viernes, 1 de julio de 2011

La Jubaea Chilensis

Hay una humilde pero notable integrante del reino de las plantas perteneciente a la familia "Arecaceae" cuyo nombre nativo es Kan-Kán, pero mejor conocida para el resto de la humanidad como la Palma Chilena; es la "Jubaea Chilensis"; que significa Palma Chilena Vinera, la cual nos ha brindado por años la única, original y deliciosa "Miel de Palma", la cual apaciguó los ímpetus del alma de Gnenechén -el Omnipotente Dios de los Mapuches- desde mucho antes de la llegada de los Castellanos(1) a América.

(1) El 12 de Octubre de 1492 cuando Don Cristóbal Colom (no Colón, que además era Mallorquín y no italiano o genovés como creen lo ilusos) llegó a las América, plantó la onerosa bandera y los blasones de Castilla en las tierras recién descubiertas, simplemente porque España no existía todavía en ese entonces. Los "españoles" no llegaron al nuevo continente, sino que lo hicieron los Castellanos y las Gentes de Aragón provenientes de las comarcas de Isabela I (Isabel de Castilla), Reina de Castilla y León; y de Ferdinando El Católico (Fernando de Aragón), Rey de Aragón, Sicilia, Nápoles y Valencia.

La Jubaea Chilensis es la única especie existente de la familia (o género) Arecaceae, que aún sobrevive pertinazmente los intransigentes abusos humanos. Esta palmerita es nativa del suroeste de América del Sur, y en la región central de Chile se le considera endémica. En Chile central entre los 32°S y 35°S y al sur de la Región de Coquimbo, y la Región de Valparaíso es donde se encuentra en más abundancia. También se encuentra, aunque en menos profusión, en la Región Metropolitana de Santiago, en la Región de O'Higgins y en el norte de la Región del Maule con su clima mediterráneo y estaciones secas y prolongadas.

Durante mucho tiempo se creyó que la palma de Isla de Pascua (ya extinguida) también pertenecía a la familia "Arecaceae", pero es de distinto género y ahora se le categoriza en su propia y privativa familia: "Paschalococos". Y nó, nó señor, no significa pásame los cocos como los flaites chilenos asumen. ¿Qué cosas, no? Si usted quiere los cocos de la palmerita, los tiene que cosechar usted mismo.

Esta inocente palmerita es más supercalifragilística que Mary Poppins en monokini. Durante su larga vida llega a medir hasta 25 metros de altura, y su tronquito desarrolla un diámetro de hasta 1,3 metros en la base, y muchas veces es más grueso en su parte alta. ¡Las otras palmeras han admirado siempre sus sensuales y vertiginosas caderas! Solamente comienza a florecer cerca de los 60 años de edad (como yo), cuando llega a su edad reproductiva (como yo). Sus hojas en forma de pluma parecen pequeñas comparadas con su ciclópeo tamaño, pero miden alrededor de 3 a 5 metros de longitud, coronando esta palmera en forma graciosa y desbandada, como la simbiótica peluca chascona del "Tony Caluga".

La Jubaea Chilensis más grande en existencia que se conoce es un espécimen que se le mantiene puertas adentro, como planta de interior en los Jardines Botánicos Reales Kew, en Inglaterra; y mide una cachá regrande de metros.

Su prima, la sexy "Dasyphyllum Excelsum", es de la familia "Asteraceae" y se conoce en Chile como Bulli, y se parece un poco al Eucaliptus. Se encuentra esparcida coquetamente entre Quillota y Cauquenes, y también habita en el Parque Nacional Cerro La Campana tal como su prima. Estas primas, la "Jubaea Chilensis" y la "Dasyphyllum Excelsum" están escritas con tinta roja en la lista de especies en extinción.

Lo que no me puedo explicar por más que trato (¿Quizá porque ahora soy gringo?), y desde mi punto de vista esto constituye una omisión indocta e inaceptable, es que Chile ha reconocido como especies nacionales simbólicas a la Araucaria, a la Araucaria Araucana, al Alerce (Fitzroya Cupressoides para los más entendidos), y a la Semper Glorificus Copihue (Lapargeria Rosea --como les escribí acerca de ella hace tan poco), e inexplicablemente y sin razón colegida; no han incluído entre estas supercalifragilísticas especies a la Jubaea Chilensis ¡que tiene unos coquitos tan lindos! ¿Qué cosas, no?

¿Será quizá producto de la actitud política radical y pancista, tan inherente y propia de los sucios y desvergonzados manejos administrativos de los chuecos y moralmente corcovados políticos de nuestra era? Quizá esto obedece a su lema natural intrínseco : "Omne mea nam" -- ¡todo para mí! Pues esto no me extraña un exiguo mínimo.

Hay dos mil ochocientas especies de palmáceas desperdigadas en un extraordinario concierto y despliegue biótico por todas las superficies que están por sobre el nivel del agua en este cuasi-redondo y rotatorio planeta, pero entre todas ellas, la palma chilena es la de más pasmoso y soberbio desarrollo. Aunque no hay estudios científicos conocidos que aseveren que estas plantas tienen más de de mil años de antigüedad, puede ser tácitamente señalado en numerosos estudios la referencia a la longeva edad de estas prehistóricas especies.

La raíz de esta palmera es muy curiosa ya que no posee una raíz comparativa a las de los árboles. En vez de poseer grandes raíces; del tronco germinan una gran cantidad de fibrillas delgadas que miden casi un centímetro de diámetro, pero que tienen hasta 15 metros de largo, de las cuales solo un pequeño porcentaje de ellas socavan en profundidad para buscar aguas subyacentes. La mayoría de estas raicillas se extienden horizontalmente, lo que le da poca sustentación a la palmera, y la hace vulnerable a los vientos fuertes, de la misma forma en que los nefastos políticos desestabilizan a su discreción nuestros países. Por eso es que cuando un jugador de fútbol se lo pasa cayéndose al suelo lo tildan de "palmera". Los pensamientos de muchos políticos son como las raíces de las palmeras: la mayoría escasamente profundos, y el resto; superficial. ¿Qué cosas, no?

Por si no se lo habían enseñado en el Ercilla (2), la Jubaea Chilensis se reproduce por semillas. Éstas están envueltas en vainas de un tamaño aproximado a un metro las cuales se denominan espatas. Cuando estas vainas maduran, florecen y dan fruto. Una vez que los frutos se secan, las semillas se liberan y se diseminan en la tierra alrededor de la palmera, y dependiendo de las condiciones de la biota ambiental y del ecosistema en que se encuentran, la semilla puede demorarse varios meses en germinar, y en ciertos casos, varias temporadas. Últimamente su reproducción y crecimiento no está regido por el clima atmosférico, sino que por el clima político, que por cierto es conducente a nada, y es por eso que nuestra amada palmerita está en vías de extinción. ¿Qué cosas, no?

(2) El "Ercilla", es conocido ampliamente por la humanidad inteligente y por sus educandos como el "Glorioso y Célebre Instituto Alonso de Ercilla de Los Hermanos Maristas de Chile". Nuestro espléndido colegio fué fundado por los Hermanos Maristas en la ciudad de Santiago del Nuevo Extremo en Chile por allá por el año de 1929. Fué declarado "Cooperador de la Función Educacional del Estado" por Decreto Oficial de la República de Chile N° 1444 con fecha 30 de Abril de 1929. ¡Esto sí es "cool"! Nota:El Ercilla es un Colegio Católico, pero no es culpa mía.

Leyenda
Hay una leyenda de la cual no se tienen muchas referencias verosímiles, pero que por milagro la escuché años "A" de la boca de un Indio Alacalufe(3) durante una de mis travesías cuando me fuí a descubrir la Isla Desolación, enclavada en los silentes dominios del Estrecho de Magallanes, en el antártico sur de nuestro cabizbajo planeta. Afortunadamente "escuché" esta leyenda porque por esos años sordos, yo no le escuchaba u obedecía a nadie, así que el haber escuchado una vez; es casi un milagro. Me acuerdo de esto porque mi insensato padre me amenazó con hacer un trueque con los Alacalufes, y cambiarme por un saco de "choros" si me seguía negando a "escuchar". Forzado por las circunstancias de sobrevivir, escuché. El panorama de vivir entre los Alacalufes --y esto dicho con todo el máximo respeto de un hombre civilizado por estos extraordinarios aborígenes australes-- no era una opción que estaba dispuesto a considerar en esa edad de mi vida. ¡Los Alacalufes no tenían ni teléfono ni tele!

(3) Los Alacalufes (o Kawésqar) son gentes nomádicas marítimas que viven en el sur de Chile en la Península de Brunswick, y en las islas Wellington, Santa Inés, y Desolación. Su lenguaje es el Kawésqar. Nunca mire a "huevo" a los Kawésqar, porque al igual que la mayoría de los indígenas de Chile, son bilingües ya que para comunicarse con la cultura dominante deben aprender el Castellano como segunda lengua. ¿Es usted bilingüe? ¿Ve?, ¡No joda!

De acuerdo a Urrac Sectiser --que significa Caballo (Urrac) del Viento del Este (Sectiser), en la lengua Kawésqar--, un singular y sonriente Alacalufe pataco y fuerte que conocí durante mi travesía; me relató un cuento de su pueblo. Este relato se supone que es cierto porque cuando me lo estaba contando, la abuelita de Urrac Sectiser; doña Ypacolis Iacepáaiselop (mujer de la luna) que escuchaba atentamente la narración, expresaba su aprobación con un movimiento de cabeza en signo de asentimiento. Yo pensé al principio que la señora tenía Parkinson, o un "tic" nervioso, o a lo mejor estaba media loca como su nombre lo indicaba, pero al parecer no era así. El cuento narra lo siguiente:

Hubo una vez un Alacalufe beligerante y bellaco de nombre Akschene Actási (Hombre Hediondo en Kawésqar) que nadie lo podía tragar en la tribu porque era pendenciero, malintencionado, y abusivo. Se lo pasaba borracho y molestando a la gente sin ninguna razón. No podía ver nada sano, hermoso, o importante sin estropearlo o destruírlo. Su nombre se derivaba de su aspecto y costumbres poco refinadas: se meaba en su ropa cuando estaba durmiendo la "mona", no se limpiaba bien el culito después de ir a depositar en el campo, no se bañaba y se escondía de la lluvia, y después de comer pescado no se lavaba los dientes. En fin, era un flaite Alacalufe con tufo a abogado deshonesto.

Un día, Akschene Actási andaba caminando por las orillas de una islita cerca de Isla Desolación y tropezó con un grupo de palmeritas nuevas que crecían sin ser molestadas hasta el momento. Sin fijarse al caminar, el estulto Akschene Actási tropezó con una de ellas y se hirió un pié; el que no era tan grande como el de los Patagones (4), pero que le servía muchísimo para caminar. Akschene Actási se enfureció con la joven e inocente palmera, y para vengarse del daño que le había cometido, recogió una enorme piedra que yacía cercana, y aplastó a la palmera. Le asentó la enorme piedra en su corona a la palmera, lo que la aplastó hasta que casi la derribó al suelo. Acto seguido, este pendejo maldito reanudó su camino profiriendo enojado: "¡Tahuasalúl ahuork! (¡muérete porquería!)" --en Castellano actual sería: ¡Ándate a la chucha!--.

(4) Los Patagones (o Tehuelches, que significa "Gente Bravía en Mapudungún o Mapuche) --según nos enseñó nuestro amado Profesor de Historia Don Jorge Gutiérrez; es el nombre genérico que se le ha dado al conjunto de etnias amerindias de la Patagonia y de la región Pampeana en América del Sur. Ellos, aunque divididos en varios grupos, hablaban lenguas diferentes pero compartían rasgos culturales comunes. Este conjunto de etnias suele denominarse Complejo Tehuelche. Se dice que tenían pies enormes y que no necesitaban Skis para esquiar, ni tabla para "surfear".

La palmera llena de dolor y angustia trató desesperadamente de zafarse de la piedra que estaba firmemente enredada en su corona sacudiéndose para todos lados, empujando, inclinándose, pero por más que trató, no lo pudo conseguir. La piedra estaba firmemente adherida a su corona, y por más que lo intentó, no la pudo soltar ni deshacerse de ella y entonces cuando perdió todas sus fuerzas en este intento de zafarse, finalmente quedó abatida mientras que las otras palmeras la miraban desconsoladas y sin poder prestarle ninguna ayuda.

Entonces la joven palmera arañó el suelo y con algunas de sus raíces excavó el húmedo suelo Alacalufe sureño y se mantuvo en pié desafiante a pesar del enorme peso de la piedra que la aplastaba inicuamente. Como no podía estirar sus ramas para captar la humedad ambiental y poder beber, fué hundiendo enérgicamente sus raíces tan profundamente hasta que encontró las vertientes de agua más subterráneas del oasis. Esas aguas frescas y profundas la alimentaron y fortalecieron, dándole la tenacidad para empujar la piedra tan alto, que el viento la hacía balancear, pero la piedra nunca se desplomó a tierra desde su corona. En este esfuerzo por crecer con tamaño peso encima, la palmera creció tan alta que ya ningún árbol le hacía sombra a su corona de hojas horizontales. El agua límpida de las profundidades y el cariñoso sol de la constelación de Fénix, convirtieron a la joven palmerita en una palmera reina enorme y fuerte que era una verdadera beldad.

Al cabo de unos lentos y numerosos años, volvió el malvado Akschene Actási a pasar por el lugar en que había torturado a la palmerita, para alegrarse la vida y regodear su vista con el árbol que él había estropeado unos años antes. Buscó por todos lados sin encontrarla. Él estaba seguro de la ubicación de la palmera, pero por más que buscó, solo veía palmeras altas y fuertes, en especial una de ellas que era la más alta de todas y las más fuerte también. Entonces esa palmera bajó su corona hacia Akschene Actási, le enseñó la piedra que todavía estaba empotrada en su corona y le dijo: “Akschene Actási, tengo que darte las gracias, porque tu carga aunque injusta y desmerecida me ha hecho fuerte. Pero no me ha hecho fuerte por tu maldad, sino porque me rehusé a aceptarla”.

La palmera continuó dirigiéndose al Alacalufe maldito agregando: "Ahora ya no necesito más esta enorme y pesada piedra, así que te la devuelvo". Acto seguido se inclinó sobre Akschene Actási y le dejó caer la pesada roca desde gran altura en la cabeza, aplastándolo como a un sapo. Fin. Moraleja: No sea desgraciado. ¡Sería portentoso que nosotros pudiésemos devolverles las piedras que nos han colocado encima de nuestras vidas los abogados deshonestos, los políticos mentirosos y los curas depravados!

De Vuelta a la Jubaea Chilensis
La palma chilena, llamada Kan-Kán por los antiguos habitantes de esta región, fué muy importante en el pasado, ya que a falta de industria maderera, sus hojas y las fibras de su tronco se utilizaban para techar viviendas; y sus frutos y la miel que se extraía de ellos desde hace muchos siglos, constituían y siguen constituyendo una excelente fuente alimenticia para el hombre. Desafortunadamente, ésta es una de las causas principales que han llevado a la palma chilena a vías de extinción y por eso esta noble palma se encuentra en escaso número, ya que para obtener su codiciada miel, es necesario cortar la palma provocando su muerte. Ya postrada en el suelo, a la palma se le cortan las hojas para que de ahí sangre la preciosa savia que al escurrirse, le va sangrando la vida. Una vez procesada esta savia, dá origen a la extraordinaria Miel de Palma. ¿Qué cosas, no?

Algo de Historia
Si bien existe nutrida literatura sobre esta ingenua floresta, en la mayoría de los casos se trata de investigaciones muy especializadas y hasta parciales sobre el tema de la Jubaea Chilensis. Por lo general estos estudios o trabajos investigativos forman parte de tesis universitarias, trabajos de investigación inéditos, o informes técnicos de circulación restringida. La Jubaea Chilensis es sin duda alguna, el James Bond de las palmeras.

A pesar de que las palmeras que son el árbol símbolo de las regiones tropicales, y que están situadas ahora en climas templado-fríos como en Chile, se conjetura de que éstas sean resabios de épocas más cálidas. Esto se debe a que hace aproximadamente 120 millones de años (y esto es cierto porque me lo dijo mi abuelita), cuando el quiebre de Pangaea era más evidente a finales del período Cretáceo y a comienzos del período Terciario, románticos períodos en donde desgraciadamente no había ni un gil que pudiese salir a observar los Solsticios, la mayor parte de la superficie de la tierra estaba dominada por climas tropicales. A continuación de estas edades Paleontológicas, se produjo un enfriamiento progresivo del planeta que terminó en los períodos glaciares. Las palmeras, al igual que otros árboles, se retrajeron a zonas más abrigadas del frío, algunas quedando aisladas como en el caso de la Jubaea Chilensis. Esta especia ha sobrevivido desde entonces y hasta hoy en nuestro período Cuaternario, período en que desde hace 1,6 millones de años existen todos los animales y alimañas que tenemos hoy, incluyendo abogados, políticos y curas. ¡Ha!, y también el ser Humano. (Se dice que el Chupacabras es la cruza de un abogado deshonesto, un cura homosexual y una política fea. La verdad es cruda, pero no duele).

La Jubaea Chilensis tiene una primorosa y pintoresca prima que habita en las islas del archipiélago Juan Fernández, que se le conoce como la Palma Chonta, pero que su nombre verdadero es "Juania Australis", y no como "La Juanita del Sur" como algunos morones creen. Esta palma también está enfrentada a su extinción.

La Intervención Humana
Luego, la especie más perfecta, la más desgraciada, la más inconsciente y la más depredadora de todas en la naturaleza, el hombre, emprendió su impune asalto y su infecundo combate en contra del bosque y del matorral nativo. La pobre Jubaea Chilensis hoy subsiste a duras penas, en forma natural y con el gran desdén irresponsable del hombre, solo en algunas escasas agrupaciones aisladas. En Chile, este proceso destructor inconsciente se desata con la inesperada llegada de los conquistadores, y en muchos lugares aún continúa su devastador e irresponsable azote hasta nuestros días. ¿Qué cosas, no?

Así que mi querido lector, la próxima vez que usted tenga el lujo y la suertuda fortuna de pasar en frente de una de estas silenciosas, agraciadas, y colosales palmeritas, por favor no la mire tan "a huevo" señor, y muestre un poco más de respeto y civilidad por este colosal sobreviviente de la chilenidad ancestral chilena. Muchas gracias caballero.

El Loco