martes, 1 de marzo de 2011

Caleta Tortel

Yo siempre he pensado y le he repetido muchas veces a mis queridos congéneres de que poseo Las Llaves de las Puertas del Cielo, pero que hasta hoy; ¡no he podido encontrar las jodías puertas!, pero quién conoce Caleta Tortel, está casi a un paso de estas esquivas Puertas Celestiales.

Caleta Tortel es una adorable y apacible aldea costera enclavada en el coxis de la Cordillera de Chile, casi al final de la espina dorsal de estas majestuosas montañas que engalanan soberbiamente este frío y placentero sur del planeta con sus hermosos pezones nevados y sus complicadas caderas geográficas, conocida por los menos agraciados intelectualmente como: Cordillera de Los Andes.

La cándida Caleta Tortel es la soberbia alhaja cruda que corona el camino más austral de este planeta, la Carretera Austral chilena; con un magnífico aura de una inquieta y filigránica hermosura, y rodeada de un soñoliento y sereno litoral localizado en la boca del río Baker. Ésta seductora localidad fué fundada hace muy poco, el 28 de Mayo de 1955 como Tortel, una simple y singular caleta de embarque que sirvió para darle una ágil salida a la explotación del Ciprés (Uviferum de Pilgerodendron), que en aquellos tiempos era una industria forestal floreciente y muy abundante en la zona. Hoy, este valioso árbol, el Ciprés; sigue creciendo porfiadamente en los alrededores de Caleta Tortel, y sigue perpetuando su estatura majestuosa, manteniendo su hermoso follaje, y exhibiendo su alegre y verduzca compañía; tal como lo hizo antaño.

No estoy seguro de la verdadera identidad de sus germinales fundadores, ni de la fecha exacta de la institución real de este pedazo de paraíso (tal como el otro Paraíso, que nadie sabe a ciencia cierta por quién, cuándo y dónde fué fundado, aunque se cree que está empotrado en algún sitio perdido en "el cielo") en que Don Hernando de Magallanes posó su firme, conquistador y viajero pié en 1520, dando este original paso austral mucho antes que cualquier otro hombre civilizado hubiese impreso una huella en sus arenas, llamándola: "Tierras de Diciembre". ¡Que güevá más romántica, ¿no?!

Esta joyita terrícola ubicada en la Región de Aisén (XI Región), en la Provincia de Capitán Prat, con sus 507 habitantes de hoy, gradualmente se convirtió en un pequeño poblado que se comunicaba con el resto de Chile sólo a través del escaso y lento tranco del transporte marítimo de la época, el cual llegaba esporádicamente a sus acogedoras puertas a través de la boca del Río del Panadero, cerca de la Laguna San Rafael y su glorioso Glaciar, y a corto alcance del expiatorio Golfo de Penas.

La salvaje geografía que circunda la agraciada Caleta Tortel es antropófagamente rugosa, con un retozón festival de islas, llena de misteriosos fiordos, de escuetos canales y de antológicos estuarios. La industria forestal sigue siendo la mayor parte de la economía del Tortel de hoy. El primer camino de acceso a Caleta Tortel fué construído recientemente en el año 2003. Un largo y solitario camino de triste ripio y costoso sudor, que mirado desde tierra firme, desaparece lánguidamente en lo desconocido del sur, cubierto por la brumosa capa neblinosa de lo ignoto.

Las mágicas casas de Caleta Tortel son en su mayoría, elevadas casas de zancos; producto nacido de la arquitectura típica del pueblo chilote, y se encuentran construídas a lo largo de la rumiante costa Tortelina. Las cadenciosas veredas de la caleta están hechas de la alegre y perfumada madera del ciprés que repiquetean jubilosamente al compás del apurado taconeo de sus australes y cariñosos transeúntes, y que se encaraman histéricamente por las volubles y danzantes laderas de su ondulada anatomía que aún se mantiene porfiadamente aferrada a los cerros para no caerse al agua; y en donde el templado Cuerpo de Bomberos de Caleta Tortel no posee un carro-bomba, sino que una acreditada Barcaza de Incendios.

El sólo hecho de arribar a esta comarca de utopía, es como vivir la excitante y amedrentadora aventura de alcanzar los aledaños límites del fin del mundo. Tiempo atrás, cuando yo aún era un tiro loco de pelo largo recorriendo el fugaz mundo en que vivía, pasé una vez subrepticia y apresuradamente por los húmedos suelos de Caleta Tortel.

Venía conquistando el planeta con mis imperecederos sueños desde Río Bravo donde tomé el anciano "ferry" que sigue uniendo las orillas de fiordos e islas tal como una máquina de coser une las telas de nuestras ropas. Iba de vuelta a Puerto Yungay, y siguiendo hacia el norte, hice una súbita y corta parada en Caleta Tortel. Mis irreligiosos pies apenas se posaron un efímero y transitorio momento en aquellas heredades infinitas, y quizá fué ahí donde encontré Las Llaves de las Puertas del Cielo… Ese día tembló.

Si Robinson Crusoe hubiese sabido de la existencia de Caleta Tortel, él habría cambiado su pinganilla islita -esto es dicho sin el menor desmedro ni ofensa para las gloriosas Islas de Juan Fernández, a las que me referiré en otro apropiado momento- por este lugar que promueve los delirios del alma con sus celestiales comarcas de aromáticos Cipreses maduros y de sus rítmicas y soporíferas mareas infinitas. Allí también hubiese encontrado amparo Gilligan y su pandilla, tal vez unos cuantos desertores de Atlántida, y por seguro, un Pascuense, o dos. ¿También El Indio Pije dice usted?, pues la verdad es que no lo sé mi estimado lector, pero su pregunta me parece muy apropiada.

No pierdo las esperanzas de que algún día podré visitar Caleta Tortel una vez más, pero esta vez con la hilvanada paciencia y cordura de mis años, y con el pesado tiempo y la serenidad de mi madurez; para empapar profusamente mi sedienta e incansable alma exploradora del insaciable aroma, y del inmarcesible espíritu de aquel recóndito y bienaventurado lugar que me puso más cerca de Las Puertas Celestiales que ningún otro lugar del planeta.

Éste célebre lugar -Caleta Tortel-, es una antigua parte en los anales de los epigámicos pedacitos de historia que inventaron a Chile. El ecuménico conquistador Don Pedro Gutiérrez de Valdivia(1) quién nació alrededor del año 1500 en el Municipio de Castuera de la Serena, Extremadura, España, y que murió puntualmente el 25 de Diciembre de 1553 bajo el reinado de Su Majestad Carlos V, organizó una expedición para indagar los mares australes hasta el Estrecho de Magallanes.

(1) Efectivamente, Don Pedro Gutiérrez de Valdivia y el Conquistador "Don Pedro de Valdivia" son la mismísima persona. A algún gil historiador de rincón, y por alguna absurda razón demencial, no le gustaba el apellido Gutiérrez así que lo borró arbitrariamente de nuestros libros de historia. ¡Qué pendejo más irresponsable y egoísta, ¿no?! Seguro que era comunista el jetón.

Entonces, este linajudo Conquistador mejor conocido por todos nosotros como "Don Pedro de Valdivia" a secas, puso a cargo y comando de esta importante exploración al joven y valiente Capitán Don Francisco de Ulloa. Ulloa entró al canal de Chacao en el año 1553 del reinado de su Majestad de España Don Carlos V, y posteriormente, incursionando hacia el interior del peripuesto Estrecho de Magallanes. En su viaje de regreso recorrió delicadamente las menudas islas del archipiélago, y por esto; se le considera extraoficialmente el primer descubridor de Chiloé.

Tiempo después, el Gobernador de Chile en ese entonces, don García Hurtado de Mendoza le confió al navegante y explorador Don Juan Fernández Ladrillero, la misión de conquistar nuevas tierras en el Estrecho de Magallanes para la corona de España. Un predestinado pedacito de estas divinamente desordenadas islas, era la futura Caleta Tortel.

En esta conquistadora expedición iba embarcado el Ilustre y Noble Poeta del País Basco (Euskal Herria), Don Alonso de Ercilla y Zúñiga, inmortal autor del poema épico que narra las vicisitudes y odiseas de la Conquista y Guerra de Arauco en su obra "La Araucana". Don Alonso de Ercilla y Zúñiga escribió los siguientes versos en su legendario poema acerca de estas australes islas del archipiélago de Chiloé:
(Texto original)

"Era un ancho archipiélago poblado
de innumerables islas deleytosas,
cruzando por el uno y otro lado
góndolas y piraguas presurosas:
marinero jamas desesperado
enmedio de las olas fluctuosas
con tanto gozo vió el vecino puerto,
como nosotros el camino abierto".

----- Parte III. Canto XXXV - "La Araucana"----
----- Alonso de Ercilla y Zúñiga - (7 de Agosto de 1533 – 29 de Noviembre de 1594)

Siempre he dicho que la libertad y la justicia son nada más que un idealista sub-producto de nuestra loca e ingenua imaginación; pero que existir basado en nuestros más salvajes e indomables sueños, es lo único real y verdadero. Caleta Tortel es verdadera para el alma, la vida, y los sueños.

Yo hubiese escrito la siguiente Cuasi-Octava Real acerca de Caleta Tortel para insertar en "La Araucana", pero desafortunadamente no se le pueden hacer enmiendas a esta obra como las interesadamente ciegas enmiendas que les hacemos suelta, utilitaria e imprudentemente a las leyes que rigen nuestras sociedades; pero aquí está por lo que valga (también en Castellano antigüo):

"El paradiso de puerto marino era Caleta Tortel
habitado por gentes vernaculas gentiles i civilizadas,
de estatura libre y poderosa como la de el brioso corcel
de Su Majestad El Rey de España y sus cortes desbastadas
llenas de alcurnia como la deste jubiloso y oceánico Portel(2)
enmedio de fiordos i islillas calmamente alisadas
por olas de austral holgura y belleza,
y ensueños de una Guzmán(3) grandeza".

----- Parte III. Canto XXXV - "La Araucana del Loco"----
----- El Loco - (31 de Diciembre de algún tiempo atrás – y sigue jodiendo)

(2) Portel: Una pequeña pero hermosa Municipalidad en Portugal.
(3) Guzmán: Célebre título Castellano de realeza. El Duque de Medina y Sidonia llevaba este aristocrático honor entre Los Grandes de España.


A veces la gente me pregunta cómo cresta es me acuerdo de todas estas cosas y lugares, y les respondo que simplemente no tengo buena memoria. Lo que pasa es que logro acordarme de estas intangibles resonancias de mi vida que viven irreconciliablemente embutidas en las más recónditas y más profundas arrugas de los anchurosos parajes de mi retentiva facultad, simplemente porque me olvido de olvidar. La culpa por gran parte del bodegaje de estas clandestinas y vivificantes memorias, reside en los poderosos hombros de mi estimado "Chuncho", mi Profesor de Historia y Geografía; el muy Noble Don Jorge Gutiérrez.

Aún retumban en mi mente los gastados sonidos de la quieta pero poderosa historia de Caleta Tortel, y con este escrito quiero sobornar en una forma sutil pero altamente infecciosa vuestros dormidos espíritus juveniles y aventureros, y soliviantar grácilmente vuestras sosegadas almas con los dulces y melodiosos sonidos de este cuento mío, que lleva firmemente empotrada la impertérrita esperanza de que algún día ustedes, mis bienhadados Maristas todos, lleguen a visitar la inmortal e inolvidable Caleta Tortel.

El Loco

Post Sriptum Recordatio: Menos mal que un alegre Castellano fundó Caleta Tortel, porque si la hubiese fundado un italiano, se llamaría ¡Caleta Tortellini!