. La Araucanía se encuentra situada en Chile meridional. En el siglo XIX, en estas tierras meridionales no había ningún europeo y solamente los indígenas vivían allí. El 17 de noviembre de 1860, un trotamundos francés medio loco de nombre Antonio-Orllie de Touneins, con la ayuda de los caciques locales fundó una monarquía hereditaria constitucional en Araucanía. El Reino de Araucanía tuvo una existencia auténtica y soberana de un año y medio. El Rey de Araucanía tomó el nombre de Orllie-Antonio І. El gobierno de Chile rechazó rotundamente y oficialmente el Reino el 5 de Enero de 1862. En un nuevo intento, el Rey consiguió la reaparición del Reino entre 1869 y 1871. El monarca intentó volver a su reino en 1874 y en 1876 otra vez para reinstaurarlo y llamarlo Nouvelle France. Como no pudo conseguir sus deseos, volvió a Francia en 1867, donde murió el 19 de Septiembre de 1878.

Leyenda Mapuche
Érase una vez hace una tonelada de años atrás, cuando los australes territorios de los dominios de Arauco era habitada por los Pehuenches(4) y Mapuches(5), estas regiones que conocemos ahora como Chile, fértil provincia y señalada en la región Antártica famosa, de remotas naciones respetada por fuerte, principal y poderosa; la gente que produce es tan granada, tan soberbia, gallarda y belicosa, que no ha sido por rey jamás regida ni a extranjero dominio sometida; vivía una hermosísima infanta y princesa Mapuche princesa de nombre Hues, y un vigoroso y gallardo príncipe Pehuenche de nombre Copih.

(4) El nombre de Pehuenches se deriva del hábito de esta gente de cosechar piñones, las semillas de la Araucana Araucaria, o Pehuén.
(5) Los Mapuches representan cerca de 4% de la población chilena, quienes se concentran mayormente en la región de Araucanía.

Pero como en todos los cuentos románticos, las tribus de estos novelescos personajes estaban enemistadas a muerte ¡y todavía nadie tiene la más peregrina idea del por qué!. El problema más grande era que Copih y Hues se amaban con loca pasión, y tenían tremendas dificultades para verse, así que constantemente tenían que escabullirse sigilosamente de sus poblados para encontrarse en algún lugar secreto de la selva misteriosa en donde no estuviera El Trauco.

Pero en un día de extrema mala suerte los jóvenes fueron descubiertos, y al saber de esta furtiva infidencia, los padres de ambos se enfurecieron tremendamente y planearon venganza para lavar esta afrenta (¡Huy qué miedo!). Para pensar en la venganza se pusieron a tomar chicha hasta que quedaron inflamables.

Entonces Copiñiel (alias el "Piñiñento") el jefe de los Pehuenches y autor de los días del príncipe Copih, y Nahuel (alias Pudahuel porque cuando se enojaba, volaban las plumas), jefe Mapuche y padre de la princesa Hues, se dirigieron independientemente a las orillas de la laguna donde ambos enamorados se encontraban frecuentemente, según cuentan los Copuchentos, quienes eran una tribu de indios de mierda que siempre se metían en lo que no les incumbía.

Al llegar al lago, el padre de Hues vió a su hija abrazándose con el Pehuenche que según él, era un Picante. Al ver esto, se enfureció de tal forma que de rabia le arrojó su lanza a Copih con tal fuerza que le atravesó el corazón matándolo de incontinenti. El príncipe Pehuenche herido de muerte se hundió en las aguas de la laguna tiñéndolas de un araucano carmesí.

El cacique Copiñiel no se pudo contener al presenciar tamaña desgracia, y se precipitó sobre la Princesa y en venganza, también le atravesó el corazón de un potente lanzazo, la que a su vez se desvaneció en las ahora rojas aguas de la laguna.

Cuando los caciques se dieron cuenta de que la habían cagado soberanamente por actuar en forma precipitada e irresoluta, era ya demasiado tarde para salvar a la pareja. A pesar de que las esposas de los caciques los advirtieron de su obstinación, y les pidieron que no fuesen testarudos e intransigentes con el asuntito éste, lo hicieron igual. De aquí se deriva la expresión: "mas porfiado que un mapuche curao".

Ambas entristecidas tribus lloraron por largo tiempo. Después de un año, los pehuenches y los mapuches se reunieron en la laguna para celebrar el aniversario de su muerte y para recordarlos. Las tribus llegaron ya caída la noche después de una larga caminata, y se acomodaron a dormir a la orilla del lago para pasar la noche.

Cuando clareó el alba, los incrédulos ojos de los mapuches y pehuenches observaron un espectáculo enigmático e inexplicable que ocurría en medio de la laguna. Del oscuro fondo de las quietas aguas surgieron enhiestas dos lanzas entrecruzadas sobre el lago. Una verde enredadera las entrelazaba y las unía apretadamente, y de ella colgaban graciosamente dos hermosas y grandes flores con una delicada forma de campana alargada: una roja como la sangre y la otra blanca como la nieve.

Y así, las tribus que todavía vivían enemistadas por razones sin razón creyeron comprender lo que sucedía a través de este claro mensaje de los dioses de las profundidades del lago. Decidieron reconciliarse con un Machitún(6) a todo trapo con chicha, mote con huesillos, y una banda con kultrúnes, trutrucas, y pifilkas(7); y de común acuerdo, decidieron llamar a la flor copihue, que es la unión de Copih y de Hues. El lago, es el lago Nahuel Huapi. Ésta es una de las historias del origen de nuestra flor nacional.

(6) La ceremonia del machitún la efectuaba normalmente un curandero llamado machi al que se le atribuía poderes sobrenaturales que le permitían comunicarse con los espíritus, para sanar a algún mapuche enfermo.
(7) Kultrún: tambor, Trutruka y Pifilka, instrumentos de viento. http://www.travelsur.net/facts265.htm

Y pasó por un zapatito roto, y si me creen ésta, mañana les cuento otro.

Otra leyenda Mapuche cuenta que de cómo, después de una gran batalla de los guerreros mapuches, algunos sobrevivientes se subieron a los árboles cercanos para averiguar del resultado de la batalla. Estos guerreros viendo que todos sus camaradas de armas habían perecido, se pusieron a llorar y a sollozar de tristeza, y sus lágrimas derramadas se convirtieron en flores de sangre en honor a sus amigos muertos. Y así fué como nació el Copihue.

El Rincón del Chunchito: Como el Copihue llegó a Europa

El Copihue fué introducido a Europa por William Lobb durante su connotada expedición de recolección de plantas en las templadas selvas tropicales de Valdivia entre 1845 y 1848.

William Lobb (1809 - Mayo,1864) fué un recolector de plantas nacido en Cornwall, Inglaterra, que trabajaba para la florería Veitch de Exéter, y fué el responsable de la introducción comercial a Inglaterra de la Araucaria Araucana de Chile. Él y su hermano Thomas Lobb, fueron los primeros recolectores enviados por la compañía Veitch con el objeto de obtener nuevas especies y grandes cantidades de semilla.

La recolección de especímenes de plantas vivas de la selva, llamada a veces "cacería de plantas", es una actividad que ha venido ocurriendo por siglos. La más temprana evidencia registrada de cacería de plantas fué en 1495 A.C. cuando cazadores botánicos llegaron a Somalia para recoger árboles de incienso para llevarle a la reina egipcia Hatshepsut(8).

(8) La palabra egipcia Hatshepsut significa "La Más Noble de las Señoras", el título o nombre del quinto faraón (que fué una mujer) de 1508 a 1458 A.C., de la décimo octava dinastía del Egipto antiguo. Los Egiptolojistas la miran generalmente como a uno de los faraones más exitosos, con un reinando más largo que cualquier otra mujer de dinastía egipcia.

La Era Victoriana vió una oleada de actividad en la cacería de plantas por los aventureros botánicos que exploraron el mundo para descubrir plantas exóticas, y traerlas a casa, a menudo con un riesgo personal considerable. Estas plantas encontraban su destino generalmente en jardines botánicos prominentes, o los jardines privados de mecenas coleccionistas. Los cazadores más prolíficos de plantas durante este período incluyeron a William Lobb y su hermano Thomas Lobb, a George Forrest, Joseph Hooker, Charles Maries y Robert Fortune.

Los bosques chilenos
Las templadas y húmedas selvas tropicales de la nirvanesca región de Valdivia abarcan una franja costera relativamente estrecha entre el Océano Pacífico por el Oeste, y las montañas meridionales de la Cordillera de los Andes por el Este, aproximadamente entre los 37° y 48° de latitud Sur.

Al Norte de los 42° de latitud, el litoral chileno corre a lo largo de la costa, y de Norte a Sur el Valle Central chileno se sitúa entre la costa y los Andes. El Sur de los 42° de latitud, el litoral continúa como una cadena de islas costa afuera, incluyendo la isla de Chiloé y el archipiélago de Chonos, mientras que el Valle Central se sumerge y continúa como el golfo de Corcovado.

Una gran parte de la ecología regional estuvo cubierta por la hoja de hielo de la Patagonia y otros glaciares durante el cenit de la última edad de hielo la cual descendió de las montañas de los Andes, y los numerosos lagos chilenos del distrito central de la eco-región fueron originalmente valles glaciales, mientras que la parte meridional de la región tiene muchos fiordos tallados por estos glaciares.

Al norte de los bosques Valdivianos se encuentran los llamados bosques mediterráneos, las arboledas, y la abundante vegetación de la zona del Matorral chileno. Unos pocos bosques del tipo Valdiviano crecen en el norte de Chile como el que se encuentra en el parque nacional Bosque de Fray Jorge, como remanentes del último gran glacial.

Hacia el Sur se encuentra la eco-región de forestas subpolares Magallánicas. Las eco-regiones templadas Valdivianas, Matorral, y Magallánicas están aisladas de los bosques subtropicales y tropicales del norte de Sudamérica por el desierto de Atacama al norte del Matorral, de las montañas de los Andes, y de los prados secos de Argentina; al este de los Andes. Consecuentemente, las regiones del bosque templado se han desarrollado en el aislamiento relativo, con un alto nivel de especies endémicas.

En resumen, los bosques chilenos se encuentran entre los más bellos e inexplorados del mundo. Sus majestuosas existencias de verdes esperanzas han inspirado a muchos, y son un atractivo extraordinario para osados exploradores. Como lo dijo un día el Poeta de Isla Negra, Pablo Neruda (Julio 12, 1904 – Septiembre 23, 1973): "El que no conoce el bosque chileno, no conoce este planeta".

Ignacio Verdugo Cavada, 1887-1970
Este notable escritor y poeta chileno nació en la Ilustre Ciudad de Concepción el 12 de octubre de 1887. Él estudió en el seminario de Concepción y posteriormente, en la Universidad de Chile, donde recibió el título de abogado el 12 de julio de 1910. A pesar de ser un hombre iluminado, Ignacio no supo elegir. Todos saben que hay solo dos opciones en la vida: ser honrado, o ser abogado. Si ignoramos caritativamente esta pobre y desinformada decisión, forzada quizá en un momento de máxima desesperación y estrabismo emocional, Ignacio fué un hombre brillante.

Él ejerció las tareas de esta vagancia profesional en su pobre ciudad natal y en algunos desafortunados pueblos de la frontera. Fué un excelente secretario de la Intendencia penquista, cargo que se vió forzado a abandonar por razones puramente de salud aproximadamente en el año 1917, fecha en que se radicó definitivamente en Mulchén, dedicándose a una ocupación más humana y honesta: a la agricultura en los Fundos Micauquén, Malvén, y Nihuinco hasta finales de los años 1940.

Desde joven desarrolló una pasión innata por la literatura, principalmente hacia la dulzura y la placidez de la poesía. Cuando contaba 17 barbilampiños años de edad escribió el Poema "LOS COPIHUES ROJOS". Parte de sus soberbios y pulcros versos aparecieron publicados en diarios y revistas de la época, aunque lo que él había escrito podía llenar numerosos y gruesos volúmenes, el único libro que pudo publicar fué "ALMA DE CHILE". Esta publicación fué auspiciada generosamente por la Ilustre Municipalidad de Mulchén(9), con motivo del Primer Centenario de la ciudad que fué fundada en 1861.

(9) Mulchén es una pintoresca y guapa ciudad en la Región del Biobío. Según el censo del 2002, la población de la comuna apenas pasaba los 29.000 habitantes en un área de 1925.3 kilómetros². Fue establecida en 1871 por los soldados chilenos durante la campaña de pacificación de Araucanía. En 1875 Mulchén fué fundado oficialmente. La ciudad está rodeada por un recoveco del Río Bureo por todos lados, excepto por el sur, donde limita con el Río Mulchén. Está situada coquetamente a 32 bellos kilómetros al sur de la ciudad de Los Ángeles (donde nació mi padre), cerca de la carretera 5.


Pocos como él han sido capaces de interpretar con nervio, corazón y alma los paisajes de la gloriosa Araucanía, de sus enigmáticas selvas, de sus quietos lagos, de sus majestuosas montañas, de sus complacientes ríos, y de los campos sureños que vibran al unísono en sus cantos inmortales. Nuestro propio Ignacio Verdugo Cavada es padre y creador de la tradición chilena con su corazón, su sensibilidad y su magna poesía. Este insigne e irreemplazable poeta sucumbió en las rutas de la vida en la ciudad de Santiago de Chile el 10 de Abril de 1970.

EL COPIHUE ROJO

Soy una chispa de fuego
que del bosque en los abrojos
abro mis pétalos rojos
en el nocturno sosiego.
Soy la flor que me despliego
junto a las rucas indianas;
la que, al surgir las mañanas,
en mis noches soñolientas
guardo en mis hojas sangrientas
las lágrimas araucanas.

Nací una tarde serena
de un rayo de sol ardiente
que amó la sombra doliente
de la montaña chilena.
Yo ensangrenté la cadena
que el indio despedazó,
la que de llanto cubrió
la nieve cordillerana;
yo soy la sangre araucana
que de dolor floreció.

Hoy el fuego y la ambición
arrasan rucas y ranchos;
cuelga la flor de sus ganchos
como flor de maldición.
Y voy con honda aflicción
a sepultar mi pesar
en la selva secular,
donde mis pumas rugieran,
donde mis indios me esperan
para ayudarme a llorar.
----- Ignacio Verdugo Cavada, 1961 (creo...)

Ahora amigo, ¿conoce a la Lapageria Rosea?

El Loco.

domingo, 22 de agosto de 2010

Poesia al Profesor ...de Alberto Kriz

les informo que Alberto Kriz le escribió a Luis Vergara, y copio el correo:

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Estimado Compañero:

Muy grato fue compartir contigo el último fin de semana en Arica-Tacna. Aprovecho de agradecerte todas las gentilezas que tuviste para con nosotros.

Estuve mirando fotos de nuestros cursos en el colegio, Kinder, 2º, 3º Básicos, 1º EM y otras. Al observar los rostros saltan a mi memoria nombres y apellidos; Santelices, Plaza, Manriquez, Sergio Contreras, Hector Villena, Francisco Fernández, Aldo Nally, Antonio Haddad, Achondo, De La Barra, Vallejos, Cristi, Collarte, Rocca, etc, etc. Imposible recordarlos a todos, la memoria no es mi fuerte. En todo caso aprovecho, a través de tí, de enviar saludos a todos los ex-IAE-1972 en la web.

Adjunto poesía corregida.

Abrazos fraternos,

Alberto Kriz
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Un abrazo a todos y esperamos sus noticias

Copio Poesia v2.0

AL PROFESOR


Rey de los Unos y de los Otros
príncipe de fuegos pedagógicos
gestor de prístinos valores humanitarios que de tu persona heredamos
quiero decirte que apenas cabe en mi corazón la alegría de volver a verte,
mas aún en compañía de esta secuaz cofradía de compañeros,
piratas que hicimos de tu vida en el aula una verdadera proeza de paciencia
y cual salidos de una cueva de bandidos robábamos lo mejor de tu sapiencia,
nosotros, asesinos de la ortografía, la gramática y los números,
cada día que envejecemos, mas te valoramos.


Hoy me pregunto:
qué sería de nosotros sin tu labor generosa ?
que seríamos si no fuere por tu dedicación a sol y sombra
y por la nobleza que de tu interior brota en manantiales
y por tu ejemplo de perseverancia y transparencia …
qué seríamos sin tu aliento constante ?


Dime tú Señor Profesor
enséñame nuevamente el camino
hazme clases una vez mas
sucede que tengo un dulce recuerdo de tus enseñanzas
y ahora que me acerco a tu edad
ya no quiero pasar de curso
quiero ser siempre tu alumno.


Dime tú Señor Profesor,
díctame de nuevo la historia de los hombres
revélame otra vez la magia de la geografía universal
muéstrame la alquimia del medioevo,
háblame de Teotihuacan y de aquella cultura maya ancestral.


Pero por sobre todas las cosas
dime tú Señor Profesor,
dime tú Chuncho Mayor
después de todo eso
cómo cresta podría olvidarte ?