viernes, 2 de enero de 2015

¿Simplex Vita?

Casi todos aquellos que conozco, desean o sueñan con una vida más simple.  Yo también deseaba y soñaba con una vida más simple hasta que me puse a cavilar seriamente sobre este asunto. 

Irónicamente, "vida simple" es una pareja de utópicas palabras muy complicadas y sin simpleza alguna.  "Simplex Vita" (vida simple) como lo apuntó el filósofo Griego Epicúreo (Epicurus), --quien vivió y murió en la Ciudad-Estado de Atenas, en su trabajo que se ha titulado como Epicureísmo, afirmaba que una vida sin problemas --así como el paradigma de la felicidad, es posible conseguirla por medio de elecciones bien meditadas.  Acuérdese de que Epicúreo vivió entre los años 341 y 270 antes de la Era Común.

Entonces, ¿qué es la vida simple?  Tengo varios ejemplos de "vida simple" para ilustrar el dificultoso secreto que estas cínicas y satíricas palabritas esconden, las que bajo su escueto e inocente aspecto auditivo y de contenido, disimulan una embrollada sarta de compendios de noción elementales y mecanismos inasequibles los que hacen a esta yunta voquible y locutora, más complicada y peliaguda que nadar en contra de la corriente en un bituminoso río de alquitrán crudo.

La noción de "vida simple" se ha tornado incrementalmente más polémica y difusa en la percepción y comprensión de la gente que busca una supuesta "simpleza de vida".  Para muchos cosmopolitas, la idea de vida simple en gran medida se asocia con la idea de fácil, sencillo, con algo que requiere poco proceso mental o habilidad para obtenerse y en muchos contextos; pienso que se ha utilizado en un sentido desatento e irrealista con respecto a nuestras ocupadas vidas cotidianas modernas contemporáneas.  He oído utilizar este concepto de muchas maneras diferentes y con tonos altamente dispares y disonantes, por lo que personalmente creo que es necesario darle a este concepto de "simpleza" una nueva, diferente y seria consideración, especialmente cuando se trata de ofrecerle un sentido y una perspectiva más real y consecuente con respecto a la vida moderna.

Para mí, lo contrario de simple no es solamente lo complicado, sino que también lo difícil, lo comprometido y lo indócil.  Yo creo que la gente tiene una razón más profunda para idealizar este concepto de lo simple o de vida simple, y es quizá la misma razón que está atrayendo a una nueva generación que busca un oasis de respiro y desahogo, una válvula de escape a las vicisitudes y a las presiones del mundo caótico y agotador en que vivimos.  El ritmo y las demandas de la vida moderna resultan en una constante fragmentación de nuestras vidas y en una continua transgresión de nuestras voluntades, por lo que la idea de "vida simple" representa un retorno a lo esencial, a la calma, a lo "simple".  La persecución de este concepto de vida simple constituye un intento de desarticular las infinitas capas de complejidad que gobiernan cada minuto de nuestras aceleradas y convulsivas vidas.  Quizá su propio concepto, noción y percepción de "vida simple" cambie irremediablemente después de haber leído este subversivo escrito, producto de una pluma indomablemente animosa, insolentemente audaz y eternamente oficiosa, firmemente esgrimida en el pendenciero puño de un Loco más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda.

Vida Simple

Conozco a muchos inconscientes y maquinales simplistas que hablan de lograr una "vida simple" sin tener la más filosofunculista y atravesada idea de lo que están hablando, y que tampoco pueden alcanzarla porque el esfuerzo para hacerlo es muy dispendioso y muy complicado.  La "vida simple" abarca un número de diferentes prácticas voluntarias para simplificar el estilo utilitarista de vida de uno mismo.  Este estilo simplista incluye la reducción drástica de las posesiones terrenales y el considerable aumento de la autosuficiencia (otro concepto tremendamente malentendido y foráneo para muchos), cosa que casi ningún ser humano en su sano juicio ha logrado alcanzar cabalmente a no ser que sea un Esquimal, o un ermitaño que viva en una cueva perdida en un oscuro pliegue del mundo donde nadie lo vea ni se entere de su existencia.  Recuerde que Robinson Crusoe es un cuento, no una realidad. 

Para poder sobrevivir una vida así, tiene que saber de agricultura y ganadería para poder comer, debe de saber medicina y odontología para mantenerse sano, debe saber construcción y arquitectura para poder construír un mínimo albergue para refugiarse de los elementos, debe de saber sastrería y zapatería para poder confeccionar ropa y calzado, debe saber cazar y pescar para poder alimentarse equilibradamente y no perder su capacidad mental debido a una dieta vegetariana, debe saber metalurgia y forja para poder manufacturar armas para defenderse y herramientas para trabajar, debe de saber encontrar agua potable e inventar algo mejor que un palo sin corteza o una hoja de árbol para limpiarse el culito después de ir al baño, necesita saber fabricar tijeras y cepillos para cortarse el pelo y cepillarse los dientes, requiere de ser un "Unguentarius" o un "Apotecario", o por lo menos saber cómo fabricar químicos para confeccionar medicinas porque tarde o temprano va a ingerir más alopatías que alimentos.

Es más; entre otras muchas cosas usted precisa saber cómo entretenerse apropiadamente para no volverse loco y comenzar a oír voces en su cabecita ya casi pelada, hablarles a las palmeras, pelear con las piedras (como lo hace con la Tele hoy), o empezar a creer en lo religioso...  Asimismo, usted tiene un baño dentro de la casa, de otro modo usted tendría que construír una letrina alejada del hogar para que los vapores del olor de su humanidad y la de la humanidad de su familia no los asfixie.  Circumbiríndicamente(1), usted se puede comunicar con cualquier persona a cualquier hora en cualquier parte del mundo.  Durante la época de La Colonia en Chile, mientras O'Higgins y los hermanos Carrera no se ponían de acuerdo en cómo joder y jeringar más al país, el viaje de Santiago a Valparaíso tomaba tres semanas en carreta de bueyes; y si usted tenía un caballo, este viaje se le podría acortar unos dos o tres días para poder ir a hablar con alguien.  Ahora usted aprieta un botoncito cuico en una cajita pituca, y ¡jarbalay chúm!, la persona con la que quiere hablar está dentro de la cajita aunque usted no la vea, y en materia de unos dos o tres segundos ya está conversando con ella.   Todo esto es sin considerar una pareja en su vida... lo que complicaría las cosas a un nivel inaguantable...  ¿Qué simple, no?

(1)  Esta nota es simplemente para recordarle al lector la afluencia de la consumada palabrita Circumbirúndico(a).   Este término diccional o vocablo de facundia es de particular territorialidad, y es usado principalmente en Chile por algunas clases sociales connaturalmente desheredadas de una germanía ilustrada y apta, y es una aleatoria fusión de los inuendos del significado de las palabras asombroso, secreto, misterioso, inexplicable y prodigioso.  Así que cuando usted quiera expresar su admiración por algo, o por algún asunto que confine el significado conceptual de estas varias palabras de la lengua Castellana; simplemente use este práctico vocablo chileno y refiérase al asunto en cuestión como: "circumbirúndico".

Vida Sencilla

La vida sencilla se puede caracterizar en una suelta definición como ascetismo, y es para aquellos inconscientes e ilusorios individuos que creen que se podrían sentir satisfechos con poco y deseando casi nada.  En otras palabras, les debe gustar la pobreza extrema y ser tremendamente egoístas e irresponsables porque en esto no pueden arrastrar a la familia.  A pesar de que el malentendido ascetismo generalmente promueve una falsa vida sencilla absteniéndose de lujo e indulgencia, no todos los defensores de la vida simple son ascetas.  Dicen que la vida sencilla es distinta de la pobreza forzada ya que es una elección voluntaria de estilo de vida.  Claro, es como ser un hippie sin drogas.  Lo que significa que para poder tener una vida sencilla sin caer en la pobreza forzada, primero hay que hacerse rico y después hacer la elección en forma consciente.  ¿Qué cosas, no?

Además, a la "vida sencilla" la llaman en forma generosa, equivocada e irresponsable con el mote de: humildad; lo que en nuestros días es un claro sinónimo de pauperrimidad social en múltiples niveles.  La humildad es muchas veces un conveniente disfraz para celar la falta de acometividad de la virtud y capacidad de adaptación social de un individuo.  Con esta conveniente confusión de conceptos que vienen muy a mano para justificar y mantener la mediocridad tras el velo de la aceptación, aparece el concepto del Minimalismo.  El vocablo "minimalista" en su condición general y de criterio se refiere a cualquier cosa o situación que se haya reducido a lo más esencial, y que haya sido despojada de todos los elementos considerados sobrantes o superfluos.  Éste término es una puntual transliteración de la palabra Inglesa: minimalist, la que se ha traducido y expresado en la confundida lengua Castellana como: "minimista", y como pura expresión transliterada, no encontrará una definición clara o sustancial para esta palabra ni en el diccionario de Condorito.

La vida no ha sido nunca sencilla para la especie humana desde que el Homínido decidió aparecer hace unos 2.500.000 años atrás en el período Mioceno, donde estos parientes cavernarios nuestros tenían que sobrevivir de los dinosaurios, tigres dientes de sable, pterodáctilos, y de unas cucarachas del tamaño de un burro moderno, y lo único que tenían para defenderse era una pesada maza que acarreaban dondequiera que iban y que también les servía para cazar y buscar novia.  Y si nos saltamos varias millonadas de años, a los humanos no les fué nada fácil sobrevivir durante los últimos 5,000 años, y esto lo sabemos porque la escritura scriptofonética se inventó en aquella época y es así como sabemos lo que pasó en ese entonces.  La vida del ser humano ha sido una dura lucha por sobrevivir los elementos, las condiciones de vida, y sobrevivir a los propios humanos mismos desde la Edad del Bronce, pasando por la Edad Media, y durante nuestro último agotador y fatigoso milenio.  Tanto así, que si usted sigue leyendo este escrito que ya lo tiene nervioso y no se va a trabajar pronto, su familia puede enfrentar extinción económica, seguida por extinción social, y finalmente extinción biológica; los peldaños lógicos, consecutivos y necesarios del protocolo de extinción urbanita.

Otras cosas "simples"


 Ingeniería

Hay otras cosas "simples" dependiendo de quién sea usted.  Por ejemplo si usted es un Ingeniero maniático, usted encontraría que es simple el Análisis de Regresión Linear (o Regresión Analítica Simple).  El análisis de regresión lineal simple es una herramienta estadística para cuantificar la relación entre una sola variable independiente (de aquí sale lo de "simple") y una (o más) variable dependiente en base a la experiencia pasada (u observación o data estadística).  Por ejemplo, el análisis de regresión lineal simple se puede utilizar para expresar cómo los costos de electricidad de una empresa (la variable dependiente) cambian en relación a la variación de las horas de funcionamiento y producción de las máquinas de fabricación de una compañía (la variable independiente).  ¿Qué simple, no?

Criminal

En el área de criminalidad, el "asalto" es un crimen de violencia, el que se define de manera diferente de una jurisdicción legal a otra.  Algunas jurisdicciones definen asalto como el uso intencional de la fuerza o violencia en contra de otra persona, como pegarle un combo en l'hocico o golpear a una víctima con un objeto contundente.  En otras jurisdicciones el asalto no implica necesariamente contacto físico real, y se define como un "intento" de cometer una agresión física o actos intencionales que susciten que una persona sienta temor de violencia inminente en contra de su naturaleza.  Bajo esta segunda definición (arbitraria como todo en la justicia), amenazas verbales normalmente no son suficientes para constituir un asalto simple; pero amenazas con un puño o moverse amenazadora o agresivamente en dirección de la víctima, generalmente se considera un asalto simple.  En estas jurisdicciones, el amenazar con hacer daño a alguien mientras dirigiéndose hacia él o ella con un puño en alto, constituye asalto simple.  Entonces, ¿cuán simple es el asalto simple?  Pues dígame usted....  ¿Qué cosas, no?

Vida Complicada

Mire; lo que es realmente simple es lo complicado.  Lo complicado es muy simple.  Déjese de soñar con la tontería de la simplicidad y póngase las pilas con la realidad actual.  Usted ya sabe cómo vivir, manipular y administrar lo complicado, pero asimismo usted no tiene la más peregrina o exótica idea de cómo manejar o disponer de lo simple.  En lo complicado usted ya tiene ventaja y sabiduría y sabe perfectamente cómo vivir en una ciudad, ese gran monumento a la complicación de la existencia humana.  Si usted se detiene un momento --no a oler las flores porque lo más seguro es que ellas ya hayan sido meadas por innumerables perros proletarios marcando su territorio-- a pensar y a evaluar su capacidad de supervivencia urbana, se dará cuenta de que usted es un magnífico ejemplar de persistencia y un arquetipo de la vida complicada, reducida a su más simple expresión.

Por ejemplo, usted tiene (¡ojalá!) un trabajo en el que cuando usted concluye ciertos períodos de quehacer, le dan un simpático papelito normalmente de color verde claro o celeste el que usted lleva al Banco donde los puede cambiar por otros papelitos de todos colores los que sirven para comprar cosas, para pagar cuentas, para coimear abogados deshonestos, sobornar políticos mentirosos y mantener curas flojos, pusilánimes, degenerados y chupasangres.  Entonces en vez de irse a cazar para alimentar a su familia, simplemente se va al supermercado con sus multicolores papelitos en el bolsillo y allí obtiene su carne apropiadamente cortada y envuelta, y así no tiene que matar una vaca, descuartizarla y quedar bañado en sangre.  Además tiene sus frutas y vegetales convenientemente ordenados en cubículos donde usted simplemente los elije y los pone en su canastita, en su bolsita o en su carrito, dependiendo de dónde esté haciendo sus compras. 

Esto le evita tener que trabajar la tierra por un año completo para obtener solamente algunos de estos víveres, y así habilita a sus hijos para que asistan al colegio y a su esposa para que vaya a la cantera o al taller de belleza.  Después tiene a su disposición bajo el mismo techo: bebidas, remedios, artículos de baño, panadería, detergentes, jabones, champús, comida congelada, comida en conserva, aceite, vinagre, sal, productos lácteos, pasta, papeles, bolsas, productos plásticos, y un millón de otros productos que ni conoce.  ¡Como haría usted para producir todo esto si usted no sabe ni cómo poner un huevo!  Toda sus necesidades biológicas de subsistencia y las de su familia están resueltas en el boliche de la esquina.  Y si se le acaban los papelitos de colores para adquirir los enseres y alimentos para cubrir sus necesidades, entonces usa una postal chiquita de plástico la que desliza por una ranura en la misma moción como cuando se limpia el pompis, y paga así su importe.  ¿Qué cosas, no?

Aparte de esto, usted sabe cómo pagar impuestos, como ir a su trabajo ya sea en bus, automóvil, taxi, metro, o a pie.  Entiende el enjambre de innumerables letreros que tapizan las calles y los edificios, sabe interpretar las señales de los "Pacos", se conoce la mayoría de las calles así que no se pierde muy seguido, sabe usar los ascensores, comprar paraguas y libros, sabe cruzar las calles y evitar el peligro de las bestias depredadoras motorizadas, sabe manejar el control remoto de la Tele, sabe ver la hora, sabe lo que es un colegio y para qué sirve, no necesita producir electricidad, gas, gasolina, ni ningún tipo de combustible, el agua está casi siempre limpia y disponible en el cuartito del agua de su casa, entiende los refrigeradores, no le tiene miedo al Wii ni al Xbox, conoce el café en libertad (Ex-presso), sabe que no debe tragarse el chicle, sabe que no se va a desangrar si se corta el pelo o las uñas, sabe que hay que comer helado escondido de la esposa, sabe evitar el inminente peligro de la suegra, sabe irse de vacaciones, se sabe su dirección, ¡y hasta sabe decir malas palabras cuando es necesario!  

Y también sabe hacer otro montón requetegrande de cosas y funciones para sobrevivir y mantenerse vivo usted y a su familia.  Ya vé, a pesar de que todas estas cosas son un universo de sistemas de complicación en sí mismos, nada de esto es complicado para usted.  Entonces, ¿qué tan complicada es la Vida Complicada?  ¡Pues para nada!

Volviendo a la Complicación de la Simpleza

¡Siga mi consejo y no se complique la vida con la simplicidad!  ¡La simplicidad no existe!  Es solo la complicación disfrazada de simple.  Al final, lo único que usted tiene que hacer en nuestra vida moderna para mantenerla simple, es estudiar un poco y tener un trabajo remunerado.  Todo el resto lo resuelve ese inventito llamado ciudad.  La gente que vivió vidas simples están todos extinguidos.  Tome como ejemplo a Los Hombres de Monteverde.  Esta gente del Sur vivía vidas muy simples.  No tenían departamentos ni desagües, ni Metro ni el Transantiago, ni ninguna de esas complicaciones urbanas.  Lo único que hacían era salir de sus cuevas, hacer un fueguito y tostar una rata, un conejo o a un congénere para comer, no se bañaban nunca y todos y cada día hacían la mismas cosas.  ¡Una vida muy simple y sin complicaciones!  Por eso es que estos giles se extinguieron hace unos 13,000 años atrás.

Sin embargo, cuando el Hombre Moderno se puso las pilas e inventó las primeras ciudades, comenzó a cultivar, a hacer artefactos y demases hace unos 9,500 años atrás; se concentró en hacer la vida mucho más complicada para simplificar la vida simple.  Este Homo Erectus increíblemente ha sobrevivido ya por más de 12,000 años hasta la fecha, y se espera que siga sobreviviendo unos cuantos millones de años más, a no ser que nuestras sociedades modernas sigan enviciadas inconscientemente y manteniendo estultamente vigente a los políticos chamulleros, a los abogados deshonestos y a los frailes degenerados.  Apenas el Hombre de Monteverde se cogía un simple resfrío, contagiaba al 80% de la tribu, y el 70% se moría de gripe, diarrea, o piduyes.  Solo tomaba unos dos o tres resfríos para aniquilar a la población completa.  En ese tiempo las farmacias estaba cerradas.  ¿Qué simple, no?

Otros problemas 

Por supuesto que hay una gran cantidad de otros problemas y complicados desafíos que llevamos encima y que nos enmarañan la vida, pero no son parte de la complicación vital de la existencia comunitaria humana, sino que son un producto generado exclusivamente como resultado  de las múltiples y concurrentes ramificaciones de nuestras propias e inalienables condiciones y contextos personales, a los que yo personalmente llamo "razones socioeconómicopolíticoreligiososintomáticoendoposturo" (o Socoporesienpo).  Y esto lo resolvemos tal como resolvemos el resto: como todo es esta vida y en este mundo que dá vueltas en sentido contrario al sentido común de lo que llamamos "vida" (porque los movimientos celestes no tienen juicio), en este mundo casi todo se consigue con dinero; y lo que no se puede conseguir con dinero, se consigue con más dinero.  ¿Qué cosas, no?

Otra cosa que puede ser difícil en la existencia complicada es que aparentemente la vida transita demasiado rápido en esta inmensa bola de tierra y agua donde vivimos.  Esto es quizá porque nos afanamos y nos preocupamos tanto por las cosas y los hechos que tenemos por delante, que no nos damos tiempo para disfrutar dónde estamos y lo que tenemos en la actualidad.  Y así los días se nos pasan volando, nos dejan atrás, y apenas notamos que han pasado por nuestras vidas.  Los días pasados de nuestras vidas se convierten en una confusa memoria sin definición que nos deja con la vista clavada en el suelo y con los pensamientos perdidos en el éter de nuestras existencias, hasta que un profundo y sentido suspiro nos rescata y nos trae de vuelta a la realidad. 

Muchas veces toma que nos pase alguna calamidad o nos caiga encima una desgracia o una catástrofe que nos obligue a abrir los ojos y los sentidos para darnos cuenta del presente.  Entonces repentinamente, despertamos y nos damos cuenta de todos los errores que hemos cometido, pero es ya muy tarde para cambiar o reparar cualquiera de ellos.  Y ya despiertos, nos percatamos del ruido que hace la carrera de ratas, y nos apresuramos a reintegrarla para no quedarnos atrás.  Sí, algunas veces la vida se pone un poco difícil y después nos morimos, y luego nos tapan la cara con tierra, y seguidamente nos comen los gusanos.  Por eso es que estar agradecidos de que estas últimas cosas nos pasen en ese mismo orden.

¿Vida Simple?

¡Pues sí hombre!  ¡No podemos tener una vida más simple de la que ya tenemos ahora!  Todo se reduce (en el sentido de supervivencia) a tener un ingreso decente y constante.  Esto no es fácil de conseguir, pero es realmente la única seria complicación a la que nos enfrentamos hoy, ¡y ésta tiene solución!  De otra forma o de cualquier forma diferente, tendríamos que enfrentar las condiciones de una vida tan simple que las complicaciones inherentes de mantenerla nos mataría bien muertos a todos.  ¡Descúbrale la Longitud a su vida!

Vaya al parque y párese al lado de una flor aunque ésta esté sucia y ennegrecida con smog pero no la olfatee, y admire la belleza de este valeroso trocito de naturaleza que lucha por sobrevivir en un mundo atmosféricamente hostil y rencoroso.  Observe el camión de la basura que viene a recoger sus desechos a la puerta de su casa para que usted no tenga que preocuparse de qué demonios va a hacer con ellos, admire al carro de bomberos o a la ambulancia que pasan gritando sirenas locas y chillonas quienes le facilitarán la vida cuando esté con la mierda hasta el cuello y desesperado sin saber qué hacer, admire al restaurante que ofrece comida preparada para que usted pueda comer cuando se le pare el hoyo, asómbrese con la enorme simplicidad con que su ciudad nace, vive y muere cada día para mañana repetir otra vez este interminable ciclo una y otra vez, y pásmese de saber que si quiere ir a pasar un fin de semana a la playa o a la montaña, no tiene que arrastrar su casa, sino que simplemente se aloja en un templo llamado hotel.  Y finalmente, tenga un poco de consideración por aquellos otros seres humanos que se han rezagado y están perdiendo irremediablemente la triste y sucia carrera de ratas, y a los que a veces usted encuentra botados en la imperdonable calle quienes le estiran la mano de vez en cuando pidiendo una subvencionable dádiva.

Después de que haya gastado unos minutos en esta actividad, no se quede ahí parado como un huevón pensando en que la vida es complicada porque la vida que tenemos ahora es la más simple que ha existido para el ser humano desde la iniciación del Período Cambriano cuando el primer Cordate saltó de proto-vertebrado a Conodonto.  A estas especies les tomó casi 550,000,000 de años para lograr pararse en dos patas.  Todas las especies entre usted y la Metazoa están extintos.  ¿No se siente ahora un poco mejor de que esté viviendo en esta "complicada" sociedad contemporánea?  Si no se siente más contento es quizá porque usted se está rindiendo, y su calidad innata de Hombre se está esfumando rápidamente y será mejor que comience a darle una seria y profunda mirada a su intrínseca naturaleza Humana.

Sí amigo mío, la Vida Simple es complicadísima, al contrario de la Vida Complicada la que es el epítome de la simplicidad.  En otras palabras, usted ya posee y maneja lo más simple en lo que es simplicidad de vida, así que no se queje de complicaciones porque si la vida fuese más simple de lo que es y de la que usted tiene ahora, usted será irremisiblemente extinguido.  No se queje más de sus angustias de vida, no gimotee acerca de las dificultades, no lloriquee los problemas,  no se lamente de las estrecheces, y no refunfuñe cuando las cosas no le salgan bien.  Agradezca lo que tiene, y no joda más.

A pesar de lo que usted pudiese creer o imaginarse, al igual que usted; yo no he tenido una vida fácil o simple, empero una llena de reventones, bretes, complicaciones, obstáculos y desafíos, pero cuando se me acaba la paciencia y quiero reclamar, protestar, quejarme o lamentarme; lo hago solo y a puerta cerrada sentado firmemente en la letrina mientras que me deshago y abato el vehemente y badulaque peso humano no-solidario, a la vez que trato de no asfixiarme con aquellos malos olores gaseosos los que se despiden despachadamente de mi vida en su desahuciada jornada hacia lo infinito de lo eterno en el desagüe de la existencia humana.

Durante mis delirantes y elementales jornadas de pensamiento he descubierto que los seres humanos están divididos en dos simples grupos principales, y cada uno de estos grupos está dividido asimismo en otros tres simples grupos.  La primera división es entre los Idealistas y los Realistas.  Esto es crítico porque los poderes autocráticos del Idealismo y del Realismo constantemente compiten entre ellos por dominar las volubles mentes humanas, una actividad que no concluye nunca y que vincula y fusiona constantemente todas y cada una de las actividades y relaciones humanas.

Los otros tres grupos de pensamiento (bajo Idealismo y Realismo) son los siguientes: 

El primer grupo lo forman aquellos individuos que se preguntan ¿qué traerá el futuro, qué va a suceder mañana?; y se lo pasan conjeturando y elucubrando pronósticos para estar preparados.

El segundo grupo está instituído por esos sujetos que se preguntan ¿qué está pasando?, ¿qué pasa a mi alrededor?, y tratan tenazmente de encontrar una respuesta para enfrentar el presente.

El tercer grupo son aquellas gentes que la única y singular pregunta que tienen para sí mismos y que la formulan con ojos del tamaño de huevos fritos es: ¿Qué mierdas pasó?  Estos son los mojigatos meníngeos.

No importa si usted es Idealista o Realista, lo que es importante es saber en qué grupo está usted en la segunda división.

Ya vé, la Vida Simple es una desorbitada e insana complicación impracticable, pero en cambio la Vida Complicada; ¡es una bagatela!, ¡es real y muy simple!  ¿Qué cosas, no?


El Loco



lunes, 1 de diciembre de 2014

Esquirlas del Espíritu

Mi espíritu tiene una serie de esquirlas filudas que están presas en mi mente.  Algunas de estas astillas a veces crecen más de lo normal y es necesario lijarlas un poco para que sus filosas aristas no perforen o rajen el prístino y dilatado tul de mi indomable espíritu.  Como las suyas, estas esquirlas no se pueden eliminar porque son engendros y apéndices de nuestras frágiles y enfermizas naturalezas, pero como casi cualquier otra cosa, se pueden mantener bajo control con un poco de mantención y cuidado.  Estas afiladas esquirlas provienen de las inconquistables aéreas de mi cerebro, las que se escapan subrepticias y sibilinas para refugiarse en los perennes ejidos de mi espíritu incalculable.

No hay esquirlas más importantes, o más grandes que otras, sino que algunas son más desagradables que otras en la larga escala de lo ingrato, lo displicente y lo sórdido, y son más notorias en las abultadas jerarquías de lo desleal y de lo intolerante.  Por lo tanto, no hay un "orden" o un "escalafón" de serie o de sucesión para ordenarlas.  Son lo que son: diarrea mental o "caldo de cabeza sin sal".  Por lo tanto, hay que limarlas a medida que crecen y se comienzan a notar. 

Este escrito puede bautizarse como un vómito emocional, como un estertor espasmódico de vergüenzas ajenas, o como una regurgitación efervescente de la basura que se queda a veces enredada en los fuelles del caletre de mi ondulada mente.  Este escrito no tiene ni lógica ni orden discernible y las esporádicas e incongruenciales apariciones de su contenido no obedecen a ningún orden establecido de acuerdo a su lógica personal, ni a la nomotética universal, o a la nomológica natural; son simplemente la bizarra e idiótica bazofia de mi inclaudicable mente.

Para poder cifrarlas en este pergamino electrointernetoscríptico, raspé cuidadosamente la negra tinta vieja y seca que se quedó pegada en el fondo de los muchos tinteros casi vacíos que subsistieron abandonados después de ser usados, y a esos rayados de tinta seca les agregué un poco de agua amarga; y con esta libidinosa materia escribí la sarta de tonterías que sigue, las cuales usted puede escoger el leerlas o nó, u ocupar su tiempo en algo más sano y productivo.  Lo que usted leerá a continuación son los coléricos brincos y respingos de mi atolondrada pluma escarbando entre los acervados lóbulos de mi azorado cerebro, perpetrando una necesaria auto-profilaxis a costa suya.  Espero que le guste saltar.

No hay hombre que pueda comprar mi luz, ni hay hombre capaz de comprar mi silencio.
--RAG—

El Territorio de lo Insano, el Territorio de mi Mente (en 10 saltitos)

Salto 1

Amo a la Humanidad pero bajo ningún punto de vista amo a todos los humanos; y menos a los engendros humanoides que son parte de aquellos a quién no amo, y estos últimos no son parte de la Humanidad porque son bestias irracionales producto de una sociedad enferma, decadente y mañosa.  Los más destacados sandios de esta estirpe son los maleantes consuetudinarios: los abogados valetudinarios y ladrones, los políticos nanocefálicos apestosos, y los numerosos sanguisugentes sacerdotes de incestuosidad mental, moral y espiritual.  A esta basura la puedo identificar a una milla de distancia porque todos huelen a rata muerta, cuando no a buitre sarnoso.

Debo de aclarar de que yo NO AMO a estos neotenios, pero nunca dije que los ODIO.  Para odiar a alguien, éste "alguien" debe de poseer al menos un valor humano matriz, una brizna de civilidad, una mísera menudencia de moral con la cual poder ensañarse.  Estos esbirros no la poseen ni en su más mínima expresión enunciada, entonces; ¿a quién odia el Loco se preguntará usted?...  Pues bién, es muy simple: odio a los mosquitos, a las pulgas, a la traición, odio que se me acabe el papel higiénico en el momento menos oportuno, y odio que me mientan y que me dejen esperando.

Amar a la Humanidad es un trabajo largo y terrible como el trabajo de vivir, y la mayoría de las veces, este trabajo no paga bien.  Creo que esto se deriva de que el concepto de la "humanidad" como lo conocemos y aceptamos hoy se generó con el Homo Sapiens, porque antes de él los "seres humanos" que caminaban este planeta eran nada más que unos impensantes brutos y oportunistas carroñeros.  Algo anormal de estos últimos antropoides caminantes se nos quedó enredado penosamente en los genes y en el DNA, y nunca nos hemos podido deshacer de este estigma, huella que es la mácula que nos ha marcado para siempre.  Es por este básico y cardinal principio de que yo egoístamente, pero con completa razón; amo a la Humanidad pero jamás a todos los entes que la integran; especialmente a aquellos que malograron la aguja de su compás moral.  ¡Que se mueran los feos!

Salto 2

Siempre he pensado que si sigo un sueño auténtico no dejaré rastro ni trazo, y ni sendero que ilumine a los ciegos pasos de sus pisadas sin huella; y ni siquiera la secuela de una frágil sombra de luz muriente porque los sueños están hechos de una ingrávida luminiscencia y de una eterna y etérea inconsciencia.  Y muchas veces, incontables veces; me he quedado rodeado de una clara oscuridad mirando atónito hacia el infinito, temeroso, dudando, soñando sueños desconfiados,  delirando irrealidades que ningún otro mortal jamás se ha atrevido a soñar antes. 

Tomo responsabilidad por mí mismo y por las muchas acciones que perpetro a través de mi vida porque haciendo esto, desarrollo un hambre inmensa por soñar; y más aún, por cazar esos inmanentes y locos sueños míos.  Sí señor, soy un optimista y un irremediablemente inquieto soñador.  Tengo que soñar muy alto y muy seguido para poder alcanzar las estrellas, y cuando no las puedo alcanzar, rabioso y vengativo agarro una bocaronada de viento solar, o un puñado del polvo de la cola de un errante cometa, o por lo menos le esputo rabioso una de mis cárdenas memorias a una de esas desprevenidas nebulosas que cruzan incautamente mi camino.

Un sueño es el infinito y sudoroso coito de la imaginación y el deseo, la total cópula de la fantasiosa utopía y la realista materialidad humanas.  Estas quiméricas irrealidades viven vibrando furiosamente en el desconocido callejón de los sueños violados.  El sueño tiene vida propia, y la ordeña y la estruja de los tejidos de nuestro espíritu y de nuestra inconsistente y quebradiza calidad humana.  Y cuando un sueño nace, no puede morir ni nada puede matarlo.  Pedro Calderón de la Barca escribió "La Vida es Sueño".  Pero la Barca estaba terriblemente equivocado, tal como su subconsciente Monólogo de Segismundo.  La vida es real, el sueño es su espíritu.

Salto 3

Cuando miro a aquel negro bosque que me arranca furiosas lágrimas, debo de respirar profundo y recordarme a mí mismo de que aquella espesura a la que miro, es solo una fronda de árboles malditos en un desecrado concierto, y a los que puedo mirar parapetado desde la seguridad de las sólidas almenas de mi invencible espíritu.  Estos árboles son mis miedos y mis temores.  Ese obscuro y negro bosque está arbitrariamente hecho de mis miserias y de mis frustraciones, de mis derrotas y de mis profanaciones, de mis cegueras y de mis forzados silencios.  Y los frutos de sus ramas, son mis jacintinas inconsciencias. 

Y me dá pena el silencio que guardo porque éste no puede hablar, y me dá pena la bulla que hago porque ésta no puede callarse, pero ambas penas viven en la armonía de los lugares recoletos, talayóticos, y telúricos de sus propias existencias tan duras como la Edad del Hierro; sin vida y sin visitantes, en las puertas donde la oportunidad nunca golpea.  Viven en ese negro bosque que me arranca furiosas lágrimas.  Pero las lágrimas y las sonrisas se parecen mucho a mí, a lo que yo soy porque ni mis lágrimas ni mis sonrisas están confinados a ningún sentimiento en particular; porque a menudo lloro cuando estoy feliz, y sonrío cuando estoy muy triste.

La pena es como la soda cáustica en agua hirviente: limpia efectivamente todas las cañerías que acaudalan nuestra angustia.  Y cuando la pena se desliza jabonosamente por nuestras delicadas enfermedades sentimentales, toma la basura que las obstruye, y la convierte en lágrimas.  A veces profusamente, y a veces nó.  Como el pobre Humberto que derramó tan solo una lágrima, porque era tuerto.  Y las lágrimas son el desagüe del espíritu, la cloaca de nuestra índole; son las que llevan la sucia inmundicia que acongoja nuestro espíritu, y las evapora en nuestras mejillas, y las destila sobre nuestras faldas, y las confunde con los resbaladizos mocos.  Afortunadamente, este tipo de líquido no se puede reciclar.  Y así, cuando dejamos de llorar nos sentimos un poco mejor, y el negro bosque que nos quiere arrancar nuestras lágrimas se queda incapaz, sólo con su fronda de árboles malditos en desecrado concierto, y a los que ya podemos mirar sin temor desde las elevadas y tenaces almenas de nuestros irreductibles espíritus. 

Salto 4

Y no estoy más Loco porque mi amigo Bering me alimenta cada día con pequeños trozos de Mallorca, me nutre dadivosamente con imperceptibles y celulares fragmentos del dietario de nuestra historia, y con diseminadas efemérides de una estatura abaculística gigantesca; como si él estuviese alimentando con el júbilo de un dorado trigo mancebo, a un hambriento pollo loco.  Y así, grano a grano me espanta aquellos fríos sueños de una obscuridad iniluminable, y me ayuda a imaginar lo inimaginable.  Entonces esas tristezas ya no pueden estallar en sonidos, ni en gemidos, ni en pensamientos raros, ni en irreflexiones furiosas, y entonces se mueren secas y desteñidas en un oxidado candil Camborio.

Y Bering, como todos mis amigos, no camina detrás de mí porque yo no lo guío.  Tampoco camina delante de mí porque no soy un seguidor.  Sólo camina a mi lado porque somos amigos.  Digo esto sinceramente porque no hay nada que no haría por aquellos que son realmente mis amigos; y porque no tengo ni la más peregrina idea de cómo amar a mis amigos a medias o en mitades, pero también porque ésa no es mi naturaleza ni nunca lo será.  Es crítico el saber amar íntegramente porque la amistad verdadera es lo más difícil de encontrar, y es un fenómeno más raro que el amor mismo; y por eso hay que salvarla a costa de lo que sea.

Y como ya se ha hecho una costumbre sin inercia, este pollo loco busca esos interminables granos dorados de la amistad para nutrirse cada vez que se levanta el sol.  Y este raro pábulo engorda.  Me engorda el espíritu, me engorda los sentimientos, me engorda los deseos de triunfar, y me engorda la humanidad que llevo orgulloso por delante tal como me enseñó a hacerlo mi tío Lucho.  Y cuando termino de masticar esos dorados granos de trigo mancebo, escupo afanoso sus mancillados hollejos los que (como las lágrimas) arrastran consigo mis insensibilidades y mis enojos, y los escupo lejos, por allá, donde ni siquiera pueda pisarlos, y dentro de los anchurosos sacos, de las oficiosas talegas y de las dilatadas alforjas de su complicidad, esa basura del espíritu se muere pegada a esos hollejos, y se seca irremediablemente para siempre. 

Salto 5

Siempre he pensado que si hablo, mis palabras deben ser más hermosas que mi silencio porque ésta es la única manera digna de ocultar mi encabritado y nefasto silencio.  El problema es que mis palabras no son hermosas, ni suaves, ni bonancibles, ni condescendientes; sino que son bestialmente honestas como el ácido muriático, y muchas veces hieren como los fríos y traidores puñales en las arteras manos de los hermanos Heredia.  A veces trato de disfrazar mis palabras con complacientes y oficiosas mentiras, pero estas circenses máscaras se despegan fácilmente y se caen estrepitosamente desde mis enmascaradas palabras como cuando se derrumba incontenible el grandioso edificio "Ilusión" después de ser apuñalado por una traidora infidelidad.

Debo ser muy cuidadoso con mis palabras, especialmente con aquellas ácidas, corrosivas y malintencionadas porque a pesar de que mi afilada lengua carece completamente de huesos, garras, colmillos o cartílagos, es lo suficientemente poderosa y letal para destruír un corazón, para asesinar un sueño, para desecrar una certeza, para aniquilar una ilusión, para tornar una verdad en delación, y para inmolar una virgen esperanza.  Las palabras tienen un gran poder, y si lo absorbemos, con ese poder es posible aprender aún más.  Aprender por ejemplo que por cada palabra altisonante que pronunciemos, debemos de tener también una acción grandilocuente que le corresponda.  Puedo aprender palabras que otros hombres no pueden oír, puedo aprender palabras que otros hombres no pueden entender, y puedo descifrar la enfática revelación de su armonía, lo que otros hombres no pueden comprender.

Un pensamiento sin palabras está ciego, a pesar de que las palabras y los pensamientos siempre se escriban con la misma tinta y provienen del mismo tintero.  Quiero que mis palabras no lleven polvo, que mi gramática no tenga antónimos, que mi retórica no tenga esquinas, que mi elocuencia no tenga ventanas rotas; y que mi mensaje deje en el aire una estela de lagartos indignados y sedientos.  Es mejor tener mucho que decir y pocas palabras para hacerlo, que tener muchas palabras y nada que decir.  Las palabras despiertan el pensamiento, y cuando éste se despierta, ya no se vuelve a dormir.  El pensamiento puede corromper palabras, y palabras pueden corromper el pensamiento; por eso es que debo de ser muy cuidadoso con mis palabras.

Salto 6

Los días malos son como las moscas, hay que matarlos y no preocuparse más de ellos porque un día malo no hace una vida mala ni nos desvían de la preciada meta de la jornada (¡a no ser que usted sea huevón, por supuesto!).  Cuando un día malo me visita sin invitación, tengo tres opciones para defenderme: o dejo que este día de mierda me defina, o dejo que me destruya emocionalmente, o lo utilizo para hacerme aún más fuerte.  Los días malos no tienen el abismante poder de un río furibundo que puede fragmentar y dividir una planicie, que puede dividir una montaña, o que puede desmenuzar un valle; un día malo es solo un tonto pedrusco parado ilusamente en medio de un torrentoso e iracundo río tratando de detener sus arrasadoras e inatajables aguas.  El mejor escudo contra un día malo, es una sonrisa permanente a través de la cual se puedan ver claramente los dientes.

Creo que el mejor remedio para un día malo es actitud porque la única opción de un día malo, soy yo.  Cuando llegue al final de su vida, usted tiene la opción de morirse callado, o estacionar su automóvil y seguir a pié.  A veces pienso que los días malos son los mejores terapistas para nuestra salud mental.  Un día malo es como una horrible tormenta, pero cuando hemos capeado la tormenta, no nos acordamos de cómo la aguantamos ni de cómo la franqueamos.  En estas cosas de la vida, nunca estamos seguros si nuestras tormentas realmente pasan o se calman; pero una cosa es cierta: al salir de una mala tormenta en nuestras vidas, ya no somos la misma persona que éramos antes de que la borrasca comenzara y nos despeinara los sentidos antes de que aquel mal día naciese.  Eso es todo lo que es un mal día.

Casi siempre me olvido de los días malos, y nunca me olvido de que los días malos; todos ellos terminan siempre a la medianoche, y el beneficio que nos traen es que ponen en perspectiva a los días buenos.  Un día malo puede ser malo para nuestros egos, pero si los entendemos bien, son un gran beneficio para nuestros espíritus y una nueva aventura para nuestro carácter.  Nunca me preocupo de un día malo porque no me soluciona el día siguiente ni me borra los errores del día anterior, sino que solo me priva de la energía que necesito para ultimar el día malo que estoy viviendo.  Cuando un día malo llega hay que aprender del pavo real.  Éste despliega su hermosa cola sin importar si el día es malo, o es feriado.  No se olvide de que todos los días cuestan caros.  Cuando se nos termina un día, bueno o malo; es un día menos que nos queda para vivir y gastar, así que trate de gastar sabiamente cada día; aunque sea malo.  El peor día malo es aquel sin sonrisas.  Al final, los días malos son como moscas, hay que matarlos y no preocuparse más.

Salto 7

Las sonrisas son gratis.  ¡Regálelas!  Nunca dejo que mis labios se enteren de mis problemas y mis aflicciones porque así, pueden sonreír constantemente sin saber lo que ocurre en el inestable piso de arriba.  Para mí, el sonreír infatigablemente es extraordinariamente importante porque un día la vida se va a cansar de mi firme sonrisa, y dejará de joderme.  Y el tamaño de tu sonrisa debe ser como cuando abrazas a alguien querido que no has visto en diez años, y a quién no verás por otros diez.  Mientras más grande es la sonrisa, menos lugar ocupa.  Una gran sonrisa desplaza las arrugas del espíritu y extirpa y elimina las espinillas del mal humor, además cuesta menos que la electricidad y da más luz.  La Mona Lisa era lisa, pero su sonrisa no lo era porque no hay ninguna cosa seria que no se pueda decir con una sonrisa.

La razón del por qué a veces me olvido sonreír no es porque haya perdido mi sonrisa, lo que pasa es que ella está bajo mi narizota y a veces no la veo, entonces se me olvida de que está allí y no la esbozo como debería.  Debo siempre de recordar que entre la baba y los mocos, hay siempre una sonrisa.  La sonrisa más valiosa es aquella que dibujan nuestros labios cuando nada nos está saliendo bien en nuestra vida, y si sonreímos estando solos, agobiados y sin compañía, entonces esa sonrisa es realmente genuina.  Sonreír es la mejor segunda cosa que puedo hacer con mis labios, aunque los tenga partidos.  A veces alguien vive porque tiene una sonrisa tuya de la cual se ha aferrado, y que no sabes cuándo la regalaste.  La sonrisa es el preámbulo de la risa, y cuando yo ya no pueda reírme de mí mismo, entonces será la hora en que los demás se rían de mí.

La primera honesta sonrisa que esbocé en mi vida fué poco después de haber nacido, cuando me dí cuenta de que estaba vivo y de que tenía mucho tiempo por delante, y decidí que apenas aprendiese a caminar podría ir en pos de todos mis sueños.  Y así lo hice.  Desde chiquito.  Ahora ya no me queda mucho tiempo pero he conseguido agarrar los sueños más salvajes que me robaban la siesta, algunos de aquellos que corrían más rápido que yo, unos pocos de los que se veían tan grandes cuando yo era tan chico, los que parecían más difíciles cuando no sabía lo que significaba fácil, y algunos de aquellos que parecían imposibles antes de que yo creyera en lo posible.  Ahora los tengo a todos ellos amarrados apretadamente con mis sonrisas, y encerrados estrechamente en los capachos de mi espíritu... y por eso es que yo sonrío.  Y además porque una honesta y amplia sonrisa exacerba e irrita grandemente a aquellos que quieren destruírme.

Salto 8 (un salto lleno de transcursos y tropezones)

La única razón por la que el sol se levanta cada mañana sobre el horizonte, es porque nosotros estamos aquí para verlo llegar.  La Luna no se esconde, sino que se apresura por detrás del planeta para vernos otra vez en la alborada que despide a la pasante noche. 

A veces viajo al sol cuando estoy soñando, y en mi jornada en ocasiones veo al tonto de Ícaro estampado en el suelo con sus pendejas alas de cera.  Para viajar al sol solo se necesita imaginación, ni alas de cera ni las infernales máquinas de tiempo.  Además, el sol viaja hacia nosotros todos los días, pero es cortés visitarlo de vez en cuando, por eso es que a veces viajo al sol cuando estoy soñando.

Tomamos diversas y extrañas medicinas para mejorar el funcionamiento de nuestro cuerpo, entonces ¿sería lógico que tuviéramos pensamientos extraños y diversos para fortalecer nuestra débil sabiduría?  Las mejores ideas siempre han sido paridas por pensamientos extraños e insólitos, por lo que podría deducir que las tonterías y las ingenuidades que salen de mi cabeza podrían ser la base de algo magno, de algo heroico, de algo proverbial y soberbio. 

Creo estrechamente que mi destino no es un asunto de oportunidad o de ocasión, sino que es claramente una cuestión de elección propia.  Mi destino no es algo que yo espere o una cosa que esté escrita (y francamente no sé dónde chuchas se podrían escribir semejantes cosas), mi destino es un poder alto el que debo alcanzar con sabiduría, paciencia y esfuerzo.  Yo soy dueño y forjador de mi propio futuro y me rehúso a creer que el regulador de mi futuro sea el mentado "destino", porque a la postre; el futuro no es nada más que un pasado adelantado con la ventaja del tiempo.  Creer en el destino es un desatino.  Aparte de todo, el "destino" no es nada más que una invención Griega, producto de una cosmogonía mítica, una teoría que versa sobre la existencia y también envuelve a la Epistemología.  Si usted no entiende y comprende estas ciencias, usted no sabe lo que es el destino, y si entonces usted cree en el "destino", usted está más loco que yo.

Creo que cuando el mundo era plano, el sol también era plano.  Todo era plano, hasta el pensamiento humano era plano.  Y las estrellas y los cometas y las galaxias, todo ello era plano, y los asteroides y los meteoros y los objetos transneptunianios, ¡todos eran planos!, y hasta los Pulsares y los hoyos negros, y los otros planetas y las estrellas binarias y los supercúmulos y las nebulosas: todo plano.  Ahora todo es esférico.  Me gusta más así.  Ahora que sé que el sol es esférico sus rayos cariñosos me entibian más, su luz es más clara, y su superficie es más amplia aún para sembrarle mis sonrisas sobre su cálida piel cada vez que lo visito.  Y ahora que casi todo es esférico, lo único plano que queda en el Universo, es el cosmos infinito del triste pensamiento humano.

Salto 9

Alma vs Espíritu

Alma
Siempre me he preguntado acerca de la incongruencia del "alma", esa stultum absque scientia", un guasón pero efectivo embeleco del absurdo magisterio religioso.  Lo circense que hace este concepto risible es que el término "alma" (o ánima del latínanima) se refiere conveniente y arbitrariamente a un principio o entidad inmaterial puramente metafísica e invisible, que se supone que poseen los seres humanos vivos.  También es chusco el hecho de que la descripción y representación de sus intrínsecas propiedades y características, varía grande y salvajemente de acuerdo a las diferentes y disparatadas tradiciones y perspectivas filosóficas o religiosas de cada grupo místico.

El inescrupuloso concepto de "alma", etimológicamente no tiene sentido alguno ni lógica discernible.  Etimológicamente la palabra del idioma Latín: "anima" se usaba para designar el principio por el cual los seres vivos están provistos de animación y moción propias.  Como se ha definido este sentido originario, las plantas, los animales, los insectos, los seres humanos, y todo cuerpo que tenga movimiento propio; estarían entonces dotados de "alma".  De hecho y de acuerdo con la tradición religiosa judeocristiana, el alma es la principal cualidad identificadora del movimiento en la materia viviente, lo que convierte a la materia inerte a materia moviente (activa o viva), independiente del desplazamiento ajeno.  Por consiguiente, las cucarachas tienen alma (de sacerdote pedófilo, pero la tienen).

Los avances en la fisiología y neurología permitieron reconocer que los seres animados obedecen al mismo tipo de principios físicos que los objetos inanimados, al mismo tiempo que pueden desarrollar actividades diferentes de éstos, como la nutrición, el crecimiento, y la reproducción.  Entonces, basados en la lógica y no en la brujería, el "alma" como concepto rectilíneo y esotérico; no es nada más que una flatulencia de mentes subsoladas. 

El "alma" como todos los tristes dioses, no existe.  De hecho, el "alma" está dividida en múltiples conceptos que no se ponen de acuerdo entre ellos (en este sentido, son fuerzas políticas), tal como los pobres dioses.  El alma difiere en materia seria y respetuosa a partir de la filosofía occidental, pasando por la filosofía Griega, por el alineado Tomás de Aquino, por la infundada teología cristiana, por las absurdas e inmanentes "enseñanzas bíblicas", por el ingrávido magisterio católico, por la circense y festivalera iconografía religiosa, por el concepto de alma del antiguo Egipto, por las creencias Budistas, por el Chakras Hinduísta, por el Hitodama o el Reiki Japoneses, por el "Qui" Chino,  y por una sarta interminable de definiciones grotescas y populares en la generalizada teosofía de lo absurdo.

Espíritu
El espíritu en cambio es uno solo, es un solo concepto inalienable y real porque se puede percibir.  La palabra "espíritu" (del Latín spiritus: "aliento") se puede también emplear con otros significados y connotaciones diferentes, pero la mayoría de ellos se utiliza en relación con una sustancia no corpórea en contraste con el cuerpo material.  La palabra espíritu se usa a menudo para referirse en forma metafísica a la conciencia o a la personalidad.  Las nociones de espíritu y de "alma" a menudo y erróneamente se superponen, ya que ambos conceptos contrastan con el cuerpo físico, y ambos se conciben cómo sobrevivientes a la muerte corporal, especialmente en el ocultismo religioso.  Así es como venden la "pomada" de que después de la muerte hay vida eterna porque el espíritu (alma) no muere jamás.  ¡Qué huevada más aburrida!  ¿O sea que (religiosamente) cuando muera, me encontraré con las almas de Genghis Khan, o de Al Capone, o de Julio César, o de Mandrake, o de Jack The Ripper (el Descuartizador de Londres), o con todas ellas?  ¿Y después qué?  ¿Me siento a jugar "Canasta" con las abuelas muertas por una eternidad eterna para siempre jamás?  ¡Qué huevada más aburrida! 

Volviendo al espíritu.  Etimológicamente, Espíritu también significa ánimo, aliento, coraje, vigor, y en última instancia; esta palabra se deriva originalmente de la expresión Proto-Indo-Europeo: (s)peis, que no tiene nada que ver con la rúbrica de "alma".  El espíritu es real y se percibe sensorialmente como energía incorpórea pero omnipresente, no cuantificable en substancias, pero es una energía que está presente individualmente en todos los seres vivos.  Ahora; metafóricamente el espíritu puede ser la intención subyacente de un texto a diferencia de su significado literal, especialmente en asuntos relacionados con la ley donde decimos: "Hay que seguir la letra de la Ley, pero debemos practicar su espíritu".  También, el espíritu se demuestra en la lealtad y la sensación de inclusión en la historia social o en la esencia colectiva de un pueblo, de una institución o de un grupo, como por ejemplo el "espíritu de supervivencia" o el "espíritu de progreso".

La diferencia es de suma y vital importancia porque en nuestro contexto humano real, la Lógica nos navega y conduce desde la "a" hasta la "z"; pero la Imaginación nos lleva a cualquier parte y a todos los lugares; y lo que les sostiene a ambas, es el espíritu.  Con el "alma" hay que morirse primero (con los dedos cruzados) y esperar a ver si pasa algo...  algo que nunca sabremos...  ¡Qué huevada más aburrida! 

Salto 10

Perseverancia.  Me gusta mucho la perseverancia porque ella derrota al tiempo, derrota al fracaso, derrota la procastinación, derrota la insuficiencia humana; derrota la duda, y porque asimismo derrota a la derrota.  Me gusta pensar que la perseverancia es la firmeza de carácter y la fuerza de voluntad en perseguir una meta o hacer algo, a pesar de la aflicción, la dificultad, los obstáculos, los impedimentos, o el retraso en alcanzar el éxito.

Dicen que un pendejo de mujer tira más que una yunta de bueyes, pero la perseverancia es aún más poderosa que esto, porque al contrario de lo otro, la perseverancia está consciente en nuestras mentes.  La perseverancia es como las gotas de agua, las que pueden llenar un valle no importa cuán lentamente se acumulen, y esto es porque ellas nunca se detienen.  La mayoría de los hombres han sido derrotados porque perdieron su perseverancia, y con esto; nunca se dieron cuenta de lo cerca que estaban de la victoria cuando se rindieron.  A veces la perseverancia camina muy lentamente, pero nunca camina hacia atrás.  La perseverancia te permite pelear la misma batalla más de una vez para poder ganarla.  ¡Siempre es demasiado temprano para rendirse!

Durante my encabritada vida me he podido dar cuenta y convencerme de que hay muy pocas cosas imposibles para mi diligencia y mi habilidad.  Mis sueños y mis grandes metas no las he logrado alcanzar por la fuerza, sino que con el poder de mi perseverancia.  Con habilidad ordinaria y perseverancia extraordinaria, todo es posible.  La perseverancia es como un par de manos que trabajando logran y obtienen resultados reales, y no como un millón de manos unidas en insubstancial oración y que no producen nada.  Perseverancia implacable no es obstinación: la perseverancia viene de la voluntad, la obstinación de un capricho o de un mal hábito.

La perseverancia una de las bases del espíritu, el secreto de todos los triunfos; nunca una esquirla porque en el ámbito de las ideas, todo depende del entusiasmo, pero en el mundo real, todo se apoya en la perseverancia.  No sea huevón: Persevere.

No más saltos

Bueno, se me acabó la tinta hecha de agua amarga (por lo menos por ahora).  A mi espíritu aún le quedan una serie de esquirlas repartidas y diseminadas por entre sus interminables parajes, pero después de este demente escrito, éstas ya no son tan puntiagudas e incisivas.  Son más romas, más suaves ahora.  Ya no me pinchan la imaginación cuando duermo, ni me arañan el espíritu cuando sueño, ni me lijan la paciencia cuando estoy inquieto, y no me aguijonean la iniciativa cuando quiero volar, ni me rasgan el virginal y delicado velo de los sueños.  Ahora ya más pulido, puedo engalanar mi inquieto e indomable espíritu otra vez con sus hermosas sombras de colores.

Lo único que uno siempre espera y que nunca viene, es la gloria; y lo único que siempre viene y que uno nunca espera, es la muerte.  ¿Qué cosas, no?




El Loco

sábado, 1 de noviembre de 2014

Dimidium Lunam

En el escrito anterior hablé de ballenas.  Mientras que dejaba que aquellos recuerdos se despertasen lánguidos desde los pliegues de mi encéfalo y se deslizaran a tumbos por mi insondable memoria, trémolos y regurgitando nerviosos sus dormidas emociones durante su apurada marcha por alcanzar mi licenciosa pero honesta pluma, y a la postre, para quedar estampados en el papel electrónico empujados por el apurado compás con que las yemas de mis dedos golpeteaban el teclado; me acordé de esta islita.  La recordé porque una vez también ví ballenas allí.  Mientras escribía mi anterior publicación, dejé ese seco recuerdo esperando colgado en los garfios de mis sedientas memorias para hidratarlo más tarde.  Y más tarde; es aquí y ahora.   

Durante aquellos evaporados años con sus vibrantes retiros de Verano cuando atendía las Humanidades del escolástico Instituto Alonso de Ercilla, cada año durante las vacaciones veraniegas, mi padre que era un asiduo y juncal nauta oceánico, me llevaba a navegar por las regiones australes y polares del planeta; y aquellos viajes y sus infinitas y relucientes estampas se quedaron como emborradas inquilinas reminiscentes para siempre en las amplísimas anchuras de mi dilatada memoria.  En uno de esos viajes dignos de Odiseo, conocí brevemente a la fría Isla Media Luna.

La isla Media Luna, ¡ha!  Esta isla está ubicada en la Antártida y la reclaman los Chilenos, los Argentinos, y los Ingleses.  Y por más que griten y pataleen todos, las tres reclamaciones están suspendidas por el Tratado Antártico que se instituyó el 1º de Diciembre de 1959, el que se puso en efecto el 23 de Junio de 1961, y fué ratificado 12 veces, y no tiene fecha de expiración o vencimiento, y este tratado lo firmaron 50 países.  En otras palabras, la Isla Media Luna no le pertenece a nadie sino que a los pingüinos y a las gaviotas, a los lobos marinos, a las ballenas y a las heladas aguas que la rodean; quienes condescendientemente nos dejan pasearnos por su isla porque son seres buenos y mucho más civilizados de lo que podemos llegar a ser nosotros.

El título de este escrito es el verbatum en Latín para : "Media Luna".  Nunca he entendido la racionalidad especulativa de este absurdo nombre.  ¿Por qué le llaman "media luna" a una isla cuya figura parece más bién un espermio con artritis y tortícolis, o una anguila con Paget, cabezona y con calambres?  Si observan el contorno de la islita, de media luna no tiene nada --a no ser por supuesto de que el cartógrafo que la dibujó estaba completamente beodo, y sufriendo de alucinaciones y estitiquez mental.  Esto lo sé ahora porque cuando visité esta desolada isla en aquel entonces, yo apenas me levantaba del suelo.

Sí, sin duda yo era un "cabro chico" en aquellos ya tan lejanos Veranos, y los recuerdos que esta isla grabó en la esencia de mi ser no son de lo más ortodoxos y pudorosos que digamos, pero deben tener en cuenta y recordar siempre que un recuerdo es un recuerdo, y esto no se puede cambiar aunque intente trepanación(1) extractiva.  Ahora, si a usted le dá asco la caca, deje de leer este subiecisset en este preciso instante.

(1) ¿Sabía usted que la palabra "trepanación" es un verbo derivado de Latín medieval a través del Francés antiguo del sustantivo Griego "trypanon", el que literalmente significa "barrenador"? La trepanación era una intervención quirúrgica en la que un agujero era perforado en el cráneo humano. El instrumento que se utilizaba para perforar el cráneo se llamaba "trepan". ¿Qué cosas, no?

La isla Media Luna es un pequeño islote que se asemeja más a un atolón que a una islilla, y tiene alrededor de casi 2 álgidos kilómetros de extensión y está situada al Este de la isla Livingston en el conjunto de las Islas Shetland del Sur.  Esta isla era conocida y frecuentada por los cazadores furtivos de focas desde alrededor del año 1821, el mismo año en que España le vendió el lado Este del actual Estado Florida a los Estados Unidos por 5 millones de dólares; y el mismo año en que Grecia se independizó de Turquía.

Mi padre que ya está en el distante infinito, era un flamante Capitán del Mar Océano y frecuentaba esos lares con mucha asiduidad dirigiendo a sus osados argonautas en aquellas caducas y mal preparadas embarcaciones que llevaban izada flameando orgullosa y libre la bandera Chilena.(2)  Mi hermano Francisco Javier, siguiendo los navales pasos de nuestro padre, también navegó con periodicidad aquellos lejanos, ventosos y gélidos parajes, y un húmedo día escondido en el calendario, descubrió un islote nuevo en el Archipiélago de Chiloé.  Pancho es "cool".

(2) Sin darle crédito a lo que dicen la malas lenguas, según el poema épico "La Araucana" del autor Don Alonso de Ercilla y Zúñiga, un noble Español soldado y poeta nacido en Ocaña --al que le gustaba usar un puñado de arrugados platos de papel en el cuello a modo de corbata-- los colores y la estrella (guñelve: wünelfe in Mapudungún) de la bandera Chilena se derivan directamente de los del pabellón Mapuche, quienes lo enarbolaron durante la Guerra de Arauco. 

El  Desteñido Recuerdo

Una neblinosa mañana la resuelta embarcación hiperbórea atracó silenciosamente en la ensenada de esta pequeña isla mientras que yo aún dormía plácidamente en mi cómodo y tibio camarote de abordo.  Los sordos rugidos del motor, los enajenados estruendos de las cadenas del ancla, y las atareadas revoluciones de la hélice que impulsaba al barco no me quisieron sacar de mi amodorrado sopor infantil.  Los fierros del cuerpo y del esqueleto del barco crujían y rechinaban con delicados gimoteos mientras que la embarcación se balanceaba sensualmente en la tranquila bahía.  Era de madrugada, pero no sé que hora era la que marcaba el enorme reloj náutico colgado en la pared del camarote, y aún la luz de sol no había comenzado a colarse intrusa por la súperretequeterecontrarepintada claraboya.

El arrastrado ruido de la metálica puerta del camarote me despertó al abrirse.  Por el férreo  dintel apareció un marinero con una amplia sonrisa y con una bandeja que me traía el matutino desayuno.  Esa bandeja llegaba puntual cada mañana portando una vaporosa taza de chocolate valiente (¡y caliente también!), una tostada con mantequilla de pan amasado hecho a bordo, y un flaco bistec de vaca muerta el que se escondía asustado bajo un gran huevo frito de unos cinco centímetros de eslora producto de una gallina pundorosa, ambos descansando a la banda de babor de unas calientes papas fritas marítimas a la deriva. 

- ¡Buenos días don Rodrigo; ya llegamos! – dijo mi interlocutor con su jovial voz.

Lo miré soñoliento por entre las pestanas y las lagañas de mis aletargados ojos mientras que trataba de desenredarme y desligarme de las sábanas que no me querían soltar.  Me acomodé lentamente en la litera después de echar un vistazo por el "Ojo de buey", pero solo pude ver una pesada e impenetrable neblina entre la que oí unas amortiguadas voces humanas que comandaban profunda acción.  Ya sentado en la cama y con los ojos más o menos abiertos, comencé a merendar.

- Cuando esté listo don Rodrigo, véngase a cubierta, ¡pero abríguese porque hace frío! - recalcó con seriedad el marino, y desapareció diligente detrás de la pesada y elíptica puerta con sus gigantescos pernos y mariposas de seguridad.

Comí rápidamente porque el aire marino abre un apetito de titanes, y porque la emoción de lo que había por descubrir ese día ya me había alborotado terriblemente la imaginación, y mi espíritu aventurero ya lúcido en intranquilo, golpeaba frenético las paramentos de mi pecho, loco por escaparse veloz hacia la desconocida y inesperada aventura.  Terminé rápidamente de desayunar, y sentí el fuerte reclamo de la pilcha (Vejiga urinaria, vulgar relación derivada del Quechua: "pillchay", y del Mapudungún: "pùlcha", y sí, con el acento para ese lado) que ya no podía contenerse más, así que salté sin dubitación del camarote al frío suelo metálico y me dirigí vertiginosamente al baño a mear, a lavarme los dientes, la cara, y después a vestirme; en ese mismísimo orden, sin equivocaciones, errores o titubeos.

Salí a la cubierta excitado, ansioso y forrado hasta el cuello.  Una gorra de gruesa lana me cubría la cabeza desde la frente hasta el pescuezo incluyendo a mis refrigeradas orejas.  La dura neblina se estaba levantando sin apuro, desapasionada y silenciosa pero ya dejaba que viésemos la oscura línea del litoral y sus negras playas diseminadas de restos de viejos barcos de madera, los que una vez sucumbieron con su incontenible imprudencia en esas playas pedregosas, húmedas y solitarias, mientras que una bandada de curiosas gaviotas sobrevolaban el barco con su alharaca conversación de convulsivos graznidos, los que intentaban sofocar los sólidos ladridos de las meridionales focas negras, de los que sus ecos se escuchaban en la velada lejanía.  Aunque sin poner los ojos blancos; mi volátil y calloso espíritu aventurero estaba experimentando un vehemente orgasmo emocional.

En la cubierta, la frenética actividad había cesado y todo parecía estar en orden.  Los marineros estaban descolgando coordinadamente una blanca chalúa de largos remos por estribor, esto; para poder desembarcar en un paupérrimo embarcadero de madera casi negra que se descolgaba tímido hacia el interior de las aguas desde la playa, y cuyos pilares parecían danzar sensualmente entre las movedizas olas vestidos con sus Morés Tahitianos tejidos de algas y líquenes marinos, y con algunos choritos colonos.

Nos encaramamos en el bote con una cuadrilla marinera y mi padre al comando.  Mi padre siempre tenía asignado un marinero para que me cuidase, labor que era de alta estima porque el marinero a cargo no hacía nada durante el día, sino que acompañarme doquiera que fuésemos; y de esta manera; mi padre podía ejecutar sus capitanazgos deberes sin el lastre mío.  Cuando la chalupa estuvo abordada, los seis marineros a cargo de los largos propulsores comenzaron a dar poderosas remadas con sus espaldas encarando hacia litoral y en clara dirección del muelle.  La brisa húmeda y las salpicadas de agua salada nos llovían sobre la ropa, mientras que la indiferente neblina terminaba de recogerse hacia su desconocida morada bajo la supervisión de los pingüinos que nos observaban en lontananza con sus curiosos ojillos.    

En uno o dos santiamenes a lo más llegamos a destino y los marineros recogieron sus remos y ataron la embarcación rápida y habilidosamente a la escollera, y comenzaron a desembarcar en una forma efectiva y ordenada.  Les seguí detrás bajo el ojo avizor de mi protector que me seguía pegado como sombra a mis espaldas.  Caminamos por el entablado de la escollera hasta que llegamos a tierra.  El suelo estaba duro, frío e insociable como alma de abogado licencioso.  En un rincón de la playa de desembarco, se veía un antiguo y desahuciado barco ballenero abandonado a su suerte.

No sé por qué razón ni para qué propósito, pero la idea era dirigirse a un promontorio de nombre "Colina Xenia", la que se levanta unos 100 metros aproximadamente sobre el nivel del mar en el lado Norte de la isla.  La jornada se realizaría ese mismo día, lo que explicaba la levantada tan de madrugada.  Los marineros ya tenían organizados los pertrechos, mochilas, herramientas, instrumentos y demases necesarios para la expedición; incluídos los infaltables, necesarios y oscuros lentes de sol.  Mi guardián era víctima de bromas por los demás marineros que cargaban grandes bultos mientras que mi procurador sólo llevaba una pequeña bolsa marinera acarreando un par de cambios de ropa para mí; pero en vez de sentirse insultado, sonreía con una lozana mueca de victoria.

Ésta no era una expedición turística así que no circularíamos por los lugares donde anidaban los pingüinos o las gaviotillas, o transitaríamos por los escuetos senderos que los turistas frecuentan para observar de cerca la flora y fauna de este remota y glaciar isla dotada de ululantes ventisqueros sin murallas andinas.  Casi inmediatamente dejamos atrás la ensenada con sus amarillas casas de negros techos, sus pedregosos senderos de circulación, y sus largas escaleras de acceso a los edificios.  El pardo ruido que el viento Polar les arrancaba a las flameantes tiritantes banderas, ya no se escuchaban en nuestra marcha.  El ruido se había quedado atrás perdido y deshecho en la nada como el típico juramento político.

El frío viento nos acosaba por todos lados, cambiaba de dirección constantemente como la justicia pagada; pero la marcha proseguía impertérrita y en silencio mientras los duros calamorros calzados por los hombres se comían ambiciosos la distancia estampada sobre la rocosa superficie.  La neblina ya había desaparecido por completo, y ahora sólo reinaban los amplios espacios y los vivificantes y clarísimos rayos de sol subrayados por un afilado viento que trataba de mordernos las coloridas e infladas parcas rellenas con plumas de infortunados gansos menestrales.

- ¿Está cansado don Rodrigo? – se oía inquisitiva la voz de mi alegre guardián.
- ¡No! – yo contestaba ufano y casi sin aliento por mantener la marcha con los hombres.
- ¡Avíseme cuando se canse! – gritaba desde atrás.
- ¡Güeno! – le contestaba porfiado y escaso de hálito.

Mi padre con ojo avizor y aguzado oído, esbozaba una sonrisa de aprobación cada vez que escuchaba este corto coloquio.

La marcha era brutal y el terreno era hosco.  Pedregales por doquiera, afloramientos rocosos y desabridos aparecían por todos lados, y a veces se vislumbraban unos escasos parches de obstinado musgo cerca de las playas, y también sobre las incisivas rocas que nos empujaban en zigzag.  De vez en cuando, me paraba a recoger algún guijarro que me llamaba la atención, o alguna piedrita de color llamativo, o un pedrusco que en mis ojos, vestía alguna forma quimérica.  Los soplaba para limpiarlos, y los ponía cuidadosamente en mi bolsillo mientras proseguía la forzada marcha.

- ¿Está cansado don Rodrigo? – repetía preocupada la voz de mi optimista escolta.
- ¡No! – volvía a contestar no tan  ufano ya, y jadeando.
- ¡Avíseme cuando se canse! – repetía el porteador marino de ronca voz.
- ¡Si, p'ó! – le volvía a contestar ya medio muerto.

La marcha se eternizaba, el suelo seguía negro, duro, frío y pedregoso; el viento no se compadecía, y creí oír a las focas y a los lobos marinos riéndose de nosotros mientras que se acomodaban allá abajo en las playas a tomar el sol en sus trajes de gruesas capas de grasa que no dejaban entrar al frío ni por equivocación.  De pronto, una voz distorsionada por el cortante viento quebrantó el silencio de la marcha anunciando: ¡Ballenas a proa!

El marinero que había aclarado la cima del promontorio que estábamos escalando, desde su cima apuntaba hacia el mar.  Corrimos los metros que nos faltaban para llegar a la cima, y al llegar a ésta y como yo era enano, no podía tener una clara vista entre los gruesos pantalones de la tripulación.  De pronto sentí que una poderosa fuerza me izaba en el  aire.  Era mi custodio que me alzó en sus brazos y me sentó sobre sus hombros para que pudiese ver mejor.  Entonces pude ver esas ballenas negras que se bañaban sin preocupaciones en las aguas enfrente de una rada.  Estaban lejos y parecían pequeñas, pero yo sabía que no lo eran.  Realmente no sé por qué, pero en ese instante me acordé de Dumbo.

Este espectáculo duraba menos de un minuto cuando se oyó la tronante voz de mi padre rugiendo: ¡Resumir marcha!  Aparentemente todos mis encuentros con ballenas duran poco.  A este punto, mis flacas piernas de peladas canillas estaban al borde del colapso, así que cuando mi guardián me ofreció llevarme sobre sus hombros, acepté gustoso.  Reanudamos la marcha que ya se prolongaba ya por más de dos horas, al menos eso era lo que mi imberbe experiencia calculaba.       

Seguíamos caminando por promontorios de rocas grandes y filosas por donde los pingüinos se paseaban como Pedro por su casa.  Las playas se recostaban contra el mar allá más abajo, mientras compartían sus rocosas superficies con pingüinos, lobos marinos, focas y gaviotas.  En la expuesta fisonomía de la isla se podían descubrir las magníficas y grandiosas fuerzas tectónicas que parieron con la fuerza de sus elementos siderófilos esta isla tiempos A.  Había monolitos paleolíticos que se erguían sobre la superficie de la isla como si desconocidos gigantes ancestrales los hubieran plantado allí con algún singular y velado propósito.

Caminábamos ahora detrás del porteador de la dotación que llevaba el radio colgando pesadamente a sus espaldas.  Podía escuchar el ruido de la radio de onda corta que anunciaba el estado tiempo entre pulsantes interrupciones cacofónicas y una nevada de electricidad estática.  Nadie decía nada, todos bufaban y caminaban indetenibles y determinados hacia el objetivo.  Mi padre nos echaba una mirada de cuando en cuando, y mi encargado contestaba con una sonrisa de afirmación.  No recuerdo más de la marcha porque en este punto me quedé dormido sobre esos sólidos y tibios hombros que me transportaban en forma segura hacia la cima de la Colina Xenia.  Nos adentrábamos osados en los indomables dominios de la naturaleza.

No me dí cuenta de qué, cómo, cuándo, dónde, y cuánto pasó; solo recuerdo que desperté dentro de un saco de dormir en una carpa anaranjada a la que el viento agitaba resentido como si quisiese mancillarla.  Me asomé a la entrada de la carpa, descorrí el cierre y lo primero que ví, fué a mi fiel guardián sentado a la puerta de la tienda sujetando entre sus enguantadas manos un tazón de algún líquido caliente.  Apenas me vió, me ofreció traerme una taza de chocolate caliente, pero rehusé aceptarla.  En ese momento tenía un asunto más urgente que atender y que su espera no se podía dilatar más.  Lo miré y le dije con cara compungida y apremiada:

- ¡Tengo que ir al baño!

El marino me miró con unos ojos de incredulidad, y tartamudeando un poco me dijo:

- Eeeh, ¡espérese un poco don Rodrigo!  ¡Vuelvo al tiro!(3) – y sin más trámite, partió al trote donde se hallaba mi padre.

(3)   Por razones desconocidas para la raza humana, los Chilenos utilizan un lenguage bélico de características balísticas cuando hablan: ¡hablan a balazos!  Lo que sea que hacen, lo hacen "al tiro".  Tiros para arriba, tiros para abajo, tiros por todos lados, no hay acción que se escape de los tiros. También parece que estos "tiros" se ejecutan con silenciador, porque cada vez que anuncian un tiro, afortunadamente éste nunca se escucha.  Un amigo centroamericano me dijo una vez que para hablar con los chilenos hay que agacharse ¡porque los tiros vuelan!  ¿Qué cosas, no?

Desde la frágil seguridad que me proveía esa carpita delgada como himen de virgen Vestal, veía a mi padre conferenciar con my porteador.  Aparentemente discutían un asunto intricado porque les costaba llegar a una resolución.  Después de unos severos minutos de parlamento, aparentemente una salida a la encrucijada se había decidido.  El marino regresó al trote hasta la carpa.  Se arrodilló en la entrada y me dijo:

- ¡Güeno, vamo'a tener que improvisar don Rodrigo! – seguidamente me hizo una seña para que los siguiera.  Salí del refugio de nylon y comencé a seguirle.  Me indicó lo mejor que pudo de que deberíamos ir por detrás del promontorio, fuera de la vista del destacamento y deberíamos "hacerlo rápido".  Cuando llegamos por detrás del rocoso promontorio, yo ya no aguantaba más, así que rápidamente me bajé los dos pantalones y los calzoncillos de lana de oveja Merino, asumí la posición de combate intestinal y descargué una rápida andanada ventral administrativa sin misericordia y con bocina.  El poto se me heló casi instantáneamente, y desde mi poco digna posición podía ver la inadvertida fauna isleña que no se percataba del acto de contaminación biológica ilegal que se estaba perpetrando en su casta propiedad.

Dándome la espalda, el marino sujetaba un manojo de papeles que, a falta de papel "confort"; tendrían que actuar como unidad de contención biológica y como improvisados aparatos limpiadores de labios arrugados.  Me limpié lo mejor que pude, y apenas lo hice; el viento se llevó presuroso los embetunados papiros cloacales en dirección de la playa.  ¡Pobres pingüinos!  Apresuradamente me terminé de vestir y cuando me dí vuelta a ver el daño colateral, descubrí un inocente y juvenil mojón erguido orgulloso como pirámide Egipcia, aún soltando vapores de esfuerzo, pero se estaba congelando vertiginosamente.  El guardián al ver esto, estalló en australes carcajadas.

Dejamos el epicentro vertiginosamente.  Miré hacia atrás y lo vi allí, solo y abandonado, como el más reciente representante del último vestigio de nuestra civilización.  Sabía que el frío antártico lo petrificaría muy pronto.  No me dió pena, pero me dió lástima.  Este mojoncito junior había logrado conquistar las latitudes más longitudinales que ningún otro mojón rozagante haya alcanzado antes.

Nunca supe lo que la cuadrilla hizo en la cima de la Colina Xenia, pero ya no importaba porque habíamos iniciado el regreso a nuestro punto de partida.  Sentía como que un pedazo de mi inconsistente humanidad se había quedado atrás.  No tuve tiempo ni de darle nombre al valiente marmolillo que dejé involuntariamente a la zaga, el que había sido empujado y pujado por las apremiantes circunstancias. 

Nunca más ví a la isla Media Luna, ni al heroico mojón que se que se quedó abandonado en contra de su voluntad en la fría y húmeda isla Media Luna, y a merced de las focas, de las ávidas gaviotas y de los perpetuos pingüinos barbijos. 

¡Te saludo glorioso y épico mojón de la niñez desde la corta pero infinita e irreversible distancia del tiempo!  Firmado: Tu Creador.

El Loco