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miércoles, 1 de mayo de 2019

El Triángulo de Las Bermudas

Para comenzar, examinemos las islas Bermudas.  Las islas Bermudas son un territorio colonial británico de ultramar ubicado en la región norte del Océano Atlántico.  Estas islas fueron descubiertas en el año 1505 por el explorador y navegante español del mar océano Don Juan de Bermúdez, y de su apellido es que el nombre final de estas islas se deriva y es  heredado. 

Este nuevo descubrimiento de Bermúdez se menciona en el libro “Legatio Babylonica”, publicado en el año de 1511 por el historiador italiano Pedro Mártir de Anglería, quien fué un  prolífico y productivo narrador.  Se estima que Pedro Mártir compuso alrededor de ochocientas cartas dirigidas a varias personas ilustres en las cortes de Europa a quienes les relata eventos en España y de la corte española, las cuales están escritas en un estilo periodístico-amarillo, y a menudo siendo un compendio de chismes.

El descubrimiento de estas islas protegidas por un arrecife de coral que rodea la isla principal, fué enrolado en los listados españoles de lugares de comercio y abastecimiento marítimo del año 1505.  Posteriormente, estas nuevas islas fueron activamente usadas por muchos barcos españoles, portugueses y de otras nacionalidades de la época como punto estratégico necesario para el reabastecimiento de carne fresca, frutas, verduras y agua entre otros inevitables menesteres náuticos.

Los navegantes y tripulaciones que visitaron estas remotas islas originaron leyendas y supersticiones de espíritus y demonios.  La marinería juraba que había demonios y seres extraños que “vivían en las islas”.  Se piensa que estas leyendas surgieron de las llamadas de apareamiento o del cacareo de ciertas aves chillonas como el Petrel de Bermuda o Cahow; y quizá del fuerte sonido que se oye por las noches producidos por los cerdos salvajes que habitaban en las islas. Esto, combinado con las frecuentes tormentas que azotaban a las islas y los peligrosos arrecifes de apariencia tenebrosa, este bello archipiélago se conoció entonces como “La Isla de los Diablos”.  ¿Qué cosas, no?

La triangulación de este placentero archipiélago es así: está ubicado a unos 1.070 kilómetros al este-sureste del Cabo Hatteras, en Carolina del Norte, USA; a 1.236 kilómetros al sur de la isla Cabo Sable en Nueva Escocia; y a 1.759 kilómetros al noreste de la isla Cuba. La capital del territorio de Bermuda es la ciudad de Hamilton.  Las Bermudas son autónomas, con su propia constitución y su propio gobierno, el que promulga leyes locales, mientras que el Reino Unido retiene la responsabilidad de la defensa y las relaciones exteriores.  El censo de Julio de 2018 arrojó una población de 71.176 habitantes, población que constituye la más alta de los territorios británicos de ultramar.

Un Misterio Misteriosamente Misterioso

El llamado “Triángulo de las Bermudas” es uno de los lugares en la periferia de lo sobrenatural más conocidos en este planeta, y sus vértices comprenden Bermuda, Florida y Puerto Rico.  Éste área de alrededor de 1.139.000 kilómetros cuadrados es un saco de misterios los que no han sido jamás resueltos.  El Triángulo de las Bermudas es un corredor marítimo de gran tránsito, y quizá el más dinámico del mundo, con un pesado tráfico diario de embarcaciones que regentan América, Europa y el Caribe.

Debido a numerosos eventos inexplicables ocurridos en la zona, el Triángulo de las Bermudas se ha convertido en un fenómeno abundantemente estudiado como la región más enigmática de la superficie del planeta.  A través de muchos siglos y recientemente se ha reportado una gran cantidad de embarcaciones y aeronaves que han desaparecido misteriosamente en esta indescifrable región.  A este triángulo oceánico se le ha hecho responsable por la desaparición de miles de personas durante las últimas décadas del siglo.  El término "Triángulo de las Bermudas" fué usado por primera vez por Vincent Gaddis, un autor estadounidense en su artículo publicado en la revista Argosy, en Febrero de 1964.

Las historias acerca del Triángulo de las Bermudas comienzan a aparecer durante la época del gran navegante Español mallorquín Don Cristóbal Colón nacido en Felanitx, Mallorca cuando -según sus informes- vió una llamarada estrellarse contra el mar en el triángulo durante su primer viaje al Nuevo Mundo.  Sin embargo, la misteriosa conducta de la región no llamó  la atención pública sino hasta el siglo XX cuando el buque de carga de la Armada estadounidense, el USS Cyclops con más de 300 tripulantes a bordo, desapareció misteriosamente y sin dejar rastros en el mentado triángulo de las Bermudas.

El último incidente de este tipo en la región fué la desaparición de un pequeño avión bimotor en Mayo del 2015 donde este avioncito con cuatro personas a bordo, desapareció repentinamente del radar cuando volaba desde la isla de Puerto Rico al Estado de Florida en USA.  Ulteriormente, se encontraron algunos residuos de una avioneta los que aparentemente parecían ser restos del avión desaparecido, pero esto no se ha podido comprobar fehacientemente.  

A medida que estos insólitos accidentes siguen ocurriendo en la región, muchos investigadores y también algunos chiflados han ofrecido una serie de explicaciones filosofunculistas para el misterio del Triángulo.  Entre las exégetas teorías se encuentran las más descabelladas incluyendo actividades paranormales y la presencia de seres y máquinas extraterrestres, mientras que una visión más científica disputa estos argumentos ofreciendo explicaciones especulativas, pero más racionales acerca del fenómeno.

Entre las insuficientes explicaciones científicas propuestas, la más popular es la teoría de la interferencia electromagnética la que causaría una neutralización de brújula e instrumentos de navegación aeropleústica*.  Esta teoría afirma que de vez en cuando se produce inesperadamente una gran alteración del imán natural de la Tierra, la que distorsiona la función de la brújula y anula o altera otros sofisticados equipos de navegación impidiéndoles trazar la ruta de navegación apropiada, y borrando la ruta previamente establecida.  Hasta la fecha, ninguna de estas teorías ofrece una explicación concreta y lógica, muchos todavía piensan que no hay nada extravagante en la región, ya que la mayoría de los incidentes que han sido reportados, han sido hechos en forma incorrecta, incompleta, o en versiones ficticias o novelescas.

Cada año se reportan nuevas desapariciones anormales en la región y se especula que hay muchas otras que no han sido reportadas.  A continuación les ofrezco una referencia de las desapariciones más notables a través de la historia acerca de la desaparición (o misterios no resueltos) de los accidentes marinos en el Triángulo de las Bermudas, o Triángulo del Diablo.

Aparición de Desapariciones sin Orden de Aparición de Desaparición

El Mary Celeste

Posiblemente ésta es una de las historias más misteriosas de naufragios, la que en sí, es una historia extraordinaria.  A pesar de haber encontrado esta nave a la deriva en otro lugar del Océano Atlántico, la conexión con el triángulo de las Bermudas se invocó como una manera  de encontrar una respuesta al misterio del Mary Celeste.

La brigantina mercante estadounidense Mary Celeste (a menudo confundida erróneamente con el Marie Celeste), fué descubierta a la deriva y desierta en el Océano Atlántico, frente a las Islas Azores, el 5 de Diciembre de 1872.  La brigantina canadiense Dei Gratia la encontró frente a las Islas Azores en un estado de caos pero en condiciones navegables, con un velamen parcial y con su bote salvavidas desaparecido.  La última entrada en la bitácora estaba fechada diez días antes de su encuentro.  

El día 7 de Noviembre de 1872, la nave zarpó desde la ciudad de Nueva York en una marea con dirección a Génova, Italia, y más tarde al momento de su descubrimiento; aún estaba ampliamente y debidamente provisionada.  Su carga de alcohol desnaturalizado estaba intacta, y las pertenencias personales del capitán y la tripulación también se encontraban intactas y en su lugar.  No se encontró vestigio de ningún ser humano a bordo, y su tripulación jamás fué vista (o escuchada de) otra vez.  En el Mary Celeste además se encontraron nueve de los barriles de la carga etílica completamente vacíos, y había un chafarote botado en la cubierta.

El meticuloso y detallado escrutinio de la nave descartó sin lugar a dudas la posibilidad de un ataque pirata, ya que todo en esta nave, incluídos los barriles de alcohol que transportaba y las pertenencias de valor de la tripulación, estaban intactas. Entre las teorías que circulan alrededor del misterio del Mary Celeste también hay las que circunscriben posibilidades de un complot criminal, un secuestro extraterrestre e incluso un ataque de un Kraken (o calamar gigante).  La posibilidad de un desastre natural también está en el inventario.  Algunos sugirieron que un terremoto submarino fué el causante del misterio, mientras que otros propusieron que el Mary Celeste incursionó fortuitamente en el Triángulo de las Bermudas.

Como quiera que sea, ninguna de estas teorías resuelve el misterio ya que todas son suposiciones infundadas.  Así que el misterio del Mary Celeste; sigue vigente.

Cinco Bombarderos Torpedo de la Marina de USA desaparecen en el Vuelo 19

El vuelo 19 es uno de los casos más famosos en la historia del Triángulo de las Bermudas. En Diciembre de 1945 mientras los rusos entraban en Cracovia, Polonia; empujando a los Nazis fuera del país, un grupo de cinco bombarderos torpederos Avenger de la Armada de los EE.UU. conocidos colectivamente como “Vuelo 19”, despegaron desde Fort Lauderdale, Florida, para un ejercicio de tres horas.  Jamás regresaron.  El Teniente Charles C. Taylor, líder del vuelo quien durante el vuelo estaba convencido de que su brújula funcionaba mal y que estaban volando en la dirección equivocada.  Entonces, una violenta tormenta se desató y el Vuelo 19 comenzó a desorientarse cada vez más.  Taylor pensó que estaban sobre los Cayos de Florida, pero eso no parecía posible.

El escuadrón en menos de una hora ya había sobrevolado sobre las islas Hen and Chickens Shoals en las Bahamas, pero Taylor por alguna razón desconocida estaba convencido de que sus aviones de alguna manera se habían alejado a cientos de millas de los Cayos de Florida.  Los desacuerdos entre los pilotos sobre si debían estar volando hacia el Este o hacia el Oeste se escucharon por la radio.  Las últimas palabras que se escucharon de Taylor preparaban a sus hombres para un aterrizaje forzoso en el océano, ya que los aviones se quedaron sin combustible.  Unos momentos más tarde, solo se oyó estática en la radio.

La Marina inmediatamente desplegó aviones de búsqueda.  Una pareja de hidroaviones PBM Mariner despegaron y siguieron los mismos pasos del Vuelo 19, pero éstos, al igual que el Vuelo 19; desaparecieron del radar y nunca más fueron encontrados.

El Ellen Austin

Este es un misterio del triángulo absolutamente desconcertante por su asociación con el desaparecimiento de su tripulación.  Esta era una goleta estadounidense de roble blanco llamada Ellen Austin.  En 1881, el Ellen Austin de 210 pies de largo, se dirigía a Nueva York desde Londres cuando se encontró con un barco abandonado cerca del Triángulo de las Bermudas.  Todo parecía estar en orden con la goleta no identificada la que se desplazaba a lo largo del norte del mar de los Sargazos, pero la tripulación de esta nave se había esfumado.

El capitán Baker del Ellen Austin decidió observar el aparentemente abandono barco durante dos días para asegurarse de que no era una emboscada.  Después de dos días sin aparente respuesta del barco a la deriva, el capitán abordó el navío desocupado con su tripulación.  Ante su asombro, encontró la carga bien estibada pero no había rastro de la tripulación.  Para poder atoarlo con el Ellen Austin, el capitán colocó una pequeña tripulación en el barco, la amarró con espías, y se puso a remolcarlo.  Después de dos días de remolque en aguas tranquilas, una tormenta se desató, y una ráfaga de viento separó a las dos naves, tras lo cual; el buque a remolque misteriosamente desapareció.

Según lo que las crónicas de la época reportan, días después de la tormenta desde la cofia del Ellen Austin el Capitán Baker pudo localizar el barco perdido con su catalejo, solo para darse cuenta de que el barco estaba a la deriva una vez más.  Después de horas de esfuerzo y navegación, el Ellen Austin pudo alcanzar el barco una vez más.  Para la sorpresa de todos, en el barco no había nadie a bordo, y el destacamento que le había asignado a este buque también había  desaparecido.

Hay versiones que sugieren que hubo más intentos de rescate de esta nave maldita, pero que todos terminaron de la misma forma.  Otros informes insinúan que la abandonada nave a la deriva fué vista una vez más, pero esta vez tenía una tripulación diferente a la tripulación colocada por Capitán Baker del Ellen Austin.  Las desapariciones de esta nave, sus reapariciones y la ausencia de sus tripulaciones son una historia bastante intrigante y enigmática.  Quizá éste es un secreto que el Triángulo de las Bermudas jamás nos revelará.

El BSAA Star Tiger

El 28 de Enero de 1948, el mismo día en que la primera grabadora de cinta se vendió;  el avión de pasajeros de la British South American Airlines -Star Tiger- se preparaba para despegar desde Lisboa hacia Bermudas.  Sin embargo, antes de despegar de Lisboa, el capitán Brian W. McMillan ordenó a todos que se bajaran del avión porque hubo un problema con uno de los motores.  Dos horas y media más tarde, los pasajeros volvieron a subir a bordo, y el avión inició su vuelo hacia Santa María.

El Star Tiger aterrizó en Santa María sin contrariedades pero el clima era tan inestable y tormentoso, que el Capitán McMillan decidió posponer la segunda mitad de su vuelo.  Al día siguiente, el 29 de Enero se reanudó el vuelo hacia Bermudas.  Los vientos seguían estando fornidos, pero el capitán McMillan creía que si mantenía el avión por debajo de los 2,000 pies para evitar turbulencias, evitarían lo peor y llegarían a las Bermudas sin contratiempos.

El operador de radio del vuelo solicitó y recibió la posición del avión provista por el operador de radio de las Bermudas alrededor de las 3:15 a.m.  Alrededor de las 3:50 a.m., el operador de las Bermudas intentó volver a comunicarse con el Star Tiger, pero no hubo respuesta de la nave.  A las 4:05 a.m. y a las 4:40 a.m., el operador de Bermudas intentó comunicarse otra vez con el avión, pero no recibió respuesta.

No hubo llamadas de socorro ni respuesta a los llamados de las Bermudas.  El Star Tiger simplemente desapareció del rango de la radio.  Una operación de rescate de cinco días fué desplegada por Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF), pero no produjo ningún resultado.  El Star Tiger llevaba 25 pasajeros, una tripulación de seis, y un héroe de la Segunda Guerra Mundial, el mariscal del aire Sir Arthur Coningham a bordo.  Nunca más se supo de ninguno de ellos.

El USS Cyclops

La repentina e incomprensible desaparición del USS Cyclops, uno de los buque-tanque de combustible más grande de la Armada norteamericana, en un solo incidente señala la mayor pérdida de vidas en la historia de la Armada de los EE. UU.  En Marzo de 1918, este enorme navío zarpó desde el Brasil con destino a Baltimore, Maryland, cruzando el Triángulo de las Bermudas con 10,800 toneladas de mineral de manganeso, y con alrededor de 309 miembros de tripulación a bordo.  Zarpando durante un día de buen tiempo, el primer y único mensaje enviado por este barco a tierra indicando su estancia, no indicó ningún tipo de problemas.

Después de este mensaje inicial, nunca se más se supo de este barco.  Rápidamente se inició una consumada búsqueda del área, pero nunca se encontró un vestigio o una pista de su desaparición.  Hasta la fecha no se han encontrado restos de la nave ni de ningún miembro de la tripulación a bordo.  El USS Cyclops nunca envió un S.O.S. o una señal de socorro y nadie a bordo respondió a las llamadas de radio de otros buques en la periferia qioenes intentaban comunicarse con el USS Cyclops.  

Frecuentes investigaciones navales no han podido arrojar luz sobre este misterio, o encontrar una causa definitiva para su desaparición, solo han generado posibles teorías sugiriendo varias razones para su desaparición.  La misteriosa desaparición del USS Cyclops ha pasado a ser una víctima más en la larga lista de más de 100 barcos y aviones que han desaparecido bajo extrañas e inauditas circunstancias en el nefasto y célebre Triángulo de las Bermudas.  Ese mismo año en Febrero, el cineasta y actor Charlie Chaplin estrenó su película “The Kid” (El Niño).

El Carroll A. Deering

La embarcación Carroll A. Deering fué una goleta comercial de cinco mástiles, y uno de los misterios marítimos sobre el cual se ha escrito más durante el siglo XX debido a la completa incógnita en torno a su abandono.   El 31 de Enero de 1921, el Carroll A. Deering fué hallado encallado en las traicioneras rocas del litoral frente a Hatteras Diamond Shoals, en las costas de Carolina del Norte, USA.

En la época se especuló que el buque y su tripulación estaban involucrados profundamente en el tráfico ilegal de ron.  Después de varios días de navegación en un agitado mar y en una gruesa marea, y a pesar de los agios expresados acerca de este evento, cuando una camarilla de investigación proveniente de Barbados llegó a la embarcación, lo único que los investigadores encontraron fué una nave abandonada y todos los miembros de la supuesta  tripulación; desaparecidos.  No encontraron solo ésto, sino que también hallaron que todas las pertenencias personales de la tripulación, el equipo de navegación del barco, los libros de registro, la bitácora y los botes salvavidas; todos habían desaparecido.

A menudo conocida como la leyenda de "El barco fantasma de los bancos exteriores", la extraña desaparición de la tripulación y los enseres de navegación del Carroll A. Deering junto con otras embarcaciones durante el mismo período en el área del triángulo de las Bermudas, han ofrecido información sobre estos misteriosos mares pero nada para resolver este misterio.  Los informes sugieren que en esta misma región hasta nueve buques desaparecieron durante el mismo período, de los cuales jamás se escuchó otra vez.

El C-54 Skymaster

Repentinamente un avión se estrella en el océano durante una fuerte tormenta, matando a sus seis tripulantes.  Es trágico, pero absurdo.  Absurdo porque el Skymaster C-54 no debería haber estado volando hacia la tormenta en primer lugar.  Si se hubiese mantenido en su rumbo original, no habría encontrado una tormenta.  El piloto de la nave tenía mucha experiencia, y el navegante era de clase II; ambos estaban altamente calificados y sabían y tenían experiencia en cómo evitar las tormentas.  Simplemente no lo hicieron.

El 3 de Julio de 1947, el comandante Ralph Ward y otros cinco miembros de la tripulación abandonaron Bermudas y se desviaron de su curso original casi de inmediato.  Estaban muy al sur de su rumbo programado y repentinamente hicieron un violento cambio de rumbo hacia el norte y luego hacia el sudoeste, volando directamente hacia el ojo de la tormenta.  Dos llamadas SOS muy débiles fueron registradas por al operador de tierra.  

Las llamadas de socorro eran apenas audibles y muy confusas, y después de unos tensos momentos, la radio quedó completamente silente.  Más tarde durante una operación de rescate, se encontraron escombros a unas 209 millas al noreste de Florida, los que reflejaron una destrucción repentina, cosa común en tormentas severas.  El problema a resolver era que cómo se cometió este descomunal error por una tripulación altamente acreditada.  Esto sigue siendo un tema de gran debate, especialmente entre las personas que creen en visitantes extraterrestres.

El Witchcraft

Witchcraft significa “brujería” en inglés.  El día 22 de Diciembre de 1967, un crucero de cabina llamado Witchcraft zarpó de Miami (USA) con su capitán Dan Burack y un amigo.  Éste era un viaje de placer en el que estos dos hombres en el lujoso yate de 23 pies disfrutarían de la maravillosa vista de las luces navideñas de Miami.  Sin embargo, después de alejarse menos de dos kilómetros de la costa, el guardacostas recibió una llamada del capitán del yate indicando que su barco había chocado algo desconocido, pero que no se veían daños sustanciales.  Debido a este accidente, el capitán Burack pidió ayuda para ser remolcado a puerto.  La guardia costera se demoró apenas 19 minutos para alcanzar la ubicación del Witchcraft, pero no lo pudieron encontrar.

El área exacta que indicaba la ubicación de la nave estaba completamente desierta, sin signo alguno de que la nave hubiese quedado varada, o incluso que hubiese estado presente anteriormente en el lugar indicado.  Lo más insólito de esta intriga es que este crucero en particular era prácticamente insumergible, sin mencionar los numerosos dispositivos de salvataje contenidos a bordo, incluídos chalecos salvavidas, botes salvavidas, bengalas, dispositivos de señal de socorro, sistemas de navegación electrónicos, etc.  No se hizo uso de ninguno de ellos, y el barco había desaparecido.

Los oficiales de la guardia costera exploraron y escudriñaron cientos de kilómetros cuadradas náuticos de océano durante los siguientes días, pero no tuvieron éxito alguno y ni siquiera encontraron una pista.  Nada de este yate ha sido encontrado hasta el día de hoy y lo único que dejó atrás, son especulaciones.

Estos son Otros Desaparecimientos en el Triángulo de la “Bermuda Humana”
Aunque usted no lo sepa o sospeche, hay otras zonas insondables y desconocidas en las que otras cosas sigilosamente desaparecen a una festinada* velocidad.  Este fenómeno se produce, no en los océanos; pero en las latitudes de las anencefalias* y dilatadas regiones de nuestras esencias naturales.

A estas esencias naturales les llamamos “Principios”, pero a pesar de su preambular  nombre, su significancia encierra una lógica diacrónica.  Estos volátiles “principios” son en sí mismos el comienzo de un final, de una deteriorización de ellos mismos producidos por nuestra acida y corrosiva condición mental humana.  He aquí algunos de los elementos constantemente victimizados por el triángulo de la “Bermuda Humana”.

Esta “Bermuda Humana” se refiere al Mar de los Sargazos Humanos donde se han extraviado consciente e inconscientemente los valores de nuestras culturas civilizadas a manos de políticos embusteros, frailes degenerados, abogados deshonestos, y junto a esta bazofia y nauseabunda ralea, otros seres vivientes en nuestras sociedades.  El peligro de esto es que nosotros mismos podríamos ser parte de esta repulsiva porción de la sociedad, pero para darnos cuenta de esto, tenemos que autoanalizarnos honestamente; eso es, si aún nos queda honestidad en las profundas e insondables cavidades de nuestras volubles conciencias.

Los párrafos siguientes son solo un honesto y simple recordatorio sin intención guiada o perpetrada en su contra, y para recordarnos las reglas que una vez establecimos para nuestros altamente caprichosos y livianos comportamientos humanos.  Recuerde que la mentada “humanidad”, es una naturaleza extremadamente volátil y no necesariamente acertada.

Los Principios

Un principio es una verdad o proposición fundamental que sirve de base para un sistema de creencias o comportamientos, o la base para una cadena de razonamiento.  El problema con esto es que la base de principios de ciertos elementos humanos, está podrida antes de ser construída.  ¿Se acordará alguien de esto?

La Moral

La moralidad (del Latín: moralis, lit) es la diferenciación de intenciones, decisiones y acciones entre las que se distinguen como apropiadas, y a las que se les consideran impropias.  La moralidad puede ser un conjunto de normas o principios derivados de un código de conducta basadas en una filosofía, religión o cultura en particular, o puede derivarse de una norma que una persona cabal cree que debería ser universal.
La filosofía moral incluye la metaética, que estudia temas abstractos como la ontología moral y la epistemología moral, y la ética normativa, que estudia sistemas más concretos de toma de decisiones morales, como la ética deontológica y el consecuencialismo.  Un buen ejemplo de filosofía ética es la Regla Dorada de ésta: "Debes tratar a los demás como te gustaría que otros se traten a tí".  ¿Se acordará alguien de esto?

La Honestidad

La honestidad es una faceta del carácter moral de una persona civilizada la que connota atributos positivos y virtuosos como integridad, veracidad, sencillez, y llaneza de conducta; con una total falta de mentiras, trampas, robo, etc.  La honestidad también implica confianza, lealtad, y sinceridad.

El Bardo de Avon, Sir William Shakespeare describe la honestidad como un atributo que la gente deja atrás.  Esto lo explicó cuando escribió: "ningún legado es tan rico como la honestidad" en la escena 5 del acto 3 de "Todo lo que está bien, termina bien".  Desgraciadamente en nuestras sociedades contemporáneas la honestidad puede ser una resbaladiza arma de doble filo.  ¿Se acordará alguien de esto?

La Ética

¡Coño!  ¡Esto está difícil!  La ética o filosofía moral es una rama de la filosofía que implica sistematizar, defender y recomendar conceptos de conducta correcta e incorrecta.  El campo de la ética, junto con la estética, concierne a cuestiones de valor, y por lo tanto comprende la rama de la filosofía llamada axiología.  ¿Qué cosas, no?

La ética busca resolver cuestiones de la moralidad humana definiendo conceptos como el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto, la virtud y el vicio, la justicia y el crimen.  Como campo de la investigación intelectual, la filosofía moral también está relacionada con los campos de la psicología moral, la ética descriptiva y la teoría del valor.  ¿Se acordará alguien de esto?

La Justicia

¿Y qué mierda es esto?  Nunca ha habido consenso en qué significa el antojadizo y inicuo concepto de la “justicia”.  El poeta cubano José Julián Martí Pérez dijo una vez: “La única verdad es la realidad, el resto es mierda”.  Y yo estoy completamente de acuerdo con él.

Pero para los soñadores, la justicia en su contexto más amplio incluye tanto el logro de lo que es equitativo y ecuánime como la discusión filosófica de lo que es neutral y objetivo.  Esto es algo así como actuar conscientemente con el Valor de la Verdad, o con la Verdad del Valor.  ¿Qué cosas, no?

El concepto de justicia se basa en numerosos campos y en muchos puntos de vista y perspectivas diferentes, incluídos los conceptos de corrección moral basados ​​en la ética, la racionalidad, el derecho, la equidad, mezclados con los intangibles, incoherentes y absurdos predicamentos irracionales de la religión.  

El disoluto concepto de justicia difiere en cada cultura.  Las primeras teorías de la justicia fueron expuestas por los filósofos griegos antiguos tales como Platón en su obra “La República” y Aristóteles en su “Ética Nicomanea”.  A través de la historia se han establecido diversas teorías acerca de la justicia.  Los defensores de la teoría del mandato divino argumentan que la justicia proviene de Dios.  ¡Vaya uno a entender a esta gente!

En la década de 1600, resonantes teóricos como John Locke defendían la teoría de la ley natural.  Los pensadores en la tradición del contrato social argumentaron que la justicia se deriva del acuerdo mutuo de todos los interesados.  En la década de 1800, los pensadores utilitarios tales como John Stuart Mill, argumentaron que la justicia es la que deriva las consecuencias más aceptables, pero no definen justicia.

Las teorías de la justicia distributiva se refieren a lo que cualquier cosa que se distribuye, entre quienes esto se distribuyen, y cuál es la medida de una distribución adecuada.  Los igualitarios argumentaron que la justicia solo puede existir dentro de las coordenadas de la igualdad.  John Rawls utilizó un argumento del contrato social para demostrar que la justicia, y especialmente la justicia distributiva, es una forma de justicia.

Los teóricos de los derechos de propiedad, exponentes tales como Robert Nozick; también tienen una visión consecuencialista de la justicia distributiva y argumentan que la justicia basada en los derechos de propiedad maximiza la riqueza general de un sistema económico.  Las teorías de la justicia retributiva se ocupan de consecuencias tales como el castigo por el mal cometido.  La justicia restaurativa llamada a veces "justicia reparadora", es un enfoque de la justicia que se centra en las necesidades de “reparación” hacia las víctimas,  y el castigo para los delincuentes.

Y la discusión se perpetúa hasta nuestros días y se desintegra en infinitas ramas y discusiones bizantinas, pero al final, sin conseguir un consenso general aceptable.  ¿Qué cosas, no?

¿Y qué cree usted que es la justicia?  Bienvenido al Mar de los Sargazos del Triángulo de la “Bermuda Humana”.


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Et sub Glossarium Glossarium – (Cum amore legentibus)
Aeropleustic -  De, como o perteneciente a la navegación aérea
Anecefalico -  Sin cerebro
Festinar -  Acelerar, para acelerar

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Post scriptum et quorumdam suggestionibus pro futurum: Si hay algún tema sobre el cual usted quisiera leer mis traumáticas y ligeramente psicopatísticas opiniones, por favor sugiéralo a: rguajardo@rguajardo.us.

Caveat: Mis opiniones personales pueden resultarle ácidas, demasiado honestas, corrosivas, irreverentes, insultantes, altamente irónicas, acerbas, licenciosas, mordaces y de una causticidad filosófica sin límites conocidos por el ser humano, y quizá no le apetezcan o acomoden intelectualmente; pero es lo que habrá disponible basado en su pedido.  Gracias. 



El Loco

jueves, 1 de septiembre de 2016

La Península Mitre y el Faro de Cabo San Pío

Cuando yo era un pequeño humano, mi náutico padre me llevó en uno de sus largos navales viajes a Isla Navarino, en el sur de Chile y del planeta mismo, allá en los lares de Tierra del Fuego donde no hay fuego.  ¿Qué cosas, no? 

Este viaje fué providencial para mi memoria porque años después, cuando era más loco y aventurero, me acordé de una osada conversación que mi padre tuvo con otros marinos de la tripulación de aquel entonces.  Ellos estaban considerando la posibilidad de viajar por un par de días a la Península Mitre en Argentina ya que estaríamos fondeados en la Isla Navarino por alrededor de una semana, y con esto, habría el tiempo suficiente para una rápida visita.  La Isla Navarino está ubicada exactamente al nor-oeste de la Península Mitre, y la excursión sería cruzar a la ciudad de Ushuaia en Argentina, y emprender rumbo al sur hacia la península, a este antiguo dominio de los indios Onas; conocidos antiguamente como la gente Selk'nam. 

La razón de la que me puedo acordar para justificar y realizar este improvisado viaje, fué que uno de la tripulación mencionó que esos lugares eran hermosísimos y muy poco frecuentados, y que no se produciría otra vez la oportunidad de poder viajar allí si no lo hacían en ese momento.  ¡La emoción estaba en el aire!  Pero duró poco.  El viento del Sur es fuerte y constante, así que se llevó rápidamente las emociones y el entusiasmo enredado en su álgido ulular hacia el glacial confín de la península.  El viaje nunca ocurrió.  No sé de las razones que desbarataron los planes, pero en mi memoria ese recuerdo se quedó pegado como Patella Vulgata a la roca: La Península Mitre y el Cabo San Pío.  Años después, ese incisivo recuerdo me llevó una vez más a los remotos y fríos lugares del planeta.

La conversación de la tripulación hablaba de lo que encontrarían en Mitre: enormes colonias de aves australes, nutridos asentamientos de grandes mamíferos marinos, asimismo como grandes extensiones de pardos turbales, esos intermitentes pantanos faltos de oxígeno llamados "humedales", y las cavernas más australes del globo.  Esto es suficiente para que mi espíritu se embarque prestamente en una jornada de otra forastera, atolondrada  e irreflexiva aventura.  La meta sería llegar al faro de Cabo San Pío, y regresar sin decir ni pío.

Créanlo o nó, el tiempo pasa...

Años después junto con otros tres amigos locos, emprendimos una meridional jornada de descubrimiento hacia el austral Cabo San Pío.  La primera parte de la jornada fué establecer una base de operaciones en la ciudad Argentina de Ushuaia.  Allí dejaríamos algunos pertrechos y otros enseres y adminículos que no necesitaríamos para el viaje.  Llegar al Cabo San Pío era un desafío fenomenal porque según recuerdo (a esta edad la memoria a veces me juega pasodobles) no había caminos civilizados que llegasen a la península por el lado Oeste de Argentina, el lado donde nos encontrábamos.   

La Península Mitre en Tierra del Fuego se encuentra a unos 210 kilómetros de Ushuaia, y el faro San Pío, se sienta enfrente de Isla Nueva, la que está en territorio marítimo chileno.  No hay caminos que lleven humanos civilizados para esos lares.  Hay que seguir los senderos de los guanacos porque son lo únicos animales de cuatro patas que viven allí.  Hay muchos pájaros, peces y lobos marinos, y uno que otro gaucho argentino perdido buscando a Martín Fierro; pero éstos no dejan huellas o senderos en tierra, sino que en el agua como Joan Manuel Serrat i Teresa que deja senderos en la mar.  Éste cantante y poeta ya nos había advertido: “caminante no hay camino, sino estelas en la mar”.  

Bajo estas circunstancias, llegar a pie al Cabo San Pío es imposible, así que el plan era cubrir la mayor parte de la jornada en una chalúa desde Ushuaia hacia las Islas Tierra del Fuego, frente a la comuna de Cabo de Hornos en el lado chileno, hasta pasar la chilena Isla Picton.  Para lograr esto, tendríamos que encontrar a Barba Negra, a Francis Drake; o a algún chalupero argentino más demente que nosotros y que osase aventurarse en tamaña locura.  Este tipo de riesgos ha sido siempre la vid de mi vida.

El dinero no habla; sino que aúlla.  No nos costó mucho encontrar un osado y loco marinero que por el precio justo, nos llevase en nuestra correría.  Dijo que su nombre era Yehuin.  Yehuin era un tipo bastante pataco y fornido, con escasos dientes, pero con una sonrisa y un sentido del humor estupendos.  Años después descubrí que “Yehuin” es el nombre de un lago en Tierra del Fuego.  Yehuin era “papichento”(1).  Nombre o nó, este singular seudónimo me recordó al personaje “Laguna” del cuento de Manuel Rojas, aunque físicamente, ambos eran diametralmente opuestos.  Eran los comienzos del mes de Febrero, y las temperaturas oscilaban entre lo civilizado y lo político (también hubo días de mierda). 

(1)  Prognatismo.  Es el tener la mandíbula inferior prominente, superando en rango a la floja mandíbula superior.  Esto causa algunas deficiencias eco-reverberantes de pronunciación al hablar. La gente papichenta no puede mantener la boca abierta en los días de lluvia, porque se pueden ahogar.

Yehuin era muy diligente y confiable, y siempre te miraba con una sonrisa con la boca semi abierta exhibiendo aquel indigente y diseminado bosque de dientes que poseía.  Después de alinear planes y pagos, Yehuin nos mostró su argonauta nave.  Atada a un molo de palos estaba la flotante embarcación.  Era una extraña mezcla entre un remolcador, un pontón, y el Arca de Noé.  De alguna forma extraña, este bastimento emulaba el físico de Yehuin.  La embarcación era bastante amplia y con camarotes para seis.  No tenía baño el bajel éste, así que las transacciones intestinales y de la pilcha, había que hacerlas siempre a sotavento –popa o proa--, porque a barlovento; la tembleque micción y los “depósitos a la fuerza” caerían irremediablemente sobre cubierta.   

Zarpamos una antártica mañana de Febrero como a eso de las seis de la madrugada.  El viento silbaba helado y las aguas del estrecho estaban pesadas.  Los pájaros estaban callados esperando a que el sol se asomase por la frontera Este.  La embarcación poseía un pequeño y viejo motor diesel de dos tiempos que ronroneaba a patadas fatigosamente mientras que se adentraba seguro en las entumecidas aguas del canal Beagle. 

- ¡El viaje será largo! – dijo Yehuin mientras piloteaba la nave hacia la oscura boca del canal.

Todos asentimos con la cabeza.  Era demasiado temprano para hablar, y el café recién se estaba filtrando en la vieja y abollada cafetera.  También había mate, pero no era apto para nuestras mañanas.  El insistente martilleo del motor se fué desvaneciendo paulatinamente a medida de que nos acostumbrábamos a él, hasta que se hizo inaudible para nuestros oídos.   Ahora oía el embate de la metálica proa del Patoruzú(2) en contra de las menudas olas que cortaba en su avance.  El sol comenzaba a iluminar este lejano punto del planeta, y con la luz crepuscular, las siluetas de la costa se comenzaban a definir contra el inseguro y borroso telón de la bruma.

(2) Patoruzú es un cacique Tehuelche, un personaje cómico Argentino que vive en la Patagonia.   Patoruzú fue creado por Dante Quinterno en 1928, y es considerado el héroe más popular de la historieta argentina.

Este lanchón con semejante nombre seguía impávido su rumbo, y después de bebernos un buen café y comer unos bocadillos, estábamos más despiertos para disfrutar del paisaje.  Había unas toninas acompañándonos y que jugaban con el rompeolas de la proa, en lontananza, se vislumbraba una manada de lobos marinos descansando en una de las muchas playas que hay a lo largo del canal Beagle.  La travesía me trajo a la memoria los indios Alacalufes que una vez visité con mi argonauta padre en la Angostura Inglesa, en el Golfo de Penas, y de los Yaganes que habitaban aún más al sur.  Estas poblaciones indígenas datan desde hace más de 6.000 años.  Me paré contemplativo en la popa del Patoruzú, y miré la revuelta estela llena de danzantes burbujas que su ocupada hélice dejaba en el agua.  El alba seguía fría, opaca y húmeda.

Los primeros Alacalufes que conocí, los encontré en la Angostura Inglesa, que es la continuación del Canal Messier hacia el Sur.  A los Alacalufe se les conoce también como la gente Kawésqar, que en el lenguaje Yagán significa “comedores de moluscos”.  ¿Qué cosas, no? 

Navegamos casi todo el día.  De vez en cuando nos cruzábamos con algunas canoas y esquifes tripulados por aborígenes que nos saludaban a lo lejos agitando sus manos abiertas.  Las gaviotas ahora estaban más bulliciosas volando por sobre nuestras cabezas y tratando de mantener la baja velocidad del Patoruzú”.  La geografía del lugar parecía desolada.  Vimos algunos naufragios viejísimos varados en las orillas del estrecho.  Pensaba en qué habrá sentido Hernando de Magallanes cuando navegó por primera vez estas mágicas latitudes al servicio de Carlos I.  Me interpelo por qué Hernando “de Magallanes” se llamaba así.  Él no era de Magallanes, era de una localidad llamada Vila Sabrosa, en Portugal por allá por el año 1480.  Debería haberse llamado Hernando De Vila Sabra, o Hernando el Sabroso.  ¿Qué cosas, no?

Embrollo

Nuestros grandes y ambiciosos planes se comenzaron a desbaratar durante la última parte de aquel primer día de navegación, antes de llegar a las Islas Tierra del Fuego, aquellas que se encuentran en el medio del Canal Beagle en el lado Argentino.  La posición de la isla angosta el paso del estrecho en ese tramo, haciendo que sus aguas fluyan a gran velocidad hacia el Sur, lo que hace la navegación sumamente peligrosa.  Llevábamos ya varias horas de asengladura.  De pronto oí la voz de Yehuin:

- ¡Hora de parar! – Vociferó Yehuin – ¡La marea está alta y es mejor que esperemos la marea baja!

- ¿Cuándo será eso? – uno de nosotros preguntó.

- Mañana –respondió Yehuin haciendo una mueca de resignación.  - Vamos a atracar –agregó mostrando su desolada formación de adarajas y apuntando hacia la oscuridad con un dedo gordo como un bulldog sin patas, y comenzó a buscar una ensenada alrededor de la isla grande cuya figura ya se recortaba enfrente de nosotros.  Esta gran isla es la primera isla del pequeño archipiélago de las Islas de Tierra del Fuego.  ¿Mencioné que en estas regiones no hay fuego por ningún lado?

No estábamos muy contentos con la decisión porque queríamos avanzar más hacia el sur, pero Yehuin se mostró inflexible a nuestras demandas.  Inmediatamente redujo la velocidad linear de la embarcación a un paso perezoso, indolente y apático; y con la parsimonia de la ancianidad, siguió piloteando la barcaza por una angosta boca del Estrecho.  Después de más de una hora de lentas y repetitivas maniobras, fondeó remisamente el bote en un meandro del litoral.  La oscuridad de la noche ya se enseñoreaba en estas latitudes, y la ensenada en la que nos adentrábamos, estaba oscura como conciencia de político.  Sin más remedio que esperar el siguiente día, tomamos turnos para visitar sotavento.  Fuimos todos, menos uno de nosotros.

Después, preparamos una escueta y lacónica cena de campaña que consistía en pescado frito, huevos fritos, papas fritas, y empanadas de queso fritas.  Lo único que no estaba “frito”, éramos nosotros.  Todavía.  Fallamos en reconocer que toda esta fritura era un presagio de mal agüero.  Tuvimos una animada conversación sobre la cena, donde Yehuin se relajó un poco bajo la indolente presión etílica del trago, y nos contó de algunas de sus aventuras por los canales del Beagle.  Había vino, cerveza en tarros, y una botella de Pisco para emergencias.  Había otra botella en el botiquín en caso de catástrofe.  Estábamos preparados.

Durante la pseudo-cena, escuchábamos atentamente de Yehuin los relatos de algunas de sus espeluznantes historias acerca de sus aventuras por el Beagle que envolvía desde sardinas a sirenas.  Después de escucharlo por bastante rato, noté algo que me incomodó: me entró la severa duda de que Yehuin fuese argentino.  Yehuin no hablaba mucho, pero cuando lo hacía, no lo escuché ni una sola vez decir: “¿Viste?”.  Ésta es una clara e inconfundible característica eco-acústica-ocular típica del argentino-parlante.  La falta de esta expresión verbal en un legítimo argentino es muy grave y sospechosa.  ¡Es como si un chileno no dijese “huevón”!

No le dí mucha importancia al asunto porque lo más fundamental después de la cena en ese momento, era el Pisco.  Esa noche nos fuimos a dormir temprano en los incómodos y reducidos camastros.  Los únicos sonidos que se escuchaban era el reverberante resonar de las olas contra las hoscas arenas de la playa, y el tosco jadeo del motor en neutro.   A esta alta hora de la noche, Yehuin visitó sotavento. 

No sé cuánto tiempo pasó, pero me desperté sobresaltado al oír una angustiosa voz pidiendo ayuda.  Me alcé a mirar por la claraboya a través del caramanchel, pero todo estaba más negro que yogurt de alquitrán, y no se veía nada.  Todos nos levantamos rápidamente, cogimos nuestras linternas y salimos a cubierta a averiguar de qué se trataba el jaleo.  Sobre cubierta había una egoísta, desvergonzada y sucia ampolleta que sólo podía alumbrar un irrisorio espacio.  Me trajo a la memoria el cura de mi pueblo.  Noté que había un viento helado bastante enérgico, y que el Patoruzú se bamboleaba brioso a diestra y siniestra.  Cuando descubrimos que los angustiados alaridos provenían de la proa del barco, dirigimos el haz de luz de nuestras linternas hacia el origen de los gritos. 

Y ahí estaba.  Sentado compungidamente en la borda y con los cachetes al aire colgando de la salobre balaustrada hacia sotavento.  Era el gil que no visitó sotavento antes de irnos a dormir.  Era una escena cómica: con una mano se afirmaba desesperadamente de una “maceta de aforrar”(3), y con la otra trataba de mantener el equilibrio en la borda para no irse de espaldas al agua.  Tenía uno de los pasadores del pantalón atascado en un garfio de amarra, y no se podía bajar de la corta eslora, ni sacarse los pantalones para salir de esa indigna posición. 

(3)  Maceta de aforrar o Mandarria.  Este vocablo náutico es un diminutivo de la palabra: maza (martinete o cachiporra).  Es un cilindro de madera que se usa para amarrar y asegurar las jarcias, y también para fragmentarle o desintegrarle el cráneo al prójimo.  Las malas lenguas dicen que tiene otras aplicaciones, especialmente en las mareas muy largas, pero no quiero meterme en esto.  En los botes y veleros pitucos se le conoce como “Cabilla”.  ¿Qué cosas, no?

Cuando nos reíamos a carcajadas, el acongojado tipo grita:

- ¡Necesito papel “confort!” (Expresión chilena para papel higiénico)
- ¿Y por qué no trajiste? – Objetó una voz.
- ¡Sí traje huevón, pero el viento se lo llevó! – Explosivas risas se oyeron en el segundo plano.
- ¡Ya po’s huevones!  ¡Tráiganme papel!  - Chillaba el hombre con la angustia del abandono.
- ¡Tenemos lija no más! – Dijo otro iluminado del grupo.
- ¡Puta! ¡No weís más po’s huevón y trae papel! – La delirante voz reclamaba agitada.
- ¡Ya, huevón, ya! – Dijo otro mientras se dirigía a buscar este necesario rollo de papiro fecal.

La embarcación se sacudía cada vez más intensamente haciéndonos difícil mantener el equilibrio en la mojada y resbaladiza superficie de la cubierta.  El sujeto en cuestión con los pantalones a media asta  se cabeceaba peligrosamente en el filo de la borda, y oscilaba cada vez más ampliamente.  Las olas ahora se reventaban coléricas y violentas contra el casco del bastimento, haciendo que el agua salpicara por todas partes, entorpeciendo nuestra visión y desestabilizando nuestro precario equilibrio.

- ¡Parece que tenemos un temporal fuerte! – Gritó Yehuin con una voz grave y seria, quien hasta ahora no había dicho ni hecho nada, aparte de reírse a carcajadas de la cariacontecida condición de nuestro compañero de viaje. 

La cosa se estaba poniendo color de hormiga.  El agua del canal se encaramaba por ambas bandas bañando la cubierta de lado a lado mientras que el buquecito se escoraba sin piedad.  La cubierta estaba tan resbalosa como ética de abogado deshonesto, y no nos permitía acercarnos a socorrer a nuestro compinche en apuros sin caernos, o arriesgarnos a caer por la borda.  Yehuin desapareció hacia popa mientras gritaba algo acerca de ver que no se enredasen los amarres del anclaje.  Esto era importante porque la pedregosa batimetría del canal es de alrededor de 150 metros de profundidad.

Sin duda parecía uno de esos temporales dignos del Golfo de Penas.  Siempre me había preguntado cómo diablos este golfo adquirió semejante nombre, pero parecía obvio al observar la tempestad.  El Golfo de Penas es la ensenada del Pacífico entre el cabo de Tres Montes y las islas de Guayaneco, donde se les hacía penosa la navegación a las antiguas pequeñas embarcaciones que solían atravesarlo.

Como lo mencioné antes, la cosa se estaba poniendo color de hormiga (4).  El viento soplaba endemoniado y comenzó a llover.  La lluvia era gruesa y caía de lado empujada por el ventisquero, y nos golpeaba la cara como un manojo de agujas.  Nuestro defecante compañero estaba a punto de perder el equilibrio y caer por la borda, pero no podíamos socorrerlo porque no podíamos llegar hasta él.  La cubierta ahora estaba más resbalosa que lengua de político y no podíamos avanzar hacia él.  Éste nos miraba con una cara de pánico absoluto y más preocupado que madre de torero inepto.

(4)  La expresión “color de hormiga” significa que algo tiene mal aspecto, o que presagia dificultades o graves problemas; pero no tengo la más peregrina ni errabunda idea de donde salió, ni de como se originó este dicho.

Contratiempos y Percances

De pronto se oyó una sorda explosión seguida de unos alaridos incomprensibles que salían de la aguardentosa garganta de Yehuin.  

- ¡Se cortó la espía!, ¡Se cortó la espía!(5) – gritaba con los ojos desorbitados mirándonos como si estuviera haciendo una encuesta.

(5)  Una “espía” de amarre en términos náuticos es una gruesa cuerda de amarre, la que se asegura a una bita para mantener las embarcaciones fijas al muelle.  Nuestra espía estaba sujeta al ancla.

Creo que el único del grupo que sabía lo que era una espía era yo.  Sabiendo esto, se me heló la pajarilla.  Con el viento, la lluvia y las bajas temperaturas yo ya estaba helado, pero en ese momento, la pajarilla lo estuvo más.  ¡Esto significaba que nuestra embarcación estaba a la deriva!  Yehuin se daba más vueltas que un mojón en el agua tratando de destrancar un ancla de suplemento que llevábamos a bordo, pero sus esfuerzos eran inútiles.  El ancla estaba definitivamente atollada y no había nada que la hiciese desistir.

En medio de este desconcierto se oyó un grito de alarma:

- ¡El Silvio se cayó al agua!

No había mencionado antes el nombre de este consternado ciudadano porque el llamarse inverecundamente: “Silvio” en público; puede ser muy bochornoso.

Aparentemente el frágil pasador del pantalón que estaba enredado en el garfio de amarre se reventó súbitamente con uno de los violentos corcoveos del Patoruzú”, y Silvio se fué guarda abajo a poto pelado desapareciendo en las turbias y heladas aguas del golfo.  Afortunadamente (o nó), estábamos peligrosamente cerca de la playa, así que Silvio fué capaz de nadar hasta ésta, y escapar del peligro.  Seguía a poto pelado porque entre la caída al agua y la nadada a la playa, misteriosamente perdió los pantalones y los calzoncillos.

Ésta era la menor de nuestras preocupaciones.  El Patoruzú comenzó a zarandearse en todas direcciones mientras que Yehuin gritaba:

- ¡Vamos a encallar!, ¡Vamos a encallar! 

No se veía ni mierda.  La noche estaba  más oscura que la de “El Tortillero”, el temporal se acentuaba, la lluvia se intensificaba, y la marea se violentaba, y por desgracia, ¡otro gil se nos cayó por la borda!

- ¡Agarrarse mierda! – gritaba Yehuin colérico mientras se sujetaba con una mano a la cabeza una gorra marinera más sucia y grasienta que conciencia de fraile, a la vez que maniobraba desesperadamente el timón que parecía no hacerle caso para nada.  El barco seguía derivando hacia una masa negra que sobresalía del agua y que se recortaba contra las estrellas del firmamento, allá arriba. 

- ¡El Panqueque se cayó al agua! – bramó una voz preocupada.

Traté de mirar por la borda, y apenas pude vislumbrar al Panqueque nadando apurado hacia la playa, alumbrado por la violenta y mortecina luz de los relámpagos que azotaban esporádicamente la noche y que se escabullían prestos por entre las negras tormentosas nubes.  Le decían Panqueque porque era medio “dulce”.  Un nuevo relámpago alumbró la noche y también los blancos nudillos de mis puños aferrándose a una jarcia suelta.  Mi pajarilla no estaba solamente helada, ¡ahora se había puesto dura!  Aquí es cuando me doy cuenta de que estoy verdaderamente loco, porque bajo estas apremiantes circunstancias, me estaba divirtiendo secretamente.  ¿Qué cosas, no?

Entre este tremendo y desorganizado bochinche, perdí de vista al “Anchoa”, nuestro otro compañero.  Le llamaban “Anchoa” porque tenía cara de pescado y olía como una de ellas.  Traté de escudriñar a proa y a popa, pero no pude verlo. 

- ¡Yehuin!, ¿Hay visto al Anchoa? –grité preocupado sin poder ver a Yehuin.

Pasaron varios segundos nerviosos y escuche a Yehuin decir:

- ¡Se debe haber caído por la borda! – de pronto contesto Yehuin con una voz poco preocupada de cualquier otra cosa que no fuese su anclote de provisión.

Este asunto no se veía nada de bien, con tres en el agua la cosa ya no era aventura, sino que desventura.  Avancé hacia el entrepuente como pude y sin soltarme de mis apoyos para no terminar en el agua.  A duros esfuerzos llegué a la entrada y me asome a ver si podía ver algo con la escasa luz que la ampolleta desgraciada daba.  Y ahí lo ví: el Anchoa estaba de espaldas sobre el piso entre una mesa y unas cajas que se habían desestibado y danzaban al ritmo del Patoruzú”.  Estaba aturdido.

- ¡Encontré al Anchoa! – grité desahogado esperando que Yehuin me escuchase, pero Yehuin nunca contestó.

Rápidamente me dediqué a socorrerlo, pero era difícil la maniobra con todo el meneo alrededor mío, y además que el Anchoa era medio guatón, y pesaba más que la pena del pobre.  Finalmente pude agarrarlo de la guerrera y traté de levantarlo del piso.  Con gran esfuerzo pude apuntalarlo en una de las sillas apernadas al piso.  Tenía un chichón mayúsculo en la frente y estaba más lacio que pulpo desmayado.  No supe cómo ni cuándo se golpeó, o qué estaba haciendo cuando pasó, pero no había tiempo de averiguaciones así que lo amarré a la silla con una sirga para que no se cayera otra vez.  Fué un alivio el saber que no se había caído al agua.

Unos segundos más tarde, un tremendo e irascible sacudón remeció al  Patoruzú de proa a popa, y de babor a estribor.  La violencia del impacto nos envió a todos al piso de la cubierta, y prontamente el Patoruzú dejó de sacudirse.  Habíamos varado en la arenosa playa y el Patoruzú comenzó a escorarse  amenazadoramente sobre la borda de estribor.  Se oyó un dramático y enorme crujido, y el Patoruzú dejó de moverse completamente.  Después de unos tensos momentos en que nos percatamos de que estaríamos seguros ya que el barquito estaba encallado y sin destino, nos preocupamos de los giles que se habían caído al agua. 

Como ya estábamos en contacto con la playa, entre la oscuridad y la bulliciosa tormenta, los izamos a bordo con Yahuin a ambos quienes tiritaban de frío como virgen en celo, le pasamos un mameluco a Silvio para que cubriera su mohicano, y todos nos parapetamos bajo cubierta.  El Anchoa seguía desmayado.  Estábamos incómodos porque el barquichuelo estaba capotado y nada estaba horizontal.  Mientras estábamos ocupados tratando de acomodarnos, Yehuin se asomó sonriente por el dintel del camarote, y alzando la abollada cafetera en su mano izquierda, inquirió por entre su valle dental:

–  ¡Ché! ¿Quién quiere café?

El café fué bienvenido.  Sorbimos el caliente brebaje, nos arropamos, y tratamos de dormir mientras que nerviosos y desvelados esperamos el arribo de la siguiente madrugada.

No era lo que yo quería.

La aurora nos recibió con un tenue sol y una suave brisa.  Nos levantamos y salimos a la inclinada cubierta.  Yehuin nos salió al encuentro diciéndonos que había hecho contacto radial, y que seríamos rescatados en un par de horas.  El Anchoa estaba despierto y no se acordaba de qué fué lo que le pasó.  Nos preguntaba que había pasado mientras se acariciaba el chichón de la frente.  Antes de poder ponerlo al día de los hechos acontecidos la noche precedente, Yehuin interrumpió:

– Hay un compadrito amigo mío que los puede llevar al Faro de Cabo San Pío, -y luego agregó- No creo que el Patoruzú pueda continuar.  Pero no se preocupen, el seguro pagará los daños. –

Seguidamente, se fué a sentar sobre el huinche de popa a fumarse un rollo de algo que nunca supe lo que fué, pero que olía peor que aliento de abogado deshonesto.

Silvio y el otro gil (el Panqueque) que se cayó al agua estaban mal.  Ambos tenían fiebre y estaban tosiendo como gato viejo.  Esto nos preocupó.  Estábamos en el culo del mundo y nuestro botiquín de campaña no estaba preparado para esto.  Además, el chichón del Anchoa se resistía a desinflarse a pesar de la compresa de Agua de Árnica que le pusimos en la frente.  En vista de la apremiante situación y después de un breve conciliábulo de camarilla, decidimos volver a Ushuaia para darle el cuidado apropiado a nuestras bajas, y así evitar que la situación se agravara aún más.  Lo peor de todo fué que no pudimos encontrar la botella de Pisco de Emergencia. 

La cuadrilla  de rescate arribó en un par de remolcadores alrededor de unas dos horas después.  Luego de darles algunos primeros auxilios a nuestros machucados y lastimados exploradores de salón, nos transbordaron a una de sus embarcaciones, e iniciamos el cabotaje de regreso a la civilización, mientras el otro remolcador socorrería a Yehuin.  Antes de zarpar, Yehuin salto ágilmente desde el Patoruzú a la cubierta de nuestro remolcador, y nos dió un sentido abrazo de despedida a cada uno de nosotros.  Buen chato este Yehuin, pensé en introspectiva.

La isla grande de las Islas Tierra del Fuego fué alejándose paulatinamente a nuestras espaldas mientras nos dirigíamos hacia el Norte en busca de Ushuaia.  Apoyado en la balaustrada de estribor, me dediqué a mirar a las juguetonas toninas que habían vuelto a jugar con nosotros entre los alegres graznidos de las gaviotas que sobrevolaban nuestra barca.  Hacia popa solo se veía la blanca estela de espuma que dejaba la poderosa hélice del remolcador.  El cielo estaba limpio.

Me sentía un poco culpable porque embarqué a estos marineros de salón en una aventura que les quedó grande, y en la que todos salieron machucados, menos yo.  Me acordé del Capitán Araya...

Nunca llegué a la Península Mitre y nunca llegué a conocer el Faro de Cabo San Pío.  Y entre las olas y el áspero bufido del motor del remolcador, regresamos taciturnos a la Isla Navarino; sin decir ni pío.  Como si todo esto no hubiese sido suficiente, la ironía de la vida me abofeteó una vez más: el nombre de este remolcador era “Cabo San Pío”.

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Post scriptum et quorumdam suggestionibus pro futurum: Si hay algún tema sobre el cual usted quisiera leer mis traumáticas y ligeramente psicopatísticas opiniones, por favor sugiéralo a: rguajardo@rguajardo.us.

Caveat: Mis opiniones personales pueden resultarle ácidas, demasiado honestas, corrosivas, irreverentes, insultantes, altamente irónicas, acerbas, licenciosas, mordaces y de una causticidad filosófica sin límites conocidos por el ser humano, y quizá no le apetezcan o acomoden intelectualmente; pero es lo que habrá disponible basado en su pedido.  Gracias. 





El Loco